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Foro Bandolera

FORONOVELA: Cerrado

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Campanillanj
Campanillanj
25/04/2011 20:11
Hola a todas las foreras !!!
Ha sido un laargo fin de semana sin bandolera. Lo que nos quedaba para sobrellevarlo era la historia conjunta de maki, pero nos ha tenido a pan y agua, así que se me ocurrió escribir una yo misma. Ahi os va un trozo, y si os gusta me lo decís y continúo subiendo trozos.
Gracias de antemano a todo aquel que se tome la molestia de leerlo.


Habían pasado ya varios días desde que Roberto saliera de prisión. Gracias a Miguel, que como siempre había ejercido su labor con rectitud y llevando siempre por bandera la presunción de inocencia, Roberto fue puesto en libertad. Él, Miguel fue desmontando una a una las pruebas que inculpaban al jornalero. Algunos, como Olmedo, se burlaban de él y le decían que era tonto; que Roberto era su rival por el amor de Sara; que mientras estuviera preso no sería un problema en su relación y que como se enfrentaba a la pena mayor, ya sería definitivamente historia. Pero Miguel no había podido permitirlo. Roberto no era santo de su devoción, pero sabía que era inocente; no le creía capaz de cometer semejante atrocidad. Además de todo, jamás podría ser feliz junto a Sara si no hubiera hecho nada por demostrar la inocencia de Roberto.
Después de que Roberto saliera en libertad, se había puesto en marcha una fiesta que se celebraría en la taberna en honor a Roberto. Todo el pueblo estaba contento con su puesta en libertad, pues todo el pueblo lo apreciaba a él mucho, y también a su familia. Y todo el mundo estaba ese día en la taberna festejando. También estaba Sara. Pero no estaba Miguel. El joven teniente había pensado que al no ser amigos, y al haber tenido todos los enfrentamientos que habían tenido, no era adecuado presentarse en esa fiesta. A pesar de la insistencia de Sara en que tenía que acudir, lo había pensado bien, y decidió no ir. No le preocupaba que Sara y Roberto se encontraran allí. Ya no tenía dudas de Sara. Sabía que lo amaba a él. Sabía también que quería a Roberto, pero como un amigo nada más. Él había decidido confiar en Sara y disfrutar de su amor sin temores ni preocupaciones. Había hecho caso a Morales y disfrutaba del amor.
Sara vio a Morales y se acercó a él.
- Morales ! ¿ Dónde está Miguel ? Me dijo que igual venía. Aunque no lo noté muy convencido.
- No milady. Al final ha decidido que no era apropiado y se ha quedado en el cuartel. Y eso que esta tarde tenía libre.
- Muy bien. Gracias Morales.
Y Sara se dirigió donde estaba Roberto y le dijo algo. El le contestó y Sara salió a toda prisa de la taberna. Se dirigió al cuartel y preguntó por el teniente Romero. Allí lo encontró Sara, sentado en su mesa mirando unos papeles.
- Sara ! ¿ Qué haces aquí ? Te hacía en la fiesta de Roberto.
- Si, allí estaba, pero para mí no era lo mismo sin ti. He venido a buscarte. Todo el mundo está allí. Menos tú, que eres el artífice de que él esté libre. Si hay alguien que tenga que estar en esa fiesta, además de Roberto, ése eres tú, Miguel.
- No Sara. yo sólo hice mi trabajo. Aún así, no estaría cómodo.
- Vamos miguel. Hasta Roberto ha preguntado por ti. Todo el mundo esperaba verte allá. Anímate.
- Bueno, pero voy sólo un rato. Sobre todo porque quiero estar contigo. Además esta noche tengo libre, así que me vendrá bien salir un rato. Espérame que voy a cambiarme y enseguida estoy contigo.
- Si quiere usted, teniente, puedo ayudarle a quitarse la ropa- dijo Sara picarona.
- Como le haga caso, señorita Reeves, no vamos a la fiesta ni a ningún otro sitio, se lo aseguro- Y le guiñó un ojo en un gesto que volvía loca a Sara.
- Ahora creo que la que no quiere ir a la fiesta soy yo, Miguel. Me iría contigo directamente a la posada de la Maña, a la cama, y no precisamente a dormir.
- Ufff, Sara. Mejor voy a cambiarme. Espérame – dijo dándole un pequeño beso en los labios.
#2921
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 18:15
Cuando el coche en el que viajaban Miguel, Paca y Morales llegó a las puertas de la iglesia, se asombraron de la cantidad de vecinos del pueblo que había esperando para ver a los novios. La boda había despertado mucha expectación. Al bajar del coche, Miguel fue recibido por una gran ovación y un fuerte aplauso. Todo el mundo estaba contento con la boda y quería compartir de alguna manera, la felicidad de dos de los habitantes más apreciados del pueblo. Era una pena no poder disfrutarlo con todos. Lo que no sabía Miguel era que Elvira había hecho llegar a cada casa del pueblo una cesta con alimentos varios. Miguel sonrió agradecido a la multitud y sonrió. Entró despacio al templo. Cuando lo hizo, quedó maravillado de cómo Elvira lo había organizado todo estupendamente. Preciosos ramilletes de flores blancas, envueltos en fino tul también blanco adornaban la iglesia. A los pies de la Virgen había preciosos ramos de flores también blancas. Fue recibido por una hermosa melodía interpretada maravillosamente bien un cuarteto de cuerda situado en una esquina del templo. Acompañado de Morales y del “ Canon “ de Pachelbel, llegó al altar.
- ¡ Qué preciosa melodía !- exclamó Morales
- Sí que lo es- respondió Miguel- No sé exactamente qué pieza es, pero sí te puedo decir que es música barroca. A Sara le encanta.
- No me extraña- dijo Morales- Es preciosa.
- Sí que lo es- sentenció Miguel. Paseó su mirada por el templo. Vio amigos muy queridos para él que le sonreían orgullosos y satisfechos. Sonrió al ver a sus compañeros. Gracias a los oficiales, que habían hecho venir a algunos agentes del cuartel de Villareja, sus propios compañeros podían asistir también a la boda. Vio también a la Maña que ya estaba emocionada, junto a Pepe y detrás de éstos, a las chicas de la posada. Miró su reloj.
- Ya debería estar aquí, ¿ no ?- dijo impaciente
- Relájate- aconsejó Morales- Las novias siempre se hacen esperar. Aún no ha venido nadie de casa del Gobernador, a excepción de los oficiales. Pero vendrán.
La música terminó. El padre Damián se acercó a Miguel y a Morales.
- Nunca había visto tanta gente ante la puerta de la iglesia- dijo- Se hablará durante mucho tiempo de esta boda. Miguel no pudo decir nada. La puerta se abrió y miró ansioso. No era Sara. Poco a poco fueron entrando y colocándose en los primeros bancos del lado izquierdo Elvira, Catalina, Mercedes y Juan. Todos, elegantísimos miraban sonrientes a Miguel.
- Estás muy guapo- leyó en los labios de Elvira.
- Gracias- dijo Miguel también en silencio.
