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Como no me gusta la historia... voy y la cambio (Natalia y Roberto)

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Roberta72
Roberta72
27/04/2011 20:02
Como estoy bastante aburrida de que me tengan a Roberto entre rejas, aunque sean las rejas de cartón piedra del cuartel de Arazana, y de que nadie (excepto San Miguel) intente hacer nada... pues voy y lo saco yo misma.
Y como la historia parece que va dos pasitos pa´lante y tres pa´trás, pues voy y la cambio a mi gusto.
Y como a mi el que me gusta es el Rober... pues también cambio la historia.

Creo que me he metio en un ebolao del que no voy a saber salir pero bueno, todo sea por dar ideas a los guionistas de nuestros amores. Ya me direis...
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Capítulo 1

Parecía un sitio tranquilo, alejado del camino, seguro que por allí no pasaba gente con regularidad. La hierba que tapizaba la orilla del río era alta y estaba sin pisar así que decidió desmontar y descansar unos minutos.
- No puedo estar ya muy lejos de ese maldito pueblo. ¿Es que no había un lugar más perdido donde esconderte Sara?- dijo en voz alta mientras ataba el caballo a uno de los árboles que extendían sus ramas sobre el agua.
Mientras estiraba los músculos, agarrotados después de tan larga jornada a caballo, vio su reflejo en el remanso que el río formaba a pocos metros de allí. Miró hacia ambos lados y, al no ver a nadie y comprobar que el caballo se alimentaba tranquilamente, sonrió y comenzó a despojarse de sus vestimentas hasta quedar en ropa interior. Se adentró en el agua hasta que ésta le llegó hasta la cintura, entonces extendió los brazos y se dejó caer hacia atrás. Movía los brazos y las piernas lo indispensable para no alejarse demasiado de la orilla y mantenerse a flote, sintiendo cómo la corriente masajeaba su cuerpo. Sabía que la ropa que aún llevaba puesta, al mojarse, dejaría al descubierto las formas de su cuerpo, pero le daba igual, además, sería demasiada casualidad que alguien pasara por allí en ese momento.
#1381
arunda
arunda
21/05/2013 21:15
Poco a poco Roberto Y Luis se conoceran
ahora son dos desconocidos
con no muy buen concepto el uno del otro
tiempo al tiempo........................puede Roberta????????????????????Gracias
#1382
CHECHE
CHECHE
22/05/2013 14:44
Hacía tiempo que no me pasaba por aquí....Roberta graaacias....me encanta la historia....
#1383
Roberta72
Roberta72
23/05/2013 09:10
- ¿Un par de…? ¡Oh, te refieres a Nieves y Valeria! – respondió riendo Natalia – Seguro que no les importa esperarte un rato… o mejor enviaremos a Francisco con el coche para que las traiga a casa.
- No, Natalia. Es mejor que me vaya. Tenéis mucho de lo que hablar. – al ser informada por Clara de las novedades, Mariana salió al pasillo y descendió por la escaleras. Lentamente se acercó a Luis y le entregó su abrigo y su sombrero. El joven correspondió con una sonrisa y se colocó su atuendo.
- Pero vendréis a cenar, ¿verdad? – Natalia insistía en tener a Luis y a Nieves a su lado. Estaba emocionada por el cambio en los acontecimientos y deseaba compartir las buenas noticias con los que para ella eran su familia – Mariana lo tiene todo listo y no permitirás que se eche a perder ¿no es así?… Luisa ha hecho tarta de queso, tu favorita.
- Vendremos a desayunar, ¿te sirve? – preguntó el guiñándole un ojo.
- No me sirve… siempre venís a desayunar. – respondió ella haciendo un mohín – Además, ¿crees que Nieves se quedará en casa hasta mañana?
- ¿Dudas acaso de que pueda hacer que se quede en casa? – preguntó Luis guiñándole un ojo. Roberto seguía la conversación sin entender del todo la complicidad entre los amigos y la relación con la mujer de la que hablaban.
- Uhmmm. Sé que eres capaz de muchas cosas… pero también sé lo que ella es capaz…
- No me hagas hablar, pequeña… no me hagas hablar. – Luis pasó un brazo por los hombros de su amiga y depositó un suave beso en la frente de la joven, aunque rápidamente se alejó de ella, consciente de la presencia del otro hombre – Nos vemos mañana. – Se giró hacia Roberto y se despidió de él con un gesto de la cabeza.
- Está bien… - aceptó finalmente la joven – Pero os espero bien pronto, ¿entendido?
- De eso puedes estar segura. – afirmó mientras se dirigía hacia la puerta bajo la atenta mirada de los presentes.
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Siento mucho poner esta miseria... pero ya me gustaría poder dedicarle más tiempo.
#1384
arunda
arunda
23/05/2013 10:51
Gracias Roberta
por tu tiempo
#1385
Roberta72
Roberta72
24/05/2013 21:58
Gracias a vosotras por tomaros la molestia de leer
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Natalia siguió a su amigo con la mirada y tan solo se volvió hacia Roberto cuando la puerta se cerró. Roberto estaba ligeramente preocupado por el cariño con el que su amada se había dirigido al hombre, pero todos sus temores se disiparon al ver la sonrisa con la que ella lo miró.
