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Subforo La cocina de Salomé

• Estrella Polar • Última temporada • Se acerca el final

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#0
dchamadoira
dchamadoira
10/03/2013 22:34
Hola, creo este tema para tenerlo dedicado al fic en el subforo, ya que Sonia no se conecta y no cambia el nombre del tema en el otro lado, a partir de ahora postearé los capítulos aquí.

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Fan-fic
(Primera, segunda y tercera temporada hasta el 3x04)



No os perdáis los nuevos capítulos del fan-fic. ¡La aventura comienza aquí!
#81
dchamadoira
dchamadoira
06/11/2013 18:15



Capítulo 4x02 (43): "El rescate"



estrellapolarultimatemporadaseacercaelfinal

Muy pronto.

[/b]
#82
Donspoiler99
Donspoiler99
13/11/2013 17:39
¡Este `post´ está MUERTO o QUÉ?! sonriente
Sube otro capítulazo...con escenas Ulinhoa o de Ainhoa conociendo a otro <3 a mi jajaja
Saluuudosss
#83
dchamadoira
dchamadoira
08/02/2014 18:11

Capítulo 3x02 (43): "Sueños rotos"

[/u][/h1]

En algún lugar de la isla...

Intentó apoyarse bien sobre el tronco, mientras separaba ambas piernas. Estaba jadeando, sudaba como en verano y gritaba como una perturbada, pero Piti parecía ignorarla. Estaba con los ojos perdidos, intentando pensar qué hacer. Daba una y otra vuelta, y más y más y más, y más... mientras Vilma seguía gritando.

Vilma: Piti, joder. Ayúdame... -le dio una contracción y torció la boca fuertemente- ¡AAAAAAAAAH!

Su novio se sentó junto a ella y le agarró de sendas piernas, como había visto en las películas. Intentó pensar lo que hubiera dicho la profesora de Biología.

«Como si me acordara. Ni siquiera acabé la ESO.»

Piti: Venga, Vilma, tú puedes. Empuja, empuja. Así, más, más. -de pronto Vilma soltó un pedo- No tanto, no tanto. Así.

Y de pronto, muy lentamente, comenzó a divisar la pequeña cabeza de su hija que intentaba salir al mundo exterior.

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En los pasillos del Estrella Polar...

Ulises: Ainhoa, no lo repetiré más. ¡Ábreme, abre o tiro la puerta abajo!

Cinco minutos antes, había escuchado un fuerte estruendo proveniente del camarote de las chicas. Pero cuando había acudido allí, la puerta estaba atrancada y no parecía haber nadie. ¿Qué demonios había pasado ahí?

«¿Y si Ainhoa está herida, y si le han atacado? Tengo que ayudarla»

Decidió no pensárselo más. Caminó de espaldas hacia atrás, cogió carrerilla y se abalanzó sobre la puerta, que cedió al peso y cayó derribada, a pocos centímetros de Ainhoa. Ulises miró el camarote desconcertado, parecía que un tornado había irrumpido brutalmente. Había restos de cristales por el suelo, la estantería se había derrumbado, la mesa había salido por la ventana, la litera se había caído... y entonces, cuando miró al cristal semi-roto, distinguió unas letras rojizas que decían "Max".

Volvió a mirar asustado, pero habían desaparecido. Corrió hasta Ainhoa y tras agarrarla en brazos, salió del camarote rumbo a la enfermería.

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En el barco francés...

Le dio un empujón y consiguió apartarse de aquel cadáver. Le dolía la cabeza, pero Rodrigo consiguió levantarse del suelo y encontrar su escopeta. Intentó recordar lo que había sucedido allí, pero le costó algún tiempo reagrupar los recuerdos.



72 minutos antes[/i]

La histeria había dominado por completo a los tripulantes del barco francés, que comenzaban a atacar a aquellos extraños. El buque Etoile du Nord estaba presenciando una encarnizada batalla entre los tripulantes del barco francés y el Proyecto Alejandría.

Pero era una batalla condenada al fracaso. Los enmascarados no dudaban en disparar sus armas contra cualquiera que osara levantar la mano, por lo que media docena de tripulantes caían al suelo muertos. Pero cuándo parecía que la suerte estaba ausente, todo cambió.

Giuseppe, uno de los tripulantes más veteranos, consiguió derribar a un enmascarado y quitarle su escopeta, con la que le derribó a tiros. Hizo lo mismo con otros tres guardias, hasta que una bala impactó en su cráneo, entrando por el lado derecho y saliendo por el izquierdo. Cuándo se quiso dar cuenta estaba muerto. El comedor del buque francés se había convertido en un mar de hombres, mujeres y sangre, sobre todo sangre, que salpicaba por aquí y por allá impregnando el aire con olor a muerte.

La puerta del comedor se abrió lentamente y un joven tripulante, Anselm, regresó de la cocina armado con un cuchillo. Se acercó lentamente a un guardia, y de un tajo, le rebanó el cuello. La sangre le salpicó, pero no le importó. Sus ojos estaban sedientos de sangre. Se acercó a una muchacha enmascarada y le clavó el cuchillo en la espalda. Lo retiró, sus manos se habían vuelto rojas. Pero no le importó, clavó de nuevo el cuchillo, ésta vez en el pecho, y notó como aquella también caía muerta. Pero entonces alguien lo agarró del brazo, y una luz cegadora lo invadió todo cuando una bala le impactó en el pecho, del que manó sangre a borbotones.

El silencio se hizo muy lentamente, y cuando se quisieron dar cuenta, el comedor se había convertido en un mar de cadáveres, sangre, sangre y sangre... Los únicos dos tripulantes que habían sobrevivido se colocaron de rodillas y suplicaron clemencia. En el bando enemigo, también había numerosas bajas. Ya sólo quedaban 5.



Después de aquello, los guardianes restantes habían contactado con Alexander vía walkie, que les había dicho que pusieran rumbo al hotel Youhao, donde capturarían a los supervivientes, y se los entregarían, junto con esos dos del barco francés.

