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RELATO - Mi Destino Eres Tú.

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#0
MarGonz
MarGonz
25/08/2012 19:47
Hola chicas... cuanto tiempo.

Haber os traigo la continuación de mi relato ( un pelín extenso) jajjajajaja las dos primeras partes son idénticas a las anteriores pero con alguna modificación.. así que lo siento para las que hayáis leido el anterior, he ampliado un poco los diálogos..si os lo queréis saltar pues eso... intento resolver alguna cuestión que nos trae de cabeza..,la carta, Flandes antes o después, la boda con la hermana, la otra carta...jajajja vamos como a mi me hubiera gustado que sucediera.. AINSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS...

Ahí va.

**************
relato-midestinoerestu

Como es muy extenso y no puedo colgarlo todo creo que mejor os dejo el link.



capi 1 Mi DESTINO ERES TÚ


capi 2 recuerdos de Margarita


capi 3MArgarita se confiesa con el águila


capi 4 Gonzalo descubre un secreto


capi 5 Sátur descubre la verdad de la declaración de la carta de amor de Gonzalo.

Bueno ahí queda eso..

Nos vemos. Con Dios
#1
MarGonz
MarGonz
27/08/2012 16:16
Cuelgo el sexto capitulo

capi 6-Laura de Montignac

A más ver.
#2
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
27/08/2012 18:30
¡¡¡¡¡Mar, me encanta tu historia!!!! Muchas gracias por colgar los enlaces y compartirlo con todas nosotras. Besitos, guapa y sigue... MJ.
#3
MarGonz
MarGonz
28/08/2012 20:24
Hola chic@s

Os dejo el siguiente capi..

Ainssssssssssssssss que bien que me lo estoy pasando....

capi 7- Sospechas

Por cierto MJ, ya te he contestado el correo... jamia.. esto es un no parar..jajajjajajaja estoy enganchadísima al relato... ma dao de fuerte que pa que.. jajajajjajaja

Un beso pa toassssssssssssssss que t'hais desaparecías .... deberéis estar por la playa de la villa.. jajajajaj bueno en el lago os hago a toas.... ahí a remojo cual pescáo.... pero bueno, no nos preocupemos que tarde o temprano el AMO, pasa por el lago.. y a más de una le alegra el día.. jajjajajaja

Bueno cuando volváis nos vemos.

Besines a todas

Con Dios ♥
#4
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 11:56
Bueno, pues tenéis razón, siguiendo el pedido para que cuelgue el relato directo ya que hay muchas de las foreras que no pueden entrar por tiempo en otro lugar para leer los relatos, voy a intentar colgarlo directo aqui... lo colgué en links porque el día que lo quise colgar no podía subirlos no tenía mucho tiempo y pensé que lo mejor sería un link, así que voy a intentar hacerlo. haber que tal va hoy.

disculpen las molestias jjajaja

Vamos a ver.

CAP 1- PASIÓN ENTRE GONZALO Y MARGARITA

Aquella mañana Margarita salió de palacio con el corazón roto, no era la primera vez que Margarita sentía aquel dolor, era un dolor más débil pero dolor al fin y al cabo. Como podía haber sido tan tonta. Como había creído que alguien por fin le iba a dar cariño, comprensión, y felicidad.

EL destino volvió a cebarse con ella y volvió a dejarla completamente sola. Llegó a casa, tras cerrar la puerta miró por todas partes, no había nadie. Respiró profundamente y se alegró de ello, necesitaba estar sola. Sin saber cómo ni porque, se encontró en la habitación de Gonzalo, sentada sobre su camastro acariciando su aterciopelada y rojiza colcha.

Miro el lecho con tristeza y los recuerdos afloraron a su mente, recordó cuando era niña, cuando conoció a Gonzalo, cuando él la besó por primera vez en aquel pajar, cuando le entregó su prenda de amor, «la flor de lis» esa prenda que ella hizo con sus propias manos y que tiempo después encontró en posesión de Lucrecia, pero, ¿porque estaba pensando en Gonzalo, si el que le había traicionado era Juan? Quiso quitarse ese pensamiento de su cabeza pero una y otra vez aparecía él, Gonzalo, su rostro, su profunda mirada, su envolvente y suave voz, sus dulces besos. Lentamente sus ojos humedecidos por los recuerdos, se alzaron hacia el techo queriendo buscar su dignidad en el aire. Él ya le había dejado claro lo que sentía por ella, había construido una coraza, un muro infranqueable para ella, pero aún así, no podía evitar pensar en él.

Allí, en su alcoba, todo olía a Gonzalo, todo irradiaba su esencia, respiró profundamente queriendo llenarse de aquel aroma, de su olor, de su imagen, después de tantos años, de tantos sinsabores, le seguía amando profundamente… una lágrima brotó de sus grandes ojos negros y se deslizó suavemente por la mejilla de su atezada piel. Al sentir su contacto se desplomó y todo su pesar huyó de su alma. Margarita lloró desconsoladamente echada sobre la cama, abrazada a la almohada de su gran amor Gonzalo. Quería desaparecer dentro de aquella mullida almohada, fundirse con su olor, sentirlo de nuevo.

Sus sollozos no le dejaron escuchar el paso sigiloso de quien se estaba acercando, de quien había entrado lentamente con paso furtivo al escuchar su lamento. Gonzalo quedó quieto en la puerta, mirando sin entender que hacía allí Margarita llorando tan desesperadamente. Cerró la puerta tras de sí y se acercó a ella. Con toda la delicadeza de la que era capaz, apartó el negro cabello del dulce rostro de Margarita, era tan bella, aun llorando estaba tan hermosa. Margarita al sentir su presencia dejo al instante de llorar y se incorporó rápidamente, intentando disimular lo que ya era inevitable.

-¡Gonzalo¡- dijo limpiándose las mejillas con el reverso de la mano-No te oí entrar.

Gonzalo se sentó junto a ella

-¡Margarita! -le dijo acercando su mano hasta su mejilla y levantando su rostro hacia él. Limpió sus lágrimas con el pulgar sin dejar de mirar la inmensidad de sus lánguidos ojos, le preguntó.

-¿Que te ocurre Margarita? ¿Por qué estás así?

Ella le miró, estaba ahí, junto a ella, su voz le llegó como siempre que él le hablaba, hasta lo más profundo de su ser, en aquel momento Margarita quería decirle tantas cosas, pero tenía tanto miedo de que él la rechazara de nuevo. Como decirle que…optó como siempre, habló con evasivas.

-No me ocurre nada- intentó levantarse pero Gonzalo la sujeto del brazo.
–Margarita, dime lo que te sucede.
-Gonzalo déjalo por favor.
-Nunca te he visto así, ¿a que se debe tanto dolor?

Margarita asintió, se sentó junto a él, le explicó que se había enterado de una forma cruel del enlace de Juan, su prometido, con Eugenia de Molina, aquella noble a la que ella estaba confeccionando su vestido de novia. Gonzalo entró en cólera, e hizo un ademán de salir a buscar al médico de la villa, pero esta vez fue Margarita la que sujeto a Gonzalo.

-Gonzalo, no quiero que vayas. Es mejor así…
- Margarita rompió a llorar de nuevo. Él, al ver su desesperación la abrazó, ella se acurrucó entre su pecho, necesitaba sentirse así, abrazada, arropada entre aquellos brazos que tantas veces la habían acogido, siguió llorando con más fuerza por la añoranza y por el recuerdo. Gonzalo le susurró.

-No quiero verte sufrir… mañana hablaré con él y todo se aclarará.

Margarita levantó su rostro hacia el de Gonzalo quedando tan solo a unos centímetros el uno del otro, lo tenía tan cerca, podía respirar en él, podía sentir sus profundos latidos, notar su cuerpo, ese cuerpo que en los últimos años había experimentado un gran cambio, por la lucha diaria del alter ego de Gonzalo, por el gran secreto que cobijaba, esa lucha que esculpía y dibujaba la figura guerrera de ese ser, el héroe de la villa, el que separaba ese gran amor que se procesaban y que Gonzalo debería mantener en secreto ante los ojos de todos, incluidos los de ella.

