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Eres mi verdad... Toda historia tiene un principio... Raimundo Francisca.

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#0
lnaeowyn
lnaeowyn
30/09/2012 20:48
Bueno, finalmente me he decidido. En vista del éxito que tiene este relato entre mis queridas Raipaquistas, voy a seguir su consejo. Voy a colgar el relato íntegro aquí. Bueno, íntegro... hasta la página 172 que tiene actualmente. He estado desaparecida casi un año, debido a múltiples motivos, pero he vuelto. Esta novelita no merece quedarse a medias...

Dedicada a todos y todas a los que les guste la electrizante pareja que hacen Raimundo Ulloa y Francisca Montenegro. Porque su historia es muy larga...


Eres mi verdad…

Capítulo 1.

Francisca Montenegro no lo entendía. Por más que su madre, su padre, Rosario, el cura y toda la gente respetable de la comarca se lo dijese, simplemente no lo entendía. No acababa de ver el sentido a aquello. Su distinguida madre se lo había repetido un millón de veces. “- Francisca, hija, recuerda que eres una Montenegro.-“ Había oído esa frase desde que tenía memoria y desde luego que lo recordaba. No lo olvidaría nunca, de eso estaba segura. Y eso le había dicho a su madre, mientras ella la miraba severamente. Su padre también la miraba, pero pese a que en su rostro quería dibujarse un digno enfado, Francisca sabía que tras aquella máscara pretendía asomar una tierna sonrisa.
- Francisca…- volvió a llamarla su madre.
Ella volvió a mirarla.
- ¿Has comprendido lo que te he dicho?- le preguntó severa.
- Sí, madre.- contestó como en una letanía.
- Pues repítemelo.- exigió ella.
Francisca reprimió el impulso de resoplar. Alzó la cabeza y una de sus largas trenzas cayó por su espalda.
- Soy una señorita de alta alcurnia y como tal, debo conducirme. No debo correr por el campo, ni saltar vallas, ni trepar a ningún árbol. No debo juntarme con los muchachos del pueblo ni mucho menos jugar con ninguno de ellos. Siempre llevaré la cabeza alta como corresponde a mi clase y, a partir de ahora, dedicaré a mi tiempo a los quehaceres propios de mi condición.- repitió casi sin detenerse a respirar.
Su madre le clavó una severa mirada. Una cosa estaba clara. Esa muchacha tenía una asombrosa memoria.
- Bien, espero que todo eso entre no sólo en tu cabeza, sino también en tu alma. ¿Entendido?
- Sí madre.
- Ahora puedes retirarte.
Francisca obedeció. Mientras se marchaba, pudo advertir una levísima sonrisa en el rostro de su padre que le hizo sentirse mucho mejor. Una vez que se hubo ido, Alejandro Montenegro miró a su esposa.
- Querida, ¿no crees que eres demasiado severa con ella?
- En absoluto.- ella le miró fijamente.- ¿Olvidas que es la única heredera de nuestra familia? No permitiré que nos deshonre. Quiero que sea una digna sucesora.
- Ya lo es.- insistió él.- Francisca es una muchacha despierta e inteligente.
- No lo dudo, pero no se conduce como debería hacerlo una señorita de buena familia.- rebatió ella.- ¿Acaso es propio de la heredera de los Montenegro que dedique su tiempo de ocio a corretear por los prados como una vulgar campesina?
- Elena, sólo tiene diez años.
La mujer le miró fijamente.
- Con diez años yo era una señorita bien educada, que sabía estar como correspondía. No me dedicaba a trepar a ningún árbol.
Un destello malicioso brilló en los ojos oscuros de Alejandro.
- Te creo, querida. Pero Francisca es una chiquilla llena de energía. Tiempo habrá para que esté sentada bordando sin replicar.- dijo con una sátira amarga.
Elena miró a su marido.
- Alejandro, la culpa de que Francisca sea así la tienes tú. Jamás la regañas por su comportamiento. ¿Qué quieres? ¿Qué se convierta en una joven sin educación, sin distinción? Así no logrará hacer un buen matrimonio.

Alejandro sintió que se lo llevaban los demonios. Siempre le pasaba eso. Odiaba pensar que todo el futuro de su hija se reducía a casarse con un buen partido que se encargase de su patrimonio y que ella enterrase toda su vitalidad, toda su energía y su inteligencia bajo una apariencia de dulce docilidad. Él adoraba a su hija tal como era. Pero sabía que, por más que lo intentase, todo estaba en su contra. Su mujer tenía razón. Francisca debería casarse, simplemente porque en 1864 una mujer no podía ser dueña de ningún patrimonio, ni mucho menos hacerse cargo de él, por muy heredera que fuese. Elena meneó la cabeza, entre desesperada y resignada.
- Si al menos… hubiese podido darte un heredero varón.
Los ojos de él relampaguearon.
- Ningún heredero varón valdría más que ella. Así que no vuelvas a decir una cosa así.- la fulminó con la mirada.- Deberías sentirte mucho más orgullosa de tu propia hija.

