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El Barco: El Final que a mí me habría gustado ver (FINAL Subido)

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JRobertoC
JRobertoC
08/03/2013 16:51
La intención de este minific no es ponerle un final a la serie, sino simplemente compartir con vosotros el final que a mí me habría gustado ver y las explicaciones que me habría gustado conocer, pero como eso no ha sido posible, pues me he puesto a teorizar. Obviamente El Barco, podría terminar de muchas maneras y lo sucedido con el proyecto Alejandría y demás tramas abiertas podrían tener un sinfín de explicaciones a cuál más extrañas o fantasiosas.
En este caso es solo mi manera de verlo.


Primera parte:



Las olas desvanecidas acariciaban la inmensidad de la arena dorada arrastradas por el desplante de una marea suave, mientras, los pasos de dos hombres que se miraban en silencio se escuchaban por encima del sonido del mar.

A lo lejos, majestuoso, justo donde la línea del cielo abraza al horizonte, engalanaba el azul paisaje El Estrella Polar. Ulises dejó su metralleta sobre las pequeñas rocas que se mezclaban con la fina arena al tiempo que miraba a Ernesto Gamboa.

-- Voy a por la zodiac ¿vale? – dijo el joven mirando a Gamboa, este asintió con un gesto de su cabeza sin devolverle la mirada. Los ojos de Gamboa estaban fijos en el barco.

Únicamente cuando Ernesto vio ante sí la espalda de Ulises, fijó su mirada en él por un instante, después, se agachó a recoger el arma que el joven había dejado tirada para lanzarla más lejos aún. Con adusto gesto, sacó una pistola que llevaba colgada en la parte de atrás de su pantalón y echó a andar detrás de Ulises.

El polizón se giró un momento después al sentir a Gamboa a su espalda, Ernesto, levanto su brazo derecho y le apuntó con el arma; el agua salada les cubría a ambos por encima de la rodilla. Ulises le miró con una mezcla de sorpresa y resignación, inclinó la cabeza por un momento y resopló para mirar de nuevo a Gamboa mientras una triste sonrisa se dibujaba en su rostro.

- ¿Vas a matarme verdad? – la voz seca de Ulises rompió de pronto el pesado silencio. Gamboa le miró fijamente y se acercó al joven dando dos pasos y entrecerró los ojos con una expresión firme.


90 minutos antes…

Piti, con la máscara puesta caminaba lentamente hacia la casa, en su mente se repetían incesantes las palabras de la capitana francesa y su cerebro intentaba encontrar desesperadamente una salida a la complicada situación que tenía ante sí.

Max y Julián desde la ventana le apuntaban esperando nerviosos cualquier movimiento extraño.

- Lo tengo, lo tengo a tiro – masculló Max entre dientes.
- ¿Qué leches pretende ese tío? – preguntó Julián.
- No lo sé, pero sigue acercándose – respondió Max mientras Piti seguía avanzando hacia la casa del mismo modo que un condenado a muerte hacia su ejecución. – Podría llevar explosivos en su cuerpo y hacernos volar por los aires, no podemos dejar que se acerque más – añadió Max – Voy a disparar – dijo al tiempo que su dedo índice se curvaba sobre el gatillo.

De pronto una idea cruzó el pensamiento de Piti, llevaba en la mano el chicle que uno de los hombres del barco francés le había dado. Se lo había quitado de la boca justo cuando le pusieron la máscara y se lo había dejado en la mano olvidándose de tirarlo. Con un rápido movimiento se lo pegó en la frente del capuchón rogando al cielo que alguien de la casa lo viera.

Sus plegarias fueron escuchadas, la imagen pasó por la cabeza de Julián recordando justo el momento en el que él mismo le había pegado un chicle a Piti en la frente para castigarlo al inicio de la travesía. Con un desesperado grito frenó a Max que estaba a punto de disparar.

- ¡Max no! ¡Es Piti! – La mano de Julián bajó el arma de Max cuando el disparo salía - ¡Es Piti! Lleva un chicle pegado en la frente.
-¡Es verdad! ¡Es Piti! -- Exclamó Vilma con algarabía.
- Preparad las armas, vamos a cubrirle todos – ordenó De La Cuadra apostándose de nuevo en la ventana – ¡Corre Piti, Corre! – gritó entonces.
- ¡Corre Piti Venga! – acompañó Vilma en el grito mientras el joven comenzaba a correr hacia la casa.

La capitana comenzó a disparar sobre Piti y en seguida sus hombres la imitaron, los de la casa respondieron el fuego para proteger a su amigo que se vio en medio de las balas cruzadas y justo cuando estaba a punto de llegar a la casa, una de ellas obsequiada por la capitana francesa, se incrustó en su espalda.

Piti sintió el desgarro del metal en su carne y por un instante se le cortó la respiración antes de emitir un agudo alarido, con apenas fuerzas, su cuerpo empezó a caer y el joven intentó llegar hasta una palmera para guarecerse. Con un largo y lastimero grito de dolor consiguió su objetivo antes de quedar inconsciente en el suelo.

- Piti… - susurró Vilma con lágrimas en los ojos - ¡Piti! – gritó después con voz angustiada. - ¿Estás bien? – preguntaba repetidamente la joven ante el silencio de Piti.

Los disparos cesaron en ambos lados y los de la casa intentaban descubrir en el cuerpo de su compañero algún movimiento que les indicara que aún estaba vivo, pero Piti no se movía. Todos guardaron silencio ante el temor de que sus gargantas traicionaran sus lúgubres pensamientos.


Al mismo tiempo en el Estrella Polar, Gamboa entra en el camarote de Burbuja, el joven sentado en la cama le sonríe y Ernesto se acerca a él cogiéndolo bruscamente por la camiseta para levantarlo de la cama.

- Escúchame bien idiota, porque solo te lo voy a decir una vez – el gesto de Gamboa era inflexible y el rostro de Burbuja se tornó serio.- Necesito que vuelva Roberto – La puerta del camarote se abrió de repente y Marimar entró.
- Hola Ernesto – saludó ella con tono frío, Gamboa se giró para mirarla. Ambos se sostuvieron la mirada con gesto desafiante hasta que Ernesto volvió su atención nuevamente a Burbuja
#1
JRobertoC
JRobertoC
08/03/2013 16:53
- Ahí fuera, está Alexander, el dueño de todo lo que queda en este mundo – le dijo aun sosteniéndolo por la camiseta. Marimar se acercó y quitó las manos de Gambia de la ropa de Burbuja. Gamboa la miró de reojo y continuó hablando – Le he dicho, que has estado fingiendo todo este tiempo ser un tonto – las palabras de Gamboa provocaron que Burbuja le mirara con confusión. – Están tiroteando a tus amigos en la isla, tienes que fingir ser Roberto y decirle que te acuerdas del contenido de la carpeta roja – añadió Ernesto con voz dura – o estamos todos muertos.

Burbuja le miró nervioso, entrelazó sus manos y bajó la mirada moviendo la cabeza de un lado al otro.

- Pepero yo yo no me me puedo hacer papasar por Rooooberto – respondió Burbuja alterándose un poco – tetengo uuna buburja en la en la la cabeza.
- Solo tú puedes salvarles, si no lo haces toda la gente que quieres, toda la gente que conoces – Gamboa hizo una pausa ante la desesperación de Burbuja – toda, morirá, incluido tú, incluida Valeria, incluida Marimar – agregó Ernesto mirando hacia la joven. – Todos – enfatizó Gamboa.
- Pero yo yo no soy Rooberto – parloteó Burbuja ante la exasperación de Gamboa – a a mí me me gusta jujugar a los pipiratas, a a los detectives y cocoleccionaar caniiicas, yo noo nooo soy comooo él, nooo – Ernesto se llevó las manos a la cabeza irritado. El rostro de burbuja se puso engranado mientras unas lágrimas empezaban a humedecer sus ojos. – Noooo.


Piti sintió una terrible punzada en la espalda cuando minutos después recobró el sentido, su visión estaba ligeramente nublada pero a lo lejos, en su cabeza resonaba la voz de Vilma llamándole; como pudo se incorporó y se apoyó en el tronco de la palmera que le servía de parapeto.

- Estoy bien – dijo con la voz ahogada por el dolor – No os preocupéis.
- ¡Piti! – Le gritó Julián – no te preocupes, que no sé cómo, pero te prometo que iremos por ti.
- No, no, yo estoy bien, tengo sombrita y airecillo – Piti trató de sonreír para que sus compañeros no notaran que estaba malherido – hasta chicle tengo – añadió sarcástico.

- Piti no hagas tonterías, que si no, voy a tener que ponerle tu nombre al bebé – le dijo Vilma más tranquila después de escuchar que él estaba bien. – pero ten cuidado que estás en medio de un fuego cruzado. – le pidió la joven sonriendo.
- Eso no puedo prometértelo corazón – susurró Piti para que no le oyeran – Venga, tranquilos, solo tengo un rozón en la… en la pierna – mintió -- aquí es más fácil que me caiga un coco en la cabeza a que esos pardillos me den – dijo ahora en voz alta provocando la sonrisa de Vilma. – además Vilma, ya sabes que no es niño y Pedrita no creo que le quede bien – agregó de broma.

La frente de Piti comenzó a llenarse de sudor frío, y el joven se estremeció.

- Ricardo, nos estamos quedando sin balas – gritó Julián – estamos jodidos.
El capitán, sentado en la habitación junto a la bañera y con el rostro pálido y demacrado, escucho la voz de su primer oficial. No sabía qué hacer para sacar a su gente de esa situación, en su cabeza solo rondaba el pensamiento de que su hija Valeria se moría y él no podía hacer nada. Ricardo Montero estaba paralizado por el miedo y hundió su cabeza entre sus manos.