Cuando Rodrigo se levantó del suelo y corrió por los pasillos observándolos con detenimiento, se dio cuenta de que lo habían abandonado. Sus compañeros se habían marchado mientras él estaba inconsciente, seguramente pensaron que estaba muerto. Se llevó las manos a la cabeza, estaba solo en un barco fantasma, dónde la muerte estaba presente en cada esquina.

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En la planta inferior del Estrella Polar...

Estiró las piernas para acomodarse contra la pared y suspiró, suspiró varias veces hasta que no le quedaba aire en los pulmones. Pero le daba igual. Su alegría se había esfumado por completo y dónde antes tenía el corazón, ahora sólo notaba... vacío. Un vacío infernal que la atormentaba.

Había sido tan tonta. Durante las últimas semanas Salomé había ignorado por completo a Julián, le había echado en cara todas sus malas actuaciones y le había despreciado. Pero ahora, ahora estaba sola. Seguramente, su marido estaría muriéndose en alguna sala de los del Proyecto... sin sufrir, en el mejor de los casos. En el peor, no quería ni pensarlo.

«Debí aceptar sus disculpas. Debí decirle que le quería, que le amaba. Pero en lugar de eso le grité, le dije que era un cabrón. Y todo por mentirme, pero fue una mentira piadosa. Ahora, ¿qué me queda? Ni siquiera tengo a Roberto».

Pero entonces escuchó ruidos que provenían de las bodegas, y se levantó para explorar. Sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad, por lo que no le resultó difícil pararse justo a tiempo, junto a la puerta. La abrió lentamente y se asombró al ver luz de una linterna dentro. Un anciano y un niño estaban sentados en el suelo, junto a unas cajas, riéndose. Encendió la luz y ambos lo miraron. Salomé miró a los ojos de Ventura, intentando decirle que saliera fuera. La entendió.

Salomé: ¿Así que eres tú quién estaba robando la comida de mi nevera? -durante aquella semana que habían pasado dirigiéndose a tierra, la cocinera había notado desapariciones sospechosas de las provisiones- No tenías por qué hacerlo. Pudiste decir que estabas aquí justo después de que abandonáramos el hotel. Nadie te hubiera obligado a volver.

Ventura: Lo sé... Lo sé, pero no quería correr riesgos. Entiéndelo, es lo único que me queda. Tengo que cuidar de él, lo prometí. A él ya no le queda nada, sólo yo. Sé que no puedes entenderlo, pero compréndeme.

«Sí, puedo entenderte a la perfección. A ti sólo te queda a tu nieto, pero a mí ya no me queda nada. He perdido un marido y un hermano, pero lo peor de todo, mi hijo, que todavía no ha nacido, ya está huérfano».

Pero no, no podía entenderlo.
#84
dchamadoira
dchamadoira
08/02/2014 18:17
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En el Campamento de los Supervivientes

La puerta de la cabaña se abrió de repente, fuera de ésta un fuerte aire se había agitado, y las hojas salían desperdigadas, arañando el rostro de los que por allí pasaban. Las nubes negras comenzaban a amotinarse en el cielo, augurando una tormenta segura.

Cerró la puerta y entró corriendo en el interior. Su padre seguía allí sentado, intentando establecer contacto por el walkie. Al ver a su hijo, se levantó corriendo del sofá y fue hasta él.

Luis: Por favor, dime que lo has conseguido. Dímelo. -miró por la ventana y no observó a nadie por allí, sólo vio como pequeñas gotas de agua comenzaban a caer-

Javier: Ha sido díficil, pero lo he conseguido. He podido convencerles de que se calmaran y guardaran las armas... Han accedido a lo primero, pero a lo segundo, no. Han organizado dos batidas y se han largado a buscar a los que aterrizaron con paracaídas. -su padre se sentó, defraudado- En fin, ¿tú qué tal? Bueno, ya veo que, mal..

Se despidió con un gesto de la mano y dejó a su padre allí, intentando contactar. Caminó por el angosto pasillo y entró en su habitación, cerrando la puerta a su paso. Corrió hasta el armario y sacó de éste una caja... vacía, a excepción de algo. Una fotografía. La cogió con cuidado, como si temiera hacerle daño, y la observó sin pestañear. Había repetido aquel "ritual" desde hacía mucho tiempo, no quería olvidar aquel rostro, aunque en su interior sabía que ella ya estaba muerta. Al igual que otros 7 mil millones de personas. Pero no quería olvidar su cara, ni su nombre, ni los ratos que había pasado con ella.

«Sandra, Sandra... Sandra.»

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En el piso 144 del Hotel Youhao...

Una muchacha de unos 17 años abrió la ventana para realizar su habitual tarea: observar si aparecía algún barco por el horizonte. Pero siempre lo hacía en vano, puesto que nunca aparecía ni un maldito buque.

Pero aquella vez sí. Gritó de alegría, las lágrimas le corrieron por los ojos. ¡El Estrella Polar volvía a por ellos! Por fin podía decir adiós a aquel puñetero hotel, y comenzar una vida lejos de allí, dónde nadie la molestaría nunca.

Ante los gritos, algunos otros huéspedes se acercaron hasta ella, intrigados. Ya sabían lo que pasaba sin mirar por la ventana, así que comenzaron a abrazarse y a saltar de alegría...

Hasta que Sandra gritó de nuevo, pero esta vez no fue de alegría.

Huésped: ¿Qué pasa, Sandra? Me estás asustando...

Sandra: No, no... es el Es-Estrella Polar. -la muchacha tartamudeaba a veces, cuando estaba asustada- Es... otro ba-barco. El no-nombre está en fra-francés.

Y cuando dejo de mirar por la ventana, observó que aquella planta se había quedado vacía. Todos corrieron a sus habitaciones, para esconderse.

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En la enfermería del Estrella Polar...

Julia: Tranquilo, Ulises, no ha sido nada. Sólo tiene una pequeña brecha aquí, ¿ves? -señaló con el brazo la sangre, apartando el cabello- Pero no te preocupes, no tiene importancia.

