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Carmen Lomana: "A mi madre le parecía una fregona cuando me arreglaba de adolescente"

La directora de la escuela de 'Las joyas de la corona' continúa limando a los concursantes para que saquen el glamour que llevan dentro. Lomana ha comentado sus objetivos con los 12 diamantes en bruto, de dónde aprendió ella los modales e incluso ha confesado que le encantan los tatuajes.

Por RedacciónPublicado: Martes 17 Agosto 2010 17:58

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Las joyas de la corona
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Carmen Lomana continúa su imparable asentamiento como personaje televisivo. Tras su buen puesto conseguido en 'Más que baile', ha continuado su colaboración con Telecinco enseñando a 12 chicos y chicas su glamour en 'Las joyas de la corona'. La directora de la escuela ha comentado con FórmulaTV.com su particular visión de la alta sociedad o cómo aprendió ella todo lo que está enseñando a los concursantes.

Además, asegura que en 'Más que baile' fue donde comenzó a enseñar estos modales, aunque no ha querido hablar mucho de algunos de sus ex compañeros como Belén Esteban, de quien afirma que, si le enseñara a ser fina, perdería su trabajo.

¿Cuáles fueron tus exigencias para aceptar el reto de estar en 'Las joyas de la corona'?

Nunca exijo nada. Todo lo que me ha venido hasta ahora ha sido estupendo. Telecinco ha apostado fuerte por mí, cosa que me asombra. Espero no defraudarles ni a ellos, ni a los chicos, ni a la audiencia. Es una experiencia fantástica porque adoro a la gente joven. Está siendo tan enriquecedor para mí como para los concursantes aprender.

¿Qué quieres inculcarles a los alumnos?

Lo que quiero es que tengan muy claro que son chicos jóvenes y no hay que convertirlos en cursis que se visten como si tuvieran 40 años. Si llevan tatuajes y piercings es porque es lo que se lleva ahora. Su ídolo no es Jacquie Kennedy, sino más bien Madonna, Rihanna o Victoria Beckham. Hay que tratarles como lo que son, pero depurándolos. Por ejemplo, decirles que no se hagan tantos tatuajes porque pueden llegar a Presidentes del Gobierno, ¡y a ver qué hacen en los actos oficiales con todos los brazos tatuados! (risas).

Cuando yo era joven, estaba fatal llevar tatuajes, aunque es una de las cosas que he querido hacerme durante toda mi vida. Una vez me hice uno en Ibiza de viaje con amigas. Cuando volví a San Sebastián, me lo vio mi marido Guillermo y me regañó. Teníamos una boda esa semana y fui feliz con mi vestido de Versacce y provocando con el tatuaje. Luego se me quitó porque era de mentirijilla.

¿Qué te tatuarías ahora?

No tengo claro el qué, pero sí dónde. Algo pequeño en la rabadilla. Me gustan los sitios pequeños y estratégicos donde no se vea demasiado.

Cuando fuiste aprendiendo tus buenos modales, ¿había algo que no te gustaba?

Lo vas aprendiendo con tu familia y te parece muy natural. Tenía tendencia a estar encorvada y me costó ponerme derecha, pero no había algo que me molestara especialmente. Nunca he sido de decir muchas palabrotas. Lo soy más ahora que cuando era joven. Uno puede decirlas en un lenguaje coloquial, con amigos, pero hay que saber hacerlo. No puede ser una constante en tu vida.

Creo que ahora se maneja muy mal el idioma, a pesar del castellano riquísimo que tenemos. Los chicos jóvenes usan un lenguaje muy reducido: "jo, macho, tío, qué guay, no digas"... Con cuatro cosas, hablan durante todo el día. Es muy importante enseñarles dicción para que sepan pronunciar bien y lenguaje para expresarse en público o en un trabajo. Es muy importante comer y que no se asusten ante los cubiertos o ante las copas. Tienen que saber donde se pone el plato de pan, el vaso de vino o el de agua.

También está siendo muy didáctico para el público. Hay algo que mucha gente dice y que a los que tenemos un nivel social no nos gusta. Puedes decir "hijo puta" o "joder", pero jamás "jolín". En el colegio o en alguna fiesta, siempre que conocía a alguna niña nueva, preguntaba quién era. Cuando me decían que era "la típica del jolín", me lo habían dicho todo. No digais "jolín", y menos "jolines" (risas).

