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Como no me gusta la historia... voy y la cambio (Natalia y Roberto)

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Roberta72
Roberta72
27/04/2011 20:02
Como estoy bastante aburrida de que me tengan a Roberto entre rejas, aunque sean las rejas de cartón piedra del cuartel de Arazana, y de que nadie (excepto San Miguel) intente hacer nada... pues voy y lo saco yo misma.
Y como la historia parece que va dos pasitos pa´lante y tres pa´trás, pues voy y la cambio a mi gusto.
Y como a mi el que me gusta es el Rober... pues también cambio la historia.

Creo que me he metio en un ebolao del que no voy a saber salir pero bueno, todo sea por dar ideas a los guionistas de nuestros amores. Ya me direis...
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Capítulo 1

Parecía un sitio tranquilo, alejado del camino, seguro que por allí no pasaba gente con regularidad. La hierba que tapizaba la orilla del río era alta y estaba sin pisar así que decidió desmontar y descansar unos minutos.
- No puedo estar ya muy lejos de ese maldito pueblo. ¿Es que no había un lugar más perdido donde esconderte Sara?- dijo en voz alta mientras ataba el caballo a uno de los árboles que extendían sus ramas sobre el agua.
Mientras estiraba los músculos, agarrotados después de tan larga jornada a caballo, vio su reflejo en el remanso que el río formaba a pocos metros de allí. Miró hacia ambos lados y, al no ver a nadie y comprobar que el caballo se alimentaba tranquilamente, sonrió y comenzó a despojarse de sus vestimentas hasta quedar en ropa interior. Se adentró en el agua hasta que ésta le llegó hasta la cintura, entonces extendió los brazos y se dejó caer hacia atrás. Movía los brazos y las piernas lo indispensable para no alejarse demasiado de la orilla y mantenerse a flote, sintiendo cómo la corriente masajeaba su cuerpo. Sabía que la ropa que aún llevaba puesta, al mojarse, dejaría al descubierto las formas de su cuerpo, pero le daba igual, además, sería demasiada casualidad que alguien pasara por allí en ese momento.
#1441
arunda
arunda
30/07/2013 11:04
sonrientesonrientesonrientesonrientesonrientebravocoolcarcajadasisi
#1442
Esgara
Esgara
30/07/2013 11:59
cool cool cool genial Roberta no me canso de leerte.
#1443
Roberta72
Roberta72
30/07/2013 19:42
sonriente sonriente sonriente sonriente
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- Entonces será mejor que sigamos hablando… Pasé horas pensando en ti, en lo feliz que parecías hablándome del mar y en cómo te entristeciste después. No podía dormir y, sin querer, acabé despertando a mi hermano, así que decidí irme y dejarlo descansar. No sé porqué, antes de irme rebusqué en el baúl, entre las cosas que tenía apartadas. No es gran cosa, pero pensé que podría gustarte, así que me acerqué a la posada y te lo llevé.
- Pero ¿por dónde…? – al ver el gesto de Roberto, Natalia inmediatamente comprendió – Por la ventana, te colaste por la ventana.
- Ya conocía el camino… - Roberto se acercó y la besó – y tuve mucha suerte de que dejaras la ventana entreabierta. Estabas preciosa, dormida, tranquila, nada te perturbaba, un mechón de pelo te cubría parte de la cara, estuve tentado de retirártelo, pero me dio miedo que despertaras y no quería asustarte.
- ¿Asustarme? Roberto, dormía con un revólver bajo la almohada…
- Lo sé, recuerdo perfectamente cuando días después me recibiste apuntándome con él. – Roberto continuó besándola mientras hablaba, recordaba perfectamente el alboroto que se armó al disparárseles el arma mientras se besaban.
- Roberto, por favor no sigas por ahí… - Natalia sentía cómo la mano de Roberto subía por su pierna – Por ahí tampoco… - la joven sintió cómo el corazón le daba un vuelco al sentir la mano de él cambiando de dirección y cruzando por su vientre.
- Me marché rápidamente para que no te despertaras. – Roberto sonrió y retiró la mano – Y al día siguiente me comporté como un patán.
- En eso estamos de acuerdo.
- Sí… - él volvió a reír y la besó en el hombro – No había dormido nada aquella noche pensando en ti, pasé toda la mañana tratando de encontrar financiación en Villareja y cuando te encontré en el terruño, no pude evitar recordar lo que me contaste la tarde anterior. No podía dejar de pensar en el daño que sufriste, en la humillación que… Yo solo quería estar contigo, abrazarte, hacerte feliz, hacerte olvidar todo lo malo, pero no tenía nada, no podía ofrecerte nada y eso me hacía sentir aún peor. Pero, ¿cómo puedes haber guardado esto? – Roberto volvió a mostrarle el juguete de madera.
- ¿Por qué no habría de haberlo guardado?
- Porque tan solo es un juguete viejo que hizo mi abuelo y…
- ¿Te parece poco? Lo hizo tu abuelo, me lo regalaste tú… y cuando David crezca lo suficiente, podrá jugar con él.
- ¿Cómo puedes ser tan…?
- Anda, no me avergüences más y mira a ver si queda algo más en la cajita… - Natalia sabía perfectamente lo que había en la cajita y que se sentiría aún más avergonzada segundos más tarde.
- No puede ser… - Roberto ahuecó una de sus manos de forma que, al inclinar la cajita, lo que había en su interior cayó en la palma de su mano - ¡Los has guardado!
- ¡Por supuesto que los he guardado! ¡Te lo dije! ¡Tú los arrancaste, tú los vas a volver a coser!
- Natalia, mi amor…
- ¿Entiendes ahora lo que significa el contenido de esta caja? Mi amor por ti no está basado en ostentosos y caros regalos, sino en pequeños detalles y recuerdos maravillosos. Un pedazo de papel en el cual escribí tu nombre sin darme cuenta siquiera de que lo hacía, un sencillo juguete de madera que tu abuelo hizo con todo su amor para ti y del cual te desprendiste para entregármelo a escondidas y… - Natalia se acercó hasta que sus labios se encontraron a escasos milímetros de los de Roberto – unos botones que me arrancaste en un momento de pasión. ¿Te ha quedado claro que no hay nadie en mi corazón que no seas tú? Bueno… - rectificó ella rápidamente – David y tú.
- ¿Es eso cierto? – preguntó él con timidez.