Ella le miró sorprendida y temerosa. Alejandro Montenegro le dedicó una última mirada, entre furioso y decepcionado. Después se marchó.
#21
chatosara
chatosara
02/10/2012 00:19
Por cierto Marijo... Esteban no tiene nada que envidir a tu Alejandro:$ Me pidoooo a EstebanD: Decidme que no está cogido.
Ya me he bajado el archivo y en una tarde ya llevo 110/174 páginasjijiji.
#22
mariajo76
mariajo76
02/10/2012 00:23
Que yo sepa no es de nadie, así que para tí
#23
lnaeowyn
lnaeowyn
02/10/2012 10:04
Chatosara, Esteban creo que está libre, pero vas a tener una ardua labor. El pobrecito no ha podido olvidar a Esperanza, la hermana de Alejandro, su amor de juventud. Aquí le tienes ;-)

eresmiverdadtodahistoriatieneunprincipioraimundofrancisca

Y este es nuestro adorable Alejandro... Bueno, vale, tu adorable Alejandro, Mariajo ;-D

eresmiverdadtodahistoriatieneunprincipioraimundofrancisca

En breve más ;-)
#24
mariajo76
mariajo76
02/10/2012 10:23
¿Tu me quieres matar a estas horas de la mañana o qué?. ¿Se puede ser más guapo y más de todo?

Raimundo y Esteban son maravillosos, pero mi Alejandro es simplemente adorable (por cierto Lourdes ¿también hay por ahí alguna hermana o alguna prima lejana Montenegro para Esteban?, je je)
#25
mariajo76
mariajo76
02/10/2012 11:02
Y esta soy yo...digo Alicia Ulloa

eresmiverdadtodahistoriatieneunprincipioraimundofrancisca

¿No es una pareja de infarto?
#26
lnaeowyn
lnaeowyn
02/10/2012 12:03
Joer, Miri, me acabo de enamorar de Raimundo... uffff. La Paca me mata XD

En cuanto a Esteban... no sé. No se me ha ocurrido emparejarlo con nadie. Le pasa como a Tristán y Soledad... no puede pasar página. Tal vez me matéis por ello, pero nuestro Esteban va a ayudar mucho a su sobrino y a Francisquita, así como a su "cuñado" y su prima en sus respectivos amores... sin que él viva directamente ese amor. Sigue enamorado del recuerdo de Esperanza y, de momento, así seguirá.

Edito: Por cierto, me encanta Francisca joven :-D Se le nota esa fuerza y ese valor Montenegro. Es fantástica!

eresmiverdadtodahistoriatieneunprincipioraimundofrancisca
#27
chatosara
chatosara
02/10/2012 14:16
asombrado

eresmiverdadtodahistoriatieneunprincipioraimundofrancisca

eresmiverdadtodahistoriatieneunprincipioraimundofrancisca

:CCC Alejandro es más guapo que Esteban. Ocay. Lo asumo. Clooney es geniaaaaaaaaaaaaaaaaal. *_* La belleza se puede conservar con el paso de los años.
#28
lnaeowyn
lnaeowyn
02/10/2012 23:16
Alejandro Montenegro caminaba con paso rápido pero elegante por el viejo y conocido camino. Pronto divisó los centenarios muros que rodeaban el Caserón de los Ulloa. Se detuvo en el umbral de la puerta exterior y contempló el escudo que adornaba la clave del portón. Empujó suavemente y entró al espacioso recinto. Pese a que llevaba prisa por tratar el asunto por el que había venido, no pudo evitar contemplar el hermoso jardín con el antiguo castaño en la entrada. Siempre se había sentido muy orgulloso de la Casona y de todas sus propiedades, pero, mal que le pesara, debía reconocer que los Ulloa tenían la mejor hacienda y terrenos de Puente Viejo y de unos cuantos kilómetros a la redonda. Y ese hecho había sido motivo de rivalidad entre las dos más poderosas familias desde que él tenía memoria. Todavía recordaba a su padre, el irreprochablemente correcto Don Alfonso Montenegro, echar pestes sobre Severo Ulloa, padre de Fernando y Esteban. Meneó la cabeza. Él, al igual que todos los de su familia, había recibido desde la cuna la esmerada educación que correspondía a su rango y una orden irrevocable: no trazar ningún lazo, ni de amistad ni de otra índole, con ningún Ulloa. Y ni que decir tiene que los Ulloa también recibían esa misma orden desde la cuna respecto a los Montenegro.

Suspiró. Si su padre y su abuelo levantaran la cabeza… El primero que mandó al diablo esa orden fue Esteban, cuando no se le ocurrió otra cosa que enamorarse de su amada hermana y las dos familias pusieron el grito en el cielo. La segunda, su propia hija Francisca… y recordó que en ese caso fue él mismo quien puso al principio el grito en el cielo. Y ahora, el destino le jugaba esa broma. Ahora era él el que estaba enamorado hasta los huesos de una Ulloa. Alicia…Apretó los dientes. Sabía que las consecuencias de ese amor podían llegar a ser tan desastrosas para ellos como ocurrió con Esteban y Esperanza. Lo que pretendía hacer…tendría graves repercusiones. Sobre todo por parte Fernando y de su propia esposa, Elena.