¿Sigues viendo en la alta sociedad a gente que todavía tiene ciertas carencias?

Muchísimo. La alta sociedad ahora está muy mezclada. Hubo una época en la que eran grupos mucho más cerrados y nos conocíamos entre todos porque íbamos a los mismos colegios. Ahora España es una sociedad emergente y la gente ha tenido opción a una vida muchísimo más activa socialmente a todos los níveles, tanto de trabajo como de fiestas, pero no se han pulido. Son lo que se llaman "new rich". Es estupendo que hayan nuevos ricos y no nuevos pobres.

Las carencias se ven continuamente. A veces, estoy en la mesa y pienso si decirles algo. En ocasiones, lo hago y les explico cómo poner los cubiertos. Aunque les siente mal en ese momento, sé que luego lo agradecen. Me ha pasado mucho en 'Más que baile'. Los bailarines me pedían que les enseñara a coger la copa ¡porque creían que lo fino era sacar el dedo cuando bebes! (risas). Allí empecé yo mi "Charm School".

¿Traerías a Belén Esteban a la escuela?

No me la nombres, porque si digo algo se va a enfadar. No tiene ningún sentido autocrítico, así que mejor me callo. Si la trajese a esta escuela y aprendiese a ser finísima, se le terminaba el trabajo.

¿No te preocupa que haya gente en casa que pueda preguntarse quién eres tú para decir cómo tiene que comportarse la gente?

No soy nadie especial, pero me han elegido. Soy una persona muy bien educada por mis padres, colegios muy buenos y a través de todo lo que he vivido. Es lo que le da un background a una persona para moverse y tener conocimientos. Lo más importante es saber adaptarte a cualquier situación. No eres una persona estupenda si sólo sabes estar con gente como tú. Hay que saber estar en países con costumbres diferentes, con gente que a lo mejor te "horripila", pero no debe notarlo. Aparentemente, debes ser igual de feliz con todos. Tengo una norma en mi vida fundamental: no quieras para los demás lo que no quieras para ti. A todos nos gusta que nos traten amablemente, y así tenemos que tratar nosotros.

¿Quiénes han sido tus maestros de estilo a lo largo de la vida?

Principalmente, mi madre. Sigue siendo extremadamente elegante, aunque también fue muy dura a la hora de educarnos. Siempre ha sido un referente para mí. Recuerdo cuando era adolescente que, por más que me arreglaba, a ella le parecía una fregona. Tengo su imagen en la memoria arreglándose con sus hermanas en el baño y yo mirando desde un rincón fascinada.

He tenido bastantes ejemplos donde mirarme. También he aprendido de hombres que me han explicado cómo deberían vestir. Hay veces que las mujeres no sabemos cómo se ha de llevar un esmoquin. Por ejemplo, yo estaba acostumbrada a ver a gente que se los ponía con la pajarita ya hecha, pero para los hombres elegantes es atroz. Se la tienen que hacer ellos.

Afirmas estar muy contenta por la apuesta de la cadena por ti. ¿No te arrepientes de tu salto al medio televisivo?

Hay gente que piensa que esto puede ser una carga porque pierdes el anonimato. Muchas personas van por la calle y se dan codazos para decir: "¡mira, la Lomana!". Pero no me molesta demasiado porque son encantadores. Te demuestran cariño, y supongo que los que no me pueden ver no van a venir a decirme que soy una imbécil. Lo único que recibo es cariño. Las cámaras no deben engañar y transmiten lo que soy. No me considero una maravilla pero sí soy una buena persona.

Hay chicas de 18 años que me dicen que, cuando me ven, les dan ganas de hacer cosas buenas y superarse. Es muy fuerte, pero es maravilloso. Si me hacen fotos en top-less, no me importa demasiado. No voy a cambiar mi vida ni me voy a poner el burka. Como ya me ha visto toda España, voy a seguir haciéndolo. No tengo nada que no tengan las demás mujeres, y además las mías no son de silicona.

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