Ulises: ¿Qué no tiene importancia? Tenías que haber visto su camarote, está destrozado. Y eso ella no lo ha hecho. Dios, si hasta habían tirado una mesa por la ventana. Y lo peor de todo... Lo peor, -Ulises no quería recordarlo- es que en el espejo estaba escrito "Max".

Julia: ¡¿Max?! -la enfermera se atragantó- Max... Max está muerto.

«Y muy muy muerto. Según dijo Gamboa, había habido una ASESINA. Dijo que vio un cabello largo y rubio detrás de la puerta, y escuchó un disparo. Pero quizás lo soñó. O quizás no. Deberían mirar qué tripulantes tenían el pelo rubio»

Se hizo el silencio, hasta qué Julia se dio cuenta de la hora que era.

Julia: Lo siento, quédate mirándola. Tengo que irme.

Salió corriendo y tras deambular por los pasillos entró en la sala de control, donde aún seguía su marido.

Julia: Ricardo, sabes qué no podemos entregarles la carpeta. Sin ella, estamos perdidos. Puede que intenten de nuevo construir un nuevo acelerador... y ésta vez no viviremos para contarlo.

Ricardo: Me da igual que estemos perdidos, lo que ahora mismo importa es salvar la vida de Julián. Lo siento, pero se la voy a entregar.

El capitán agarró la carpeta de la mesa, y al mirar el reloj, supo que había llegado el momento. Pero cuando abrió la puerta, su mujer le agarró del brazo.

Julia: ¡No les des la carpeta! Por favor, no lo hagas. -ante la negativa de su marido, intentó quitársela por la fuerza, pero falló. Ricardo le propinó un pequeño empujón, pero con la suficiente fuerza como para que ella cayera al suelo. Vale, entrégasela, haz lo que te de la gana.

Ricardo: Todo esto no hubiera pasado si tus malditos compañeros del Proyecto Alejandría no hubieran comenzado todo esto. -el capitán comenzó a gritar- ¡Vosotros destruisteis el mundo! ¡Vosotros habéis matado a la mayoría de sus habitantes! ¡Y vosotros mataréis a Julián, a Burbuja y a Estela si no les doy la maldita carpeta!

La doctora iba a contestar, pero la puerta se cerró y el capitán desapareció de allí. Enfadada, caminó por los pasillos hasta llegar al camarote 41. Abrió la puerta y entró dentro, para revolver entre las cosas de Max. Y entonces, al mirar debajo de la cama, observó un peluche.

«Es igual al peluche de aquel niño, Ratón. El que dejamos en el hotel»

Julia lo estudió con la mirada. Aquel oso no parecía importante... Iba a tirar la toalla, cuando se le ocurrió una idea. Agarró una navaja que tenía escondida y lo rajó. Y entonces observó dentro un mapa, un mapa de la isla.
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En la habitación de Palomares...

El cura estaba leyendo la Biblia y persignándose una y otra, y otra vez, con los ojos cerrados, cuando escuchó un ruido procedente de la puerta. Cuando levantó la cabeza, observó que Óscar había entrado en su camarote. Se levantó de la cama desconcertado.

Palomares: ¿Qué pasa? ¿Qué haces tú aquí?

Óscar le agarró del cuello y lo empotró contra la pared, para mirarlo fijamente a los ojos.

Óscar: No creas que no sé lo que haces. Te he visto más de una vez visitando a Gamboa en su celda. Sé que eres su maldito espía aquí. Y que cumples sus órdenes. Lo que no sé es... ¿hasta qué punto estás dispuesto a cumplir órdenes suyas?

Palomares intentó soltarse, pero Óscar lo mantenía firmemente agarrado.



Muchos meses antes...

Óscar levantó la vista, esperando que Roberto comenzara a hablar. El científico se aclaró la garganta.

Roberto: Óscar, cómo sabes, estás dentro del Proyecto Andrómeda. Pero quizás no sepas lo que eso significa. Bien, es sencillo. Deberás asegurarte de que nada malo ocurra dentro del Estrella Polar. Puede que más de uno intente controlar el barco, organice motines o incluso intente asesinar para hacerse con el poder. Tú eres el encargado de evitarlo. Está en tus manos.

Hubo un silencio leve y la puerta se abrió de repente.

Roberto: Eso sí, no estarás sólo. -una muchacha de estatura mediana y atractiva, con el pelo suelto, entró en la estancia- Ella será tu acompañante. Te presento a Vilma Llorente.



Óscar: Te lo diré claro, no me gustas. Más vale que dejes de ayudar a Gamboa, porque lo lamentarás.

El tripulante le soltó y salió del camarote dando un portazo.
#85
dchamadoira
dchamadoira
08/02/2014 18:17
En algún lugar de la isla...

Exhausta, Vilma sintió que sus fuerzas comenzaban a desfallecer. Su novio le agarró aún más fuerte, dándole ánimos. Pero ella ya estaba cansada. La hierba del bosque se había manchado de rojo, y más allá, ante los gritos, una bandada de cuervos se habían reunido en un árbol cercano. Los observaban atentamente.

Aquello le provocó un escalofrío.

Piti: Un último esfuerzo, ya la veo. ¡Ya la veo! -y era bien cierto, la niña ya casi había salido al mundo exterior, pero lo extraño es que no parecía tener muchas ganas- ¿Vilma?

Su novia hizo un último esfuerzo y se quedó inconsciente. Piti agarró a la niña en brazos y colocó su chaqueta para que no saliera más sangre, después de que cayera la placenta. Pero cuándo vio a su hija se dio cuenta de que no se movía. Estaba muerta.
#86
dchamadoira
dchamadoira
09/02/2014 17:27
En fin, seguramente nadie leerá esto, pero seguiré escribiendo algún capítulo hasta dejar un final digno, porque siento que es responsabilidad mía dejar un buen final para el fic...

Si alguien lo lee, muchas gracias.
#87
dchamadoira
dchamadoira
28/02/2014 19:19

Capítulo 4x03 (44): "Trato hecho"

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Sus ojos comenzaron a abrirse, poco a poco, como si les costara reaccionar. Comenzó a sentir de nuevo la cálida sangre recorriendo su cuerpo. Tenía las piernas adormecidas y estaba atado a la cama. Observó la habitación en la que le habían encerrado, era extraña, pero sencilla.