- Ya verás qué bien os vais a llevar. – dijo Natalia rodeando con sus brazos a Roberto y recostando la cabeza en su pecho. La joven pronto levantó la cabeza del lugar en donde la había colocado ya que sintió cómo su amado se tensaba - ¿Qué ocurr…? – la joven no finalizó la pregunta al darse cuenta de que Roberto miraba a alguien. Natalia se giró y vio a Mariana junto a la puerta. La mujer había bajado al vestíbulo alertada por las palabras de Clara y tras entregar el abrigo a Luis, permaneció allí, expectante. Clara había bajado tras ella y, en aquellos momentos, se encontraba aún en las escaleras, asida al pasamanos. El resto de personal de la casa también había aparecido y se asomaba por las diferentes puertas que se abrían desde el lugar.
- ¡Oh, estáis todos aquí! – Natalia se separó de Roberto, lo tomó de la mano y miró a Mariana a los ojos – Él es Roberto.
Natalia pensó que no era necesario decir nada más, todos conocían su historia, todos la habían cuidado con ternura y cariño durante los últimos meses y todos habían sufrido con ella. La joven era consciente de que aquellos que la habían acompañado durante todos aquellos meses deseaban enterarse de las buenas nuevas y compartirlas con ella.
- Roberto, ellos son… - comenzó a decir ella - … mi familia.
Mariana se acercó lentamente, al llegar frente a la pareja levantó una de sus manos y acarició la cara de la muchacha mientras dejaba que una ligera sonrisa curvara sus labios. Natalia dejó escapar una lágrima, sabía lo mucho que Mariana la quería, pero también era muy consciente de que la mujer trataba siempre de mantener su posición como ama de llaves manteniéndose, o simulando mantenerse, ajena a la vida privada de todos. La mujer secó la lágrima de Natalia y se giró haciendo un gesto a todos sus subordinados para que se retirasen; sin poderlo evitar, el ama de llaves volvió a sonreír al ver a Felisa y a Luisa abrazadas mientras trataban de que sus sollozos de alegría no fuesen demasiado escandalosos. Cuando se quedaron a solas, Natalia volvió a girarse hacia Roberto.
- Ellos son… - era evidente, por los uniformes que llevaban, que aquellas personas a las que Natalia había presentado como su familia, eran en realidad los empleados de la casa, pero Roberto seguía aturdido ante los últimos acontecimientos. Le parecía imposible volver a tener a Natalia, a su Natalia, entre los brazos y tenía miedo que aquello no fuera real, que tan solo se tratara de una de las incontables veces en la que había soñado que Natalia y él volvían a estar juntos y felices.
- Ellos son todo lo que… tenía. – respondió Natalia – Ellos y Luis y Nieves… su esposa.
- Han cuidado bien de ti.
- Sí… no sabes hasta que punto. – Natalia estaba impaciente por hablarle a Roberto de David, su hijo, pero no sabía cómo iniciar la conversación. Tenía miedo de que aquella momentánea felicidad se quebrase y volvieran los miedos y las desconfianzas; Roberto había huido de la casa cuando la vio abrazada a su amigo Luis, no deseaba asustarlo más diciéndole de buenas a primeras que era padre.
- Creo que he interrumpido… - Roberto señaló las maletas que se encontraban listas junto a la puerta – Si has de salir de viaje…
- No… ya no.
- No, no has de cambiar tus planes por mí, yo tan solo… - Natalia decidió hacer callar a Roberto de la manera más romántica que se le ocurrió: cubriendo sus labios con los de ella. Cuando la joven se retiró, Roberto la miró y, tras unos segundos volvió a hablar: - No debes abandonar tus obligaciones, el que yo haya… - Natalia puso los ojos en blanco, sonrió y volvió a besarlo. En aquella ocasión, Roberto pasó los brazos alrededor de la cintura de la joven y la atrajo hacia sí. Una risa y el ruido de una puerta al cerrarse, hicieron que la pareja se separara de nuevo. Abrazados, trataron de recuperar la cordura y sosegar su respiración.
- No voy a ir a ningún sitio, ya no. – dijo Natalia cuando recuperó el habla.
- Pero no debes hacerlo por mí. – protestó Roberto depositando un beso en los cabellos de ella. El muchacho tan solo deseaba no volver a separarse de la joven, pero tampoco deseaba apartarla de sus obligaciones. Estaba orgulloso de ella y quería que la joven siguiera con su vida normal; aún no sabía si él tenía un lugar a su lado, pero de cualquier modo no quería interferir en su futuro.
- Precisamente lo hago por ti… porque estás aquí. Ya no es necesario que vaya en tu busca. – Natalia alzó la vista y miró a Roberto directamente a los ojos.
#1386
arunda
arunda
25/05/2013 11:05
Gracias Roberta

#1387
Roberta72
Roberta72
25/05/2013 17:09
Gracias arunda por ponerle música a esta historia.
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- ¿En mi busca? – preguntó él azorado. Natalia movió la cabeza afirmativamente.
