Foro El secreto de Puente Viejo
La Biblioteca (A - K)
#0
17/08/2011 13:26
EL RINCÓN DE AHA
El destino.
EL RINCÓN DE ÁLEX
El Secreto de Puente Viejo, El Origen.
EL RINCÓN DE ABRIL
El mejor hombre de Puente Viejo.
La chica de la trenza I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII.
EL RINCÓN DE ALFEMI
De siempre y para siempre.
Hace frío I, II.
Pensando en ti.
Yo te elegí a ti.
EL RINCÓN DE ANTOJEP
Bajo la luz de la luna I, II, III, IV.
Como un rayo de sol I, II, III, IV.
La traición I, II.
EL RINCÓN DE ARICIA
Reacción I, II, III, IV.
Emilia, el lobo y el cazador.
El secreto de Alfonso Castañeda.
La mancha de mora I, II, III, IV, V.
Historias que se repiten. 20 años después.
La historia de Ana Castañeda I, II, III, VI, V, Final.
EL RINCÓN DE ARTEMISILLA
Ojalá fuera cierto.
Una historia de dos
EL RINCÓN DE CAROLINA
Mi historia.
EL RINCÓN DE CINDERELLA
Cierra los ojos.
EL RINCÓN DE COLGADA
Cartas, huidas, regalos y el diluvio universal I-XI.
El secreto de Gregoria Casas.
La decisión I,II, III, IV, V.
Curando heridas I,II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII.
una nueva vida I,II, III
EL RINCÓN DE CUQUINA
Lo que me sale de las teclas.
El origen de Tristán Ulloa.
EL RINCÓN DE EIZA
En los ojos de un Castañeda.
Bajando a los infiernos.
¡¿De qué?!
Pensamientos
EL RINCÓN DE FERMARÍA
Noche de bodas. (Descarga directa aquí)
Lo que no se ve.
En el baile.
De valientes y cobardes.
Descubriendo a Alfonso.
¿Por qué no me besaste?
Dejarse llevar.
Amar a Alfonso Castañeda.
Serenidad.
Así.
Quiero.
El corazón de un jornalero (I) (II).
Lo único cierto I, II.
Tiempo.
Sabor a chocolate.
EL RINCÓN DE FRANRAI
Un amor inquebrantable.
Un perfecto malentendido.
Gotas del pasado.
EL RINCÓN DE GESPA
La rutina.
Cada cosa en su sitio.
El baile.
Tomando decisiones.
Volver I, II.
Chismorreo.
Sola.
Tareas.
El desayuno.
Amigas.
Risas.
La manzana.
EL RINCÓN DE INMILLA
Rain Over Me I, II, III.
EL RINCÓN DE JAJIJU
Diálogos que nos encantaría que pasaran.
EL RINCÓN DE KERALA
Amor, lucha y rendición I - VII, VIII, IX, X, XI (I) (II), XII, XIII, XIV, XV, XVI,
XVII, XVIII, XIX, XX (I) (II), XXI, XXII (I) (II).
Borracha de tu amor.
Lo que debió haber sido.
Tu amor es mi droga I, II. (Escena alternativa).
PACA´S TABERN I, II.
Recuerdos.
Dibujando tu cuerpo.
Tu amor es mi condena I, II.
Encuentro en la posada. Historia alternativa
Tu amor es mi condena I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII, XIV, XV, XVI
#981
29/10/2011 00:53
Hermoso colgada, hermoso
#982
29/10/2011 00:54
Anita, alegras el dia a un indignada pesimista hasta la coronilla, gracias!!
#983
29/10/2011 23:54
Buenas Noches!!
Os dejo el link de un fic...se titula La Manzana
https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/634/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
Os dejo el link de un fic...se titula La Manzana
https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/877/634/el-rincon-de-alfonso-y-emilia-post-para-hablar-de-esta-pareja/
#984
30/10/2011 12:58
Buenos días :)
ENHORABUENA por la restauración de la biblioteca os ha quedado genial
Hay mucho trabajo detras y hay que agradeceroslo.
He empezado otro relato en el Rincón de Francisca y Raimundo, se titula GOTAS DEL PASADO.
Os dejo el link:
https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/500/224/el-rincon-de-francisca-y-raimundo-porque-nosotras-si-creemos-en-su-historia-de-amor-asi-que-espabilen-los-que-escriben/
ENHORABUENA por la restauración de la biblioteca os ha quedado genial
Hay mucho trabajo detras y hay que agradeceroslo.He empezado otro relato en el Rincón de Francisca y Raimundo, se titula GOTAS DEL PASADO.
Os dejo el link:
https://www.formulatv.com/series/el-secreto-de-puente-viejo/foros/500/224/el-rincon-de-francisca-y-raimundo-porque-nosotras-si-creemos-en-su-historia-de-amor-asi-que-espabilen-los-que-escriben/
#985
30/10/2011 22:59
Curando heridas
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Parte 8.-
Ya nada podría volver ser como antes.
Separaron sus labios muy lentamente,... quizá asustados, puede que sorprendidos, sin duda superados por la intensidad de las emociones que habían compartido con ese beso. Emilia ocultó el rostro en el pecho de Alfonso, incapaz de enfrentar su mirada. Alfonso la estrechó entre sus brazos. Ella temblaba como una hoja. El corazón de él latía desbocado.
Permanecieron un rato así, sin moverse, temerosos de que algo se hubiera roto entre los dos.
-Alfonso... -su voz era apenas un susurro- yo... no sé qué es esto que siento... tengo miedo.
Alfonso besó tímidamente su cabello, sin decir nada. Emilia continuó hablando.
-Tengo un agujero frío y oscuro en el pecho.... Me duele... Me duele como si una enorme roca golpeara sin descanso las paredes de ese agujero,...-la voz se le quebró- cada vez que recuerdo, cada vez que trato de olvidar. Y ahora -se interrumpió un momento-...tú. -Emilia pronunció esta última palabra muy bajito, con los labios pegados al pecho de Alfonso, como hablando directamente a su corazón.