Las paredes parecían impolutas con aquella tonalidad blanca, al igual que el suelo. Lo único que acompañaba a la cama era un espejo, un sofá y una puerta blindada.

Tocó las cuerdas, no le supuso ningún esfuerzo desatarse. Sólo le habían hecho un nudo bastante vago, seguramente porque sabían que no había forma humana de escapar de allí. Con cuidado y probando previamente que podía mover las piernas, Julián se acercó hasta el espejo. Se mantuvo ahí erguido, extrañamente ya no sufría dolor, y de pronto se dio cuenta. Tenía un trozo de esparadrapo en el brazo izquierdo, junto a la vena. Se lo quitó y se quedó atónito... al ver una marca de inyección.

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En el Hotel Youhao...

La barca provocó el tambaleo de las olas al caer con un sonoro "plaf" en la fría agua salada. Saltó sobre ella y comenzó a remar para acercarse al hotel. Todo estaba tranquilo y el sol brillaba sobre el cielo, tapado por multitud de nubes negras.

«Parece cómo si nada hubiese pasado. Cómo si todo esto fuera un sueño, y el mundo seguiría vivo, seguiría ahí.»

Pero no, eso estaba claro.

Rodrigo dejó la barca "aparcada" cerca de la ventana, y comenzó a nadar para ir hacia ésta. No le costó mucho, y pronto ya estaba caminando por la planta del hotel. Extrañamente, no había nadie. Ni rastro de vida. Todo estaba destrozado, pero eso seguramente hubiera ocurrido en el cataclismo.

«Quizás llegaron antes que yo, y toda esta pobre gente está encerrada. Les harán pruebas, y... no quiero ni pensar lo que pasará si no son compatibles»

Entonces fue cuándo escuchó un ruido. Un pequeño ruido, pero lo suficiente para pensar que alguien todavía seguía allí. Se giró para dirigirse a las escaleras, cuándo alguien le golpeó en la cabeza. Se desplomó al suelo.

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En algún lugar de la isla...

Saltó al matorral de un salto y mantuvo la respiración. Un grupo de unas 3 personas estaban a pocos metros de él, examinando cada palmo de la isla. El sudor se le pegó al cuerpo, no debía haber ido a aquel viaje. Ahora estaba sólo.

Contuvo la respiración y se esforzó por no hacer ni un sólo movimiento, aunque eso le resultaba muy complicado. Desde niño había sido bastante hiperactivo. Aún hoy, pocas veces Lolo se despertaba sin haber tirado las sábanas, la manta y el edredón al suelo.

«Dios, Dios. Ten piedad. Que no me pillen.»

Algo se movió en el arbusto, a pocos palmos de él. Se movió hacia la izquierda asustado, y entonces observó una lengua bípeda. Gritó con todas sus fuerzas y brincó de tal forma que, la serpiente, asustada, le mordió en la pierna.

«A quién se le ocurre venir en pantalón corto»

Pero esa era la menor de sus preocupaciones. Detrás de él, 3 personas le apuntaban con varias pistolas.
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En el submarino de Alexander...

Se apartó de la puerta, por poco no la habían visto. Si quería llegar hasta su padre, debía mantenerse bien apartada de lugares visibles y rondar por aquel lugar sin ser vista. Tenía que ser tan rápida como un guepardo y tan sigilosa como una sombra. Cómo le habían enseñado.

Y así lo hizo, aprovechó que no pasaba nadie por el pasillo para correr por éste con toda su energía. Al oír ruido, reaccionó rápidamente y entró por otra puerta. Se escondió allí, esperando a que pasara, pero al darse la vuelta observó un recorrido esférico y una nueva, y pesada puerta. Con curiosidad la abrió, y le sorprendió lo que vio.

En varias jaulas, cada una proporcional al tamaño del animal, había una pareja, macho y hembra, de gran número de especies.

«Me mintió. Me miró a la cara y me dijo que todo esto no era su culpa. Maldito cabrón»

Lo había tenido planeado desde hace tiempo, prueba de ello era esa reserva de animales que había montado en el submarino.
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#88
dchamadoira
dchamadoira
28/02/2014 19:56
En el Estrella Polar...

Ulises: Todavía no me has respondido a mi pregunta.

Ainhoa: ¿Y qué quieres que te responda? La verdad, no sé que ocurrió allí... Todavía no puedo creerlo.

Ulises notó el miedo en los ojos de su novia, era la primera vez que lo notaba.

Ulises: ¿Creer, el qué? ¿Qué pasó?

Ainhoa: Max me atacó. Sí, Max. No sé cómo, ni por qué puedo verlo. El caso es que de repente apareció en mi camarote, y... Los muebles, la ventana, todo lo destrozó él. Ya, piensa lo que quieras. Dí que estoy loca, pero yo no rompí todo.

El polizón dirigió una mirada de duda a la doctora, que los contemplaba. Parecía triste, pero se esforzó en mostrar una falsa sonrisa. Anotó algo en el cuaderno y se aclaró la garganta.

Julia: No estás loca... Posees esquizofrenia aguda, algo que todavía no se te había notado. Es poco común, ya que en la mayoría de los casos se presenta en la adolescencia.

Eso ya era más de lo que podía aguantar. No, no, y no. Bastante tenía con el sorprendente hecho de haber sido atacada, casi asesinada, por un fantasma. Pero decir que tenía esquizofrenia... No, eso si que no. Ya iba a responder, cuándo volvió a verlo, de pie junto a la cama.

Rápidamente encogió las piernas y le señaló gritando.

Ainhoa: Está ahí, ¿es que no lo veis? ¡Está ahí!

Julia: Ainhoa, tranquilízate. -ella seguía gritando, histérica y asustada- ¡Basta!

La muchacha se calló y miró a la cama. La vio ardiendo y saltó de ella, para correr hasta el otro extremo. Su novio y la doctora la miraban asustados. Entonces se dio cuenta de que no había fuego en la habitación.

