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Alfonso y Emilia; la más tierna infancia

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16/11/2012 16:56
[img=alfonsoyemilialamastiernainfancia]https://www.formulatv.com/fotos/a/224000/224381/76qols3t11ghxh7cbk50a65e0e81e29_alfonso-y-emilia.jpg [/img]

Abro este pequeñito rincón para poder agrupar todos los escritos que las Alfonso-Emilistas (y si se quiere apuntar alguien más) hagamos sobre

la infancia de Alfonso y Emilia

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ÍNDICE Y AUTORAS

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-Juegos de críos (3 partes) -----------------------------------------Musicintheair13
-¿Jugamos bajo la lluvia? (2 partes)---------------------------------Musicintheair13
-Recuerdos del Otoño-------------------------------------------------Cuquina
-El canto de la sirena--------------------------------------------------Cuquina
#1
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16/11/2012 17:01

Juegos de críos
Parte 1

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Era una aburrida tarde de otoño. Raimundo había partido de viaje y el padre de los Castañeda se los había llevado al monte. Alfonso y Emilia habían preferido quedarse en la posada en cambio de ir a jugar al prado con sus hermanos.

De repente Emilia dijo:

-Veo, veo.

Alfonso miró a Emilia.

-¡Venga Alfonso! Tú ahora has de decir “¿Qué ves?”

-¿Qué ves?-preguntó extrañado Alfonso.

-¡Muy bien! Una cosita.

-¿Qué cosita es?

-Empieza por la…. A

-A, A… ¿Agua?

-¡No!

-Mmm… Abanico.

-No, no…

-¿Aburrimiento?

-No tonto, el aburrimiento no se ve, se tiene.

-Uy, ¡es verdad! No tengo ni la menor idea de que ves.

-¡A ti!

-Yo no lleva A.-dijo enfadado Alfonso al sentirse timado.

-¿Pero cómo te llamas tu?

-Al… ¡Alfonso! Claro…. Que tonto. Ahora yo.

-No, no, no. Las reglas son que preguntas cuando la adivinas.

-Esta bien.

-Veo, veo.

-¿Qué ves?

- Una cosita.

-¿Qué cosita es?

-Empieza por la…. C

-¡Casa!

-No, no.

-¡Caracol!

-¿Tú ves algún caracol?

-No.

-¡Pues entonces no puede ser, Alfonso Castañeda! Ups...

-¡Castañeda!

-Jolín, no es justo te lo he dicho yo...

-Venga anda no te enfades, te pondré una fácil.

-Está bien.

-Veo, veo.- pregunto Alfonso.

-¿Qué ves?

- Una cosita.

-¿Qué cosita es?

-Empieza por la…. R

-¡Ratón!

-No…

-Ruiseñor.

-Tampoco.

-¡Reloj!

-Andas errada Emilia. Date la vuelta.

-¡Padre! Qué bien, ¡ya ha vuelto!

-Emilia, el juego.

-Veo, veo a Raimundo Ulloa.

-Eso es. Muy bien has ganado. Ahora tu.

Emilia ignoró a Alfonso.

-¿Cómo ha ido todo por Madrid?

-Muy bien Emilia.

-Veo, veo, Emilia, veo, veo.-seguía insistiendo Alfonso.

-¿Y que ha pasado?

-Nada Emilia.

-Emilia, ahora has de decir “¿Qué ves?”

-Pues por aquí ha estado muy aburrido. El padre de Alfonso se ha llevado a Juan, Ramiro, Sebastián y Mariana a caminar. También han ido a preguntarles a Hipólito y a Tristán pero no podían, tenían tarea atrasada. Y bueno, yo me quería quedar y Alfonso se ha quedado conmigo. ¿Verdad Alfonso?

Emilia miró al hueco vacio de Alfonso y su padre le explicó:

-Emilia, ha marchado mientras hablabas. Ha sido entrar yo por la puerta y lo has dejado de lado. Él pobre se ha debido sentir ignorado. Emilia si quieres ser una buena conversadora has de hablar con todos a la vez.

-Sí padre.

-Anda, vete a disculpar sin dilación y recuerda que los amigos hay que cuidarlos.

-Así lo haré padre.


Juegos de críos
Parte 2

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Emilia salió escopeteada hacia la casa de los Castañeda. Llamó a la puerta:

-Buenas Rosario ¿Se puede?

-Claro hija, ¿Qué se te ofrece?

-Vengo buscando a Alfonso.

-¿A Alfonso? Creía que estaba contigo.

-Lo estaba. ¿Quiere decir que no ha venido a casa?

-Exacto. ¿Ha pasado algo?

-Supongo que sí. Estábamos jugando y no le he hecho caso porque ha vuelto mi padre y se ha marchado sin decir esta boca es mía.

-¡Ay hija!-Dijo en un suspiro-Nuestro Alfonso- Emilia se ruborizó al escuchar “nuestro” pues nunca había pensado que Alfonso le perteneciera.- es muy sensible. A la mínima que no se le presta atención en algo de vital importancia para él se escabulle a no sé dónde.

-¿Cómo el escondite?

-Exacto niña. Ramiro me comentó que iba cerca del lago pero no sabría decirte donde. Tú déjalo, ya
se le pasará.

-Es que yo no lo he hecho a propósito Rosario. A ciencia cierta ni me he dado cuenta.

-Lo sé pequeña. Anda, ¿Quieres una rosquilla?

-Sí. Deme otra. Se la daré a Alfonso cuando lo encuentre.

-¿LO irás a buscar, Emilia?

-Claro, hay que emendar este error lo antes posible.

-Esta bien pero ten prudencia y cautela. Es aún temprano pero no me gustaría que la noche os
atrapara a ninguno de los dos solo por esos lares. No podría dejar de culparme por muchos años que viviera.