Pasaron unos minutos. Miguel estaba ansioso por ver a Sara. Necesitaba verla ya. Había oído hablar tanto de ese vestido que estaba deseando ver a su preciosa mujer con él puesto. Pero no le importaba el vestido demasiado. Lo que necesitaba era verle a ella y que se celebrara, por fin, su deseada boda. De pronto, se escuchó un inmenso griterío, acompañado de sonoros aplausos, proveniente de la calle. Supo que Sara había llegado y que, en breve, estaría junto a él. Miguel sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. Cada vez que oía un ruido, miraba a la puerta. Pero nunca era Sara. Se volvió a abrir y vio que, por parejas y muy elegantes, entraron Flor y Marcial y tras ellos, Julieta y Manuel. Los cuatro actuarían de testigos. A Sara le hacía ilusión que fueran ellos. Lo habían hablado durante el viaje a Arazana. Y a Miguel le pareció bien. Ahora sonreía, porque en ese momento ni siquiera sospechaban que Julieta y Manuel llegarían juntos a la Iglesia siendo novios, aunque muy poca gente lo supiera. Y tenía que reconocer que hacían muy buena pareja. Las dos parejas de recién llegados tomaron asiento. Elvira miró a Miguel. Estaba impaciente. Sonrió. Sin que nadie se diera cuenta, hizo una señal a uno de los músicos que dijo algo a los demás. Y entonces apareció. Entró despacio, del brazo de su padre. Miguel contuvo la respiración y las ganas de correr hacia ella y estrecharla entre sus brazos mientras la besaba. Estaba realmente hermosa. Más que nunca. Parecía un ángel. No podía apartar sus ojos de ella.
#2922
Campanillanj
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10/10/2012 18:16
Sara estaba emocionada. Estaba siendo un día inolvidable. Ella, que se había despertado pensando que tendría una boda sencilla, estaba viendo que tendría una gran boda. Alguien, seguramente Elvira, se había ocupado de que así fuera. Y Sara estaba feliz, porque era lo más parecido, si no igual, a la boda de sus sueños. Era todo maravilloso. Miró a Miguel, que le miraba a ella. Aún en la distancia, se sintió acariciada por él, por su mirada. Le sonrió y cuando él le devolvió la sonrisa, no pudo menos que emocionarse. Estaba todo perfecto. Y quiso guardar en su memoria, para siempre, todo lo que le rodeaba. Echó un vistazo rápido por el templo. Desde la puerta, donde estaba con su padre vio, y se llevó una gran sorpresa al hacerlo, al capitán García y a Teresa. Ambos la miraban sonrientes y orgullosos. A su lado, Sara vio al capitán Muñoz, que tanto le había ayudado en su triste viaje a Oxford con su esposa. Roberto, Margarita, Juanito con su novia Chelo, Pepe, la Maña, las chicas de la posada a las que Sara nunca había visto tan tapadas que no pudo menos que sonreír. Vio a Satur y también a Doris, a James, a Mary y a Peter, que la miraban emocionados, a Rafalín, limpio y repeinado, siempre cerca de su amigo Manuel. Al lado de éste, Julieta. Estaba preciosa con el vestido verde que dijo que se pondría. Flor, Marcial, Juan, su tía, su abuela. Vio a Morales junto a Miguel y detrás al padre Damián y vio también a Paca, muy guapa por cierto. Y vio a Elvira, completamente emocionada y con los ojos brillantes aún sin empezar la ceremonia. Sonreía feliz y satisfecha de que todo estuviera perfecto. Sara quería guardar hasta el último detalle en su memoria. Las flores que adornaban la iglesia, incluso a los niños que les habían abierto la puerta. El cuarteto de cuerda que empezó a interpretar magistralmente el “ Aria de la suite “ de Bach . Era todo perfecto, pero no lo sería sin él. Miró de nuevo a Miguel, que seguía mirándole con esa mirada que le hacía sentirse especial. Sus miradas se encontraron y se sonrieron. Eran más que felices. Abel comenzó a andar despacio hacia el altar mientras la música seguía sonando. Llevaba a Sara a su lado pero ella no miraba el camino. Sólo tenía ojos para Miguel. No podía ni quería quitar los ojos de él, como parecía que él tampoco los podía quitar de ella. Nada más existía en ese momento. Sólo ellos. En la iglesia sólo se oía la música. Todo el mundo observaba emocionado y en silencio a los novios. Podían sentir el amor que desprendían Miguel y Sara. Todos sabían cuánto habían luchado por estar allí y así en ese momento y todos pensaban que habían nacido para estar juntos.
Miguel bajó del escalón en el que estaba y fue a esperar a Sara al pasillo. Abel y Sara llegaron hasta Miguel. Emocionado, el padre de la novia tomó la mano de Sara y la entrelazó con la de Miguel.
- Te entrego a mi hija orgulloso, confiado y sabiendo que la amarás y la protegerás siempre.
- Lo haré- dijo Miguel al que sería a partir de hoy su suegro. Después, volvió a mirar a Sara- Estás preciosa- dijo- Más de lo que nunca pude imaginar.
- Tú también- dijo Sara sonriendo amorosamente- Estás guapísimo.
Y ambos se dirigieron hacia los reclinatorios que ocuparían. Sara se arrodilló en el de la izquierda. Detrás, en el primer banco, tenía a sus padres y a su abuela. Miguel ocupó el de la derecha. Detrás, tenía a Paca y a Morales. Los oficiales habían preferido ocupar bancos situados detrás de la familia. Sara y Miguel, ya en sus sitios, no dejaban de mirarse y sonreírse. La voz del padre Damián los sacó de su universo particular.
- Queridos hermanos- dijo el sacerdote- Nos hemos reunido aquí con gran dicha, para unir en santo matrimonio a Miguel Romero y a Sara Reeves. He tenido el placer de casar, durante mi larga vida como sacerdote, a muchas parejas, pero tengo que decir que casar a Miguel y a Sara me hace especial ilusión. Así pues, para que Dios nuestro señor garantice con su gracia vuestra voluntad de contraer matrimonio y bendiga vuestro amor conyugal, os pregunto, ante la comunidad cristiana aquí reunida sobre vuestras intenciones. Miguel, Sara ¿ venís voluntaria y libremente, sin ser coaccionados, a contraer matrimonio ?
- Sí, venimos- dijeron Miguel y Sara.
- ¿ Estáis decididos a amaros y respetaros mutuamente durante toda la vida ?
- Sí, estamos decididos.
- ¿ Estáis dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente a los hijos y a educarlos según la ley de Cristo y de su iglesia ?
- Sí, estamos dispuestos.
Miguel y Sara volvieron a perderse en su mirada azul mientras escuchaban a Flor, que leía la 1ª Carta de San Pablo a los Corintios. No podían dejar de mirarse como no podían dejar de amarse. Sus ojos se atraían sin poder evitarlo.
- … El amor no pasa nunca- terminó Flor. Y volvió a ocupar su sitio.
- Como bien dice la lectura que acabamos de escuchar, el amor disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites- el sacerdote había empezado el sermón.
Sara, menos acostumbrada a misas, no podía concentrarse en las palabras del padre Damián. Su mente tenía vida propia y la llevó por una serie de innumerables y bellos momentos vividos junto a Miguel. Su primer encuentro, tras golpearle con una piedra, siendo aquella la primera vez que sus ojos se encontraron. Recordó su primer beso, su primera noche de amor, su excursión, la lluvia y el refugio, la primera vez que le pidiera matrimonio, la segunda, después de que ella pensara que lo había perdido para siempre tras su ruptura. Y recordó la última y definitiva, allá en Oxford, cuando fue a buscarla y le contó todo lo que había tenido que hacer por amor a ella. Recordó con una sonrisa la ceremonia que él había preparado y la noche que pasaron y esto le llevó a pensar en la maravillosa noche que les esperaba. Se sintió culpable por tener esos pensamientos en la iglesia, pero no podía evitarlo. No podía evitar pensar en algo que estaba deseando que pasara.
Miguel, por su parte, aguantaba estoicamente el sermón del sacerdote, aunque a la vez que escuchaba, no podía dejar de pensar en la inmensa suerte que había tenido al encontrar a Sara y de que ella le amara con la misma fuerza con la que él le amaba a ella. Se dio cuenta de que el padre Damián iba a terminar su sermón y de que les tocaba a ellos expresar su amor. Miró a Sara y se dio cuenta de que no escuchaba lo que el padre decía. La conocía demasiado bien como para no darse cuenta de que estaba sumida en felices pensamientos porque sonreía. Disimuladamente, hizo como que le colocaba bien la mantilla. Al sentir que Miguel la rozaba, regresó de sus pensamientos y lo miró agradecida. El sonrió mientras la miraba. Sara estaba ruborizada y él sabía exactamente qué pensamientos le habían puesto así. Sara le puso cara de “ no he podido evitarlo “ y él tuvo que aguantarse las ganas de reír abiertamente. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para controlarse.
