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FORONOVELA: Cerrado

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Campanillanj
Campanillanj
25/04/2011 20:11
Hola a todas las foreras !!!
Ha sido un laargo fin de semana sin bandolera. Lo que nos quedaba para sobrellevarlo era la historia conjunta de maki, pero nos ha tenido a pan y agua, así que se me ocurrió escribir una yo misma. Ahi os va un trozo, y si os gusta me lo decís y continúo subiendo trozos.
Gracias de antemano a todo aquel que se tome la molestia de leerlo.


Habían pasado ya varios días desde que Roberto saliera de prisión. Gracias a Miguel, que como siempre había ejercido su labor con rectitud y llevando siempre por bandera la presunción de inocencia, Roberto fue puesto en libertad. Él, Miguel fue desmontando una a una las pruebas que inculpaban al jornalero. Algunos, como Olmedo, se burlaban de él y le decían que era tonto; que Roberto era su rival por el amor de Sara; que mientras estuviera preso no sería un problema en su relación y que como se enfrentaba a la pena mayor, ya sería definitivamente historia. Pero Miguel no había podido permitirlo. Roberto no era santo de su devoción, pero sabía que era inocente; no le creía capaz de cometer semejante atrocidad. Además de todo, jamás podría ser feliz junto a Sara si no hubiera hecho nada por demostrar la inocencia de Roberto.
Después de que Roberto saliera en libertad, se había puesto en marcha una fiesta que se celebraría en la taberna en honor a Roberto. Todo el pueblo estaba contento con su puesta en libertad, pues todo el pueblo lo apreciaba a él mucho, y también a su familia. Y todo el mundo estaba ese día en la taberna festejando. También estaba Sara. Pero no estaba Miguel. El joven teniente había pensado que al no ser amigos, y al haber tenido todos los enfrentamientos que habían tenido, no era adecuado presentarse en esa fiesta. A pesar de la insistencia de Sara en que tenía que acudir, lo había pensado bien, y decidió no ir. No le preocupaba que Sara y Roberto se encontraran allí. Ya no tenía dudas de Sara. Sabía que lo amaba a él. Sabía también que quería a Roberto, pero como un amigo nada más. Él había decidido confiar en Sara y disfrutar de su amor sin temores ni preocupaciones. Había hecho caso a Morales y disfrutaba del amor.
Sara vio a Morales y se acercó a él.
- Morales ! ¿ Dónde está Miguel ? Me dijo que igual venía. Aunque no lo noté muy convencido.
- No milady. Al final ha decidido que no era apropiado y se ha quedado en el cuartel. Y eso que esta tarde tenía libre.
- Muy bien. Gracias Morales.
Y Sara se dirigió donde estaba Roberto y le dijo algo. El le contestó y Sara salió a toda prisa de la taberna. Se dirigió al cuartel y preguntó por el teniente Romero. Allí lo encontró Sara, sentado en su mesa mirando unos papeles.
- Sara ! ¿ Qué haces aquí ? Te hacía en la fiesta de Roberto.
- Si, allí estaba, pero para mí no era lo mismo sin ti. He venido a buscarte. Todo el mundo está allí. Menos tú, que eres el artífice de que él esté libre. Si hay alguien que tenga que estar en esa fiesta, además de Roberto, ése eres tú, Miguel.
- No Sara. yo sólo hice mi trabajo. Aún así, no estaría cómodo.
- Vamos miguel. Hasta Roberto ha preguntado por ti. Todo el mundo esperaba verte allá. Anímate.
- Bueno, pero voy sólo un rato. Sobre todo porque quiero estar contigo. Además esta noche tengo libre, así que me vendrá bien salir un rato. Espérame que voy a cambiarme y enseguida estoy contigo.
- Si quiere usted, teniente, puedo ayudarle a quitarse la ropa- dijo Sara picarona.
- Como le haga caso, señorita Reeves, no vamos a la fiesta ni a ningún otro sitio, se lo aseguro- Y le guiñó un ojo en un gesto que volvía loca a Sara.
- Ahora creo que la que no quiere ir a la fiesta soy yo, Miguel. Me iría contigo directamente a la posada de la Maña, a la cama, y no precisamente a dormir.
- Ufff, Sara. Mejor voy a cambiarme. Espérame – dijo dándole un pequeño beso en los labios.
#2901
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 17:01
Y así despertó Miguel, abrazando a Sara. Los primeros rayos del sol se filtraban entre las cortinas. Miró a Sara que dormía plácidamente entre sus brazos. Hermosa, como siempre. Su larga melena cubría las blancas sábanas y su cara serena, feliz, era para Miguel como una caricia para su corazón. Con cuidado de no despertarla y con gran pesar, se zafó de su abrazo y se levantó. Despacio, recogió las ropas que habían quedado esparcidas por la habitación la noche anterior. Después, fue al escritorio y encendió una vela para poder ver mejor. Escribió una nota para Sara:
“ Buenos días, mi vida. Espero que te hayas despertado sin malestares. Es la primera mañana que despertarás sin que yo esté a tu lado. Lo siento. Espero poder verte hoy, pero en el caso de que no sea posible, ten presente que te amo con locura y estoy deseando que llegue mañana. Fdo: Miguel ( tu futuro esposo ) “ . Una vez escribió la nota y la dejó sobre la almohada, donde hasta hacía un momento había reposado su cabeza, Miguel se vistió y salió sin hacer ruido de la habitación. Llegó abajo. Mary y Doris ya estaban levantadas y habían preparado el desayuno. Miguel tomó café y un poco de bizcocho y se marchó, no sin antes decir a Mary que si Sara se despertaba mala, enviara a alguien a avisarle sin perder tiempo al cuartel.

- ¿ Se puede ?
Miguel estaba sentado ante su mesa cuando oyó esa voz. Levantó la cabeza asombrado y sorprendido, pero al ver a la persona que estaba en la puerta, se preocupó. Morales, sentado tras la mesa que antaño ocupara el teniente Romero, su actual capitán, también estaba sorprendido por la visita.
- Adelante, Manuel- dijo Miguel- ¿ Le ha ocurrido algo a Sara ? ¿ Está bien ?
- Si, está bien- respondió Manuel tranquilizando a Miguel- He pasado por su casa antes de venir aquí y estaba bien. Desayunando con Elvira. He venido porque me gustaría hablar con usted- Manuel estaba turbado, preguntándose si había hecho bien en ir allí. Miró a Miguel y después a Morales- Pero si molesto…
- No molestas- dijo Miguel- Al contrario. Imagino que si te has decidido a venir aquí, debe de ser algo importante lo que quieres decirme. Morales, ¿ le importaría ir a hacer la ronda ?
- Si, mi capitán- Morales se levantó, se cuadró ante Miguel y se dispuso a salir. Al pasar al lado de Manuel, le saludó también- Buenos días Manuel
- Buenos días, teniente Morales
Y el teniente salió pensando que unos meses antes, era impensable para él que un día el famoso y temido Chato entrar en el cuartel por su propio pie para hablar tranquilamente con el capitán. Morales sonrió.
- Siéntate, Manuel, y dime qué te trae por aquí, y tan temprano.
Manuel tomó asiento y miró la estancia. Como Morales y seguramente como Miguel, nunca pensó que iría al cuartel por voluntad propia y con toda la tranquilidad del mundo. Se sentía extraño, sentado allí frente al capitán de la guardia civil, y más extraño aún, para hablarle de lo que le iba a hablar.
- Es un asunto personal, capitán- explicó Manuel. Miró a su alrededor- Se me hace muy extraño estar aquí.
- Pues ante todo, tranquilízate. Y si es un asunto personal, no me trates de usted, ni de capitán. Eres parte de la familia- Miguel sonrió pensando en las vueltas que da la vida. Jamás pensó que le diría eso al Chato, pero era la verdad. Manuel era parte de su familia y se lo había ganado a pulso- Además, eres un hombre libre que ya no tiene cuentas pendientes con la justicia y que no tiene nada que temer. Sé que te puedes sentir incómodo aquí sentado, así que si prefieres, podemos dar un paseo o ir a tomarnos algo a la taberna.
- ¿ A la taberna ?- Manuel se sobresaltó. Una vez recobró la compostura, respondió a la sugerencia de Miguel- Mejor nos quedamos aquí.
- Como quieras, entonces- Miguel apoyó su espalda en la silla- Tú dirás.
- No sé cómo empezar, Miguel. Sólo sé que tú eres la persona que mejor me puede aconsejar.
- Pues ya me dirás en qué te puedo aconsejar. No sé de otra cosa que no sea de mi trabajo. Y algo me dice que no es de nada relacionado con la guardia civil de lo que quieres hablar.
El comentario de Miguel hizo sonreír y relajarse un poco al ex bandolero.
- Hay algo de lo que también sabes, aparte de tu trabajo.
- ¿ Ah si ?- Miguel levantó las cejas- ¿ Y de qué sé tanto como para que tú, que siempre has procurado mantenerte lejos de este cuartel vengas precisamente aquí a preguntarme ? Podías haberlo hecho en mi casa tranquilamente. Sabes que siempre eres y serás bienvenido.
- Preferiría no hablar de esto con Sara, ni con nadie. Es algo a lo que no estoy acostumbrado y me siento… ridículo. Tú conoces a Sara mejor que nadie, y piensas que me ayudaría. Yo también sé que me ayudaría, pero sé al mismo tiempo que aprovecharía para burlarse de mí y tomarme el pelo.
- ¿ Sara se burlaría de ti ? ¿ Pero qué te pasa, muchacho ? Sabes que ella nunca lo haría. Sara te aprecia mucho y no te haría daño jamás. Igual sí, te tomaría el pelo, pero burlarse, no lo creo. Mira, mejor dime de qué quieres hablar- Miguel sabía ya con certeza de qué quería hablarle Manuel. Quería hablarle de Julieta. Entendía que pensara que Sara se mofaría de él, pero no se daba cuenta de que podría ayudarle, y mucho.
- Quiero pedirte consejo- dijo Manuel decidido- Sobre el amor.
- Sería muy osado por mi parte aconsejar a nadie sobre el amor, Manuel. No podría hacerlo.
