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RELATO - Mi Destino Eres Tú.

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#0
MarGonz
MarGonz
25/08/2012 19:47
Hola chicas... cuanto tiempo.

Haber os traigo la continuación de mi relato ( un pelín extenso) jajjajajaja las dos primeras partes son idénticas a las anteriores pero con alguna modificación.. así que lo siento para las que hayáis leido el anterior, he ampliado un poco los diálogos..si os lo queréis saltar pues eso... intento resolver alguna cuestión que nos trae de cabeza..,la carta, Flandes antes o después, la boda con la hermana, la otra carta...jajajja vamos como a mi me hubiera gustado que sucediera.. AINSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS...

Ahí va.

**************
relato-midestinoerestu

Como es muy extenso y no puedo colgarlo todo creo que mejor os dejo el link.



capi 1 Mi DESTINO ERES TÚ


capi 2 recuerdos de Margarita


capi 3MArgarita se confiesa con el águila


capi 4 Gonzalo descubre un secreto


capi 5 Sátur descubre la verdad de la declaración de la carta de amor de Gonzalo.

Bueno ahí queda eso..

Nos vemos. Con Dios
#101
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:21
Margarita recapacitó. ¿Sería verdad lo que le decía Sátur? Ella misma había visto a la Marquesa con el comisario en la cocina. Pero… no, el comisario había dejado a la Marquesa plantada y Gonzalo debería estar como era habitual, esperándola en su alcoba, tal como le había explicado tiempo a tras Lucrecia. Miró al bueno de Sátur y se calmó.

—Bueno Sátur en realidad me da igual si está o no está.

—Ya estamos, que se parece usted al amo, que si sí, que si no.

Margarita le lanzó una mirada de desaprobación.

—No me mire así Margarita, no sé lo que les pasa a ustedes dos, estaban de lo más bien y ahora…

Ella le interrumpió.

—¿Es que no te ha dicho nada verdad? Claro, de sus pecados ni mención. Él para todos es un buen maestro, un ejemplar padre y un ¡Gran mentiroso!

—No consiento que diga eso del amo.

—Pues lo siento, pero lo vas a tener que consentir.

Sátur la miró extrañado, esa actitud de Margarita no la conocía.

Ella le volvió a mirar.

—Anda, tráeme ese caldito que me decías y siéntate que quiero preguntarte una cosa.

—Hay madre, miedo me da— musitó mientras se acercaba al puchero—miedo me da.

Sirvió la sopa y se sentó junto a ella.

—Sátur, tienes que ayudarme.

—Si señora, puede confiar en mí.

—Lo sé, pero esto no se trata de confiar o de no confiar. Quiero que recuerdes, una conversación que mantuviste con Gonzalo, es muy importante que recuerdes.
#102
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:21
Sátur se removió en su asiento, acercándose más a la mujer.

— ¿Que conversación?, mantengo muchas con el amo.

—Sí, lo sé. Sátur, es referente al quinto evangelio, el evangelio de Judas.

Sátur, al oír aquellas palabras de la boca de Margarita, se levantó al instante. Corrió hacia la cuadra y hacia la entrada de la casa, mirando a su alrededor. Se acercó a la mesa y le dijo muy bajito.

—Señora, ¿qué es lo que está usted diciendo? Es muy peligroso hablar de eso.

Margarita, le sujetó del brazo y le hizo sentar de nuevo.

—Sátur, tengo que saberlo. ¿Dónde está ese evangelio? Por la expresión de tu cara y tu actitud, se que está aquí.

Sátur no sabía qué hacer, ni a dónde mirar. Margarita se había dado cuenta de que él sabía de qué le estaba hablando.

—Sátur, ¡quieres prestarme atención!—susurraba para no despertar al muchacho.

—Señora, pero que quiere que le diga yo a usted.

—Está bien, lo buscaré yo sola.

Margarita se incorporó de la mesa y se dirigió a grandes zancadas hacia la habitación de Gonzalo. Abrió la puerta y se acercó al anaquel a toda velocidad. Buscó libro por libro. Pero no encontró nada. Sátur entró tras ella.

—¡Señora!, ¿pero que hace?, ¿que busca?

—Busco el libro Sátur, ya te he dicho que me lo voy a llevar de aquí. La inquisición ha llegado a Palacio y están buscando ese evangelio.

—Madre mía—dijo santiguándose Sátur—La inquisición nada menos.
Margarita con los brazos en jarras, le explicó.

—Un día que tendía la ropa, aquí en el patio, te escuché gritar.

—¿A mi…? ¿Gritar...?, ¿Al amo...? Si yo nunca grito.

—Gritabas que solo había cuatro evangelios, y el te contestaba que existía un quinto. Seguro que lo tiene, y debe de estar por aquí.

—Señora deje de buscar entre sus cosas, sabe que el amo es muy meticuloso y si encuentra sus cosas revueltas me va a recriminar.