- Papá, tengo sueño - susurró Valeria apenas con un hilo de voz. La doctora Wilson la escuchó y se acercó a ella tocando su perlada frente.
- Cariño ey, ey – le dijo Julia con ternura – es importante que no te duermas cielo – la expresión de Julia era de franca preocupación cuando miró a Ricardo que en ese momento tenía la mirada perdida, la niña estaba cada vez más débil. - ¿Por qué no vas pensando en ese cuento que te gusta mucho? – Julia acarició la carita de Valeria – ese del pirata bueno y me lo cuentas ahora ¿vale?
- Vale – respondió la niña que sentía que sus ojos se cerraban.
- Ricardo – llamó la doctora acercándose a su marido – le está bajando la temperatura corporal – el capitán pasó una mano por su rostro sin saber que contestar – yo puedo mantener la hemorragia a raya, pero tenemos que extraerle la bala o… - Julia dejó la frase en el aire. Ricardo la miró compungido y a punto de sollozar. – Para sacarle la bala necesito el instrumental – Julia continuaba – y está en el Estrella. - El tono de Julia era apremiante.

El capitán abrió la boca como queriendo decir algo pero las palabras no brotaron de su boca, miró a su hija y después a Julia.

Marimar cogió las manos de Burbuja entre las suyas mientras el nerviosismo de este iba en aumento.

- A Roberto también le gustaba jugar a los detectives y coleccionaba un montón de cosas – le dijo la chica mientras pasaba su mano por la mejilla del joven para tratar de tranquilizarlo – si alguien te puede enseñar a hablar y a actuar como él esa soy yo – añadió Marimar con cariño, los labios de Burbuja temblaban y tragaba saliva con dificultad, su lengua paseaba por sus dientes a la vez que empezaba a respirar más agitado – Yo conocía a Roberto mejor que nadie – Burbuja gimoteaba ligeramente, esquivando los ojos de la chica que una vez fue su novia.

Gamboa les miraba con resignación, no podía salir bien, se repitió a sí mismo. Por un momento el colombiano había tenido la esperanza de que las palabras que le había dicho a Alexander fueran verdad y Roberto estuviera fingiendo, pero después de verlo en ese momento esa idea le pareció absurda.

- Estamos muertos – dijo Gamboa entre dientes – por mucho que lo intentes, él no dejará de tartamudear, no podrá fingirlo – Ernesto se encaminó hacia la puerta después de mirar a Marimar.
- Eesos paaaapeles eran sesecretos – dijo Burbuja haciendo que Gamboa se detuviera por un momento – nooo puede ser bubueno que loos teeenga eeese hombre yyy laaa caaarpeta la tiene eel capitán, siii si – agregó Burbuja.
- El capitán la quemó – informó Ernesto con voz fría mientras abría la puerta y se iba dando un golpe en ella.

Burbuja miró la puerta fijamente y después apretó con su mano la mano de Marimar, la joven pasó sus dedos por la barbilla de Burbuja.
- Juntos podemos lograrlo – le dijo mirándolo con infinita ternura y tratando de animarlo mientras él bajaba la cabeza frunciendo el ceño.


- ¿Estás bien? – preguntó Max a Ainhoa mientras se sentaba junto a ella en el suelo. El joven de ojos claros cogió la mano de Ainhoa, entonces una ráfaga de disparos se escuchó con violencia fuera de la casa, Max abrazó a la joven mientras los demás trataban de agacharse por si las balas comenzaban a entrar.
#2
JRobertoC
JRobertoC
08/03/2013 16:54
Ainhoa se refugió en el pecho masculino y el la abrazó con más fuerza mientras sonreía, ella levantó su rostro hacia él y correspondió la sonrisa. Por un minuto se miraron fijamente, la emoción entre ellos era palpable.

De pronto Ainhoa dejó de mirarlo para poner su atención en el ensordecedor ruido de los disparos.

- No nos disparan a nosotros – musitó la joven. En ese momento un violento golpe se escuchó por una puerta lateral de la casa y Ulises entró por ella tirando las tablas que habían puesto como refuerzo, él polizón iba seguido de Ramiro, Cho y Palomares, todos bien armados con sendas metralletas.

Después de la sorpresa inicial que les provocó a todos el ver a sus compañeros, Ulises miró a Ainhoa, en sus labios empezaba a dibujarse una sonrisa cuando sus ojos se percataron de que las manos de ella estaban entrelazadas con las de Max, entonces el gesto que iba a ser de felicidad por ver a la mujer que amaba, se congeló en su rostro.

Durante segundos que parecían interminables, ambos se miraron mientras Max soltaba la mano de la joven.

Ulises se acercó a su padre y lo abrazó, Julián de la Cuadra sintió que el alma le volvía al cuerpo al ver a su hijo vivo.

- Sabía que estabas vivo, hay que ser padre para entenderlo – le dijo Julián mientras Ulises le sonreía.

Mientras Cho y Ramiro distribuían la munición que habían traído, Ulises les explicó donde habían visto ellos situados a los hombres que los atacaban para que reforzaran puntos estratégicos de la casa.

Vilma sonrió mirando a Cho y este sintió que el corazón le daba un vuelco, el joven le devolvió la sonrisa con semblante extasiado, acababa de darse cuenta de que estaba enamorado de Vilma.

Ulises y Ainhoa cruzaron sus miradas en varias ocasiones y Max los observaba en silencio, hasta que el propio Ulises le miró a él. Los dos hombres se sostuvieron la mirada con un gesto extraño, con una complicidad que solo ellos sabían.

Julián mandó a sus hombres a cuidar cada rincón por donde se les pudiera colar alguno de los hombres que mandaba la capitana francesa y después se dirigió a su hijo.

- Hijo, ¿dónde leches has estado? ¿Dónde fuiste cuando os sacaron del rascacielos? – le preguntó curioso – Ulises le miró y después miró de reojo a Max por un momento, para después volver su mirada hacia su padre.
- Estábamos equivocados papá, puede haber mucho más que esta isla ahí fuera – Ulises metió la mano al bolsillo y sacó dos puros de los que le gustaban a su padre – cuando todo esto pase, nos los fumaremos juntos y te lo explicaré todo. - Julián los guardó en su camisa y Ulises se acercó a la ventana que cubría Max.

Ambos hombres volvieron a mirarse.


Flash back


Max avanzaba por el interior de la isla guiado por un mapa, algunas ramas le habían ocasionado heridas en el rostro mientras corría. Había salido durante la noche dejando solos a los demás, pero tenía algo que hacer, algo que no podía esperar.

Después de varios kilómetros de frenética carrera se detuvo de nuevo para mirar el mapa, se lo sabía de memoria, cada punto, cada referencia. Cuando estaba verificando que iba por el camino correcto escuchó un ruido a sus espaldas y se giró cogiendo al mismo tiempo su pistola, entonces le vio y lentamente bajó el arma.

- ¿Tú? – preguntó al reconocer a Ulises. - ¿Cómo rayos has llegado tan pronto?
- Cuando nos metieron en el barco francés Marimar y yo nos robamos una lancha de motor, llegamos hace poco – explicó Ulises – ella va a ir al Estrella, el submarino está por llegar y el barco francés también.
- Pues entonces tenemos que apurarnos – replicó Max – algunos de tus amigos están en la playa, Ainhoa y tu padre entre ellos.
- Pues venga – apremió Ulises – ¿sabes lo que tienes que hacer? – Max asintió con la cabeza y entonces ambos se internaron en la isla para encontrar a Marimar.
Fin del flash back


Ulises se acercó a Max y le miró, después de devolverle la mirada, Max se puso junto la ventana mirando hacia fuera.

- Me la has jugado bien – le espetó Ulises de pronto. Max giró la cabeza inquisitivamente – con la foto – le aclaró Ulises. Max suspiró – me he roto la cabeza pensando quien había sido el hijo de perra que le había dado mi foto con Dulce a Ainhoa y no ha podido ser nadie, más que tú – acusó el joven polizón – lo he confirmado ahora que os he visto cogidos de la mano – Max apretó los labios y movió la cabeza afirmativamente.

- Sí, he sido yo – aceptó – y si para estar cogido de la mano de Ainhoa tengo que ser un hijo de perra – Max miró a Ulises con firmeza – lo seré una, dos y un millón de veces si hace falta, porque merece la pena.
- ¿Sabes? – Musitó Ulises – te entiendo, yo podría haber hecho lo mismo – los ojos de Ulises se volvieron duros – yo no voy a dar un paso atrás, porque yo no concibo la vida sin Ainhoa y voy luchar por ella con uñas y dientes ¿estamos?

En ese momento los de fuera comenzaron a disparar y Max y Ulises juntos respondieron al fuego.

Los disparos se detuvieron, la mirada de Max se cruzó con la de Piti y el joven se dio cuenta de que algo no iba bien. Piti se había movido un poco al escuchar los disparos y Max vio la mancha de sangre sobre el tronco del árbol.

- Entonces tenemos dos problemas – dijo Max continuando la conversación – y en este momento el más urgente, es ese – añadió el joven señalando hacia Piti para que Ulises lo viera. Ulises miró hacía donde Max le indicaba y vio también la sangre en el tronco de la Palmera.
- Piti está malherido capitán – dijo Ulises cuando vio a Ricardo acercarse. Ricardo cerró los ojos dejando ver en su rostro las huellas de la frustración que sentía, un golpe más para la ya precaria situación que estaban viviendo – no está herido en la pierna como dijo, su herida es en la espalda -- comentó Ulises.

Los ojos de Vilma se llenaron de lágrimas cuando escuchó que Piti estaba mal herido y comenzó a balbucear, la joven se asomó por la ventana y miró el rostro pálido y desencajado de Piti.



(Continuará)
#3
Anaelbarco
Anaelbarco
08/03/2013 17:55
¡Está muy chulo! Síguelo cuando puedas. sonriente
#4
dchamadoira
dchamadoira
08/03/2013 18:16
BRAVO, BRAVO! bravo ¡Enserio, increíble! Síguelo pronto ;)
#5
AlbaBeHappy
AlbaBeHappy
08/03/2013 19:05
Siguelo que me has dejado intrigadisiiima! :)
#6
KateSyd
KateSyd
08/03/2013 22:31
Me ha gustado mucho, continúalo pronto.

Gran detalle añadir el flashback, lo has puesto muy interesante. Tu forma de narrar el capítulo como si lo estuviéramos viendo es magnífica lengua

Aunque eso sí, demasiado y asombrosamente corto.
#7
yoyo91
yoyo91
09/03/2013 11:26
Me gusta mucho como escribes, continualo cuando puedas :)
#8
JRobertoC
JRobertoC
10/03/2013 16:32
Gracias, os dejo la segunda parte:


Segunda parte



Vilma comenzó a mover sus manos nerviosamente, con los dedos entrelazados, las lágrimas resbalaban incontroladamente por sus mejillas.