Margarita mirándole con todo el amor que emanaba de ella en aquel momento le dijo.
-No lloro por eso Gonzalo, lloro porque nunca podré ser feliz.

-¿Porque dices eso?, verás como todo se arregla, verás como todo ha sido un error.
Margarita se llenó de coraje y entre sollozos le dijo.

-Porque no lloro por Juan, lloro por ti.
#5
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 11:57
Gonzalo se quedó perplejo, apenas podía pronunciar palabra. Ella continuó.

- Fuiste tú el que me robaste el alma, el que me robaste el corazón, desde entonces no puedo vivir ni un solo día sin pensar en ti, sin sentir cada noche la ausencia de tus besos, de tus palabras, de tus caricias, has sido y serás el único hombre de mi vida. Nunca te podré olvidar.

Juan es un buen hombre, y creía que con él podría ser feliz, pero es mejor así, yo no puedo quitarme tu huella de mi alma, tengo tus besos grabados a fuego en mi corazón, lo he intentado durante todos estos largos años, pero no lo consigo.

Gonzalo permanecía en silencio, embriagado de aquellas palabras y perdido en sus grandes ojos, Margarita continuaba hablando.

-Gonzalo yo todavía te amo, te amo tan intensamente como el primer día, y ya no puedo más, yo no puedo vivir así, ya no puedo.

En aquel momento en el que Margarita le hablo de sus sentimientos, de sus emociones más intimas, Gonzalo sintió como en el fondo de su alma renacían todos los recuerdos, las vivencias que habían compartido y que permanecían allí dormidos, aquellos deseos que tanto había intentado retener, silenciar, enterrar. Se quedó mirándola fijamente, era tan hermosa, la quería tanto, la deseaba tanto, sus ojos se dirigieron hacia sus labios, los sentía sin apenas rozarlos, un impulso descontrolado le subía de los pies a la cabeza, pero Gonzalo se resistía, la razón se imponía de nuevo entre ellos, como una barrera invisible. Pero aquellas palabras volvían a inundar su espíritu endurecido por el tiempo, pero esta vez era diferente, Gonzalo ya no quería luchar más contra sus sentimientos, tanto tiempo negando lo innegable, enterrando sus más profundos sentimientos. La había buscado en el rostro de cada mujer que había conocido en su deambular por el mundo, la buscó en toda mujer que se le acercaba, en toda mujer a la que había poseído, incluso la buscó en la madre de su hijo, pero ninguna como ella, Margarita fue, era y sería lo que más quería en la vida, entre ellos había habido mucho dolor, y ya era hora de enmendar el error que cometió al no buscarla cuando volvió de oriente, al no perdonarla en aquel momento, era momento de reparar lo que el destino les había hecho vivir.

Margarita ya no hablaba, permanecía en silencio mirándole con desasosiego. Gonzalo volvió a buscar sus ojos y se volvieron a encontrar de nuevo, el brillo de sus miradas impactaron en sus respectivas almas como un rayo chispeante de energía, lentamente los dos fueron cayendo en su gran pasión dormida, un deseo puro que nacía desde el fondo de sus almas, hasta fundirse en un profundo beso, un beso que al principio fue dulce y rebosante de amor, pero que poco a poco se transformo en una pasión desmedida. Gonzalo lentamente fue despojando a Margarita de su ropa sin dejar de besarla, ella se dejaba hacer, era feliz, no le importaba nada, solo quería sentirse querida, amada, deseada por su gran amor, Gonzalo.

Poco a poco se dejaron caer en aquel lecho, y se enredaron entre las sábanas junto con su delirio, entregándose ambos en cuerpo y alma a los placeres del amor. Gonzalo fue dibujando con sus labios el frágil cuerpo de Margarita, pliegue a pliegue, rincón tras rincón, saboreando aquel cuerpo que se curvaba y retorcía de placer entre sus fornidos brazos. Margarita sintió toda la fuerza y la pasión de Gonzalo como penetraban en ella, todo el amor y el deseo de tantos años reprimidos, acumulados en su interior salieron de lo más profundo del alma de Gonzalo, inundándola de placer, llegando a tocar el cielo con las manos.
Gonzalo, sentía como las suaves manos de Margarita le cubrían todo su cuerpo, llenándolo de sensaciones indescriptibles hasta ese momento, devolviéndole ese fuego que durante tantos años había buscado, había añorado, había deseado. Sintió como aquellas frágiles manos iban lentamente deshelando su alma y volviéndolo a la vida.

Ya no les importaba nada ni nadie, solo existían ellos dos, el uno y el otro, como se prometieran muchos años atrás, ahora les tocaba vivir y disfrutar de todo el tiempo robado por las Moiras, en el transcurrir de sus vidas.

Así transcurrió toda la mañana, entre caricias, besos y gemidos, hasta que quedaron rendidos el uno junto al otro, abrazados en silencio. Gonzalo acariciaba el cabello de Margarita y solo tenía palabras de amor hacia ella, y ella le regalaba una enorme sonrisa y le contestaba con un cálido beso.

Sátur llegó corriendo a casa de Gonzalo de Montalvo, el maestro de la villa, buscaba a su amo con desazón, y entró con velocidad en la alcoba, como hacía siempre, sin previo aviso.

-¡Amo! ¡Amo!-Tras franquear la puerta se quedó entre perplejo y complacido-¡Señora! Perdóneme usted, yo venía…Bueno yo…

-¡Sátur!- gritó Gonzalo mirando de soslayo a Margarita- ¿No sabes picar a la puerta?

-Amo, no hubiera entrado así si no fuera importante, tengo que contarle algo que…

-Está bien, Sátur, pero no puedes quedarte ahí, sal de la habitación y espérame que yo salgo enseguida.

-Bien, pues…le espero fuera- lanzó una sonrisa picara a Gonzalo.

-Disculpe de nuevo Señora, es que no me esperaba encontrarlos ahí… liaos.

-¡Sátur!- respondió Margarita visiblemente sonrojada.

-Bueno, bueno, yo mejor me voy.

-Sí, anda vete, porque la estás liando como siempre.- Comentó Gonzalo al ver a Sátur enredando como era de costumbre.
#6
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 11:57
El postillón, salió de la habitación y se sentó en la banqueta que quedaba junto a la puerta de la alcoba, a esperar a que su amo saliera de la habitación. Sonreía hacia sus adentros por lo que acababa de ver y dio gracias a Dios por el paso hacia delante que su amo por fin, se había decidido a dar.

-¿Qué habrá pasao para que mi amo y la señora….?- pensaba con curiosidad.

Gonzalo se vistió rápidamente inquieto por las palabras y la excitación que su fiel compañero le había transmitido, a la par que intentaba tranquilizar a Margarita, se acercó a ella y la besó apasionadamente antes de salir de la habitación.

-No te preocupes, Sátur no dirá nada, sabes que es un buen hombre y que se ha alegrado de lo sucedido. Además se tiene que acostumbrar, porque a partir de este momento todo va a cambiar entre nosotros, todo el mundo ha de saber que nos queremos y que vamos a compartir el resto de nuestras vidas, juntos

- Gonzalo la miró en silencio, arqueó las cejas y continuó- Bueno, si tú quieres claro.

Margarita todavía ruborizada no podía dejar de mirar a su amado, era tan feliz en aquel momento que no daba crédito a lo que estaba oyendo, permanecía encandilada.

-¿A caso no quieres Margarita?- preguntó Gonzalo volviendo a besarla.

-Pues claro que si, mi amor. Es lo que más deseo en esta vida. Es lo que siempre he estado esperando- Le abrazó con lágrimas en los ojos de tanta felicidad.

-Pues en cuanto regrese, se lo decimos a Alonso y lo hacemos oficial.