- Yo creo que sí- dijo Manuel- Tú haces feliz a Sara. Tú supiste llegar a su corazón, a pesar de que ella te lo puso muy difícil. Quiero saber cómo puedo conquistar a una muchacha que me tiene enamorado pero que a la vez tiene un carácter que me vuelve loco. A veces parece que soy tan importante para ella como ella lo es para mí. Otras veces, en cambio, me hace sentir que no existo o que soy como cualquier cliente de la taber…- Manuel calló de repente pero enseguida se dio cuenta de que ya Miguel habría deducido de quén hablaba- de la taberna.
#2902
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 17:02
- Pues si. Julieta tiene carácter, no hay duda. Pero también es una buena muchacha. Es la mejor muchacha soltera que podrías encontrar en este pueblo y alrededores. Pero también tienes que tener en cuenta que tiene ideas propias. Ideas bastante liberales que tendrás que aceptar. No es una muchacha obediente y dócil. No es de esas que vivirán para hacer cualquier cosa que el marido les mande sin rechistar. Olvídate de eso. Puede tornarse rebelde cuando se le trata de imponer algo porque sí. Y si lo intentas, puedes verte metido en una batalla en la que seguro, no tendrás nada que hacer. Porque una vez que encuentras a la mujer de tu vida, que no sé si es este el caso, ella se convierte en lo primero para ti. En lo más importante. Tu propia vida pasa a un segundo plano para ti porque sientes que vives por y para ella. Sus anhelos son los tuyos, sus alegrías son las tuyas. Sus problemas y tristezas te afectan a ti también y sientes que serías capaz de cualquier cosa para verla sonreír. Dime, Manuel. Con sinceridad. ¿ Tú sientes esas cosas por Julieta ?
La cara de Manuel fue la respuesta que Miguel necesitaba. Se dio cuenta de que sentía algo muy profundo por Julieta, pero tenía que averiguar hasta qué punto era amor. Tenia que estar seguro de que no se había sentido deslumbrado por ella como se sintió al conocer a Eugenia. Tenía que comprobar que no era lo mismo, porque así como Manuel se merecía conocer y disfrutar del amor, también Julieta se lo merecía. Un amor profundo y sincero.
- Claro que sí. Siento que necesito verla a cada momento. Siento que mi día está oscuro hasta que la veo y, cuando esto sucede, tengo la sensación de que puedo hacer cualquier cosa que me proponga si la tengo a mi lado. Sueño con ella, Miguel. Y me he dado cuenta de que mi vida sin ella no tiene sentido. No puedo quitármela de la cabeza. Cuando ella está conmigo, me siento tan feliz que parece que el corazón se me va a salir del pecho. En cambio, cuando me trata con indiferencia, me siento tan poca cosa que pienso que una muchacha como ella nunca querría tener una relación formal con alguien como yo.
- No pienses eso, Manuel. El amor es impredecible y sobre todo, caprichoso. Fíjate en mí y en Sara. Estoy seguro de que jamás habrías apostado un real por nuestra relación.
- En eso tienes razón. Jamás creí que fuera posible tanto amor entre una bandolera y un miguelete- Manuel se dio cuenta de que no tenía que haber usado esa palabra, pero era la costumbre. Rectificó- Perdón, guardia civil- Ante la sonrisa de Miguel, que no dio importancia a la expresión, se quedó más tranquilo- Jamás lo pensé, es la verdad. Pero vosotros estáis hechos el uno para el otro. Estáis hechos para estar juntos.
- ¿ Y quién te dice a ti que tú y Julieta no lo estáis ? El amor no entiende de clases sociales, ni de política, ni de ocupaciones. Uno se enamora de la persona, no de lo que tiene ni de lo que es. Si estás seguro de que es ella la mujer de tu vida, tendrás que ganarte su amor. Luchar por ella. Conquistarla. Tienes que llegar a su corazón, si no lo has hecho ya. Estoy pensando que si unas veces pareces importante para ella y otras no, quizás es porque ella también está asustada por la dimensión de sus sentimientos hacia ti. Dale tiempo. Preocúpate por sus cosas. Si la ves alegre, alégrate con ella. Si la ves triste o enfadada, intenta averiguar qué lo ha motivado e intenta que se olvide de ello. Invítala a pasear. Y háblale siempre con el corazón. Tú eres quien eres y como eres. Y eres un buen muchacho. La vida no te ha tratado bien, pero aún así, tienes buenos sentimientos. Y no eres menos que nadie. Sé tú mismo y estoy seguro de que la cautivarás, si no lo has hecho ya.
- ¿ Por qué tiene que ser todo tan complicado ?
- Nadie dijo que fuera fácil, Manuel- dijo Miguel- No intentes razonar sobre el amor porque te volverás loco.
- Gracias, Miguel. Me ha venido muy bien hablar contigo.
- De nada. Sólo espero haberte servido de ayuda- dijo Miguel.
- Más de lo que imaginas. Gracias de nuevo. Me gustaría pedirte un favor.
- Dalo por hecho- dijo Miguel- Te encomendé la seguridad de mi mujer y te esforzaste por cumplir mis instrucciones. Hiciste más, incluso, de lo que te pedí y por ello te estaré eternamente agradecido. Si está en mi mano, lo haré.
- ¿ Podrías hacerme el favor de no comentar esto con nadie ?
- ¿ Ni con Sara ?
- Ni con Sara- dijo Manuel tajante.
- Haré lo que me pides, Manuel, pero no sé si te has dado cuenta de que Sara y Julieta tienen una relación muy estrecha. Sara podría ayudarte más incluso que yo.
- Sé lo amigas que son, pero por el momento, prefiero que no lo sepa.
- Sabes bien que ya lo sospecha, pero si no quieres que le diga nada, no se lo diré- Miguel sonrió. El Chato estaba completamente enamorado.
- Gracias, Miguel. Gracias por escucharme. Ahora me voy. No quiero molestarte más.
- No me has molestado- aseguró Miguel.
En ese momento regresó Morales.
- Perdón, capitán- dijo el recién llegado- Acabo de encontrarme con milady. Me ha dicho que estará un rato en la taberna con Elvira.
- Perfecto- dijo Miguel levantándose- Vayamos entonces a tomar un café con ellas. Es la hora de asueto.
¿ Vienes, Manuel ?- Miguel necesitaba ver con sus propios ojos la reacción de Julieta ante el muchacho.
- No, mejor no- dijo el joven.
- Hazme caso, te vendrá bien- insistió Miguel.
- Está bien, iré- dijo Manuel después de pensarlo un rato.
Y los tres salieron del cuartel rumbo a la taberna.
#2903
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 17:03
Cuando llegaron a la taberna, no sólo encontraron a Sara y a Elvira. Con ellas estaba también Julieta. Las tres, inclinadas hacia la mesa y con las cabezas casi juntas, parecían estar hablando de cosas que los demás no podían oír, aunque en ese momento no había nadie en la taberna. Y reían. Ninguna de ellas se percató de la llegada de los tres hombres.
- Me he enterado de que la inglesa más hermosa del mundo estaba en la taberna y he venido corriendo a ver de quién se trataba- dijo Miguel haciendo levantar la cabeza a las tres. Las tres sonrieron por el comentario. Para el capitán, no pasó desapercibido el rubor de la hija del tabernero cuando vio a Manuel.
- ¿ Desilusionado, entonces, capitán ?- preguntó Sara con una sonrisa.
- En absoluto- respondió Miguel- Estoy encantado. No he visto nunca mujer más hermosa- Dio un suave beso en los labios a Sara, que lo recibió con una sonrisa- ¿ Qué tal te has despertado ? ¿ Cómo te encuentras ?
- Estupendamente. Me encuentro muy bien. Y me he despertado feliz y sin molestias. Elvira ha venido a desayunar conmigo y ver si necesitaba algo. Sentaos. Sabía que si le decía a Morales que veníamos a la posada, tarde o temprano te vería. Sé que a media mañana tomabais un descanso, y hay costumbres que no se pierden. No me equivoqué, aunque a decir verdad, no pensé que vinierais tan pronto.
- Hemos adelantado la hora del descanso- dijo Miguel- Y cuando veníamos hacia aquí, nos hemos encontrado con Manuel, que ha aceptado acompañarnos- Miguel miró a Morales que lo miraba extrañado de que le mintiera a Sara. No se habían encontrado a Manuel en la calle. Pero sus razones tendría el capitán y él no sería quien le desmintiera.
- ¿ Café para todos ?- preguntó Julieta levantándose.
Los tres asintieron y la muchacha fue a prepararles el café. Conocía los gustos de todos, de modo que no tuvo que preguntarles nada. Mientras ella preparaba los cafés, Miguel, Morales y Manuel se sentaron. Manuel, de frente a la barra, no podía dejar de mirar a la muchacha de la que se había enamorado. Elvira, Miguel y Sara hablaban. Morales, mientras tanto, observaba la escena callado. Miró a Manuel y siguió la mirada de éste hasta Julieta. Morales sonrió.
- Entonces- estaba diciendo Elvira- coméis con nosotros y cuando Miguel vuelva al cuartel, tú, Sara, te vas a casa porque Flor va a ir a tomar el té. Prepararás con Mary las cosas que necesites llevar para esta noche y mañana y Miguel te acompañará a casa, cuando salga del cuartel, para la hora de la cena. Después de cenar, regresará a vuestra casa, solo, porque no os veréis hasta mañana en la Iglesia, donde Miguel acudirá con Morales. ¿ Estáis de acuerdo ?
- Si- contestaron Sara y Miguel al unísono.
- ¿ Morales ?- Elvira quería asegurarse de que Morales sabía que tenía que ir a casa de Miguel para ir con él a la iglesia.
- Si. De acuerdo. Yo tengo que ir a buscar a Miguel. No te preocupes que no se me olvida. Y a Paca tampoco.
- Pues una cosa menos que aclarar- sentenció Elvira satisfecha- Está todo listo. Tu ramo de flores llegará mañana desde Villareja.
- No sé qué haría sin tu ayuda, Elvira- dijo Sara agradecida- Sé que es una boda sencilla, pero aún así, te estás tomando muchas molestias. Gracias.
- No me agradezcas nada. Lo hago encantada- Elvira puso una mano sobre la de Sara mientras la miraba con cariño. Sara sonrió- Bien. Pues como ya está todo planeado, podemos estar tranquilos- Elvira dio un trago a su té.