#2923
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 18:18
- Así pues- dijo el sacerdote- ya que queréis contraer santo matrimonio, unid vuestras manos y manifestad vuestro consentimiento ante Dios y su iglesia- vio cómo Miguel y Sara se quitaban los guantes y entrelazaban su mano derecha. Miró a Miguel, que sería el primero en hablar. El joven capitán, sin dejar de mirar a su amada, habló con serenidad.
- Yo, Miguel, te quiero a ti, Sara, como esposa. Porque te amo desde la primera vez que te vi y no concibo mi vida sin ti. Por eso, deseo compartirla contigo y amarte siempre. Formar contigo una familia y hacerte feliz. Así, me entrego a ti y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y amarte y respetarte todos los días de mi vida.
Sara escuchó emocionada las palabras de Miguel y vio sus ojos brillantes de emoción. Respiró hondo. No era momento de llorar. No hasta que le dijera a Miguel, ante todos, cuánto lo amaba.
- Yo, Sara, te quiero a ti, Miguel, como esposo. No hay nada en el mundo que desee más que pasar mi vida junto a ti y formar contigo una familia. Te amo como nunca creí que se pudiera amar y deseo hacerte feliz, siempre. Tanto como tú me haces a mí. Por eso, me entrego a ti y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad. Prometo amarte y respetarte todos los días de mi vida- Sara no pudo evitar que una lágrima surcara cada una de sus mejillas. Miguel, bajo la atenta y emocionada mirada de todos, le limpió amorosamente las lágrimas. Fue un gesto sencillo pero tan lleno de amor que, la que no había dejado escapar una lágrima con las bellas palabras que ambos se habían dedicado, lo hizo después de presenciar aquel sencillo pero hermoso gesto. Elvira lloraba, Catalina lloraba, Paca lloraba, Mercedes lloraba, la Maña lloraba. Flor, Julieta, Margarita, Teresa, Chelo, las chicas de la Maña. Todas estaban emocionadas y felices de presenciar un momento tan hermoso y emotivo. Ninguna de ellas, además de algunos de los hombres presentes como Abel o Morales, pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas.
- El señor confirme con su bondad este consentimiento tan hermoso que habéis manifestado y os otorgue su bendición- la voz del padre Damián denotaba también que estaba emocionado- Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre.
Sara y Miguel sonreían felices.
- Bendigamos al Señor- dijo el sacerdote.
- Demos gracias a Dios- respondieron los presentes.
- ¡ Gracias, Dios !- se oyó sólo la voz de Rafalín. Su comentario despertó las risas de los presentes, incluidas las de Sara y Miguel. Esta pequeña anécdota hizo que Sara y Miguel terminaran de relajarse.
El padre Damián hizo un gesto a Morales, que se levantó y entregó la pequeña caja con las alianzas. Se volvió a sentar, satisfecho, junto a su Paca.
- El señor bendiga estos anillos que vais a entregaros en señal de amor y fidelidad- le entregó la alianza a Miguel que la cogió con cuidado.
- Sara- dijo Miguel poniendo en el dedo anular de Sara la alianza- Recibe esta alianza en señal de mi amor y fidelidad a ti. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
- Miguel- dijo Sara una vez tomó el anillo que le entregaba el sacerdote. Mientras se lo ponía a Miguel, continuó- Recibe esta alianza en señal de mi amor y fidelidad a ti. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Dejó su mano entrelazada con la de Miguel.
- Por la autoridad que me ha sido conferida, yo os declaro marido y mujer- miró a Miguel- Puedes besar a tu esposa.
Miguel dio un suave beso a Sara. No era el beso que deseaba, pero estaban en la iglesia y tenía que guardar las formas. Continuaron lo que restaba de ceremonia con las manos entrelazadas sobre el reclinatorio. No querían soltarse. Sonreían felices. Ya estaban casados.
Después de las oraciones y las bendiciones, hubo un profundo silencio sólo roto por el cuarteto de cuerda que interpretó un fragmento de la “ cantata 147 “ de Bach.
Tras la comunión y la bendición final, todos rezaron el Padrenuestro
- Podéis ir en paz- dijo el padre Damián.
- ¡ Ere, ere, ere ! ¡ Qué bonito ha sío, Padre !- dijo Rafalín mientras aplaudía. Y todos aplaudieron. Les pareció una bonita forma de celebrar el esperado matrimonio entre Miguel y Sara.
El cuarteto de cuerda interpretó un fragmento del “ Regocijo “ de Haendel, al compás del que salieron todos los invitados a excepción de los testigos y los padrinos. Abel, Elvira y Morales y Paca, a la que Elvira pidió que se quedara, fueron los primeros en felicitar a la pareja de recién casados y salieron del templo. Todos querían esperar fuera a que salieran, ya convertidos en marido y mujer, Miguel y Sara. Flor, Marcial, Julieta y Manuel firmaron y después de felicitar a la feliz pareja, salieron. Los recién casados oyeron cómo les vitoreaban también a ellos y sonrieron.
- Ya eres mi esposa, señora Romero- dijo Miguel acariciando la mejilla de Sara con la mano que tenía libre. La otra la tenía entrelazada con la de Sara y no quería soltarla- Para siempre.
- Y tú mi esposo- dijo Sara- Para toda la vida. No voy a permitir que sea de otra forma.
- Y no lo será- afirmó Miguel- Estaremos siempre juntos- la besó suavemente- Ahora, será mejor que salgamos. Tengo unas ganas inmensas de besarte como deseo hacerlo.
- Vamos entonces- dijo Sara con alegría.
Y juntos recorrieron el pasillo que les separaba de la puerta y de sus familiares y amigos. Los niños les abrieron la puerta, de manera que no tuvieron que separarse. Una vez estuvieron fuera, la volvieron a cerrar. Sara y Miguel, agarrados por la cintura, vieron cómo los familiares, amigos y vecinos que habían esperado fuera a que acabara la ceremonia les lanzaban puñados de granos de arroz a la vez que gritaban “ vivan los novios “. Miguel cubrió con su cuerpo a su mujer, de manera que casi todo el arroz cayó sobre él. Una vez terminó la lluvia de arroz, costumbre que Sara desconocía, Miguel cogió a Sara de la cintura y, ante todos, la besó apasionadamente. De la forma en que había deseado besarla desde el mismo momento en que la había visto aparecer en la iglesia. El beso fue celebrado por los presentes con gritos de júbilo y aplausos. Tras el beso, comenzaron a caminar hacia los presentes que esperaban para felicitarles. Sus pasos fueron acompañados por una delicada lluvia de pétalos de rosas de todos los colores que las propias vecinas habían recogido, como muestra de cariño hacia la pareja.
#2924
arunda
arunda
10/10/2012 18:20
Gracias campanilla snif
señora romerosnif
#2925
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 18:20
Recibieron las felicitaciones, besos y abrazos de familiares y amigos. Todo el mundo estaba feliz y les expresaba sus mejores deseos. El capitán García se acercó a ellos acompañado de Teresa.
- ¡ Capitán !- Sara se echó a sus brazos emocionada. Sentía gran aprecio por él. Les había ayudado mucho y ambos, Miguel y Sara, sabían que les apreciaba de verdad. Gracias a él, el guardia civil y la ex bandolera habían vuelto a verse y a estar juntos tras su ruptura, cuando Miguel descubrió lo que había hecho Sara y se marchó a Cádiz- ¡ Qué grata sorpresa ! Me alegro mucho de que estéis aquí. ¿ Cuándo habéis llegado ?