- Piti no, él no… - dijo entre sollozos, Cho se acercó a la joven y ella se recargó en su pecho. Él sintió que su corazón se rompía, el dolor que en ese momento laceraba el corazón de Vilma, no era dolor solo de amigos. Cho supo entonces que Vilma no había dejado que amar a Piti. Su rostro se llenó de infinita tristeza pero también entendió que un amor como el que Piti sentía por Vilma era único y especial, Piti había renunciado a ella solo por verla feliz aunque fuera sin él.

- Tú lo quieres – le dijo Cho cogiendo la barbilla de Vilma entre su dedo índice y pulgar y levantándola dulcemente para mirar los preciosos ojos de Vilma que estaban bañados en agua salada. – Yo te lo voy a traer – añadió Cho con firmeza, pero Vilma no le escuchó, en su cabeza solo estaba la imagen de Piti ensangrentado.

El capitán miró a su alrededor y observó cómo cada uno de sus tripulantes estaba atrincherado defendiendo palmo a palmo a los demás. Se sintió avergonzado por su actitud y orgulloso por su gente.

- Escuchadme todos – les dijo con voz autoritaria – Voy a ir al barco, necesitamos refuerzos – su mirada se detuvo en Ainhoa –y Julia necesita material quirúrgico para extraer una bala – todos miraron al capitán de manera sobresaltada – Han herido a Valeria – Ainhoa se llevó las manos al rostro y se levantó de inmediato para ir con su hermana pequeña – Necesito que me cubráis – pidió el capitán.

El rostro de todas las personas que se encontraban allí cambió de expresión cuando supieron que la pequeña Valeria estaba herida, cada uno exteriorizó una profunda angustia.

- Yo voy contigo – se ofreció Julián de inmediato.

- No – negó Ricardo -- alguien tiene que quedarse al mando.

- Que se quede al mando tu tía la de Córdoba, copón – le respondió Julián – iré contigo y punto – replicó Julián.

- Iré yo capitán – Max se levantó y fue hacia Ricardo ante la mirada de Ulises que lo observaba con el ceño fruncido. – Soy más rápido, puedo ir y volver en la mitad de tiempo que usted. – Ricardo le miró con un hondo agradecimiento – además – sonrió Max – los bajitos podemos esquivar mejor las balas ¿no?



Gamboa entró en el comedor del Barco, sentada en una de las mesas estaba su hija, esa hija que Alexander le negaba. Ernesto tragó saliva y se acercó a ella, la niña estaba dibujando. Gamboa se sentó a su lado y la miró como solo un padre puede mirar a un hijo, pero la niña no lo notó.

- Tu mamá también dibujaba muy bien pero tú lo haces mejor – le dijo Ernesto con la voz casi quebrada al ver en el dibujo la figura de una niña que la representaba a ella, tomada de la mano de un hombre… Alexander.

- ¿Tú conocías a mi mamá? – preguntó la niña levantando la cabeza hacia Gamboa mientras lo ojeaba curiosa.

- Sí – respondió Gamboa sintiendo un nudo en la garganta – era la mujer más guapa y más lista que he conocido, tú te pareces mucho a ella. – la niña dejó que una sonrisa triste se esbozara en su carita.

- Yo no me acuerdo de ella – dijo con voz melancólica y haciendo un mohín afligido con la boca – ni de nada. Mi papá me ha dicho que tuvimos un accidente y que ella murió y yo estuve enferma mucho tiempo, dormida, respirando por un tubo. – La niña lo miró largamente - ¿qué le pasó a tu hijita? Mi papá me dijo que tenías una ¿se murió? – preguntó la niña.

-No – negó Ernesto con vehemencia – ella tuvo un accidente – le contó – así como tú – en el rostro de la pequeña se dibujó la pena – pero ya está bien – añadió Gamboa con una media sonrisa – como tú.
- Y ¿por qué no estás con ella? – Inquirió la niña – mi papá siempre está conmigo – Gamboa sintió que le punzaban el alma al escuchar esas palabras – dónde va él, voy yo, es la persona que más quiero en el mundo – agregó la pequeña sonriendo.

En ese momento entró Alexander que miró burlonamente a Gamboa mientras sonreía a la niña que le miraba con inmenso cariño.

- Tú también eres la persona que yo más quiero en el mundo princesa – dijo Alexander acariciando la cabeza de la cría. Gamboa sintió que la ira se apoderaba de él, al ver como ese hombre le robaba las caricias y las sonrisas de su hija. – ¿Nos dejas hablar a solas un momento?

La hija de Gamboa sonrió nuevamente mientras asentía con la cabeza, cogió el dibujo que había hecho y se lo extendió a Gamboa.

- Es un regalo para tu hija – le dijo ella con voz dulce antes de irse. Gamboa la miró con ojos húmedos.

Cuando la niña se fue Alexander se sentó frente a Gamboa y le miró con desprecio.

- ¿Dónde está Roberto? – Gamboa tragó saliva, sabía que Burbuja jamás podría hacerse pasar por Roberto. En ese momento se arrepintió mil veces de haberle metido la cabeza en el agua y ser el culpable de que su amigo estuviera así.
- Vendrá enseguida – respondió Ernesto a pesar de todo – Oye, entregarte a Roberto es como darte la carpeta roja, y el trato era mi hija por la carpeta.
- Si quieres que le diga a tu hija quién eres, tendrás que hacer un último trabajo para mí – Alexander le miró con ironía – tendrás que matar a Ulises Garmendia – dijo mientras sacaba un arma y se la daba a Gamboa. – Y es innegociable.

Estela estaba escondida tras la puerta escuchando la conversación que su padre tenía con Gamboa.

- ¿Por qué a Ulises? – Preguntó Gamboa sorprendido
- Porque sabe demasiado - respondió Alexander con sequedad.
- ¿Qué sabe? – insistió Gamboa.
- Sabe incluso más de lo que sabes tú – dijo el calvo. Gamboa le miró en silencio sin comprender. Cogió la pistola y se levantó -- tendrás que demostrarme que matas a Ulises si quieres tener a tu hija.
- Lo haré - dijo Ernesto en tono seco.


Casi al mismo tiempo en la isla, Max se alistaba para salir de la casa e ir al barco a buscar lo que necesitaba Julia para extraer la bala de Valeria.

- Si crees que voy a dejar que te cuelgues las medallas tú solito estás equivocado – le dijo Ulises sonriendo, Max le devolvió la sonrisa – yo voy contigo, necesitas quien cuide tu espalda. – Max suspiró con fuerza.
- Hay dos montones de arena en los ejes de la puerta – explicó Max – cuando dispare sobre ellos aprovecharemos para salir entre la cortina de humo, tendremos pocos segundos – Ulises le escuchó con atención – muy pocos – recalcó.

Vilma se encontraba junto a Salomé llorando desconsoladamente por la situación de Piti, Cho la observó y se acercó a ella dándole un beso en la mejilla, Vilma apenas le miró.

- Te quiero mucho – le dijo Cho – nunca lo olvides – pidió sonriendo. Vilma devolvió la sonrisa por instinto, pero ella, ella no estaba allí.

Cho había escuchado la explicación que Max le había dado a Ulises, y el joven tenía sus propios planes, mientras Ulises y Max seguían hablando.

- Siento lo de la foto – se disculpó Max – estuvo feo – dijo mientras Ulises movía la cabeza afirmativamente. – Suerte – añadió sonriendo.
Ulises y Max estaban preparados, los demás apostados en las ventanas para cubrirles, Cho y Salomé listos para abrir la puerta.
#9
JRobertoC
JRobertoC
10/03/2013 16:33
En segundos interminables, la puerta se abrió y Max disparó de manera acertada en la arena haciendo que se levantara una humareda, ambos salieron corriendo y disparando para perderse de la vista de los franceses que abrieron fuego enfurecidos, pero algo imprevisto sucedió.

Cho salió detrás de ellos como una exhalación y se dirigió a Piti, él lo miró sorprendido y sin entender que pasaba.

- ¿Pero qué coño haces?– Le dijo Piti con voz cansada.
- Te voy a llevar con Vilma – respondió Cho, mientras izaba a Piti – vas a tener que correr lo mejor que puedas – dijo el chino mientras el humo comenzaba a desvanecerse. Cho lo ayudó a incorporarse, a Piti le fallaban las entumecidas piernas.

Ambos corrieron hacia la puerta de la casa mientras los disparos se cruzaban de ida y vuelta. El ruido de la balacera era impresionante. Cho sostenía con fuerza a Piti y le ayudaba a desplazarse.

- Pero ¿Qué ha hecho este gilipollas? – Gritó Palomares desesperadamente.
- Ha ido por Piti – le dijo Ramiro disparando para cubrir a sus amigos.
- Piti… -- susurró Vilma cuando escuchó a Ramiro.

Los jóvenes estaban a punto de llegar a la puerta de la casa cuando la francesa disparó sobre Cho dándole en la cabeza, el joven cayó de bruces en el suelo muriendo instantáneamente con una brecha abierta en la nuca por la que brotaba sangre de manera abundante, la arena se tiñó de rojo. Piti le vio caer y trató de volver hacia él, pero Ramiro que había abierto la puerta, lo cogió de un brazo tirando de él hacia el interior de la casa. Palomares disparó para contrarrestar el fuego y uno de sus disparos alcanzó el pecho de la capitana que se desplomó herida de muerte.

Vilma se abrazó a Piti desconsolada por lo sucedido, pero Piti se había desmayado por el esfuerzo. Ramiro y Julián recostaron a Piti sobre un colchón para que la doctora Wilson lo revisara, el joven ardía en fiebre. Durante un momento que pareció eterno, Julia logró controlar la hemorragia que Piti tenía en la espalda.

Nadie se dio cuenta de que una bala hirió a Salomé en un brazo. La cocinera se fue hacia una esquina donde nadie se percató de lo sucedido.