-Estate tranquila, Rosario.-Le pegó un mordisco a su rosquilla.-Esta buenísima Rosario. Tiene una mano usted para la repostería. Ya lo dicen sus hijos. ¿Me podría dar otra para cada uno? Me barrunto yo que se van acabar pronto.-Rió

-Claro. Coge las que quieras, pero no se lo digas luego a tu padre que si no cenas es capaz de colgarme del palo mayor de la plaza.

-No, yo lo impediría.

-Así me gusta Emilia. Y ahora, corre anda, que al final te va a faltar tiempo para encontrar a mi hijo.

-Dispense Rosario. Con Dios.

-Adiós Emilia.

Juegos de críos
Parte 3

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El lago era grande pero ella conocía a Alfonso. Tenía un primer lugar donde mirar. Era una piedra que sobresalía del suelo. No estaba lejos de la casa Castañeda. Estaba un poco cerca del lago pero sin llegar a mojarte por el agua que contenía.

Ramiro, desde pequeñito la había nombrado como “La salida del salchichón” pero entre los niños era apodada “La salida del chichón”. La historia no era rebuscada ni complicada de imaginar.
Sencillamente un día, al volver de un paseo, Alfonso pisó mal y calló sobre la roca de una manera tan peculiar que se hizo un chichón en toda la frente. Todo el mundo fue preguntándole que le había pasado y él la apodó de esta manera. Ramiro, que por aquel entonces era un mocoso que repetía todo lo que su hermano mayor decía, afirmaba: “Zi, la zalida del zalchichón. Como el que comez en el bocata”. A todos les hizo tanta gracia que se quedo como “la salida del chichón.”

Fue hacía allí y ya de lejos pudo observar una sombra sentada sobre ella.

-¿Alfonso?-Nadie contestó. –Está bien. Me gusta el escondite. –Emilia corrió hasta donde estaba Alfonso y le apoyó la mano sobre la espalda.- ¡Pillado!-Gritó.

-No. Yo ya no juego más contigo que luego me dejas tirado.

-Lo siento Alfonso. No lo he hecho a malas.

-Ya pero no me gusta.

-Lo sé. Y para compensarte te traído rosquillas. Hay una que está un poquito rota pero es porque la he agarrado fuerte para que llegara aquí. Las ha hecho tu madre.

-¿Has hablado con ella?

-Sí. Te ido a buscar a tu casa y ella me ha dicho que estarías en el lago. He sabido enseguida que estaría aquí.

-Sí, lo sé. Mi cabeza aún lo recuerda.

Los dos rieron.

-¿Sabes que, Emilia?

-¿Qué?

-¡La paras!- Alfonso echó a correr.

-¡Serás truhán! Reza que no te pille.

-No será necesario

-¡Oh! Ya creo yo que sí que lo será.


Emilia corrió tanto como pudo y si no hubiera temido a la regañina que le hubiera echado su madre, se habría rasgado el vestido para conseguir que sus pequeñas piernas dieran más de sí.

Sin que Emilia se diera cuenta, Alfonso bajó el ritmo con el que corría. Así Emilia, lo alcanzó en unos escasos minutos.

-SI que corres Emilia.-Dijo Alfonso aparentando estar ahogándose y se sentó en el suelo.

-Y tú que creías que no te iba a ganar. ¿Una rosquilla?

-Esta bien. ¿De camino a casa?

-Así sea. Entonces, ¿Me perdonas?

-Claro tan solo ha sido una discusión de críos.

-No soy una cría.

-Es verdad. Una discusión de adultos. ¿Quedamos mañana para jugar al parchís con Hipólito y mis
hermanos?

-Esta bien. Esperemos que esta vez Hipólito distinga entre azul y rojo.

-Esperemos. Pero prométeme una cosa.

-Di.

-Que siempre pase lo que pase nos perdonaremos.

-¡Pues claro! No es tan divertido jugar con nadie que no seas tú. ¿Una carrera hasta la fuente?

-El que llegue último es una gallina.

Empezaron a correr. Como muchas tardes después de aquella harían.
#2
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16/11/2012 19:59

¿Jugamos bajo la lluvia?
Parte 1

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Llovía. Odiaba cuando llovía porque eso significaba no poder salir a jugar a la plaza. Y odiaba no jugar en la plaza.

Además si llovía se tenían que quedar dentro de la casa de comidas y aquello le quitaba toda la diversión.

-Papá, ¿Puedo salir?

-Ni se te ocurra.

Su madre pasó por allí cerca.

-Mamá, ¿verdad que puedo salir?

-NI en broma, pequeña. Lo siento pero hoy nada de jugar en la plaza.

-Pero mamá...

-Pero nada, no me repliques.

-Jolines, no es justo mamá. Hoy había hablado para ir a jugar a casa de…

-Pues tendrás que aplazarlo.

La puerta de la posada se abrió.

-Buenas Pedro. Buenas Hipólito ¿Que os pongo?

-Un par de vasos de chocolate caliente. Menuda la que cae fuera.

-Sí padre, llueve a cantaros.

-Ves pequeña, hoy no puedes salir a jugar a fuera.

-¡Válgame Dios!- Exclamó Hipólito.

-¿Y esos palabros Hipólito?- preguntó el padre de la pequeña.

-Déjalo- le respondió Pedro- Ha escuchado esta mañana eso de la boca de su madre. Ya sabes, lo ha
aprendido hoy y ha de hacer gala de su nuevo vocabulario.

-Pues me parece muy bien. Hay que ser culto en esta vida.

La puerta se volvió a abrir y esta vez fue Don Anselmo el que entró por ella.

-Don Anselmo, ¿Qué le trae por aquí?

-Los caminos del señor son inescrutables, hijos. Además me disponía a ir a dar un paseo pero ha
comenzado a llover con este ímpetu por el camino. Con esta lluvia no hay quien salga de casa.