-Emilia...-cogió su cara entre las manos obligándola a alzar la vista hacia él- Emilia,...
Sobraban las palabras. La besó dulcemente, tanteando, buscando, llamando... Pidiendo permiso para instalarse en un rincón, y quizá un día llenar ese vacío que ella había descrito.
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Parte 8.-
Ya nada podría volver ser como antes.
Separaron sus labios muy lentamente,... quizá asustados, puede que sorprendidos, sin duda superados por la intensidad de las emociones que habían compartido con ese beso. Emilia ocultó el rostro en el pecho de Alfonso, incapaz de enfrentar su mirada. Alfonso la estrechó entre sus brazos. Ella temblaba como una hoja. El corazón de él latía desbocado.
Permanecieron un rato así, sin moverse, temerosos de que algo se hubiera roto entre los dos.
-Alfonso... -su voz era apenas un susurro- yo... no sé qué es esto que siento... tengo miedo.
Alfonso besó tímidamente su cabello, sin decir nada. Emilia continuó hablando.
-Tengo un agujero frío y oscuro en el pecho.... Me duele... Me duele como si una enorme roca golpeara sin descanso las paredes de ese agujero,...-la voz se le quebró- cada vez que recuerdo, cada vez que trato de olvidar. Y ahora -se interrumpió un momento-...tú. -Emilia pronunció esta última palabra muy bajito, con los labios pegados al pecho de Alfonso, como hablando directamente a su corazón.
-Emilia...-cogió su cara entre las manos obligándola a alzar la vista hacia él- Emilia,...
Sobraban las palabras. La besó dulcemente, tanteando, buscando, llamando... Pidiendo permiso para instalarse en un rincón, y quizá un día llenar ese vacío que ella había descrito.
#986
31/10/2011 13:56
anitaaaaa me encanta!
#987
01/11/2011 00:40
Curando heridas
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Parte 9.-
"Nos reuniremos esta misma tarde junto al lago. Blanca ya no está, y sería extraño presentarme en la casa de comidas para salir a pasear como antes. Me siento como un zagal inexperto y atolondrado. Aunque lo cierto es que en estos menesteres jamás he sido muy diestro...
Apenas he dormido y este sol de mediodía me está matando... menos mal que pronto llegará la hora del almuerzo y podremos parar un rato. Me gustaría contarle ya a Ramiro lo que me está pasando, pero lo cierto es que ahora mismo no sabría qué decir. Anoche, tras los besos, Emilia tuvo que marchar corriendo a casa, no quería preocupar a su padre, y apenas conseguimos juntar las palabras necesarias para volver vernos hoy. Y menos mal que pocas palabras bastaron, porque difícilmente puedo pensar en otra cosa que no sea su boca y su cintura entre mis manos... No estoy muy seguro de que sea cierto."
"Nos reuniremos esta misma tarde junto al lago. Tengo que concentrarme, es el tercer vaso que pongo en la barra sin aclarar... Padre me esta mirando. Mejor limpiar alguna mesa. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Es Alfonso... mi amigo de siempre... Pero me ha besado... y yo le he besado...he escuchado su corazón y hubiera querido quedarme así, escuchándolo por siempre... Sentí una calma que hace tiempo no experimentaba... Como si nada malo pudiera pasarme estando con él.
Apenas he dormido. Pero hoy las sombras no traían recuerdos amargos... me envolvían en su abrazo, me recordaban su boca. ¿Ha sucedido realmente?"
A la hora convenida Alfonso y Emilia se encontraron bajo el viejo sauce, junto al lago. Él llevaba un ramllete de lavanda para darle. Ella una pequeña cesta con algunas viandas. Tras un beso torpe, se sentaron a merendar. Se contaron como fue el día y poco a poco volvieron a descubrirse donde se habían dejado, un lugar lleno de confianza, risas y cariño.
Tras terminar con el refrigerio, Alfonso se sentó con la espalda contra el tronco del viejo árbol, mientras Emilia se acercaba un momento al agua para refrescarse. La vió regresar maravillado de que esa tarde fuera real. Emilia sonreía sacudiendo las manos a los costados y al llegar donde él estaba, le salpicó la cara soltando una carcajada. Prácticamente cayó a su lado cuando él hizo amago, sin mucho convencimiento, de zafarse de su ataque. La tomó por la cintura y la atrajo hacia sí, alcanzando su boca entre risas. Era real, estaba pasando. Aquí y ahora. Emilia y él. Cuando por fin separaon sus bocas, Emilia acomodó la cabeza en el hueco de su hombro, con un brazo sobre su cintura. Una brisa fresca jugaba con algún mechón escapado de su trenza y le hacía cosquillas en la mejilla.
No tardaron en quedarse dormidos.
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Parte 9.-
"Nos reuniremos esta misma tarde junto al lago. Blanca ya no está, y sería extraño presentarme en la casa de comidas para salir a pasear como antes. Me siento como un zagal inexperto y atolondrado. Aunque lo cierto es que en estos menesteres jamás he sido muy diestro...
Apenas he dormido y este sol de mediodía me está matando... menos mal que pronto llegará la hora del almuerzo y podremos parar un rato. Me gustaría contarle ya a Ramiro lo que me está pasando, pero lo cierto es que ahora mismo no sabría qué decir. Anoche, tras los besos, Emilia tuvo que marchar corriendo a casa, no quería preocupar a su padre, y apenas conseguimos juntar las palabras necesarias para volver vernos hoy. Y menos mal que pocas palabras bastaron, porque difícilmente puedo pensar en otra cosa que no sea su boca y su cintura entre mis manos... No estoy muy seguro de que sea cierto."
"Nos reuniremos esta misma tarde junto al lago. Tengo que concentrarme, es el tercer vaso que pongo en la barra sin aclarar... Padre me esta mirando. Mejor limpiar alguna mesa. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Es Alfonso... mi amigo de siempre... Pero me ha besado... y yo le he besado...he escuchado su corazón y hubiera querido quedarme así, escuchándolo por siempre... Sentí una calma que hace tiempo no experimentaba... Como si nada malo pudiera pasarme estando con él.