Se detuvo en el primer peldaño que conducía a la escalera principal. Por enésima vez, dudó. Pero, ¿qué otra cosa podía hacer? ¿Renunciar a Alicia? Eso supondría su propia muerte en vida. Sólo renunciaría a ella si con eso impidiera que ella recibiese un daño mayor. Pero sabía que ella le amaba en igual medida y que un abandono por su parte le causaría un sufrimiento tal vez mayor que cualquier represalia de cualquier víbora.

Apretó los dientes y llamó a la puerta. Una doncella apareció casi de inmediato.
- Buenos días.- saludó cortés Alejandro.- ¿Se encuentra en casa don Esteban?
- Sí, señor.- la doncella hizo una cortés reverencia.- Por favor, pase al salón. Enseguida le aviso.
Alejandro asintió. Entró en la espaciosa estancia, pero estaba tan inquieto que prefirió esperar de pie. Al cabo de unos minutos, Esteban apareció.
- Alejandro, amigo, qué sorpresa.- sonrió con franca alegría y estrechó su mano.- Siéntate hombre, estás en tu casa. ¿Te apetece tomar algo?
Alejandro le devolvió la sonrisa un tanto nerviosa.
- ¿Puede ser un whisky?
Esteban alzó una ceja burlón mientras lo evaluaba con esos ojos astutos que no parecían perder jamás un detalle. Alejandro sintió que sus nervios crecían por el silencioso escrutinio.
- ¿Qué diablos estás mirando?- preguntó ya sin paciencia.
Esteban soltó una risita.
- Sólo estoy poniendo en práctica mi… detective oculto.- dijo con guasa mientras servía whisky en una copa y cognac en otra. Alejandro puso los ojos en blanco.
- ¿Disculpa…?
- Veamos…- Esteban ofreció la copa a su amigo.- Te presentas a las diez de la mañana en mi casa, me esperas de pie y me pides un whisky a estas horas… sin preguntarme siquiera si mi querido hermano está o no en casa, y sin preguntarme si he visto a Raimundo o a Francisca haciendo de las suyas.- tomó un sorbo de su cognac mientras sus ojos reían divertidos.- Eso me hace pensar que hay algo que te inquieta bastante…¿cierto?
Alejandro le miró. En ese momento, Esteban hacía gala de esa habilidad Ulloa para sacar de quicio a los Montenegro.
- Y… a decir verdad, creo que tu inquietud tiene… digamos, unos abundantes rizos rubios, unos preciosos ojos, un genio endiablado y una boca que no sabe cuándo callarse…¿me equivoco?
Alejandro se sentó derrotado en el sofá.
- No, condenado Ulloa, no te equivocas.
#29
mariajo76
mariajo76
02/10/2012 23:34
¿Pero que le pasa a mi chico?¿qué va a hacer con respecto a Alicia?, ni por asomo se le ocurrirá dejarla ¿no?. ¿Repercutirá su decisión es Raimundo y Francisca?

Pero que ocurreeeeeeeeeeee....SIGUE SIGUE SIGUEEEEEEEE
#30
lnaeowyn
lnaeowyn
02/10/2012 23:52
Bueno chicas, de momento hasta aquí puedo leer... ¿qué pasara...? Pacienciaa todo llega. Hasta mañana mis soles.