-Yo quería salir padre, pero no me dejan.

-Y bien que hacen hija, que con lo que llueve cogerías un resfriado si no te abrías la crisma antes.

-¿Un chato de vino padre?

-Mejor ponme una taza de chocolate como a los Mirañar.

-Como usted mande. Ahora se la acerco.

La puerta se volvió a abrir por tercera vez pero esta vez no se cerró.

-¡Pero mira como me ponéis el suelo entre todos!- Exclamó la posadera- Buenas Rosario, ¿Qué se le
ofrece?

-Me preguntaba, Natalia, si podrías encargarte de mis niños unas horas. Si tienes mucha tarea…

-¡Que va mujer! Anda entrar. ¡Sebastián!- Exclamó Natalia- ¡Baja!- y dirigiéndose a la pequeña que
quería seguir desfrutando de la lluvia le dijo- Ves Emilia, no hay mal que por bien no venga. Aquí vienen los Castañeda para jugar contigo.

Emilia se esperó hasta que se acercaron lo suficiente para susurrarles:

-¿Jugamos bajo la lluvia?



¿Jugamos bajo la lluvia?
Parte 2

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Juan y Emilia querían salir fuera pero los mayores, Alfonso y Sebastián, se opusieron totalmente.
Quedaban en tablas y solo Ramiro haría que la balanza de decantara hacia un lado o hacia otro. El pequeño de los Castañeda no sabía con quien ir.

-Ramiro, no. Si no se lo diré a mamá- le amenazaba Alfonso.

-Ven con nosotros Ramiro, tengo unos dulces riquísimos que podrían ser todos tuyos.-insistía la
zalamera de Emilia.

-Ramiro no salgas que cuando llueve sale un monstruo malvado por la plaza.-Inventó Sebastián.

-Pero si tú eres valiente. ¡Vamos! Demuéstrales lo valiente que eres. Venga…

-Ramiro, venga anda, quédate aquí con los mayores, porque tú eres muy mayor. Si te quedas aquí te
enseño a jugar a ese juego de cartas al que jugamos los mayores.

-¡Vale! ¡Me quedo!

-Sois unos cobardes y unos traidores los tres. Y tu Alfonso, ¡el más mentiroso de todos!-Emilia salió corriendo hacia el patio que comunicaba la casa de comidas con la posada.

-¡Emilia, espera! Sebastián, ¿cuidas a mis hermanos?

-Claro…

-Gracias…


Cuando Alfonso alcanzó a Emilia, esta estaba al borde de la posada.

-Alfonso, prometiste que me ayudarías.

-Lo sé, Emilia.

-Y lo has incumplido, eres un mentiroso.

-Pero Emilia, ¿acaso no te acuerdas que también prometí protegerte? Pues eso es lo que estoy
haciendo. Protegerte de ti misma. Haber, cuéntame, ¿Qué ha pasado?

-Sebastián me ha dicho que no soy valiente porque me asustan los truenos. Y yo Alfonso quiero
demostrarle que soy valiente. ¡La chica más valiente del mundo!

-Y lo eres Emilia, pero no hace falta que lo demuestres con esta insensatez.

-Lo sé. Además, me gusta cuando llueve. Todo esta tan bonito. ¡Mira!

-¿Qué tendría que ver?

-Me ha parecido que el suelo brillaba.

-Si Emilia, seguramente ha sido un reflejo. Eso pasa siempre cuando llueve- los dos se sentaron allí
mismos en el suelo mientras Sebastián enseñaba a Ramiro y a Juan nuevos trucos de magia.

-Uno, dos, tres…

-¿Qué haces Emilia?-pregunto extrañado Alfonso.

-Contar las gotas. ¿Me ayudas?

Alfonso rio con las ideas de Emilia.

Ya llevaban 134 cuando Natalia les llamó para merendar. Pasaron la tarde en la posada jugando. Y Alfonso se prometió no olvidar nunca esa promesa y cuidar siempre a su pequeña valiente amante de la lluvia.
#3
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17/11/2012 15:12

Recuerdos del otoño

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Era una tarde de otoño,la lluvia caia lentamente atraves de los cristales de la casa Castañeda.Juan dibujaba a Ramiro mientras enseñaba a Mariana a jugar a las cartas.

Rosario hacia un bizcocho que olia estupendamente mientras el Jose Castañeda y su hijo mayor limpiaban las escopetas.

-Si mañana hace bueno podiamos salir a cazar-dijo el padre.

-No se padre no me apetece mucho-contesto el zagal-Casi preferia bajar a la Taberna de los Ulloa a jugar a las cartas con Sebastián.Acaba de llegar del internado y seguro que el señorito Tristan bajara tambien.¿Por que no se lo dice a Raimundo,padre?.Seguro que iria con usted.

-Hijo-dijo el hombre mientras hacia un alto en limpiar la escopeta.-De un tiempo a esta parte prefieres estar a resguardo que salir al monte como antes.Iremos Ramiro,Juan y yo si tanto interes tienes en jugar a las cartas.

-Lo que tiene interes,padre-respondio Juan levantando la vista del papel riendose con sorna y dando un codazo a Ramiro-Es en perseguir las enaguas de Emilia Ulloa.

Las risotadas de los tres hicieron enfadar al mozalbete que se levanto indignado de la mesa yendose a su cuarto.

-Juan-dijo Rosario recriminando a su hijo –No seais asi de bromistas con tu hermano.Ya sabeis lo timido que es.Si le embromais todo el tiempo no se nos echara novia en la vida.Ademas que si le anda detrás de las enaguas a Emilia,no me parece mal,es una gran chica y seguro que harian una bonita pareja.