—Lo siento Sátur, pero lo tengo que encontrar, lo voy a encontrar. Y tú sabes dónde se encuentra.
#103
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:22
Sátur permanecía de pié junto a la cama de Gonzalo. Margarita se dirigió hacia él.

—Que no lo entiendes. Debo llevarlo lejos de casa. Sátur, ahora vivo cerca del rio, me lo llevaré y lo tiraré por algún rincón del bosque. Entiendes que es muy peligroso que lo encuentren en esta casa. Todos sufriríamos las consecuencias.

—Sí, señora pero el amo no está en casa para preguntarle si debo...

—¡No tenemos tiempo! Por favor, Sátur, está en peligro la vida de Alonso, de Gonzalo la tuya y también la mía, ¿es eso lo que quieres? ¡Ponernos en peligro a todos! Si Gonzalo estuviera aquí, podría hablar con él pero…—elevó sus hombros y movió sus brazos en señal de hastío— como él nunca está cuando se le necesita.
—No diga eso señora, se lo ruego, el señor siempre está aunque usted no lo vea.

—Sátur por favor—Margarita salió de la alcoba—por Dios, necesito que me des ese evangelio—le sujetó ambos brazos y le miró suplicante—por favor.

Al ver el desasosiego en el rostro de Margarita, Sátur no pudo seguir mintiéndole.

—Está bien señora, el amo seguro que me matará, pero venga usted, el libro lo tengo yo.

—Gracias a Dios.

Sátur se dirigió al granero, al pasar por la cocina le dijo.

—Señora, espere usted aquí.

Margarita esperó pacientemente en la cocina. Al cabo de un rato Sátur volvió con el libro.

—No va a entender na. Está escrito con unos dibujillos.

Margarita lo miró, abrió aquel extraño libro y comprobó con sus propios ojos, lo que le acababa de decir Sátur, aquella lengua no era comprensible para ella, por lo que adivinó que ese, era el libro que buscaba Lucrecia y Hernán. Sin pérdida de tiempo, lo envolvió con un paño y se lo guardó.

—Gracias Sátur—Le besó en la frente y se fue sin dar tiempo al postillón a hacer, ni a decir nada. El postillón se quedó inmóvil frente a la mesa viendo como Margarita se marchaba con aquel peligroso libro entre sus manos.

—Hay Dios. Que he hecho. El amo me va a matar, me va a matar— murmuró.
#104
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:22
18- UNA FATÍDICA NOCHE


Allí, en el horizonte, apareció vestido de plata, el suntuoso palacio de Lucrecia, la Marquesa de Santillana. El palacio, parecía dormir arropado en la inmensidad de la noche, que se desplomaba lentamente sobre la villa y sus alrededores. Ningún ruido, ni búhos, ni lechuzas, ni grillos, nada, la naturaleza había enmudecido, dormía igual que la mayoría de los habitantes de la villa, observados bajo el resplandor de aquella enorme luna llena.
Todo allí, era silencio, tan solo se escuchaba el resoplar fatigado de su caballo, y su mismo respirar. Sus ojos, de gran agudeza visual, entrenados para vigilar entre la oscura noche, tenían las pupilas dilatadas, atendiendo a cualquier movimiento fuera de lo común. Cualquier cosa, era detectada por el héroe. Él, a lomos de su caballo, permanecía majestuoso sobre la pequeña colina, bajo aquel manto de estrellas, inmóvil, a penas sin respirar, agudizando los sentidos, intentando vislumbrar algo que le llevara junto a su querida Margarita.

Desde allí, analizó cada palmo de tierra hasta palacio. Todo permanecía tranquilo fue aproximándose a paso lento sobre su corcel, sabía que si Margarita había llegado allí, debería pasar por aquel lugar para volver a la casa cerca del rio. Se entretuvo mirando una a una aquellas enormes ventanas, que desde aquella distancia parecían mucho más pequeñas. De pronto, una luz le llamó la atención, un vago resplandor asomó a una de ellas, era en la zona de servicio, la parte baja de palacio. El héroe se puso en alerta. Al observar con detenimiento comprobó que algo ondeaba al viento junto al ventanal.
#105
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:23
Decidió aproximarse más. Llegó a una zona desde donde podía tener mejor visión, escondido entre los matorrales pudo observar como un trozo de ropa estaba prendido de aquella gran ventana y aunque el color no se apreciaba por la penumbra, comprendió que era la señal, recordó que le había dicho a Margarita,«…si alguna vez tienes problemas cuelga un trozo de tela roja en una ventana de palacio y luego dirígete a la laguna…». Más inquieto, por aquel descubrimiento, volvió a mirar a su alrededor con el deseo de encontrarla, próxima a aquel lugar.