- ¡ Julieta !- se oyó la voz de Pepe, que había salido del almacén- Ve donde la Maña a por vino.
- ¿ Tiene que ser ahora ?- dijo Julieta desde la mesa, donde había vuelto a sentarse.
- Si- el alcalde fue rotundo. Puso las garrafas en la barra y miró a su hija serio, autoritario.
- Voyyy- dijo Julieta enfadada levantándose de la mesa
- Pero, ¿ Cómo va a ir la muchacha cargada con dos garrafas, que tiene que traer de vuelta llenas ?- dijo Morales- Deja que Manuel se tome el café y la acompañe. Cuando lo hemos encontrado, iba camino de la posada. No creo que le importe acompañar a tu hija.
- No me importa- dijo Manuel.
- No os preocupéis- dijo Julieta- Deja que Manuel se tome el café tranquilamente. Voy sola. Bastante tiene con molestarme a mí, como para molestar a nadie más- Mirando enfadada a su padre, cogió las garrafas y salió de la taberna
Miguel hizo un gesto con los ojos a Manuel que, de un trago, tomó su café y salió veloz de la taberna, con intención de alcanzar a la muchacha.
Todos habían presenciado la escena. Sara y Elvira sonreían satisfechas. No iban a tener que hacer nada para que los dos jóvenes pasaran tiempo juntos. Sin quererlo, Pepe y Morales habían provocado una situación perfecta. Pepe, resoplando, volvió al almacén y Morales tomó entre sus manos el café.
- El amor está en el aire- dijo satisfecho antes de dar un trago. Miguel, Sara y Elvira lo miraron sorprendidos y estallaron en carcajadas- No os riáis. Sólo hay que observarlos un poco para darse cuenta. Estos dos- susurró- Están completamente enamorados.
- Anda, casamentero- dijo Miguel después de apurar su café- Es hora de volver al trabajo- Se levantó y fue a pagar- Te veo a la hora de la comida, preciosa- le dio un suave beso en los labios- Hasta más tarde, Elvira. Cuídamela mucho- le guiñó un ojo.
- Eso no hace falta que me lo pidas, Miguel Romero- protestó Elvira
- Lo sé. Sé que no hace falta- para sorpresa de Elvira, Miguel le dio un beso en la mejilla- Gracias por hacerlo. Morales… vayámonos.
- Si, capitán- se levantó- Señora Elvira, milady, un placer. Hasta luego.
- Adiós- dijeron Sara y Elvira a la vez. Y vieron marcharse a Miguel y a Morales.
- Y bien, Sara- dijo Elvira- ¿ Qué te apetece que hagamos ?
- Podríamos ir paseando hasta la posada. Así veo a la Maña. Ayer casi no tuve tiempo de hablar con ella
- ¿ A la posada ?- Elvira tenía que impedir que Sara fuera a la posada a toda costa- Manuel podría pensar que le estamos controlando. No es buena idea que se sienta presionado si queremos que las cosas salgan como pensamos.
- Entonces, vamos a mi casa y me ayudas a elegir qué vestido me pongo mañana.
- Buena idea- Elvira aceptó. No quería que Sara sospechara nada del vestido que le daría, por fin, esa noche- Vamos entonces.
Y tras despedirse de Pepe, se fueron a casa de Sara.
#2904
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 17:48
Manuel alcanzó enseguida a Julieta.
- Espera, que yo llevo eso- ofreció Manuel. Sin darle tiempo a decir nada, cogió las garrafas que llevaba. Al cogerlas, sus manos se rozaron y un rubor invadió el rostro de la muchacha.
Manuel se sentía turbado. Una sensación hasta entonces desconocida para él, lo invadió al sentir el contacto de la suave piel de Julieta.
- No te enfades con tu padre, Julieta. Tu rostro es demasiado hermoso para estar enfadado.
- ¡ Cinco minutos, Manuel ! ¡ Sólo tenía que esperar cinco minutos ! Después del tiempo que he estado esperando que Sara volviera, mi padre tenía que haberse dado cuenta de que quería estar con ella. Cinco minutos no me parece mucho tiempo.
- No lo es- dijo Manuel- Pero ya sabes que tu padre es así. Tienes que hacer las cosas cuando él te manda. Con el tiempo, se dará cuenta de que no tiene que ser así, pero no tienes que enfadarte. Es tu padre. Es mejor tener un padre gruñón que no tener padre.
- Pero…- Julieta miró a Manuel a los ojos. Le encantaban esos ojos de mirada intensa y sincera. Esos ojos que la tenían encandilada desde la primera vez que se habían encontrado con los suyos. No se lo había dicho a nadie, pero estaba profundamente enamorada de él. Pero era un amor que callaba, porque no había tenido a la persona adecuada para confesarlo. Si hubiera tenido a Sara cerca, se lo habría contado sin ninguna duda. Ella le entendería y sabría aconsejarle. Pero por el momento, no había tenido ocasión de hacerlo. Y era un secreto que le oprimía el pecho y que tenía ganas de gritar a los cuatro vientos. Estaba enamorada de él con toda su alma. No le importaba que una vez hubiera sido bandolero. No le importaba nada qué hubiera hecho en el pasado. Ella le amaba y sólo deseaba que él sintiera lo mismo por ella. Pero estaba segura de que, como todos, él también la veía como a una muchacha. Y ella quería, ansiaba, que la viera como una mujer. Una mujer que le quería con todas las fuerzas de su corazón y que haría cualquier cosa por él. Por eso, muchas veces se enfadaba y lo trataba con indiferencia. Pero no se enfadaba con él, no podía hacerlo. Se enfadaba consigo misma por no ser capaz de hacer nada para que él dejara de verla así.
Tomaron el camino que llevaba casi a los límites del pueblo, donde estaba la posada. El camino estaba desierto.
- Ahora o nunca- pensó Manuel. Dejó de caminar. Cogió una flor de las muchas que había al borde del camino y se la entregó a la joven, que la recibió con ilusión- Para que se te pase el enfado- dijo el muchacho.
- Gracias, Manuel- impulsivamente, Julieta le besó la mejilla. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se puso roja- Perdona. No he debido hacerlo.
- ¿ Por qué no ?- replicó Manuel divertido por el intenso rubor de la joven. Por lo visto, no era el único que se sentía turbado- A mí no me ha parecido mal. Me ha gustado.
- ¿ Te ha gustado ?- Julieta no sabía cómo reaccionar. Su corazón empezó a latir de forma agitada. Pensaba que latía tan fuerte que incluso Manuel podría oírlo.
- Ven- dijo Manuel- Sentémonos.
- ¿ Aquí ?- Julieta miró a su alrededor.
- Bajo ese árbol- señaló un gran árbol que había a un lado del camino, pero resguardado de la vista de cualquiera que pasara por allí- A estas horas no suele pasar por aquí un alma, y si pasan, no nos verán, pero si te sientes más tranquila, podemos hablar en otro lugar.
- No- habló apresuradamente la joven- Allí está bien
Ambos fueron hacia el árbol. Julieta se sentó y una vez que dejó las garrafas en el suelo, Manuel se sentó junto a ella.
- Verás Julieta- comenzó a decir el joven, sin saber muy bien cómo continuar. Decidió seguir los consejos de Miguel y hablarle con el corazón- Igual me das un bofetón cuando oigas lo que tengo que decirte, pero aún así lo diré. Si no lo hago, acabaré volviéndome loco. Vio que Julieta lo miraba expectante- Tú me gustas. Me gustas mucho. Desde el primer día que te ví no he podido dejar de pensar en ti. Me gustaría conocerte más y dejar que tú me conozcas a mí. Me gustaría pasear contigo, charlar, hacerte reír. En una palabra: conquistarte. Quiero ganarme tu corazón y hacerte feliz- Miró a Julieta que le escuchaba en silencio, sin dejar de mirarle- Sólo quería que lo supieras pero ahora me siento ridículo. Sé que una chica como tú jamás se fijaría en un tipo como yo. Si te he molestado, te pido disculpas.
- No te disculpes, Manuel. Es muy bonito lo que acabas de decir. Entiendo que te cueste hablar con el corazón. Es difícil. Pero ya que tú has sido valiente y sincero, también voy a serlo yo- Julieta respiró profundamente- Tú también me gustas a mí. Mucho. Desde la primera vez que te vi. Siempre oí hablar del Chato y sinceramente, no muy bien. Pero cuando te conocí, tú estabas con Rafalín. Me di cuenta de que una persona con la mirada limpia como la tuya y que trata al que todo el mundo llama el tonto del pueblo como a un amigo, no puede ser malo. Supe que no eras como yo te había imaginado y he podido comprobar, igual que lo ha hecho todo el pueblo, que no estaba equivocada. Eres un hombre bueno, Manuel. No conozco las circunstancias que te llevaron a ser un temible bandolero, pero no me importan, salvo que tú algún día quieras contármelas. Me importas tú y lo que eres. Y lo que siento por ti. Desde el día que te vi por primera vez, te metiste en mi cabeza. No puedo dejar de pensar en ti, como no puedo evitar desear verte cada día. Eres mi sueño y mi dolor.
#2905
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 17:49
- ¿ Tu dolor ?- dijo el Chato- Yo quiero ser cualquier cosa menos tu dolor, Julieta. No lo entiendo.
- Mi dolor porque nunca pensé que tú sintieras lo mismo que yo. Nunca pensé que te fijarías en mí como para querer conquistarme. Pensaba que me veías como todo el mundo. Como una niña. Y sufría al pensar que nunca me corresponderías. No imaginas cuántas veces he llorado pensándolo.
- Tú no eres una niña, Julieta. Eres una mujer. Una mujer hermosa. La más hermosa. Y si tú me lo permites, nunca voy a permitir que te sientas de otra forma. Y nunca te haré llorar, te lo prometo.
Julieta se arrojó a los brazos de Manuel, que la acogió en ellos feliz. Y sintió en ese momento, mientras la abrazaba, que no quería separarse nunca de ella. Y se sintió fuerte y capaz de cualquier cosa.
- ¿ Puedo hacer una cosa ?- preguntó
- ¿ Qué cosa ?- preguntó Julieta intrigada aún cobijada en los brazos de Manuel.