______________________________

Esteban rio suavemente pero se sentó a su lado, apoyando una reconfortante mano en su hombro.
- Vamos hombre, que sólo estaba de broma. Tampoco es para ponerse así.
- No es por eso, Esteban.- suspiró.- Ya estoy más que acostumbrado a tus chanzas. Es por… Alicia.
- ¿Qué pasa con ella?
- Pues…- Alejandro se removió casi como un adolescente.- Que…la quiero.
- ¿Y?
Alejandro le miró atónito.
- ¿Cómo que “y”?? ¿Acaso esto te parece lo más normal?
- ¿Por qué no? Está claro que entre los Montenegro y los Ulloa, saltan chispas.- sonrió divertido.
Alejandro se llevó las manos a la cabeza desesperado.
- ¿Es que no te das cuenta?- casi gritó.- Estoy perdida, irremediable y totalmente enamorado de Alicia hasta las mismas entrañas. Yo, Alejandro Montenegro, un responsable padre de familia, casado hace más de veinte años, enamorado de una mujer que podría pasar como la hermana mayor de mi hija Francisca y que…
- ¿Es una… Ulloa?- terminó Esteban con cara de niño bueno.
Alejandro resopló.
- Que sea una Ulloa es el menor de mis problemas ahora.- dijo Alejandro triste y derrotado.
Esteban sintió como propia su pena. No le gustaba nada ver a su amigo en esas condiciones.
- Cálmate, Alejandro. No es el fin del mundo. Es normal que te hayas enamorado de Alicia. Tiene el encanto Ulloa- sonrió burlón, logrando arrancar casi una media sonrisa del sombrío semblante de su amigo.- Además, estando casado con ese ogro, no me extraña…- terminó con cara de pánico.
- Los motivos… no son la cuestión. La cuestión es que… no sé qué hacer. Durante un tiempo incluso pensé que lo mejor era renunciar a ella pero…
- Ella también te ama, Alejandro.- Esteban le miró serio.- Si la dejas, no sólo le romperás el corazón. También su alma.
- Lo sé… y yo… moriría sin ella.
- ¿Entonces?
- No quiero seguir viviendo este amor a escondidas.- Sentenció firme.- Alicia no se lo merece. No es justo.
Esteban asintió comprensivo.
- Esto pasa por la maldita costumbre que tienen los curas de decir eso de “hasta que la muerte os separe”.- bufó.- ¿Qué diablos sabrán ellos de relaciones humanas y mucho menos de amor entre un hombre y una mujer?
Alejandro sonrió a pesar de todo. No cabía duda de dónde había sacado Raimundo su animadversión por los curas y la religión en general. Esteban le contempló.
- ¿Qué piensas hacer?
- Voy a hablar con Elena. Le voy a decir la verdad, que nuestro matrimonio lleva años muerto y que no tiene sentido seguir con esta farsa. Le ofreceré lo que esté en mi mano para garantizar su manutención como corresponde a su posición, pero lejos de Puente Viejo. Tenemos una casa en Madrid y, al fin y al cabo, allí tiene a sus parientes. Elena nunca se ha sentido a gusto aquí.
Esteban le miró con los ojos como platos.
- Y… ¿crees acaso que ella va a decir que sí como si tal cosa?
- No, por supuesto que no lo creo.- Alejandro apoyó la cabeza en su mano.- No tiene ni una pizca de humanidad. Preferiría salirse con la suya y labrar mi desgracia y la de Alicia antes que tener todo el oro del mundo. Nadie la conoce mejor que yo.
Ambos hombres guardaron un grave silencio.
- Lo peor de todo es que… tome la decisión que tome, Alicia va a sufrir.- Alejandro sintió que un puñal invisible le desgarraba las entrañas.
- Alicia afrontará cualquier cosa si tú estás a su lado.- dijo Esteban con convicción.
- Lo sé… y yo al suyo.- el hermoso rostro de Alicia apareció tan nítido en su mente que su corazón dio un vuelco.- Haría cualquier cosa por ella.
Esteban apretó amistoso el hombro de Alejandro.
- Es cierto que tenéis enemigos, pero también aliados. Cuenta conmigo para lo que sea menester, querido “cuñado”.-dijo alzando la copa.- Te aseguro que no sólo Fernando tiene poderosas influencias. Es lo que tiene haber servido en el ejército.- añadió con un guiño.
Alejandro sonrió y el tintineo de las copas chocando firmó una alianza silenciosa entre los dos.
#31
mariajo76
mariajo76
03/10/2012 00:05
Muerta me hayo,patidifusa y flipada, esto sí que no me lo esperaba. Y además miedo me da, Elena se va a poner como una loca no les va a dejar vivir y de Fernando ni me pronuncio, ese está como un cencerro y es malo malo.

Y luego está Francisca...¿cómo le va a afectar ese divorcio si es que se produce que lo dudo mucho?
¿Y Alicia?, lo va a pasar fatal aunque mi chico esté con ella a muerte.

En fin hay que esperar hasta mañana ¿no? ainsssssssss que angustiaaaaa
#32
chatosara
chatosara
03/10/2012 16:12
VALEEEEEEEEEEEEEEEEE, ya me he leído todo el word que me descargué, luego empezaré con la continuación de este post. Me gusta que Salvador esté casado, así Francisca no se casará con él<3 Espero que la historia termine bien:C
#33
chatosara
chatosara
03/10/2012 20:31
Hecho, ya me he puesto las pilas. Todo leído y releído, así que Lourdes, ya tienes un motivo más para continuar xd.
Miri, eso haré, en cuanto acabe esto empezaré Mi destino eres tú<3
#34
mariajo76
mariajo76
03/10/2012 23:11
A ver a ver un momento, eso de que la historia no va a terminar bien...yo como buena raipaquista tengo mis esperanzas intactas de que nuestra Lourdes no haga "el como fue", sino el "lo que debió ser" y tengamos un final feliz que para sufrir ya tenemos la serie, más concretamente 400 capítulos de agonía.

Lo que quiero es que SIGASSSSSSS por que va a ser la caña de España ver las distintas reacciones al notición de mi amor, aunque me da que Raimundo y Francisca van a salir bastante salpicados, me imagino que si Elena no puede atacar a Alejandro irá por lo que más quiere, Francisca y Fernando después de lo de la fusta se la tiene bien guardada a su hijo así que no va desaprovechar la ocasión.