-De acuerdo, mi vida. No tardes.

-No pienso hacerlo, esta vez no me iré muy lejos, te lo prometo.

Ella, miró como Gonzalo salía de su alcoba abrochándose la camisa verde que tantas veces había guardado en su arcón y se quedó sonriendo mirando la estela de su amor. Suspiró y pidió a Dios que el fiel criado no contara a Alonso, ni a nadie, lo que allí había visto. Habían estado tan ensimismados que habían perdido la noción del tiempo y el lugar donde se encontraban, pero era feliz, inmensamente feliz. Así que una vez Gonzalo salió de la alcoba, se fue vistiendo despacio, recordando todo lo ocurrido entre los dos y soñando con su nueva vida.
#7
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 11:58
Mientras Gonzalo, escuchaba con detenimiento lo que Sátur le contaba. Alonso se había retado a un duelo con Nuño porque continuaba hablando de la «Puta de las Españas», refiriéndose a su tía Margarita y al cuadro que había pintado Rembrandt, con el bello rostro de Margarita, pero con el cuerpo desnudo de la Marquesa de Santillana.

Gonzalo debía ir rápidamente a buscar a Alonso, no sin antes despedirse de nuevo Margarita, sin comentar el lio en que se ha visto envuelto el muchacho.
-Margarita, tengo que marcharme.

-Ya me lo has dicho- sonrió complacida-, no te preocupes. Pero… ¿Pasa algo? ¿Le ha sucedido algo a Alonso?

-No, no, tan solo tengo que ir a arreglar un lio en el que se ha metido Sátur, ya sabes como es.

-Bien, pues anda, ve, no te preocupes, yo también tengo que volver a palacio aunque no tengo ganas.

-Pues luego nos vemos- le dice Gonzalo con impaciencia.

-Hasta luego mi amor.

Pero antes de partir Gonzalo volvió sobre sus pasos, la rodeó con sus fuertes brazos y volvió a besarla con pasión.

-Te amo.

-Yo también te amo.

Ella le miró con dulzura.
Gonzalo se fue.
#8
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 11:58
Ya en palacio Margarita entró en la cocina, allí encontró a Catalina muy nerviosa

-Venga, vamos, que Lucrecia te anda buscando- La impelo para que subiera las escaleras y siguió hablando con ella mientras la conducía a los aposentos de la Marquesa.

-¿Donde te has metido tú? La Marquesa te ha llamado para que le hagas unos arreglos en la cortina de la alcoba, y no te he encontrado por ningún lado, me tenías preocupada, por todo lo que ha pasado con Juan… ¿pero ¡es que no me oyes!? – Le reclamó su amiga, en el mismo momento que habían llegado a la alcoba.

-Catalina, soy Feliz, muy feliz.

-Pero chiquilla, me quieres explicar… en aquel momento Lucrecia abrió la puerta.

-¿Que es este alboroto?, ¿qué está pasando?

-Nada señora que veníamos hablando de una anécdota que le ha pasado a una de las muchachas cuando…

- Yo no os pago para que estéis de cháchara en mi palacio. Catalina a trabajar, ayuda a Margarita.

-Sí, señora- contestaron a la vez.

Las dos mujeres entraron en la alcoba costurero en mano, dispuestas a trabajar. Lucrecia se extrañó al ver a Margarita tan pletórica, y habida de curiosidad, decidió averiguar qué había ocurrido para que Margarita estuviera tan feliz, si el compromiso con Juan se había roto, su prometido, se había prometido con otra, la había dejado por otra, ¿cómo es que ella se sentía feliz? La curiosidad de Lucrecia iba en aumento por lo que decidió espiarlas tras la pared, como tantas otras veces había hecho.

Por fin las dos mujeres se quedan solas en la alcoba y es Catalina la que importuna a Margarita para que hable.

-Margarita, hija no te hagas de rogar… me estabas contando.

-Que soy feliz Catalina,- interrumpió con un estallido de alegría, soy inmensamente feliz, como nunca antes lo había sido- daba vueltas sobre sí misma con los brazos en cruz.

-Yo creo que te ha trastornado que Juan te deje. Mira corazón, cuando ocurre una cosa así, las reacciones de las personas son diferentes, pero nunca he visto a nadie que se lo tome como tú lo has hecho. ¿Qué eres feliz? Pues hija, no entiendo nada. Que te han dejao a punto de ir al altar.

- Me da igual Catalina.

-Pero chiquilla, como te va a dar igual. ¿Es que te quieres quedar pa vestir santos?

-Si dejas de hablar, puede que te lo pueda contar.

-Pos, si, cuenta que me tienes en ascuas.

-Catalina- dijo cogiendo la mano de su amiga y sentándose en la cama- Gonzalo me ama, me ama intensamente. Como siempre he soñado.

-Pues creo que sigues soñando, Margarita, despierta, estás en palacio, intentando remendar un roto en una cortina de la Marquesa, tu prometido te ha dejado por otra, así que venga… no me cuentes historias.

-Que sí Catalina, que Gonzalo me lo ha dicho. No sé bien como ha sucedido pero me ha pedido que pasemos el resto de nuestras vidas juntos. Sabes lo que es eso, Catalina, ¡Juntos!

-Dios Mío, Margarita cuanto me alegro, eso es una bendición del cielo.- Catalina se acercó a su amiga y la abrazó con fuerza mientras seguía parloteando.- Si yo ya lo decía, donde hubo fuego cenizas quedan, ya os tocaba, siempre he sabido que estabais enamoraos. ¿Cuándo es la boda?

Los celos iban copando la oscuridad del rincón donde se encontraba Lucrecia, esos celos la llenaron de odio hacia aquella mujer que sin ser nadie, ni nada, siempre le había arrebatado lo que tanto anhelaba, el amor del maestro de la villa, el amor de Gonzalo de Montalvo. Desde aquel lugar empezó a urdir un plan para alejarla de Gonzalo.

-¡Nunca será tuyo! Lo prometo.
#9
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 11:58
Gonzalo llegó al lugar del duelo.

-¡Alonso! ¡Nuño! bajar la espada. ¿Estáis locos o qué? Vamos, cada uno a su casa. Alonso, en cuanto lleguemos tú y yo hablaremos de lo sucedido.

-Pero padre.

-Andando.

-Tira pa casa, muchacho, tira pa casa- le recriminó Sátur, mordiéndose el labio inferior y asentándole una colleja al niño mientras marchaban hacia la villa.

En aquel momento Gonzalo había podido evitar el enfrentamiento entre Alonso y Nuño, pero el resentimiento que sentía Nuño por el reto al que le había llevado Alonso delante de los plebeyos, hizo que en el preciso momento en que Gonzalo se dio la vuelta para marchar hacia casa este arremetiera contra Alonso haciendo una ligera hendidura en el hombro .Gonzalo, indignado ante el arrebato de cobardía de Nuño, le gritó al tiempo que levantó la mano para atizarle un solemne bofetón.

-¿Pero, no te das cuenta que podías haberle matado? ¡En que estás pensando!
Sátur frenó el impulso de Gonzalo.

-¡Señor!, ¿Qué es lo que va a hacer usted?, recuerde que es un noble.

Gonzalo reaccionó ante las palabras de Sátur, pero al ver que Alonso herido le dijo al postillón.

-Sátur, llévate a Alonso a casa.

-Como diga señor, ¿y Usted?

-Yo voy a palacio, a pedir a la marquesa un buen castigo para Nuño.





Al llegar a palacio con Nuño, la marquesa se sintió feliz. Gonzalo está allí, así que cambiaría de planes… Le había venido como anillo al dedo que Gonzalo la visitara.

-Gonzalo. ¿Qué te trae por palacio? – dijo sonriente mientras extendía su mano para ser besada. Gonzalo dejando a un lado el protocolo comenzó a protestar y a explicar lo sucedido.