- Sí… Luis, - continuó diciendo – me ha traído hoy mismo los billetes de tren. – Natalia miró por toda la estancia, no recordaba qué había sido de ellos; recordó que Luis le había dicho que los había conseguido y se había golpeado el bolsillo de la chaqueta, señalando de ese modo que los tenía allí. Finalmente los vio, sobre una mesita de la entrada, en el mismo lugar en el que ella solía depositar el sombrero y los guantes cuando volvía de la calle. Dejó a Roberto un momento y se apresuró a recoger el sobre que los contenía.
- Pero… ¿a dónde ibas a…?
- A Arazana… - respondió ella abrazándolo de nuevo – Sara me escribió diciéndome que se casa con Miguel en unos días y… suponía que tú podrías estar allí…
- ¿Ibas… a volver… a buscarme? ¿Después de todo lo que te dije? ¿De cómo me…? – Roberto comenzó a preguntar a Natalia, pero ella colocó una de sus manos sobre sus labios de modo que lo hizo callar.
- No importa, aquello ya pasó, ya pasó. – Natalia acomodó su cabeza en el hombro de Roberto una vez más. Había pasado tanto tiempo desde que pudo hacerlo por última vez, que aprovechaba cada oportunidad que se le presentaba para tenerlo cerca.
- ¿Qué ocurre ahora? – preguntó Roberto en voz baja al oír la ahogada risa de la joven que tenía entre los brazos.
- Que estamos empapados y Mariana se va a enfadar con nosotros por dejarle la alfombra hecha unos zorros…
- ¿Mariana? – preguntó él.
- Sí, la mujer que acaba de estar aquí, la que le ha entregado el abrigo a Luis. Ella es el ama de llaves.
- El ama de llaves… - Roberto pensó, una vez más en las diferencias que había entre ellos, en que Natalia vivía en una casa rodeada de criados y con ama de llaves, mientras que la madre de él había sido el ama de llaves de los Montoro.
- Vamos, mañana los conocerás mejor a todos. Ahora hay que buscar algo seco que ponernos. – Natalia se separó de él y, tras dejar los billetes de tren de nuevo en la mesita sobre la que los había encontrado, los tomó de la mano y tiró de él hacia las escaleras.
- Pero… - Roberto se resistió. En Arazana se habían preocupado de que nadie descubriera su relación. Habían sido todo lo discretos que habían podido, no podía subir a una habitación con ella, ¡estaban en su casa! ¡entre su gente! ¡qué iban a pensar de ella!
- ¿Prefieres que te baje la ropa aquí y te cambias en medio del vestíbulo? – bromeó – Vamos.

La suave voz de Natalia fue una invitación imposible de rechazar y, a paso lento, se dejó guiar hacia la planta superior. Roberto miraba extasiado hacia todas partes, le parecía estar viviendo un sueño, Natalia lo había perdonado, había estado preparando un viaje para ir en su busca y en aquellos mismos momentos lo tomaba de la mano guiándolo por su casa. ¿Realmente estaba sucediendo todo aquello o se había vuelto loco del todo y su mente le estaba jugando una mala pasada? Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no se percató del camino que habían recorrido hasta llegar a una doble puerta en la primera planta. Natalia se detuvo frente a ella, se giró hacia él y, abrió la puerta de modo que pudieron pasar. Era un dormitorio enorme, más grande de lo que jamás Roberto hubiera podido imaginar. Una cama de grandes dimensiones dominaba la estancia y el resto del mobiliario era igual de imponente: desde los sillones que se encontraban diseminados por la habitación a la mesa de despacho que ocupaba un rincón. Natalia entró en la habitación tirando de Roberto, quien la siguió sin oponer resistencia. En cuanto entraron en la habitación Roberto utilizó la mano que tenía libre para empujar la puerta hasta cerrarla; al oír el sonido del mecanismo al cerrarse, Natalia se detuvo y se giró, rodeando con los brazos el cuello de Roberto. Estaban solos, nadie los observaba y fueron acercando sus rostros hasta que sus labios se encontraron. Parecía que no hubiera pasado el tiempo, que jamás se hubiesen separado; las manos recordaban dónde colocarse, cómo acariciar y con qué fuerza sujetar al otro. La chaqueta de Roberto ya había llegado al suelo cuando Natalia se apartó bruscamente.
- Ahora vuelvo. – dijo tratando de alejarse de Roberto.
- ¿A dónde vas? – preguntó él entre jadeos.
- A buscarte algo de ropa seca.
¿Cómo es que en aquella casa había ropa de hombre?, se preguntó Roberto. Al ver el gesto del muchacho, Natalia se apresuró a responder.
- Luis y su esposa Nieves tienen su propia habitación en esta casa. En muchas ocasiones se nos ha hecho tarde trabajando y se han quedado a pasar la noche. – comentó ella entre risas mientras trataba de zafarse de las manos de su amado. Lo que no le había contado aún es que, durante su embarazo, ellos se habían instalado permanentemente allí. – Seguramente la ropa de Luis te quede bien.
- No necesito su ropa… - por el brillo en los ojos del joven, Natalia supo que no rechazaba las prendas porque no quisiera ponerse la ropa de otra persona, sino porque para lo que tenía en mente el muchacho… la ropa tan solo era un estorbo.
