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Eres mi verdad... Toda historia tiene un principio... Raimundo Francisca.

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lnaeowyn
lnaeowyn
30/09/2012 20:48
Bueno, finalmente me he decidido. En vista del éxito que tiene este relato entre mis queridas Raipaquistas, voy a seguir su consejo. Voy a colgar el relato íntegro aquí. Bueno, íntegro... hasta la página 172 que tiene actualmente. He estado desaparecida casi un año, debido a múltiples motivos, pero he vuelto. Esta novelita no merece quedarse a medias...

Dedicada a todos y todas a los que les guste la electrizante pareja que hacen Raimundo Ulloa y Francisca Montenegro. Porque su historia es muy larga...


Eres mi verdad…

Capítulo 1.

Francisca Montenegro no lo entendía. Por más que su madre, su padre, Rosario, el cura y toda la gente respetable de la comarca se lo dijese, simplemente no lo entendía. No acababa de ver el sentido a aquello. Su distinguida madre se lo había repetido un millón de veces. “- Francisca, hija, recuerda que eres una Montenegro.-“ Había oído esa frase desde que tenía memoria y desde luego que lo recordaba. No lo olvidaría nunca, de eso estaba segura. Y eso le había dicho a su madre, mientras ella la miraba severamente. Su padre también la miraba, pero pese a que en su rostro quería dibujarse un digno enfado, Francisca sabía que tras aquella máscara pretendía asomar una tierna sonrisa.
- Francisca…- volvió a llamarla su madre.
Ella volvió a mirarla.
- ¿Has comprendido lo que te he dicho?- le preguntó severa.
- Sí, madre.- contestó como en una letanía.
- Pues repítemelo.- exigió ella.
Francisca reprimió el impulso de resoplar. Alzó la cabeza y una de sus largas trenzas cayó por su espalda.
- Soy una señorita de alta alcurnia y como tal, debo conducirme. No debo correr por el campo, ni saltar vallas, ni trepar a ningún árbol. No debo juntarme con los muchachos del pueblo ni mucho menos jugar con ninguno de ellos. Siempre llevaré la cabeza alta como corresponde a mi clase y, a partir de ahora, dedicaré a mi tiempo a los quehaceres propios de mi condición.- repitió casi sin detenerse a respirar.
Su madre le clavó una severa mirada. Una cosa estaba clara. Esa muchacha tenía una asombrosa memoria.
- Bien, espero que todo eso entre no sólo en tu cabeza, sino también en tu alma. ¿Entendido?
- Sí madre.
- Ahora puedes retirarte.
Francisca obedeció. Mientras se marchaba, pudo advertir una levísima sonrisa en el rostro de su padre que le hizo sentirse mucho mejor. Una vez que se hubo ido, Alejandro Montenegro miró a su esposa.
- Querida, ¿no crees que eres demasiado severa con ella?
- En absoluto.- ella le miró fijamente.- ¿Olvidas que es la única heredera de nuestra familia? No permitiré que nos deshonre. Quiero que sea una digna sucesora.
- Ya lo es.- insistió él.- Francisca es una muchacha despierta e inteligente.
- No lo dudo, pero no se conduce como debería hacerlo una señorita de buena familia.- rebatió ella.- ¿Acaso es propio de la heredera de los Montenegro que dedique su tiempo de ocio a corretear por los prados como una vulgar campesina?
- Elena, sólo tiene diez años.
La mujer le miró fijamente.
- Con diez años yo era una señorita bien educada, que sabía estar como correspondía. No me dedicaba a trepar a ningún árbol.
Un destello malicioso brilló en los ojos oscuros de Alejandro.
- Te creo, querida. Pero Francisca es una chiquilla llena de energía. Tiempo habrá para que esté sentada bordando sin replicar.- dijo con una sátira amarga.
Elena miró a su marido.
- Alejandro, la culpa de que Francisca sea así la tienes tú. Jamás la regañas por su comportamiento. ¿Qué quieres? ¿Qué se convierta en una joven sin educación, sin distinción? Así no logrará hacer un buen matrimonio.