Como pudo, Salomé se puso un paño en la herida para evitar que la sangre siguiera fluyendo. Por el rabillo del ojo vio que Julián no lo había notado y se quedó más tranquila, no quería aumentar las preocupaciones que en ese momento tenía el padre de su futuro bebé.

Ricardo continuaba disparando sin control en una de las ventanas sin darse cuenta de que no estaba bien protegido, las imágenes de Valeria herida lo impulsaban a querer acabar con los desgraciados que habían lastimado a si hija.

- Ricardo, joer – le gritó Julián -- no puedes estar a pecho descubierto -- le riñó – vete con tu hija, necesita que estés a su lado. – Ricardo respiró hondo y trató de calmar la furia que sentía, asintió a su amigo y se fue junto a Valeria. Poco a poco los disparos fueron cesando.

Dos de los franceses se habían ido a perseguir a Ulises y a Max mientras la capitana exhalaba su último aliento. Lo que la pobre mujer nunca supo es que Alexander les había engañado y luchaban por un falso motivo.



Ventura le había preparado la merienda a su nieto Ratón, pero él no tenía ganas de comer, miraba a los hombres de Alexander que iban y venían por el barco, con sus armas preparadas para cualquier eventualidad o… casi, para cualquier eventualidad.

- Tienes que merendar o Valeria se enfadará contigo cuando regrese porque pensará que estás enfado tú con esa mala cara que tienes. -- Le dijo el anciano con tono cariñoso mientras le acercaba un sándwich de jamón y queso y una taza de chocolate.
- ¿Cuando uno no merienda se le pone mala cara? – preguntó inocentemente el niño mirando de soslayo a uno de los hombres de Alexander que vigilaba la cocina.
- Pues si – asintió el anciano tratando de convencer a su nieto de que merendara a pesar de la situación.
- Entonces… - Empezó el crío pensativo –… ¿esos hombres tienen mala cara porque no han merendado? – inquirió Ratón. Ventura suspiró y puso cara de circunstancia ante la ocurrencia de su pequeño nieto.
- Yo creo que esos hombres ya nacieron con mala cara – respondió sin pensar el hombre mayor – pero sí – se autocorrigió al ver que el niño no le había comprendido. – Hay que merendar para tener buena cara y tener fuerza.
- Uy, entonces si ellos no meriendan no van a tener fuerza abuelo – Ventura arqueó las cejas y miró al niño forzando una sonrisa – son nuestros invitados, deberíamos darles la merienda – añadió Ratón convencido ante la cara de estupefacción del viejo.
- Si les preparamos la merienda ¿tú también te comerás la tuya? – cuestionó Ventura resignado.
- Sí, yo también me comeré la mía – afirmó el niño entusiasmado.
- Vale – dijo Ventura levantándose – Voy a prepararles algo de merienda – asintió.

El anciano se dispuso a hacer un poco de chocolate para el hombre y para una joven armada que acababa de entrar en la cocina. Ventura abrió algunos muebles para sacar un par de tazas para darles el chocolate, entonces vio un frasco con pastillas que Salomé tenía guardado allí. Eran pastillas para dormir, Julia se las había dado una vez cuando la cocinera era incapaz de conciliar el sueño. Ventura también las tomaba en alguna ocasión por esa razón sabía lo que eran.

De reojo se cercioró de que ni el hombre ni la mujer lo miraban y entonces puso las pastillas en el chocolate una vez que este estuvo preparado, cogió dos galletas de avena y las puso en los platos al lado de las humeantes tazas.


Marimar intentaba que Burbuja pudiera actuar como Roberto delante de Alexander, le dijo que la mirara a los ojos sin bajar la vista. Burbuja le preguntó por la manera de ser de Roberto cuando era su novio ya que él no recordaba nada de esa época, lo único que recordaba, le dijo él, era una ocasión en la que ella le había regresado un anillo mientras lloraba y él le decía cosas feas.

- Sí – dijo Marimar – en aquella ocasión me dijiste cosas muy feas y yo no entendí tus motivos – la joven se acercó a él y lo abrazó. Burbuja sintió que su corazón latía más de prisa, aquello había sido tan doloroso… – pero después lo entendí – continuó Marimar – lo hiciste para salvarme la vida.

Burbuja la miró inquieto, no sabía qué hacer, Gamboa le había dicho que todos estaban en peligro. Marimar le contó algunos detalles de su frustrada boda mientras él la miraba.

- ¿Sabes? - Le dijo de pronto ella – a pesar de nuestras diferencias, cuando tú y yo nos mirábamos el mundo se paraba – Burbuja la miró fijamente con un brillo especial en los ojos – Solo existíamos tú y yo – terminó la joven que sintió en ese momento una extraña sensación que no supo entender.

Por un momento le pareció verse en los ojos del Roberto de siempre y sintió que sus mejillas se ponían engranadas.

- ¿Ves? – Prosiguió ella – Ahora me estás mirando como lo hacía él, lo estás haciendo muy bien – Marimar puso una mano sobre la espalda de Burbuja – la espalda erguida, los hombros derechos – le sonrió.



Ulises y Max se dirigían hacia el barco, durante un momento pararon para tomar aire.

- ¿Sabes que hay una flor que es la más bonita del mundo y que es también la más singular? – preguntó Max. Ulises le miró sin entender – y no por su belleza, sino porque esa flor solo puede vivir un día.
- ¿Toda esa cursilada es para decirme que mi historia de amor con Ainhoa es como esa flor? – inquirió Ulises con gesto dolido.
- No – respondió Max con suavidad – hablo de mi historia de amor con ella – le comenzó a explicar – hoy ha sido la primera vez que Ainhoa y yo nos hemos cogido de la mano, ha sido un momento, pero ha sido real – Ulises frunció el ceño – y entonces apareciste tú y la historia de amor terminó, no duró un día, ni siquiera un minuto. – Max sonrió.
#10
JRobertoC
JRobertoC
10/03/2013 16:35
Ulises se quedó en silencio por un momento y su expresión cambió, su gesto era serio, incluso triste.

- ¿Sabes una cosa Max? Yo no sé si puedo hacer feliz a Ainhoa, las veces que lo he intentado he fracasado – Max lo miraba fijamente – quizá lo mejor sería que yo me alejara de ella y la dejarás ser feliz contigo – caviló Ulises – pero no puedo. Estoy enamorado de ella hasta las trancas y no puedo. Soy un egoísta, lo siento.

- No has entendido nada Ulises – le dijo Max con tono amistoso – ella te quiere a ti, solo a ti.

Cuando Max iba a darle una palmada en la espalda a Ulises escucharon un ruido y vieron a un hombre de los franceses que estaba a punto de atacarlos, ambos corrieron para ocultarse.

- Nos han seguido – dijo Max – Tenemos que llegar al barco.
- No podemos ir los dos- replicó Ulises – Ve tú, coges el instrumental quirúrgico y cuando regreses tendrás el camino despejado – le sonrió Ulises.
- No, no – movió la cabeza Max – no te voy a dejar solo.
- ¿Sabes? Hemos hecho un buen equipo tú y yo – dijo Ulises – y tenemos que terminar lo que henos empezado o nos matarán a todos – Max lo miró.

Tal vez eran rivales por el amor de Ainhoa, pero él sabía perfectamente que podía confiar su vida en las manos de Ulises que jamás le traicionaría y Ulises también en él. Por un momento sintió la necesidad de darle un abrazo al polizón y se dejó llevar por el impulso. Ulises también le abrazó con fuerza.

- Anda vete que yo te cubro – le dijo Ulises con esa sonrisa irónica que Max ya conocía. Max no estaba convencido del plan – anda corre, vete – insistió Ulises con vehemencia.

Max se echó a correr hacia la playa, unos disparos detuvieron su carrera, por un momento estuvo tentado a volver atrás, angustiado dudó entre seguir o regresar, pero después decidió continuar hacia el barco y se alejó sin saber que esa sería la última vez que ambos se verían.

Gamboa preparaba el cargador de la pistola que Alexander le había dado cuando Estela entró, la expresión de la joven era triste.

- ¿A quién te ha ordenado mi padre que mates? – preguntó con voz quebrada.
- Da igual a quién Estela –respondió Ernesto, después de un largo suspiro. Sus ojos reflejaban la amargura que sentía en ese momento.
- No lo hagas, no tienes que obedecerlo – suplicó la joven abrazándose a él -- se que las cosas malas que has hecho han sido por tu hija – Estela acarició su mejilla. – pero ¿cómo vas a mirarla a los ojos si para estar con ella tienes que matar a alguien?

Gamboa tragó saliva y sintió un nudo de reproches en su garganta, los reproches que su hija le haría algún día.

- Yo renuncié hace mucho tiempo a poder mirarla a los ojos. – Estela cogió la cara del hombre entre sus manos
- Mírame, yo sé que eres bueno, lo sé – La mirada de Estela era de dolor – No lo hagas, por favor no lo hagas. – Gamboa cogió las manos de la joven entre las suyas y depositó un beso en ellas con un gesto dulce y después las soltó.

Sin decir palabra, sin mirar atrás y con la expresión perdida, Ernesto Gamboa salió del Barco para cumplir su aciago trato con Alexander.



Marimar le explicaba a Burbuja como podía hacer para poder vocalizar sin tartamudear, pero parecía misión imposible.

Él le contó que guardaba una cajita llena de cosas de su pasado pero que no tenía recuerdos y ella llena de ternura le dijo que no importaba, que a partir de ese momento fabricarían recuerdos nuevos. Marimar, a pesar de todo, aún lo amaba y no le importaba su burbuja.

Ricardo estaba de pie junto al marco de la puerta de la habitación donde estaba su hija herida, Valeria charlaba con Ainhoa, la expresión de su hija mayor era de angustia aunque trataba de disimular delante de Valeria. Julia se acercó a Ricardo y acarició su espalada.

- Tienes que estar con ella – le dijo la doctora – si el instrumental tarda en venir, no sé que pueda pasar – una lágrima salió lenta por los ojos de Julia – puede morir y si no estás con ella te puedes arrepentir toda la vida.

- No sé qué decirle – confesó Ricardo compungido.
- Pues si no sabes que decirle hazla reír – susurro Julia mientras salía hacia la estancia donde estaban los demás.