Al dia siguiente bajaron al pueblo.Jose iba con la idea de llevarse a todos los chicos de caza.Emilia se empeño en ir con ellos.Raimundo mas que por no dejarla sola en la taberna se la llevo con ellos.Sabia que cuando a su hija se le metia una idea en la cabeza era difícil sacarsela.

Sebastián le presto unos pantalones y salieron a cazar.A mitad de camino empezo a cansarse de tanto paseo.Era una buena andarina pero caminar tanto por unos conejos le parecia una bobada.Quiso quedarse en la cabaña del tio Antonio.Llevaba años abandonada pero Raimundo le dijo que ni hablar.Alfonso se ofrecio a quedarse con ella,encenderian un fuego y asarian unas castañas.

Los padres de ambos les dejaron quedarse con las risas por lo bajo de Juan y Ramiro que fueron acalladas por una enfurecida mirada de su hermano mayor.

-Emilia ven.Alli hay unos castaños.Seguro que podemos recoger castañas.Yo me subire al arbol y zarandeare las ramas para que caigan y tu las recoges.

Y asi lo hicieron entre risas el uno sacudia las ramas y la otra recogia castañas.Cuando tuvieron un buen monton se metieron en la desvencijada cabaña.La chimenea parecia estar bien.Con unos leños que tambien habian recogido.Encontraron una sarten y Emilia la lavo.Al rato los dos miraban el fuego viendo como se asaban las castañas prometiendose que saldrian muy ricas.

Comentaron historias sobre los braceros y sobre los parroquianos de la taberna.Las aventuras de los hermanos Castañeda que al ser tantos era una fuente de historias.

-¿Sabes?-dijo Emilia-Me dais envidia.Todos estais tan unidos…y yo estoy sola con mi padre.Con Sebastián apenas puedo contar,esta fuera y pronto se ira a estudiar a Londres,el sabra cosas que yo nunca sabre aunque mi padre no me ha educado como una chica corriente.Siento que me voy a pasar toda la vida detrás del mostrador,trabajando de sol a sol sin que nadie me quiera.

El muchacho carraspeo.Queria consolar a su amiga pero su timidez le hacia que sus palabras no le salieran por la garganta.

-Seguro que alguien te querra con toda su alma ,algun dia.Sera capaz de hacer cualquier cosa por ti.-dijo de un tiron-Cuando menos te lo esperes le conoceras.

-¿Y donde esta Alfonso?-suspiro la chica-Tengo dieciocho años y algunas de mis amigas estan ya casadas y yo…

-El amor no hay que buscarlo,aparecera cuando menos te lo esperas.Ademas ya sabes que siempre que tengas algun problema puedes contar conmigo.

La muchacha apoyo su cabeza en su hombro,el se sintio raramente confortado como si pudiera pasarse la vida al lado de ella.

Al poco rato aparecieron los demas.Sacaron del zurron un requesón enorme.El pastor les habia dado un buen trozo.Le habian regalado unas liebres y a cambio les habia dado requesón.

Se encaminaron a la posada donde Emilia se relamia pensando en echarle miel.Tenia hambre,tanta castaña le habia abierto el apetito.Los hombres desde la barra veian a la chiquillería armados con cucharas dando cuenta del requesón.Emilia se habia hecho con dos trozos,Alfonso argumento que no le hacia mucha gracia y se lo dio a ella ,mientras sus hermanos se miraban sonriendose y por consiguiente recibiendo unas buenas patadas por debajo de la mesa.

A Sebastián tampoco le hacia mucha gracia el requesón y le dio su parte a su hermana,asi que la golosa muchacha disfrutaba echandole miel y dandole a probar a Alfonso con su cuchara,el chico aunque no queria ya que cada cucharada era una risita de sus hermanos se dejaba dar de comer.

Entonces Emilia hizo una propuesta a los hermanos Castañeda:

-El que me traiga mas requesón de este tan rico,me casare con el.

Poco falto para que los dos Castañeda menores les hiciera estallar en carcajadas.Alfonso se habia quedado medio cojo de tanta patada a sus hermanos que era devuelta convenientemente.

La familia Castañeda se despidio de los Ulloa.Emilia estaba llena,se habia comido un buen trozo de requesón con miel y un buen puñado de castañas asadas.Su padre penso que al dia siguiente se pondría enferma de tanta comida.

Pero al dia siguiente,cuando los jornaleros de la doña volvian de la faena Alfonso venia medio cojo.

-¿Qué te ha pasado?.-pregunto Emilia al verle de tal guisa.

-Nada Juan,que me ha pegado un perdigonazo cuando queria matar un conejo.

-¿Pero no ibais a casa ya ayer?

-Mi padre quiso aprovechar un poco mas la tarde.:

-----------------------

-¿Te sigue doliendo?-pregunto Emilia con el bote de linimento en la mano.-Mira que eres bruto Alfonso.¿A quien se le ocurre subir esas cajas al altillo sin que te ayude alguien.¿Por que no se lo dijiste a Luisito?.

Alfonso se encontraba bocabajo en la cama,un tiron en la espalda le habia dejado doblado.

-Te pondre unos paños calientes para que te alivien el dolor.-le bajo el calzon para seguir dandole linimento pero sorprendio al hombre dandole un beso en la nalga.

-¿Qué haces?.-dijo riendo-Mira que me duele mucho la espalda,no se si estare para mucho juego.

Emilia rio.

-Cada vez que te lo veo me acuerdo del dia del requesón.Mira que dejarte pegar un tiro en las posaderas.

-Es que tus deseos son siempre ordenes para mi.-contesto tirando de ella para besarla emitiendo una queja al moverse.