- Llevamos varios días aquí- respondió el capitán- Cuando vosotros llegasteis al barco, nosotros estábamos viniendo hacia Arazana. Hemos aprovechado para conocer la zona y tengo que decir que nos ha encantado. Nos alojamos en la posada, donde, me temo, no te habrán dejado ni asomarte. Miguel quería que te llevaras una sorpresa.
- Me la he llevado- dijo Sara- Una feliz sorpresa- volvió a abrazarlo. Después, mientras el capitán García felicitaba cariñosamente a Miguel, a quien ya había visto tras su regreso, Sara saludaba a Teresa.
- ¡ Felicidades, Sara ! Estás preciosa. Nunca había visto una novia tan hermosa. Me alegro de haber venido. No me hubiera perdonado nunca perderme este momento. Mi cuñada te envía saludos. Os envía saludos a los dos. Sigue soñando con un teniente como el tuyo- terminó riendo- Pero ya le he dicho que no hay más. Con Miguel rompieron el molde.
- Mira que le he dicho mil veces que ya no eres teniente, pero dice que para ella siempre lo serás. No sé cuántas veces ha leído la novela de Sara.
- Pues estará encantada de leer la segunda parte- dijo Sara imaginándose a la hermana del capitán cuando supiera la noticia de que habría más teniente.
- No se lo diré- dijo Luis- Es capaz de volverme loco.
Todos rieron.
- Me parece que soy el último en felicitaros- oyeron la siempre alegre voz del capitán Muñoz.
- ¡ Carlos !- exclamó Sara.El capitán llegó hasta ellos.
- Con tu permiso, voy a abrazar a tu esposa, Miguel.
- Adelante- Miguel sonreía mientras observaba el emocionado abrazo de su esposa y el capitán.
- Felicidades, pequeña. Os dije una vez que me encantaría estar en vuestra boda y no pude resistirme. Cuando volví de Inglaterra, después de hablar con vosotros, pedí vacaciones. Sabía que no tardaríais mucho en volver. Y me alegro de haberlo hecho. ¿ Qué tal funciona el barco sin mí ?- preguntó aún sabiendo ya la respuesta.
- Sabes que tu sobrino lo hace de maravilla- respondió Miguel- No le habrías confiado tu barco de no ser así.
- Cierto- dijo Carlos- Ven aquí, muchacho y déjame que te abrace- abrazó a Miguel- Enhorabuena. Siempre supe que lo conseguiríais. Un amor como el vuestro no podía acabar de otro modo.
- Gracias Carlos- dijo Miguel agradecido- Ya te lo dije, pero te lo vuelvo a repetir. Me alegro de que estéis aquí.
Después presentaron a Sara a la esposa del capitán Muñoz, Rosalía. Era tan afable como él.
- Me alegro de conocerte por fin, Sara. He oído hablar mucho de ti. He oído hablar mucho de los dos. Ha sido una boda preciosa. Felicidades a los dos- abrazó a Sara y después a Miguel.
- Si- dijo Sara- Ha sido preciosa. Y toda una sorpresa. Yo creí que tendría una boda sencilla y, por lo visto, aquí estaban preparando una boda por todo lo alto. Y sé quién ha hecho posible todo esto- vio que Elvira y su padre les miraban. Hablaban con Morales y Paca. Sara les hizo una señal para que se acercaran. Tras pedir disculpas a la pareja, se acercaron al grupo de Sara y Miguel.
- Ella ha sido quien ha organizado todo esto- dijo Sara- Estoy más que segura.
- Yo sólo he hecho el trabajo- se defendió Elvira- La idea de una gran boda fue de Miguel. El envió un cable pidiéndonos que lo preparáramos todo y todo lo que quería para ti. La música, las flores que te gustan…
- Tú has hecho más de lo que te pedí- dijo Miguel- Y por eso te doy las gracias. Ha sido una boda perfecta- abrazó a Elvira.
- Esto se merece un trago- se oyó la voz de Pepe- Vamos a la taberna.
- Gracias, Pepe- dijo Rafalín. Se quedó pensativo- ¿ Yo puedo tomar un trago también, como todos ?
- Hoy sí- dijo Pepe después de pensarlo un instante y de ver que todos le decían que sí con la cabeza- Pero sólo uno, y pequeño.
- ¡ Ere, ere, ere !- exclamó el joven. Y fue el primero en ir a la taberna, gritando emocionado.
- ¡ Madre mía, la que nos espera !- dijo Manuel. Después sonrió- Será divertido.
Unos cuantos fueron enseguida detrás de Rafalín. Otros se quedaron hablando. Luis y Carlos, con sus esposas, fueron a hablar con los oficiales. Sara y Miguel se quedaron con Abel y Elvira. Sara volvió a abrazar a su padre, que la retuvo entre sus brazos.
- Estoy muy feliz, hija- dijo Abel- porque estoy seguro de que tú lo serás también.
- Gracias, padre- Sara le dio un beso y se quedó entre sus brazos. Elvira estaba de nuevo emocionada. Sara fue a abrazarla.
- ¡ Qué maravilloso es verlas tan unidas, suegro !- dijo Miguel
- Sí que lo es- dijo Abel sin dejar de mirar a las dos mujeres de su vida.
- ¿ Te molesta que te llame suegro ?- el capitán sonreía.
- Llámame como quieras- respondió Abel mirando sonriente a Miguel- Soy un suegro orgulloso de su yerno
Miguel y Abel se abrazaron.
- Ahora, vamos a tomarnos ese trago. Hay que brindar- dijo Elvira. Y los cuatro fueron hacia la taberna.
Al ver que los novios iban hacia allí, todos los que quedaban en la puerta de la iglesia fueron con ellos. Julieta y Manuel iban rezagados. El joven había visto a su novia emocionarse con la hermosa ceremonia y se prometió a sí mismo que algún día, le daría a Julieta una boda, si no igual que esa, parecida. Y él sería el novio más feliz del mundo.
#2926
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 18:21
- Estás preciosa, Julieta- dijo el joven agarrándola suavemente de la mano- Llevo todo el día admirándote y deseando besarte. Nunca he visto una mujer más hermosa que tú.
- Gracias, Manuel- Julieta sonreía y le miraba con amor- Tú también estás muy elegante y guapo. Y yo también llevo todo el día deseando besarte y refugiarme en tus brazos. Llevo deseándolo desde que me besaste ayer por última vez.
- Pues no sé si hoy será posible con tanta gente, mi amor, pero ten presente que cada vez que te mire lo estaré deseando. Te quiero, preciosa- la miró profundamente y le besó la mano antes de soltarla- Ahora, vamos a la taberna antes de que tu padre te eche de menos y yo termine de volverme loco y te bese aquí, en medio de la plaza.
- Vamos entonces- Julieta sonreía feliz.
Y ambos se dirigieron hacia la taberna. Ninguno de los dos se había dado cuenta de que Miguel y Sara los observaban sonrientes desde la puerta de la taberna. Todo el mundo estaba dentro menos ellos cuatro. Los recién casados sabían cuán difícil era para dos personas que se aman ocultar su amor ante los demás y aguantarse las ganas de acariciar a la persona amada. Sara y Miguel se miraron y no hicieron falta palabras. Decidieron darles un poco más de tiempo.
- Os están esperando, chicos- dijo Elvira que salía a buscarlos- No podemos brindar por los recién casados sin ellos.
- En un minuto entramos- dijo Miguel- Necesito un minuto a solas con mi esposa. Elvira sonrió y cuando iba a entrar vio que se acercaban Manuel y Julieta. Su sonrisa se hizo más amplia. Volvió a mirar a Sara y a Miguel, que le miraban como si le suplicaran unos minutos, no para ellos, sino para los jóvenes que se acercaban.