En una esquina pudo ver a Vilma que acariciaba a Piti enredando sus dedos en el pelo de él pero el joven aún estaba inconsciente. Hacia el otro lado observó unas gotas de sangre en el suelo y las siguió hasta Salomé, la cocinera tenía el rostro más pálido de lo normal. Julia frunció el ceño y se acercó a ella sentándose a su lado.

- ¡Estás herida! – exclamó Julia mirando el brazo de su amiga, su rostro estaba pálido, Julia retiró el paño manchado en sangre que salía del brazo de Salomé.
- Sssshhh – le dijo la cocinera poniéndole el dedo índice en los labios para que Julia no hablara demasiado alto. – Estoy bien, estoy bien - respondió Salomé.

Julia revisó la herida, en efecto no era de gravedad pero debía cuidarse para que no se infectara o podría traer complicaciones y más en el estado de Salomé. La doctora Wilson fue a buscar algunas cosas para limpiar la herida y ayudar a la que se había convertido en su mejor amiga.

- La herida no es grave pero puede infectarse y eso sería peligroso – le dijo Julia

- No te preocupes, estoy bien, ve con Valeria que ella si te necesita – sonrió Salomé con la voz agitada – yo estoy bien, cuando termine todo esto, me la desinfectas – Julia le miró preocupada y le tocó la frente que estaba más caliente de lo normal.

- Si sientes que te sube más la temperatura o se te nubla la vista, avísame – le pidió Julia preocupada -- ¿Por qué no se lo has dicho a Julián? – cuestionó Julia al darse cuenta de que el padre de Ulises no sabía nada de la herida de la cocinera. Salomé bajó la mirada -- ¿es por no preocuparle? – Siguió Julia y Salomé asintió.

- Ya sabes lo tremendo que es Julián para estas cosas, lo necesitamos fresco para defender el fuerte – respondió Salomé.

- ¿Para no preocuparle y que no sufra? – Repitió Julia - Pues eso mismo hizo él cuando lo del cáncer y lo dejaste por eso – le recordó Julia con tristeza.

Fue entonces cuando Salomé se dio cuenta de que a veces las personas que más nos aman callan para no lastimarnos. Ella lo estaba haciendo. Quería evitarle a Julián una preocupación y ella le había juzgado a él por la misma razón. Su corazón dio un vuelco.


Max llegó al barco y a hurtadillas se coló con suma precaución en la enfermería, el navío estaba custodiado por varios de los hombres de Alexander. Sigilosamente metió distintos instrumentos en un maletín que encontró, así como varios frascos y ampollas que sacó de una estantería. Colocó todo lo que pensó que Julia podría necesitar y cerró el maletín para marcharse. Sintió ruidos fuera y vio como el pomo de la puerta giraba, entonces se escondió. Una mujer armada entró en la enfermería y empezó a recorrerla, Max se agachó y fue deslizándose al contrario de como avanzaba la mujer hasta llegar cerca de la puerta y en un descuido de la fémina, salió.
#11
JRobertoC
JRobertoC
10/03/2013 16:36
Ulises se quedó en silencio por un momento y su expresión cambió, su gesto era serio, incluso triste.

- ¿Sabes una cosa Max? Yo no sé si puedo hacer feliz a Ainhoa, las veces que lo he intentado he fracasado – Max lo miraba fijamente – quizá lo mejor sería que yo me alejara de ella y la dejarás ser feliz contigo – caviló Ulises – pero no puedo. Estoy enamorado de ella hasta las trancas y no puedo. Soy un egoísta, lo siento.

- No has entendido nada Ulises – le dijo Max con tono amistoso – ella te quiere a ti, solo a ti.

Cuando Max iba a darle una palmada en la espalda a Ulises escucharon un ruido y vieron a un hombre de los franceses que estaba a punto de atacarlos, ambos corrieron para ocultarse.

- Nos han seguido – dijo Max – Tenemos que llegar al barco.
- No podemos ir los dos- replicó Ulises – Ve tú, coges el instrumental quirúrgico y cuando regreses tendrás el camino despejado – le sonrió Ulises.
- No, no – movió la cabeza Max – no te voy a dejar solo.
- ¿Sabes? Hemos hecho un buen equipo tú y yo – dijo Ulises – y tenemos que terminar lo que henos empezado o nos matarán a todos – Max lo miró.

Tal vez eran rivales por el amor de Ainhoa, pero él sabía perfectamente que podía confiar su vida en las manos de Ulises que jamás le traicionaría y Ulises también en él. Por un momento sintió la necesidad de darle un abrazo al polizón y se dejó llevar por el impulso. Ulises también le abrazó con fuerza.

- Anda vete que yo te cubro – le dijo Ulises con esa sonrisa irónica que Max ya conocía. Max no estaba convencido del plan – anda corre, vete – insistió Ulises con vehemencia.

Max se echó a correr hacia la playa, unos disparos detuvieron su carrera, por un momento estuvo tentado a volver atrás, angustiado dudó entre seguir o regresar, pero después decidió continuar hacia el barco y se alejó sin saber que esa sería la última vez que ambos se verían.

Gamboa preparaba el cargador de la pistola que Alexander le había dado cuando Estela entró, la expresión de la joven era triste.

- ¿A quién te ha ordenado mi padre que mates? – preguntó con voz quebrada.
- Da igual a quién Estela –respondió Ernesto, después de un largo suspiro. Sus ojos reflejaban la amargura que sentía en ese momento.
- No lo hagas, no tienes que obedecerlo – suplicó la joven abrazándose a él -- se que las cosas malas que has hecho han sido por tu hija – Estela acarició su mejilla. – pero ¿cómo vas a mirarla a los ojos si para estar con ella tienes que matar a alguien?

Gamboa tragó saliva y sintió un nudo de reproches en su garganta, los reproches que su hija le haría algún día.

- Yo renuncié hace mucho tiempo a poder mirarla a los ojos. – Estela cogió la cara del hombre entre sus manos
- Mírame, yo sé que eres bueno, lo sé – La mirada de Estela era de dolor – No lo hagas, por favor no lo hagas. – Gamboa cogió las manos de la joven entre las suyas y depositó un beso en ellas con un gesto dulce y después las soltó.

Sin decir palabra, sin mirar atrás y con la expresión perdida, Ernesto Gamboa salió del Barco para cumplir su aciago trato con Alexander.



Marimar le explicaba a Burbuja como podía hacer para poder vocalizar sin tartamudear, pero parecía misión imposible.

Él le contó que guardaba una cajita llena de cosas de su pasado pero que no tenía recuerdos y ella llena de ternura le dijo que no importaba, que a partir de ese momento fabricarían recuerdos nuevos. Marimar, a pesar de todo, aún lo amaba y no le importaba su burbuja.

Ricardo estaba de pie junto al marco de la puerta de la habitación donde estaba su hija herida, Valeria charlaba con Ainhoa, la expresión de su hija mayor era de angustia aunque trataba de disimular delante de Valeria. Julia se acercó a Ricardo y acarició su espalada.

- Tienes que estar con ella – le dijo la doctora – si el instrumental tarda en venir, no sé que pueda pasar – una lágrima salió lenta por los ojos de Julia – puede morir y si no estás con ella te puedes arrepentir toda la vida.

- No sé qué decirle – confesó Ricardo compungido.
- Pues si no sabes que decirle hazla reír – susurro Julia mientras salía hacia la estancia donde estaban los demás.

En una esquina pudo ver a Vilma que acariciaba a Piti enredando sus dedos en el pelo de él pero el joven aún estaba inconsciente. Hacia el otro lado observó unas gotas de sangre en el suelo y las siguió hasta Salomé, la cocinera tenía el rostro más pálido de lo normal. Julia frunció el ceño y se acercó a ella sentándose a su lado.

- ¡Estás herida! – exclamó Julia mirando el brazo de su amiga, su rostro estaba pálido, Julia retiró el paño manchado en sangre que salía del brazo de Salomé.
- Sssshhh – le dijo la cocinera poniéndole el dedo índice en los labios para que Julia no hablara demasiado alto. – Estoy bien, estoy bien - respondió Salomé.

Julia revisó la herida, en efecto no era de gravedad pero debía cuidarse para que no se infectara o podría traer complicaciones y más en el estado de Salomé. La doctora Wilson fue a buscar algunas cosas para limpiar la herida y ayudar a la que se había convertido en su mejor amiga.

- La herida no es grave pero puede infectarse y eso sería peligroso – le dijo Julia

- No te preocupes, estoy bien, ve con Valeria que ella si te necesita – sonrió Salomé con la voz agitada – yo estoy bien, cuando termine todo esto, me la desinfectas – Julia le miró preocupada y le tocó la frente que estaba más caliente de lo normal.

- Si sientes que te sube más la temperatura o se te nubla la vista, avísame – le pidió Julia preocupada -- ¿Por qué no se lo has dicho a Julián? – cuestionó Julia al darse cuenta de que el padre de Ulises no sabía nada de la herida de la cocinera. Salomé bajó la mirada -- ¿es por no preocuparle? – Siguió Julia y Salomé asintió.

- Ya sabes lo tremendo que es Julián para estas cosas, lo necesitamos fresco para defender el fuerte – respondió Salomé.

- ¿Para no preocuparle y que no sufra? – Repitió Julia - Pues eso mismo hizo él cuando lo del cáncer y lo dejaste por eso – le recordó Julia con tristeza.

Fue entonces cuando Salomé se dio cuenta de que a veces las personas que más nos aman callan para no lastimarnos. Ella lo estaba haciendo. Quería evitarle a Julián una preocupación y ella le había juzgado a él por la misma razón. Su corazón dio un vuelco.
#12
JRobertoC
JRobertoC
10/03/2013 16:38
Max llegó al barco y a hurtadillas se coló con suma precaución en la enfermería, el navío estaba custodiado por varios de los hombres de Alexander. Sigilosamente metió distintos instrumentos en un maletín que encontró, así como varios frascos y ampollas que sacó de una estantería. Colocó todo lo que pensó que Julia podría necesitar y cerró el maletín para marcharse. Sintió ruidos fuera y vio como el pomo de la puerta giraba, entonces se escondió. Una mujer armada entró en la enfermería y empezó a recorrerla, Max se agachó y fue deslizándose al contrario de como avanzaba la mujer hasta llegar cerca de la puerta y en un descuido de la fémina, salió.