Apenas he dormido. Pero hoy las sombras no traían recuerdos amargos... me envolvían en su abrazo, me recordaban su boca. ¿Ha sucedido realmente?"
A la hora convenida Alfonso y Emilia se encontraron bajo el viejo sauce, junto al lago. Él llevaba un ramllete de lavanda para darle. Ella una pequeña cesta con algunas viandas. Tras un beso torpe, se sentaron a merendar. Se contaron como fue el día y poco a poco volvieron a descubrirse donde se habían dejado, un lugar lleno de confianza, risas y cariño.
Tras terminar con el refrigerio, Alfonso se sentó con la espalda contra el tronco del viejo árbol, mientras Emilia se acercaba un momento al agua para refrescarse. La vió regresar maravillado de que esa tarde fuera real. Emilia sonreía sacudiendo las manos a los costados y al llegar donde él estaba, le salpicó la cara soltando una carcajada. Prácticamente cayó a su lado cuando él hizo amago, sin mucho convencimiento, de zafarse de su ataque. La tomó por la cintura y la atrajo hacia sí, alcanzando su boca entre risas. Era real, estaba pasando. Aquí y ahora. Emilia y él. Cuando por fin separaon sus bocas, Emilia acomodó la cabeza en el hueco de su hombro, con un brazo sobre su cintura. Una brisa fresca jugaba con algún mechón escapado de su trenza y le hacía cosquillas en la mejilla.
No tardaron en quedarse dormidos.
#988
01/11/2011 00:49
Qué bonito colgada!! precioso!! 
#989
01/11/2011 12:47
Pues sí, Colgada, romántico y bónito. Gracias
#990
01/11/2011 16:05
Curando heridas
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Parte 10.-
Había pasado un tiempo desde aquel primer encuento bajo el sauce. Alfonso tenía ya el permiso de Raimundo para cortejar a Emilia, y la alegría volvía a inundar la casa de los Ulloa. No había día en que los dos enamorados no se vieran. Igual de fácil era ver a Alfonso en la casa de comidas tras la faena, que encontrarse a Emilia en la casa de los Castañeda esperando su regreso.
Aquel día Emilia se había apresurado a terminar las tareas en la taberna para ir a pasar un rato con Mariana, que estaba empeñada en que le enseñara nuevos platos de cocina. Las dos muchachas disfrutaban mucho de la mutua compañía, ambas encontraban en la otra la hermana que nunca tuvieron, y una corriente de complicidad y entendimiento se había establecido entre las dos.
Al llegar a casa de los Castañeda, Emilia se sorprendió al ver a Ramiro salir como una exalación sin apenas reparar en ella ni saludarla. Al cruzar la puerta, encontró dentro a Mariana, derrotada, con los brazos sobre la mesa y la cabeza gacha. Alarmada se acercó hasta donde estaba:
-¡Mariana! ¿Qué tienes? Me he cruzado con Ramiro, que apenas sí me ha visto... ¿Ha pasado algo? -la instó a sentarse con dulzura y tomó asiento a su lado.
Mariana ocultó la cara mirando hacia otro lado.
-¡Mariana!¡me estás asustando mujer!-le cogió las manos-¿No nos lo contamos todo? ¡Anda niña! Dime que está pasando.
Mariana se volvió a mirarla. Estaba muy nerviosa, la voz le temblaba.
-Es Ramiro, Emilia. Prometí guardar el secreto, pero ya no puedo más.
-¿Qué es? A la vista está que no es ninguna nadería,... ¡pero habla ya, mujer! Si quedas más tranquila, prometo no contar nada a nadie.
-Ramiro ha recibido una carta de reclutamiento del ejército y en pocas semanas debe incorporarse al servicio militar...
Emilia se llevó la mano a la boca.
-Pero...no es posible... Ramiro es muy joven...
-Eso mismo pensé yo...
-¿Y no puede hacerse nada para remediarlo?
-¡Cómo si no se pudiera! La única forma de evitarlo es pagar una redención de 1500 pesetas, y no disponemos de ese dinero.
Emilia se quedó pensativa.
-Si has visto salir corriendo a Ramiro es porque acabamos de tener una discusión. -continuó Mariana- No puedo imaginarme esta casa sin él y estoy dispuesta a pedir el dinero prestado a Don Tristán, que siempre nos ha tratado con cariño y nos quiere bien... Pero Ramiro no quiere ni oir hablar del tema... dice que con bastantes preocupaciones carga ya esta familia como para sumar otra.. pero.. ¿y si le ocurriera algo, Emilia? -los ojos se le humedecieron.
Emilia la atrajo hacia sí, abrazándola.
-Eso ni lo pienses...
De pronto oyeron ruido en el exterior. Se separaron apresuradamente, tratando de disimular su nerviosismo:
-...pero no debes dejar que todo el agua se evapore, Mariana, yo lo hice y casi quemo toda la casa!¡Si es necesario, no tengas miedo de añadir un vaso extra de agua a la cocción!- exclamó Emilia con bastante tetralidad.
Alfonso abrió la puerta y sonrió al ver a las dos muchachas allí reunidas. Emilia se levantó y corrió a abrazarle y darle un beso.
-Y si no que te cuente tu hermano de cuantos días fue el castigo...¡aunque a cambio nació una artista tallando madera! -le guiñó un ojo.
Mariana los miraba sonriendo.
-¡Sin duda!-se chanceó Alfonso, dando un apretón a su cintura-¡Aquel día se perdió una olla, pero se ganó un gran talento para las proporciones!
Emilia rió divertida, volviendo a besarle en la mejilla.
-¡Acabo de acordarme! Prometí a mi hermano que le echaría una mano en la conservera... mañana recibe la visita de unos posibles inversores y quiere dar un repaso a las oficinas....
-Pero...-Alfonso trató de meter baza mientras Emilia ya salía por la puerta.
-¡Volveré esta noche! Traeré arroz con leche.... ¡prometido! -gritó ya desde el camino.