Julia: Mira, lo mejor será que te mantengamos en observación algunos días. Ricardo sabrá qué es lo mejor para ti...

Pero ella no quiso escuchar más, abrió la puerta y corrió por el pasillo. Julia la siguió algo lenta, y Ulises iba detrás. Al doblar la esquina, la perdieron de vista. No había ni rastro.

La hija del capitán había atajado por el comedor para colarse en la sala de mandos. Observó el radar de reojo y recogió algunos útiles, como una mochila, una linterna, un cuaderno y un bolígrafo. Y cuándo preparó todo, Max volvía a estar ahí. Ainhoa corrió hacia la puerta e intentó abrirla, pero estaba atrancada.

Algunas lágrimas corrieron por sus mejillas. Se sentó en el suelo, no entendía por qué le ocurría todo eso.

Ainhoa: ¿Por qué Max, por qué me haces esto? ¿No crees que ya he sufrido suficiente?

Max: Ya te dije por qué lo hago. Y no, jamás sufrirás lo suficiente para compensar haberme despreciado y haber pasado de mí. Soy 100 veces mejor que ese patán de Ulises. -un cuadro de Ainhoa que había sobre la mesa comenzó a levitar- Es más, deberías estar muerta. Si no lo estás es gracias a mi benevolencia... -la fotografía comenzó a rajarse, hasta que se cortó por la mitad. Pero ya no quiero tu muerte.

El cuadro se cayó al suelo.

Ainhoa: ¿Y qué quieres? ¡Qué quieres de mí!

Max: De ti, nada, y todo. Quiero que sufras, que llores, que nadie te quiera. Y ya he empezado mi plan. Pronto todo el puñetero Estrella sabrá que estás chiflada. Todo va a empeorar cuando vean que has sido capaz de asesinar.

La palabra "asesinar" hizo eco en la habitación... La hija del capitán estaba confusa, pero al ir a responder, observó a aquel extraño fantasma irse levitando por la puerta. Lo siguió corriendo.
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Las tripulantes dieron un paso adelante, todas se mantenían a la misma altura. La doctora hizo una seña y los tripulantes varones pudieron retirarse a sus camarotes, o a seguir con sus tareas diarias.

Julia observó detalladamente a cada tripulante, y fue descartando las de pelo de otro color. Esbozó una pequeña sonrisa al ver que sólo había dos. Una de ellas debía ser la asesina. Se paró junto a la primera.

Julia: ¿Cómo te llamas?

Tripulante: Victoria.

Asintió levemente con la cabeza, y señaló a Celeste.

Celeste: Yo soy Celeste, por si querías preguntarlo. ¿Podemos hablar en privado?

Ella la miró extrañada, ¿para qué querría hablar en privado? Desconfiaba, pero aún así aceptó, y la invitó a entrar en su camarote. A Victoria le ordenó esperar fuera. Celeste tomó asiento y fijó su mirada en los ojos de Julia.

Celeste: Seré sincera. Sí, lo maté yo. Y también soy la espía que pasa información a Alexander. Pero tenemos algo que seguramente te interesará saber y que hará que todo este asunto sea olvidado.

Julia: ¿Cómo? ¿Qué estás diciendo? ¿Qué tenéis?

Celeste: A tu hermana.

Todo pareció pararse, como si el tiempo no avanzara. Sintió una avalancha de emociones que no paraban de llegar. Por una parte, sentía alegría y sorpresa al conocer aquella impactante noticia. Por otra, miedo, angustia y temor, porque Alexander era capaz de todo. El corazón parecía palpitar mucho más rápido, y se esforzó por ocultar su temblor.

Celeste: Vaya, qué cara se te ha quedado. Mira, te seré sincera. No estoy a gusto aquí, pero he de quedarme. A ti, en cambio, te dan libertad. Puedes elegir salvar la vida de tu hermana... o puedes desperdiciarla condenándome.

«No.. no puedo dejar que la maten»

La doctora asintió levemente, pero una idea se le pasó por la cabeza.

Julia: Está bien. Lo haré, pero por favor, no le hagáis nada. Diré que la otra tripulante fue la asesina.

Celeste la miró y soltó una carcajada.

Celeste: Me parece que nos vamos a hacer muy amigas.

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En el Estrella Polar..

Miró a través de los prismáticos, poco a poco la lancha se acercaba hacia el barco. Ricardo se mantuvo firme en su sitio, apretando la carpeta cómo si le fuera en ello la vida.

Sabía que no debía haberle echado en cara tantas cosas a Julia, pero no había podido evitarlo. Toda su ira y rencor había salido a flote. Tantas vidas perdidas... Y todo por un estúpido proyecto.

«De cualquier modo hoy me toca dormir en la silla»

Apartó esos pensamientos de su mente al ver que la lancha ya estaba junto al Estrella. Dos buzos lo miraban inquisitivos, pero más inquisitivas eran las armas de fuego que ambos portaban. El capitán se subió a la barandilla y estiró la mano para ofrecerles la carpeta, después dirigió su mirada a Julián y Roberto, que estaban de pie, atados y con un trapo para taparles los ojos.

Ricardo: Un momento, ¿y dónde está Estela?

Los buzos ni si quiera se molestaron en contestar. Uno de ellos dio un rápido paso, agarró del capitán y lo lanzó al agua, para obtener la carpeta justo cuándo caía.

Continuará en la parte II..
#89
MarcosFernandez
MarcosFernandez
25/03/2014 17:00
Que gran capítulo, felicitaciones, me has dejado intrigado.
#90
barcoprotgido8
barcoprotgido8
10/04/2014 04:09
hola soy nueva he dchamaidora vas a seguir con el fic porfis porfis te lo suplico
#91
dchamadoira
dchamadoira
10/04/2014 23:01
Tranquilidad, ya tengo pensada la trama para toda esta temporada, lo escribiré cuando pueda guiño
#92
barcoprotgido8
barcoprotgido8
11/04/2014 00:56
gracias por seguirlo gracias porfis que sea pronto
#93
dchamadoira
dchamadoira
11/04/2014 22:10

Capítulo 4x03: "Trato hecho" (2ª parte)

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Celeste: Volveremos a hablar, muy muy pronto, querida amiga [/i]-le dijo con una extraña sonrisa-[/i]

La tripulante se levantó, abrió la puerta y se fue, dirigiendo una breve mirada a Victoria. Después salió la doctora, que sabía que lo que estaba a punto de hacer era horrible.