- Es solo un minuto… estaré aquí antes de que te hayas dado cuenta de que me he ido. – Natalia caminaba hacia atrás, acercándose lentamente a la puerta.
- Imposible, ya te echo de menos y aún tengo tu mano en la mía.
Natalia dejó escapar un suspiro, se soltó y corrió hacia la puerta, saliendo al pasillo mientras Roberto se quedaba solo, de pie, en el centro de la habitación.
#1388
arunda
arunda
25/05/2013 18:32
Gracias a ti Roberta
por continuar con la historiabravo

Donde vas Natalia??????????????asombradoouch
#1389
Roberta72
Roberta72
28/05/2013 19:59
Capítulo 155

- ¡Qué susto me has dado! – al salir al pasillo, Natalia se había apoyado en la puerta y había cerrado los ojos tratando de serenarse. Era cierto, no estaba soñando, Roberto estaba allí, había ido a buscarla, estaba tan feliz que casi no podía controlar las ganas de correr y gritar su felicidad a todo aquel con el que se encontrara. Cuando consiguió calmarse un poco abrió los ojos y descubrió a Mariana mirándola fijamente, esperando sus indicaciones. - ¿Podrías prepararnos algo de cenar? – preguntó al ama de llaves – Cualquier cosa sencilla estará bien, algo que se pueda subir aquí.
- Luisa tiene la cena lista. Seguro que puede adaptarla. – dijo la mujer fingiendo seriedad.
- ¿Adaptarla?
- ¿Acaso has olvidado que esta noche era la cena de despedida antes de tu viaje?
- Si. - la respuesta de Natalia fue casi inaudible. Mariana comprendía que los nuevos acontecimientos habían modificado los planes de todos en aquella casa, y no les importaba lo más mínimo a ninguno de ellos, la felicidad había entrado por fin en aquella casa unos minutos antes y no pensaban dejar que se escapara con facilidad – Nieves… estará esperando a Luis para venir y…
- No te preocupes por ella, seguro que entenderá. Además, - continuó con un tono de picardía y complicidad que Natalia no le había escuchado jamás – seguro que el señor Luis sabe cómo convencerla para que se queden en casa.
- Mariana… - exclamó Natalia fingiendo estar escandalizada.
- Voy a decirle a Luisa que prepare una bandeja con la cena para que la suba una de las muchachas. – Mariana se giró y se dirigió a la escalera – Por cierto, antes de que se marchara el señor Luis, le preparé un cambio de ropa que no ha utilizado. Está listo sobre la cama del dormitorio que habitualmente ocupan los señores Larrínaga. – la mujer ya bajaba los escalones cuando dijo estas últimas palabras.
- Gracias, Mariana. Estás en todo.
Era cierto, Natalia se apresuró a ir al dormitorio que ocupaban sus amigos. Sobre la cama, tal y como había anunciado la mujer, había un cambio de ropa; Natalia lo tomó, lo colocó colgando de su brazo y se acercó al armario. Al abrirlo buscó entre la ropa de sus amigos hasta dar con lo que buscaba, un batín que Luis había utilizado en muy pocas ocasiones, lo tomó y salió apresuradamente de la estancia.
- ¿Ves cómo no iba a tar…? – la frase no llegó a salir completa de los labios de Natalia. Roberto se había acercado a la chimenea y se encontraba frente a ella, con la mirada fija en las llamas. El reflejo del fuego en la camisa blanca de Roberto y en el perfil de su rostro hizo que a la joven se le cortara la respiración – Te he traído… - dijo extendiendo los brazos y mostrando las prendas.
Roberto comenzó a caminar hacia ella, lentamente, Natalia también se acercó, con los brazos aún extendidos. Él tomó las prendas y las lanzó sobre un diván situado frente a la chimenea.
- Si no te cambias pronto te vas a resfriar. – dijo Natalia sin dejar de mirarlo a los ojos.
- Se me ocurre otro modo de entrar en calor. – la boca de Roberto estaba tan cerca de la de Natalia que ella sentía su aliento en los labios.
- ¿Cuál?
- ¿Ya te has olvidado? – la boca del joven acariciaba la mandíbula de ella, acercándose lentamente hasta su oreja.
- No. No lo he olvidado, es imposible que pueda olvidar algo así. – consiguió responder entre besos y jadeos.
Las manos de Roberto acariciaban la espalda de su amada, subían y bajaban con lentitud por sus costados y las de ella no se quedaban atrás. Los apasionados besos y los meses de soledad estaban siendo compensados. Roberto encontró los pequeños botones de nácar que cerraban el vestido de Natalia y comenzó a soltarlos lentamente. Los besos se hacían cada vez más exigentes hasta que, inesperadamente Natalia se separó de Roberto.
- No, no puedo. – dijo la joven colocando las manos en el pecho de él y haciendo fuerza para apartarlo.
#1390
arunda
arunda
28/05/2013 23:06
Es por David???????

Gracias Roberta
#1391
Roberta72
Roberta72
29/05/2013 08:07
Habrá que esperar a conocer las razones de Natalia, pero... no vas muy desencaminada.