Los dos hermanos se miraron extrañados.
-La conozco...-rumió Alfonso- Algo trama... -suspiró y se dispuso a asearse.
Sabía de sobra que poco más que esperar podía hacerse.
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Parte 10.-
Había pasado un tiempo desde aquel primer encuento bajo el sauce. Alfonso tenía ya el permiso de Raimundo para cortejar a Emilia, y la alegría volvía a inundar la casa de los Ulloa. No había día en que los dos enamorados no se vieran. Igual de fácil era ver a Alfonso en la casa de comidas tras la faena, que encontrarse a Emilia en la casa de los Castañeda esperando su regreso.
Aquel día Emilia se había apresurado a terminar las tareas en la taberna para ir a pasar un rato con Mariana, que estaba empeñada en que le enseñara nuevos platos de cocina. Las dos muchachas disfrutaban mucho de la mutua compañía, ambas encontraban en la otra la hermana que nunca tuvieron, y una corriente de complicidad y entendimiento se había establecido entre las dos.
Al llegar a casa de los Castañeda, Emilia se sorprendió al ver a Ramiro salir como una exalación sin apenas reparar en ella ni saludarla. Al cruzar la puerta, encontró dentro a Mariana, derrotada, con los brazos sobre la mesa y la cabeza gacha. Alarmada se acercó hasta donde estaba:
-¡Mariana! ¿Qué tienes? Me he cruzado con Ramiro, que apenas sí me ha visto... ¿Ha pasado algo? -la instó a sentarse con dulzura y tomó asiento a su lado.
Mariana ocultó la cara mirando hacia otro lado.
-¡Mariana!¡me estás asustando mujer!-le cogió las manos-¿No nos lo contamos todo? ¡Anda niña! Dime que está pasando.
Mariana se volvió a mirarla. Estaba muy nerviosa, la voz le temblaba.
-Es Ramiro, Emilia. Prometí guardar el secreto, pero ya no puedo más.
-¿Qué es? A la vista está que no es ninguna nadería,... ¡pero habla ya, mujer! Si quedas más tranquila, prometo no contar nada a nadie.
-Ramiro ha recibido una carta de reclutamiento del ejército y en pocas semanas debe incorporarse al servicio militar...
Emilia se llevó la mano a la boca.
-Pero...no es posible... Ramiro es muy joven...
-Eso mismo pensé yo...
-¿Y no puede hacerse nada para remediarlo?
-¡Cómo si no se pudiera! La única forma de evitarlo es pagar una redención de 1500 pesetas, y no disponemos de ese dinero.
Emilia se quedó pensativa.
-Si has visto salir corriendo a Ramiro es porque acabamos de tener una discusión. -continuó Mariana- No puedo imaginarme esta casa sin él y estoy dispuesta a pedir el dinero prestado a Don Tristán, que siempre nos ha tratado con cariño y nos quiere bien... Pero Ramiro no quiere ni oir hablar del tema... dice que con bastantes preocupaciones carga ya esta familia como para sumar otra.. pero.. ¿y si le ocurriera algo, Emilia? -los ojos se le humedecieron.
Emilia la atrajo hacia sí, abrazándola.
-Eso ni lo pienses...
De pronto oyeron ruido en el exterior. Se separaron apresuradamente, tratando de disimular su nerviosismo:
-...pero no debes dejar que todo el agua se evapore, Mariana, yo lo hice y casi quemo toda la casa!¡Si es necesario, no tengas miedo de añadir un vaso extra de agua a la cocción!- exclamó Emilia con bastante tetralidad.
Alfonso abrió la puerta y sonrió al ver a las dos muchachas allí reunidas. Emilia se levantó y corrió a abrazarle y darle un beso.
-Y si no que te cuente tu hermano de cuantos días fue el castigo...¡aunque a cambio nació una artista tallando madera! -le guiñó un ojo.
Mariana los miraba sonriendo.
-¡Sin duda!-se chanceó Alfonso, dando un apretón a su cintura-¡Aquel día se perdió una olla, pero se ganó un gran talento para las proporciones!
Emilia rió divertida, volviendo a besarle en la mejilla.
-¡Acabo de acordarme! Prometí a mi hermano que le echaría una mano en la conservera... mañana recibe la visita de unos posibles inversores y quiere dar un repaso a las oficinas....
-Pero...-Alfonso trató de meter baza mientras Emilia ya salía por la puerta.
-¡Volveré esta noche! Traeré arroz con leche.... ¡prometido! -gritó ya desde el camino.
Los dos hermanos se miraron extrañados.
-La conozco...-rumió Alfonso- Algo trama... -suspiró y se dispuso a asearse.
Sabía de sobra que poco más que esperar podía hacerse.
#991
01/11/2011 19:42
Sigue colgadaaaa!!! a mi rustar mucho!! jejeje
#992
01/11/2011 20:11
Me encantan los fics chicas, seguid....
#993
01/11/2011 22:11
Curando heridas
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Parte 11.-
Ya estaban terminando de cenar cuando llamaron a la puerta. Una sonriente Emilia asomó la cabeza y la cesta con el arroz con leche.
-Traigo lo prometido, ¿se puede pasar?
Alfonso se levantó de un salto. Le abrió la puerta y agarrando la cesta volvió a sentarse.
-Ya lo echaba de menos...-dijo disponiéndose a repartir el postre ante las risas de todos los presentes.
Emilia fingió enfado, y le dió un empujón en el hombro tras sentarse en la silla que tenía reservada a su lado.
-¡Pero qué hijo tiene Rosario!... No sé como sigue usted cuerda...
-Ay hija, no te creas, ¡yo también me lo pregunto!- rió.
-Creo que la clave está en Mariana -terció Ramiro- Si no fuera por ella, entre los tres conseguiríamos desquiciarla...
-Bien sabes que no, mi niño -Rosario puso una mano sobre el brazo de su hijo pequeño- bien cabales me habéis salido todos... Aunque Juan esté ahora mismo un poco perdido, que ni en la cena le vemos aparecerse... pero bueno, os tengo a los tres para ayudarme y estoy segura de que juntos conseguiremos superar cualquier cosa que se nos ponga por delante.