- ¡Roberto! – el tono exasperado de la joven hizo sonreír al muchacho.
- Ya veo que has perdido todo tu sentido del humor… - Roberto se deslizó entre las sábanas hasta apoyar todo su cuerpo en el colchón – Pásamelo, y ven aquí. – Roberto extendió los brazos, Natalia dejó al bebé dormido sobre el pecho de su padre y ella se acurrucó a su lado. - ¿Dormimos un poco?
- No creo que pueda. Creo que aún tengo miedo de despertar y que no estés.
- Eso no sucederá.
- ¿Me lo prometes?
- Te lo juro.
#1444
arunda
arunda
31/07/2013 10:47
snifbravobravobravobravosnif
Gracias Roberta
#1445
Esgara
Esgara
31/07/2013 19:23
bravo bravo bravo bravo genial Roberta.
#1446
Roberta72
Roberta72
31/07/2013 19:55
GRACIAS
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Capítulo 159

- ¿Te has portado tan bien para deslumbrar a tu papá? – Natalia había acostado a David en la cama y terminaba de vestirlo mientras hablaba con él como si realmente pudiera responderla.
- ¿Qué dices de su papá? – Roberto entraba en aquel momento en la habitación. El joven había ido a buscar la cuna de su hijo para instalarla junto a la gran cama, había sido muy feliz teniendo al bebé y a su madre en los brazos toda la noche, pero sería mejor que David descansara en su propia cuna y ellos en la gran cama.
- Le decía que se ha portado extraordinariamente bien esta noche. Espera, te ayudo a colocarla. Tú no te muevas, ¡eh, cosita! – Natalia acarició el rostro de su hijo y se apresuró a caminar hacia la puerta, por donde Roberto trataba de entrar con el mueble.
- ¿No es demasiado grande? – Roberto pugnaba por mover aquel mueble con soltura. Afortunadamente, la cuna tenía ruedecitas en el extremo de las patas y Roberto había sido capaz de trasladarla en solitario – David es muy pequeño para dormir en una cuna tan grande, se va a perder.
- Parece más grande de lo que es, mi amor. Lo que ocurre es que el colchón, los almohadones, el edredón, la cortina… todo eso hace que parezca más grande de lo que en realidad es.
- ¿Estás segura de lo que dices? Es más grande que mi cama… - Roberto no podía evitar pensar que aquella cuna era grande y elegante, en consonancia con el resto de la casa, unas calidades a las que él no estaba acostumbrado.
- No seas exagerado. – Natalia tiraba de la cuna hasta colocarla junto a la cama.
- ¿Exagerado dices? Mira y…
- ¡No! – Natalia rodeó la cuna con rapidez y se abrazó a Roberto quien hacía el ademán de poner un pie en el interior de la cuna.
- Que tenga que hacer esto para que me abraces…
- Serás tonto… - Natalia enterró el rostro en el pecho de Roberto y lo abrazó con fuerza.
- ¿Lo has visto, David? Tengo que fingir que me voy a meter en tu cuna para que tu mamá me abrace y lo que en realidad consigo es que piense que soy un tonto. – El pequeño respondió agitando los bracitos y las piernecitas y haciendo suaves sonidos guturales. Roberto y Natalia se miraron y sonrieron, sentían que tenían todo lo necesario para ser felices.
- Cuando has entrado le estaba diciendo que se había portado muy bien. – tomados de la cintura caminaron hasta el borde de la cama y se arrodillaron para observar más de cerca de su hijo. - Tan solo se ha despertado una vez. – explicó Natalia.
- ¿Y eso es poco o mucho?
- Normalmente los bebés de su tiempo se despiertan para comer cada cuatro horas. – comentó ella.
- Pero esta noche no lo ha hecho. ¿Estará bien? – preguntó Roberto preocupado.
- ¿Le ves mal?
- No pero… tampoco sé nada de niños.
- Dame tu mano. – Roberto extendió una de sus manos, Natalia la tomó y la guió hasta el cuerpo del bebé. La colocó con suavidad sobre la frente del niño. - ¿Lo notas caliente?
- No.
- ¿Lo oyes llorar?
- Por supuesto que no. – Roberto la miró extrañado, el pequeño sonreía y se movía ligeramente siguiendo los movimientos de las manos de sus padres.
- ¿Lo ves intranquilo o angustiado de algún modo?
- No… parece tranquilo y feliz.
- Pues no hay más que mirar. Si no se queja, si no está molesto… es que está bien.
- Pero es un bebé, no puede hablar, no puede decirnos lo que le ocurre, si dices que no ha comido como debería… - Roberto parecía realmente preocupado.
- Durante sus primeros días yo estaba igual que tú ahora. – explicó Natalia – Si lloraba, me preocupaba porque lloraba, si no lloraba me preocupaba porque no reaccionaba, si dormía me preocupaba que no fuera a despertar, si le costaba dormirse me imaginaba que le dolía algo… Casi volví loco al pobre doctor… Tranquilízate, Roberto. Está tranquilo y feliz, poco a poco va a ir modificando sus hábitos y entre ellos está el dormir más horas seguidas sin que necesite alimentarse. Esta pasada noche no ha tenido hambre, tal vez la próxima me despierte en tres ocasiones, tenemos que ir acoplándonos poco a poco. Y hablando de hambre… este caballerete ha desayunado mientras tú te bañabas y organizabas la mudanza, pero yo estoy famélica, ¿bajamos a desayunar?
- Como tú digas. Yo también estoy hambriento, las emociones de anoche fueron demasiado para mí. – Roberto se puso en pie y tendió una mano para que Natalia se apoyase en ella. – ¿Puedo llevarlo yo? - preguntó cuando Natalia tomó a su hijo en los brazos.
#1447
Roberta72
Roberta72
01/08/2013 15:25
- Claro que sí. – respondió tendiéndoselo. Hacía tan solo unas horas que Roberto, aterrado, había tomado a su hijo en sus brazos por primera vez; sin embargo, había perdido todo el miedo y lo tomaba con soltura – Puedes cogerlo siempre que lo desees, y por supuesto no tienes porqué pedirme permiso… es tan hijo tuyo como mío. ¿Vamos? – Roberto asintió y caminó tras Natalia hacia la puerta.
- Se ha dormido. – susurró Roberto.