Alejandro sintió que se lo llevaban los demonios. Siempre le pasaba eso. Odiaba pensar que todo el futuro de su hija se reducía a casarse con un buen partido que se encargase de su patrimonio y que ella enterrase toda su vitalidad, toda su energía y su inteligencia bajo una apariencia de dulce docilidad. Él adoraba a su hija tal como era. Pero sabía que, por más que lo intentase, todo estaba en su contra. Su mujer tenía razón. Francisca debería casarse, simplemente porque en 1864 una mujer no podía ser dueña de ningún patrimonio, ni mucho menos hacerse cargo de él, por muy heredera que fuese. Elena meneó la cabeza, entre desesperada y resignada.
- Si al menos… hubiese podido darte un heredero varón.
Los ojos de él relampaguearon.
- Ningún heredero varón valdría más que ella. Así que no vuelvas a decir una cosa así.- la fulminó con la mirada.- Deberías sentirte mucho más orgullosa de tu propia hija.

Ella le miró sorprendida y temerosa. Alejandro Montenegro le dedicó una última mirada, entre furioso y decepcionado. Después se marchó.
#61
lnaeowyn
lnaeowyn
07/10/2012 23:37
Aaaay. Vale, vale, de acuerdooo. Uff, procuraré que las cosas se vayan arreglando... de un modo u otro. Pero eso supondrá que "Mi destino eres tú" no será la continuación... En fin, a ver como arreglo este lío. Espero no defraudar... :-S
#62
mariajo76
mariajo76
08/10/2012 08:04
Pero vamos a ver Lourdes, tú que preñaste a la Paca a los 50 años DE MELLIZOS (la frase de la cara de Raimundo espanto feliz y la de Francisca espanto espantoso es antológica)

Tú que hiciste que Raimundo fuera UN FUTURO CONDE

Tú que fuiste la primera en empotrar a la Paca contra todo lo empotrable..

¿qué es para tí hacer un "cómo pudo haber sido"?

Adoro mi destino eres tú y de hecho nunca la consideré una continuación de esta más que nada por que no sale mi Alejandro, para mi esa historia tiene su propio espíritu.

Lo que ocurrió en realidad ya lo sabemos pero ¿y si Raimundo no hubiera cedido a las presiones de su padre?¿si no se hubiera celebrado la boda de Francisca?, ¿alguna vez dudaron del amor que se tenían?, ¿hubieran huido?¿se hubieran enfrentado a todo? ¿cómo hubieran justificado el embarazo de Tristán delante de Alejandro sin que este le pegara un tiro a Raimundo?, ¿Salvador desaparecería o buscaría venganza por el ridículo que había tenido que pasar al anularse su compromiso tan cerca de la boda?

Lo hemos pasado muy mal con esta pareja,nos han dado más tristezas que alegrías por eso Lourdes te pedimos un final feliz,por que sabemos que nos vas a hacer sufrir pero que como en "mi destino eres tú", habrá momentos llenos de ternura que compensarán los malos ratos que estoy segura que nos vas a hacer pasar y un final feliz y maravilloso que nos dejará con la boca abierta.
#63
lnaeowyn
lnaeowyn
08/10/2012 12:41
Vale... de acuerdo. Está decidido. Esta historia tendrá su propio final. Y será feliz...tras algunas amarguras... pero felizzz ;-)
#64
chatosara
chatosara
08/10/2012 16:18
Sí, sí, sí*_* Lourdes. Te quiero tanto*_*
Pues a ver cuando empiezo con Mi destino eres tú:) Mariajose me hizo el favor de pasármelos<3
#65
EspeLuthor
EspeLuthor
08/10/2012 17:22
¡Ueeeeeee Lourdes Lourdes! *Sonando la ovación del público" carcajada.
Me alegro un montón de que la historia tenga un final feliz, da igual que no sea la continuación de la otra, qué más da mujer, si la vida son dos días que Rai y Paca se pasen uno y medio en el chozo guiño.
Un beso muy grande y un abrazo muy fuerteee.
#66
lnaeowyn
lnaeowyn
09/10/2012 09:33
Elena estaba charlando sin cesar cuando Alejandro volvió a casa. Al entrar se quedó un momento inmóvil, observando la escena. Su esposa estaba hojeando una revista de moda, sentada en el butacón más grande. Francisca apenas contestaba con calculados monosílabos al tiempo que no apartaba sus ojos de una carta que había recibido, seguramente de Raimundo.
- Francisca, esto es muy serio. Hace ya tiempo que deberías dejarte de chiquilladas con el hijo de los Ulloa y pensar en tu futuro…- decía irritada.