- Algo que llevo mucho tiempo deseando: besarte y tenerte entre mis brazos mientras lo hago.
Julieta lo miró sonriendo.
- Hazlo- dijo atrevida- Haz mis sueños realidad. Nunca antes me han besado. Tú serás quien me dé mi primer beso y no quisiera que fuera nadie más.
- Espero que este beso sea el primero de muchos más- dijo Manuel también sonriendo. Después, sin dejar de mirarla a los ojos, la atrajo hacia él y le dio un suave beso en los labios. Luego, se separó de ella para ver su reacción. Su cara arrebolada, pero feliz, le indicó que le había gustado y sus labios, entreabiertos, le hicieron desear volver a besarla. Y lo hizo. Esta vez, el beso fue más largo. Saboreó su boca y poco a poco, con cuidado de no asustarla, introdujo su lengua. Julieta, lejos de sentirse incomodada, hizo lo mismo, mientras rodeaba el cuello masculino con sus brazos y le acariciaba la nunca. Manuel sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Se separó de ella.
- Será mejor que vayamos a por el vino- dijo atropelladamente.
- ¿ No te ha gustado ?- dijo Julieta con pesar.
- Al contrario. Me ha encantado. Me quedaría aquí besándote todo el día, pero sé que no podría controlarme y quiero ir despacio. Eres demasiado importante para mí como para comportarme como un salvaje.
- Entonces, ¿ Te ha gustado ?- Julieta estaba emocionada. Su primer beso, del hombre que se había adueñado de su cabeza y de su corazón.
- Mucho- dijo Manuel acariciándole suavemente la mejilla. Después se levantó y tendió sus manos hacia la muchacha para ayudarla a levantarse. Cuando estuvo ya de pie, la acercó de nuevo a su cuerpo y la volvió a besar- Mucho- repitió cuando se separó de ella- Ahora, es mejor que nos vayamos.
- Si. Será lo mejor- Julieta estaba feliz. Sentía que no podía dejar de sonreír y que todo el mundo se iba a dar cuenta de lo que había pasado entre Manuel y ella.
Reanudaron el camino a la posada. Caminaban juntos. Manuel llevaba las dos garrafas vacías en una mano. La otra, la que estaba al lado de Julieta, estaba libre. Poco a poco, con timidez, la mano de Julieta y la de Manuel fueron entrelazándose. Así, de la mano, llegaron a la parte de atrás de la posada, donde se separaron. Entraron a la posada con la mayor naturalidad de la que ambos eran capaces. Una vez la Maña llenó las garrafas, Manuel volvió a cargar con ellas.
- No hace falta Manuel. Yo puedo llevarlas. Siempre lo hago.
- Julieta, soy un caballero y no voy a dejar que lleves esto. Pesa demasiado.
- Ya podía haber venido tu padre, que tiene más fuerza- dijo la Maña- Ya le voy a decir yo cuatro cosas en cuanto lo vea. Gracias, Manuel. Eres muy amable llevándolas tú.
- No pasa nada, Maña. Un poco de ejercicio no me viene mal. Además, tengo que volver al pueblo. Hay una cosa importante que tengo que hacer. ¿ Vamos, Julieta ?
- Si, vamos. Hasta luego, Maña- dijo la joven
- Adiós- dijo Manuel.
- Adiós- dijo la Maña, volviendo a sus quehaceres.
- ¿ Qué tienes que hacer en el pueblo ?- preguntó Julieta con curiosidad en cuanto salieron.
- Después te lo digo. Ahora vamos- El Chato siguió andando y la joven con él.
A mitad de camino, la muchacha volvió a preguntar.
- ¿ Qué es lo que tienes que hacer tan importante ?
Manuel dejó las garrafas en el suelo y miró a su alrededor.
- Besar a mi novia- dijo antes de unir sus labios a los de Julieta.
- Tu novia- repitió Julieta sonriendo- Me gusta.
- Ahora espero que le guste también a tu padre- Manuel se puso serio.
- No se lo digamos aún. Mi padre no debe saberlo o me atará a la pata de la cama. Mejor estemos un tiempo así, como ahora. Disfrutemos de esta relación en secreto, sin que él se entere. Es la única manera de que no me tenga todo el día vigilada y ocupada. Hazlo por mí, Manuel. No le digas nada aún.
- Como tú quieras. No se lo diré. Lo que verdad me apetece es gritarlo a los cuatro vientos, pero no lo haré.
- Gracias- Julieta le dio un fugaz beso en los labios. Después prosiguieron su camino. Cuando llegaron a la taberna, Manuel dejó las garrafas y se despidió cortésmente del alcalde y de su hija. Salió con una sonrisa que no podía evitar.
- Sara me ha dicho que cuando puedas vayas a su casa- dijo Pepe- Pero ahora me temo que es tarde y ya estará en casa del Gobernador. Será mejor que vayas después de comer. No me ha dicho para qué te quiere. Sólo que vayas.
- Bien. Iré después- deseaba contarle a Sara lo que le había pasado. Subió a su habitación y se tumbó en su cama. Abrazada a la almohada, disfrutó de nuevo recordando los besos que Manuel le había dado y las palabras tan hermosas que le había dedicado.
#2906
Campanillanj
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10/10/2012 17:55
Sara y Miguel se volvieron a ver en casa del matrimonio Hermida. Además de Abel y Elvira, cenarían también con ellos los oficiales, Juan, Catalina, Mercedes y Manuel. Comieron y charlaron animadamente, pero poco después de terminar de comer, Miguel pidió disculpas porque tenía que volver al cuartel. Manuel también se disculpó. Tenía que ir a buscar a Rafalín. Daría una vuelta por el pueblo y si no lo encontraba, lo buscaría por el monte.
- Yo también tengo que irme- dijo Sara- Aún me quedan cosas por preparar antes de venir esta noche a dormir.
- Te acompañaré a casa y después iré al cuartel- dijo Miguel.
- Podéis llevaros el coche- dijo Abel. No quería que su hija caminara demasiado. Estaba siendo demasiado ajetreo para ella.
- Gracias- dijo Sara- Lo enviaré después de vuelta.
- No lo vamos a necesitar- dijo Elvira- Está a tu entera disposición.
- Gracias, Elvira.
Y tras despedirse, los tres salieron de la casa. Ya en la calle, Manuel fue a marcharse a pie.
- ¿ No vienes con nosotros, Manuel ?- preguntó Sara- Podemos acercarte. Sé que no está lejos, pero no hace falta que vayas andando, cuando nosotros vamos hacia allí.
- No te preocupes, Sara. No tendré que andar mucho.
- Anda, sube al coche, Manuel- terció Miguel- Llevaremos a Sara a casa y después, nosotros iremos caminando hacia la plaza.
- ¿ Caminando ? Podéis usar el coche de mi padre.
- Será mejor que te lo quedes tú- dijo Miguel- Nosotros no vamos a necesitarlo.
- Pues me lo quedo yo. Lo necesitaré. Flor viene a tomar el té y no quiero que en su estado, regrese a casa andando. Julieta también vendrá y me parece que necesitará también el coche.
Miguel y Manuel le miraron con curiosidad.
- Cosas nuestras- dijo Sara sonriendo. A continuación fue hacia el coche. Los tres subieron y pusieron rumbo a la casa de Sara y Miguel. Una vez allí, Miguel la acompañó hasta la puerta, mientras Manuel se quedaba junto al coche, dándoles la intimidad que, suponía, ambos deseaban.
- Pásalo bien, mi amor- dijo Miguel- Vendré a buscarte para ir a cenar.
- ¿ Podrás ?
- No lo dudes, preciosa. Vendré. No se te ocurra irte sin mí.
- No lo haré, mi vida. Te estaré esperando- dijo Sara.
- Te amo- Miguel le dio un beso apresurado- Pero muy a mi pesar, debo irme
- Lo sé. Vete tranquilo. Estaré bien. Te quiero
Sara se quedó en la entrada viendo alejarse a su prometido y a su amigo, contenta de que se llevaran tan bien. Cuando los vio alejarse, entró.
- ¿ Hacia dónde vas ?- preguntó el capitán al ex bandolero.
- A ningún sitio en concreto- respondió él- Pero quería hablar contigo.
- Imagino de qué- dijo Miguel- Estás más animado que esta mañana y en varias ocasiones, durante la comida, me he dado cuenta de que estabas sumido en tus pensamientos y sonreías. Eso me hace pensar que el paseo a la posada ha ido bien.
- Si, ha ido bien- Manuel no podía ocultar su felicidad y sonreía. No podía dejar de hacerlo- Ha ido muy bien. Le he dicho lo que siento por ella y ¿ sabes ? Ella me ha confesado que siente lo mismo por mí. Y la he besado. Le he pedido que sea mi novia, y ella ha aceptado.
Miguel le escuchaba con atención y sonreía.
- Me alegro mucho por ti. Has sido valiente y sincero y has tenido tu recompensa.
- Sí. Ha merecido la pena. Estoy feliz. Gracias, Miguel.
- No he sido yo, has sido tú. Yo sólo te he hecho ver que tenías que dejar que conociera al verdadero Manuel. Ahora bien, no me gustaría estar en tu pellejo cuando Pepe se entere.
- Por el momento no se va a enterar. Te juro que yo estaba totalmente dispuesto a hablar con él. Quiero hacer las cosas bien, pero Julieta prefiere que aún no lo sepa. Dice que la ataría a la pata de la cama y que si no se entera, ella tendrá más libertad para ir de aquí para allá y poder vernos. Sé que no está bien que nos amemos a escondidas. Sé que Pepe debería saber que estoy cortejando a su hija, que somos novios, pero haré lo que ella me pide. No quiero que se enfade conmigo y, por supuesto, no tengo ninguna gana de no verla porque está atada a la pata de la cama. Sé que me guardarás el secreto, Miguel. Confío en ti y sentía que tenía que contártelo. Tenía que compartir con alguien lo feliz que me siento y no se me ocurre nadie mejor que tú, que me has hecho verlo todo diferente. Yo sabía que si tenía que pedir consejo a alguien, ese alguien eras tú, y no me equivocaba. Gracias, Miguel.
- Si piensas que te he servido de ayuda, te diré que ha sido un placer. Pero tengo que pedirte una cosa: cuídala.
- Es lo único que quiero hacer. Quererla y cuidarla.