#1392
Roberta72
Roberta72
29/05/2013 18:34
- ¿Qué ocurre? – Roberto no entendía nada. Los besos de Natalia habían sido sinceros y apasionados. ¿Por qué lo rechazaba? Seguramente había vuelto a su cabeza el rechazo tan cruel al que la había sometido, las duras palabras que habían salido de su boca. – Sabía que no podías perdonarme… es normal, no te lo reprocho… después de que… - Roberto bajó la mirada y dio un paso atrás alejándose de ella.
- No. – dijo Natalia alarmada acercándose a él de nuevo – No es nada de eso.
- ¿Cómo no va a ser eso? – preguntó él tristemente – Es normal que no quieras saber nada de mí, lo extraño sería que me aceptaras de nuevo.
- No, Roberto. Escúchame. – ella tomó la cara de él entre las manos y lo obligó a mirarla – No es nada de eso, no es que no lo desee…no es que no te desee… – Natalia enfatizó esas últimas palabras y volvió a besarlo - es tan solo que no puedo. No por el momento, no puedo ir más allá, no puedo entregarme a ti aún, aunque sea lo que más deseo en este mundo.
Roberto no entendía la negativa de Natalia, no sabía porque se entregaba con tanta pasión a sus besos y caricias, le decía que lo amaba, que lo deseaba y después se alejaba sin darle ninguna explicación.
- Por favor, ten un poco de paciencia… confía en mí. Por favor.
Natalia aún sostenía el rostro de Roberto entre las manos y volvió a besarlo con toda la pasión que la inundaba en aquellos momentos. Roberto olvidó el rechazo que había sufrido y respondió a los besos con la misma pasión que había experimentado minutos antes, Natalia no rechazaba sus besos y sus caricias, tan solo estaba temerosa de entregarse de nuevo, pero él le demostraría que no había nada que temer, que había cometido un terrible error pero que estaba dispuesto a enmendarlo y no volver a hacerle daño nunca más. Esperaría a que ella estuviera preparada, se amoldaría a sus deseos y sus plazos, cualquier cosa con tal de que volviera a ser feliz. Sin embargo para Natalia no era tan sencillo, deseaba entregarse a Roberto, deseaba que él se entregara a ella, pero aún no podía y el deseo la estaba matando. Sus manos recorrían la espalda de él, se aferraba a su cuerpo con desesperación, con miedo de soltarlo y no volverlo a tener a su lado. Los besos cada vez eran más exigentes por parte de ambos, las palabras de Natalia se borraban de sus mentes, apartadas por las caricias que se prodigaban. Las manos de Roberto volvieron a encontrar la abertura del vestido de Natalia y continuaron soltando los botones. Al sentir las manos de él sobre su piel, la joven reaccionó y entre risas y jadeos se apartó de nuevo.
- ¿No…? ¿No habíamos acordado… que no íbamos a hacer… nada?
- Tan solo te estaba ayudando con el vestido. – respondió él riéndose – Tú también tienes la ropa mojada. – Roberto se acercó sonriente, depositó un suave beso en los labios de Natalia y la giró hasta ponerla de espaldas frente a él – Deja que te ayude.
- Gracias. Eres muy amable. – Natalia sonreía mirando fijamente la puerta, tratando de mantenerse lo más fría posible mientras sentía los dedos de su amado vagar sobre su piel.
- Ya está. – cuando acabó, Roberto colocó las manos en las caderas de la joven y se pegó a la espalda de ella. Sus manos vagaron por su cintura hasta que sus brazos se cerraron en torno a su cuerpo. Así permanecieron unos segundos hasta que, lentamente, Natalia se separó de él y se giró.
- Ahora mismo vuelvo. No tardo nada. – mirándolo de frente de nuevo se acercó y lo besó de nuevo – No te vayas. – Natalia caminó hasta la puerta, con el vestido abierto hasta la cintura, al llegar allí se giró y miró a Roberto mientras asía el pomo de la puerta con la mano. Él había comenzado a soltar los botones de su camisa y la miraba sonriente. Natalia sintió un nudo en el estómago que la hizo desear reunirse con él lo antes posible.
#1393
arunda
arunda
30/05/2013 10:41
La Natalia madre
por encima de la Natalia mujer


Gracias Roberta
#1394
Roberta72
Roberta72
30/05/2013 13:41
Tampoco te creas que tanto... vamos a dejarlo en empate
#1395
arunda
arunda
30/05/2013 17:53
Entonces que le pasa a Natalia...................Roberta????????????asombradoouchasombradoouchasombradoouch
#1396
Roberta72
Roberta72
30/05/2013 19:20
¿Qué le pasará a Natalia?... Ya te he dicho que estás bien encaminada, algo tiene que ver con David, pero eso no significa que ahora que es mamá... no le apetezcan los cariñitos ni los mimos de Roberto (ni que vaya a olvidarse de ellos)
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- ¡Ay, Dios! – exclamó Natalia en el momento en que salió al pasillo y cerró la puerta tras de sí. La joven se apoyó en la puerta pero se retiró rápidamente al sentir el frío de la madera en su piel desnuda; en realidad la puerta no estaba fría, era su piel la que ardía. Sonriente, se mordió el labio inferior y se sonrojó, se percató de que debía volver a entrar en el dormitorio pues su ropa estaba allí. Divertida ante la situación se volvió y se apoyó en la puerta, la abrió ligeramente y se asomó. Roberto se apoyaba con ambas manos en el respaldo del diván, con la cabeza baja, la camisa estaba completamente abierta y dejaba ver su pecho, ese pecho sobre el cual Natalia ansiaba recostarse. Al oír el ruido del picaporte Roberto alzó la vista.