«Pero lo hago por ti, Elsa. Y espero que vuelva a verte con vida».

Le agarró del brazo a aquella tripulante, intentando ocultar su nerviosismo. Le apretó con todas sus fuerzas para que no se escapara.

Victoria: ¿Qué haces? ¡Suéltame, yo no he hecho nada!

Julia: Quedas detenida hasta que un juicio dicte tu sentencia. La ley del mar impondrá tu castigo. ¡Asesina!

La condujo por el pasillo, sin soltarla un instante, y la encerró en la sala anexa a las bodegas, la habitación junto a la de Gamboa.

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Se agarró con fuerza a la superficie del barco, para no hundirse en el agua embravecida. Cuando giró la vista, vio que Burbuja y Julián nadaban hacia él. De la barca a motor, ya no quedaba ni rastro.

«Y qué risa cuando se enteren de que tenemos otro as en la manga».

Ricardo dejó que los ex-secuestrados subieran por la escalera antes que él y los siguió con rapidez. Sin esperar un segundo, los abrazó a ambos. Si aquello no hubiera salido bien, podían estar muertos. Sobre todo Julián.

Ricardo: ¿Estáis bien? ¿Estáis heridos? ¡Julián, como diantres sigues en pie! Túmbate, túmbate.

Le agarró por el brazo y le ayudó a tumbarse, pero De la Cuadra se incorporó negando la ayuda.

Burbuja: Ju-Julián está-tá curaado, le han he-hecho un lava-vado de estótomago y aa-demás, ya no tiene ca-cáncer.

El capitán se quedó asombrado ante aquello, ¿cómo era posible? Julián pareció ver lo que pensaba.

Julián: Ni yo mismo sé cómo, pero lo cierto es que me lo dijeron... Me hicieron varias pruebas, usaron jeringuillas y aparatos extraños. Y copón, ¡que estoy curado! ¿Dónde está Salomé? ¡Voy a darle un morreo que se va a caer patrás!

Ricardo rió a carcajadas, se alegraba de tenerle de vuelta.

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Siguió corriendo por los pasillos, totalmente desorientada. Ya no veía al fantasma de Max por ningún lado y aquella amenaza había sido muy creíble. Tenía que encontrarlo.

De pronto le pareció escuchar algo, junto a las escaleras. Fue hasta ahí sin recuperar aliento y las bajó rápidamente, casi tropezando en una de ellas. Pero logró recuperar la compostura y siguió por el oscuro pasillo.

Observó a Max entrar en una sala, junto a la de Gamboa, así que fue hasta allí.
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La doctora agarró al capitán del brazo derecho para atraerlo hacia sí. Le dio un abrazo, intentando contener las lágrimas. Ricardo la miro sorprendida y asustado al mismo tiempo.

Ricardo: ¿Julia, qué pasa?

Julia: Es Ainhoa. Ha... ocurrido algo. Pero lo más importante, ha desaparecido. Ayúdame a buscarla, por favor. Ulises ha ido a mirar en el camarote.

El capitán intentó plantear otra pregunta pero al ver como Julia corría, la siguió. Siguieron por pasillos, doblaron las esquinas y llamaron a algunos camarotes, pero no estaba por ninguna parte. Se dirigieron hacia las bodegas.

Cuando abrieron la puerta y observaron dentro, el capitán empezó a agitar la mano derecha y se cayó redondo al suelo. Ainhoa estaba de pie, con un cuchillo en la mano, y junto a ella estaba Victoria desangrándose en el suelo.

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Continuará...[/b]
#94
barcoprotgido8
barcoprotgido8
12/04/2014 03:17
esta super genial pero pon algo de piti y vilma porfis
#95
Donspoiler99
Donspoiler99
30/04/2014 23:33
Cierra esto ya!!!
#96
dchamadoira
dchamadoira
01/05/2014 17:40

Capítulo 4x04 [45]: Cuando la muerte acecha

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Dio una última calada y tiró el cigarrillo al suelo, pisándolo después para terminar de apagarlo. Se metió las manos todavía más adentro de las mangas, las tenía congeladas. Aquella noche hacía un frío invernal por lo que tal y como observó, la calle estaba vacía.

«Vaya asco de frío».

Entonces observó una luz que se encendía. Se levantó del escalón de la puerta y esperó de pie a que bajara, sonriente. Por fin, la puerta del ascensor se abrió y ella apareció, y el instante en el que caminó hacia la puerta le pareció eterno. La abrió y se quedó mirándole.

Rodrigo: ¿Qué, vas a hacer algún comentario sobre mi aspecto? -aquello le hizo reír- Te diría que tengo un ojo hinchado porque me he dado contra una puerta, pero eso sería mentir. Venga, Vilma, vamo...

- * - *

Y de pronto se despertó en medio de una habitación estrecha, llena de muebles empotrados contra las paredes y baúles, lo que le daba un aspecto casi angustioso. Intentó moverse, pero Rodrigo se dio cuenta de que tenía las manos atadas a la cama.

Desconocido: Vaya, ya era hora de que te despertaras. Parecía que estabas hibernando. -caminó hacia la puerta y la abrió para gritar a pleno pulmón- ¡YA ESTÁ DESPIERTO!

Rodrigo se quedó atónito al ver como una masa de gente aparecía por los pasillos, llenándolos por completo. Debían ser casi 200 personas, pero sólo tres de ellas entraron en la habitación. Una muchacha de unos 16 años, un calvo de unos 35 y una mujer de esa misma edad, o parecida. Cuando la muchacha estaba en la puerta, el otro la detuvo.

Desconocido: ¿Y tú para qué entras, niña?