Al no ver a nadie, agarró las riendas de su caballo y tiró de ellas con firmeza, dirigiéndose rápidamente hacia el lago. Al llegar al lugar, dejó el corcel sujeto en unas ramas y se resguardo de ser visto entre la maleza a esperar la llegada de Margarita. El tiempo pasaba lentamente, y él, solo pensaba en ella «¿que podría haber pasado para que le dejara aquel aviso? ¿Dónde podía estar Margarita en aquel momento? ». Había tenido tiempo de sobras de llegar allí. «¿Y si aquellos hombres la hubieran hecho presa al dirigirse hacia el lago?». La intranquilidad y la duda fueron ganando espacio a la cordura y la lógica del héroe. No podía pensar con tranquilidad, los nervios estaban haciendo mella en él. Su amor era tan fuerte y profundo, que no podía pensar, y precisamente en aquel momento, necesitaba más que nunca, pensar. Pero no podía, ahora sabía toda la verdad, había descubierto todas las artimañas y embustes que habían urdido a su alrededor para alejarlos el uno del otro, habían jugado con su destino, les habían hecho creer hechos y situaciones malintencionadas para separarlos, y ahora solo podía pensar en ella. Tan hermosa, tan dulce y apasionada.

Cerró los ojos con tristeza, con rabia contenida, la había tratado tan duramente, había pasado a su hermana por encima de ella, siendo ella precisamente, la única víctima de unos celos enfermizos. La había juzgado severamente, le había culpado de toda su desdicha, sin saber que Cristina había obrado de la forma más vil con ellos, con sus sentimientos, y con sus vidas.

Abrió los ojos buscando el cielo para que le perdonara. Sintiendo que ahora Margarita volvía estar sufriendo de nuevo, por otra mezquina mentira, por lo que le hizo creer Lucrecia.

—¡Maldita Lucrecia!—musitó apretando el puño.
#106
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:24
Juró bajo la luna, que la obligaría a aclarar delante de Margarita lo ocurrido, debía decirle que nada tuvo que ver con aquella farsa.
Él nunca tuvo relaciones con Lucrecia y eso lo debería saber Margarita, después, decidiera lo decidiera, lo acataría sin rechistar. Pero primero tenía que defender su amor, y enfrentarse a él mismo y luchar por ella. Hasta ahora no lo había hecho, por cobardía, por no enfrentarse a su miedo, al miedo de caer perdidamente ante aquel amor que le dolía de tanto enterrarlo, de tanto negarlo, de tanto pensarlo; pero ahora que había vivido aquel amor tan deseado que le había entregado Margarita, no la podía volver a perder, ella formaba parte de él mismo, era inconcebible vivir sin ella. Ya habían esperado bastante, tras lo ocurrido con Lucrecia la había dejado alejarse a meditar, pero nunca más la dejaría, debía aclararlo todo, ya no le debía nada a nadie, tan solo se lo debía a él mismo, y a su gran amor, el único, Margarita.

Él hombre dentro del héroe era un guerrero, se sentía fuerte, valiente, tenaz, intrépido, su “alter ego” le hacía diferente al maestro de la villa, pero al fin y al cabo, Gonzalo se decía una y otra vez que el Águila y él, seguían siendo una única persona. Ahora se sentía como si hubiera vuelto quince años atrás, cuando regresó de Flandes, con una sensación que antes no tenía, con una fuerza renovada, con su amor a flor de piel. La quería, igual que entonces, como siempre lo había hecho, como nunca dejo de hacer, ahora iba a luchar por ella, por su amor y por su felicidad robada.

Una brisa suave le volvió al lago, miró vigilante alrededor, Margarita no llegaba, llevaba varios minutos allí esperando tras los matorrales, de pronto un pellizco en el corazón hizo que se pusiera en pie de improviso, un presentimiento le comenzó a minar por dentro. Algo había pasado, lo presentía, debía buscarla, no podía permanecer ni un minuto más allí. Pero… ¿hacia dónde buscar? Entonces escuchó a lo lejos el trotar de un caballo, inquieto montó en el suyo y se dirigió sigiloso hacia el camino. Cuál fue su asombro al reconocer aquella manera tan peculiar y desgarbada del jinete que montaba aquel caballo pardo.

—¡Sátur!— Le salió al encuentro.

—¡Amo!, que hace usted aquí, le creía en casa de Marta la muchacha de palacio, la que vive cerca del rio, donde vive ahora Margarita.
#107
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:25
El Águila lo miró preocupado.

—¿Le ha pasado algo a Alonso?

—No, señor, Alonso está de lo más tranquilo. Pero… quien está en peligro… y serio…es…

Sátur, se calló y miró a ambos lados. Él héroe le increpó.

—¡Vamos, Sátur, déjate de adivinanzas! ¿Quién está en peligro?, y ¿por qué has venido a buscarme?

—Hay señor no me pregunte tantas cosas a la vez, y déjeme que le explique…—el héroe esperó. Sátur le miraba como un niño travieso— Hay amo, que la he liao parda… Me va usted a matar.