- Lo entiendo- dijo Elvira- Pero no tardéis. Por lo menos, intentaré tener a Pepe entretenido
- Gracias Elvira- dijo Miguel.
- Míralos- dijo Sara- ¿ No es bonito verlos ?
- La verdad, sí- respondió Elvira- Hacen una bonita pareja. Pero ahí hay algo más que una simpatía mutua, hijos- su cara se iluminó- ¡ Están enamorados !- exclamó
- Sí- susurró Sara- Se han hecho novios. Pero es un secreto.
- ¿ Novios ?- Elvira estaba sorprendida- ¿ Cuándo ?
- Ayer, cuando Manuel la acompañó a la posada. Hace tiempo que están enamorados, pero nunca se habían atrevido a confesárselo.
- Enternecedor- dijo Elvira- Voy a entrar, no vaya a ser que le dé a Pepe por buscar a su hija.
- Ahora entramos- dijo Miguel. Y miró a Manuel y a Julieta que ya estaban cerca. Le hizo a Manuel un gesto con la mano a la vez que le decía en voz baja que tenían cinco minutos. Manuel sonrió agradecido.
- Entremos- Sara cogió la mano que Miguel le tendía.
- ¡ Vivan los novios !- oyeron a Rafalín gritar en cuanto entraron.
- ¡ Viva !- corearon los demás. Y enseguida, ambos tenían un vaso de vino en la mano. Sara miró a Marcial, que le hizo señas de que podía beber un poquito.
- Quiero hacer un brindis- dijo Morales levantando su vino- Sé que no será tan hermoso como las palabras que los recién casados se han dedicado en la iglesia, pero cada uno hace lo que puede. Quiero brindar por esta pareja que se amó desde el mismo momento en que se miraron por primera vez. Me siento orgulloso de haber sido testigo de ese amor desde sus inicios y estoy muy feliz de verlos, por fin, casados. Ha sido una ceremonia bonita y emotiva. La más hermosa forma de sellar vuestro amor. Felicidades y gracias por demostrarnos a todos que el amor de verdad puede con todo. ¡ Por los recién casados !- brindó.
- ¡ Por los recién casados !- corearon todos alzando sus copas.
Manuel y Julieta oyeron desde fuera los gritos de celebración.
- Si Sara no sabía lo nuestro- dijo Manuel- lo sabe ya.
- No te preocupes, Manuel- dijo Julieta- Lo sabe desde ayer. Necesitaba contárselo a alguien y ella era la persona adecuada. Ella sabría comprenderme. Estaba esperando que regresara para confesarle que estoy enamorada de ti. Quería pedirle consejo, pero no tuve que hacerlo. Le conté que somos novios y que de momento es algo que queremos llevar en secreto. Se alegró mucho. Lo que yo no sabía era que Miguel lo sabía. Sara se lo habrá contado.
- No. A Miguel se lo conté yo- al ver la sorpresa en la cara de su novia, el joven sonrió- Pensé que él me entendería. Y no me arrepiento de habérselo contado. Ahora, aprovechemos el tiempo que nos han regalado. Este es un buen sitio. Nadie nos verá. Están todos dentro entretenidos- Estaban dentro de la posada, en la terraza, desde donde nadie que pasara por la calle los vería
- ¿ Un buen sitio ? ¿ Para qué ?- Julieta sonreía
- Para esto- Manuel miró a ambos lados. Efectivamente, nadie los vería y confiaba en que Miguel y Sara harían lo posible para que nadie saliera. Besó a Julieta suavemente mientras le rodeaba la cintura y apretaba su cuerpo contra el de ella y ella respondía a su beso. La joven le hacía perder el sentido. Tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para serenarse y dejar de besarla. La miró a los ojos- Te quiero, pero tengo que dejar de besarte. Si no lo hiciera, no podría parar y podrían descubrirnos. A mí no me importaría. Tengo las mejores intenciones para contigo, pero sé que, por el momento, tú no quieres que se sepa. Será mejor que entres, mi amor. Yo iré enseguida- Le dio un breve beso en los labios y se apartó para que ella pasara.
Julieta entró en la taberna. Manuel se quedó fuera serenándose. No podría entrar en ese momento. Dentro la celebración continuaba. Se fumó un cigarrillo y armándose de valor, entró. Enseguida tenía un vaso de vino en la mano que le dio, precisamente, la persona con la que tarde o temprano tendría que hablar. Pepe.
- Bebe, muchacho- animó Pepe.
Manuel lo miró. El tabernero le sonreía. Pero, ¿ Seguiría siendo amable con él cuando descubriera que estaba enamorado de su hija y que ella le correspondía ? Manuel tenía sus dudas. Su pasado le pesaría como una losa. Se bebió el vino de un trago. Había serenado su cuerpo. Ahora tendría que serenar su mente.
#2927
Campanillanj
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10/10/2012 18:22
El banquete de boda se celebró en el jardín de la casa del Gobernador. Estaba delicadamente adornado con el mismo tipo de ramilletes que habían adornado la iglesia y los coches. Las mesas, redondas, estaban distribuidas por el jardín. La mesa de los novios, alargada y colocada frente al resto de las mesas estaba ocupada por los novios, en el centro, Abel, Elvira, Morales, Paca y Catalina. Muy cerca de la mesa de los novios, se sentaban Juan, Mercedes, Flor, Marcial, Rafalín, Manuel y a su lado, Julieta. Los oficiales ocupaban otra mesa junto al capitán García, Teresa, Carlos Muñoz y Rosalía. En otra, Roberto, Margarita, Juanito, Chelo, Carmen, Tomás y Cosme. La Maña, que había preferido no sentarse en la mesa de los novios, estaba junto a Pepe, Satur, Martínez, Aranda, Ramona e Isabel. Otros vecinos invitados a la fiesta estaban repartidos por las mesas. En otra, los empleados de Sara y Miguel charlaban animadamente con los empleados de Abel y Elvira. Ésta, que se había encargado de organizar todo teniendo en cuenta hasta el más pequeño de los detalles, había contratado personal para que les sirvieran y para que así sus empleados, que trabajaban con ellos desde hacía muchos años y a quienes apreciaba mucho, pudieran compartir con ellos el feliz día.
Todos lo estaban pasando estupendamente. Se oían gritos de júbilo y risas constantemente.
- ¡ Que se besen !- gritó Rafalín. Desde la primera vez que había oído que Juan lo gritaba y que todos gritaban con él, cada vez que terminaba un plato, el joven a quien todos habían adulado al verle tan limpio y arreglado, volvía a gritarlo, riendo orgulloso cuando todos le secundaban.
- ¡ Que se besen !- se oyó un clamor general. Sara sonreía ante la petición. No sabía cuántas veces les habían pedido que se besaran. Había perdido la cuenta pero estaba encantada. Miguel era su esposo y si por ella fuera, estaría besándole todo el día. Los recién casados se volvieron a levantar por enésima vez para darse un beso. Miguel rodeó la cintura de su esposa y la atrajo suavemente hacia él. Sara pasó sus brazos alrededor del cuello de su esposo y se fundieron en un beso interminable que provocó más gritos y vítores hacia la pareja. A partir de ese momento, las peticiones se multiplicaron. A petición de los presentes, tuvieron que besarse, ante todos, Abel y Elvira, Morales y Paca, Juan y Mercedes, Roberto y Margarita, La Maña y Pepe, Juanito y Chelo.
- ¡ Que se besen los testigos !- gritó Juan sabiendo que Marcial se apuraba cuando sentía que era el centro de atención. Marcial ayudó a Flor a levantarse y la besó. Hubo gritos divertidos. La mayoría sabían de la timidez de su médico y sonreían.
- ¡ Ay, Dios !- susurró Miguel a Sara- Espero que sepan hacerlo bien.
- Tranquilo, mi amor- susurró también Sara- Igual nadie lo pide.