- Mi… mi ropa está ahí dentro… - comentó ella divertida. Roberto sonrió y con la mano le hizo un gesto para animarla a pasar – Será solo un momento. – Natalia cruzó el dormitorio a la carrera, tratando de que no se le bajase el vestido de los hombros y salió a través de una puerta que se abría en la pared opuesta. Roberto escuchó ruido de puertas abriéndose y cerrándose y un quejido; poco después, Natalia apareció de nuevo, con un revoltijo de prendas en las manos y cojeando ligeramente – He resbalado y me he dado con la puerta. – dijo entre divertida y avergonzada – Hasta ahora… - y volvió a salir al pasillo.
Roberto dejó escapar un suspiro, Natalia aún se estaba haciendo a la idea de tenerlo allí, se besaban, se acariciaban, pero no permitía que la viera cambiarse de ropa ni quería verlo a él. Una vez más se repitió que era lógico que la relación no fuera tal y como la vivieron en Arazana, que demasiadas cosas habían sucedido entre ellos como para que no quedara señal del dolor que le hizo, pero aún así… aún así se había sentido tan bien con ella en los brazos que no podía evitar desearla tenerla junto a sí a cada momento. Tomó aire una vez y más y trató de tranquilizarse, se quitó la camisa y la dejó extendida sobre el mueble, frente al fuego, esperando que se secara durante la noche. Agradecía que Natalia le hubiera facilitado la ropa de su amigo, pero no quería abusar y prefería utilizar la suya propia.


Capítulo 156

- ¡Cómo te he echado de menos! – Natalia entró como una exhalación en la habitación que entre su amiga Nieves y ella habían preparado para David durante los últimos días. Nieves la había “amenazado” con decorarla a su gusto durante los días que la joven Reeves se encontrara de viaje, por lo que no le quedó más remedio que dar su brazo a torcer y colaborar en la tarea. Natalia soltó la ropa en un sillón y se agachó sobre la cuna en la cual descansaba su hijo. - ¿Aún sigue dormido?
- Sí, señorita. – Clara se había cambiado de ropa nada más llegar de la calle y había ido a cuidar del pequeño. Natalia hubiera deseado contratar ayuda para cuidar de su hijo, pero la tarea de estar con el niño cuando su madre no lo tenía a su lado era la más deseada por todos los habitantes de la casa y no se atrevía a contratar a nadie sin consultarlo antes con ellos, además los conocía demasiado bien como para saber que se iban a sentir ofendidos – Está dormido, como un bendito, no he visto niño más bueno en toda mi vida.
- Pues en eso no ha salido ni a su mamá ni a su papá. Ya es la hora de su toma. – Natalia se mantenía agachada sobre su bebé, acomodando las sábanas acreedor de su cuerpecito.
- Déjelo, deje que pase más tiempo entre una y otra. Él tiene que dormir más y usted también, no puede estar durmiéndose y despertándose según lo que pida este caballerete… - cuando Natalia se agachó un poco más sobre la cuna, el vestido se le abrió dejando la piel al descubierto. Clara sonrió y miró hacia otro lado, sabía que si su señorita se giraba en aquel momento y la veía se sonrojaría y trataría de dar alguna explicación que haría que la situación se volviera más incómoda aún.
- Entonces voy a aprovechar para cambiarme… Estoy empapada. – Natalia se separó de la cuna, tomó de nuevo la ropa en sus brazos y la dejó sobre la cama que también habían colocado para que el bebé usara en años posteriores y en aquellos momentos utilizaban para descansar quienes se quedaban velando al pequeño.
- ¿Necesita ayuda? – no pudo evitar preguntar Clara.
- No, muchas gracias. – respondió Natalia aguantando la risa – Ya me han ayudado. – las jóvenes se miraron y se echaron a reír, aunque al escuchar los ruidos que hacía David al despertar, ahogaron sus risas.
- Me alegro mucho, señorita. De verdad que todos nos alegramos mucho por usted. – la joven se acercó a la cuna y tomó en brazos al bebé, que agitaba los puños desperezándose.
- Gracias, Clara. No sé que hubiera sido de mí sin vuestro apoyo durante todos estos meses. – Natalia ya se había quitado la ropa mojada y se estaba colocando el camisón.
- No diga eso, por Dios. – Clara caminaba meciendo al niño, tratando de que volviera a dormirse.
- No es más que la verdad. Luis, Nieves y, por supuesto todos vosotros nos habéis cuidado de un modo que no hubiera hecho ni siquiera la familia. – la joven se apresuraba a vestirse mientras contemplaba cómo David estaba cada vez más despierto y se revolvía ligeramente en brazos de su cuidadora.