- ¿Tan pronto? ¿Cómo lo haces?
- No lo sé. Una vez me dijiste que los recién nacidos se calman y se duermen si su madre los acuesta sobre su pecho.
- ¿También recuerdas eso?
- Ya te he dicho que…
- Sí, ya lo sé, que recuerdas todo lo que nos dijimos… ¡con todas las tonterías que he dicho! – rió ella.
- Es normal que se duerma sobre tu pecho, escuchando los latidos de tu corazón… yo también lo haría, no se me ocurre una almohada mejor que tu cuerpo…
- Roberto… - Natalia se acercó a él y lo tomó de la cintura. Juntos, lentamente caminaron por el pasillo hasta la escalera que los llevaría a la planta baja de la casa.
- Pero… ¿por qué se duerme con tanta facilidad conmigo? Ha de extrañarle mi cuerpo, mi olor… es tan distinto al tuyo… tú hueles tan bien…ese jabón que tanto me gusta.
- Es muy sencillo. – Natalia habló en voz baja, casi en susurros - Es normal que se sienta a gusto contigo, eres su padre, eres parte de él y en cuanto a lo que te dije de los latidos del corazón… El mío se quedó en Arazana, te lo entregué y se quedó contigo.

Roberto recolocó a su hijo en uno de sus brazos y con el otro estrechó a Natalia contra su costado. En silencio caminaron hasta la escalera y comenzaron a bajar los escalones. Al llegar a medio camino, Natalia alzó la vista y descubrió a Nieves y a Luis en el vestíbulo de la casa, parecía que acababan de llegar ya que Mariana sostenía a Valeria en brazos mientras el matrimonio de despojaba de los sombreros y chaquetas que los habían abrigado.
- ¡Qué bien que ya estéis aquí! – exclamó la joven Reeves.
- El desayuno está dispuesto en el saloncito rosa. – anunció Mariana mientras devolvía la niña a su padre y justo antes de retirarse con las prendas en el brazo.
- Buenos días. – dijo Luis – Tal y como te prometí, hemos venido a desayunar.
- Eso ya lo esperaba, Mariana ha hecho bollos de miel… – respondió Natalia al comentario de su amigo – Ya verás qué delicia, mi amor. – continuó diciendo mientras se volvía hacia Roberto. En el momento en que llegaron al final de la escalera, Natalia se adelantó mientras Roberto que quedaba retrasado con su hijo en brazos.
- ¡No puedes imaginarte lo feliz que soy, amiga! – Natalia se abrazó a Nieves y le habló al oído.
- ¿Ves cómo he sido capaz de que hacer que se quedara en casa? – preguntó Luis guiñándole un ojo a Natalia mientras ésta se separaba de su amiga y se acercaba para besar a su ahijada.
- ¿Y te costó mucho? ¿Fue un gran sacrificio? – bromeó ella.
- Terrible… - respondió él entrecerrando los ojos y con un gesto de complicidad.
- Tú si que eres terrible…
- Buenos días. – Luis tendió la mano a Roberto para saludarle. Roberto dio unos pasos adelante y estrechó la mano que le tendían.
- Buenos días.
- Roberto, ya conoces a Luis, – dijo Natalia tomando a David de los brazos de su amado – y esta es Nieves, su esposa y mi mejor amiga.
- Buenos días, - dijo Roberto tendiéndole la mano a la mujer – Natalia me ha hablado muy bien de usted y le estoy muy agradecido por haber cuidado de ella durante…
- ¡Nieves! - exclamaron Luis y Natalia al unísono.
Luis no fue lo suficientemente rápido como para sujetar a su esposa antes de que ésta abofeteara a Roberto. El joven estaba distraído hablando con Natalia y no había sospechado siquiera cuál iba a ser la reacción de su esposa. El día anterior, cuando llegó a su casa con la noticia de que Roberto había aparecido, Nieves sonrió diciendo que se alegraba por Natalia, pero también expresó su preocupación por los planes que el joven tendría con respecto a su amiga. ¿Qué era lo que le había hecho reaccionar de semejante manera? Nieves no era una mujer violenta o que se dejara llevar por impulsos, más bien lo contrario, era reposada y reflexiva, era el punto de cordura y sensatez en los, en ocasiones extravagantes y adelantados a su tiempo, proyectos de Natalia y Luis.
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¡Ay, Dios! asombrado asombrado asombrado
#1448
arunda
arunda
01/08/2013 16:49
asombradoouchasombradoouchasombradoouch¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
#1449
Roberta72
Roberta72
01/08/2013 21:09
No os lo esperábais, ¿eh?
Me estaba portando demasiado bien, no todo pueden ser pajaritos y florecillas.
Una amiga como Nieves no se podía estar... callada y olvidar todo lo que Natalia ha pasado.

Mi vena de "guionista de Bandolera" vuelve a aparecer
diablo
#1450
arunda
arunda
02/08/2013 10:38
Roberta
seguro que lo de Nieves tiene una explicación......................angelangelangelangel
#1451
Roberta72
Roberta72
02/08/2013 22:55
Luis tomó a su esposa de la cintura y la hizo retroceder unos pasos mientras Natalia se abrazaba a Roberto, incrédula ante lo que acababa de presenciar.
- ¿Estás bien? – preguntó Natalia colocando su mano sobre el pecho de Roberto y mirando incrédula a Nieves
- Sí, no te preocupes. Estoy perfectamente. – Roberto sonrió a su amada, tomó su mano y se la llevó a los labios.
- Nieves, ¿cómo has podido? – Luis tomó a su esposa de la cintura y la apartó unos pasos. Colocó su mano en el rostro de la joven e hizo que lo mirara a los ojos. Nieves no respondió a su pregunta.
- Señora… - Luis escuchó una voz a su espalda, se giró y vio a Roberto que se había acercado hasta el lugar a donde se habían retirado. Luis, instintivamente, se colocó frente a su esposa tratando de protegerla de Roberto.
- Ella… - Luis comenzó a hablar tratando de excusarla.
- ¿Me permite? – le pidió Roberto a Luis – Por favor.
Luis miró a los ojos al hombre que estaba frente a él, tratando de descifrar sus intenciones. No lo creía capaz de desquitarse con Nieves del golpe recibido, pero tampoco deseaba dejar a su esposa a merced de aquel hombre; ¿qué era lo que podía hacer? Miró a Natalia y, al ver el gesto de asentimiento que ella realizaba con la cabeza, Luis se hizo a un lado, aunque alerta a cualquier movimiento de los presentes.