Además me huele que entre Elena y Fernando va a haber tema, no de folleteo que igual hasta sí, sino de aliados para intentar destruir a nuestros chicos.
#35
lnaeowyn
lnaeowyn
03/10/2012 23:59
Alicia dormitaba feliz sobre el pecho de Alejandro. Si existía la perfección aquel momento lo era. Contempló los últimos rayos del Sol de poniente mientras una suave brisa acariciaba su rostro trayendo deliciosas fragancias del prado en el que estaban sentados. La mano de Alejandro acariciaba sus rebeldes rizos, causándole docenas de escalofríos en el cuello y espalda. Debajo podía sentir el poderoso palpitar de su corazón. Podía morirse en ese instante y ni lo hubiera lamentado. Y estaba segura de que algún día moriría por tanta felicidad, por ese salvaje e inmenso amor que sentía por Alejandro Montenegro.
Él contemplaba aquel hermoso ángel entre sus brazos. No podía hacer otra cosa que acariciar con devoción los dorados bucles, mientras en su cabeza los pensamientos bullían sin parar. Recordaba la conversación con Esteban. A pesar de su decisión inicial, todavía le asaltaban millones de dudas. Aquello que se proponía… ¿sería lo más correcto? Su corazón latió errático, presa de su preocupación. Alicia se removió al notarlo y alzó la mirada.
- ¿Qué te ocurre?
Alejandro se estremeció al ver ese chocolate derretido en sus ojos que lo derretía a él también. ¿Cómo era posible que la amara tanto? Jamás pudo imaginar ni en sus más locos sueños que algo así existiera en la vida real. Sonrió tierno.
- Nada, Alicia. No te preocupes.
- Alejandro, si hay algo que te preocupa a ti, a mí también me preocupa.- ella le miró intensamente.- ¿No confías en mí?
- Claro que sí.- él suspiró. Sí, confiaba en ella tanto como para entregarle su alma y su corazón.
- Entonces dímelo. Quiero ayudarte.
Alejandro no pudo evitar inclinarse para darle un beso en la frente. Suspiró.
- Verás, Alicia yo… hace tiempo que le estoy dando vueltas a un… asunto importante.
Hizo una pausa. Aquello le iba a costar más de lo que creía. Ella le animó con la mirada a continuar.
- Se trata de nosotros… de lo que vamos a hacer a partir de ahora.
- ¿Qué… quieres decir?- Alicia sintió que un terror sin nombre se apoderaba de ella.
- Pues que… - Alejandro meneó la cabeza desesperado.- Alicia, te amo más que a mi vida pero soy un hombre casado. No puedo seguir manteniendo esta “doble” vida. Por eso había pensado en… hablar seriamente con Elena.
Alejandro sintió que moría al ver los ojos chocolate llenos de lágrimas.
- Alicia, por Dios, ¿qué te pasa?- la tomó de los hombros preocupado.
Ella sonrió dichosa entre las lágrimas.
- Nada… que… no te imaginas el alivio al oír tus últimas palabras. Por un momento pensé… que me ibas a dejar.
- Moriría si me faltaras, mi ángel.- los ojos oscuros de él la adoraban al mirarla.- Jamás podría renunciar a ti… aunque quisiera.
Alicia reprimió un sollozo de alegría.
- Pero… ¿qué es eso de que vas a hablar con Elena?
- Voy a pedirle que nos separemos.
La mandíbula de ella se descolgó.
- ¿Qué??
- No pienso seguir así, Alicia. Estoy harto de tener que esconderme para estar contigo. Harto de regresar a un hogar en el que me siento como un extraño. Si no fuera por Francisca, te aseguro que… no podría soportarlo. Quiero estar a tu lado sin ocultar este amor. Quiero pasear de tu brazo por Puente Viejo y gritar a los cuatro vientos que te amo más que a mi vida.- dijo con fuego en sus ojos.
Alicia casi tembló al oír sus palabras. Sintió una burbuja de felicidad estallar en su pecho, pero su poderoso sentido común se impuso.
- Mi amor, no te imaginas lo que para mí significan tus palabras. Yo también te quiero más que a mi vida y no deseo otra cosa que pasar el tiempo que me reste junto a ti. Pero debemos obrar juiciosamente. Si le dices a Elena la verdad, hará lo que sea para arruinarnos la vida. Es una mujer sin entrañas. Y puede que, en su afán de venganza, no sólo quiera machacarnos a nosotros. También podríamos hacerle daño a Francisca.
Alejandro la miró incrédulo.
- Francisca es su hija. Además, el asunto es entre ella y yo. Nuestra hija no tiene nada que ver en esto.
- Si fuera una persona justa, opinaría lo mismo. Pero mucho me temo que tu querida esposa es como mi primo Fernando. No le importa aplastar a quien sea para lograr sus propósitos… ni siquiera a sus propios hijos o hermanos.
Alejandro miró a Alicia lleno de inquietud. La verdad hablaba en esa deliciosa boca. Por más que intentara eludir esa aterradora certeza, sabía que Alicia tenía razón. Elena no tenía un ápice de compasión por nadie y de repente vio algo claro. Algo en lo que no había reparado. Si por el motivo que fuese no podía tomar represalias contra él, ni siquiera el hecho de que Francisca fuese sangre de su sangre la frenaría para satisfacer su venganza. Además, Elena sabía que él adoraba a su hija. ¿Qué mejor modo de hacerle pagar caro su desplante que martirizar a Francisca? Ese pensamiento le dejó sin respiración.
- Tienes razón.- Alejandro bajó la cabeza lleno de pesar. Dejó escapar el aire pesadamente.
- Escúchame. No tienes que preocuparte por nosotros. Yo estoy dispuesta a seguir a tu lado pase lo que pase.
- ¿Seguir así? ¿Escondiéndote? No es justo para ti, Alicia.
Ella sonrió.
- Bueno, era mucho peor el convento.- dijo divertida.- Te aseguro que no me importa en absoluto escaparme contigo a un prado, excelencia.
Alejandro no pudo evitar una sonrisa al ver la graciosa mueca que le dedicó. Meneó la cabeza.
- No tienes remedio…- se llevó una mano a la frente como si tratase con una chiquilla revoltosa.- ¿Hasta cuando seguiremos así?
- Ten paciencia, amor. No hay mal que cien años dure. Es mejor esperar… de momento.
Él la miró, rebosante de amor.
- Sé que haces esto por Francisca. Y no te imaginas lo que…
Se quedó sin palabras cuando ella, risueña, depositó un travieso beso en su nariz.
- Quiero decir que…
- Hablas demasiado, excelencia.- Alicia lo atrajo hacia sí, silenciándolo con un beso tierno y apasionado. En menos de un segundo, el fuego había prendido entre los dos y sobraron todas las palabras.
#36
lnaeowyn
lnaeowyn
04/10/2012 00:27
Raimundo sonreía como un colegial el primer día de vacaciones. Acababa de despedir a su pequeña en el recodo del camino que conducía a la Casona y todavía sentía el cosquilleo en los labios y en su alma después del beso de buenas noches. Metió las manos en los bolsillos y continuó su camino mientras daba patadas despreocupadamente a las piedras que topaba. Francisca le había invitado a cenar en su casa al día siguiente, aprovechando que su madre se ausentaba para renovar sus lujosos vestidos en la mejor boutique de Madrid. Sonrió al pensar en la velada. La joven le había dicho que le dijera a Alicia que ella también estaba invitada. Evidentemente, de eso su padre, el ilustrísimo señor don Alejandro Montenegro, no tenía la menor noticia. Francisca quería darle una sorpresa. Raimundo rió por lo bajo. Ese era uno de los cientos de detalles que adoraba en ella. Sólo Francisca tenía esa inusual habilidad para poner en un aprieto a alguien y que el asunto prometiera ser en extremo divertido. A decir verdad, estaba deseando que las horas pasaran para que llegara el momento.