-Eso mismo, madre -la animó Alfonso.
Mariana y Ramiro intercambiaron una mirada. Emilia los observaba en silencio.
-¡Bueno! Y ya que estoy aquí, ¿por qué no sale con sus dos hombretones al fresco? ya me ocupo yo de recoger la mesa y fregar los cacharros. Mariana, ¿me ayudas?
-Claro.
Cuando se hallaron a solas, Emilia llevó a un aparte a Mariana y le entregó un sobre.
-¿Qué es esto?
-El dinero que necesitáis.
-Pero ¿de dónde lo has sacado? ¿Cómo...?
-Chsss, baja la voz... es mío. No te preocupes. Lo importante es evitar que Ramiro tenga que irse al servicio militar.
-Pero...
-Mariana, mírame. Lo importante ahora es Ramiro, ya te explicaré de dónde viene este dinero, pero...
-¿Cómo que lo importante es Ramiro? ¿Qué dinero? -Alfonso las miraba alternativamente, de pie tras ellas con los tazones de arroz con leche vacíos en las manos.
Mariana y Emilia se volvieron de un salto al oírlo, con el susto dibujado en sus caras.
-Señoritas.. creo que tenéis unas cuantas cosas que explicarme...
Mariana se acercó hasta su hermano.
-Por favor Alfonso, no levantes la voz.. no queremos que madre se preocupe.
-Está bien...- levantó la vista hacia Emilia, que se había encogido en un rincón, perdido el color de su rostro. Volvió a dirigirse a su hermana- pero dime lo que está pasando.
Mariana le relató todo lo acaecido a Ramiro en los últimos días, la carta recibida reclamando su presencia en el cuartel, la promesa de mantener el secreto cuando se enteró... cómo, si no le ponían remedio, tendría que presentarse en breve para realizar el servicio militar y cómo esa misma tarde se lo había confesado a Emilia, que había presenciado la airada salida de Ramiro de la casa.
-Y supongo que el remedio tendrá que ver con el dinero de que hablábais..-levantó los ojos hacia Emilia, que los miraba desde el rincón, aún con cara de susto.
Mariana miró a uno y a otro, dudando. Emilia bajó la cabeza.
-Emilia me acaba de dar este sobre con el dinero necesario para pagar la redención, 1500 pesetas.
-¡Pero eso es mucho dinero! -exclamó Alfonso- No podéis permitíroslo... -dió un paso hacia ella, pero paró en seco al ver su expresión cuando levantó la cara para mirarlo- ¿Qué ocurre? ¿De dónde lo has sacado?
-Ese dinero es mío. -dijo con determinación, aguantando su mirada- Y ahora es vuestro. No quiero que Ramiro tenga que ir al servicio militar, como tampoco tú quieres. No os preocupéis, ese dinero no es necesario para la marcha de la casa de comidas, ni se lo he pedido a Raimundo ni a nadie... aceptadlo, por favor, ... no es justo que Ramiro tenga que dejaros ahora.- diciendo esto salió fuera y tras despedirse de Rosario y Ramiro, que la miraron extrañados, partió por el camino rumbo a su casa.
Alfonso quedó petrificado en el sitio.
-Pero ¿qué diantres...?
Entregó el sobre a su hermana y salió corriendo tras ella.
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Parte 11.-
Ya estaban terminando de cenar cuando llamaron a la puerta. Una sonriente Emilia asomó la cabeza y la cesta con el arroz con leche.
-Traigo lo prometido, ¿se puede pasar?
Alfonso se levantó de un salto. Le abrió la puerta y agarrando la cesta volvió a sentarse.
-Ya lo echaba de menos...-dijo disponiéndose a repartir el postre ante las risas de todos los presentes.
Emilia fingió enfado, y le dió un empujón en el hombro tras sentarse en la silla que tenía reservada a su lado.
-¡Pero qué hijo tiene Rosario!... No sé como sigue usted cuerda...
-Ay hija, no te creas, ¡yo también me lo pregunto!- rió.
-Creo que la clave está en Mariana -terció Ramiro- Si no fuera por ella, entre los tres conseguiríamos desquiciarla...
-Bien sabes que no, mi niño -Rosario puso una mano sobre el brazo de su hijo pequeño- bien cabales me habéis salido todos... Aunque Juan esté ahora mismo un poco perdido, que ni en la cena le vemos aparecerse... pero bueno, os tengo a los tres para ayudarme y estoy segura de que juntos conseguiremos superar cualquier cosa que se nos ponga por delante.
-Eso mismo, madre -la animó Alfonso.
Mariana y Ramiro intercambiaron una mirada. Emilia los observaba en silencio.
-¡Bueno! Y ya que estoy aquí, ¿por qué no sale con sus dos hombretones al fresco? ya me ocupo yo de recoger la mesa y fregar los cacharros. Mariana, ¿me ayudas?
-Claro.
Cuando se hallaron a solas, Emilia llevó a un aparte a Mariana y le entregó un sobre.
-¿Qué es esto?
-El dinero que necesitáis.
-Pero ¿de dónde lo has sacado? ¿Cómo...?
-Chsss, baja la voz... es mío. No te preocupes. Lo importante es evitar que Ramiro tenga que irse al servicio militar.
-Pero...
-Mariana, mírame. Lo importante ahora es Ramiro, ya te explicaré de dónde viene este dinero, pero...
-¿Cómo que lo importante es Ramiro? ¿Qué dinero? -Alfonso las miraba alternativamente, de pie tras ellas con los tazones de arroz con leche vacíos en las manos.
Mariana y Emilia se volvieron de un salto al oírlo, con el susto dibujado en sus caras.
-Señoritas.. creo que tenéis unas cuantas cosas que explicarme...
Mariana se acercó hasta su hermano.
-Por favor Alfonso, no levantes la voz.. no queremos que madre se preocupe.