Se calló de inmediato al ver la poderosa presencia de su esposo, que la miraba con una expresión mortalmente seria y nada amistosa. El súbito silencio distrajo a Francisca, quien levantó los ojos del papel. Se quedó mirando a su padre entre preocupada y confusa. Le conocía muy bien y, aunque bien sabía que Elena no era santo de su devoción, nunca había visto tal fuego de desprecio en sus ojos oscuros al mirarla. Allí pasaba algo grave.

Alejandro desvió la mirada hacia su hija. La expresión de sus ojos cambió instantáneamente.
- Francisca, he de hablar con tu madre a solas.
Ella estaba a punto de rebatir. De decirle que ya no era una niña como para mandarla a su habitación. De recordarle que tenía casi diecinueve años y que lo que se dijera en la Casona le incumbía mucho. No hizo falta que lo hiciera. Alejandro lo leyó en su hermoso rostro y su expresión se suavizó.
- Hija, por favor, es… importante. Ya te lo contaré, pero ahora debes irte.
Ella finalmente capituló con un leve mohín. Se levantó, llevándose consigo la preciada carta. Le dedicó un cariñoso beso a su padre antes de desaparecer escaleras arriba. Alejandro la siguió con la mirada y después se volvió.
- ¿A qué viene todo esto, Alejandro?- preguntó Elena, con la voz sospechosamente aguda.
- Eso debería preguntártelo yo.- él anduvo a un lado y al otro del butacón para, finalmente, sentarse frente a ella y mirarla sin pestañear. Elena empezó a pasar las hojas de la revista distraída y nerviosamente.
- No sé de qué me hablas.- dijo, apartando la mirada, para contemplar la revista con fingido interés.
- Lo sabes perfectamente.- Alejandro la miró.- Elena,- le arrebató la revista de las manos.- Ten al menos la decencia de mirarme cuando te hablo.- dijo con la voz calculadamente peligrosa, pero sin alzarla en absoluto.
- ¿¡Se puede saber qué diablos te pasa?!- casi gritó ella.- Vienes y me acusas de algo que ni siquiera sé.
- Es curioso que seas tú la única, porque te aseguro que todo Puente Viejo sí lo sabe. Sí, Elena. Todo el mundo habla de la curiosa “amistad” que hay entre don Fernando Ulloa y doña Elena Montenegro.- escupió más que dijo. Ella le miró con horror.
- ¡No puedo creerlo! Y tú, precisamente tú, mi esposo, ¿vas a concederle más crédito a lo que digan las viejas arpías chismosas de este pueblo que a lo que yo te diga?
- Duele probar tu propio veneno, ¿verdad?- dijo él con frialdad.- ¿Cuántas veces tú has hecho lo mismo? ¿Calumniar y levantar chismes? Pero, a diferencia de los tuyos, éstos son ciertos porque lo pude comprobar con mis propios ojos.
Elena no acertó a decir nada, muda de terror.
- Os vi, Elena. A Fernando y a ti. En el camino esta tarde.
- Eso… no… no es posible. Estás ofendiéndome.
Alejandro la fulminó con la mirada.
- Eres una maldita cobarde.- dijo con el desprecio más absoluto.- Puedo tolerar muchas cosas, pero la cobardía unida a la mezquindad es algo que me supera. ¡Ni siquiera puedes admitir la verdad! ¡Algo que he visto con mis propios ojos! Vi como ese malnacido de Fernando Ulloa te besaba. Oh, pero no pienses que eso me hirió, mi querida esposa. Para eso tendría que sentir algo por ti, algo que no fuese desprecio, lo único que me inspiras. ¿Qué otra cosa podría sentir por alguien tan rastreramente cobarde, hipócrita, cruel y mezquino? ¿Alguien a quien lo único que le importa es su vestuario y joyas, y que jamás le ha dedicado una palabra de cariño a su única hija?

Elena estaba paralizada. Ya no era capaz de negar la verdad y sólo podía aferrarse temblorosa al reposabrazos, intentando convencerse de que aquello era sólo una pesadilla. Pero no, no lo era. Buscó rápidamente un contraataque.
- ¿Cómo puedes hablarme así?- dijo con lágrimas fingidas.- Todo lo hice pensando en Francisca. ¿Es que no te das cuenta? Fernando me ha confesado que… no la quiere como nuera. Y es mejor que abra los ojos antes de que…eche a perder su juventud…
Por un instante, la furia se evaporó de los ojos de Alejandro, sustituida por algo que de pronto le puso en guardia.
- ¿Qué diablos estás diciendo?
- Lo que oyes. Yo… he intentado que viera a nuestra hija con buenos ojos…- ella desvió la mirada.