Iba recreando con tanta nitidez la escena que casi no oyó que alguien se acercaba por el camino, en dirección contraria, hasta que las voces de una conversación llegaron claramente. Raimundo se quedó clavado en el sitio. Podría reconocer la voz de su padre aunque estuviese en el mismísimo infierno. La otra voz era la de una mujer. Poco tardó asimismo en reconocerla. El desagradable, agudo y repelente tono de voz de Elena Montenegro también era igualmente inconfundible.
Raimundo tardó en reaccionar dos segundos. Las voces se acercaban. No sabía por qué, pero algo en su interior le advirtió que desapareciese del camino lo más rápido posible. Miró a su alrededor. Si echaba a correr hacia adelante, podrían oír sus pasos. De pronto, la rama de un castaño cercano llamó su atención. Sin pensarlo, se aferró a ella de un salto y desapareció entre el denso follaje del árbol.
- Es usted realmente amable. No tenía necesidad de acompañarme hasta mi casa.- oyó que decía la aguda voz de Elena.
- Señora, es mi obligación. Una mujer decente como usted no debe frecuentar los caminos sola, y menos a estas horas.
Desde su posición, Raimundo oía con cristalina claridad la charla. Al poco, las figuras oscuras de la lejanía se materializaron bajo sus ojos. Elena sonrió afectadamente.
- En eso lleva toda la razón. ¿Sabe una cosa? No entiendo como un caballero como usted pueda… tener una prima como… la que tiene.- dijo con desprecio en su voz.- Le compadezco. Está claro que siempre hay una oveja negra en todas las familias.
- Si al menos solamente fuera una…- bufó Fernando.- A veces me pregunto por qué demonios estoy rodeado de inútiles como mi hermano y mi propio hijo. ¿Qué diablos he hecho mal con Raimundo? Es mi único heredero, y a veces ni le reconozco como hijo. Parece cualquier cosa excepto un Ulloa.
- Usted no tiene la culpa.- le contestó ella.- Estoy segura de que supo inculcarle la educación que le correspondía. Si me permite, estoy segura de que la intromisión de su hermano es lo que ha apartado a su hijo de usted. Se lo digo porque a mí me ocurre lo mismo con Francisca. Cada vez que intentaba enderezar ese condenado carácter que tiene y la apremiaba a que se comportase como una señorita, su padre echaba por tierra todos mis esfuerzos poniéndose de su lado. Así que, qué me va a contar que yo no sepa.