—¡¡¡Sátur!!!—gritó impaciente.

—Está bien, está bien, se trata…

Gonzalo, arqueo las cejas esperando la respuesta.

—…De su cuñá. La señora Margarita.

El Águila, se removió en su silla sobre su caballo blanco, y acercándose más al escudero pregunto.

—¿Qué le pasa a Margarita?, ¿que sabes de ella?¿Dónde está?

—Señor, perdóneme usted, pero es que su cuñá, tal parece que sea su hermana—El maestro continuaba expectante tras el embozo—¡Si tiene más cabezonería que usted mismo! Ya sabe eso de “quien anda con un cojo, al año cojea o renquea”

—Sátur déjate de refranes, y dime. ¿Qué es lo que está pasando?
#108
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:25
—Pues verá. La señora ha llegao a casa buscándole, y yo le he dicho que usted no estaba. Entonces se ha puesto hecha una furia, diciendo no se qué cosa de la Marquesa y usted…ya sabe dando a entender que…—Sáturno movió sus dedos juntándolos y separándolos rápidamente, miró a su amo y se quedó en silencio esperando una aclaración a lo último que había explicado.

—¿Y?—preguntó ansioso por saber que ocurría, sin dar respuesta a su curiosidad.

—Pues que yo le he dicho que usted na tenía que ver con la Marquesa, si no que había ido a casa de Catalina con Cipri, y entonces ha sido lo más extraño.

—¿Qué ha pasado entonces?

—Pues que hecha una furia, a entrao en su alcoba y ha ido derechita a sus libros.

—¿A mis libros?

—Sí.

—¿Y que buscaba entre mis libros?

—No, entre, no amo. Buscaba él.

—¿Él?, ¿el que?

Sátur se acercó lo máximo que permitían los caballos y le susuró entre miedo y angustia.

—El quinto evangelio.
#109
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:26
El Águila movió el caballo de un lado al otro. No entendía lo que había sucedido. No sabía porque Margarita preguntaba por el quinto evangelio.

—Y ¿por que buscaba el quinto evangelio?

—Decía que lo tenía que llevar al bosque, por lo visto escuchó una conversación en palacio de la señora Marquesa y su …. Su hermano. Algo tramaban con el libro.

—Y que ha pasado, ¿lo tenías guardado en la guarida verdad?

Sátur le miró con preocupación. La sangre del héroe comenzó a bullir en sus venas. El postillón bajo la mirada confirmando las sospechas del Águila.

—¡Sátur!, dime que no lo ha encontrado. Dime que el libro está en la guarida a buen recaudo.

—Señor … yo… me ha insistido mucho, me ha dicho que estábamos en peligro, que usted y el niño podíamos ser apresados por la inquisición.

—¡No me digas que le has dado el libro!—le gritó con furia.

—Señor… yo.

—¡Pero Sátur, en que estabas pensando! ¡Ahora por tu culpa, Margarita está en grave peligro!

—No me diga eso señor.
#110
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:26
—Que no te diga el que. Como se te ocurre hacer semejante barbaridad. ¡¡Llegado el caso nosotros podemos defendernos, pero ella!! Si la inquisición la llega a encontrar con el evangelio—sus ojos fijos en los del postillón destellaban rabia e impotencia, guardó silencio para no seguir hostigando a su lacayo, su mano estaba alzada frente a su escudero marcando cada palabra que había salido de sus labios, la bajó lentamente mientras el miedo afloraba sus pupilas— ¿sabes lo que le pasará si la encuentran?—dijo con rabia—. ¿Sabes lo que les hacen a los herejes antes de llevarlos a la picota? Y a las mujeres... ¿sabes lo que les hacen a las mujeres?

—Por Dios señor—se santiguo—, no siga que me voy a poner malo.

—Malo estoy yo, de pensar que anda por ahí, sola, en el bosque y con esa bomba en la mano. Tengo que encontrarla.

—Señor, y si no es mucho preguntar…¿usted que hacía aquí?

—La estaba esperando. Cuando la lleve devuelta a la casa del rio le dije que si alguna vez estaba en apuros colgara un trapo rojo en una de las ventanas de palacio.

—Y la colgó, verdad amo.

—Pues sí. La colgó y aquí vine, para encontrarme con ella. Pero no ha llegado y llevo aquí mucho tiempo ya. Ahora comprendo por qué lo puso. Quiere que le ayude a deshacerse del evangelio. Dios mío. ¿Dónde estará?

—Amo, no desespere—Gonzalo le miró frunciendo el ceño. Su mirada apenas visible por el embozo pareciera más implacable. Sátur no sabía que decir, comprendía el grave error que había hecho, y el dolor que eso pudiera causar.

—Amo, tranquilo. ¿Y si la señora ha tirao por dentro del bosque?— el Águila lo miró.