- ¿Sabe porqué lo he hecho? – preguntó Nieves sin amilanarse.
- Creo saberlo. – respondió Roberto.
- ¿Y? – Natalia y Luis, con sus hijos en los brazos, miraban alternativamente a Nieves y Roberto, expectantes ante la reacción de cualquiera de ellos - ¿Tiene algo que decir al respecto? – el tono de suficiencia que Nieves utilizó, hizo que Luis y Natalia se tensaran. Natalia conocía a Roberto y sabía que era incapaz de levantarle la mano a una mujer, pero temía que, después que aquel primer encuentro, el lazo de amistad que ella ansiaba se produjera entre ambos no llegara a materializarse.
- Que ya era hora de que alguien me… expresara su verdadera opinión ante mis actos. – Roberto puso especial énfasis en la palabra expresara, dando a entender que comprendía el arrebato de la joven que tenía ante sí.
- ¿Y?
- Que me he dado cuenta de que ni puedo ni quiero vivir sin Natalia o David. – al oír semejante declaración, la joven Reeves no pudo evitar sonrojarse. Sabía lo que Roberto sentía por ella, pero también conocía la dificultad que tenía el joven para expresar sus sentimientos más íntimos y aún más frente a desconocidos.
- ¿Y?
- ¿Que tiene usted mucha más fuerza de la que aparenta tener? – preguntó Roberto tratando de destensar el momento.
- No le veo la gracia por ningún lado para que responda usted de ese modo. ¿Sabe lo que ha sufrido Natalia?
- Nieves, por favor. – intervino la aludida.
- ¿Sabe lo que hemos sufrido todos los de su alrededor al ver que pasaban los días, las semanas, y ella no despertaba? – Nieves fingió no haber escuchado la súplica de su amiga y continuó hablando. La joven había estado planeando su intervención toda la noche. Se había preparado para enfrentarse a Roberto de todas las formas posibles: siendo dura, sarcástica, tratando de hacerle sentir culpable… estaba lista para cualquier respuesta del muchacho – Y después, cuando despertó y se negó a hablar con nosotros… ¿Sabe que hubiésemos movido cielo y tierra para dar con usted y…?
- Nieves, mi amor, déjalo ya, - Luis se puso al lado de su esposa y le entregó a su hija para que la sostuviera - no tiene caso recordar malos momentos.
- Sí, sí tiene caso. – insistió ella – Ha de saber la verdad. Ni sé, ni me importa lo que ha estado haciendo estos meses, si ha sufrido o no, si se ha interesado… o no, por Natalia o por las consecuencias de sus actos. Lo que quiero que sepa es que no vamos a dejar que Natalia sufra de nuevo, no; jamás permitiré que mi amiga sufra otra vez lo que ya ha sufrido y que yo, personalmente, me encargaré de hacerle pagar si Natalia vuelve a derramar una sola lágrima por su culpa.
- Le aseguro que eso no sucederá, puede estar tranquila.
- Permita que dude de su palabra, no tengo muy buen concepto de usted en estos momentos.
- Yo tampoco lo tengo de mi mismo.
- Eso es un… un punto a su favor. – Nieves había mirado fijamente a Roberto en todo momento, no quería que las emociones o gestos de su marido y su amiga influyeran en todo lo que deseaba decir al muchacho, pero tampoco podía dejar de pensar que lo estaba atacando por haber dañado a su amiga cuando ella misma estaba haciéndolo en aquel momento.
- ¿Vamos a desayunar? – preguntó Luis tomando a su esposa de la cintura – Me encantan los bollos de miel de Luisa.
- Sí, será mejor que pasemos al comedor. – Natalia hizo el mismo gesto con Roberto que Luis había hecho con Nieves – Mariana ha de estar preguntándose dónde nos hemos metido.
#1452
arunda
arunda
04/08/2013 13:20
Y ahora ........................quien desayuna????????????????sonriente

gracias Roberta
#1453
Roberta72
Roberta72
04/08/2013 19:10
Capítulo 160

- No es como me la imaginaba. – comentó Roberto.
- ¿Y cómo te la imaginabas? – preguntó Natalia.
- No lo sé… tal vez más parecida a su hermano.
- ¿Con bigote y uniforme de Guardia Civil? – semejante pregunta hizo que Roberto se echara a reír.
Roberto y Natalia caminaban de vuelta a casa. El desayuno había transcurrido en un ambiente tenso, pero educado. Natalia trataba de que sus amigos conocieran mejor a Roberto, pero era complicado. Por un lado, Roberto siempre había sido muy pudoroso y no le gustaba que la gente supiera demasiado de él y por el otro, Nieves seguía en guardia. Natalia y Luis trataban de suavizar la situación, pero era difícil pues comprendían la situación y los sentimientos de cada uno. Tras el desayuno, Natalia había llevado a Roberto a conocer la zona y habían terminado en la escuela de la señorita Garay, la cual se emocionó al saber que Roberto conocía a su hermano y hacía pocos días que había estado con él. La reacción de la maestra y la visitas de su benefactora y familia, hicieron que los niños aprovecharan la ocasión para disfrutar de un día distinto de escuela, todos recordaban la última visita de Natalia y lo bien que lo habían pasado mostrando sus conocimientos ante ella.
- ¿Por qué no me dijiste nada anoche? – preguntó Natalia mientras fijaba la vista en la costa. Roberto empujaba el carrito en el que paseaban a David y la joven caminaba a su lado cogida del brazo. Al ver que pasaban los segundos y Roberto no respondía, la joven insistió – ¿Por qué no me hablaste de tu ascenso en política?
- Supuse que lo sabrías…
- ¿Y no comentarte nada acerca de ello?
- Además, anoche ya teníamos bastantes cosas de las que hablar: de ti, de David…
- Nieves y Luis lo sabían… - Natalia se había sorprendido al enterarse, durante el desayuno, de la fulgurante carrera que su amado estaba desarrollando en la política.
- ¿Tampoco ellos te dijeron nada? – preguntó Roberto extrañado. No habían tenido tiempo de hablar de casi nada exceptuando ellos mismos, pero Roberto se había dado cuenta de que Natalia estaba muy bien informada de los cambios políticos y económicos que se estaban produciendo en el mundo. Viendo la reacción de Nieves, era lógico que no hubiera comentado con Natalia las apariciones de Roberto en la prensa, pero Luis parecía más ecuánime.