- Gracias, señorita. – la joven estaba empezando a incomodarse ante tanto agradecimiento.
- ¿Vamos a seguir dándonos las gracias mutuamente? – Natalia ya se había vestido y se acercó a su empleada.
- Eso parece. – Clara se echó a reír y entregó el bebé a su madre.
- Hola mi vida. – Natalia sonrió y se dirigió a su hijo - ¿Te has portado bien esta tarde? ¿Has sido bueno? ¿No has molestado a las chicas?
- Ha sido muy bueno, como siempre. – aseguró Clara – Laura me ha dicho que ha estado muy entretenido mirándose los puñitos y haciendo unos ruiditos muy graciosos.
- ¿Ah, sí? ¿Has estado haciendo ruiditos? Te gusta llamar la atención de las chicas, ¿eh pillín? – Natalia frotaba su nariz contra el cuerpo de su bebé y éste se reía como respuesta.
- Con permiso, señorita. – Clara se despidió y salió de la habitación, cerrando la puerta tras ella. Natalia se acercó a la mecedora que estaba junto a la cuna y se sentó en ella.
- ¿Preparado para conocer a tu papá? – le preguntó a David. El niño sonreía y movía las manos siguiendo los movimientos del rostro de su madre – No creo que se espere que tú estés por aquí, así que no te enfades si sale corriendo escaleras abajo, ¿de acuerdo? – el bebé emitió un gorgorito que su madre tomó como una muestra de aceptación y poniéndose en pie se dispuso a dejar el dormitorio.
#1397
arunda
arunda
30/05/2013 19:34
Si tienes razón
apetecerle
le tiene que apetecer lo mismo o mas
y mas con el tiempo que han estado separados
pero al rechazarle(solo por ahora)...................solo podía ser por su hijo

Gracias
#1398
Roberta72
Roberta72
31/05/2013 19:29
Capítulo 157

Roberto se había quitado la ropa mojada y se había vestido con el batín que Natalia le había llevado. Nunca en su vida había sentido nada tan suave sobre su piel, exceptuando el cuerpo de la mujer que amaba. ¿Dónde estaría ella en aquellos momentos? Había tenido tiempo de sobra de cambiarse de ropa, ¿por qué no había vuelto aún? Tal vez se había arrepentido de llevarlo a la casa; tal vez, al quedarse a solas había caído en la cuenta de que era una estupidez aceptarlo de nuevo, perdonarle sus terribles acciones. Tan perdido estaba en sus pensamientos que no escuchó cuando la puerta se abrió. Seguía mirando por la ventana, atento a la lluvia, observando el inmenso jardín que se extendía frente a él y que era lo único que separaba la propiedad de la playa.
Natalia, en el centro de la habitación, con su hijo en los brazos, lo miraba. Le sentaba bien aquel batín, estaba muy elegante, si no tuvieran tantas cosas y tan importantes qué contarse no podría evitar tratar de reírse de él, tomarle el pelo diciéndole que le sentaba demasiado bien la ropa elegante para ser un simple jornalero, aunque lo pensó mejor y decidió callar. Natalia no sabía qué había sucedido entre Roberto y los Montoro desde que ella salió del pueblo, en realidad no había sabido nada de él, y no quería reavivar malos recuerdos.
- Roberto. – se atrevió a decir finalmente, antes de que David emitiera algún sonido y se presentara él mismo.
- Tienes una casa muy bonita. – Roberto mantenía la mirada fija en el exterior, su mano derecha sujetaba la cortina, apartándola para permitir la visión del jardín y la calle – Todo es muy bonito, las vistas son…
- Roberto, tenemos que hablar. – Aquellas palabras fueron como un mazazo para el muchacho. Inmediatamente pensó que Natalia había estado sopesando bien lo que había ocurrido entre ellos y no lo quería a su lado. La mano del joven se cerró con más fuerza en torno a la cortina; Natalia, divertida, no pudo evitar pensar que la tela iba a quedar muy arrugada y Mariana se preguntaría qué era lo que habían estado haciendo para dejar así el paño.
- Sí. – Roberto dejó escapar un suspiro – He estado pensando en ello.
- Roberto… - trató de intervenir Natalia dando un paso adelante.
- No. Déjame terminar, por favor. – Roberto seguía mirando por la ventana, sabía que si se giraba y miraba a Natalia a los ojos perdería la poca fortaleza que tenía en aquellos momentos – Yo… yo quería decirte que… yo… - Natalia lo miraba divertida, sabia que Roberto se sentía inseguro ante la reacción de ella, y también sabía que todas sus inseguridades se acabarían en el momento en que la viera con su hijo; sin embargo, allí estaba él, mirando por la ventana y sin saber cómo explicarse. Roberto tomó aire y se dispuso a continuar – Te he hecho más daño del que jamás hubiera imaginado que pudiera hacerse a nadie. Lo que hice… lo hice pensando en que era lo mejor para ti, no quería mezclarte en mis problemas, en mi vergüenza. Nadie sabía que tú y yo estábamos…
- ¿Enamorados? – se atrevió a preguntar ella.