- Me alegra oír eso, Manuel.
Ya habían llegado a la puerta del cuartel. Se quedaron hablando un rato más en la puerta. De pronto, Miguel sonrió.
- Ahí tienes a tu novia- dijo- Mejor será que vuelva al trabajo. No queremos que piense que lo sé, ¿ no ?
- Mejor no- respondió Manuel riendo
- Entonces, hasta luego- Miguel saludó con la mano a Julieta antes de entrar al cuartel.
#2907
Campanillanj
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10/10/2012 17:58
- ¿ Dónde va la mujer más bonita de este pueblo ?- susurró Manuel a Julieta cuando ella llegó a su lado.
- Voy a ver a Sara. Le ha dicho a mi padre que quería verme.
- Lo sé. Imagino que te está esperando. Ha dicho que ibas a ir.
- Entonces no quiero hacerla esperar. ¿ Me acompañas ?
- ¡ Cómo no ! Estaré encantado de hacerlo.
Fueron caminando hacia la casa de Sara y Miguel. Era un camino corto, que ambos recorrieron despacio, como si no quisieran llegar nunca. Pero llegaron. Manuel aprovechó un recodo del camino, desde el que nadie podía verlos para atrapar a Julieta entre sus brazos y besarla.
- Estaré pensando en ti todo el tiempo.
- Y yo en ti, Manuel. No puedo dejar de hacerlo.
- Bien, te acompaño hasta la puerta y me voy.
- ¿ Dónde vas a ir tú ? No quiero que pienses que tienes que darme explicaciones de lo que haces, pero quería pedirte un favor.
- No me importa que me preguntes. No voy a tener secretos para ti. Voy a ver si encuentro a Rafalín para traerlo al pueblo. Habrá que darle un baño para la boda. Después, puedo hacer lo que me pidas.
- Era eso lo que te quería pedir: que buscaras a Rafalín. Hace días que no lo veo. Ni siquiera sabe que su sita ha vuelto.
- Pues no te preocupes porque lo encontraré, me cueste lo que me cueste. Lo traeré y haré que se dé un buen baño y se quite esas pieles para mañana. Elvira ha preparado un traje para él.
- Pues tráelo, Manuel. Sé que tú puedes encontrarlo. Ahora, tengo que irme. Sara me está esperando.
- Pasadlo bien. Yo me voy también. Cuanto antes vaya, antes volveré- volvió a besarla- Te…- carraspeó- Te echaré de menos.
- Y yo a ti. ¿ Pasarás más tarde por la taberna ? Me gustaría verte, aunque no pueda estrecharte entre mis brazos.
- Iré en cuanto pueda, pero iré. Quiero verte antes de que acabe el día para poder dormir feliz. Ahora, tengo que irme, aunque no quiera. Cada vez me cuesta más separarme de ti.
Como respuesta, Julieta le dio un beso en los labios mientras la acariciaba la mejilla- Hasta más tarde. Y fue hacia la puerta de la casa. Manuel la vio alejarse y llamar. Mary le abrió enseguida. Julieta se giró para mirar a Manuel antes de entrar y le sonrió. Después, entró en la casa, deseando que Manuel encontrara pronto a Rafalín, para poder volver a verlo pronto. Sara le estaba esperando en la sala.
- Hola Julieta. Pensaba que al final no vendrías. Me alegro de que lo hayas hecho.
- Hola Sara- Julieta saludó con entusiasmo. Estaba feliz, no sólo por lo que había ocurrido entre ella y Manuel. Estaba feliz también por tener a Sara cerca. Tenían una estrecha relación. Para Julieta, Sara era la hermana que nunca había tenido. Para Sara, que tampoco sabía lo que era tener hermanos, Flor era como su hermana mayor y Julieta era su hermana pequeña- ¿ Cómo te encuentras ? ¿ Necesitas algo ?
- No, gracias. Te he hecho venir por otra cosa. Siéntate- ofreció Sara.
- No podría. Estoy demasiado emocionada para sentarme y estarme quieta- al ver que Sara levantaba las cejas y la miraba interrogante, procedió a explicarse- ¡ Te he echado tanto de menos, Sara ! Me has hecho mucha falta. Mucha. Me sentí muy triste cuando pensé que no ibas a volver. Cuando detuvieron a Olmedo y se destapó la verdad sobre ti, sentí mucho miedo, pero afortunadamente, te concedieron el indulto. Tú sabes que yo siempre admiré al bandolero del rifle que tanto ayudó al pueblo. Cuando supe que eras tú, me sentí muy orgullosa de ti y de ser tu amiga. Y supe que no tardarías en regresar.
- Tú eres para mí más que una amiga, Julieta y sé que puedo contar contigo, como tú sabes que puedes acudir a mí siempre que me necesites.
- Lo sé- dijo Julieta- Claro que puedes contar conmigo. Eres como mi hermana mayor y te quiero y te admiro- entonces sí se sentó. Lo hizo al lado de Sara- Y por ese aprecio y esa confianza que te tengo, quiero que seas la primera persona a la que le voy a contar lo qué me pasa.
- Soy toda oídos. Cuéntame- Sara tenía la sospecha de que lo que Julieta tenía que contarle tenía que ver con Manuel y la veía tan feliz, que estaba deseando saberlo todo- Tiene que ser algo bueno. Estás radiante.
- No es bueno, Sara. Es buenísimo. Me ha ocurrido algo que deseaba desde hace tiempo y que nunca, ni en mis mejores sueños, pensé que llegara a suceder.
- Me tienes intrigada- dijo Sara- ¿ Quieres tomar algo antes de contármelo ?
- No, gracias. No podría tomar nada.
- Ay, que ya sé lo que te pasa. Yo pasé por lo mismo. Lo que te pasa es que estás enamorada.
- ¡ Si !- exclamó Julieta- ¿ Tanto se me nota ?
- Para mí, que te conozco, es evidente. Pero quizás es porque vienes dispuesta a contármelo y no escondes tus sentimientos. Ahora, dime quién es el afortunado que ha logrado conquistar tu corazón, aunque imagino quién puede ser.
- Es Manuel- confesó Julieta con una sonrisa- Desde que lo conocí, no puedo dejar de pensar en él. No puedo quitármelo de la cabeza. Sólo deseo verlo a cada instante y cuando lo veo, mi corazón se vuelve loco.
- Imaginaba que era él quien te hace sentir así. Lo imaginaba desde ayer. Pero dime, ¿ él te corresponde ? No quisiera que sufrieras. Manuel es bueno y pienso que hacéis una bonita pareja, pero para eso, ambos debéis sentir lo mismo el uno por el otro- Sara se había dado cuenta de que el chato sentía algo muy profundo por la joven, pero quería saber en qué punto estaba la historia- ¿ Qué sabes de los sentimientos de Manuel por ti ?
- Le gusto, Sara. Él mismo me lo ha confesado esta mañana, cuando íbamos a la posada. Siente lo mismo por mí que yo por él. Nunca pensé que ocurriría, pero es cierto. Y estoy más que feliz. Manuel es maravilloso. Es amable, cariñoso, noble. Y sus besos son…
- ¿ Sus besos ?- Sara estaba sorprendida- ¿ Te ha besado ?
- Si. Me ha besado. Y ha sido maravilloso- Julieta le contó a Sara lo que había pasado esa mañana entre ella y Manuel. Su confesión, la de ella, el primer beso, el segundo, la parada en el camino de vuelta, su encuentro en la puerta del cuartel y cómo la había acompañado hasta allí. Todo. Sara la escuchaba emocionada y se alegró mucho cuando la joven le dijo que ella y Manuel se habían hecho novios.
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#2908
Campanillanj
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10/10/2012 17:59
- ¡ Es una noticia estupenda, Julieta !- Sara la abrazó- Manuel es un gran hombre y sé, porque lo conozco, que si te ha dicho todas esas cosas, es porque las siente de corazón. Me alegro mucho por los dos.
- Gracias Sara. Sabía que me escucharías y me comprenderías, pero tengo que pedirte discreción. Manuel estaba dispuesto a hablar con mi padre, pero le he pedido que por el momento, no lo haga. Mi padre no lo aprobaría. Piensa que aún soy una niña. Prefiero llevar esta relación en secreto y disfrutar de ella. Quiero poder escaparme de la taberna con alguna excusa para verlo y quiero también que él pueda venir a verme a mí, sin que mi padre le espere con una escopeta.
- Te entiendo, así que no te preocupes. Tu secreto está a salvo conmigo y te ayudaré en lo que me sea posible. Pero a cambio, tienes que prometerme que irás despacio.
- Eso mismo ha dicho Manuel. Que quiere ir despacio. Dice que soy demasiado importante para él como para comportarse como un salvaje
Sara se quedó de piedra. No podía creer lo que estaba oyendo. Manuel debía amar a Julieta más de lo que reconocería ante cualquiera.
- Me alegra oír eso. Si Manuel lo ha dicho, es porque de verdad eres muy importante para él. ¿ Tú lo amas, verdad ?
- Con toda mi alma, Sara- afirmó Julieta- Yo nunca me había enamorado antes, pero sé que es él. Sé que es el hombre de mi vida y que sólo podré amarlo a él. Lo sé. Lo siento aquí- se llevó la mano al corazón.
- Pues me alegro por ti y por él. Y por vuestra relación secreta. Es emocionante. Aún así, tengo que avisarte de que hay gente que sospecha ya que estáis enamorados. Si alguien le hace algún comentario a tu padre, todo se iría al traste. Morales mismo se ha dado cuenta esta mañana. Por eso ha hecho que Manuel te acompañara. Si con su silencio puede evitarte un problema con tu padre, no dirá nada, pero hay que avisarle.
- Haz lo que consideres, Sara. Confío plenamente en ti y en tu criterio.
- Pues entonces, déjalo en mis manos. No tienes que preocuparte. Es más, entre todos, podemos propiciar que tú y Manuel coincidáis más. Incluso podemos, llegado el caso, tapar alguna escapada tuya. Pero por favor, ten siempre cuidado y nunca hagas nada que no te apetezca hacer, aunque él te lo pida- al ver que Julieta asentía con la cabeza, prosiguió- Ahora, vamos al piso de arriba. Quiero enseñarte algo que sé que te gustará. Por eso te he pedido que vinieras.