- No. - Natalia se quedó pensativa durante unos segundos – Ni siquiera supieron tu nombre hasta que David nació y lo fuimos a inscribir en el registro. No… no podía hablar de ti, de nosotros, me dolía demasiado. No pongas esa cara, - comentó Natalia sonriente – no te estoy reprochando nada, solo es que tenía demasiado miedo de que algo saliera mal y prefería no hablar de ti, de mí o de David. Ya sé… es demasiado tonto no querer hablar de estar embarazada cuando ni siquiera me veía los pies, pero…
- Pero ahora… - dijo con tono inquisitivo.
- Ahora todo ha cambiado. Ahora lo único que me apetece es hablar de vosotros, de mis hombres… - Natalia se acercó al cuerpo de Roberto y apoyó su rostro en el hombro del muchacho. Las personas con las que se cruzaban los miraban intrigados, todos conocían a Natalia, pero no al joven que la acompañaba y miraban sorprendidos el cochecito que empujaban. Natalia ya se había dejado ver en alguna ocasión paseando a David, pero la gente no se había parado a interesarse, había supuesto que se trataba de la pequeña Valeria, nadie había pensado que el bebé fuera suyo y no su ahijada.
- ¿De verdad piensas eso? – Roberto se puso serio al instante.
- De verdad. – respondió ella también seria – Roberto, estoy muy orgullosa de lo que has conseguido en política… de lo poco que me has contado en las últimas horas sobre lo que ha sido tu vida estos meses… Y estoy segura de que cuando pueda repasar esa carpeta que Luis me ha prometido, lo estaré aún más… Y no será el amor el que nuble mi objetividad, te lo aseguro.
- Qué extraño lo de la carpeta de tu amigo, ¿no?
- No te creas. – respondió ella quitándole importancia al asunto – Suele hacerlo cuando algo le interesa, y en este caso con más razón, el pobre no ha tenido un solo minuto para él mismo a lo largo de los últimos meses, siempre pendiente de nosotras y los niños. Ha tenido que sacar adelante su trabajo, el mío, cuidar de una esposa embarazada y una amiga inconsciente… y esa fue la parte fácil, no te creas... La cosa se complicó cuando Valeria llegó y yo desperté.
- ¿Cómo puedes hablar así de esos meses? – Roberto trataba de ponerse en el lugar de ella, una joven tan vitalista como Natalia postrada en una cama sin saber si volvería a andar o si su hijo saldría adelante.
- ¿Cómo puedes hablar tú del ataque de Olmedo? – preguntó ella a su vez.
- No es lo mismo, Natalia. Lo de Olmedo fue… - Roberto cerró los ojos por un instante y sintió que volvía a Arazana en los días en que su vida corría peligro – algo pasajero. Tan solo durante unos pocos días tuve que ser más cuidadoso y después tan solo sentí el disparo y, al despertar, todo había finalizado, pero en tu caso…
- Mi caso fue todo lo contrario. – comentó ella riéndose – Cuando desperté fue cuando me llevé el susto de mi vida.
- Si lo hubiera sabido… nada ni nadie podría haberme apartado de tu lado, de vuestro lado…
- Lo sé. Pero las cosas pasan por alguna razón. – respondió ella mirándolo a los ojos - Imagina que no me hubieras… que no hubieras hecho que me fuera de Arazana. ¿Crees que me hubiera estado quieta sabiendo que Olmedo quería acabar contigo? Hubiera ido a su encuentro y…
- Y yo hubiera estado más preocupado por ti que por mí. Pero hubiera sido maravilloso pasar esos meses a tu lado, sentir cómo David crecía dentro de ti… Compartir esos momentos.
- Los compartiremos… - dijo Natalia en un susurro – Ser hija única no está mal, pero seguro que es mucho más divertido tener hermanos con los que jugar. Lástima que tengamos que esperar aún para aumentar la familia…
#1454
Roberta72
Roberta72
05/08/2013 19:32
- Por lo que dices, te mantienes en la idea de volver a Andalucía. – tras pasar toda la tarde al aire libre, Roberto, Natalia y el pequeño David volvieron a la casa. La pareja se encontraba cenando junto a Luis y Nieves cuando la joven se atrevió a preguntar a su amiga.
- Sí. – Natalia miró a Luis y a Roberto antes de responder. – Aunque Roberto esté aquí, me gustaría volver a ver a Sara; además, David tiene que conocer al resto de su familia. Lo entiendes, ¿verdad?
- Por supuesto que lo entiendo. – dijo Nieves mirando con atención su plato, jugando con los alimentos que contenía. – Y supongo que no retrasarás unos días tu partida…
- No, si lo hacemos no habría manera de llegar a tiempo a la boda de Sara.
Mientras que Nieves se dirigía tan solo a su amiga, Natalia hablaba en plural, incluyendo a Roberto en sus planes. La joven quería que Nieves se acostumbrara a la nueva situación, sabía que su reacción estaba motivada por el miedo y desconfianza hacia Roberto y por la necesidad que tenía como amiga de tratar de evitarle cualquier problema, pero debía hacerse a la idea de que Roberto había vuelto a su vida y en aquella ocasión para quedarse definitivamente.
- Entonces… ¿salís mañana? – Nieves seguía moviendo los alimentos de un lado a otro del plato, sin llevarse un bocado a los labios.
- Sí, mañana por la tarde. Gracias a Luis - Natalia sonrió mientras miraba a su amigo – tenemos un compartimento para nosotros solos y el viaje va a ser muy cómodo.
- Bien, entonces mañana pasaremos a despedirnos. – Nieves se levantó de la mesa, dejó la servilleta sobre el mantel y se alejó de la mesa. Natalia la miró atónita, aún no habían terminado de cenar pero su amiga caminaba hacia la puerta. La joven Reeves giró el rostro hacia Luis y vio cómo éste tomaba un último bocado de su plato, dejaba los cubiertos y la servilleta sobre la mesa y se acercaba a ella.
- Pero… - logró decir Natalia mientras su amigo depositaba un beso en su frente en señal de despedida.