- Si. – Roberto asintió con la cabeza, cerró los puños con más fuerza aún y siguió mirando al exterior – Nadie te relacionaría conmigo y con el escándalo, podrías seguir con tu vida como si nada hubiese ocurrido.
- El escándalo… ¿Qué ha dicho la gente al saberlo? – preguntó ella temerosa. La joven siempre pensó que Roberto estaría orgulloso de su hijo, pero no se había parado a pensar que el escándalo de la paternidad de Germán Montoro pudiera hacerle alejarse del pequeño David para no hacerle pasar por lo que él estaba pasando.
- Nada. Nadie se ha enterado. Sé que él… quiere hablar conmigo pero no le he dado la oportunidad, no quiero siquiera pensar en ello.
- ¿Acaso me estás diciendo que me echaste de tu lado de aquel modo tan cruel, pensando en mi bien, tratando de que no me afectaran las habladurías para venir ahora a decirme que nadie sabe nada?
#1399
arunda
arunda
01/06/2013 10:54
Date la vuelta ROBERTO¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡date la vuelta¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡asombradoouch


Roberta graciassonriente
#1400
Roberta72
Roberta72
01/06/2013 21:38
- Sí. – la respuesta de Roberto fue tan solo un susurro. Habían sido meses de soledad y desesperación, meses en los que no había podido pensar en nada que no fuera Natalia y en el daño que le había hecho. En aquellos momentos estaba frente a ella, confesándole que su cobardía les había hecho perder un tiempo precioso y esperando que ella le dijera que recogiera sus cosas y lo echara de allí – Yo… no tardo nada en recoger mis cosas y dejarte…
- Roberto, por favor, mírame de una vez. – la suave voz de Natalia no mostraba dolor, sino un tono divertido. Roberto no sabía qué pensar, suponía que ella quería hablarle cara a cara, decirle que lo odiaba, que no quería volver a verlo, pero el tono jocoso de la joven lo desconcertaba. El muchacho tomó aire una vez más y, tras soltar la cortina, la cual quedó en un estado lamentable, se giró con la cabeza baja, dio un par de pasos y se acercó hasta la joven. Sus ojos ascendieron lentamente desde la tupida alfombra que estaba bajo ellos hasta los pies de la joven, poco a poco ascendieron por las piernas cubiertas del fino y elegante camisón que se veía entre los pliegues de la bata. Al llegar a la cintura de la joven, Roberto detuvo su camino y de nuevo cerró los ojos para darse valor y mirarla a la cara.
- ¡Dios santo! – exclamó Roberto al ver el bulto que Natalia sostenía en sus brazos – Es…
- David. – dijo ella radiante de felicidad – Nuestro hijo.
- Es… - Roberto no sabía qué decir, miraba alternativamente a Natalia y al bebé que ésta sostenía entre los brazos. Lentamente se atrevió a alzar una mano y retirar ligeramente las ropas que cubrían al bebé. Al hacerlo descubrió dos ojos que lo miraban fijamente y una pequeña mano cubriendo su boquita. Roberto acercó su mano a la del pequeño y éste rápidamente asió uno de los dedos de la mano que se le acercaba, dejando ver de ese modo la dulce sonrisa del bebé.
- ¿Quieres cogerlo? – preguntó la joven madre.
- No. – respondió Roberto. Al darse cuenta de su respuesta se apresuró a explicarse – Yo… yo nunca he cogido a uno y no sé cómo hacerlo, no quiero hacerle daño… no quiero que se me caiga.
- Nunca le harías daño. Ven, yo te enseñaré. – Natalia tomó a su bebé con solo un brazo y pasó el otro rodeando la cintura de su amado; de ese modo caminó hasta un sofá en el cual se acomodó. Roberto permanecía frente a ella, de pie, mirando fijamente la bella estampa de la madre con su hijo en brazos, Natalia tuvo que golpear ligeramente el asiento para sacarlo de su letargo e invitarlo a que se sentara – Extiende los brazos, cúrvalos así, como los tengo yo. – Roberto obedecía como un autómata, sin saber qué debía hacer o porqué debía hacerlo, tan solo seguía las indicaciones de Natalia, seguro de que ella sabía qué hacer – Ahora pon la mano aquí, sujeta su cabecita… ya está, ya lo tienes. - Roberto estaba maravillado, tenía a su hijo en los brazos, un hijo del que nada había sabido hasta entonces. Un hijo al que Natalia había llamado David.
- ¿Por qué no me habías dicho nada? – Roberto habló en voz baja, con la mirada fija en el pequeño y sintiendo la cabeza de Natalia apoyada en el hombro.
- Cuando me fui de Arazana no lo sabía, ni tan siquiera lo sospechaba. – respondió la joven. Las palabras de Roberto fueron tan solo una pregunta, no un reproche, por esa razón Natalia respondió con tranquilidad – Si lo hubiera sabido, no te hubieses librado de mí ni con agua hirviendo. – continuó entre risas. Roberto giró la cabeza y la miró sonriente – Después… cuando llegué aquí… - el tono de Natalia cambió drásticamente, se hizo más serio y triste – estaba… cansada… triste…
- Lo siento… - cortó Roberto.
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