—Puede que sí, puede que tengas razón. Pero ahora tenemos que dividirnos. Por el camino de la villa no está porque acabas de venir de allí, así que—pensaba, pensaba con rapidez—, tu vete bordeando el rio hasta casa de Marta, por si aparece por allí. Yo iré por el interior del bosque que rodea el camino hasta la villa.

No puede andar muy lejos.

—Está bien señor.

—¡Sátur!

—Sí, señor.

—Si la encuentras la traes a la laguna. Yo volveré aquí.

—Sí, señor, descuide.
#111
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:27
El Águila desapareció, y Sátur tomó camino hacia la casa del rio. No habrían pasado ni cinco minutos cuando escuchó unos hombres que hablaban entre sí. Reían y se mofaban de alguien. Aminoró la marcha de su caballo y se dirigió hacia aquel lugar separándose de su camino. Sátur con su habitual curiosidad, dejó su corcel lejos de aquellos hombres y caminó escondido tras las matas. Lo que vio a continuación le heló la sangre, un nudo subió a su garganta. Tenían en sus manos un libro, temió lo peor y en aquel preciso momento uno de los hombres dijo en voz alta.

—Señores, aquí lo tenéis. El quinto evangelio.

—Vaya cara pondrá el inquisidor cuando lo vea—dijo un segundo hombre.

De nuevo carcajadas.

—No sé yo si el Cardenal, pagaría más por ello. —comentó el tercer hombre.

Las carcajadas rompieron la noche, elevando su sonora risa hacia las nubes que empezaban a ensombrecer el bosque, dejando translucir un débil resplandor de aquella inmensa luna.

Pero, si esos hombres tenían el libro ¿dónde estaba Margarita? Miro por las proximidades de aquel grupo de hombres para ver si la encontraba, hasta que por fin en un rincón, bajo un árbol, vio el cuerpo de una mujer, que esperaba con resignación su destino. A Sátur los ojos se le llenaron de lágrimas, cuando reconoció a Margarita maniatada, llorando en el suelo.

—Señora—exhaló cubriéndose la boca con su mano.

Uno de los hombres dejó el grupo y se aproximó a la mujer, que imploraba piedad y suplicaba que la dejaran ir. Aquel hombre no tenía buena intención y mientras se aproximaba a ella, Sátur vio como iba desabrochándose uno a uno los botones de sus calzas, sonriendo maliciosamente.

—¡Será mal nacido!—susurró el postillón, con los ojos húmedos por las lágrimas—¡te voy a matar hijo de perra!—bisbiseo.

—Por favor señor, no me haga daño—sollozaba Margarita —. Ya le he dicho que ese libro no es mío. Lo encontré ahí en el suelo cerca del rio y sentí curiosidad. Debe creerme— repetía una y otra vez.

—Curiosidad siento yo de saber que tenemos aquí dentro preciosa— aquel hombre arrancó los cordones que sujetaban el corpiño que cubría el delicado cuerpo de Margarita. Sátur tras los matojos no sabía qué hacer, su amo había partido hacia la villa y él no podía dejar allí a Margarita sin hacer nada, para ir en busca de su amo. El fiel escudero se movía de un lado al otro, inquieto, buscando algún tronco, piedra o algo con que defender a la señora.
El hombre se situó a horcajadas sobre Margarita, empujándola contra el húmedo suelo, intentando arrancarle la camisa.

—Déjeme por favor, déjeme, se lo ruego—suplicaba la mujer. El hombre se reía y le acariciaba el rostro y el cabello libidinosamente.

Aunque eran muchos para luchar el coraje y la rabia que sintió Sátur al ver a Margarita en aquella situación le hizo envalentonarse y salir de su escondite, no podía permitir que le hicieran daño, debía ayudarla, no quería que Margarita por su culpa se encontrara en aquella situación. El postillón armándose de valor decidió encararse a ellos. En el preciso momento que iba a gritarles, otra voz más potente enmudeció la suya, paralizando la acción de todos los presentes, incluso la de aquel hombre, que había empezado a lamer el suave cuello de Margarita.
#112
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:27
—¡Quieto! —Gritó la voz—.¿Qué pensabas hacer con la mujer?

—Señor comisario—El hombre se incorporó dejando caer su pantalón—. Nada, no íbamos a hacer nada. Solo...

—¡Abróchate los calzones, rápido! no te pago para pasatiempos sexuales, te pago para que custodiéis el evangelio, y para que estéis pendientes de todo, esa mujer nos tiene que aclarar muchas cosas sobre ese libro, y la quiero entera. Después ya tendréis tiempo. Pero después.

Margaría agradeció el gesto del comisario de la villa, con el miedo implantado en sus ojos, temblorosa y con las manos atadas, intentó ponerse bien la camisa que aquel hombre le había roto dejando ver sus hombros. El comisario la miró. A primera vista no la había reconocido. Pero creyó conocer su rostro y se apeó del caballo dirigiéndose a ella.