Subieron al piso de arriba y entraron en una habitación repleta de armarios, en los cuales había montones de vestidos. Uno de los armarios estaba abierto y Julieta fue mirando los vestidos uno a uno. Cada uno le gustaba más que el anterior.
- ¡ Son preciosos, Sara !- exclamó la hija del alcalde.
- Pues son tuyos. Los compré en Oxford para ti. Son vestidos preciosos, tienes razón. Y te quedarán de maravilla.
- ¿ Para mí ? Pero no puedo aceptarlos, Sara.
- Tienes que hacerlo, salvo que quieras que regrese a Oxford a devolverlos o se pudran en un armario.
Julieta no paraba de admirar los vestidos. Estaba encantada. En ese momento, tenía en sus manos un hermoso vestido verde
- ¡ Me encanta este, Sara ! Me gustan todos, pero este el que más- Se lo puso encima y se miró en el espejo. Se vio francamente bonita.
- Te sienta muy bien. Estás preciosa.
- Se me ocurre que podría ponérmelo mañana para la boda.
- Creí que te habías hecho un vestido muy bonito- dijo Sara
- Si, pero este es infinitamente mejor. ¿ Podría ponérmelo ?
- Es tuyo. Todos son tuyos. Puedes ponerte el que te dé la gana.
- Gracias, Sara. Eres la mejor persona del mundo- la abrazó
- No exageres, Julieta. Son sólo unos cuantos vestidos.
- No es sólo por los vestidos, Sara. Es por todo. Porque te portas tan bien conmigo que no encuentro las palabras adecuadas para expresarme. No sé si me lo merezco.
- Tú te mereces eso y más- Sara se sentía feliz de ver a la joven tan ilusionada. Y el vestido verde le sentaba de maravilla. Sara sonrió pensando en el momento en que Manuel la viera tan hermosa.
- Mary me ha dicho que estabais en el piso de arriba y he llegado aquí guiada por los gritos de júbilo de Julieta. Son inconfundibles- dijo Flor apareciendo en la puerta- Madre mía, esta casa es enorme. ¡ Estás preciosa, Julieta !
Y Julieta, emocionada, le enseñó a Flor los vestidos que le había regalado Sara. Después, con la ayuda de Mary, los metieron en un baúl que la joven prometió ir a buscar en cuanto encontrara a alguien que le ayudara. De momento, se llevaría el vestido verde que pensaba ponerse para la boda, por si ese mismo día no podía llevarse el baúl.
- Si veo a Manuel, le pediré que te lleve el baúl a casa- dijo Sara con picardía.
- Gracias, Sara. Ahora, tengo que volver al trabajo o los gritos de mi padre se oirán en Villareja. Adiós, chicas- dio un abrazo a Sara y otro a Flor y se marchó, dejándolas solas.
- ¿ Te enseño primero la casa o tomamos el té ?- preguntó Sara a Flor, aún sabiendo de antemano la respuesta.
- El té puede esperar. Mi curiosidad no. Estoy deseando ver esa famosa bañera.
- Pues te enseñaré la casa primero, aunque tengo que avisarte que la bañera será lo último que veas- Y rió ante las protestas de Flor, que la iba siguiendo por el pasillo, admirando cualquier estancia de la que Sara abría las puertas.
#2909
Campanillanj
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10/10/2012 18:01
Sara miró el reloj. Se estaba retrasando. Aunque no era tarde para cenar, sería menor el tiempo que podrían tener para estar solos. Se sentó ante el escritorio y comenzó a escribir una carta a Susan y otra para Lucy. Comenzó con la de Susan, a quien echaba profundamente de menos. Miguel entró en silencio. Estaba tan concentrada en lo que estaba escribiendo y sumergida en los hermosos recuerdos que le estaba contando a Susan, que Sara no se dio cuenta de que estaba allí, hasta que sus labios se acercaron a su cuello, y sintió el tibio aliento de su amado en él.
- Hola, mi vida- dijo Miguel mientras le daba, desde atrás, montones de suaves besos en el cuello- Siento el retraso.
Sara se giró.
- Lo importante es que ya estás aquí- dijo levantándose y abrazándolo. Te he echado de menos- Le dio un beso en los labios. Miguel la apretó contra su cuerpo- Sentémonos y cuéntame cómo te ha ido el primer día como capitán de Arazana.
- Todo ha ido bien. Sin mayor problema. Hemos hecho inventario de lo que tenemos en la armería y hemos confeccionado una lista, entre Morales y yo, de todo lo que tengo que pedir. He revisado los expedientes y también he estado con el coronel, que me ha puesto al tanto de los crímenes de Olmedo que yo desconocía y de su participación en negocios de contrabando. Me ha contado que, al poco de partir yo de viaje, descubrieron en el monte un cadáver que había sido asesinado por el mismo arma que Olmedo guardaba en su cajón. También tenía heridas de bala en las piernas. Cuando lo encontraron, les pareció un bandolero y pidieron a Manuel que intentara identificarlo. El cuerpo había sido casi devorado por algún animal, pero Manuel supo quién era por un cordón que siempre llevaba al cuello y no se lo quitaba, por lo visto, nunca. Era un tal Chinchilla.
- Lo conozco. No mucho, pero alguna vez estuvo en la cueva. Pertenecía a la antigua banda de Carranza, pero cuando ésta se disolvió él desapareció.
- Mi teoría es que de esa forma se enteró Olmedo de que tú eras la jefa de los bandoleros. Chinchilla debió decírselo y después, Olmedo le mató.
- Pues siento que muriera de ese modo, pero tengo que decir también que cuando lo ví por primera vez, tuve la sensación de que vendería su alma al diablo. En este caso, por lo visto, se la vendió a Olmedo. Y le costó la vida.
- Bien, mi vida. No te tienes que preocupar ya de ninguno de los dos.
- Pues no. Sólo tengo que preocuparme de ti y de nuestro hijo. Cuéntame qué mas has hecho.
- He tomado café con una mujer preciosa. Es una pena que esté prometida y se vaya a casar mañana. Era realmente hermosa.
- Yo he tomado té con un apuesto capitán de ojos azules que, casualmente, también se casa mañana. Era tremendamente guapo y sus preciosos ojos me hacían sentir, cuando me miraban, la mujer más especial del mundo. Si me hubiera pedido cualquier cosa, se la habría dado sin pensarlo.
- ¿ Si te hubiera pedido que le abrazaras, le habrías abrazado ?- preguntó Miguel.
- Si, por supuesto. Le habría abrazado así- abrazó a Miguel- Si me hubiera pedido que le besara, le habría besado así- besó apasionadamente a Miguel, que enmarcó el rostro de Sara entre sus manos.
- ¡ Qué hombre tan afortunado !- exclamó- Si llega a saber que si te pedía un beso en la taberna lo ibas a besar así, estoy seguro de que te habría pedido que le besaras.
- No. No lo habría hecho- replicó Sara.
- ¿ Cómo estás tan segura ?
- Porque te conozco, Miguel Romero y sé que no lo habrías hecho. Nunca me besarías en público de esta manera sin ser tu esposa.
- Tienes razón. Menos mal que mañana, por fin, te convertirás en mi esposa. Para toda la vida
- Y tú en mi esposo. Para siempre- dijo Sara. Y se volvieron a besar.
- Te echaré de menos esta noche, mi amor- dijo Miguel- No sé si podré dormir sin ti.
- Tendrás que hacer un esfuerzo, Miguel. Mañana será un día agotador. Puedes pedirle a Mary o a Doris que te prepare una infusión que te relaje. Si te sirve de consuelo, yo tampoco podré dormir sin mi almohada favorita- acarició el pecho de Miguel- Pero estoy decidida a hacer ese sacrificio. A partir de mañana, serás sólo mío.
- Siempre lo he sido, Sara. Desde el momento en que te vi por primera vez. En ese mismo instante, me robaste el corazón y te pertenece por completo.
- Como el mío a ti. Siempre ha sido tuyo- dijo Sara sonriendo- Por cierto, ahora que hablamos de robar el corazón, tengo que contarte que la historia de Manuel y Julieta va viento en popa. Cuando ha estado aquí Julieta, me ha contado todo lo que ha pasado esta mañana cuando, gracias a Morales que le ha animado, Manuel ha ido a acompañarla. Se aman y se han hecho novios. Julieta estaba feliz.
- También Manuel lo estaba- dijo Miguel- Creí que era un secreto que se han hecho novios, pero parece que no. Aunque claro, tenía que haberle dicho a Manuel que seguramente Julieta te lo contaría. Y él parece que no ha caído tampoco en ese detalle.
- ¿ Tú lo sabías ?- Sara estaba sorprendida
- Si. Manuel me ha contado esta mañana todo lo que siente por ella. Ha venido al cuartel a hablar conmigo. No lo hemos encontrado en la plaza. Pero hubiera despertado muchas dudas y preguntas si os hubiera dicho que Manuel estaba en el cuartel. Y él no quería que nadie se enterara de sus sentimientos. Le he tenido que convencer para que nos acompañara a la taberna. Quería ver, con mis propios ojos el comportamiento de Julieta ante su presencia. Y lo he visto tan claro como Morales. Es demasiado evidente. Tendrán que ser más cuidadosos con su comportamiento si no quieren que Pepe se acabe enterando.
- ¿ Manuel ha ido a hablar contigo ?- Sara estaba más sorprendida aún que hacía un instante- Es increíble. Nunca lo hubiera imaginado. Tú siendo el confidente del Chato. En verdad, la vida es caprichosa. Me alegro de que le hayas ayudado, Miguel. El Chato no ha estado nunca enamorado y esta situación es nueva para él.
- Pues no lo ha hecho nada mal- dijo Miguel- Ha debido ser un momento muy bonito. No sé la dimensión de los sentimientos de Julieta, pero te puedo asegurar que Manuel la ama con toda su alma. Y sólo quiere hacerla feliz. Te aseguro que daría su vida por ella.
- Julieta hace tiempo que está enamorada de él. Y si. Está completamente enamorada de él. Ella no ha estado enamorada nunca. Es una muchacha inocente, aunque pasional. Yo estoy segura de que ambos se aman de igual forma. Tenías razón. Julieta es la mujer que necesita Manuel. Ahora tenemos que intentar convencer a Morales de que no le haga ningún comentario a Pepe ni a nadie, salvo a Paca si siente la necesidad de contárselo a alguien. Pero Pepe no puede enterarse de momento.