Alejandro la miró con horror. Recordaba perfectamente la conversación que Raimundo le había relatado, como testigo de excepción en su improvisado escondite. Y lo que el chico le había dicho… era justo lo opuesto. Todavía veía el furioso rostro de Raimundo despotricar contra una madre que calumniaba a su única hija. Y si de algo conocía a su querido “yerno” era de que jamás mentía.
- ¿Cómo he podido… casarme con semejante…víbora?- dijo entre furioso y atónito. Apretó el puño. Jamás había pegado a una mujer, pero en ese momento le estaba costando un mundo contenerse. Respiró hondo.- Lo único que me queda por decirte es que mañana mismo hablaré con don Anselmo para solicitar la nulidad de esta maldita farsa.
Elena se quedó blanca como el papel.
- ¿Q..q..qué?
- Ya lo has oído. Y ahora, mi señora, me retiraré a descansar.
Estaba volviéndose cuando las palabras de Elena le detuvieron.
- No te atreverás… ¡No puedes hacerlo!
- Por su puesto que puedo. Tengo muchos motivos de peso, pero sólo con argumentar que no compartimos lecho desde hace dieciocho años será suficiente. Y eso sin añadir que te he sorprendido en los brazos de, nada más y nada menos, mi peor enemigo.
El horror de ella se convirtió en el más puro odio.
- ¡Eres un maldito desgraciado! ¿Quién demonios eres tú para increparme nada? ¿Tú, que te paseas arriba y abajo con esa furcia de Alicia Ulloa?
Alejandro tuvo que apelar a toda su voluntad para, esta vez sí, no romperle la cara de un puñetazo. Jamás había sentido unos impulsos asesinos de ese calibre. Pero procuró disimularlo. Si dejaba traslucir su ira, Elena llegaría a la conclusión de que Alicia sí le importaba. Y mucho. Y era vital no precipitar las cosas. No hasta que todo estuviera atado.
- Vaya, por fin la señora muestra su verdadero fondo y modales.- dijo sarcástico.- No esperaba menos.- la miró con desprecio.- Buenas noches.
Alejandro se retiró con una hiriente reverencia y desapareció escaleras arriba. Elena le maldijo a sus espaldas mientras una silenciosa Francisca se escondía presurosa en su habitación.
#67
EspeLuthor
EspeLuthor
09/10/2012 12:57
Bravo Lourdes, genial como siempre, y con ganas de más, por supuesto guiño.
Ya verás cuando lo lea Mariajo, carcajada ¡ella si que se nos muere con su Alejandro!
Un beso niñas.
#68
chatosara
chatosara
09/10/2012 14:08
*_* Así me gusta Alejandro. Jódete Elena, lalalalala<3
#69
mariajo76
mariajo76
09/10/2012 16:13
Lourdes corazón, una cosita.....Alejandro ha salido de tu imaginación o esta basado en alguien que conoces por que como sea así ya me lo estas presentando.

Que no, que definitivamente no se puede ser más maravilloso, es imposible, y es que mi chico ha puesto en su sitio a la asquerosa de Elena sin pegar ni un sólo grito, como todo un señor.

Ahora sí que tengo miedo de verdad por que Elena es una víbora y estos bichos atacan cuando se sienten amenazados, así que imagino que no se va a quedar quieta y alguna va a organizar, la muy cerda.

Lourdes sigueeeeeee que tengo ansiedadddddddddd
#70
lnaeowyn
lnaeowyn
15/10/2012 12:53
Hola chicaas. ¿Qué tal de puente?

Yo, no me puedo quejar. Disfrutando de mi chico, que hacía un mes que no lo veía. Es lo que tiene al estar con 300 km de por medio... Es el principal motivo de que haya estado desaparecida. Pero tranquilas! ;-) Prometo que esta tarde continuaré con la historia, que está que ardeee.