En ese momento, alguien gritó lo que los recién casados temían que gritasen. Había sido Mercedes. Su idea fue acogida con agrado por todos. Manuel hacía gestos negativos con la mano, lo que provocó que lo pidieran con más ahínco. El joven miró a Julieta cuyo rostro estaba invadido por el rubor. Manuel no sabía qué hacer. Deseaba besarla con todas las fuerzas de su corazón pero sentía que, si lo hacía, todo el mundo se daría cuenta de sus sentimientos por la joven. Los gritos continuaban y pensó que si no la besaba, no terminarían nunca. Se levantó y alargó su mano para que Julieta se levantara. Con el sólo roce de su cuerpo, Manuel sintió que un escalofrío recorría su espalda. Sus labios se posaron sobre la mejilla sonrosada de Julieta dándole un suave beso.
- ¡ Venga ya !- exclamó Juan- Seguro que sabes besar mejor, Manuel. Así le besaría un hermano.
Manuel fulminó a su amigo con la mirada, pero sólo consiguió de él una mirada inquisitiva, a la que siguió una amplia sonrisa, como si de repente se hubiera dado cuenta de todo.
- ¡ En los labios, Manuel !- gritó Rafalín
- ¡ Dale un beso como Dios manda !- se oyó gritar a Roberto divertido.
- ¡ Ánimo, muchacho !- exclamó Morales.
Manuel miró a Sara y a Miguel, que le animaron a hacerlo sonriendo. Ante la insistencia de todos, que los miraban expectantes, el ex bandolero dio a su novia un suave y breve beso en los labios. De inmediato, rodeados de aplausos que celebraban el esperado beso, ambos se sentaron de nuevo. Nadie, salvo aquellos que tenían detrás, que eran los recién casados, Paca y Morales se dio cuenta de que, bajo la mesa, los dedos de ambos se entrelazaban y permanecían así largo rato, sumidos cada uno en sus pensamientos y ajenos a lo que acontecía a su alrededor.
- Mira, Alfonso- susurró Paca al verlos.
- Están enamorados- susurró Morales a su mujer- Pero es un secreto.
- Hacen una bonita pareja, la verdad- Paca volvió a susurrar.
- Sí que la hacen- sentenció Morales- Una bonita pareja. Espero que cuando Pepe se entere, se dé cuenta de que su hija es feliz con el muchacho.
- Dios te oiga- Paca suspiró. Conocía a Pepe y sabía que seguía pensando que su hija era una niña, aunque no lo fuera ya.
#2928
Campanillanj
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10/10/2012 18:25
Después de partir y comer la tarta nupcial y de brindar de nuevo por los recién casados, empezó la música. Miguel ofreció su mano a Sara y ante la atenta mirada de todos, el capitán y su esposa comenzaron a bailar. Después de dejarlos bailar un rato solos, varias parejas se animaron a bailar también. Todos disfrutaban de la música que tocaban los músicos que Elvira había contratado para amenizar la tarde. Con la siguiente pieza, comenzaron los cambios de pareja. Todos querían bailar con los recién casados. Elvira se acercó con Abel y al verlo, tanto Sara como Miguel sonrieron.
- ¿ Me permites ?- dijo Abel.
- Por supuesto, suegro- respondió Miguel sin dejar de sonreír.
Y mientras Sara bailaba con su padre, despacio para que no se agotara, Miguel procedió a bailar con Elvira.
- Gracias. Elvira- dijo Miguel mientras bailaban- Has hecho el sueño de Sara realidad. Es la boda que soñaba.
- No tienes que darme las gracias, Miguel. Para mí ha sido un placer. No todos los días se puede organizar una boda para una hija.
- No sabes lo feliz que me hace que estéis tan unidas y que os queráis como madre e hija
- Sara ha sido una bendición para mí- dijo Elvira
- Y para mí, suegra. Es lo más hermoso que me ha pasado en la vida.
- Te quedan muchas cosas hermosas por vivir a su lado, Miguel. Muchas.
- Lo sé- dijo Miguel mirando a Sara, que en esos momentos, cambiaba de pareja y dejaba de bailar con su padre para bailar con Morales. Miguel sonrió al pensar en la ilusión que le hacía a su amigo bailar con su milady. Paca se acercó y Elvira dejó de bailar con Miguel para reunirse con Abel, que se sentaba.
- Estoy emocionada de verte tan feliz, Miguel- dijo Paca- Te lo mereces. Los dos os lo merecéis.
- Gracias, Paca- dijo Miguel- Y gracias por animarme y darme esperanzas en los momentos en los que pensaba que este día no llegaría nunca.
- Yo sabía que este día llegaría tarde o temprano. Estáis hechos el uno para el otro y veros juntos me llena de dicha. Estoy orgullosa de vosotros. Y sé de otro que también lo está- Paca miró sonriendo a su esposo.
- No sabes cuánto he deseado este momento, milady- dijo Morales mientras hacía girar suavemente a Sara.
- Me consta, Morales- dijo Sara riendo. Y con un Morales que sonreía orgulloso y satisfecho al estar haciendo algo que tenía tantas ganas de hacer, continuaron bailando.
- Espero que me permita bailar con Sara, Morales- dijo Roberto apareciendo al rato al lado de la pareja de baile.
- Faltaría más, Roberto- dijo Morales soltando a Sara- Yo voy a ver si mi Paca quiere bailar conmigo.
Morales se puso a bailar con Paca y Miguel con Margarita, mientras Sara lo hacía con Roberto.
- Ha sido una boda preciosa, Sara- decía Roberto- La boda que os merecíais.
- Gracias, Roberto- dijo Sara- Me ha alegrado mucho verte en la iglesia. Si no me equivoco, el próximo en pasar por el altar serás tú.
- Sí- afirmó Roberto- En unos meses me casaré con Margarita- sus ojos fueron hasta ella, que hablaba animadamente con Miguel mientras bailaban.
- Me alegro de verte tan feliz y enamorado, Roberto. Margarita es una gran mujer y te hará muy feliz. Hacéis una pareja muy bonita.
- Gracias, Sara. Yo sólo quiero hacerla tan feliz como ella me hace a mí.
- Y lo harás- dijo Sara- Seréis muy felices. Y ambos os lo merecéis.
- Por cierto, tengo que decirte que estoy muy orgulloso de ti, bandolera misteriosa- dijo Roberto- No he tenido ocasión de decírtelo antes, pero quiero que lo sepas. Hiciste muchas cosas buenas por el pueblo. Y me siento muy orgulloso de ti y me alegro de que las cosas hayan salido bien para ti. Arriesgaste mucho.
- Si- dijo Sara- Estuve a punto de perder a Miguel, que es lo que más quiero en el mundo, pero al final, no ocurrió. Él supo comprender mis motivos y aceptarme y perdonarme.
- Es un gran hombre- afirmó Roberto.
- Sí que lo es- dijo Sara mirando a su esposo orgullosa.
Mercedes se acercó para bailar con Miguel mientras Juan se acercaba a Sara y a Roberto, que se dirigió a buscar a Margarita para seguir bailando con ella.
- ¿ No crees que Sara debería descansar un poco ?- preguntó Miguel a la que a partir de ese día era su tía.
- No te preocupes, sobrino. La he estado observando, como también me he fijado que lo hacía Marcial. Son piezas más bien lentas y no está haciendo mucho esfuerzo. Cuando ella se sienta cansada, se tomará un descanso, estoy segura. De momento, déjala que disfrute y no te preocupes. Aunque siga bailando, tendrá fuerzas suficientes para su noche de bodas- Mercedes sonrió con picardía y rió abiertamente cuando vio que Miguel se sonrojaba- No te avergüences. No soy mi madre. Soy una mujer aún joven que sabe de las necesidades de dos personas que se aman.- sonrió al ver sonreír a Miguel.