"Niña": ¡Ya te he dicho que no me llames así! Soy Sandra, San-dra. ¿Para qué entro? Yo fui quién le dejó k.o. -le miró a los ojos sonriente por su triunfo- Y tengo el mismo derecho, o más, para estar aquí. Con permiso.

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En algún lugar de la isla..

Sus ojos estaban húmedos y parecía que estaba a punto de deshidratarse, pero seguía teniendo ganas de llorar. Meció a su bebé en brazos, aunque sabía que hacía rato que estaba muerta. Piti la seguía observando, en silencio, porque no se atrevía a decir nada.

Vilma tampoco hablaba, estaba absorta en su dolor. Sentía una increíble angustia, como si aquello a lo que más quería hubiera desaparecido. Y al fin y al cabo, así había pasado. No podía más. No, ya no podía aguantarlo más. Desde que empezó aquel viaje había vivido buenos momentos, pero muchos otros malos. Aquella tormenta que destruyó todo lo que ella quería, y sólo dejo ese maldito trozo de tierra en el que, ahora, su niña acababa de morir.

«Ni siquiera le había puesto un nombre..»

Le dieron ganas de darlo todo por perdido. De cerrar los ojos y quedarse allí tendida, hasta que muriera por inanición o el mundo hubiera vuelto a ser el antiguo mundo en el que vivía. Pero sabía que era totalmente imposible.

Piti: Vilma... Deberíamos irnos. Ya oíste el disparo, y estaba muy cerca. Si no nos movemos, quizás nos encuentren. ¿Vilma?

Vilma: ¿Y qué quieres? ¿Que la dejemos aquí tirada... para que... sea un manjar... para algún puto bicho? -le costaba hablar, tenía la voz muy débil- No pienso dejarla aquí.

Su novio suspiró, y usó el cuchillo que habían robado del avión para comenzar a excavar un pequeño agujero. No le hizo falta mucho tiempo, y cuando terminó, fue Vilma la que lo enterró y tiró de nuevo la tierra sobre ella.

«Hasta siempre..»

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En la cubierta del Estrella Polar...

Julia: No deberías estar aquí, deberías estar descansando en la enfermería. -hizo una breve pausa para observar cómo algunos tripulantes tiraban agua dos de las lanchas- Y tenemos que hablar sobre Ainhoa.

Ricardo: Dijiste que fue sólo un ataque de ansiedad, que muchas veces se parece al infarto. Sólo fue un susto. -había algo extraño en la forma de hablar de Ricardo, estaba mucho más sombrío de lo habitual-

Una tripulante agarró una caja con provisiones y la dejó con cuidado a la barca. Después se subieron a ella unas cinco personas, entre ellas De la Cuadra, Salomé y Óscar. Julia miró a la parejita lanzarse miradas cómplices e ir agarrados de la mano.

Julia: Ricardo... ¿Estás seguro de lo que acabas de consentir, no? Ainhoa estará casi encerrada en su habitación, bajo vigilancia. Bueno, vigilancia de Ulises.

El capitán se dio la vuelta y la miró fijamente a los ojos.

Ricardo: Tú me dijiste que tenía esquizofrenia, así que sólo así podrás intentar ayudarla, ¿no? Dios, fue tan espantoso cuando la ví... Ahí, de pie, con un cuchillo en la mano, y aquella pobre chica muer...ta en el suelo. -Ricardo parpadeó y miró al cielo- Venga, chicos, ya podéis poner rumbo a tierra.

Se escuchó el sonido del arranque de las barcas y poco a poco comenzaron a acercarse hacia aquel trozo de tierra.

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En la habitación de Ainhoa...

Estiró las piernas y se acurrucó tapada por la manta. Cerró los ojos, pero seguía teniendo en su cabeza aquella imagen. No podía olvidarlo, no podía pasar por alto el hecho de que ahora todo el barco creía que estaba loca. Que era capaz de matar.


Algunas horas antes

Se cerró la puerta a sus espaldas. Extrañamente, el espectro había desaparecido. En aquella habitación sólo estaba Victoria, durmiendo en la pequeña cama. Cuando se iba a dar la vuelta para salir de allí, vio que estaba trabada.

«No, no, no. No, por favor.»

Giró la cabeza despacio, pero ya sentía de nuevo la presencia. Max había aparecido junto a Victoria y... un cuchillo flotaba en el aire, como levitando, pero era Max quien lo llevaba agarrado en sus manos fantasmales. Surcó el aire y se clavó sobre el estómago de Victoria. Un grito desgarrador la hizo tambalearse hacia atrás, pero se mantuvo firme y corrió para intentar socorrerla.

Agarró el cuchillo, de ahí brotaba demasiada sangre. Pero había escuchado suficientes veces a Julia, había leído sus libros, y más o menos sabía lo que debía hacer en esos casos. Con cuidado y poco a poco, sin apretar demasiado, lo extrajo de su estómago. La respiración comenzaba a ser cada vez más baja.

Y entonces, la puerta se abrió a sus espaldas.



Abrió los ojos de nuevo. Intentar olvidar le resultaba inútil. Y para colmo, aquel maldito cabrón volvía a estar ahí, mirándola. Max.

Ainhoa: ¿Me quieres dejar en paz, ya?! Ya tienes lo que querías, ahora lárgate. Vete hacia la luz, o hacia la cueva, o al infierno. Por mí lo que quieras.

Algo en su interior le dijo que se dirigiera hacia la cómoda y buscara en los cajones. Agarró un crucifijo y lo mantuvo en alto. El fantasma se quedó aún más pálido. La hija del capitán mantuvo el crucifijo hacia delante, hacia Max, y eso le hizo chillar y retroceder como loco. Se descontroló, se golpeó contra la estantería, y ésta cayó al suelo. Palpó en la pared intentando encontrar la venta pero sin dejar de mirarla. Por fin la abrió y se lanzó hacia atrás, para caer al agua.

Ainhoa se guardó de nuevo el crucifijo y cerró la ventana, satisfecha. Ahora ya sabía lo que tenía que hacer si se le ocurría volver. Pero cuando se giró, observó a Ulises en la puerta. Lo había visto todo.