Por cierto, Mariajo, Alejandro ha salido únicamente de mi imaginación. Lo siento, jeje. Supongo que he reunido en un personaje mi prototipo de "hombre ideal". En la vida real, mi novio se parece más a Esteban, jaja, con ese aire de payasete incorregible.

Bueno chicas, nos vemos. Sed buenas ;-)
#71
chatosara
chatosara
15/10/2012 16:07
Justamente hoy te iba a preguntar si seguías viva:C Leí 'Mi destino eres tú', me encantóooooooo.
#72
lnaeowyn
lnaeowyn
16/10/2012 21:49
Muchas gracias, Marta. Me alegro mucho de que te gustase "Mi destino eres tú". Ahí comenzó todo, jeje. Nunca pensé que gracias a esa historia se desencadenara este movimiento Raipaquista ;-)

Bueno, admito que no es mucho, pero continuará, evidentemente. Hoy no podrá ser que estoy liadísima con el curro y el estudio. Besitosss


Elena jamás pudo imaginar que su esposo cumpliría su amenaza. Pero así fue y, de hecho, le faltó tiempo para ello. A la mañana siguiente, Alejandro visitó a don Anselmo para explicarle lo ocurrido. El joven sacerdote escuchó con suma atención y enseguida le brindó su apoyo, prometiéndole que en ese mismo instante se dedicaría a escribir a las autoridades eclesiásticas competentes para poner en marcha la anulación del matrimonio. Tras ello, Alejandro regresó a la Casona sólo para pedirle a Rosario que le preparara una maleta para un breve viaje a la capital. Elena miró entre atónita y confusa la tranquila orden a la fiel doncella.
- ¿Se puede saber…qué significa esto?

Alejandro la ignoró y pasó de largo ante ella como si fuese invisible. Subió las escaleras y se detuvo frente al dormitorio de Francisca. Golpeó suavemente la puerta.
- Adelante.- se escuchó al otro lado.
Alejandro abrió la puerta. Su hija estaba sentada ante el escritorio, leyendo el desgastado libro de Rosalía de Castro. La joven alzó los ojos y sonrió al verlo, aunque pudo percibir algo en su calmado rostro que hizo que se le desdibujase la sonrisa.
- Padre… ¿Ocurre algo?
Él sonrió con ternura. Sólo Francisca era capaz de leer así en su cara. Le tendió una mano mientras se acercaba. Ella se irguió y fue a su encuentro, hasta que al final tomó su mano como cuando era una niña.
- Hija, voy a emprender un viaje a Madrid y me marcho esta misma tarde.
Francisca sabía que esa decisión tenía mucho que ver con la conversación oída clandestinamente la noche anterior desde las escaleras. Le miró entre preocupada y admirada.
- ¿Está… seguro de lo que va a hacer?
- Nunca he estado más seguro de nada en mi vida.- Alejandro acarició con ternura el dorso de la mano de su hija.- Yo… bueno, quería decírtelo antes pero… no sabía cómo. Sé que una separación siempre es dolorosa para los hijos…
Francisca negó con la cabeza y apretó la mano de su padre.
- No en este caso.- ella le miró a los ojos.- Podría sentir ese dolor si… mi madre se hubiera portado alguna vez como eso, como madre. Pero no lo ha hecho nunca. Usted es… el único que me importa. Y si para ser feliz tiene que mandar al diablo a una estirada dama y casarse con una Ulloa ex-novicia que está un poco mal de la cabeza, pues bienvenido sea.

Alejandro no pudo evitar que la sonrisa se ensanchara más en su rostro. Miró a su hija… a su niña. Bueno, ya no era una niña. Era una bellísima, valiente, inteligente y decidida mujer. La más maravillosa del mundo… Bueno, una de las más maravillosas, junto con Alicia.
- ¿De verdad te parece bien que, llegado el momento, Alicia se instale aquí?- bromeó.
Francisca meneó la cabeza con una risita traviesa.
- Bueno… no tengo inconveniente. Creo que será bastante divertido. Además, puesto que yo acepto de buen grado que conviva con Alicia, imagino que usted a cambio, también verá con buenos ojos que Raimundo y yo…
No pudo terminar al ver que a su padre le estaba dando un pequeño infarto y la miraba con los ojos desorbitados. Francisca se echó a reír.
- Era una broma, padre.