-Lucrecia tienes que escarmentar al maleducado de tu hijo, ¡ha estado a punto de matar al mío!

-Pero que cosas tienes querido,-contestó retirando su mano- ¿cómo que Nuño ha querido matar a tu hijo? Por Dios bendito, estás muy alterado, hablemos en un lugar más privado.

Gonzalo indignado ante la actitud del muchacho, siguió hablando del peligro que había supuesto ese duelo y recriminado la actitud del muchacho, siguiendo a Lucrecia por los pasillos de palacio.

-Está bien Gonzalo, te prometo estar más pendiente de mi hijo y que recibirá un castigo ejemplar, pero ahora tranquilízate que te va a dar algo.

Lucrecia le ofreció algo de beber. Gonzalo miró la bandeja que había señalado la Marquesa y rechazó la invitación.

-No me vas a negar una copa, hace mucho que no hablamos de Nuño y eres su tutor.

-Lucrecia soy su maestro, no su tutor.

-Bueno como quieras, eres tan tozudo. Pero no te permito que me niegues un buen vino.

Resignado, Gonzalo asintió y aceptó la copa.

-Está bien, pero solo una. Tengo una cita muy importante, a la que no quiero llegar tarde.

-Está bien querido, no te entretendré.
#10
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 11:59
Lucrecia se dirigió hacia el lugar donde esperaba el vino y las copas, derramó el preciado líquido en ellas, pero sutilmente sacó de entre el escote del corsé una botellita de láudano, de la que vertió unas gotas en la copa de Gonzalo.

-Mmm querido, verás que placer da un buen vino.- dijo dándose la vuelta y ofreciéndole la copa que llevaba en su mano, mientras olía de la otra el perfume afrutado de aquella exquisitez.

-Lucrecia- respondió Gonzalo haciendo una genuflexión, y elevando su copa.

-Gonzalo- respondió Lucrecia.

Él, saboreó aquel vino, que fue el compañero de una breve conversación sobre las enseñanzas y educación de Nuño.

Al poco tiempo Gonzalo empezó a sentirse mal, Lucrecia se aproximó representando extrañeza, el hombre la miró sin comprender, hasta que se desplomó ante ella. Lucrecia llamó al sirviente de más confianza.

-Rápido, ayúdame con el maestro, se ha sentido indispuesto y debemos ponerlo sobre la cama. A prisa.

El hombre sin mediar palabra dejó sobre el lecho de Lucrecia el cuerpo inerte del maestro. Inmediatamente la marquesa ordenó al muchacho salir de la habitación, este antes de retirarse preguntó.

-Señora, ¿quiere que avisemos al médico?

-¡No, no, por Dios!-contestó con fingida preocupación- avisa a Margarita, si, a ella, es su cuñada y sabrá que hacer. Pero…-continuó tras una pausa intencionada-, no le digas que está en este estado, pobre se preocuparía… dile… - hubo un momento de silencio- Si, dile que le he mandado llamar. Así no la angustiaremos innecesariamente ya se enterará cuando llegue.

-Si señora. Como usted diga.

En cuanto el muchacho cerró la puerta, afloró a su boca una perniciosa sonrisa. Lucrecia se aproximó a su lecho, donde permanecía el maestro.

-Bien, todo está saliendo a la perfección, mi querido Gonzalo.

Lo miró con una mirada lasciva y suspiró masticando sus ganas. Con premura le quitó las botas, la camisa y los calzones, dejando tirada deliberadamente toda la ropa sobre suelo, inmediatamente se desnudó haciendo lo mismo con toda su vestimenta, para luego recostarse junto a él en su cama, preparando la escena para el momento cúlmine de su plan, el momento en el que Margarita entraría por aquella puerta.

-Es lo que he querido hacer toda mi vida Gonzalo- le susurraba junto a su iodo, acariciando con la punta de su nariz sus mejillas hasta llegar a su comisura y besarle en los labios- Ahora te tengo a mi merced, tanto tiempo esperando y lo fácil que ha sido tenerte entre mis sábanas y rodearme con tus brazos, la pena es que estés dormido. Mi querido Gonzalo. Si no eres mío, no serás de nadie, y mucho menos de ella.

Lucrecia giró sobre sí misma y se posicionó sobre el cuerpo desnudo del maestro rodeándose por los fornidos brazos de Gonzalo.

-Ahora tan solo nos queda esperar.- Suspiró.
#11
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 12:00
Obedeciendo órdenes, Margarita llegó a la alcoba de Lucrecia, feliz, riendo a carcajadas junto con Catalina, ajena los acontecimientos que en breves momentos viviría. Ambas amigas seguían haciendo bromas sobre los planes de boda, como sería el vestido de novia, sobre los invitados a la ceremonia. Lucrecia las oyó llegar, estaba exultante, ya que como antaño, volvería a ganar a su rival, volvería a conseguir su objetivo, su única y malévola intención, la misma que hace muchos años ya consiguió, separar a Margarita de su amor de juventud, el único que no había podido conseguir por mucho que lo había intentado, Gonzalo.

Margarita sintiéndose la mujer más dichosa sobre la faz de la tierra, abrió con fuerza la puerta de la alcoba todavía mirando a Catalina que le estaba explicando una de sus gansadas. Lo primero que le llamó la atención fue la crispación en el rostro de su amiga, rápidamente volvió la cabeza y vio piezas de ropa por los suelos, alguna pieza de esa ropa le era familiar, un sobresalto removió todo su interior al reconocer en esa ropa, una peculiar camisa verde que amontonada en el suelo abrigaba el corsé color carmín de Lucrecia, esa camisa era de Gonzalo, ¿ropa de Gonzalo y de Lucrecia tirada por el suelo?, ¡por todas partes! Entonces sin apenas comprender nada instintivamente miró hacia la cama, en ese mismo instante la felicidad que había sentido instantes antes, se quedó petrificada en su interior. Margarita no daba crédito a lo que estaban viendo sus ojos, sintió como un cuchillo de hielo le cruzaba el corazón, cuando vio con sus grandes ojos negros, que Lucrecia está sobre él, ¡sobre Gonzalo! ¡Le estaba besando! El cuerpo de Lucrecia estratégicamente situado, no deja ver a Margarita el estado de somnolencia en la que se encontraba Gonzalo. Ninguna de las dos mujeres se dan cuenta de eso. Margarita solo ve a Lucrecia retozando con su amado, y se queda en la puerta paralizada. Lucrecia siempre siguiendo su guión se gira hacia ellas y les dice gritando a la vez que se cubre con las sábanas.

-¡Es que no sabéis llamar a la puerta!

Catalina viendo la situación, reacciona inmediatamente pidiendo disculpas y empujando a Margarita hacia fuera. El corazón de Margarita como si fuera de cristal, vuelve a romperse, pero ahora en mil pedazos, mil pedazos difíciles de volver a unir. Destrozada, huye llorando de palacio sin saber hacia dónde la conducirán sus pasos.

-¡Margarita! ¡Margarita!- Le grita Catalina, pero Margarita ya está fuera del alcance de su voz, sumida en su dolor, y rota en pedazos.


Gonzalo lentamente despierta de su letargo, se encuentra desnudo en la cama de la Marquesa, mira a su alrededor, no entiende nada, observa la habitación pero no hay nadie, se encuentra solo. Sin más dilación se incorpora y se viste apresuradamente, no sabe el tiempo que hace que está allí y debe llegar pronto a casa, es un día especial y sabe que le espera Margarita, tienen que anunciar su compromiso. Pero… ¿que habrá debido pasar para encontrarse desnudo en el lecho de Lucrecia?, apenas recuerda nada, sin pérdida de tiempo sale de allí corriendo, ya tendrá tiempo de averiguarlo, pero un pellizco se instala en su corazón, « ¿y si alguien me ha visto?» antes de partir hacia la villa busca a Lucrecia por palacio para que le de una explicación, pero no la encuentra, a quien encuentra es a Catalina
#12
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 12:00
-¡Catalina!, ¿has visto a Lucrecia?