-Quieto D.Juan ,no estas tu hoy para muchos trotes.Anda se bueno dejame que te de el linimento y que te ponga los paños calientes.Hoy te traere la cena aquí…pero no te aconstumbres.
#4
musicintheair13
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17/11/2012 19:32
Era verano,el calor apretaba como nunca ese año.La chavaleria del pueblo se reunia a pasar las largas tardes de verano tumbados en la era o jugando a los naipes o acercandose hasta el rio para remojarse.

Los hermanos Castañeda,tras la jornada de trabajo y urgidos por su padre que habia quedado con Raimundo para ir a cazar conejos,cosa que le encantaba especialmente caminaron hacia la casa de comidas donde pensaban invitar a los Ulloa a merendar a la vereda del rio.Estaba fresco y se podia jugar o merendar al fresco.

Llevaban un cesto con unas viandas que su madre les habia mandado para compartir con los chicos de los Ulloa.Emilia llevaba tiempo ocupando el lugar de su madre en los fogones,pero se afanaba en terminar a tiempo para poder escaparse como todas las tardes sabiendo que su padre iria a cazar y cerraria la taberna.Sebastian estaba de vacaciones,hacia unos dias habia llegado de un internado en Madrid donde estudiaba.Tristan al saberlo habia bajado al encuentro de su amigo llevandose a rastras a su hermana que se habia empeñado en acompañarle al saber de los planes de los jóvenes Castañeda por Rosario.

Ya juntos en la Posada hicieron planes de donde ir.Hacia unas semanas de la fiesta del patron y Emilia tenia pavor a quedarse a solas con Alfonso.Al chico debia pasarle lo mismo pero no dejaba de mirarla a hurtadillas mientras ella hablaba con Soledad y Mariana que aunque eran mas pequeñas que ella eran las unicas chicas de la pandilla.

Cuando salieron se presento Hipolito pidiendoles ir con ellos.Alfonso le hizo gestos a los otros chicos diciendoles que era un pato mareado y seguro se caerian al rio.Tristan les convencio de que no le soltaria de la mano asi que todos juntos se encaminaron al una poza donde los mayores podian nadar y los pequeños mojarse los pies.

Lo llamaban ‘El canto de la Sirena’ por que según una historia, inventada por Tristan y seguida por Alfonso y Sebastián para meterles el miedo en el cuerpo a los pequeños, habitaba una sirena que con sus canticos atraia a los hombres al fondo.

Emilia durante una temporada se creyo la leyenda inventada pero un dia les escucho reirse a los tres mientras creian que no les oian.Pero habia llegado su momento de vengarse.Por tiempo tuvo miedo hasta de meterse en el rio pero habia llegado el momento de su venganza.

Dejo a Hipolito al cuidado de Juan que dibujaba a su hermana y Soledad mientras Ramiro tiraba piedras al rio y los tres mayores en calzones se tiraban desde lo alto de la peña a ver cual llegaba mas lejos.

Ella se quito el vestido poniendolo a buen recaudo,pensando que su hermano y sus amigotes podian hacerla una mala jugada como una vez que le quitaron el pantalón a Ramiro y le hicieron ir sin ropa por todo el pueblo mientras se partian de la risa.

-Me las van a pagar,esos graciosos-se dijo-El señorito,el bobo de mi hermano y el besucon que luego se olvida…osea era una bobada y soy como su hermana…se van a acordar.
#5
musicintheair13
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17/11/2012 20:17
Y se metio con la camisola y los pololos detrás de unas cañas.Asi que alli agazapada metida detrás de las cañas no la verian.Vio donde los chicos habia dejado sus ropas y ella las metio en un saco que llevaba a escondidas de los de las legumbres y las escondio con las suyas.

Cuando ya llevaban un rato distraidos saltando y llamando cobarde a Sebastián que se reia desde lo alto de la peña empezo a cantar una cancion que se habia inventado con palabras extrañas para darle mas intríngulis.

Los dos que estaban en el agua miraron hacia todas las partes,saliendo del agua corriendo muertos de miedo.

-¿Tu estas seguro que esa leyenda es mentira?-pregunto Alfonso a Tristan.

-Claro que es mentira.Me la invente por que la lei en un libro.Las sirenas no existen.

-Sera mi hermana-dijo Sebastián-Parece su voz.

-Noo,no es tu hermana.-replico Tristan-Canta un lenguaje extraño y tu hermana lo mas extraño que podia cantar es el frances que nos enseñaron en la escuela de la Puebla.Baja Sebastián vamonos con los demas.

-Ni hablar cagones-grito el chico-Yo me voy a seguir bañando.

Y diciendo eso se volvio a tirar.Emilia que veia todo desde su posición callo dejandoles un tanto confusos.Los otros dos volvieron al agua y empezaron ha hacerse aguadillas los unos a los otros.

Emilia volvio a cantar.Ahora si les habia entrado miedo a los tres.Salieron corriendo del agua tanto que Sebastián se resbalo y se dio un golpe en la cabeza que le dejo aturdido unos momentos.Al ver que estaba bien Alfonso se volvio a meter en el agua yendo hacia donde le conducia la voz.Pero Emilia que le vio llegar salio corriendo del agua cogiendo el saco con las ropas y la suya que se puso encima rapidamente aunque estaba mojada.

Cuando llego donde los pequeños estaban se subio a lo alto de un Chopo y colgo de la rama mas alta la ropa de los tres buscadores de sirenas.Gritandoles desde alli:

-Ehhh,listos…¿quereis vuestra ropa?.Pues cogerla.

Tuvo que poner pies en Polvorosa por que la persiguieron en calzones pero ella era mas pequeña y mas agil que tres mozalbetes mojados y escapo.Se metio al camino… por donde estaban no se atreverian a salir de esa guisa y les llevaria un rato desatar la saca y ponerse la ropa.

Sebastián se subio al arbol pero al estar mojado no podia subir y se cayo otra vez dandose en la cabeza,mientras Juan y los demas se reian del infortunio del joven Ulloa.