A Alejandro le costó volver a la normalidad, hecho que aumentó las carcajadas de su hija. Vale, sí, apreciaba de veras a Raimundo y por supuesto a Esteban, pero para él su niña era intocable. Era superior a él. Sin embargo, por vez primera consideró que tal vez exagerara un poquito respecto a ese tema. Finalmente sacudió la cabeza y sonrió. Atrajo a su hija hacia sí.
- Ven aquí, mi pequeño diablillo. Y pórtate bien en mi ausencia.
Francisca aún con la sonrisa de oreja a oreja se refugió en su pecho, abrazándolo.
- Vuelva pronto, padre.- dijo con la voz un poquito entrecortada. – Esto no es lo mismo sin usted.
- Lo haré. En un par de días estaré de vuelta. Te doy mi palabra.
Alejandro acarició lleno de amor la hermosa cabellera de su hija mientras la apretaba contra su corazón.
#73
mariajo76
mariajo76
17/10/2012 16:40
Jooooooo y yo que pensaba que tenías a un Alejandro escondido por ahí... triste.

Trabajar, estudiar...me recuerdas a alguien que yo conozco, je je así que es normal que no puedas subir capi todos los días mujer, tu cuando puedas, eso sí no lo dejes ¿eh?

En cuanto al relato...madre con Alejandro, pues sí que tienes ganas e quitarse de encima a la petarda de su señora eso sí, esperemos que no traiga consecuencias demasiado negativas.

En cuanto a Francisca, simplemente adorable, que solazo de chica, ¿Alicia y ella juntas en la misma casa?...ufffffff pobre Alejandro, con lo tranquilo y formal que es él , le va a dar algo será como tener un terremoto y un huracán juntos paseándose por la casona.
#74
EspeLuthor
EspeLuthor
17/10/2012 16:49
Qué momento padre e hija Lourdes, precioso en serio bravo.
Ahora solo falta que Elena no la líe entre Raimundo y Francisca mientras Alejandro está fuera...
Tú si dices que estás cargada de faena no te agobies poco a poco sonriente.
Un beso y un abrazo muy fuerte a todaas.
#75
lnaeowyn
lnaeowyn
08/11/2012 00:55
Los siguientes días fueron bastante movidos para la tranquila placidez que se respiraba perpetuamente en Puente Viejo. Las señoras y también los caballeros no daban crédito a lo que ocurría y lo que corría de boca en boca. Alejandro Montenegro estaba llevando a cabo los trámites que anularían su matrimonio. Algo así no se veía todos los días. En realidad, nunca. Las obtusas mentes no podían comprender que aquello que consideraban un vínculo indisoluble pudiera anularse y, para mayor pasmo, Don Anselmo estaba de acuerdo y mostraba todo su apoyo al distinguido caballero. Los hombres eran más comprensivos ante esa situación, pues estar casado con aquella arpía amargada que era Elena Montenegro era suficiente para hacerles sentir empatía. Pero las mujeres, a pesar de la intachable opinión que tenían acerca de su vecino más respetado, no acababan de ver claro aquello. Las desconcertaba, hasta que a Dolores Mirañar se le ocurrió que tal vez en esa decisión hubiera una causa más “romántica”. Todas sabían la amistad que unía a Don Alejandro con la irritante y alocada Alicia Ulloa. Más que amistad, posiblemente. Desde que la anulación matrimonial se había puesto en marcha, Alejandro no se molestaba en absoluto en disfrutar de la compañía de Alicia. Paseaban por la plaza, él relajado y feliz y ella un tanto nerviosa, intentando no arañarle la cara a Dolores Mirañar, que no dejaba de espiarles. Sí, no cabía duda. Don Alejandro Montenegro tenía dos buenas razones para separarse de su esposa. La primera, la infidelidad cometida por Elena, y la segunda, Alicia.

- No entiendo cómo demonios ha podido fijarse en Alicia Ulloa.- murmuraba Dolores a quien quisiera escucharla.- Esa chica está medio loca y no pega para nada con Don Alejandro.