Ventura y su nieto ofrecieron una bandeja con dos humeantes tazas de chocolate y una galleta en cada plato a una mujer y a un hombre que vigilaban los movimientos por orden de Alexander.

Ratón se acercó primero al hombre, pero este no hizo ademán de prestarle atención.

- Es que mi abuelo dice que la merienda es muy importante – dijo el niño. Después se acercó a la mujer que también hizo caso omiso de las palabras del niño – Solo es unan galleta, pero es que en el barco hay racionamiento. – se disculpó pensando que la merienda era poca.

Ratón hizo un gesto apesadumbrado y le dijo a su abuelo que los invitados no querían merendar. Ventura hizo una mueca de disgusto porque su plan había fallado pero en ese momento, Alexander entró en la estancia.

- No se dice que no a un niño – reprendió con voz autoritaria el padre de Estela– venga, siéntense a merendar ahora mismo – la mujer y el hombre se sentaron y aceptaron la bandeja de Ratón, comiendo las galletas y bebiendo el chocolate.

Ventura sonrió y se acercó a Alexander y ambos se sentaron una mesa un poco más apartada.

- Vaya, vaya, Alexander – dijo el abuelo de Ratón – nos volvemos a ver.

- Así es Ventura, nos volvemos a ver – Alexander cogió su walkie - Comenzad la segunda fase – fue la tajante orden.
- La capitana ha muerto señor – se escuchó una voz a través del comunicador. Alexander se quedó en silencio unos segundos.
- Pues toma el mando tú y que empiece la segunda fase – insistió la inflexible voz de Alexander.

Ulises en la orilla de la playa, trataba de deshacerse de los hombres que les habían seguido a él y a Max, sin que el joven se diera cuenta, uno de los sicarios de la francesa le apuntó por la espalda, Ulises se revolvió rápidamente cuando sintió el ruido pero ya el hombre estaba listo para dispararle. Ulises escuchó el disparo pero no sintió el metal morder su carne, solo pudo observar como lentamente el hombre que antes estaba apuntándole, se deslizaba pesadamente hacia el suelo de arena. Detrás del hombre, estaba Ernesto Gamboa con su arma aún humeante.

Gamboa se plantó ante Ulises mirándole fijamente, Ulises estaba sorprendido de que precisamente el falso profesor de supervivencia le hubiera salvado la vida.

- Ulises – le dijo Gamboa – necesito que me ayudes a recuperar a mi hija. – El polizón se le quedó mirando con una mezcla de desconfianza y asombro.


Ainhoa estaba hablando con Valeria intentando mantenerla despierta, Julia le había dicho que era muy importante que la niña no se dejara vencer por el sueño.

- Valeria ¿sabes qué? Que estoy muy enfadada contigo – le dijo Ainhoa a su hermanita.
- ¿Por qué? – Preguntó Valeria sorprendida mientras se mojaba los resecos labios con la punta de la lengua – si yo no he hecho nada – la voz de Valeria era apenas un murmullo.
- Pues, porque siempre te toca a ti todo lo bueno, seguro que mañana te traen un montón de cosas bonitas – explicó la joven – a mí nunca me traen nada – se quejó Ainhoa – si cuando se te cayó un diente te trajeron una bolsa gigante de chucherías – sonrió – con esto, uff, pues mínimo una bicicleta nueva.
- ¿Estás de coña no? – Le respondió Valeria con gesto serio. Ainhoa arqueó una ceja asombrada por la respuesta de su hermana – ¿te crees que una bici compensa todo esto? – Inquirió Valeria con gesto de disgusto – mínimo quiero un novio, que tú tienes dos y no sabes qué hacer con ellos – sonrió la pequeña con picardía. Ainhoa no pudo evitar carcajearse por la ocurrencia de su hermana.- A ver ¿quién te gusta más? – Preguntó Valeria – ¿Ulises o a Max?

- Eso, eso, dinos ¿quién te gusta más? – La tergiversada voz de Ricardo sonaba tras un sofá y solo se veían sus manos cubiertas por sendos calcetines dibujados con caritas. Valeria se echó a reír y miró a Ainhoa. – Yo, Max - dijo la voz del capitán levantando una de las manos – o yo, Ulises – añadió izando la otra. Comenzó una pelea ficticia entre ambos para que Valeria sonriera. – Elígeme a mí, no, no, a mí – seguía el capitán cuando entró Julia y sonrió al verle.

- Esto es una encerrona – dijo Ainhoa sonriendo con una mueca.

- A ver – comenzó Valeria – Es fácil, solo tienes que elegir a uno.
- ¿Es fácil? – Preguntó Ainhoa a su hermana – es como si te dan a elegir entre helado de fresa y helado de chocolate – replicó.
- Sí, es fácil puedes elegir helado de fresa con salsa de chocolate – rió Valeria. Ainhoa soltó una carcajada.
- ¡Claro! y yo elijo a Ulises con salsa de Max ¿no? – Julia se echó a reír también La expresión de Ricardo no era tan risueña y tenía el ceño fruncido.
- No, a ver, piensa – le dijo Valeria - ¿a cuál de los dos echas más de menos? – Le preguntó la niña con semblante serio – pero piénsalo bien.
- A ¿cuál extraño más? – el rostro de Ainhoa borró su sonrisa. Después de unos instantes respondió – a Ulises, echo de menos a Ulises – suspiró Ainhoa.

De pronto un grito se escuchó, rompiendo el momento, Julián había notado que algo raro estaba sucediendo fuera.

- ¡Ricardo! – Repitió Julián el grito – ¡Ven cagando leches!

El capitán se levantó y se acercó a sus hijas para darles un beso a cada una, después fue hacia Julia y la miró, sus ojos reflejaban el inmenso amor que sentía por la doctora Wilson y ella acercó sus labios a los de él y lo besó.

- Te quiero capitán – le dijo después. Ricardo salió hacia el comedor para ver que sucedía.

Llegó al lado de Julián y este le señaló hacia fuera. Entonces Ricardo pudo ver a dos hombres plantados a varios metros de la casa con sendos bazookas que apuntaban hacia ellos de forma amenazante.

- ¿Qué pretende esa gentuza Ricardo? – Cuestionó Julián con tono preocupado
- No lo sé – respondió el capitán más preocupado aún – están como esperando algo. – añadió.


Burbuja lo intentaba una y otra vez, pero no podía, Marimar lo observaba desesperada.

- Nono, pueedo – dijo Burbuja desesperado. Había visto ya que Marimar aún le amaba a pesar de todo, pero las cosas no debían estar siendo así. Se agachó sentándose en cuclillas y metiendo su cabeza entre las manos, tenía que tomar una decisión y no sabía cuál sería la correcta.


Max estaba en el pasillo y justo cuando iba a empezar a bajar por la escalera, un hombre armado subía por ella, el joven se pegó a la pared y comenzó a andar por el pasillo buscando dónde esconderse, llegó a una puerta y la abrió escabulléndose dentro de un camarote.

- ¿Y tú quién eres? – preguntó Mar asustada, Max se giró y observó a la joven, entonces vio a Roberto que se daba golpes con la palma de la mano en la cabeza.
- Tranquila, soy yo – respondió Max bajando la pistola y acercándose a Burbuja - ¿estás bien? ¿Qué tienes?
- ¿Tú tú no estabas en la la isla? – preguntó Burbuja.
- Sí – dijo Max mesándose el pelo – pero…– se pasó la lengua por los labios resecos y tragó saliva, sabía que lo que iba a decir, sería muy duro para Burbuja - …he venido por instrumental quirúrgico – Burbuja levantó la cabeza en ese momento – es que… - Max le miró –…han disparado a Valeria – añadió – y está herida de gravedad.


(Continuará)
#13
Anaelbarco
Anaelbarco
10/03/2013 17:25
bravo No tengo palabras para describir lo bien que escribes... es maravilloso. Continualo cuando puedas. sonriente
#14
KateSyd
KateSyd
10/03/2013 17:25
Cada vez lo dejas más interesante y los cambios que vas haciendo al capítulo se hacen mas importantes.

A la espera de la siguiente parte y síguelo pronto!!

PD: cortísimo, cortísimo y requetecorto.
#15
AlbaBeHappy
AlbaBeHappy
10/03/2013 20:11
Me encanta! Siguelo en cuanto puuuedas :) Este fic promete
#16
KateSyd
KateSyd
11/03/2013 01:22
Síguelo, síguelo!
#17
JRobertoC
JRobertoC
12/03/2013 15:04
"El Final que a mí me habría gustado ver"



Tercera Parte



- Esto no no tenía que esestar pasaando -- Burbuja comenzó a sollozar sin control tapándose la cara.
- Se va a poner bien – le dijo Max tratando de calmarlo. Los dolidos gemidos del joven eran profundos porque le salían directos del corazón. – Burbuja venga – todo va a salir bien – agregó Max mientras Marimar acariciaba el pelo de Burbuja.

Este se quedó quieto de repente y después de largos segundos se puso en pie, su expresión había cambiado, sus ojos estaban fijos en Marimar que le miraba sorprendida.

- Marimar – dijo Roberto – voy a necesitar un traje y una corbata – pidió sin que en su voz se notara el menor signo de tartamudez. – Max llévale el instrumental a Julia por favor – Max asintió. Marimar buscó en el armario del camarote de Burbuja y encontró un traje. No comprendía del todo lo que estaba pasando. La mirada de Burbuja había desaparecido y en su lugar, unos ojos con expresión decidida y firme miraban a Marimar fijamente.

- ¿Qué vas a hacer Burbuja? – preguntó Max inquieto. – En la isla todo está como se planeó pero los del barco francés nos han atacado y no sabemos por qué.
- Haré lo que tenga que hacer – respondió Roberto -- ¿dónde está la gente del edificio?
- En el bunker – informó Max -- los del barco francés les habían bajado a la isla pero Ulises y yo los llevamos al bunker en un descuido de la capitana.