—¡Hombre!, pero si tenemos aquí a Margarita.

—Señor comisario—respondió tímidamente.

—¿Eras tú la que cargaba el libro?

—No señor comisario…el libro no es mío… yo solo…

Se agachó frente a ella, cogió con su gran mano ambas mejillas y la levantó del suelo.

—¿Así que eres tú? ¿Y dices que el libro no es tuyo?

Ella apenas podía gesticular palabra, las manos le oprimía tanto sus mandíbulas que era imposible hablar. Entre dientes pudo decir.

—Señor comisario, ¡piedad! Usted sabe que no creo en esas cosas. Soy inocente—sollozó.

—¡¡A no!! ¿Ese libro no es tuyo?—rió a sus hombres.

Margarita negó con su cabeza.
#113
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:28
—Claro, es verdad, tu eres muy católica, vas a misa, pero… estoy completamente seguro que tratándose de un libro…—Dijo con profunda ironía. Margarita temió lo peor, pensó en Alonso, en Gonzalo y Sátur, y ¿qué podía hacer al respecto?, el comisario la miró de nuevo.

—Haber princesa…¿en qué lugar exceptuando palacio, se encuentran los libros de la villa…?—ella le miraba temerosa, sus ojos llenos de lágrimas imploraban perdón —. Anda, dímelo Margarita, ¿Dónde?

—No sé… lo que quiere decir—dijo con un gemido de dolor.

El comisario gritó.

—¡Te lo diré yo, y sin tanto lloriqueo!—la soltó empujándola de nuevo contra el árbol. Margarita calló contra el suelo, llorando de impotencia.

—En casa de tu cuñado—ella lo miró de repente—Si, mujer. Gonzalo de Montalvo, el maestro de la villa.

—¡No, eso no es cierto!—recriminó altiva intentando ponerse en pie—, lo encontré ahí cerca del rio y lo cogí para ojearlo.

El comisario se rió y mandó llevar a la mujer ante el inquisidor.

Margarita al comprender que aquellos hombres se la llevarían hacia una muerte segura, se armó de valor y gritó.

—¡Es mío!, ,les mentí señor comisario, les mentí, ¡el libro es mío! ellos no tienen nada que ver.
#114
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:29
El comisario se acercó a unos centímetros de su rostro y le dio.

—Imposible, Margarita, pero… acabas de hacer una confesión y eso tiene consecuencias. Y tranquila, no vas a ser la única que tenga su merecido. ¡Toda tu familia pagará por ello!

Ataron a Margarita al caballo preparándose para llevarla a palacio frente al inquisidor. Sátur entre los matojos, se santiguo, debía ir a por su amo inmediatamente, debía ponerlo sobre aviso y rescatar a Margarita de manos de la inquisición. Así que el postillón subió a su caballo y marchó velozmente en busca de su amo.

Cuando se disponían a marchar, el comisario detuvo a sus hombres.

—¡Un momento!

—Señor comisario.

—Lo he pensado mejor. Llevarla al calabozo. Mañana ya la llevaré ante el inquisidor. Ahora no digáis nada a nadie, y llevarla a los calabozos como os he dicho. Nadie debe veros. Y no se os ocurra tocarla. ¡Me habéis entendido!

—Como ordene señor.

Miró a Margarita, insidiosamente.

—Ya pensaré algo para ti, princesa.

Margarita lo miró aterrada y un tirón de la soga que sujetaba sus muñecas, hizo que tambaleara tras el caballo.

Se dirigieron hacia la villa. Durante el trayecto, ella solo veía el lomo del caballo que la precedía, y el resplandor de la luna que iluminaba débilmente entre los espesos arboles el ensombrecido camino. Cerró sus ojos, y lloró. Por su culpa habían descubierto el evangelio, y no había servido de nada que ella lo encontrara antes.
El comisario iría en busca de Gonzalo, Alonso y Sátur, sin que ella pudiera hacer nada al respecto. El miedo fue su compañero hasta que llegaron a la celda donde aguardaría a que la inquisición la interrogara.

—¡Pasa!—le dieron un empujón tirándola al suelo, un suelo lleno de paja mugrienta apestada a orín—Hoy te has librado, pero ya has oído al comisario, mañana—se carcajeo, junto a sus compañeros—mañana preciosa, será otro día, y como ya sabemos todos la sentencia del inquisidor, antes que mueras te daremos gusto al cuerpo, que por cierto es muy hermoso.