Ella airada le dice.

-¿Es que no has tenido bastante?

-¿Cómo? –contesta interrogándole con la mirada.

-¡Qué si no has tenido bastante! O es que de tanto meneo te has vuelto sordo-Gonzalo la miró perplejo -La marquesa se ha ido a ver al Rey- le reprobó.

-¿Porque me hablas así?

-¡Así!, y todavía me lo preguntas. Gonzalo me has decepcionado, no mereces ni que te hable, mira que meterte en la cama con la marquesa.

-¿Con la Marquesa?

-No me lo niegues Gonzalo.

-¿Como sabes tú eso?

-Entonces lo reconoces...

-¡No! Yo no reconozco…

-¡Pues que poca vergüenza tienes!, te dije que era una loba, que no te convenía, pero veo que tu también eres igual que todos los hombres, y caíste en sus redes, pero, ¿por qué lo has hecho Gonzalo?, Margarita está destrozada.

-¿Margarita?-Preguntó cogiéndola con fuerza por los hombros.

-Pues claro, Gonzalo, Margarita trabaja aquí, ¿recuerdas? Y mira por donde, hemos llegado en el preciso momento que….

-¿En qué preciso momento?

-Gonzalo, ¿te lo tengo que detallar? En el preciso momento que estabais regocijándoos ahí, fornicando ni más ni menos, la rodeabas con tus brazos y ella te estaba besando.

-¿Cómo?

-Gonzalo, serás muy maestro pero a mí no me la das con queso, no puedes negar la evidencia ¡no me digas que no!, ¡que te vimos las dos!

-¡Eso no es así! Pero que estás diciendo. Catalina, esto no tiene sentido.

-Gonzalo por Dios, sé un hombre y reconoce que tuviste una debilidad.

Gonzalo estaba fuera de sí. Repetía.

-Tengo que ir a verla, tengo que encontrarla, dime donde está.

-Quien ¿Lucrecia?

-Catalina por Dios. Margarita quiero ver a Margarita.

-Pues no creo que sea posible, la pobre se fue de palacio, hecha un manojo de lágrimas y no se hacia donde.

-Catalina, debo hablar con ella, todo ha sido un error, un gravísimo error.
-Desde luego, te has lucido, nunca debiste decirle que la amabas si pensabas acostarte con la marquesa, Gonzalo no me lo esperaba de ti.-Catalina dio media vuelta y se fue dejando allí al maestro.

-¡Catalina!, ¡Catalina!… - pero Catalina se fue dejándolo solo y desesperanzado, pensando en lo ocurrido. Debía hablar cuando antes con Margarita, como podía haber sucedido una situación así. Se sentía abatido, Catalina había dicho que le había visto en brazos de la marquesa… estaba aturdido y no recordaba nada. Gonzalo salió corriendo hacia su casa. Al llegar encontró a Sátur y a Alonso preparando la cena.
#13
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 12:01
-Hola padre.

-¿Habéis visto a Margarita?

Sátur sonrío con picardía y le guiñó un ojo.

-Amo – se acercó a Gonzalo y le susurró-¿Cuando se lo dirán al niño?

-Sátur, ahora no, ¿la has visto?

Sátur al ver el rictus de Gonzalo cambió la expresión.

-¿Ocurre algo Amo?, ¿Está usted bien? ¿Le ha pasado algo a la señora?

-¡Margarita!, Sátur, la habéis visto, ¡dime!- continuaba diciendo, desesperado.

-No padre- respondió el niño-, tía Margarita no ha venido todavía. ¿Le ha pasado algo?

Gonzalo no contestó, no sabía qué hacer, ni que decir, quería hablar con ella, necesitaba encontrarla.

-¡¡Padre!!

-No Alonso, no te preocupes, tan solo que quiero hablar con ella.

-Pues si es raro, si…, la señora ya debería estar aquí-. Dijo Sátur- Aunque nosotros acabamos de llegar. ¡Amo!, ¿y si mira usted en su habitación?, quizá esté allí.

-Tienes razón Sátur.

Gonzalo subió las escaleras de dos en dos con el corazón en un puño, la puerta de su habitación estaba abierta, llamó pero no obtuvo respuesta, entró deseando encontrarla pero como se temía, la habitación estaba vacía. No había ropa en el arcón, no había ni resto de sus pertenencias. A Gonzalo le invadió una terrible amargura. Tan solo encontró una carta sobre su cama, donde se despedía de él , y le decía que nunca más confiaría en sus palabras, que no la buscara, que deseaba desaparecer, que sabía que lo ocurrido entre ellos había sido otro error, y que su amor estaba marcado por la desdicha, que ahora sabía perfectamente que él no la amaba. La carta finalizaba:

«Te deseo lo mejor, siempre te querré, aunque nunca podré perdonarte.
Tuya siempre, Margarita.»

Gonzalo se dejó caer abatido sobre la cama, Sátur que le había seguido con su habitual curiosidad, lo contemplaba desde el quicio de la puerta, le miró y comprendió que algo no iba bien, se aproximó a su Amo y cogió la carta que tenía en su mano, la leyó, pero no comprendió nada.

-Amo ¿Por qué dice esto la señora?,¿ dónde está su cuñada?, ¿qué ha pasado?... pero si antes les he visto tan bien, ¿qué ha ocurrido?

Gonzalo sin levantar la vista del suelo respondió.

-Un error Sátur, un gravísimo error. ¿Es que siempre nos tiene que pasar igual?

-No desespere señor, la encontraremos, Margarita volverá.

-No lo creo Sátur,... no lo creo.
#14
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 12:01
Transcurrieron varios días, Margarita había decidido vivir en casa de Marta durante un tiempo hasta saber lo que iba a hacer con su vida, no quería dejar de ver a Alonso, y no podía vivir en casa de Catalina porque cada día vería a Gonzalo.

Él por su parte y después de muchos intentos para poder hablar con Margarita, y encontrarse cada vez con su rechazo, se resignó con la convicción de que algún día, le diera la oportunidad de poder explicarse. El tiempo había dado la vuelta a la situación, ahora era Gonzalo el que necesitaba explicarse y era Margarita la que no quería escucharlo. Como se arrepentía de la soberbia con la que él mismo la había tratado, ahora vivía en sus carnes las mismas sensaciones que ella habría sentido tiempo a tras, con su desprecio, con su afán de culparla de todo lo ocurrido sin dejar que se explicara, cuando era él el que no la perdonaba y ahora... El maestro respetaba su decisión, pero no obstante, iba todos los días a ver si podía ver a Margarita, al entrar o al salir de palacio, debía insistir, poder explicarle todo lo ocurrido, si era necesario llevaría a Lucrecia ante ella para que explicara toda la verdad. Pero a Lucrecia le había faltado tiempo antes de partir hacia Salamanca, para aclarar la situación con Margarita mientras hacían el equipaje.

-Margarita, hija que quieres, él es un hombre, ¡y qué hombre!, llevaba mucho tiempo solo, era normal que sucumbiera a mis encantos y a todo el placer que yo le podía dar. Pero… a ti, ¿no te debe importar, verdad?, tan solo eres su cuñada y el puede hacer con su vida lo que le venga en gana-. Catalina miró a Lucrecia con las pupilas ensangrentadas por la rabia contenida.

-Mala pécora- musitó.

La Marquesa regocijándose en el dolor de Margarita continuó.

-Hay Margarita, si yo te contara los buenos ratos que hemos pasado juntos. Pero…Margarita que mala cara me tienes, ¿es que no te encuentras bien? Anímate, querida, y sonríe por mi felicidad y por la de él.