Raimundo esbozó una sonrisa al oír el comentario. Se acercó despreocupado, con las manos en los bolsillos.
- Y… según usted, ¿quién es la candidata ideal para tan excelso caballero?
Dolores soltó un respingo del susto.
- Raimundo, me ha dado un susto de muerte. No tiene gracia.
- Suplico su perdón.- dijo con un sutil tono de broma.- Pero un susto es lo menos que merece después de decir que mi prima está medio loca… y quien sabe qué lindezas más.
Dolores le miró disimulando una mueca de disgusto.
- ¿Acaso he dicho alguna mentira?
Raimundo intentó rebatir, pero ciertamente…
- Mi prima sólo es… peculiar.
- Ya, claro.- Dolores resopló.
- Y no la tome con ella. Estoy seguro que esa rabieta infantil se debe a que, muy probablemente, desearía estar en su lugar.
- ¿Cómo se atreve?- ella enrojeció sin poder evitarlo.- Don Alejandro… podría ser mi padre. Además, estoy prometida, recuérdelo.- dijo, muy digna.
Raimundo meneó la cabeza.
- Quien debe recordar eso es usted, que parece olvidarlo con suma facilidad.- se inclinó burlón.- Buenos días, Dolores, me encantaría seguir departiendo con usted, pero… he de hacer algo más importante.
Ella abrió la boca, sin saber si soltarle algún improperio o preguntarle qué era eso tan importante, pero Raimundo la interrumpió.
- Y no, no pienso decirle qué es eso tan importante.

Raimundo soltó una risita jovial y seductora tras la reverencia y se marchó. Dolores le miró con mala cara. Esos Ulloa estaban rematadamente mal de la cabeza pero… debía reconocer que eran ricos y… realmente apuestos.
- Será posible que no pudiera pescar a un buen partido como Raimundo…- dijo para sí, meneando la cabeza con frustración. Aunque, bueno, tal vez debería tener en cuenta las virtudes de Pedro. Si en lugar de Pedro se casase con Raimundo… Probablemente le mataría en la noche de bodas. No, Pedro le convenía infinitamente más.
#76
mariajo76
mariajo76
08/11/2012 11:23
Lourdes has vuelto, que guay, que sepas que te he echado mogollón de menos y que si no te he frito ha privados para que siguieras la historia es por que sé que estas megaultraocupada pero tenía ya un mono que no podía con la vida.

Buenooooo parece que la historia de mi chico se va encauzando, ya pasean junticos festejando como dos novios ¡ains! es que son taaaaaaaaannnnnnn monos, aunque no se por que me imagino que la víbora de Elena aun les dará algún que otro disgusto pero estoy como loca esperando a mi Alejandro rodilla en tierra con un anillaco de la muerte pidiéndole matrimonio a su chica. Bueno y a su hija y su yerno que también están a puntito.

De Dolores no te digo nada, en la serie me cae como una patada en el culo así que...
Sigue lo más pronto que puedas que esto está de lo más interesante
#77
chatosara
chatosara
08/11/2012 22:14
Estáas viva! Yujuuu*.* Ya pensaba que te habian abducido unos extraterrestes o algo así.
#78
nicuxy
nicuxy
09/11/2012 00:34
Mil gracias por estos escritos.

Raipacas-artistas-escritoras, escribirme algo más si no es mucho pedir por favor que con la que está cayendo en la novela, necesito un escrito de los vuestros que anime porque vamos......menudo lío liado.

Saludotesssss y gracias mil por estos escritos, me encantan y pican cosa barbara
#79
paquirai
paquirai
27/11/2012 03:03
Acabo de leer PROMESAS INCUMPLIDAS...


Por favooooor.... necesito leer algo eres mi verdad... continua lnaeowyn, al menos para que pueda quitarme este cabreo y esta decepciÓn..(menos mal que me ha dejado el libro otra raipaquista que nos lee en la la sombra)

HabÍa leÍdo que a la mayorÍa no le habÍa gustado....y aÚn asÍ lo he intentando leer sin ese prejuicio... pero vamos... menuda decepciÓn de libro, parecÍa mas la historia de la espaÑa de Isabel II que otra cosa...
#80
lnaeowyn
lnaeowyn
28/11/2012 23:51
Francisca entrelazó las manos a su espalda y respiró hondo mientras avanzaba dando algunos saltitos, como si volviera a tener diez años. Sonrió ante la idea. A decir verdad, no había cambiado tanto… al menos no en su interior. Seguía sintiéndose como siempre, llena de vitalidad, de inteligencia, de ironía mezclada con ternura, de genio y carácter. Se inclinó hasta que el cristalino lago le devolvió su imagen. Bueno, cierto, en su interior se sentía igual, pero era evidente que su aspecto no era el de hacía nueve años. Vio a una hermosa joven, con el resplandeciente cabello negro recogido en delicados bucles de los que escapaban algunos mechones rebeldes. Sus ojos igualmente oscuros brillaban de alegría. Debía reconocer que el color malva le sentaba estupendamente. Siempre había sido su favorito. Tomó la falda de su vestido y giró, ahuecándola. Sonrió de nuevo a su imagen. Sí, tal vez tuvieran razón Alejandro y Raimundo en eso de que era la más hermosa muchacha de todo Puente Viejo.

