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Foro El mentalista

2º Parte Fan Fic.

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Wedu83
Wedu83
23/04/2014 19:22
Giró la cabeza en la dirección de dónde había procedido el disparo. Allí encontró a un exultante Thomas McAllister sosteniendo su arma. Era fascinante la cantidad de buenos escondites que se podía encontrar en un lugar tan pequeño.
—Hola, Patrick —le saludó con una sonrisa morbosa.
En esa ocasión, Jane se ahorró el saludo y dejó que el sheriff se acercase hacia él.
—¿Sorprendido? —le preguntó.
Negó con la cabeza por segunda vez.
—Decepcionado sería una definición más exacta —le contestó levantándose del banco y enfrentándose al cañón del arma con una seguridad pasmosa.
—¿Por qué razón?
—Esperaba a Haffner, la verdad.
—Qué ciego has estado todo este tiempo, mi querido Patrick. Jamás supiste ver lo que tenías ante ti. Incluso me atreví a mentirte mientras te miraba directamente a los ojos y tú me creíste. “Yo no soy John el Rojo” —dijo imitándose a sí mismo en la casa de Jane y soltando una risa triunfal.
—Reconozco que has sido listo, pero no tanto cómo te piensas. Te creí por que decías la verdad. Tú no eres John el Rojo. Quizá en tus sueños lo seas, pero no en este mundo. De eso estoy seguro —sentenció Patrick con una gran sonrisa.
—Te tengo lástima. Aun teniendo la verdad ante ti, sigues sin verla. Yo soy quien mató a tu esposa y…
—Tú no eres más que otra de sus herramientas —le interrumpió con insolencia. El gesto de McAllister se torció en una mueca de enfado —. Él solo te ha enviado para matarme, algo que ya habría hecho Bertram. Sin embargo, tú se lo pediste. No querías que un simple peón se encargase de esto. Tú —y acompañó esa palabra con un dedo acusador directo al pecho de Thomas —eres su alfil. Siempre a su lado y con total libertad de movimientos. Te encargaste de alguno de sus trabajos como el de Townland Morning y Sophie Miller, y eso te hizo pensar que podrías llegar a ser tan bueno como él. ¿Acaso creíste que no notaría la diferencia? Pero no, tú no mataste a mi esposa ni a mi hija. Pero que eso no te haga pensar que no te castigaré por tus crímenes.
Más calmado, el sheriff dio dos aplausos y volvió a apuntarle.
—Ya veo que te he subestimado. Debería haberle hecho caso y no hacerlo. Dime una cosa, ¿cómo piensas castigarme? Aquí, el único que tiene un arma soy yo.
Patrick chasqueó los dedos.
—Vaya, no había pensado en eso.
—¿Ves cómo no eres tan inteligente cómo te crees?
—¿Quieres que te demuestre lo contrario? —le preguntó mientras daba un paso hacia él.
McAllister alzó el arma y dijo:
—No te acerques más.
—Tranquilo, solo quiero leer la mente una vez más antes de morir.
—Hace un minuto te he escuchado decir que siempre has sido un fraude. ¿Cómo piensas hacerlo?
—Ahora lo verás —dijo cerrando los ojos y mostrando un gesto de concentración. —Quiero que pienses en todo lo que hiciste tras la explosión ocurrida en mi casa.
Thomas esbozó una sonrisa y, aunque intentó pensar en otra cosa, no pudo evitar revivir en su mente los pasos que había dado durante las últimas 36 horas.
—Lo veo —comenzó diciendo Jane —. Tras ayudarle a mover nuestros cuerpos inconscientes y poner cadáveres en vuestros puestos, pusisteis la bomba que hizo que mi casa explotase. Después os separasteis y tú decidiste alojarte en un motel a las afueras de Sacramento hasta que llegase el gran momento. Sin embargo, anoche no pudiste resistir la tentación y saliste a “cazar”. También veo que tu víctima fue una mujer rubia, alta y atractiva. Os tomasteis un par de tragos y subisteis a tu habitación. Ahí fue cuando notaste que algo iba mal. Te quedaste dormido antes de poder cobrarte tu presa. En cambio, cuando despertaste esta mañana, nada extraño había ocurrido.
Jane abrió los ojos y descubrió el gesto de terror en la cara del sheriff. Sonrió todo lo que pudo.
—¿Cómo demonios sabes todo eso?
—Te he leído la mente. Eso es lo que hacemos los mentalistas.
—Eso es imposible.
Jane lanzó una gran carcajada.
—Vale, me has pillado. John el Rojo no es el único que tiene amigos. Durante estos años, he sacado de líos a gente muy importante. Uno de ellos es Walter Mashburn. Le pedí ayuda y contrató a una espía para que te siguiese. Como ya imaginarás, esa espía es la mujer que encontraste en el bar. Si tú no hubieses bajado, ella habría subido a tu habitación. Vertió somníferos en tu copa y cuando te dormiste, cambió la munición de tu arma por balas de fogueo. Todas menos esa que ha matado al pobre Bertram.
McAllister bajó la mirada hacia su arma y apretó el gatillo de nuevo. Se escuchó el sonido del silenciador, pero en aquella ocasión no salió ningún proyectil.
—Maldito seas, Patrick —dijo en el mismo momento en que dos personas entraban en la capilla apuntándole. A ambas las conocía bien. Una era Grace Van Pelt y otra era la mujer con la que había estado la noche anterior.
—Thomas McAllister, quedas detenido por homicidio y otros muchos cargos más que ahora no tengo tiempo de enumerar —le dijo Jane mientras Van Pelt le ponía le desarmaba y le ponía las esposas.
Apretando los dientes, el sheriff le espetó:
—Da igual que me hayas cogido a mí. Jamás te diré quién es.
Jane se encaró con él y recitó:
—Entre los corderos, vestida de blanco, caminaba con su Thomas en dulce deleite. Lloré de alegría y como una paloma me lamento. ¿Cuándo volveré allí? Querido hijo, también yo junto a ríos placenteros he caminado la noche entera en la tierra de los sueños. Pero por serenas y cálidas que fuesen las anchas aguas, nunca pude llegar hasta la otra orilla. Tranquilo, le enviaré recuerdos de tu parte.