Margarita no decía nada, escuchaba las afiladas y envenenadas palabras de Lucrecia, y sentía tanto dolor, que sus mismas lagrimas ahogaban sus palabras impidiéndole hablar, al fin y al cabo lo que decía Lucrecia era verdad, ella iba a casarse con Juan, si, era cierto, pero solo porque Gonzalo la había rechazado, y porque el doctor había salvado la vida de su cuñado, ella tenía que agradecer ese gesto y se prometió que si Gonzalo vivía aceptaría casarse con Juan. Pero todo hubiera sido diferente si Gonzalo no la hubiera rechazado, ¿por qué no acudió a ella?, ¿por qué la separó de él cuando ella le besó? ¿Por qué interpuso el recuerdo de su hermana muerta entre ellos? ¿Por qué le mintió diciendo que no había ninguna mujer? ¿Por qué Lucrecia?

Tantas palabras, hechos y preguntas se amontonaban en su cabeza que optó por callar y no seguir preguntándose nada más, ya que por fin entendía las salidas nocturnas de su cuñado. Ahora sabía quién era la mujer misteriosa que cada noche frecuentaba. Por eso encontró su prenda de amor en los aposentos de la Marquesa, junto a los pies de su cama. Aquella secreta mujer, era Lucrecia de Santillana. Quería marcharse de allí lo antes posible, lejos de aquellos comentarios perniciosos, empezó a sentirse mal, ya había terminado el trabajo que le había encomendado Lucrecia y tras una genuflexión salió de la alcoba. Catalina salió junto a ella. Al cerrar la puerta tras de sí, Margarita se quedó pensativa, sin entender como Gonzalo había podido fingir de aquella manera, entregándosele de aquella manera tan apasionada, tan dulce, tan maravillosa, si realmente no la quería, y estaba frecuentado a Lucrecia porque le entregó su amor haciéndola soñar. Margarita no entendía nada y le asaltaban muchas dudas. Catalina al verla inmóvil sumida en sus pensamientos le dijo.

-Los hombres son así, ya lo deberías saber Margarita. Ya te ha aclarao la marquesa lo que hay, pues venga, ná más que decir, borrón y cuenta nueva… ahora, eso si… a mi Gonzalo me ha decepcionado mucho.

Margarita la miró y caminaron juntas hacia la cocina de palacio.
#15
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 12:01
No mucho tiempo después Margarita entró en la cocina de palacio para seguir con una de sus tareas y al oler la comida una arcada le llegó del estómago, Margarita vomitó. Marta que estaba con ella, llamó a Catalina, esta, al ver el estado en que se encontraba Margarita lo supo enseguida…

-¡Margarita, hija mía...!

Ella le miró con aquellos profundos ojos llenos de lágrimas, y abatimiento. Se sentía llena de vida, llena de amor, llena de él y al mismo tiempo tan vacía, tan profundamente triste. Rompió a llorar asintiendo con la cabeza. Catalina ordenó.
-Marta, ve a por las sales, ¡vamos!- en cuanto Marta cruzó la puerta y se quedaron solas Catalina preguntó.

–Dios mío Margarita. ¿Es de Gonzalo?

-Pues claro Catalina, ¿qué pregunta es esa?

Las dos mujeres se quedaron mirando sin hablar, entonces Margarita dijo de repente.
-Catalina, este niño no es de Gonzalo.

-Pero chiquilla, no me acabas de decir…

-Yo no te he dicho nada, ese niño es mío, solo mío.

-Si mu bien hermosa, pero ¿qué vas a decir a la gente? ¿Que es obra del espíritu santo por la gracia divina?

-No sé, Catalina, ahora no puedo pensar, puedo decir que es hijo de Juan, de cuando se fue a la guerra, o no sé ya veré lo que voy a hacer….y mirando fijamente a Catalina le dijo muy seria.

-Pero tú Cata, júrame por lo más sagrado, que no dirás nada a Gonzalo. ¡Júramelo!

-Te lo juro mujer, te lo juro, pero que vas a hacer alma de cántaro, que vas a hacer.

- No lo sé, de momento no sé, lo único que se, es que no quiero que nadie lo sepa, después Dios dirá.

-Margarita hija,- le dijo Catalina mirándola dulcemente a los ojos- decidas lo que decidas yo estaré contigo.

-Gracias Cata…

Catalina la abrazo, y las dos se quedaron allí, llorando por el futuro tan incierto que le esperaba a la pobre Margarita.
#16
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 12:03
CAP 2 -RECUERDOS DE MARGARITA

La luna cubría la noche con su manto de plata. Toda la villa descansaba en sus hogares, unos dormían, otros pensaban...
Margarita sintió un roce suave y tierno que se posaba en su boca, susurrándole unas palabras.

—Te amo

Su aliento le hizo estremecer todo su cuerpo, haciendo que sus labios, junto a todo su ser, se entreabrieran esperando y deseando el siguiente movimiento de su amado, ese fue el preludio que dio paso a un beso más profundo, más apasionado.

Su respiración empezó a mezclarse con la de él, y a agitarse al ritmo de sus corazones, que a su vez acompañaban la coreografía del movimiento rítmico de sus manos. Los dedos de él iban deslizándose por todo su cuerpo, sin dejar ningún rincón por explorar, ningún rincón por acariciar. La sensación de placer que sentía Margarita era tal su cuerpo se curvarva entre sus brazos, deseaba sentirlo más intensamente, deseaba fundirse en él. Ella a su vez, acariciaba el musculoso torso de su amado, que la aprisionaba delicadamente sobre aquel lecho, era él, otra vez era él. Su cuerpo, sus brazos, sus besos, sus caricias, su olor, su virilidad, la transportaban volando hacia un mundo mágico, hacia su mundo, solo de ellos dos.

La pasión desmedida que él le mostraba, la volvía loca, la hacía estremecer hasta tal punto que se sentía parte de él, en aquellos momentos de intimidad, eran una sola persona, un solo corazón.

Agitada, y gimiendo de placer, sintió como todas las noches, como la fuerza viril de su amado, volvía a penetrar en ella y la llenaba de un delirio indescriptible, rebosante de dicha y de amor. Al finalizar la danza del amor, Margarita aparto su rostro del de Gonzalo para poder volver a ver sus ojos color miel, para poder besarle de nuevo, pero al mirar sus ojos, estos se fueron diluyendo, hasta que desaparecieron frente a ella, como el humo de las velas que ya dormían en su alcoba, junto a la dulce Margarita.

—¡Gonzalo!, no te vayas, ¡Gonzalo! No me dejes sola... ¡Gonzalo! Te necesito—gritaba revolviéndose entre sus sábanas.

De pronto la puerta de la alcoba se abrió, y entró precipitadamente Marta con una vela en la mano y el mantón sobre sus hombros.

—¿Margarita estás bien? ¿A quién llamas con esa angustia...? no he entendido su nombre. ¿Te pasa algo?

Margarita aturdida, se sentó en su lecho y lo comprendió todo. Angustiada apartó con ambas manos su largo y rizado cabello, que le caía arremolinado sobre su rostro, y comenzó a sollozar como una niña en plena noche de tormenta.

—Margarita- volvió a decir Marta ya con más tranquilidad, mientras se sentaba junto a ella y dejaba la vela sobre la mesilla de noche.

Margarita la miró. Marta continuaba inmóvil expectante junto a su cama, y entonces Margarita se rompió a llorar desconsoladamente sobre los brazos de la muchacha.

—¿Te encuentras bien? — Le dijo la joven al sentir la intensidad de su dolor— ¿Quieres que vaya a buscar a tu cuñado y le diga que estás aquí?

En aquel momento Margarita se separó de ella, y llena de coraje le espetó.

—Ni se te ocurra decirle que estoy aquí — limpiándose las lágrimas con el reverso de la mano continuó—, no deben saber donde estoy.

—Pero Margarita, piénsalo bien. Alonsillo ha venido a palacio muchas veces preguntando por ti, a mí se me parte el alma cuando le veo tan triste. Tanto él como Gonzalo, incluso Sátur, preguntan continuamente por ti. Con lo empecinados que son hasta que no hablen contigo no van a parar.