-Está bien...- levantó la vista hacia Emilia, que se había encogido en un rincón, perdido el color de su rostro. Volvió a dirigirse a su hermana- pero dime lo que está pasando.
Mariana le relató todo lo acaecido a Ramiro en los últimos días, la carta recibida reclamando su presencia en el cuartel, la promesa de mantener el secreto cuando se enteró... cómo, si no le ponían remedio, tendría que presentarse en breve para realizar el servicio militar y cómo esa misma tarde se lo había confesado a Emilia, que había presenciado la airada salida de Ramiro de la casa.
-Y supongo que el remedio tendrá que ver con el dinero de que hablábais..-levantó los ojos hacia Emilia, que los miraba desde el rincón, aún con cara de susto.
Mariana miró a uno y a otro, dudando. Emilia bajó la cabeza.
-Emilia me acaba de dar este sobre con el dinero necesario para pagar la redención, 1500 pesetas.
-¡Pero eso es mucho dinero! -exclamó Alfonso- No podéis permitíroslo... -dió un paso hacia ella, pero paró en seco al ver su expresión cuando levantó la cara para mirarlo- ¿Qué ocurre? ¿De dónde lo has sacado?
-Ese dinero es mío. -dijo con determinación, aguantando su mirada- Y ahora es vuestro. No quiero que Ramiro tenga que ir al servicio militar, como tampoco tú quieres. No os preocupéis, ese dinero no es necesario para la marcha de la casa de comidas, ni se lo he pedido a Raimundo ni a nadie... aceptadlo, por favor, ... no es justo que Ramiro tenga que dejaros ahora.- diciendo esto salió fuera y tras despedirse de Rosario y Ramiro, que la miraron extrañados, partió por el camino rumbo a su casa.
Alfonso quedó petrificado en el sitio.
-Pero ¿qué diantres...?
Entregó el sobre a su hermana y salió corriendo tras ella.
#994
01/11/2011 22:21
Colgada, qué mala leche tienes!!! como nos dejas así?? jjejejej
#995
02/11/2011 02:20
Anita, me barrunto yo que vas a conseguir que se me pase la mania que le he cogio a emilia si ella me devuelve a Ramiro....
Graciiias
Graciiias
#996
02/11/2011 15:41
He escrito un poquito, va dedicado a tres personas en especial:
La Puebla (Mi Pepa, por todo y por nada, porque SI)
Alfemi (Mi sister, por pesada más que nada)
Fermariarules (Mari, porque te echo de menos ^-^ )
En los ojos de un Castañeda. (A partir del #31 esta lo nuevo)
La Puebla (Mi Pepa, por todo y por nada, porque SI)
Alfemi (Mi sister, por pesada más que nada)
Fermariarules (Mari, porque te echo de menos ^-^ )
En los ojos de un Castañeda. (A partir del #31 esta lo nuevo)
#997
03/11/2011 00:25
Curando heridas
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Parte 12.-
-¡Emilia!..¡Espera!
Emilia no aflojó el paso, pero Alfonso pronto le dió alcance y agarrándola del brazo la giró hacia él, obligándola a detenerse.
-¡Dime qué está pasando! ¿Por qué te comportas así?
-¿Qué ha de pasarme? -trató de zafarse pero no pudo.
-¡Venga ya, Emilia! No hay más que verte la cara... y ahora, ¿por qué te revuelves?
-No quiero discutir... ese dinero es para Ramiro, y no hay más que hablar.
-¿De dónde ha salido tanto dinero?
-Es mío.
-¿Tuyo?
-Así es -Emilia se cuadró delante de él, los brazos en jarras- Es herencia de mi madre, Blanca me lo trajo cuando vino a visitarme, para que pudiera disponer de él en caso de necesidad. Ahora ese caso ha llegado, y le he dado uso. Se acabó el misterio.
-Pero es mucho dinero... ¿cómo puede ser? tu madre era hija de un herrero...
Emilia se quedó callada.
-¿Emilia? -dió un paso hacia ella, tratando de vislumbrar algo de su expresión.
-Natalia no era mi verdadera madre -dijo por fin, dejando caer los brazos a los costados, derrotada- Ni Raimundo es mi padre.
-¡¿Cómo?!-exclamó Alfonso.
Emilia le narró su descubrimiento, el hombre misterioso que resultó ser su tío, el accidente en el que murieron sus verdaderos padres, la implicación de Raimundo, su decisión de continuar con ellos a pesar de todo, porque siempre fueron y siempre los consideraría su familia.
-¿Por qué no me lo habías contado? -preguntó, dolido.
-No lo sé, Alfonso... supongo que no encontraba el momento apropiado,... es algo que me ha costado mucho asimilar y aún me duele hablar de ello. No pretendía ocultártelo, pero no tenía fuerzas para decírtelo. -Al ver a Alfonso cabizbajo se aproximó a él- No te enfades... Tarde o temprano te lo hubiese dicho... lo importante ahora es que podemos evitar que Ramiro tenga que irse al servicio militar.
-No puedo aceptarlo.
Emilia se apartó como si una brasa ardiente le quemara las manos.
-Ese dinero es para que lo utilices en caso de necesidad. No puedo arrebatártelo. Soy yo el responsable de la familia y quien tiene que resolver este problema.
Emilia lo miraba incrédula.
-No... No puede ser cierto lo que estoy oyendo.... Escúchame bien, Alfonso Castañeda.-le espetó- Te guste o no, estamos juntos en esto. No voy a permitir que un estúpido arrebato de orgullo ponga en peligro a tu hermano Ramiro. No voy a aceptar ese dinero de vuelta. Y si tengo que cerrarte la puerta en las narices los próximos cuatro meses, lo haré. ¡Vaya si lo haré!
Sin esperar réplica alguna, dió media vuelta y se marchó con paso decidido. Alfonso, al verla irse, sintió que la amaba más que nunca.
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Parte 12.-
-¡Emilia!..¡Espera!
Emilia no aflojó el paso, pero Alfonso pronto le dió alcance y agarrándola del brazo la giró hacia él, obligándola a detenerse.