***********

Inquieto, cambiaba el peso de su cuerpo de un pie a otro. Hacía cinco minutos que le debían haber recogido en la puerta del hotel en el que se había alojado con una identidad falsa. Al fin, vio el gran todoterreno negro acercarse y parar frente a él. Tenía las lunas tintadas. Al subir, vio que la ventanilla que separaba la parte delantera estaba subida. No vio a nadie más en el interior del vehículo.
—¿Dónde está Haffner? —preguntó mientras cerraba la puerta.
La ventanilla bajó.
—En comisaría.
“John el Rojo” sonrió al ver a Kimball Cho apuntándole con un arma desde el asiento del copiloto. Wayne Rigsby también giró la cabeza sin soltar el volante y le dedicó una de sus estúpidas sonrisas.
—He de reconocer que esto no me lo esperaba. En fin, hagámoslo de una vez —dijo resignándose a su suerte y sabiéndose perdedor de la partida.
#1
Wedu83
Wedu83
23/04/2014 19:24
Siento ponerlo en dos hilos distintos, pero no me dejaba ponerlo todo entero. Por cierto, se aceptan todo tipo de comentarios y críticas.
#2
Wedu83
Wedu83
25/04/2014 23:46
Que gentuza!!!! Ni un comentario!!!! Menos mal que hoy he vendido dos novelas a editoriales, si no me enfadaria!!!!! ;-)
#3
manicdistefano
manicdistefano
25/04/2014 23:52
Jajajajajaja, muy bueno Wedu, no te enojes.
#4
Aoodi6
Aoodi6
26/04/2014 14:20
Increíble trabajo Wedu, sin embargo, sigo sin saber wuién es RJ... GRAN TRABAJO