—No quiero que sepan que estoy aquí—replicó.

—Sabes que no puedes esconderte por mucho tiempo, tienes que volver a palacio, si no, ¿de qué vas a vivir? Suerte que la Marquesa todavía permanecerá en Salamanca varias semanas, aunque a ella precisamente le dé igual si estás o no estás, mejor si no estás, está claro. Pero a tu familia…

Margarita la miró entre enojada y compungida

— Si, no me mires así, son tu familia.- continuó Marta—- Yo no sé lo que ha pasado, ni quiero que me lo expliques, tú me ayudaste cuando nos tuvieron retenidas aquellos malvados hombres y yo siempre te estaré agradecida por ello, eres mi amiga y por eso puedes quedarte todo el tiempo que necesites, aquí no te pasará nada y tendrás un lugar donde vivir, pero tengo que decirte que todos están muy preocupados.
#17
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 12:04
Margarita agachó la cabeza mirando sus sábanas.

Marta seguía hablando.

—Deberías ir a verles, al menos al niño.

—Bueno Marta ya lo pensaré, ahora déjame por favor, tan solo he tenido una pesadilla. Nada más.

—¿Quieres un vaso de agua o algunas hiervas para descansar?
Margarita miró a la muchacha con dulzura, Marta se había convertido en toda una mujer y comprendía su preocupación. Le sonrió tiernamente mientras le sujetaba su mano que tenía apoyada sobre la cama junto a ella.

—No te preocupes, no necesito nada, de verdad. Gracias.

—Bueno pues, me voy a descansar que mañana tengo un día muy agotador, estamos haciendo limpieza a fondo en palacio, viene nada más y nada menos que el Inquisidor.

Margarita cambió el rictus.

—¿Otra vez?

—Pues sí, otra vez. Y se vuelve a hospedar en palacio, ya sabes, Lucrecia no podría permitir que tan gran eminencia se hospedara en otro palacio que no fuera el de ella. Aunque fuera el mismísimo demonio.

—Ten cuidado Marta, con lo que dices, con estas personas no se puede cometer errores, ya sabes lo que dicen de ellas.

—Descuida lo tendré, pero aún falta algún tiempo para su llegada, antes deberá volver la Marquesa — dijo la muchacha dirigiéndose hacia la puerta de la habitación. Antes de franquearla Margarita la llamó.

—¡Marta!

—Dime, Margarita

—Muchas gracias por venir, me ha hecho bien, hablar contigo, ya se me pasó la angustia de la pesadilla.
La muchacha sonrió.

—Me alegro. Que descanses

—Igualmente.

Y se marcho a descansar.

Margarita se quedó otra vez en silencio, sola en aquella habitación, tan lejos de los suyos, les echaba tanto de menos.

«Alonso está preocupado, no tengo derecho a hacerle sufrir»- pensó «mañana iré a verle a la villa» Y se acurrucó entre las sábanas, pensando en su sobrino, olvidando la soledad que anidaba en su alma y acariciando su vientre, sucumbió al cansancio entrando de nuevo en el mundo de los sueños, donde allí en ocasiones era feliz, porque podía volver a sentir a su amado, tal y como lo sintió aquella mañana en la casa del maestro de la villa. La casa de los Montalvo. La casa de Gonzalo su gran amor.
#18
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 12:04
Catalina entró en la cocina con exaltación.

—¡Marta!, ¡Marta!, donde se habrá metido esta muchacha.
Una de las cocineras le comentó que Irene había ordenado que subiera alguna doncella a su alcoba y Marta había obedecido a su llamada.

—Está bien, ya voy a ver-y marchó en busca de la doncella. Tan solo quería hablar con ella de Margarita, estaba preocupada porque ya eran varios días que no sabía nada de ella, y como tenía prohibido ir a visitarla para no llamar la atención de su familia, esperó en el pasillo a que Marta saliera de la alcoba de Irene.

—¡Marta! — bisbiseó.

—Catalina que susto me has dado, ¿qué haces ahí?

—Tengo que hablar contigo.

—Dime.

—¿Como está Margarita? Ya le has dicho que tiene que volver a palacio.

—Si Catalina se lo he dicho pero ya sabes cómo es ella.

—Sí, hija tozuda como una mula, igual que quien yo me sé.

—Hoy sin falta voy a verla— iba diciendo Catalina a la vez que iban bajando a la cocina de nuevo.

—Sabes que no quiere que te acerques a la casa, espera que ella sea la que diga cuando puedes ir.

—Pues fíjate que no, que voy a ir tanto si quiere como si no, está Alonsillo que no entiende ná, cada día en casa con mi Murillo hasta que llego de palacio, preguntándome que le ha pasado a su tía y que donde está; que quieres, la criatura tiene añoranza, y Margarita tiene que enfrentar la realidad.

—¿Que realidad tengo que enfrentar?

La voz hizo que las mujeres dejaran de cuchichear y voltearan hacia la puerta donde permanecía Margarita con los brazos en jarras. Catalina se echó sobre los brazos de su amiga.

—Margarita hija, ¿estás bien?

—Pues claro que estoy bien. Pero dime, que pasa con esa realidad de la que hablas.

Las dos mujeres se sentaron junto a la mesa mientras Marta seguía con los quehaceres. Catalina explicó que su sobrino estaba todos los días preguntando por ella, a lo que Margarita le prometió que iría a verle esa misma tarde. Catalina se encargó de todo y preparó el encuentro. Sabía que no tenía que encontrarse con Gonzalo, tan solo con Alonso.

Las campanas de la iglesia de la villa sonaron por septima vez, Margarita llegó como estaba previsto a casa de Catalina, pico con los nudillos dos golpes sobre la vieja madera y al instante la puerta cedió.

— ¡Tía Margarita!— gritó emocionado Alonso, que estaba sentado a la mesa esperando su llegada, lanzándose a los brazos de la mujer.

—Alonso, cariño—-decía ella mientras le besaba en las sonrosadas mejillas—, que guapo estás.

—Tía Margarita cuanto tiempo sin verte, ¿por qué no vienes a casa?, todos te echamos mucho de menos. Padre está muy triste y Sátur ya no sabe que decirle para calmarle.

—No puedo ir porque estoy ayudando a una amiga que tiene problemas, en cuanto los solucione volveré, te lo prometo— le dijo mientras de acariciaba con ambas manos las mejillas.

— ¿Tiene muchos problemas tu amiga?

—-Si cariño, y está sola. Así que tengo que quedarme con ella. Pero te prometo que vendré a verte algún día.

—Por eso es que no vas a palacio a trabajar ¿verdad?

—Por eso mi amor— mintió mirando a su amiga que les observaba.

—Claro, ya sabía yo que era por alguna razón muy importante, y ahora lo comprendo, sé que cuando un amigo te necesita tienes que ayudarle. Pero tía, no podrías ayudarla de día y de noche venir a dormir a casa. Así almorzaríamos juntos todos como hacíamos antes.

—Verás Alonso, mi amiga vive a las afueras de la villa y tardaría mucho en llegar, y está tan malita que tengo que cuidarla día y noche. ¿Lo comprendes verdad mi amor?

—Sí tía, lo comprendo.

Y la abrazó en silencio dejándose arropar por su cuerpo.
Después de pasar varias horas riendo y charlando con el niño, Margarita tuvo que despedirse de él.

—Alonso, corazón, me tengo que ir.

—Ya, tan pronto— contestó abriendo los ojos como platos.

—Sí, tengo que llegar pronto a casa de mi amiga, me estará esperando para que le de la cena, y tu no querrás que llegue tarde ¿verdad?

—No tía, pero es muy tarde y se está haciendo de noche, si tienes que ir muy lejos ¿no será mejor que te acompañe padre?

—No mi amor. No hace falta— se levanto de la banqueta donde estaba y le besó. El niño se ciñó a su cintura sin dejar de abrazarla.

—Alonso, me tengo que ir.