Flor se levantó para entrar en la casa. Necesitaba ir al bañó. En el momento en que Marcial se levantaba para ir a bailar con Sara, Martínez se acercó a la mesa con intención de bailar con Julieta. La joven se sorprendió y miró a sus compañeros de mesa, sobre todo a Manuel.
#2929
Campanillanj
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10/10/2012 18:26
- Sal a bailar, Julieta- dijo Marcial- Y diviértete.
- Claro- dijo Manuel. Había notado hacía rato que la muchacha miraba a los que bailaban y se había dado cuenta de las ganas que tenía ella también de bailar. No le hizo gracia, pero tuvo que animarla a hacerlo- Y pásalo bien.
- Julieta se levantó despacio y se fue a bailar con Martínez, bajo la atenta mirada de Manuel, que se quedó solo una vez que Marcial se fue también. Vio al médico tomar el relevo de Juan, que fue directo a la mesa.
- ¿ Qué haces aquí solo ?- Deberías estar bailando como todo el mundo.
- Ya sabes que, aunque haya aprendido a hacerlo, el baile no se me da muy bien. Sólo haría el ridículo- respondió el chato sin dejar de mirar a Julieta.
El marqués se sentó junto a él y siguió la mirada de su amigo.
- Te has enamorado de la muchacha, amigo- dijo Juan. En ese momento, Aranda ocupó el lugar de su compañero como pareja de baile de Julieta y Manuel sintió que tenía que marcharse de allí.
- Perdóname, Juan. Tengo que irme- se levantó de la silla y se fue hacia el interior de la casa.
Juan siguió mirando a Julieta que, como si sintiera la tristeza de Manuel, se volvió hacia él. Y su rostro hasta entonces alegre, se tornó triste cuando lo vio andar hacia la casa cabizbajo. Juan se dio cuenta de que la joven no se atrevía a dejar plantado a su pareja de baile para correr tras Manuel, que era lo que parecía que le apetecía hacer. Juan se levantó decidido a hacer algo. Fue hacia Julieta.
- ¿ Le importa que le quite a su compañera de baile, agente ?
- Faltaría más, señor Marqués- dijo Aranda soltando a Julieta. Al ir a su mesa, el agente fue interceptado por Ramona y los dos se fueron a bailar.
- Perdone, Juan- dijo Julieta- Iba a tomar un descanso.
- ¿ Para ir tras él ?- vio la cara de sorpresa de la muchacha- No te preocupes. No te entretendré mucho. Sólo lo suficiente para que nadie note que vas tras Manuel. Ahora baila, o todo el mundo nos mirará.
Y Julieta bailó con Juan, mientras pensaba que cada vez más gente se daba cuenta de sus sentimientos por el ex bandolero.
- Te gusta, ¿ verdad ?- preguntó Juan a la vez que hacía girar a la muchacha al compás de la música.
- ¿ Tanto se me nota ?
- No más que a él- respondió Juan- Ahora, sólo lo tenéis que reconocer el uno y el otro.
- No hace falta, Juan. Yo sé lo que Manuel siente por mí y él sabe cuánto le quiero.
Ahora, el sorprendido fue Juan. Una vez recuperado de la sorpresa, volvió a tomar la palabra.
- Vamos a sentarnos, Julieta. Aún no deberías ir- fueron hasta la mesa y se sentaron.
Mercedes se acercó y se sentó en la mesa con ellos.
- Julieta- dijo Juan- ¿ Podrías hacerme el favor que te he pedido ?
- Sí, claro- dijo la muchacha antes de ir hacia la casa.
- ¿ Qué le has pedido ?- preguntó Mercedes con curiosidad.
- En realidad, nada- respondió Juan- Pero Manuel está allí dentro y me ha parecido que ella quería estar con él. Están enamorados, Mercedes- susurró- Ahora hay que tener entretenido al alcalde.
- ¡ Ahh !- Mercedes sonrió satisfecha- Acaba de empezar a bailar con Sara, pero estaré atenta por si acaso. No dejaremos que entre, por lo menos hasta que uno de los dos salga.
#2930
Campanillanj
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10/10/2012 18:28
Desde la casa, Manuel vio que Julieta se acercaba. Allí, donde él estaba, no había nadie más. Los empleados estaban ocupados en la cocina recogiendo todo y trabajaban ya para la cena. Esperó a su novia tras la puerta y una vez que la joven entró, la cerró con rapidez y atrapó a la joven entre sus brazos y la puerta. Y le dio un apasionado beso en los labios, que pilló a la joven por sorpresa, pero al que respondió de forma inmediata.
- No sabes cuántas ganas tenía de tenerte así- dijo después, mientras le daba pequeños besos por todo el cuello- Tenerte a mi lado sin poder tocarte ni abrazarte está siendo un suplicio para mí. Y verte bailar con ese miguelete ha terminado conmigo.
- ¿ Estás enfadado porque he aceptado bailar con Martínez ?- Julieta no daba crédito- Te recuerdo que yo no quería. Casi me habéis empujado a hacerlo. Tú mismo me has…
- Shhh- dijo Manuel poniendo un dedo sobre los labios de la muchacha- No estoy enfadado, por lo menos contigo. Estoy molesto conmigo mismo por no atreverme a sacarte a bailar antes que él. Tú puedes bailar con quien te apetezca, me guste a mí o no. Eres libre de hacerlo, si es lo que quieres. No tengo miedo a que te fijes en otro. Tengo plena confianza en ti. Sé que nadie se interpondrá entre nosotros porque te quiero y sé que me quieres y sólo…
- Claro que te quiero- ahora fue Julieta la que interrumpió a Manuel.
- Repítelo- pidió Manuel. Era la primera vez que Julieta le decía esas palabras que él tanto anhelaba escuchar.
- Te quiero- repitió la joven mirándole a los ojos, mientras rodeaba el cuello de su novio y le acariciaba la nuca- Te quiero.
Manuel, que no tenía palabras para expresar lo inmensamente feliz que se sentía, sólo pudo demostrárselo con sus besos apasionados y voraces y con sus caricias, a las que Julieta respondía con la misma avidez y necesidad. Manuel rozó uno de los pechos de la muchacha y la sintió estremecer entre sus brazos. Y se sintió feliz de despertar en ella esas sensaciones. Pero el estremecimiento de Julieta también le hizo volver a la realidad. Tenía que parar y controlarse, porque de lo contrario, no podría hacerlo nunca. Deseaba hacerla suya más que nada en el mundo pero esperaría lo que hiciera falta. Quería ir despacio y aunque le resultaba cada día más difícil, lo haría. Porque deseaba que la primera vez de Julieta fuera especial. Tanto, que cada vez que la recordara, asomara a su hermoso rostro una amplia sonrisa. Y él estaría ahí para compartir con ella ese feliz recuerdo, porque no iba a separarse de ella nunca.
- Julieta- dijo con la voz ronca por el deseo y mientras ella le besaba el cuello y lo rodeaba con una pierna para atraerlo más hacia él- Debemos parar. Alguien podría entrar.
- No me importa- dijo Julieta- Yo quiero estar así, contigo, toda la vida. No me importa nada más. No me importa que lo sepa todo el mundo.
- A ver, mi amor- Manuel tomó el rostro de la joven entre sus manos e hizo que le mirara- No es esto lo que quieres y tampoco es lo que yo quiero para ti. Hagamos las cosas bien. Si tú quieres que la gente lo sepa, yo seré el primero que se lo diga a tu padre. Pero hoy no. No es el momento, ni tampoco es el lugar. Yo gritaría al mundo entero que te quiero, pero no será hoy. Lo entiendes, ¿ verdad ?
- Sí, Manuel- afirmó Julieta- Lo entiendo y tienes razón. Me he dejado llevar por el momento. Me vuelves loca. Siento que cuando me besas, todo lo demás pierde importancia para mí.
