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Foro El internado: Laguna negra

la historia del pequeño noiret

#0
internado forever
internado forever
16/04/2014 12:56
hace tiempo un usuario, se inventó y colgó la histria de noiret cuando era aun un niño, era preciosa y me encantaria encontrarla y volver a leerla.. alguien sabe algo?
#1
Piruleta87
Piruleta87
26/04/2014 17:52
Hola!!
No quiero equivocarme pero creo que te refieres a mi :)

No se si alguien más escribiría una historia sobre Noiret de pequeño, pero yo subí algunos capítulos de un relato que trataba sobre ese tema.

Aunque no quiero parecer prepotente me ha hecho tanta ilusion pensar que alguien podía recordar aún mi pequeña historia que se me han puesto los pelos de punta.

Subo de nuevo el primer capítulo, espero que si no era esta la historia que buscabas, al menos te guste y la disfrutes.

Y si es esta la historia que recordabas... mil gracias por leerme y recordarla. :)
#2
Piruleta87
Piruleta87
26/04/2014 17:55
CAPÍTULO 1.-
El pequeño Jacques miraba aterrorizado los pequeños trozos de porcelana en los que se había convertido el plato al estrellarse contra el suelo.

Había insistido tanto en ayudar a su madre a quitar la mesa... le hacía tanta ilusión compartir con ella esas pequeñas tareas... le parecía que esos pocos momentos de intimidad eran los únicos en los que ella le demostraba algo más allá de la indiferencia, nada parecido al cariño, pero comparándolo con el frío vacío que se había apoderado de su pequeño cuerpo durante los meses pasados en el orfanato, esas miradas que ella le dedicaba cuando hacía algo bien y se esforzaba por ayudarla eran pequeños regalos que él atesoraba con gran cariño.

Se había alegrado tanto cuando sus nuevos papás fueron a buscarle... había pasado demasiadas noches llorando de frío y hambre en un pequeño camastro al fondo de la gran habitación que todos compartían en el orfanato. Echaba tanto de menos a sus papás... le querían tanto... incluso durante la explosión que había destrozado su pequeña casita habían intentado protegerle con sus cuerpos, en un último y desesperado esfuerzo por salvar la vida de su pequeño. Cuando le encontraron estaba malherido, pero los cuerpos sin vida de sus padres le habían permitido seguir con vida, y eso era algo que él nunca olvidaría, y que nunca podría pagarles.

Sin embargo, sus nuevos papás no eran tan buenos con él. Dormía en una pequeña cama al fondo de la despensa, solamente le daban de comer las sobras cuando ellos ya habían terminado y apenas tenía ropa con la que protegerse del frío. Pero lo peor eran las palizas. Le pegaban sin motivo aparente, y el pequeño nunca sabía por qué recibía aquellos tremendos golpes que le habían llevado a permanecer inconsciente durante días, al cuidado de una de las criadas de la casa, que más de una vez había llegado a pensar que estaba muerto.

Ahora, mientras miraba aterrorizado el plato que se había estrellado contra el suelo, y las lágrimas empezaban a rodar por sus mejillas de puro terror, no podía imaginar un regalo mejor que la muerte. Su pequeño y maltrecho cuerpo no podría soportar ni una paliza más, estaba demasiado débil, seguía pasando hambre y frío igual que en el orfanato, con la única diferencia de que en el orfanato no le pegaban tanto. Lamentó haberse ido de allí y por un momento añoró sus oscuras paredes de piedras y los suelos fríos por los que caminaba descalzo al no tener zapatos con los que proteger sus pequeños pies del frío.

Al oír como su madre entraba en el salón alertada por el estrépito que había causado el plato al romperse, no pudo evitar hacerse pis encima, aún a sabiendas de que eso provocaría que el castigo fuese mayor.


Porque lo que sentía el pequeño Jacques no era miedo, era puro terror, algo que no podía controlar, un terror intenso que se apoderaba de su cuerpo, y que le hacía recordar el dolor que le producía el cinturón de su padre sobre su espalda, cosa que hacía que llorase aún con más fuerza si cabe, aterrado, implorando que por una vez se apiadasen de él, aunque sabía que eso era algo que jamás pasaría.

Porque el pequeño Jaques Noiret no era más que una marioneta en manos de aquella familia que se estaba dedicando en cuerpo y alma a minar las pocas fuerzas que le quedaban, que esperaban convertirlo en un pelele de por vida, porque para ellos, la vida del pequeño no valía nada, y se lo demostraban con cada uno de los latigazos que cruzaban su espalda, mientras el niño lloraba tirado en el suelo del jardín, y la lluvia que empezaba a caer mojaba su pequeño cuerpo, empapando su escasa ropa y haciéndole perder el conocimiento una vez más...