-Sebastian-rio Juan-Como sigas dandote golpes en la cabeza te vas a quedar bobo.

Cosa que hizo mucha gracia a los demas que se echaron a reir mientras enfurecido intentaba pelear con Juan que mas ducho en las peleas con gente mas grande que el y con dos hermanos un tanto brutos el ‘finolis’ del Ulloa era pan comido para el.Acabaron los dos rodando por el suelo hasta que Tristan les separo.

-Venga,venga.-dijo-Esto es cosa de tu hermana.No esta aquí y es ella quien nos la ha jugado.

-Ahora os fastidiais-grito Ramiro.-El otro dia me quitasteis a mi la ropa y tuve que ir desnudo por el pueblo.

Mientras Alfonso habia bajado la bolsa y se habia vestido.

-Juan recoge las cosas y ayuda a Ramiro con las niñas.Voy a darle su merecido a la sirena Emilia.
#6
musicintheair13
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17/11/2012 20:22
……..

Casi estaba llegando al pueblo riendo triunfante por su malevolo plan.La habia salido a la perfeccion.Ahora estarian peleandose entre ellos o algo parecido….pero cuando menos se lo esperaba una mano la tapo la boca y otra le rodeo la cintura llevandola a un rincón apartado del camino.

-Vaya,he cazado a una sirena.

Ella miro aterrada,terror que se convirtió en risa cuando vio a su captor mojado a medio vestir y la ropa empapada.

-Jajaja-rio-Os he engañado.¿No queriais sirena?...pues ahí teneis sirena.

De pronto no sabia muy bien por que motivo si por el enfado del muchacho o por que se le acerco tanto que sentia su aliento enfurecido en los labios y sintio que nunca habia deseado tanto otro beso como el de la plaza antes.El cerro los ojos,quiza sintiendo lo mismo que ella y se acerco.Ella le agarro por el cuello y la beso con una pasion que nunca habia sentido.La ardia la cara,los brazos,los labios,la respiración se le agarrotaba en la garganta.

Pero el ruido de los demas volviendo les separo.

-Perdoname-dijo el-No se que me ha pasado.

-Ni yo.-contesto ella-Pero no puede volver a pasar,eres como mi hermano.Ademas no estaria bien que nos vieran de esta guisa los demas.

Salieron al camino.Sebastian indignado con su hermana le echo una bronca.Los demas seguian chanceandose de ellos mientras vitoreaban a Emilia.

….

Por la noche mientras intentaba dormir su hermano le pregunto:

-¿Por qué estabas tan colorado cuando te sorprendimos con Emilia?

-Ramiro,duemete,eres un crio,no entiendes de cosas de mayores.

-¿La estabas besando?-pregunto su otro hermano desde el otro catre.

-Callaros niñatos,o os soltare un soplamocos a cada uno.

Los otros dos se rieron por lo bajo,mientras el gruñia diciendo que tenia que madrugar.Pero sentia que algo dentro de si habia empezado a brillar,era una luz tenue,pero empezaba a brillar.
#7
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17/11/2012 20:44
-¿Te acuerdas de nuestro primer beso, Emilia?- soltó Alfonso de pronto mientras miraba distraído una revista de moda que había encontrado olvidada en la recepción.

Debía de ser de alguna inquilina y no pudo dejar de ojearla. Había muchas cosas interesantes que se podían hacer en el hotelito, y despistadamente comenzó a leer un consultorio sentimental. Eso le hizo pensar en ellos.

-En tu casa.-dijo ella aproximándose a el por la espalda mientras él la rodeaba con un brazo y ella apoyando su cabeza en su hombro.-Te acababa de decir que estaba esperando a María. ¿Pero que estás leyendo?

-Un consultorio sentimental para señoritas-rio el-Me hace pensar que nuestra María se encuentre en una de estas lides amorosas y se me pone la piel de gallina.

-Lo que me pone a mí los pelos de gallina es que tu lo leas-dijo riendo Emilia quitándole la revista.-¿Por qué me preguntas eso?

-Para ver si te acuerdas-dijo besándola la punta de la nariz mientras la rodeaba con sus brazos - Pero veo que tiene usted una memoria muy frágil, Señora Castañeda. Y eso que en esa revista dicen que las mujeres nunca olvidan su primer beso.

-A ver, ¿entonces donde nos dimos el primer beso? ¿No te referirás a aquella vez…?.Pero...eso no fue un beso... ¿o sí? No me lo recuerdes, menuda vergüenza pase. Cuando llegue a casa le dije a mi padre que no quería casarme nunca.

El rio con ganas, aquella si era una historia digna del recuerdo.

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Emilia tenia quince años, el rondaba por los dieciocho. Ya era un hombretón hecho y derecho. Su padre le tomaba el pelo porque estaba intentando dejarse bigote y las chanzas eran continuas, cosa que le hacía enfadar.

-¿Sabes Raimundo?-bromeaba el patriarca de los Castañeda en la Taberna en la que se había acercado con sus dos hijos al acabar la jornada - Mi Alfonso se nos está dejando bigote. Ya tengo un hombre hecho y derecho, a ver si le casamos con tu niña, que ya está en edad de merecer.

Emilia se sonrojo al oír la broma del Señor Castañeda, el siempre andaba con chanzas con novios y casorios y eso les azoraba a ambos. Miro de soslayo al mozalbete que estrujaba la gorra entre sus manos y se sentaba junto a su hermano en una mesa.

La verdad es que a ella le parecía un buen mozo pero no le veía nada más que como a un hermano. Además, Lola, la del panadero bebía los vientos por él y la habían dicho que les habían visto pasear por el rio. Y Lola era su amiga.

-Como no te des prisa, Emilita - siguió el señor Castañeda-Se nos casa con Lola, la del panadero y la verdad, hijo la chica es poquita cosa. Me gusta más Emilita para ti.