Oculto entre el follaje y aferrado a la rama del castaño, Raimundo apretó los dientes al escuchar todo aquello. Por un instante sintió la tentación de arrojarles algo a la cabeza, pero su sentido común le detuvo. Tragó como pudo todas esas calumnias contra las personas que más le importaban y siguió agazapado y silencioso como un gato.
- A decir verdad, estoy totalmente de acuerdo con usted, Elena.- Fernando meneó la cabeza. – Siento decirle esto, pero su hija realmente no se parece en nada a usted, por desgracia. Jamás he visto muchacha más insolente y deslenguada. Francamente, no deseo que alguien así llegue a ser mi hija política. Con gusto la aceptaría si hubiera heredado su clase y distinción.- dijo inclinándose galante. Elena sonrió afectadamente.
- Oh, no se burle usted de mí.- dijo con falsa modestia.- Pero tiene razón, mal que me pese. Yo también me avergüenzo de ella. Señor, ¿cómo es posible que me haya tocado en suerte semejante hija y semejante esposo?- se lamentó alzando los ojos al cielo.

Raimundo se sumergió más entre las hojas, temeroso de que lo pudiera ver. Pero la oscuridad del ocaso y su escondite le ocultaron perfectamente. Temblaba de ira ante las palabras de ese par de… malnacidos. Además de la furia, se sentía extremadamente expectante. ¿Desde cuando su padre y su “suegra” eran tan amigos?
- Ciertamente, usted merece otra cosa.- Fernando la miró con sus fríos ojos azules.- ¿Por qué se casó con Alejandro Montenegro?
- Es una buena pregunta. Sencillamente, porque era mi deber hacerlo. Y mi deber cumplí. Ya ve usted para qué tanto sacrificio.
- Bueno, no se apure. Nunca se sabe cuándo las cosas… pueden cambiar.- Fernando volvió a sonreír, esta vez más peligroso.- Por lo menos, ha habido algo agradable en este día.
- ¿El qué?
- Su compañía, naturalmente. Creo que usted y yo tenemos muchas cosas en común y… podemos hacer grandes cosas juntos, mi estimada señora.- añadió, ofreciendo su brazo.

Elena se sintió por un momento turbada ante los fríos ojos del Ulloa, y también complacida. Ese caballero parecía hablar su mismo idioma. Tomó halagada el brazo de él y reemprendieron el camino.
Raimundo los siguió con la mirada hasta que se perdieron en la lejanía. Se sintió como si Lucifer y otro demonio se hubieran aliado en frente de sus narices. Apretó más los dientes. Aquello no le gustaba nada. Estaba claro que semejante alianza pronto daría sus dañinos frutos. Se devanó los sesos. Ese par de desalmados no dudarían en confabular para llevarse por delante a quien fuese. Tenía que encontrar la manera de que sus retorcidos tejemanejes se volvieran contra ellos.
#37
mariajo76
mariajo76
04/10/2012 00:44
Bueno. Vale. Lo reconozco,despues de la sonrisa tonta que me han dejado Alejandro y Alicia el leer a Fernando y Elena juntos me ha dado mucho miedito, que asco que me dan, pavor me dan lo que puedan organizar, menos mal que las fuerzas del bien estan sobreaviso, esa cena en la casona puede dar mucho de si. Que angustia niña.
#38
EspeLuthor
EspeLuthor
04/10/2012 17:16
Me dan mucho miedo a mi también. No quiero que llegue el momento de la separación de Raimundo y Francisca, (como los niños) no quiero, no quiero, no quiero y ¡No quiero! snif
No ahora, en serio, con Alejandro y Alicia también, pero no sabemos el final de la historia. Con Francisca y Raimundo en cambio sé que vamos a sufrir mucho... MUCHO.
Lourdes como siempre una historia perfecta guiño.
#39
chatosara
chatosara
04/10/2012 22:00
Sinceramente... Manda al cuerno lo que pasó de verdad en la serie, haz que pasen penurias (vamos, tiene que pasar) pero que acabeeeeeeen juntos y que Elena y Fernando se pudran:C Me niego a creer que esto va a terminar mal. Me niego, jm.
#40
lnaeowyn
lnaeowyn
04/10/2012 22:36
Chicas, mi internet aquí es una mierda, con perdón, pinchada en un palo. Sé que estáis ansiosas, pero tengo el tiempo más que contado. Si puedo, subiré otro trozo además de este antes de acostarme. Besitoos.