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#97
dchamadoira
dchamadoira
01/05/2014 17:41
En el hotel YouHao...

Sandra: ¿Estás diciendo... que esos del Proyecto cómo se llame van a venir aquí a.. secuestrarnos?

Rodrigo: No, lo que estoy diciendo es que van a venir a mataros. Así que deberíais estar preparados. Coger vuestras armas o todo lo que tengáis, puede que podáis aguantar, con suerte, hasta que llegue el Estrella Polar a por vosotros. Si es que vuelven.

Desconocido: ¡Volverán! Y si no quieren, Max les obligará. Lo prometió.

Rodrigo: Max está muerto. Lo asesinaron.

El silencio dominó durante unos instantes la habitación. Nada se oyó. Nadie dijo nada.

Mujer 1: ¿Cómo? ¿Quién lo mató?

Rodrigo: Eso no puedo decíroslo.

El desconocido avanzó hasta su cama para mirarlo intimidante. Como si eso fuera a funcionar con él. Iba a decir algo, pero de pronto se oyeron pasos por todos lados, gritos, y el chirrido de la puerta al abrirse. Una voz se escuchó en la puerta, pero sólo un instante porque también salió corriendo.

Voz: ¡Escondeos, el submarino ha llegado!

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En el Estrella Polar...

Lanzó el peluche volando y cayó a varios metros de ella. Se aburría infinitamente, tenía ganas de bajar a tierra. Antes Valeria se divertía jugando con Burbuja, pero desde que volvió no había venido a verla.

«¿Ya no le caigo bien? No quiere jugar conmigo»

Se quedó paralizada al escuchar algo que provenía de abajo. Le pareció que no era real, que estaba en su habitación, pero lo volvió a oír. Agarró a su oso y abrió la puerta para salir fuera. Caminó por los pasillos para acercarse a la sala de máquinas, desde dónde había escuchado la voz.

Ratón apareció junto a ella y le saludó sonriendo, pero ella tenía mucha prisa. El niño la alcanzó rápidamente y la acompañó.

Ratón: ¿A dónde vas, qué pasa?

Valeria no contestó. Como hija del capitán, tenía que ver que era ese ruido. Quizás había alguien ahí. Un fantasma. ¡Su madre!

Pero al abrir la sala de máquinas, no encontró nada. Estuvo a punto de darlo por perdido, cuando volvió a oír la voz. Pero mucho más cerca. Más nítida, casi escuchaba lo que decía.

Voz: ¡Bebe el -gua! Y deja de -blar, me estas provo-ndo dolor de idos.

La niña se acercó hasta el centro de la sala, había un extraño conducto que se dirigía hacia abajo, como si hubiera otra planta más. Quitó la tapa y se asomó, pero estaba muy alto. El muñeco se le escurrió de las manos y se precipitó hacia abajo.

Valeria: ¡Bobby!

Valeria se subió y metió la cabeza para intentar mirarlo en la oscuridad, pero no lo veía.

Ratón: Te vas a caer. Valeria, baja. Te vas a caer.

Esta vez tampoco le escuchó. Seguía sin ver a su muñeco y de repente, perdió el equilibrio y se sintió caer.

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En el submarino BW0S

Corrió ocultándose entre las sombras mientras terminaba de comer el bocadillo que había robado en el comedor. De jamón y queso, su favorito. Estela se limpió los labios y se dirigió a su escondite habitual, cuando oyó unas voces que se acercaban. La voz de su padre. Se aguantó la respiración.

Alexander: Me alegro de que hayáis recuperado la carpeta, habrá que llevarla a tierra. Cada vez estamos más cerca de conseguirlo. ¿Qué tal está Evelyn?

«¿Quién carajo es esa Evelyn?»

Víctor: Sí, señor Montes. Está perfectamente, ya comienza a andar y a hablar. Puedes visitarla cuando quieras.

Alexander: Lo haré ahora mismo. Tú, ve a llamar al otro submarino. Utiliza el comunicador. Pregúntales que tal va la misión.

Estela respiró de nuevo, pero intentando hacer el menor ruido posible para escuchar todo.

Víctor: ¿Qué misión, señor Montes?

Alexander: Más bien un plan. El plan B. Adiós al Proyecto. Ahora me voy a ver a Evelyn.

Sintió un escalofrío que le recorrió repentinamente. Si se acababa el proyecto, eso quería decir...

«El Estrella Polar ya no le es útil. Bueno, ninguno de los barcos. Va a matarlos a todos. Pero no si yo puedo impedirlo»

Y se escabulló para seguirlo procurando no ser vista.

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En el campamento de supervivientes...

Se coló en la habitación, con sumo cuidado. Dentro olía raro, y ya sabía por qué. Aquel pobre prisionero estaba siendo torturado, estaba suspendido en el aire, con los brazos agarrados a una cuerda que colgaba del techo. Y tenía marcas en la espalda.

Javier se acercó hasta él, desobedeciendo a su padre. Tenían que liberar a este tal Lolo. Agarró la navaja de sus bolsillos y dio varios cortes en las cuerdas, que cayeron al suelo liberando al cautivo. Pero escuchó el pomo de la puerta de nuevo, alguien entraba. No le dio tiempo a reaccionar y observó a un hombre que les apuntaba con una pistola.

Hombre: ¡Quietos! Quietos o disparo. Te pegaré un tiro, maldito cabrón, lo juro.

Pero Lolo echó a correr en la otra dirección, por el pequeño pasillo para buscar otra salida. Y Javier no tuvo otra opción que hacer lo mismo.

Escuchó un único disparo. Todo se quedó negro, sumido en una eterna oscuridad.

Continuará...:
#98
barcoprotgido8
barcoprotgido8
01/05/2014 23:12
Esta genial siguelo y no le hagas caso a los que opinan cosas feas
#99
Donspoiler99
Donspoiler99
02/05/2014 15:30
dios mio..xD normal que cancelarán el Barco por historias como estas xD
#100
barcoprotgido8
barcoprotgido8
02/05/2014 19:26
oye que si no ta gusta no comentéis
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