Raimundo viendo el apuro de su hija, hizo callar al hombre que reía a risotadas el azoramiento que había provocado en los dos chicos.

-José, déjalo que se me va a meter monja y eso no… una Ulloa con la iglesia ni en broma.

Ya refugiada en la cocina y lejos de las bromas de ambos padres, Emilia pensó en la preciosa mantilla que le había dejado su madre y aunque su padre no quisiera ella le había dicho que iría en la procesión del santo con su mantilla.

Tras mucho regañar y mediando el nuevo párroco, D. Anselmo, amigo de pelear amistosamente con Raimundo y José sobre cualquier cosa, Emilia se salió con la suya.

Fue al colmado y compro una puntilla nueva para arreglar algún desperfecto que la de su madre tenia allí dio rienda suelta a su imaginación y con ayuda de Dolores Mirañar había arreglado la mantilla quedándole preciosa.
#8
musicintheair13
musicintheair13
17/11/2012 20:55
El pequeño hijo de Dolores, un torpe niño de unos diez años, la llamaba: ’’Bella Emilia’’, pidiéndola un beso cada vez que la veía, cosa que hacía que su madre le pegara unos buenos pescozones.

No podía esperar a ponérsela, con el vestido nuevo que había comprado en La Puebla. Por la noche la miraba y acariciaba con sus dedos la puntilla y su vestido nuevo imaginándose a si misma en la verbena bailando con todos los mozalbetes de la comarca, rechazando de pleno cualquier fresco que se le acercara. Y entonces aparecería el, su gran amor y la sacaría a bailar y le diría lo bella que estaba y que solo su corazón latía por ella. Y serian felices por siempre jamás.

Al fin llego la romería del santo, Emilia orgullosa se puso su mantilla mientras su padre hacia un amago de refunfuñar se sentía orgulloso de lo guapa que era su niña.

Emilia se puso en la procesión del santo al lado de Rosario, que la dijo por lo bajo que estaba preciosa:

-Niña, si te viera tu madre…-susurro con la voz tomada por el llanto-Se sentiría tan orgullosa de ti. Eres un ángel.

Ella no se sentía un Ángel pero se sintió tan feliz de las palabras de Rosario que fue como si se las dijera su madre.

Paso la misa y salieron a la plaza del pueblo. Emilia paso por su casa a dejar a buen recaudo su mantilla y tras despedirse de su padre con la mano salió a la verbena.

Allí con sus amigas de la escuela comenzaron a cuchichear sobre este o aquel muchacho, cuando uno se les acercaba ellas se reían. Se sentía dichosa, tanto trabajar y hoy era su día, un día de chica de verdad.

Y espero a que alguien la sacara. Solo su amiga Lola era la que permanecía a su lado sin que nadie la sacara a bailar. La señorita Montenegro que jamás bajaba a la plaza había bajado con su nana. Juan Castañeda se acerco a ella y empezaron a danzar por la plaza, por un momento sintió envidia de ella.

Al final compuestos y seguidos por su madre aparecieron los dos hermanos Castañeda que faltaban. Lola casi da un salto de alegría al ver a Alfonso. Emilia pensó que ya que como eran las únicas que no bailaban al menos Ramiro la sacaría a bailar.

Pero fue Hipólito quien se acerco pidiéndola un baile cosa que la lleno de vergüenza despachándole con cajas destempladas. Al final los dos hermanos Castañeda se acercaron, Lola la apretujo el brazo y ella sonrió.

-¿Quieres bailar conmigo?-pregunto Alfonso.

Lola se lanzo a los brazos de Alfonso pero él la retuvo:

-Se lo decía a Emilia, pero seguro que no te importara bailar con mi hermano.

Emilia no sabía donde meterse así que tomo la mano del muchacho y comenzaron a bailar un pasodoble. Era muy distinto a bailarlo con su padre, con Alfonso le subían unos calores por dentro que no sabía que eran.

El cada vez se acercaba mas y ella se dejaba llevar. La música ceso y ellos apenas se dieron cuenta, afortunadamente comenzó otra canción y no se noto apenas la turbación de verse descubiertos en pleno despiste.

Ella le pidió que la llevara a beber algo, tenia calor y sed. El la acerco a uno de los puestos de la plaza y cogió dos limonadas llevándoselas.

-Vamos al callejón-dijo bajito-Allí no hay tanta gente y tendremos un poco de aire fresco.

Llegaron al callejón que conducía a la plaza y allí vieron algunos mozalbetes en confidencias con otras muchachas o besándose. Los dos se ruborizaron y comenzaron a beber a sorbos la limonada.
#9
musicintheair13
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17/11/2012 21:03
-Esta muy fresca - dijo el intentando romper el hielo.

-Si pero tiene mucho azúcar- contesto ella sin saber muy bien que decir.

Entonces él se quito la gorra y se la metió en un bolsillo apoyándose en la esquina del callejón. Emilia seguía a los danzantes mientras intentaba no acabarse la limonada demasiado aprisa, el estar a solas con Alfonso la estaba gustando demasiado, por lo menos que la durara un poco más.

El carraspeo y entonces como sin saber como la beso. Y ella sin saber cómo le respondió al beso, un beso cálido y ardiente. De pronto se dio cuenta de que alguien les miraba.

-Emilia eres una mala amiga…-grito Lola-No me vuelvas a hablar más.

Ella se quedo un tanto confusa, no sabía como había respondido al beso de Alfonso, el era como un hermano para ella, su mejor amigo…y entonces le soltó un bofetón echando a correr.

Los días siguientes no quiso salir mucho de la cocina, temía ver a Alfonso o recibir las chanzas del señor Castañeda. Imaginaba que su padre sabía algo por que la miro un tanto enfadado cuando volvió de la Tahona.