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Francisca se miró en el espejo por enésima vez mientras alisaba el talle de su vestido. Sacudió suavemente la cabeza, haciendo que su preciosa melena oscura se desparramase a su espalda. Rosario sonrió también por enésima vez.
- ¿Cómo estoy?
- Está perfecta, señorita. Se lo he dicho hace cinco minutos.
- No sé, Rosario…Es que este vestido nunca acaba de convencerme. ¿No parece demasiado juvenil?
- Señorita, lo sería para su madre pero, da la casualidad de que usted tiene dieciocho años, así que creo que le va perfecto.
Francisca no pudo evitar sonreír al percibir con claridad el retintín de ironía de su fiel criada.
- Además, ese color encarnado pálido del traje le sienta estupendamente. Le da más brillo a sus ojos.
La muchacha meneó la cabeza.
- Rosario, creo que aunque me pusiese un saco por la cabeza, igualmente dirías que estoy bien. No sé para qué te pregunto.
- Es usted muy hermosa, señorita. Por ello no necesita mucho adorno.
Francisca sonrió de nuevo a Rosario.
- Es importante que esta noche todo sea perfecto, ¿de acuerdo?
- No se preocupe, todo está listo.
La joven asintió. Salió de su dormitorio y se encaminó al de su padre. Alejandro meneaba la cabeza mientras forcejeaba con el nudo de su lazo. Se volvió al oír que llamaban a la puerta.
- Adelante.
- Padre, ¿aún está así?
Alejandro resopló.
- Odio este condenado lazo. No entiendo nada, hija. ¿A cuento de qué viene vestirnos como si nos visitase Alfonso XII? No es por desmerecer a Raimundo, pero creo que a él le da exactamente igual tanto protocolo.
Francisca soltó una risita divertida y se acercó.
- Deje de quejarse como un niño.- tomó suavemente los extremos del lazo y empezó a anudarlo.- ¿Acaso hay algo malo en que se vista de gala de vez en cuando?- terminó enseguida y colocó el perfecto nudo a la altura adecuada. Después bajó las solapas de su camisa y le miró rebosante de orgullo.- Déjeme que presuma de tener el padre más guapo y apuesto de toda la comarca.
Alejandro no pudo evitar sonreír. Tomó la mano de su hija, alzándola para contemplarla mejor.
- Yo sí que debería presumir más a menudo de tener semejante princesa.- se inclinó y le besó amoroso la mano.- Eres más preciosa que un sol.
La joven se apoyó en su brazo y se alzó de puntillas para darle un beso en la mejilla. En ese momento se oyó el timbre de la puerta principal.
- Vamos padre.- dijo enlazando su brazo.- Nuestros invitados nos esperan.
Alejandro se detuvo.
- ¿Invitados? Creía que sólo Raimundo acudiría a cenar.
- Bueno… por cortesía, creí que era conveniente invitar a alguien más del Caserón Ulloa.
- ¿A Esteban?- Alejandro sonrió.- A decir verdad, es una excelente idea.
Francisca alzó una ceja mirándolo divertida mientras bajaban las escaleras hacia la entrada.
- Ehm, no es precisamente Esteban.
Alejandro miró extrañado a su hija. En ese momento las puertas de la Casona se abrieron y su corazón se paró. En el umbral se encontraba Alicia acompañada de Raimundo. Estaba tan arrebatadoramente hermosa que el corazón de Alejandro empezó a golpear con tanta fuerza contra sus costillas que temió que los demás lo oyeran. Francisca sonrió al ver la cara de adolescente enamorado que se le había quedado a su padre. Después se volvió a los invitados.
- Alicia, Raimundo, por favor, pasad. Estáis en vuestra casa.
Alicia le dirigió una rápida sonrisa a Francisca, pero sus ojos volvieron hipnotizados hacia Alejandro. Raimundo tampoco pudo evitar la sonrisa. Alejandro y Alicia se acercaron, olvidándose del resto del mundo.
- Buenas noches, Alejandro.
- Buenas noches Alicia.- tomó su mano y se inclinó para besarla.- Estás… preciosa.
- Gracias.- dijo ella enrojeciendo hasta las orejas.- Tú también estás muy… guapo.
Parecían dos verdaderos colegiales enamorados. Al levantar la mirada, vieron que tanto Francisca como Raimundo les miraban aguantando a duras penas la risa.
- ¿Qué diablos estáis mirando? – increpó Alicia, poniendo los brazos en jarras.
- Nada, querida prima, no te soliviantes.- le guiñó un ojo Raimundo. Después se volvió hacia Francisca.- Mi pequeña, todavía no te he dicho que me estás matando esta noche con tu belleza.- Francisca sonrió sin poder evitar temblar cuando él la tomó por la cintura.- Y aún encima, disfrutas con mi tortura.- terminó a pocos centímetros de sus labios.
Se besaron como siempre lo hacían. Como si fuese la última vez. Alejandro no terminaba de acostumbrarse a ello y fulminaba con la mirada a Raimundo. Alicia meneó la cabeza.
- Podrías aprender un poquito más de tu yerno, ¿no? Él si que sabe tratar a una dama.
El enfado se evaporó al perderse en dos preciosos ojos de chocolate. Se acercó a ella.
- ¿Qué te hace creer que yo no?- susurró a un centímetro de su boca. Atrapó sus labios en el mismo instante en que las piernas de Alicia se convirtieron en gelatina. Finalmente, se separaron.
Francisca procuró recobrar la compostura a pesar de que Raimundo no se lo estaba poniendo fácil. Pero se irguió.
- Bueno, pasemos pues al comedor. Está todo preparado.
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