- Sé cómo te sientes. A mí me pasa lo mismo, pero te dije que quería ir despacio y si continúo besándote, acabaré perdiendo el poco control que me queda. Será mejor que te serenes y vuelvas a salir, mi vida. No quiero que tu padre te eche en falta y venga a buscarte- Le dio un último beso en los labios- Anda, ve y diviértete.
- ¿ Harás un esfuerzo y bailarás conmigo ?- preguntó Julieta.
- Lo intentaré, pero bailo bastante mal.
- Estoy segura de que lo harás de maravilla- dijo Julieta- Pero tendré cuidado de que no me pises- sonrió. Dio un beso a Manuel- Te estaré esperando- dijo mientras salía.
Manuel se apoyó en la pared e intentó serenarse. No podría salir en un rato. Vio por la ventana que Julieta iba hacia donde estaban las mesas y los invitados bailando. Suspiró. Después de un rato, se armó de valor y salió de su refugio. Llegó hasta los invitados, que seguían bailando. Sara estaba sentada junto a su padre, descansando. La tarde iba cayendo y no era la única que descansaba. Se acercó hasta ella.
#2931
Campanillanj
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10/10/2012 18:29
- ¿ Sería mucho pedir que bailaras conmigo, Sara ?- preguntó Manuel- Debo de ser el único que no ha bailado contigo.
- Será un placer- dijo Sara levantándose. Fueron hasta donde todos bailaban. Julieta los miraba sonriente, así como Miguel. Rafalín aplaudía. Su gran amigo estaba bailando.
- Deja de aplaudir que has hecho que todo el mundo me mire, Rafalín- dijo el chato en un susurro cuando pasaron por su lado. Rafalín dejó de hacerlo. No quería que Manuel se enfadara con él. Cuando vio que todo el mundo volvía a concentrarse en el baile, el ex bandolero se relajó. Buscó a Julieta con la mirada y la vio bailando con Miguel.
- Se te ve muy feliz, Manuel- dijo Sara- Me alegro mucho de la elección que has hecho, amigo. Ella es una buena muchacha y está muy enamorada. Como tú.
- Lo sé, Sara- dijo Manuel abriendo por fin su corazón a su amiga- Es lo mejor que me ha pasado en la vida. Y sólo quiero estar con ella hasta el final de mis días. Y hacerla feliz.
- Lo harás- dijo Sara- Estoy convencida. Y me alegro mucho. Me hace feliz veros juntos. Muy feliz. Pero estoy un poco enfadada contigo por no haber confiado en mí- Sara sonreía.
- No me atrevía, Sara. Siempre me tomas el pelo y no quería que eso pasara. Pero me alegro de que lo sepas. No acudí a ti, pero hablé con otra persona tan adecuada como tú.
- Hiciste bien- dijo Sara orgullosa- Y por lo que veo, los consejos de mi marido te fueron bien.
- Mucho, Sara. No sé si me hubiera atrevido a declararle mi amor si no hubiera hablado con él. Tu esposo es una excelente persona.
- Lo sé- dijo Sara- Y me alegro mucho de que tengáis una buena relación.
- Y yo- dijo Manuel- ¡ Quién me lo iba a decir !
Y ante este comentario, ambos rieron.
Un rato después, el capitán dejó de bailar y con Julieta de la mano, se acercó hasta su esposa.
- No te importará que cambiemos de pareja, ¿ verdad ?- preguntó Miguel sabiendo de antemano la respuesta- Hace mucho rato que no tengo a mi esposa entre mis brazos.
- Es toda suya- dijo Manuel. Y mientras Miguel y Sara bailaban, Manuel bailó con Julieta. Afortunadamente, nadie les prestaba atención porque todos miraban a los recién casados y Manuel se relajó.
- ¿ Te he dicho que estás preciosa ?- preguntó a la joven
- Si- respondió Julieta. Pero me encanta escuchártelo decir- sonrió y giró entre los brazos del hombre que ocupaba su corazón y sus pensamientos.
- Pronto servirán la cena- dijo Miguel a Sara- Si queremos llegar a Villareja antes de que la noche se cierre, no podremos quedarnos mucho rato.
- Me da pena irme, Miguel, pero tendremos que hacerlo. No es mi sueño pasar mi noche de bodas en un hotel de Villareja, pero estando contigo, cualquier sitio se vuelve maravilloso para mí.
- Será una noche maravillosa, mi vida- dijo Miguel- Confía en mí
- Sabes que lo hago, Miguel. Y sí. Será una noche maravillosa.
Vieron cómo los empleados ya se disponían a preparar las mesas para la cena y cómo los invitados dejaban de bailar. Sólo ellos y Manuel y Julieta siguieron bailando. Cuando el ex bandolero se dio cuenta de ello, dejó de bailar y, acompañado de su novia, volvieron con los demás. Todos miraban a los recién casados que, ajenos a todo, seguían abrazados y moviéndose lentamente al compás de la música.
- Soy tan feliz, Miguel, que no termino de creerme lo que está pasando- dijo Sara- Eres mi esposo.
- Y tú mi esposa, Sara- dijo Miguel- Para toda la vida. Créelo, mi amor. Es una maravillosa realidad- besó a Sara en los labios y miraron a los invitados cuando éstos rompieron el momento con un inmenso y sonoro aplauso. Dejaron de bailar y se reunieron con los demás.
- No vamos a quedarnos mucho rato- dijo Miguel en cuanto Elvira se acercó a ellos- Tenemos que ir hasta Villareja y no quiero que se haga muy tarde. Sé que los caminos son tranquilos, pero no me gusta mucho la idea de viajar de noche.
- No os preocupéis- dijo Elvira- Lo entiendo, pero tendréis que cenar algo.
- Si- dijo Sara- Cenaremos un poco y nos iremos.
- Bien, pues sentémonos cuanto antes- dijo Elvira- El tiempo es oro.
Un rato después, todos estaban cenando. Las risas y muestras de júbilo y acentuadas por el consumo del buen vino y demás bebidas servidas, se volvieron a repetir. Después de comer algo, Miguel y Sara se levantaron. Se hizo el silencio mientras todos los observaban.
- Gracias a todos por venir- dijo Miguel- Ha sido un día maravilloso e inolvidable y vuestra presencia nos ha llenado de felicidad. Muchas gracias a todos por compartir este día con nosotros. Ahora, con vuestro permiso, mi esposa y yo nos retiramos. Tenemos que ir hasta Villareja- sonrió al oír los gritos picarescos de algunos de los presentes- Supongo que entendéis que nos marchemos. Pasadlo bien- levantó su copa y brindó- ¡ Gracias !
Todos brindaron con él. Los recién casados fueron despidiéndose de todos uno a uno y recibiendo de nuevo las felicitaciones y los mejores deseos de todos. Después de despedirse y acompañados de un sonoro aplauso, se dirigieron, agarrados de la cintura hacia la casa, donde les esperaba el coche que los llevaría a su destino. Los demás continuaron celebrando.
#2932
arunda
arunda
10/10/2012 18:55
Campanilla la maña¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡la paca julieta y ex,bandolero
flor y el galeno¡¡¡¡¡¡¡roberto y tanta felicidad¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
miguel capitan¡¡¡¡¡¡¡y si no recuerdo mal sara embarazada este es un buen refugio
G-R-A-C-I-A-S¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡snif
#2933
Yulan
Yulan
10/10/2012 22:24
Campanillanj,gracias me gusta mucho,continuara verdad?
#2934
coco250
coco250
13/10/2012 19:26
Campanilla voy a ir leyéndolo , tieme muy buena pinta bss
#2935
CHECHE
CHECHE
14/10/2012 22:07
Gracias Campa...¡¡ que bonito ¡¡
#2936
bandosufridora
bandosufridora
15/10/2012 00:04
Precioso Campa... Muchas gracias!!!
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