Después de varios días tuvo que salir de la cocina, si no quería despertar las intrigas y preguntas de su padre sobre besos, novios y aguantar las demás chanzas que la profería por lo general el señor Castañeda.

Aquel día en el patio solo estaba Alfonso. El estaba tan azorado como ella.

-Emilia quería hablarte de lo del otro día. Fue una bobada. Eres como mi hermana.

Ella sintió que su romántico corazoncito se rompía, pero pensó…es mi amigo, mi mejor amigo, casi mi hermano y le contesto.

-Si fue una bobada olvidémoslo. Somos como hermanos y eres mi mejor amigo.

-¿Entonces sí que te acuerdas?-rio Alfonso cuando terminaron de recoger la recepción mientras cerraban el hotelito.

-Claro que me acuerdo.-contesto picarona –Pero ahora no eres mi hermano, eres mi marido y Lola hace años que se fue a vivir a Málaga con su marido Pedro, el chopero. Así que podíamos recordar aquel beso que nos dimos en la esquina de la plaza….¿o es que te has olvidado?.
#10
musicintheair13
musicintheair13
26/11/2012 20:42
Justo al fondo, entre pequeños juguetes de la infancia y trocitos de madera tallada que querían ser animalitos, pero que se quedaron en el intento, estaba enterrado el más antiguo de los tesoros almacenados.

Alfonso lo tomó entre sus dedos y no tardó en reconocerlo. Su mente voló hacia una tarde muy lejana.


Una tarde sentado en el patio de la Casa de Comidas, alrededor de una mesa en la que también estaba Juan, Sebastián y Emilia. Raimundo les estaba enseñando a escribir a todos y los niños se aplicaban dibujando las primeras letras en sus cuadernos. El hombre les había prometido una merienda a base de chocolate y picatostes si eran capaces de llenar la primera pagina con las vocales, él les había escrito la primera línea a todo ellos y los chicos se afanaban en replicarla una y otra vez, con trazos torpes y titubeantes.

Sebastián un poco más acostumbrado a los libros que manejaba su padre, terminó pronto y se burló de la torpeza de los demás hasta que se aburrió y marchó a incordiar a la cocina, en busca de su recompensa. Juan parecía haberle encontrado gusto a aquel lápiz que le habían prestado y no contento con rellenar solo una página, dibujaba garabatos que se iba inventando en la parte de atrás.

Emilia y Alfonso, sentados muy juntos, trataban de completar la tarea. Aunque los separaban unos cuantos años, en lo que se refería a los estudios, estaban igualados y trataban de ayudarse uno al otro.

-Mira….esta es la “A” de Alfonso- le decía ella con la voz aguda de la niñez, replicando la letra por cuarta vez, sacando la lengua por el esfuerzo.
-¿Y esta cual era? – Trataba de recordar él, señalando otra.
-¡Esa es la “E”, tonto! – le espetó sabionda, pero rectificó al ver la expresión desolada del niño. – La “E” de Emilia.- le explico.
-La “E” de Emilia… ya no me olvidaré – le aseguró y se aplicó en su cuaderno.
-¡Te ha salido muy fea! – se burló ella al ver su intento.

A él no le gustó que se chanceara, y cubrió la hoja con el otro brazo para que no mirara.

-Déjame ver, Alfonso- se quejó ella, arrugando la nariz en un mohín disgustado.
-Si te vas a reír, no te lo enseño. – le dijo serio y molesto.

No soportaba que su amigo se enfadara con ella y le animó con una promesa, tal como había hecho su padre con ellos un instante antes.

-Si la siguiente es más bonita, te doy un beso.

Alfonso estuvo largo rato en la misma postura, escribiendo cuidadosamente las letras mientras evitaba los intentos de Emilia por descubrir lo que hacía. Finalmente se dio por satisfecho y volvió el trabajo hacia ella para que pudiera leerlo.

Ella arrugó el entrecejo, esforzándose en reconocer las letras y leyó con voz vacilante.

-…a…i…e…-estaba escrito con letra inexperta pero clara, envueltas por un circulo achatado.
- Alfonso y Emilia – asintió ufano.

Le miró con los ojos abiertos como platos, admirada con la proeza, pero en ese instante Raimundo irrumpió con la bandeja de la merienda y ella olvido su promesa.

Alfonso repasó aquellas primeras letras desmañadas con las yemas de los dedos, recordando todo aquello. Casi le parecía estar viendo como ella le enseñaba a coger el lápiz correctamente, poniendo su mano sobre la de él. Replico el recuerdo, cobijando las manos de su esposa entre las suyas. Una lágrima solitaria le recorrió el rostro, imposible de contener.

-Creo que me debo usted un beso, esposa mía.- consiguió decir con voz estrangulada. Levantó entonces la mirada, esbozando una sonrisa para ella. Porque lloraba sí, pero de alegría.
-Te daré todos los necesarios para pagar mi deuda con intereses.

Emilia también sonrió antes de entregarse a sus labios, estaba satisfecha, compartir aquella caja de recuerdos, que con tanto mimo guardó a lo largo de los años, había sido un acierto. Suspiró aliviada sobre la boca de su marido. Había conseguido verle feliz como pocas veces antes. Era lo que más deseaba en el mundo. Eso y que no tuviera dudas de lo dichosa que la hacía sentir.

Tomó el cuaderno de manos de su esposo, abandonó el cobijo de su abrazo y escogió una de las flores que adornaban la estancia para guárdala entre sus páginas, luego lo dejo en su lugar y apartó la caja.

-Hagamos que esta noche sea un momento digno de pertenecer a nuestros recuerdos.

Alfonso no tuvo nada que objetar, dedicaría toda su atención al empeño. Esa noche y todas las que le restaran de compartir con ella.