—Ella se incorporó como pudo y les miró altanera.
#115
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:29
—Como bien decís, mañana será otro día—dio media vuelta y buscó un rincón donde la olor y la humedad no fuera tan fuerte. Apartó con sus pies la mayoría de la paja y se dejó caer sobre aquel pedazo de suelo frío y duro. Flexionó ambas piernas hasta poder apoyar sus brazos sobre ellas y reposó su cabeza en ellos. Sabía que aquello podría ser el fin. Sabía que a los herejes les quemaban en la hoguera, lentamente bajo una mano para posarla sobre su vientre. Lo acarició con dulzura, comprendiendo que nunca vería el rostro de aquel hijo tan deseado por ella. Nunca podría decirle a Gonzalo que esperaba un hijo de él. Nunca podría reír con ellos. Miró el techo de su celda y lloró en silencio recordando los besos apasionados de su gran amor, sus manos, el estremecimiento que sentía cada vez que la tocaba, cada vez que la miraba, sus caricias, la excitación que sintió escuchando sus gemidos cuando estuvo tan cerca de ella, dentro de ella. Volvió a mirar su vientre lleno, rebosante de ese inmenso amor apasionado. Un lamento salió por su boca formando un nombre.

—¡Gonzalo!

Hundió su cabeza entre sus brazos y su larga cabellera cubrió parte de sus piernas. Lloraba. De pronto un gemido de dolor la alteró, varios gritos de dolor salían de un lugar próximo al de ella, se estremeció, pero intentó animarse, debía estar serena, aquellos gritos no debían perturbarla, aunque era imposible no sentir miedo, debía luchar por seguir, debía ser fuerte, entonces se acordó.

—El Águila Roja. Claro, se me había olvidado. ¿Y si el Águila Roja ha visto mi señal, y al ver que no acudo al lago intenta buscarme?

—Una pincelada de esperanza se dibujó en su mirada, sonrió y le habló a su vientre.

—Sabes, Águila Roja nos vendrá a buscar, no te preocupes, ya lo verás.

Y Margarita se quedó allí, en aquel rincón con una triste sonrisa, rezando para que el comisario no fuera a buscar a su familia y con la única esperanza de que Águila Roja volviera de nuevo a salvarla.
#116
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:30
19- EN BUSCA DE MARGARITA

Sátur, galopaba a gran velocidad por el intrincado bosque. Al llegar al sendero que había dejado minutos antes, dudo, no sabía si dirigirse hacia la laguna o ir directamente a la villa.

Había estado durante mucho tiempo escondido, observando aquel grupo de desalmados, quizá su amo había tenido tiempo de regresar y le estaría esperando en la laguna.

—Saturno, ¿pa donde vas?—se decía—, ¿y si voy pa la villa y el amo ya ha vuelto?, perdería mucho tiempo y entonces no llegaríamos a palacio antes de que lleven a Margarita ante el inquisidor. Pero…¿ y si voy a la laguna y tampoco está? Hay madre mía, esto es un sin Dios.—miró al cielo implorando que le hiciera una señal. Palmeo a su caballo sin saber qué hacer.

—Tú qué dices, ¿nos vamos pa la derecha o pa la izquierda?

El caballo resopló moviendo la cabeza hacia la izquierda, señalando el camino de la villa.

—Esta debe ser la señal que esperaba, una señal en forma de caballo, —levantó sus hombros— pero una señal al fin y al cabo. Gracias Dios mío—tiró de sus riendas y se dirigió hacia allí.

Al poco tiempo, escuchó el sonido de los cascos de un caballo y se escondió en el borde del camino, esperando ver a quien se acercaba y al momento lo tuvo frente a él. Águila Roja venía a gran velocidad, cuando llegó a su altura Sátur salió de su escondite y tirándose literalmente sobre su amo. Le gritó.

—¡¡¡Amo!!!
#117
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:30
Águila tuvo que tirar fuertemente de las riendas para parar justo sobre su escudero. Extrañado por aquel encuentro, gritó.

—¡¡Sátur!! ¿Qué pasa?, ¿por qué has salido así barrándome el paso?¡No ves que es muy peligroso, podíamos habernos hecho daño!

—el Águila Roja, miró alrededor de su escudero esperando encontrar a Margarita junto a él.

—Amo no mire, que no hay na—dijo moviendo la cabeza.

Él no comprendía lo que Sátur quería decirle.

—¿Dónde está? Si estás aquí, es porque la has encontrado, y si la has encontrado… ¿por qué no está contigo?

Sátur le miró, abriendo los ojos como platos.

—Sí, amo, tiene usted razón, la encontré, pero como bien dice, no he podido traerla—su gesto cambió y empezó a hablar rápidamente— Amo, tiene que darse prisa, hemos de llegar a palacio antes que ellos.

—¿Ellos? ¿Quiénes son ellos?—preguntó confuso.

Sátur hizo un gesto característico, insinuando lo que su amo empezaba a adivinar.

— Amo, a Margarita la tienen presa unos hombres, cuando los encontré la tenían maniatada a un árbol.
#118
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:31
Gonzalo comenzó a alterarse bajo su disfraz.

— ¿Donde están?—dijo con irritación, mientras se movía de un lado al otro, sobre su caballo.