- No se lo tengáis en cuenta. – comentó Luis mientras estrechaba la mano de Roberto a modo de despedida – Está siendo un día complicado para ella, vuelve a perderte y se da cuenta de que voy a estar muy ocupado por una temporada.
- ¡Por Dios, no va a perderme! Voy a hablar con ella. – Natalia trató de levantarse, pero Luis puso una mano sobre su hombro.
- No, déjala. Ahora tan solo debéis preocuparos por encauzar vuestra vida juntos; ya hablaremos de todo lo demás más adelante.
- Gracias. – respondió Natalia en voz baja a la vez que cogía la mano de su amigo.
- No, gracias a ti. De verdad que voy a echar de menos las cenas en esta casa…
- No te preocupes… le diré a Luisa que no te desatienda y tengas bollería de sobra cada día. – replicó Natalia entre risas.
- Gracias, siempre pensando en todos los detalles. Aunque no me sabrá igual si tú no estás aquí.
- ¡Vete de una vez, zalamero!
- Hasta mañana. – respondió Luis desde la puerta en donde se detuvo un momento ya que una de las muchachas entraba en aquel momento con una bandeja en las manos. Luis descubrió que la joven se acercaba con el postre y tomó un par de dulces en las manos – Para el camino. – comentó antes de perderse en el vestíbulo.
- Les echarás mucho de menos. – afirmó Roberto en voz baja.
- Sí, - respondió Natalia sin pensarlo siquiera, aunque rápidamente rectificó – pero creo que el tener que encargarme de David yo sola y volver a Arazana, me tendrán entretenida el tiempo suficiente como para que la nostalgia no me haga pensar demasiado en ellos.
- Sí…
- Roberto, por favor, no tienes porqué sentirte mal. – Natalia movió su silla hasta colocarse junto a su amado y tomarlo de la mano mientras Felisa se apresuraba a servir el postre y retirarse lo más discretamente posible – Mi vida cambió en el momento en que decidí ir a visitar a Sara, todo los demás… yo lo decidí o sucedió porque tenía que suceder. No me obligaste a enamorarme de ti, lo hice sin darme cuenta. Ni me obligaste a entregarme a ti, lo hice porque quise, porque lo deseaba, porque te deseaba. David y tú sois lo mejor que me ha pasado en la vida, no os cambiaría por nada del mundo.
- Pero es un cambio tremendo el que…
- ¿Quién ha dicho que yo vaya a cambiar? – replicó sonriente la joven – Ya es hora de que Arazana entre en el siglo XIX. Estamos a las puertas del siglo XX y en ese pueblo os falta alguien que os meta en vereda. – comentó fingiendo exasperación.
- De eso os estáis encargando muy bien las primas Reeves.
- ¿Ves? A eso es a lo que me refería… nuevos aires llegan a la serranía andaluza.
#1455
arunda
arunda
06/08/2013 10:48
Nos vamos de viaje..............................

gracias Roberta¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
#1456
Roberta72
Roberta72
07/08/2013 14:02
Horas después, abrazados en la cama, Roberto y Natalia seguían conversando. David se había alimentado y se había quedado dormido al instante en brazos de su madre, mientras Roberto los miraba embelesado. En aquellos momentos, el pequeño descansaba en la imponente cuna que habían trasladado aquella mañana y sus padres tan solo dejaban de mirarlo para concentrarse en ellos mismos.
- ¿Así que piensas revolucionar la serranía andaluza? – preguntó Roberto volviendo a la conversación que habían mantenido durante la cena.
- Solo un poquito. Ya te habrás dado cuenta de que allá donde voy… llamo la atención.
- Eso es totalmente cierto. – Roberto estrechó el abrazo en torno a Natalia y la besó con pasión – Te las arreglaste muy bien para llamar mi atención el mismo día que llegaste al pueblo, o incluso antes de poner un pie en él. Si llego a saber todo lo que iba a pasar entre nosotros…
- ¿Qué? – le preguntó ella al oído.
- No te hubiese soltado por mucho que hubieras protestado.
- Me hubiera defendido con uñas y dientes hasta que lo hicieras.
- ¿De verdad?
- De verdad.
- Una razón más para no haberte soltado tan fácilmente. – respondió Roberto mientras besaba a Natalia por todo el rostro – Me gusta sentir tus uñas y tus dientes en mi piel. – Natalia ahogó un gemido tratando de no despertar a David – Cuando saliste del agua…la ropa se te pegaba al cuerpo y…
- No sigas por ahí, por favor… - consiguió decir Natalia con voz estrangulada.
- Trataré, pero me es muy difícil apartar esos recuerdos de mi mente ahora que te tengo entre los brazos. Tantos recuerdos… y tanto tiempo perdido… Decididamente no debí haberte soltado aquel día, ni después cuando te llevé al dispensario o a tu habitación en la posada de la Maña.
- No me encontraba en las mejores condiciones. – Roberto aún la sostenía entre sus brazos, pero las caricias se habían vuelto más tiernas y menos exigentes.
- Aún así… no puedes imaginar lo que sentí cuando, en el dispensario me pediste ayuda para…Tenerte entre mis brazos, aunque fuera para que pudieras explicar lo que quiso hacerte aquel…
- Yo también sentí lo mismo. A pesar de que no empezamos con buen pie, sabía que no me harías daño, sabía que entre tus brazos estaba segura, a salvo.
- Pero tan solo porque estábamos rodeados de gente, si hubiéramos estado a solas… no sé qué hubiera hecho contigo. ¡Por Dios, Natalia! ¡Pusiste mi mundo del revés! – el muchacho enterró el rostro en el cabello de su amada.
- Y tú el mío, ¿o te crees que es algo habitual para mí que me asalten? – Natalia, enredó los dedos en el cabello de Roberto y guió su boca hacia la de ella.
- Yo estoy dispuesto a asaltarte todos los días de mi vida.
- Prométemelo.
- Prometido. – afirmó Roberto antes de besarla de nuevo, aunque tuvo que detenerse tras varios segundos pues sentía como las risas hacían que Natalia se retorciese en sus brazos - ¿Se puede saber de qué te ríes?
- De que podemos dar gracias de que David aún no esté aprendiendo a hablar, porque las palabras que podrían estar saliendo por su boquita no iban a ser las más adecuadas para un niño de su edad.
- Entonces tendremos que hacer algo al respecto.