- Lo sé. Julieta no quiere. Manuel estaba dispuesto a hacerlo hoy mismo. Quiere hacer las cosas bien, Sara. Julieta es lo que más quiere en el mundo y no quiere estropearlo.
- No lo estropeará- afirmó Sara- Estoy segura de que se ocupará de que esa relación funcione y hará que Pepe lo acepte cuando se entere, sin que quiera tenerla en casa castigada o la envíe a Sevilla. Lo que me sigue sorprendiendo es que Manuel haya acudido a ti en busca de consejo.
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#2910
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 18:02
El estaba convencido de que yo podría ayudarle. Ha buscado en mí consejo. ¡ Fíjate tú ! Yo dando consejos sobre el amor. Lo único que le he dicho es que tenía que hablarle con el corazón y que dejara que Julieta conozca al verdadero Manuel. Que se preocupe por ella y que la escuche. No podía decirle nada más.
- Pues te ha hecho caso, por lo visto. Le ha dicho a Julieta cosas muy bonitas. Estoy orgullosa de ti.
- También tengo que decirte que Manuel no te ha pedido consejo a ti ni quería que te enteraras porque está convencido de que sí, le ayudarías, pero también está seguro de que te burlarías de él.
- En otros tiempos, quizás sí lo hubiera hecho- dijo Sara- Pero la vida me ha enseñado que a uno le cuesta reconocer que esta enamorado y que el amor es algo muy serio. No. No me habría burlado de él. Tengo que contarte otra cosa- dijo Sara.
- ¿ Qué cosa ?- El tono de Sara de le había hecho sentir curiosidad.
- Le he dicho a Julieta que entre todos podemos propiciar que ella y Manuel se vean más.
- Me parece bien.
- Lo sé, pero quizás en algún momento tengamos que decir a Pepe alguna mentira para que no descubra lo que está pasando.
- No te voy a decir que no lo haré aunque preferiría que no se diera el caso. ¿ Tú sabes la que puede armar Pepe cuando se entere de que le hemos estado mintiendo ?
- Pues si, he pensado en ello, pero estoy convencida de que si ve a su hija feliz, se le pasará pronto. Y si no, ahí estará la Maña para hacerle entrar en razón.
- ¿ También lo sabe la Maña ? Pues parece que lo va a saber todo el mundo menos Pepe.
- No. Que yo sepa, a la única persona que se lo ha contado Julieta es a mí. Pero si la Maña se entera, estoy segura de que también nos ayudaría. Después de todo, siempre ha querido a Julieta como a una hija, aún cuando no estaba de amores con Pepe- Sara vió a Miguel sonreír.- ¿ Por qué sonríes ?
- Julieta, Flor y Marcial, Juan y tu tía, tu padre. Me estoy dando cuenta de que todo el mundo a nuestro alrededor se quiere. Los empleados, Manuel y y Elvira, Pepe y la Maña. Y nosotros.
- Y nosotros- dijo Sara- Como bien ha dicho Morales, el amor está en el aire.
Y ambos rieron al recordar la gracia con la que su querido amigo había dicho esa gran verdad.
- Bien, Sara- dijo Miguel cuando ambos terminaron de reír- Es hora de que nos marchemos. Tus padres nos estarán esperando. Por cierto, ¿ has hablado ya con Elvira ?
- No. Lo haré esta noche antes de dormir.
- Muy bien. Estoy orgulloso de ti, Sara- ofreció su brazo a Sara que se asió a él- Te acompaño al coche y vuelvo a por tus cosas. Espero que hayas metido también entre ellas el regalo de Susan y Lucy- sonrió con picardía.
- Mis cosas ya están en el coche. Y no. No he metido el regalo de Susan y Lucy. Eso mejor lo dejo para mañana, que será nuestra noche de bodas.
- Pues entonces, tendremos que pasar por aquí antes de ir al hotel de Villareja- dijo Miguel
- ¿ Al hotel de Villareja ?- dijo Sara- Creía que al tener nuestra casa no iríamos a ningún sitio. Que celebraríamos aquí nuestra noche de bodas.
- Tenemos toda la vida para amarnos aquí, pero mañana es una noche especial. Quiero que no la olvides jamás.
- Ya te dije dónde quería pasar mi noche de bodas, Miguel.
- Bien, y yo te dije que en tu estado, no puedes ir allá de noche. Hay que tener cuidado. Será más prudente pasarla en el hotel.
- Bien. No importa dónde la pasemos mientras estemos juntos. Sería igualmente especial si la celebrásemos en el refugio en el que nos cobijamos una vez. Yo lo que quiero es estar contigo, y el sitio me da igual- Sara hizo sonar la campanilla- Le diré a Mary que me traiga el paquete de Lucy y Susan.
Cuando Mary apareció, Sara le pidió lo que quería y la muchacha, que sabía dónde estaba fue rápidamente a traerlo.
- Sea donde sea, para nosotros será inolvidable, Sara- dijo Miguel abrazando a su amada-Ya te llevaré en otro momento a nuestro sitio especial. Si quieres, cuando volvamos de Villareja hacemos un alto en el camino. Te llevaría a tantos sitios que podríamos estar toda la vida celebrando nuestra noche de bodas, mi amor.
- Suena tentador, Miguel. No me digas eso que se me ocurren muchos sitios a los que podrías llevarme.
- Y yo te llevaría a todos ellos sin dudarlo- Miguel la estrechó entre sus brazos.
Mary llegó con el paquete que Sara le había pedido. Miguel lo cogió.
- Entonces, ¿ ya lo tienes todo preparado ?
- Si- respondió Sara- Está todo. Lo que no he podido encontrar ha sido mi falda granate y mi blusa verde
- ¿ Y para qué las quieres ? ¿ Piensas casarte con ello ?
- No. El vestido que pienso ponerme para la boda ya está preparado y en el coche.
- Pues entonces, ya buscarás esa ropa en otro momento- Salieron hacia el coche. Miguel ayudó a subir a Sara y partieron hacia la casa de los Hermida, de donde Sara saldría directa, al día siguiente, hacia la iglesia.
#2911
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 18:03
Cuando llegaron a casa de Abel y Elvira, éstos, junto a Catalina, les estaban esperando. Nadie más cenaría esa noche con ellos.
- A los oficiales les han invitado a cenar en Villareja. Juan y Mercedes están cenando en casa de Flor y Marcial y Manuel estaba intentando dar un baño a Rafalín. Ha dicho que no le esperemos porque le iba a costar bastante dejarlo limpio como la patena, pero ha prometido que lo conseguirá. Después, irá a picar algo a la taberna- esto último lo dijo con una sonrisa- Así que, como ya estamos todos, pasemos al comedor.
Cenaron tranquilamente. La conversación giró en torno a la boda.
- Todo está preparado- dijo Elvira- Hasta el último detalle. Sólo tenéis que preocuparos de acudir a la iglesia, y no creo que se os olvide. Tenéis tantas ganas de casaros que seguro que no os importaría hacerlo aquí y ahora.
- Así es- dijo Sara mirando con devoción a Miguel.
- Pues ya no queda nada, así que no hay de qué preocuparse, hija- dijo Abel- Mañana, por fin, te convertirás en la esposa de Miguel Romero. Cumplirás lo que ansias desde hace tanto tiempo.
- Estamos todos emocionados- dijo Elvira- Siempre es bonito ver que triunfa el amor. Es emocionante que, después de todo lo que habéis sufrido, después de lo que habéis tenido que luchar, podáis sellar vuestro amor ante los ojos de todos y de Dios. Seguramente estaréis tan nerviosos que posiblemente, esta noche os costará conciliar el sueño, sobre todo a una que yo me sé- Elvira vio a Sara sonreír- Por eso, he hablado con Marcial y le he pedido algo para que estés tranquila y puedas dormir. Mañana serás la novia más hermosa del mundo.
- No sé si seré la novia más hermosa del mundo- dijo Sara- Pero os aseguro que sí seré la novia más feliz.
- Por supuesto que serás la novia más hermosa del mundo- dijo Miguel
- Con que lo sea para ti, para mí es suficiente- replicó Sara.
- Es normal que estéis nerviosos- dijo Catalina- Es un día muy importante. A pesar de que ya os sentís unidos para siempre, la boda os unirá de forma legal y ante los ojos de todos. Piensa, Miguel, que tu nuevo estado civil te permitirá vivir en tu propia casa. De otra forma, tendrías que dormir en el cuartel. Para vosotros será un puro trámite, pero no debéis olvidar que es importante. Y la prueba de que así lo consideráis, es que estáis los dos nerviosos y deseando que llegue mañana. Sara está nerviosa, si. Pero no es la única. Miguel está tan nervioso como ella.
- Tienes razón, Lita- dijo Miguel- Pero más que nervioso estoy ansioso. Quisiera que ya fuera mañana, pero esperaré pacientemente e intentando mantener la calma. Es el último tramo del camino. No voy a decir que haya merecido la pena todo el sufrimiento, porque ojalá no hubiéramos tenido que pasarlo. Pero sí diré que todo lo que hemos sufrido ha hecho que seamos conscientes de la magnitud de este amor que sentimos. Han sido pruebas de las que nuestro amor ha salido fortalecido. Y hemos demostrado que nada ni nadie podrá nunca destruirlo- tomó la mano de Sara y se la llevó a los labios.
- Yo te querré siempre, Miguel- dijo Sara- Siempre.
- Y yo a ti, Sara. Toda la vida.
- Al final nos vais a hacer llorar y eso que aún no ha llegado el momento de casaros- dijo Elvira.
- Pues no es nuestra intención- dijo Miguel- Lo siento.
- No tienes que disculparte- dijo Abel- Es bonito veros así. A mí me encanta ver el amor que os profesáis. Estoy orgulloso y tengo que reconocer que, también estoy nervioso. Me vendrá bien una tisana de esas que le vas a preparar a Sara. Me temo que me costará también conciliar el sueño.
- Pues habrá tisanas para todos- dijo Elvira feliz- ¿ Tú la tomarás aquí o en casa, Miguel ?