-¡Dime qué está pasando! ¿Por qué te comportas así?
-¿Qué ha de pasarme? -trató de zafarse pero no pudo.
-¡Venga ya, Emilia! No hay más que verte la cara... y ahora, ¿por qué te revuelves?
-No quiero discutir... ese dinero es para Ramiro, y no hay más que hablar.
-¿De dónde ha salido tanto dinero?
-Es mío.
-¿Tuyo?
-Así es -Emilia se cuadró delante de él, los brazos en jarras- Es herencia de mi madre, Blanca me lo trajo cuando vino a visitarme, para que pudiera disponer de él en caso de necesidad. Ahora ese caso ha llegado, y le he dado uso. Se acabó el misterio.
-Pero es mucho dinero... ¿cómo puede ser? tu madre era hija de un herrero...
Emilia se quedó callada.
-¿Emilia? -dió un paso hacia ella, tratando de vislumbrar algo de su expresión.
-Natalia no era mi verdadera madre -dijo por fin, dejando caer los brazos a los costados, derrotada- Ni Raimundo es mi padre.
-¡¿Cómo?!-exclamó Alfonso.
Emilia le narró su descubrimiento, el hombre misterioso que resultó ser su tío, el accidente en el que murieron sus verdaderos padres, la implicación de Raimundo, su decisión de continuar con ellos a pesar de todo, porque siempre fueron y siempre los consideraría su familia.
-¿Por qué no me lo habías contado? -preguntó, dolido.
-No lo sé, Alfonso... supongo que no encontraba el momento apropiado,... es algo que me ha costado mucho asimilar y aún me duele hablar de ello. No pretendía ocultártelo, pero no tenía fuerzas para decírtelo. -Al ver a Alfonso cabizbajo se aproximó a él- No te enfades... Tarde o temprano te lo hubiese dicho... lo importante ahora es que podemos evitar que Ramiro tenga que irse al servicio militar.
-No puedo aceptarlo.
Emilia se apartó como si una brasa ardiente le quemara las manos.
-Ese dinero es para que lo utilices en caso de necesidad. No puedo arrebatártelo. Soy yo el responsable de la familia y quien tiene que resolver este problema.
Emilia lo miraba incrédula.
-No... No puede ser cierto lo que estoy oyendo.... Escúchame bien, Alfonso Castañeda.-le espetó- Te guste o no, estamos juntos en esto. No voy a permitir que un estúpido arrebato de orgullo ponga en peligro a tu hermano Ramiro. No voy a aceptar ese dinero de vuelta. Y si tengo que cerrarte la puerta en las narices los próximos cuatro meses, lo haré. ¡Vaya si lo haré!
Sin esperar réplica alguna, dió media vuelta y se marchó con paso decidido. Alfonso, al verla irse, sintió que la amaba más que nunca.
#998
03/11/2011 00:45
Dios Ana, entre el cap de hoy y tu vais a conseguir que perdone a emilia....si es que es mentarme a ramiro y ya.....
me encanta na nit!
me encanta na nit!
#999
03/11/2011 20:09
Me encanta colgada. Que pena que Ramiro se vaya y no se libre como en tu fic
#1000
04/11/2011 16:10
Curando heridas
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Parte 13.-
Ella tenía razón, no podíamos dejar que Ramiro se fuera. Era muy capaz de cumplir su amenaza, pero no hizo falta. Al día siguiente fui a buscarla a la casa de comidas, y antes de que me dejara pasar tuve que vaciar los bolsillos sobre el banco de la entrada. Después me invitó a merendar, para compensarme. Eso fue hace un mes.
Hoy está mas hermosa que nunca, bailando con Ramiro. A mí tampoco me faltan parejas, aunque ahora esté aquí sentado, mirándola. He bailado con madre, con Mariana, con Blanca,... pero ella... ¿quién no va querer oir su risa y estrecharla entre sus brazos mientras gira y gira? Su primer baile de casada fue para mí, pero cuando la música dejó de sonar, su padre ya estaba esperando, como padrino, su turno preferente, y aún sigue bailando... Sebastián, Juan, padre, Hipólito, Tristán, el señor alcalde, su tío Eulalio, Ernesto... De vez en cuando me lanza miradas llenas de intención, o resopla sin que su pareja de baile se de cuenta, sacándome la lengua. Pero al momento vuelve la cara hacia su acompañante y le hace algún comentario o gesto que provoca la sonrisa de ambos. ¿Cuándo acabará este condenado banquete?
Pepa viene hacia aquí... querrá bailar...
-oOo-
Soy tan feliz... hoy es el día de nuestra boda y nadie nos falta... incluso Juan, que últimamente nos tiene tan preocupados, parece haber recuperado algo del carácter y porte de antaño.
Alfonso está tan apuesto vestido con traje y corbatín... parece mentira que un hombre hecho y derecho como él renegara de aquella manera por un trocito de tela cuando fuimos a escogerlo... Hoy al verlo esperándome al pie del altar, pensé que las piernas no me sujetarían. No recuerdo casi nada de la ceremonia, salvo su expresión al mirarme, su mano buscando la mía durante el sermón de Don Anselmo... y el beso al terminar.
Al salir nos esperaba una nutrida tropa de niños con los bolsillos llenos de arroz, que pronto vaciaron sobre nosotros y nuestros invitados. Por suerte Hipólito y Mariana traían sacos de caramelos del colmado, que se afanaron en lanzar en todas direcciones para regocijo de los zagales y alivio nuestro.
Creo que no había bailado tanto en mi vida.
-oOo-
Por fin se retiran los últimos invitados. Emilia y yo despedimos a los más rezagados mientras Raimundo y Sebastian recogen los restos del banquete. Pepa está arriba, últimando los detalles en una de las habitaciones de la posada, que han preparado para que pasemos nuestra primera noche juntos. Cuando el último invitado desaparece, suspiramos los dos y nos echamos a reír.