—Espere amo, espere. Se la han llevado pa palacio, la van a entregar al inquisidor. Lo he escuchado con mis propias “orejas”.

Una gran congoja le subía por la garganta, quería gritar a los cuatro vientos su rabia por haber llegado tarde, quería matar a aquellos hombres que habían osado tocar a Margarita. Respiró profundamente llenando de aire sus pulmones, su respiración se agitó, los dientes le dolían de tanto apretar unos contra otros, mientras mantenía su mirada en un punto fijo. Preguntó.

—¿Como estaba Sátur?, ¿le han hecho algo esos mal nacidos?

—Por suerte no, señor. Por suerte llegó el comisario y evitó una desgracia—Gonzalo que seguía mirando a un punto fijo en el horizonte, al escuchar aquella frase dirigió su mirada de furia hacia su criado. Sus ojos entrecerrados por la ira contenida, se clavaron como espadas de fuego en los ojos del fiel escudero ¿que había querido decir Sátur con que había evitado una desgracia? El postillón continuó explicando lo que había visto. La sangre del héroe empezó a bullir, un calor ahogado se posó en su pecho. La imagen de Margarita maniatada sometida a aquellos hombres, le pesaba como losas de mármol. No quiso escuchar más, no podía. Interrumpió a Sátur diciendo.

—¿Hacia donde dices que se la ha llevado?

—Su her… el comisario, dijo que la llevaran ante el inquisidor. Creo que comentaron que se hospeda en palacio.

Antes de que finalizara la frase, el Águila Roja ya volaba hacia el palacio de la Marquesa de Santillana.

—Espere amo, espere que voy con usted.

El fiel escudero salió a galope tras el héroe.
#119
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:32
Toda la noche estuvieron buscando a Margarita por los recovecos de palacio, pero allí no había nadie. No había ni rastro de aquellos hombres, ni de mujer alguna, y mucho menos de Margarita.

—¿Estás seguro que la traían aquí?

—Eso fue lo que dijeron amo, créame. El comisario lo dijo claramente.

—Pues iré a ver al comisario.

—Señor, mire ya despunta el alba, tenemos que ir a la villa.
Alonsillo pronto se despertará y tenemos que estar en casa cuando eso ocurra.

Él quería seguir buscando a Margarita, no podía ni pensar lo que estaría sufriendo, cada minuto de retraso era un minuto crucial en su contra.

—Sátur, no puedo dejar la búsqueda, tengo que encontrarla. ¿Es que no lo entiendes?

—Señor, recapacite. Se acuerda cuando la raptaron que estuvimos varios días buscándola. Al final la encontramos, y no le había pasado nada. ¿Y cuando estuvo a punto de morir por el veneno? No pasó nada, ¿Y cuando aquellos degenerados que chupaban la sangre, se la llevaron a la cueva? Tampoco le sucedió nada. Amo, la fortuna está de su parte, a la señora Margarita, la protege Dios. Así que vamos a casa, descansa un rato y luego volvemos. Tenemos que pensar donde pueden haber ido. ¿Y si hay algún otro palacio por ahí que ahora no recordemos?

Aguila Roja le miró.
#120
MarGonz
MarGonz
05/12/2012 01:32
—Sátur, ¿de verdad crees que si la inquisición la ha encontrado con el evangelio, Dios la protegerá?—el postillón frunció el ceño airado— Como no la encontremos pronto no se que le podrá ocurrir Sátur, no lo sé.

—Y dale perico al torno. Usted siga blasfemando, haber si ahora el mismísimo se va a cabrear, nos da la espalda y abandona a la señora. Haga el favor hombre y confíe un poco en Dios, que no le va a pasar na por eso. Y ahora es mejor que nos vayamos pa casa, descansa y luego ya veremos.

Águila vio que el amanecer iba cubriendo rápidamente el horizonte y decidió hacer caso a su postillón y se dirigieron hacia la villa.




—Buenos días Sátur—dijo Alonso desperezándose en la cocina.

—Buenos días Alonsillo. ¿Qué tal has pasado la noche?

—Bien, he dormido de un tirón.

El criado sonrió, revoloteando los rubios cabellos del niño.

—¿Y mi padre?, ¿ya se ha levantado?

—Si, por ahí anda—Le dijo levantando el brazo y señalando la habitación.

De pronto se escuchó la puerta de la casa, y apareció Catalina.

—Buenos días nos de Dios.

—Pasa, Catalina, pasa… ¿qué te trae por aquí?—preguntó Sátur, mientras servía las gachas al muchacho.

—¿Está Gonzalo en casa?—preguntó nerviosa.

—Sí, ahora le llamo. Pero siéntate a esperar mientras vuelvo.

—Está bien, pero no tardes, que tengo que ir a palacio antes de que se despierte la señora.

Catalina se quedó junto a Alonso mientras Sátur se dirigía a la habitación de Gonzalo.
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