Flash back


- Moveos – ordenó la capitana del barco francés con tono autoritario, todas las personas que el Estrella Polar había dejado en el hotel y que esperaba recoger en un segundo viaje, habían sido llevadas por el barco francés a la isla. La capitana esperaba usarlos como moneda de cambio con Roberto Schneider para que este, les diera la carpeta roja que Alexander les había dicho que contenía el antivirus que necesitaban para sobrevivir. – Ahora nosotros iremos a la casa – le dijo a uno de sus subordinados – vigiladlos bien, si alguno intenta algo… matadle.

La capitana se marchó con sus hombres dejando únicamente a tres para que hicieran cargo de la gente.

Max, Ulises y Marimar habían visto desembarcar al barco francés y les habían seguido.

- Será mejor que nos llevemos a esta gente al bunker antes de que les hagan daño – dijo Ulises. Max estuvo de acuerdo y sigilosamente se acercaron a los hombres de la capitana dejándolos sin sentido. Después junto con Marimar llevaron a todos a un bunker subterráneo y especialmente acondicionado, que se encontraba al sur de la isla.

- Ahora debes irte con los demás, tu ausencia puede levantar sospechas – le dijo Ulises a Max – Marimar, tú ve al Estrella y yo os alcanzaré más tarde, trataré de organizar a esta gente para que se quede a salvo aquí y que no hagan tonterías. – Propuso Ulises – él pensó en todo ¿eh? – Comentó el hijo de Julián De La Cuadra refiriéndose a un pequeño avión que estaba camuflado en la parte superior del bunker subterráneo.

- En casi todo – respondió Max señalándole a Ulises unos enormes contenedores en donde estaban almacenados muchísimos enseres que Roberto había mandado guardar de acuerdo a los gustos personales de cada tripulante de cada barco.

Cada contenedor estaba marcado por Barco y de cada barco había varios contenedores.

- No entiendo ¿por qué está todo esto aquí y que hay detrás de aquel portón de acero? – inquirió Marimar aún confusa por todos los acontecimientos, ella no esperaba encontrar nada de eso allí. Ulises la ayudó a escapar del barco francés pero el joven se mantenía hermético para dar mayores explicaciones.
.- Es una historia muy larga – respondió Ulises – ya habrá momento de contártela.


Fin del Flash back.


- Hay una cosa que no entiendo, los tripulantes del barco francés usan unas máscaras – comentó Max. Roberto le miró pero no supo que contestarle.
- ¿Unas máscaras? – Preguntó Marimar – pero ¿por qué? – cuestionó, pero su pregunta no obtuvo respuesta. Max solo asintió.
- Voy a llevar esto a la isla – dijo Max cogiendo el maletín y sonriendo mientras salía por la puerta del camarote.

Ventura y Alexander seguían sentados en el mismo lugar, cuando Víctor entró llevando a Max, le habían pillado justo cuando iba a salir del barco en una zodiac.

- Señor - dijo Víctor – le hemos encontrado cuando intentaba escapar del barco con este maletín – el joven puso el maletín encima de la mesa y lo abrió – es material quirúrgico.
- Lo necesitan en la isla – dijo Max intentando zafarse del hombre que lo tenía sujeto – han herido a Valeria, la hija del capitán – explicó desesperado – solo tiene 6 años Alexander – dijo suplicante y con lágrimas en los ojos – déjame llevárselo.
- Primero desertas y ahora me pides favores – comentó Alexander con tono irónico y mirándolo con frialdad – Encerradle – ordenó.

Víctor se llevó a Max seguido del hombre que lo llevaba sujeto y seguido también por la mujer y el otro hombre que habían comido la merienda que Ratón les había dado.

- ¿No salvas a una niña de 6 años y salvas a un viejo de 80? – Acusó Ventura – no fue casualidad que me invitaras al hotel justo una semana antes de irse todo al garete ¿verdad? – Alexander sonrió – ¿por qué? – preguntó el anciano.
- Llámalo gratitud si quieres – respondió Alexander – en una ocasión tú me salvaste la vida – le recordó Alexander en tono irónico.
- No, no es por eso – rebatió Ventura - ¿Por qué es?
- ¿De verdad creíste que no iba a enterarme de que a mis espaldas ayudaste y costeaste a Roberto para hacer otro acelerador de partículas? – Las palabras de Alexander estaban llenas de rencor hacia su socio y amigo.de tantos años – la única pena fue que me enteré tarde. - Alexander le miró y despacio se levantó – la novia de Max no quería hablar pero finalmente lo hizo – explicó Alexander.
#18
JRobertoC
JRobertoC
12/03/2013 15:06
- Debiste hacer caso cuando Roberto te dijo lo que pasaría si activabas el acelerador – le dijo Ventura con desprecio - ¿cómo puedes dormir por las noches después de lo que has hecho? Has destruido el mundo, has matado a millones de personas – la voz de Ventura era como un látigo acusador, sin embargo Alexander ni siquiera se inmutó.
- Lo volveré a construir con el acelerador de partículas que Roberto construyó con tu ayuda – explicó Alexander -- ¿dónde está? ¿En qué parte de la isla está?
- No voy a decírtelo – le espetó Ventura. Alexander sonrió burlón.
- ¿No te das cuenta de que tengo toda la vida para encontrarlo? – Dijo Alexander – aún podemos ser socios – le ofreció – el mundo será nuestro.
- ¿Por eso has hecho todo esto? ¿Por ambición? – Ventura le miró con lástima -- ¿no era suficiente con lo que tenías? – Le preguntó – esa no fue la razón por la que Roberto diseño el acelerador y lo sabes
- Roberto siempre fue muy ingenuo y altruista – dijo Alexander en tono despectivo.



Gamboa apuntaba con el arma a Ulises, el joven lo miraba irónico, su final había llegado, lo único que lamentaba era no haberle podido decir a Ainhoa una vez más lo mucho que la amaba. Hacía apenas un rato Gamboa le había pedido ayuda para rescatar a su hija y ahora le apuntaba con un arma. El joven sabía de sobra que todo podía terminar en ese momento si Gamboa se decidía a matarlo.

- Préstame tu walkie, necesito despedirme de ella, por lo que pueda pasar – pidió Ulises irónico, Gamboa lo cogió de su cintura y se lo lanzó. Ulises lo pilló en el aire y se lo llevó cerca de la boca. – Ainhoa, chivata, ¿estás ahí? – dijo por el aparato.

- Sí Ulises, estoy aquí -- se escuchó la voz de Ainhoa – Ulises suspiró.
- El instrumental para Valeria va de camino – dijo Ulises. Ricardo, Julia y de La Cuadra, sonrieron al escuchar lo que Ulises acaba de decir, eso les daba una esperanza, una pequeña esperanza de que la niña podía salvarse. – Tú hermana se va a poner bien, te lo prometo ¿vale?
- Gracias, muchas gracias Ulises – respondió Ainhoa emocionada. Julia le hizo una seña, animándola a decirle a Ulises que lo quería. La joven se levantó y trató de buscar un lugar un poco más privado, algo menos que imposible en ese momento.
- Chivata, oye, ¿tú sabes esa historia de la flor que solo vive un día? – Dijo Ulises con voz triste – pues es una mierda. Tenías razón chivata, como mejor estamos tú y yo es con tierra de por medio ¿no crees?
- No – le respondió Ainhoa con lágrimas en los ojos -- no creo. Como mejor estamos tú y yo es a dos centímetros de distancia, sintiendo nuestro aliento y mirándonos a los ojos -- En el rostro de Ulises empezó a mezclarse la sal, la que provenía del agua del mar y la salía por sus ojos directa del alma. –Iba a decirte que volviéramos a intentarlo, otra vez juntos, tú y yo – Ulises miró a Gamboa, en la expresión de ambos hombres había una profunda tristeza.
- Ainhoa, solo nos hemos hecho daño – dijo Ulises con un nudo en la garganta – nuestra historia ha sido un error desde el principio.

Gamboa se daba cuenta de lo que intentaba hacer Ulises, para que Ainhoa no sufriera después, le miró con respeto porque veía que al polizón se le estaba rompiendo el corazón.
- No, no fue un error – negó Ainhoa con un sollozo ahogado – ni de coña – la voz de Ainhoa se quebraba por momentos – la historia de amor más bonita que he tenido en mi vida, no ha sido un error.- Ainhoa aspiró aire – y no quiero que lo digas, no quiero que lo pienses porque no ha sido un error. Repetiría cada momento que pasé contigo – el rostro de Ulises era un mar de lágrimas.

Por un momento Ainhoa y Ulises recordaron cada momento vivido y compartido entre los dos, ambos con los sentimientos a flor de piel.

Por un momento, Ainhoa sintió una opresión en el pecho, un dolor que la desgarraba por dentro, un sentimiento de ausencia que no supo explicar y comenzó a llorar. Ulises la escuchaba en silencio.

- Si te estás despidiendo por walkie es… comenzó Ainhoa cuando el llanto le dio un receso para murmurar - … es porque no te voy a volver a ver más ¿verdad?
- Quien sabe – dijo Ulises mirando a Gamboa.
- Ulises Garmendia – la joven intentaba que su voz no reflejara el temor que sentía dentro de sí – ha sido muy bonito ser tu novia.
- Ainhoa Montero – respondió Ulises – ha sido increíble ser tu chico – Ulises bajó la mirada lleno de angustia – Te quiero – añadió antes de cortar la comunicación.

Ulises le lanzó el walkie a Ernesto y este lo cogió igual que el polizón había hecho antes.

- Alexander – llamó ahora Ernesto a través del aparato, en una frecuencia diferente – tengo a Ulises aquí y voy a matarle como quedamos. ¿Me escucha?
Alexander que estaba con Ventura en ese momento, cogió el walkie que tenía al lado y respondió ante la mirada preocupada del abuelo de Ratón.

- Si, te escucho - dijo Alexander
- Quería una prueba ¿no? – Inquirió Ernesto – pues coja unos binoculares y enfóquelos hacia la playa.

Alexander se levantó para hacer lo que Gamboa le había dicho, con los binoculares les buscó en la playa hasta que los encontró.

- Muy bien Gamboa, os veo – le dijo.