Hablando de Raimundo… ¿Dónde se había metido? Francisca miró alrededor. Hacía un par de horas Rosario le había dado una nota en la que él la citaba en su lugar secreto a esa hora. Bueno, sólo habían pasado un par de minutos, pero siempre era él quien la esperaba en sus encuentros, a pesar de que ambos eran extremadamente puntuales. Y esa novedad la hacía sentirse entre intrigada y un poquito temerosa. No sabía por qué, pero tenía la sensación de que esa cita no era como las muchas que tenían y habían tenido desde que se enamoraron. Había algo que la inquietaba, que le hacía sentir un aleteo en el estómago que no sabía cómo interpretar… dicha, temor, esperanza, anhelo, felicidad…
- ¿Cómo está la más preciosa joven del universo?
Francisca soltó un respingo ante la inconfundible y suave voz. Se volvió mientras el aleteo de inquietud se convertía en un millón de mariposas.
- Raimundo…

Él le sonrió. Francisca se quedó inmóvil. El joven estaba impresionantemente guapo, ataviado con un sencillo pero elegante traje. Los ojos traviesos y oscuros la miraban con esa rara mezcla de sentimientos, burlones pero a la vez rebosando amor puro. Extendió su mano hacia ella. Francisca se acercó y la tomó, sintiendo que las mariposas se convertían en escalofríos. Raimundo besó la mano casi con devoción, como un peregrino besa la mano de su santo.
- Has… tardado. – Francisca procuró que su voz no temblara tanto como sus piernas.- ¿Ha ocurrido algo?
- No, nada que reseñar, mi pequeña. Me entretuve un rato en la plaza. Tu padre y mi prima estaban paseando del brazo, como si tal cosa, y eran la comidilla de todos los vecinos. Tuve que pararle los pies… bueno, mejor dicho, la lengua, a Dolores Asenjo.
Francisca meneó la cabeza. Podía imaginar perfectamente la escena. Todavía no entendía de dónde había sacado el valor Pedro Mirañar para prometerse con semejante sargento de caballería.
- Me importa muy poco lo que diga la gente.- Francisca alzó la cabeza.- Mi padre es un caballero sin tacha y nada de lo que cuchicheen esas brujas cambiará eso.
- No creo que la reputación de tu padre se vea afectada.- convino Raimundo.- A fin de cuentas, él es el pobre esposo traicionado. Es a tu madre a la que se van a comer las malas lenguas.
- Pues… aunque no suene muy bien en una señorita bien educada como yo, me alegro con toda mi alma. Ya iba siendo hora de que recibiese su merecido.
Raimundo contuvo a duras penas la carcajada.
- Delicadas palabras en una delicada boca.- dijo, guiñándole un ojo burlón. Francisca frunció el gesto, a pesar de que en su interior pugnaba la risa. Raimundo sonrió.- Por cierto, hablando de delicadas bocas…
Antes de que Francisca pudiera reaccionar, sintió que se quedaba sin respiración ante el beso robado de él. Raimundo la atrajo con suavidad, pero sin tregua, y sació su sed en su boca.
- Rai…Raimundo, sabes que no me gusta que me beses sin avisar.- dijo ella, tremendamente ruborizada.
- La próxima vez traeré la corneta de la carga de caballería.- dijo risueño antes de besarla otra vez.

La ocurrencia hizo que Francisca rompiera el beso al no poder evitar la sonrisa. Él le sonrió también y depositó un tierno beso en la punta de su nariz. Se miraron durante unos instantes que parecieron infinitos. Raimundo la contempló… y recordó lo que le había traído hasta allí. Francisca sostuvo su mirada, sintiendo demasiadas cosas en su interior. Iba a abrir la boca, pero él la tomó de la mano.
- Ven conmigo, mi pequeña. Quiero enseñarte algo.
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