- ¿Se te ocurre algo? – preguntó Natalia recorriendo la espalda de Roberto con las yemas de los dedos.
- Cuando me tocas así tan solo puedo pensar en una cosa… y es de las que David no debería escuchar. – respondió en susurros.
- Pues no digas nada y bésame, solo bésame.
#1457
Roberta72
Roberta72
08/08/2013 19:11
Capítulo 161

- De verdad, no hace falta que vengáis a la estación. Se ha puesto a llover y Valeria podría coger frío. – Natalia se encontraba en el salón de la casa con Nieves y Luis. Los niños dormían plácidamente y, a pesar de llevar un buen rato de visita, nadie se atrevía a preguntar por la ausencia de Roberto – Además, no quiero ponerme a llorar como una tonta.
- Está bien, entonces nos despediremos aquí. – dijo Luis tomando de la mano a su esposa - ¿Ya tienes todo listo, Natalia?
- Sí, las maletas llevan varios días preparadas. Ya estaban en el recibidor el día que trajiste los billetes de tren, ¿recuerdas?
- Si, es cierto. Respondió Luis riéndose – Lo cierto es que no se puede decir que dejes las cosas para el último momento.
- Esta mañana Francisco ha ido a llevarlas a la estación, para que luego sea más cómodo el traslado.
- ¿Francisco? – preguntó alarmado Luis - ¿Él solo? Deberías haberme avisado para que le ayudara. Francisco está ya muy mayor y quiere hacer más cosas de las que realmente sus huesos le permiten realizar.
- ¿Cómo puedes pensar eso? ¿Cómo iba a dejarle ir solo? – exclamó Natalia entre asombrada y divertida - Roberto lo ha acompañado, tenía que pasar por la pensión donde se hospedaba a pagar la cuenta y recoger sus cosas y ha aprovechado la ocasión para ir con él.
- Sí, claro, tenía que haber pensado en ello. – fue lo único que acertó a decir Luis mientras Nieves se mantenía callada.
- ¿Pensabais que se había marchado sin nosotros?
- No, claro que no. – se apresuró a decir Luis.
- ¿Nieves? – preguntó Natalia.
- No lo sé. Aún no sé qué pensar de él. – respondió la joven entre avergonzada y enfadada.
- Gracias. – Natalia se levantó de su asiento para ir a sentarse junto a su amiga. Al acomodarse a su lado le tomó la mano que le quedaba libre y se la estrechó – No puedes imaginar lo que agradezco tu sinceridad, es lo que esperaba de ti. Sé que no confías en Roberto, aún; pero estoy segura de que llegaréis a ser tan buenos amigos como lo somos Luis y yo.
- No sé yo si…
- Yo sí. Sé que la desconfianza que sientes hacia él es debida al miedo que tienes a que me hagan daño de nuevo, pero eso no va a pasar. Dale una oportunidad, por favor… o al menos dale el beneficio de la duda. ¡Por favor! – Natalia abrazó a su amiga
- Sí, por favor. – dijo Luis al otro lado del sofá abrazándose a su esposa.
- Sí, por favor. - repitieron los amigos al unísono.
- Está bien. Tienes razón, voy a darle el beneficio de la duda. – consiguió decir Nieves mientras trataba, sin conseguirlo, de desembarazarse del doble abrazo – Pero tan solo porque tú me lo pides.
- ¡Bien! Sabía que te podría convencer. – dijo Natalia antes de estrechar aún más el abrazo y depositar un sonoro beso en la mejilla de su amiga.
- No te alegres tanto que tan solo he prometido darle el beneficio de la duda. – replicó Nieves tratando resistirse.
- Sí, como tú digas… - Natalia seguía abrazando a su amiga.
- Gracias mi amor. – dijo Luis al oído de su esposa antes de besarla en la mejilla – Sabes lo importante que es para Natalia irse sabiendo que tú estás bien y la apoyas.
#1458
arunda
arunda
09/08/2013 10:55
Gracias Roberta
despedidasnifsnifsnif
#1459
Roberta72
Roberta72
10/08/2013 21:18
- Todo está listo, ya… Perdón, no sabía que estaban aquí. – la puerta se abrió y Roberto entró por ella.
- Ya te irás haciendo a la idea. – respondió Luis sonriente mientras se ponía en pie y tendía la mano al recién llegado – Pasamos más tiempo aquí que en nuestra propia casa.
- Pero no es por verme a mí, no te engañes. – aclaró Natalia tomando a su amiga de la mano y tirando de ella para hacer que se levantara y se acercara a los hombres – La razón se llama Luisa y es la mejor cocinera del mundo.
- Lo entiendo, yo mismo he podido comprobarlo… - le dijo Roberto a Luis en voz baja recordando el surtido de postres que había puesto punto final a cada una de las comidas tomadas en aquella casa.
- Una vez más, se pone de manifiesto que un hombre con el estómago lleno es un hombre feliz. – dijo Nieves que había oído el comentario de Roberto.
- Necesidades básicas, querida, necesidades básicas. – comentó Natalia entre sonrisas.
- Pero hay otras necesidades básicas que necesitamos que también estén cubiertas, mi amor. – Luis se acercó a su esposa, se colocó a su espalda y la abrazó por la cintura mientras la besaba en el cuello.
- Luis, por favor, no estamos solos… - replicó incómoda la mujer.
- Lo sé, por eso estoy siendo tan comedido. – respondió Luis depositando un último beso antes de mirar a Natalia y guiñarle un ojo.
- ¿Decías que ya está todo listo? – preguntó Natalia volviéndose hacia Roberto, consciente de la incomodidad a la que Luis estaba sometiendo a su esposa.
- Sí, ya hemos colocado el equipaje en el tren y Francisco está esperando afuera.
- Así que ya es la hora.
- Sí, Nieves. – respondió Natalia. Luis soltó a su esposa y la dejó a solas con su amiga mientras él se acercaba a Roberto – Ya es hora de que salgamos si queremos tomar ese tren.