Pepa asoma por la puerta y nos indica con un gesto que todo está preparado. Emilia sonrie y corre a abrazarla. Después se dirige a su padre y a su hermano dándoles un beso. Me tiende la mano y me guía escaleras arriba. No sé que cara pongo, aunque debo tener una sonrisa tonta. Raimundo y Sebastián procuran no mirarme para no estallar en carcajadas y Pepa me da ánimos con una caricia en el hombro cuando paso por su lado.
Al abrir la puerta Emilia lanza una exclamación. No sé mucho de esto, pero la habitación luce bonita. Un suave aroma a lavanda impregna el ambiente. Entramos dentro y abrazo a Emilia desde atrás mientras giramos para admirar toda la estancia. Se da la vuelta y me rodea el cuello con los brazos. La Señora Castañeda quiere besar al Señor Castañeda... que por suerte no es mi padre.
-oOo-
Al fin solos en la habitación. Le beso mientras desato el corbatin que tanto le agobia y tiro de un extremo. Él me da las gracias con una sonrisa en mi boca. Trato de ayudarle con la levita sin dejar de besarle, cuando una tonada muy familiar llega a nuestros oídos. Nos miramos extrañados y corremos a asomarnos a la ventana... Ramiro con la guitarra, Hipólito con su voz, nos regalan una dulce serenata. Alfonso me abraza y los miramos sonriendo. Cuando la canción termina se despiden con una reverencia.
Alfonso tira de mí hacia el interior de la habitación y cierra la ventana. Me atrae hacia si envolviéndome en sus brazos y sólo con ese gesto creo que voy a perder el sentido. Busca mi boca con la suya y nuestros movimientos van ganando en urgencia y perdiendo en precisión. Lo amo. Lo amo tanto...
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Parte 13.-
Ella tenía razón, no podíamos dejar que Ramiro se fuera. Era muy capaz de cumplir su amenaza, pero no hizo falta. Al día siguiente fui a buscarla a la casa de comidas, y antes de que me dejara pasar tuve que vaciar los bolsillos sobre el banco de la entrada. Después me invitó a merendar, para compensarme. Eso fue hace un mes.
Hoy está mas hermosa que nunca, bailando con Ramiro. A mí tampoco me faltan parejas, aunque ahora esté aquí sentado, mirándola. He bailado con madre, con Mariana, con Blanca,... pero ella... ¿quién no va querer oir su risa y estrecharla entre sus brazos mientras gira y gira? Su primer baile de casada fue para mí, pero cuando la música dejó de sonar, su padre ya estaba esperando, como padrino, su turno preferente, y aún sigue bailando... Sebastián, Juan, padre, Hipólito, Tristán, el señor alcalde, su tío Eulalio, Ernesto... De vez en cuando me lanza miradas llenas de intención, o resopla sin que su pareja de baile se de cuenta, sacándome la lengua. Pero al momento vuelve la cara hacia su acompañante y le hace algún comentario o gesto que provoca la sonrisa de ambos. ¿Cuándo acabará este condenado banquete?
Pepa viene hacia aquí... querrá bailar...
-oOo-
Soy tan feliz... hoy es el día de nuestra boda y nadie nos falta... incluso Juan, que últimamente nos tiene tan preocupados, parece haber recuperado algo del carácter y porte de antaño.
Alfonso está tan apuesto vestido con traje y corbatín... parece mentira que un hombre hecho y derecho como él renegara de aquella manera por un trocito de tela cuando fuimos a escogerlo... Hoy al verlo esperándome al pie del altar, pensé que las piernas no me sujetarían. No recuerdo casi nada de la ceremonia, salvo su expresión al mirarme, su mano buscando la mía durante el sermón de Don Anselmo... y el beso al terminar.
Al salir nos esperaba una nutrida tropa de niños con los bolsillos llenos de arroz, que pronto vaciaron sobre nosotros y nuestros invitados. Por suerte Hipólito y Mariana traían sacos de caramelos del colmado, que se afanaron en lanzar en todas direcciones para regocijo de los zagales y alivio nuestro.
Creo que no había bailado tanto en mi vida.
-oOo-
Por fin se retiran los últimos invitados. Emilia y yo despedimos a los más rezagados mientras Raimundo y Sebastian recogen los restos del banquete. Pepa está arriba, últimando los detalles en una de las habitaciones de la posada, que han preparado para que pasemos nuestra primera noche juntos. Cuando el último invitado desaparece, suspiramos los dos y nos echamos a reír.
Pepa asoma por la puerta y nos indica con un gesto que todo está preparado. Emilia sonrie y corre a abrazarla. Después se dirige a su padre y a su hermano dándoles un beso. Me tiende la mano y me guía escaleras arriba. No sé que cara pongo, aunque debo tener una sonrisa tonta. Raimundo y Sebastián procuran no mirarme para no estallar en carcajadas y Pepa me da ánimos con una caricia en el hombro cuando paso por su lado.
Al abrir la puerta Emilia lanza una exclamación. No sé mucho de esto, pero la habitación luce bonita. Un suave aroma a lavanda impregna el ambiente. Entramos dentro y abrazo a Emilia desde atrás mientras giramos para admirar toda la estancia. Se da la vuelta y me rodea el cuello con los brazos. La Señora Castañeda quiere besar al Señor Castañeda... que por suerte no es mi padre.
-oOo-
Al fin solos en la habitación. Le beso mientras desato el corbatin que tanto le agobia y tiro de un extremo. Él me da las gracias con una sonrisa en mi boca. Trato de ayudarle con la levita sin dejar de besarle, cuando una tonada muy familiar llega a nuestros oídos. Nos miramos extrañados y corremos a asomarnos a la ventana... Ramiro con la guitarra, Hipólito con su voz, nos regalan una dulce serenata. Alfonso me abraza y los miramos sonriendo. Cuando la canción termina se despiden con una reverencia.
Alfonso tira de mí hacia el interior de la habitación y cierra la ventana. Me atrae hacia si envolviéndome en sus brazos y sólo con ese gesto creo que voy a perder el sentido. Busca mi boca con la suya y nuestros movimientos van ganando en urgencia y perdiendo en precisión. Lo amo. Lo amo tanto...