Ventura se marchó de allí dejando solo a Alexander con su siguiente infamia. Bajó a las bodegas, suponiendo que allí era donde habían encerrado a Max. Según sus cálculos, los que le custodiaban debían estar durmiendo en ese momento por el efecto de las pastillas y en efecto así era. Ventura buscó las llaves de la puerta entre las ropas del cuerpo tendido del hombre.

Cuando las encontró, abrió la puerta y llamó a Max. El joven estaba dentro como león enjaulado, Ventura le dio el maletín que había cogido de encima de la mesa donde momentos antes hablaba con Alexander.
#19
JRobertoC
JRobertoC
12/03/2013 15:08
- Venga, márchate y lleva esto a la doctora Wilson – apresuro el anciano. Max cogió el maletín y se fue corriendo a buscar una zodiac para marcharse. Esta vez pudo escapar del Estrella Polar sin más contratiempos.
Alexander seguía mirando a través de los binoculares y escuchando a Gamboa por el walkie.

En la playa Ulises miraba a Gamboa sabiendo exactamente lo que iba a pasar, Ernesto le miró también a él fijamente.

- El sol, la tierra – comenzó a decir Ulises – el olor a salitre, el cielo tan azul – el joven hizo una pequeña pausa – Me gusta esta playa – añadió – es un buen lugar para morir, has elegido bien Gamboa – la voz de Ulises se escuchaba claramente por el walkie de Alexander. – así que este es el final Gamboa.
- No es nada personal Ulises, tú y yo incluso pudimos haber sido amigos, pero nos tocó estar en bandos diferentes – le dijo Gamboa.
- Al final las cosas no son como las pensamos Gamboa, nuestras vidas, no siempre son como las soñamos. – filosofó Ulises.
- Tú y yo pudimos haber sido amigos, me gusta tu manera de ser, vas de cara Ulises – dijo Gamboa – y eso yo lo respeto; pero nos ha tocado estar en lados diferentes, por eso voy a matarte de frente, de verdad lo siento – se disculpó Gamboa – pero tiene que ser aquí y ahora.

Alexander esperaba el desenlace con interés, una sonrisa cruel se pintó en su rostro cuando imaginó a Gamboa regresar para que le diera a su hija, lo que Ernesto no imaginaba era que él nunca le devolvería a la niña y que el mismo Gamboa muy pronto, haría el mismo viaje sin retorno que estaba a punto de hacer Ulises.

- Ya, vaya consuelo – dijo Ulises burlón, dos disparos casi seguidos, rompieron el monótono sonido de las olas del mar que morían en la playa. Ulises seguía de pie, pero dos manchas rojas empezaron a ganar terreno rápidamente en su pecho.

Gamboa apretó el gatillo una tercera vez y la bala también dio en el pecho de Ulises, durante unos momentos el polizón le sonrió con tristeza para después caer de espaldas al agua, después lentamente, su cuerpo comenzó a hundirse en ella ante la mirada impertérrita de Gamboa.

- Ya está hecho – dijo la voz impasible de Ernesto a través del aparato de comunicación.

- Bien Ernesto – respondió Alexander dejando los binoculares sobre la mesa después de ver caer a Ulises herido por los disparos de Gamboa. – Te espero en el barco – Alexander cerró la transmisión con una sonrisa cruel en su cara y miró a Ventura que ya había regresado.
Gamboa guardó el walkie en su cintura y se dirigió hacia la playa nuevamente, sabía que no podía ir al barco sin tomar precauciones, Alexander le daría el mismo trato que a Ulises, lo sabía perfectamente porque Alexander se deshacía de todo aquello que no le era útil y ahora, Gamboa ya no representaba ningún beneficio útil para él; Ernesto lo sabía y por eso tenía un plan.

Gamboa llegó a la playa en pocos segundos y miró hacia su costado derecho, sabía lo que tenía que hacer. Por un momento se quedó en silencio y con la mirada perdida, los recuerdos se empezaban a agolpar en su mente. Cuantas cosas malas había hecho por recuperar a su hija y ¿para qué? Para que ahora Alexander le fuera a traicionar del mismo modo que él había traicionado a su amigo Roberto.


- ¿Vas a matarle también no? -- preguntó Ventura a su antiguo socio.
- No sigas interponiéndote en mi camino – le respondió Alexander con sequedad – tal vez me olvide de ser tan amable.
- No tengo miedo a los muertos – se burló Ventura – y tú Alexander – lo señaló con el dedo índice – estás muerto y enterrado a menos que encuentres esa carpeta roja.
Antes de que Alexander le replicara, Víctor entró para hablar con su jefe.

- Roberto Schneider está aquí, y quiere hablar con usted – le dijo Víctor.
- Traédmelo – dijo Alexander apretando los puños sobre la mesa y mirando a Ventura de manera triunfal.

Ricardo fue hacia su gente para informarles de lo que había fuera, preocupado pero también dispuesto a plantarle cara a lo que viniera.

- Ahí afuera tenemos a dos hombres con lanzagranadas apuntando directamente hacia nosotros, tenemos que protegernos lo mejor que podamos por si disparan.
- Lo que mejor puede amortiguar el golpe, son las superficies mullidas y porosas – dijo Julia – colchones o tapicerías de los sofás, eso puede ayudarnos también con los derrumbes y con la metralla.
- Pues ya sabemos lo que tenemos que hacer – ordenó Julián – todos a prepararse, Palomares, Ramiro, ¡vamos! – Apuró – moverse que es para hoy

Todos se pusieron a trabajar en la mejor manera de cubrirse para salir vivos der aquella situación. Piti recobró el conocimiento en ese momento y lo primero que vio fue a Vilma a su lado.

- Serás capullo le riñó Vilma dándole un beso en la frente – ahora que te necesitamos, tú estás ahí de vago – Piti intentó incorporarse pero sintió una punzada en la espalda que le obligó a emitir un gemido de dolor – No seas burro – le dijo Vilma sonriéndole – que no te puedes mover, hombre.
- ¿Por qué eres tan mala conmigo? – preguntó Piti.
- Porque te quiero, por eso te doy caña – le respondió ella recordando otra conversación parecida.
#20
JRobertoC
JRobertoC
12/03/2013 15:08
- ¿Y Cho? – Inquirió Piti – la mirada de Vilma se enturbió por un momento – Me di cuenta de que es a ti a quien quiero cuando te hirieron y Cho se dio cuenta y fue por ti – unas pequeñas lágrimas comenzaron a salir de los ojos de la joven.
- ¿Dónde está? – Quiso saber Piti – lo último que recuerdo es que él me trajo hasta la puerta – Vilma asintió con la cabeza y por el gesto consternado de ella Piti adivinó que Cho había muerto salvándole a él. Piti cerró los ojos afligido, Cho había demostrado ser un gran amigo. Vilma lo abrazó con cuidado pero también con todo el amor que ahora estaba segura que sentía por Piti.
Burbuja subió las escaleras acompañado de Marimar, mil pensamientos cruzaban por su cabeza en ese momento. Entonces lo vio, allí, de pie frente a él; el hombre calvo lo miraba con una expresión de triunfo, con una expresión de suficiencia. A su lado estaba Ventura, entonces Burbuja se quedó quieto.

- La parejita feliz – dijo Alexander clavando su mirada en Roberto. Alexander comenzó a caminar hacia ellos con pasos cortos y firmes. Cuando estaba a una distancia adecuada se paró frente a Roberto y le extendió su mano. – Hola Roberto -- Burbuja le miró con gesto distraído para después mirarlo fijamente y de manera lenta subió su mano para aceptar la del hombre que estaba delante de él.
- Hola – Burbuja hizo una pausa – Alexander ¿cómo estás? – preguntó.
- Pues, tengo dos lanzagranadas apuntando a la casucha donde están tus amigos y tú tienes 3 minutos para decirme que contenía la carpeta roja – respondió Alexander arrastro las palabras en una contundente amenaza – u ordenaré que les vuelen en pedazos.

Marimar se estremeció al escuchar a Alexander, sabía que Burbuja podría desmoronarse en cualquier momento, pero ella aún no se había dado cuenta del todo, de la verdad.

Roberto miró fijamente a Alexander sin decir una palabra, durante unos instantes sus pensamientos lo transportaron al pasado.

Flash back

Gamboa miró el rostro húmedo e inerte de Roberto, su intención no había sido matarle, pero estaba desesperado por recuperar a su hija y las órdenes de Alexander habían sido contundentes. Miró al hombre que había sido su amigo por última vez y se marchó rápidamente para que nadie lo viera.

Un hombre salió de su escondite cuando Ernesto se marchó, lo había visto todo y estaba sorprendido, no conocía al hombre que acababa de marcharse, pero si al que yacía en el suelo, se acercó a él tomando precauciones. Ulises Garmendia había acudido a la cita con el hombre que había visto en el parque y que le había contado cosas de su padre.

Se inclinó sobre él y le buscó el pulso, tardó unos segundos pero finalmente se lo encontró, muy débil, casi extinto pero allí estaba; Ulises se apresuró entonces a darle respiración y trató de reanimarlo hasta que lo consiguió.

Cuando Roberto empezó a reaccionar Ulises se percató de que el joven tenía problemas para expresarse coherentemente, de inmediato se lo llevó para que recibiera atención médica. Afortunadamente los daños sufridos por Roberto Schneider no habían sido graves, la única secuela que le quedó fue un pequeño tartamudeo cuando se ponía nervioso, eso les dio la idea para que Roberto pudiera ocultarse de quienes lo perseguían sin tener que esconderse, entonces nació Burbuja. Con el tiempo, Roberto logró controlar el tartamudeo y volvió a ser el de siempre, pero escondido detrás de un joven apocado cuyo principal pasatiempo era jugar a los piratas.

Continuó su trabajo para finalizar un segundo acelerador de partículas y para perfeccionar el proyecto Alejandría a espaldas de Alexander, siempre con la protección y el mecenazgo de Ventura.


Fin del Flash back:

- Siete barcos – comenzó Roberto – siete simas, un proyecto de naturaleza humanística que debería ser bueno para el mundo ¿por qué se convierte en algo malo?

(Continuará)
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