- Está bien. – Nieves tomó aire, buscando las fuerzas que sentía que le faltaban – Cuídate mucho y cuida también de David. ¡Qué tonterías digo, si no tienes ojos más que para tu precioso bebé! Y… y no dejes que nadie te diga nada que no quieras oír… si alguien se atreve a… - Nieves temía por la reacción de la gente al ver llegar a su amiga con su hijo en los brazos. En su círculo más cercano nadie se había atrevido a decir nada, en parte por que no se habían enterado y en parte por la influencia y la posición social de Natalia, aunque le habían llegado noticias de que la gente murmuraba a sus espaldas, pero no tenía la menor idea de cómo reaccionarían los habitantes del pueblo al que se dirigía, incluidos los familiares de Roberto – Tú nos avisas e iremos a buscarte para…
- No va a pasar nada de eso, puedes estar bien segura. – Natalia conocía a sus amigos y sabía que si tenía necesidad de ellos, los tendría a su lado al instante – Yo no permitiría que nadie dijera nada de mi hijo y en cuanto a mí… estoy segura de que Roberto defenderá mi buen nombre, si es que alguien se atreve siquiera a insinuar algo.
- Lo sé. – aceptó Nieves – Pero aún así no olvides mi ofrecimiento.
Las dos jóvenes miraron a los padres de sus hijos y los encontraron a una decena de pasos de ellas, mirándose con seriedad y hablando. Finalmente se dieron un fuerte apretón de manos y se giraron a mirar a sus mujeres a las que sonrieron al sorprenderlas mirándolos.
- Son guapos, ¿no es cierto? – preguntó Natalia.
- Sí, la verdad es que tenemos muy buen gusto. – respondió su amiga – ¿De qué estarían hablando?
- No lo sé, y la verdad es que no sé si quiero saberlo. Ahora entiendo a Luis cuando tú y yo nos ponemos a cuchichear. – comentó Natalia haciendo un mohín.
#1460
Roberta72
Roberta72
12/08/2013 19:13
- Natalia… - llamó Roberto tendiéndole la mano.
- Sí, lo sé.
La muchacha se separó de su amiga y caminó hacia Roberto. Como si aquellas palabras se hubieran oído fuera de la habitación, un discreto golpe sonó en la puerta y Mariana y Clara entraron llevando a los bebés en brazos.
- Natalia, - dijo el ama de llaves – David ya está listo.
- Gracias, Mariana. – Natalia tomó la chaqueta que había dejado previamente en el respaldo de uno de los sofás y se la puso. Roberto se apresuró a ayudarla y ella le agradeció el gesto con una sonrisa y una caricia. Cuando estuvo lista, se acercó a la mujer y tomó a su hijo en brazos. – De verdad, muchísimas gracias. Sin tu ayuda, sin vuestra ayuda – rectificó al ver a toda la servidumbre que se había acercado a despedirlos - estos últimos meses hubieran sido… muy difíciles.
- Calla, chiquilla, calla, o nos vas a hacer llorar a todos. – por una vez, la mujer se tomó la libertad de tratar con familiaridad a su señorita frente a alguien más – No me vas a tener cerca para cuidar de ti, ni de él, – dijo señalando a David – pero sé que vais a estar muy bien cuidados y no os va a faltar de nada.
Al pronunciar aquellas palabras, la mirada de la mujer se volvió hacia Roberto y le sonrió. En aquel momento, se dio cuenta el joven de lo importante que era para él tener el beneplácito de la mujer que había cuidado desde siempre de la madre de su hijo.
- Bueno, marchaos ya, – dijo Luis tomando a su hija en brazos y colocándose junto a su esposa – o toda esta despedida no va a servir de nada porque os vais a quedar en tierra.
- Gracias, Luis, gracias por… todo. – Natalia se acercó a él y lo besó en la mejilla, mientras él respondía arrugando la nariz, tratando de quitar importancia a lo que había hecho durante los últimos meses – Cuida de tus damas, ¿de acuerdo?
- A sus órdenes, jefa. - respondió sonriente - Y cuida tú de tus caballeros.
- Por supuesto, eso no tienes ni que mencionarlo.
- Adiós. – Roberto se acercó a Nieves. Ya se había despedido de Luis y no quería irse sin antes haberle dicho unas palabras a la esposa de éste – Puede estar tranquila por Natalia y David. Le aseguro que ellos son lo prioritario en mi vida y que no permitiré que nada malo les suceda. Nunca más tendrá necesidad de reclamarme nada, se lo aseguro.
- Lo sé. Os deseo que os vaya muy bien… y no estoy hablando solo del viaje.
Al oír aquellas palabras de su amiga, Natalia se acercó de nuevo a ella y la besó.
- ¿Ves? – Natalia le habló a Nieves al oído - Acabarás siendo tan amiga de él como yo de Luis, y acabarás queriéndolo tanto como yo quiero a Luis.
- No lo creo… - Nieves esperó para responder a que su amiga saliera por la puerta de la casa.
- Te digo que sí… - se oyó la voz de la joven Reeves ya desde el exterior.
- ¿De qué estabais hablando? – preguntó Luis mientras observaba cómo el carruaje de Natalia se alejaba ya calle abajo camino a la estación que debía llevar a la familia de vuelta a Andalucía.
- Me decía que con el tiempo acabaré apreciándolo.
- ¿A Roberto?
- Sí. – cuando el carruaje dobló la esquina, el matrimonio se retiró al interior de la casa - En realidad me ha dicho que Roberto, acabará siendo mi amigo, tal y como tú lo eres de ella y que acabaré queriéndolo tal y como ella te quiere a ti.
- ¡Ah, no! ¡Eso sí que no! – exclamó Luis fingiendo indignación – No pienso permitir que quieras a nadie más que a mí.
- Pero a ti, Natalia si que puede quererte…
- Por supuesto. Es algo que no puede evitar, querida. Simplemente has de admitir que soy… irresistible. – Luis bromeaba con su esposa, tratando de evitar que ésta se sintiera demasiado triste por la partida de su amiga, sentimientos que a él le embargaban.
- ¿Irresistible? En ocasiones pienso que más bien eres insoportable e insufrible. – Nieves conocía demasiado bien a su marido y sabía que aquellas bromas los ayudarían a superar los primeros momentos de la partida de su amiga, por lo que se mostró dispuesta a seguirle la corriente.
- Pero también irresistible, ¿o no? – insistió él.
- Si, lo admito, también irresistible… Pero tan solo en ocasiones, no te creas.
- Entonces creo que deberíamos irnos a nuestra casa.
- ¿Por alguna razón en especial? – preguntó Nieves mientras se colocaba el sombrero.
- Porque voy a demostrarte lo irresistible que soy… en ocasiones.
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