—Me prometes que volverás.

—Pues claro que sí.

—Está bien.

Margarita, besó a su sobrino en la frente, y le arremolinó los rubios cabellos.

—Con Dios.

—Con Dios— contestaron todos los presentes y se marchó.
#19
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 12:05
En Casa de los Montalvo, Gonzalo buscaba a su hijo, hacía varias horas que no le veía.

—Sátur, ¿has visto a Alonso?

—Si amo, está en casa de Catalina como cada tarde.

—Anda a buscarle que ya es tarde y tenemos que cenar.

—Sí, amo este Alonsillo siempre se entretiene en casa de Murillo. Pero… es que espera a que llegue Catalina para ver si hay noticias de la señora, ya sabe usted lo empecinado que es.

—Pues… se tendrá que ir acostumbrando, Margarita no va a volver. Así que ve a buscarle.

—Está bien amo.

Sátur salió en busca del muchacho, en el preciso momento que Margarita cerraba tras de sí la puerta de la casa de Catalina. Se quedó mirando sin saber qué hacer. ¿Y si la llamaba y la convencía para que volviera a casa? No, sabía que Margarita era igual que tozuda que el amo, así que optó por lo más sensato y entró de nuevo en la casa llamando a Gonzalo.

— ¡Amo!, ¡Amo!— A los oír gritos Gonzalo salió de su habitación.

— ¿Que pasa Sátur?, ¿hay fuego acaso?

—Fuego no lo sé, pero su cuñada acaba de salir de casa de Catalina.

— ¿Cómo?— en aquel momento Alonso entró por la puerta sonriente.

—Padre, ¿a que no sabes con quien he estado?
Gonzalo llenado los pulmones de aire para disimular su anhelo por salir corriendo tras ella, respondió.

—Pues no, con quien has estado que vienes tan sonriente.

—Con tía Margarita— Al niño se le iluminaron los ojos. Gonzalo lo miró con aparente sorpresa y Sátur prestó su máxima atención.

—Y está muy bien. Ya sé porque no está en casa con nosotros, ahora se va a casa de una amiga a la que está cuidando porque está enferma.

— ¡Ha! Bien, ¿Y dónde te ha dicho que vive esa amiga?— comentó Gonzalo con disimulo ante su ansiedad.

—En las afueras de la villa, en el bosque.

Gonzalo miró a Sátur haciéndole un gesto con la cabeza. Sátur comprendió la indirecta y marchó a prepararlo todo.

—Muy bien, pues, ya sabes que está bien, y que ha venido a verte, así que no quiero que te preocupes más. Ahora a cenar.
Sátur volvió en ese momento.

—Señor ya está todo listo.

—Listo ¿el qué?, preguntó el muchacho con su habitual curiosidad.

—Mira que eres preguntón, mocoso. La cena. Que va a estar listo si no.

—Será « lista», Sátur, se dice « la cena está lista ».

—Bueno, pues lista… y listo. Tira pá la mesa, pero antes lávate las manos. ¡Venga! —le apremió.

Gonzalo aprovechó que Sátur entretenía a Alonso y subió a la guarida a prepararse para ir tras Margarita. Por fin sabría donde estaba, por fin podría verla de nuevo.
#20
MarGonz
MarGonz
31/08/2012 12:06
Ya era noche cerrada, cuando Margarita llegó al puente que daba paso a la villa, a esas horas estaba completamente vacío, todos los ciudadanos permanecían en sus casas exceptuando algún que otro noctambulo o alguna meretriz. Margarita se había detenido recordando la calidez de la casa de Gonzalo, ensimismada recordando la conversación que había mantenido con su sobrino. De pronto el grito de una lechuza, la despertó de sus pensamientos, un estremecimiento se apoderó de ella, por un momento sintió miedo, miró a su alrededor. Todo estaba en silencio, todo era oscuridad. El frondoso bosque al final del camino, y un estrecho sendero por donde debería transitar. Una rara sensación le recorrió la espalda de arriba abajo, armándose de valor y recordando todas las veces que había tenido que lidiar sola su miedo, se arrebujó en su toquilla verde, y aceleró el paso. Al llegar al final del puente y entrar en la oscuridad del bosque, empezó a caminar más aprisa con tan mala suerte que pisó uno de las piedras que formaban el viejo camino y se torció el tobillo.

—Vaya por Dios, si seré torpe. Ahora sí que tendré que andar despacio tanto si, como si.

Un sonido, como el aleteo de un gran pájaro se escuchó a sus espaldas. Margarita gritó.

—No temas, no te haré nada— Margarita se había girado sobresaltada. El embozado la miraba fijamente. Ella lo reconoció al instante y su miedo desapareció.

— ¡Águila! ¿Eres tú?

— ¿Esperabas a otro?— dijo burlón.

—No, claro que no. No esperaba a nadie, ya lo sabes, sigo como siempre, sola.

Esto último le dolió, sabía que lo decía por él, intentó cambiar el sentido de la conversación.

—Puedo preguntarte ¿qué haces por aquí a estas horas? Si tu casa está en la villa, y queda hacia el otro lado.

—Voy a casa de Marta, mi amiga y compañera de palacio.

— ¿A estas horas? ¿Tú sola por el bosque? Es que no tienes miedo de que te asalten.

—Pues no, no es la primera vez que vago sola por las noches—Los ojos del Águila la miraron extrañados— Aunque es cierto que últimamente y desde que llegué a la villa a cuidar de mi sobrino y mi cuñado, a estas horas ya estábamos todos en casa.

—Quieres que te lleve, por lo que veo te has torcido el tobillo—En ese momento se agachó para mirar la articulación, y presionó delicadamente la torcedura, Margarita dio un quejido— parece que se está hinchado— continuó diciendo él.

—No te preocupes, no es nada.

—No se hable más, te llevo— dijo extendiéndole la mano.

—Como quieras, pero esta vez espero que no sea volando.

—No, esta vez he traído el caballo— rió. Margarita sonrió también, no había escuchado al animal por lo que se sorprendió al verlo. El Águila subió a Margarita al corcel y acto seguido subió él. Cerrando los ojos y contendiendo la respiración rodeo a Margarita por la cintura para sujetar las riendas de su caballo blanco. Margarita se sentía bien, siempre que había estado con el Águila se sentía como si le conociera de toda la vida y se relajó apoyando la cabeza sobre su torso. Él al sentir su contacto de nuevo cerró los ojos e inspiró su aroma llenado su cuerpo de recuerdos, pero debía seguir hablando, no podía desaprovechar aquella ocasión que le brindaba el destino, debía saber qué es lo que en aquellos momentos, sentía Margarita por Gonzalo, su alter ego.

—Y, ¿qué ha pasado hoy para que no estés en casa de tu amiga y estés aquí en la villa?

—Hoy tenía que ver a una persona muy especial.

— ¿Tan especial que tienes que volver tan tarde, poniéndote en peligro?

—Sí, es una personita muy especial. Es mi sobrino, ya lo conoces.

—Ha, si, Alonso.

—Sí, el mismo. Estaba muy preocupado y he tenido que venir a verlo.

—Preocupado ¿por qué?, ¿acaso no te ve cada día?

Margarita se quedó muda por unos instantes. Él continuó.
—Perdona, no quería…

—No, no pasa nada, es que el recuerdo me entristece.

— ¿El recuerdo?

—Sí…— volvió a enmudecer—, mi cuñado me ha hecho mucho daño—por una extraña razón, Margarita siempre le explicaba al Águila todo lo que le ocurría, lo que sentía. Le abría su alma, pero aquella vez no hacía falta, él sabía perfectamente lo que le sucedía a Margarita, el error de aquella tarde con Lucrecia.

Tras aquellas palabras ambos callaron y cabalgaron en silencio durante un buen rato, al pasar junto al lago Águila detuvo el caballo.

— ¿Por qué paramos?— preguntó Margarita.

—Quiero que veas una cosa.
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