- La tomaré en casa- dijo el capitán. Me iré en cuanto terminemos de cenar. Tengo que descansar y aunque no tenga que preparar tantas cosas como Sara, tengo que preparar unas cuantas. Espero que los nervios no hagan que Sara se despierte con malestares. Me temo que mañana será un día de mucho ajetreo para ella.
- Eso no lo pongo en duda- dijo Abel- Mañana esta casa será una auténtica locura.
- Intentaremos que sea lo menos ajetreado posible, pero estoy segura de que se despertará bien, como hoy. La felicidad te hace despertarte de manera distinta. Y tú- añadió dirigiéndose a su esposo- Vas a disfrutar, aunque no quieras reconocerlo, con ese ajetreo, porque lo que resultará de él, te va a hacer sentir el padre más orgulloso del mundo.
- Tienes razón, Elvira- reconoció Abel- El momento de ver bajar a mi hija para llevarla hasta el altar, donde la estará esperando el hombre que ama y al que yo quiero desde hace tiempo ya como un hijo, será especial e inolvidable. Y sí, tienes razón. Me siento ya y me sentiré en ese momento, el padre más orgulloso del mundo.
- Gracias, padre- dijo Sara emocionada- Para mí es un regalo llegar de tu brazo al altar.
- Imagínate lo qué será para mí- dijo Abel sonriendo mientras miraba a su hija con infinito cariño- Un auténtico privilegio. Un sueño que jamás pensé que llegara a hacerse realidad.
Sara abrazó a su padre, a quien tenía sentado al lado. Estaba emocionada. Abel le acariciaba suave y cariñosamente la cabeza. Miguel, Elvira y Catalina observaban la escena emocionados. Cuando padre e hija se separaron, Sara le acarició la mejilla y limpió una lágrima que resbalaba por la mejilla de su padre.
- Te quiero, hija- dijo Abel
- Y yo a ti. Mucho- dijo Sara también a punto de llorar. Y entre padre e hija no hicieron falta más palabras. Permanecieron un rato mirándose. No hacía falta decir nada más.
- ¡ Ufff !- oyeron decir a Elvira después de un rato en que todo había estado sumido en un profundo y emotivo silencio- Os lo he dicho. Al final vamos a llorar todos.
- Antes de que eso pase, yo tengo que decir que debo retirarme- dijo Miguel tras mirar su reloj- Se está haciendo tarde y como he dicho, tengo unas cosas que hacer.
- Te acompaño a la puerta- dijo Sara.
Miguel se despidió de Abel, de Elvira y de Catalina y fue, acompañado de Sara, hasta la puerta.
#2912
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 18:04
- Que descanses, mi amor- dijo Sara acariciando con el dorso de su mano la mejilla de Miguel.
- Y tú, mi vida. Intenta dormir. Mañana será un día largo y agotador.
- Dormiré todo lo que pueda aunque para ello me tenga que tomar más de una tisana. Tengo que estar descansada, no sólo para la boda, sino también para la noche. Nuestra noche de bodas.
- Nuestra primera noche como marido y mujer, Sara- dijo Miguel.
- Si. Estoy deseando ser la esposa de Miguel Romero.
- Tú ya eres mi esposa, Sara- dijo Miguel atrayéndola por la cintura- Desde hace mucho tiempo.
- Te amo tanto, Miguel…
A modo de respuesta, el capitán la apretó más contra su cuerpo y la besó apasionadamente. Como si quisiera darle en esos besos todos los que no podría darle esa noche. Sara le respondió de igual manera. Era maravilloso estar entre sus brazos. El beso fue interrumpido por unos fuertes gritos.
- ¡ Sita Sara ! ¡ Sita Sara !- oyeron. Sara y Miguel se separaron riendo. Rafalín, completamente diferente a lo que estaban acostumbrados, apareció. Vestido con ropas normales que debían de ser de Manuel, corría hacia ellos- ¡ Sita Sara !- levantó a Sara en brazos- ¡ Cuánto m´alegro de verte, sita Sara ! Y mi Mantecao se v´alegrar muchisisisimo de verla a usté
- ¡ Rafalín !- dijo Sara realmente contenta de verle- Estás muy guapo. Bájame y deja que te mire
Rafalín la dejó en el suelo, tomó las manos de Sara entre las suyas y las besó repetidamente. Sara reía. Vieron aparecer a Manuel, que parecía venir de un día entero de duro trabajo.
- Mu buenas noches, teniente de la sita. ¿ Cómo está usté ? Le veo mu bien.
- Gracias, Rafalín.Yo también te veo a ti muy bien. Mejor que nunca- dijo Miguel.
- El chato m´ha lavao y m´ha dao estas ropas, sita Sara. Endespués m´ha dao un espejo y yo pensaba qu´estaba viendo otro Rafalín. Pero noooooo. Era yo mismo que me veía mismamente.
- Así como lo cuenta él es muy fácil. Pero preferiría no tener que hacerlo otra vez- dijo Manuel, que ya se había acercado a ellos- Estoy agotado. No os podéis imaginar los gritos que he tenido que oír de este quejica. Parecía un niño. Cualquiera que nos haya oído habrá pensado que le estaba torturando. ¡ Y no veáis cómo ha dejado la habitación de la posada ! La Maña nos va a matar, pero cuando lo ha visto, no ha podido más que asombrarse y decirle lo guapo que estaba. A ver si piensa lo mismo cuando vea la habitación. Eso sí, el domingo, si quiere seguir usando sus pieles, tendrá que lavarlas. O las quemaré.
- ¡ Sí, hombre !- exclamó Rafalín- ¿ Cómo vas a quemar mis pieles queridisísimas ? Las lavaré, te lo juro por mi Mantecao.
- Tiene mucho mérito lo que has hecho, Manuel. Has dejado a Rafalín hecho un pincel.
- ¿ Habéis cenado ?- preguntó Sara.
- Nooo- El chato no ha querido que fuera a cazar unos conejos pa cenar- Si no me hubiera costado ná. Soy rapidisísisisisisisimo cazando.
- Si, claro- protestó Manuel- Voy a volverme loco yo haciendo que te bañes como Dios manda para después dejarte que vayas a mancharte de nuevo. Prefiero no cenar. Iré a la taberna y picaré algo, si es que no la encuentro ya cerrada, con las horas que son.
- Yo también voy a la taberna- dijo a gritos Rafalín. Al ver la cara de Manuel, Sara intervino.
- Mira, Rafalín. Vamos a hacer una cosa.
- Lo que usté diga, sita.
- Tú entrarás dentro para que Elvira te vea lo limpio y guapo que estás y mientras Manuel irá a la taberna para que Julieta no se acueste sin verte. Cuando cenes algo, vas a la taberna, pero sin mancharte nada de nada. ¿ Me prometes que lo harás ?
- Lo prometo por mi Mantecao, sita- Y entró en la casa alborotado- ¡ Señora guapa ! Mira qué guapo m´ha dejao el chato- Las voces de Rafalín se fueron haciendo más lejanas.
- Gracias, Sara- dijo Manuel agradecido- Necesito cinco minutos sin él o me volveré loco.
- Vete tranquilo. Lo entretendremos un rato- dijo Sara- Por cierto, ¿ dónde va a dormir ? ¿ Y dónde está Mantecao ?
- Atado en la plaza- dijo Manuel- Y no sé dónde va a dormir.
- Puede venir a dormir a casa- dijo Miguel- Hay mucho sitio.
- Tú no sabes lo que estás diciendo, Miguel- dijo Manuel- Hazme caso. Te puede volver loco y no dejarte dormir en toda la noche. Me lo llevaré a la posada conmigo.
- Podéis venir los dos- dijo Miguel- Y así lo tendrás controlado y podremos charlar un rato. En cuanto a Mantecao, podemos dejarlo en las caballerizas del cuartel.
- Hazlo Manuel- animó Sara- Así Miguel no estará solo y por favor, te aseguras de que duerme.
- Vamos a hacer una cosa- dijo Miguel- Yo me quedo esperando que Rafalín termine de cenar y tú mientras vas a la taberna. Dentro de un rato nos reuniremos contigo. Después, yo iré con Rafalín a llevar a Mantecao. Quedaremos en la puerta del cuartel y los tres iremos a casa. Después de que Rafalín se duerma, puedes quedarte o puedes marcharte. Es tu decisión.
- Me parece bien- dijo Manuel- Entonces me voy yendo a la taberna para avisar de que va a ir el tormento de Arazana. Tened mucho cuidado: Está desbocado- y se fue.
#2913
Campanillanj
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10/10/2012 18:04
- ¿ Por dónde íbamos ?- preguntó Sara con picardía
- Por aquí- dijo Miguel volviendo a estrechar a Sara entre sus brazos y besándola de nuevo.
- Como sigas besándome así, no voy a poder resistirlo, Miguel. Tengo un deseo irresistible de que me hagas el amor- dijo Sara.
- Pues eso no va a ser posible- dijo Miguel- aunque lo estoy deseando tanto como tú.
- Me consta. Puedo sentir los latidos acelerados de tu corazón. Y sé también que si te siguiera acariciando…
- Mejor no lo hagas, Sara- Miguel sonreía- No podría separarme de ti. Y los dos sabemos que tengo que irme.
- Lo sé, mi vida. Sé que te irás en cuanto salga Rafalín. ¿ Soñarás conmigo ?- preguntó Sara melosa abrazada a Miguel.
- Si consigo dormir algo, seguro que sí. Sueño contigo con frecuencia y todos son sueños preciosos. Pero cuando despierto y veo la realidad, me siento feliz porque lo que tengo es infinitamente mejor que el más precioso de mis sueños.
- Cierto- dijo Sara- Despertar cada mañana junto a ti es maravilloso. Mejor que cualquier sueño.
- Pues mañana no despertaremos juntos, mi amor, pero será también maravilloso, porque será el día de nuestra boda. Después de esta noche, no tendrás que dormir en otro sitio que no sea entre mis brazos.
- Sólo pensarlo me llena de felicidad. Cuando estoy contigo, duermo tranquila y feliz.
- Bueno, pues hoy, piensa que será la última noche que estemos separados y piensa, hasta que te duermas, que te amo con locura. Con toda mi alma.
- Yo también te amo, Miguel- Sara acercó sus labios a los de su amado y pronto se vio envuelta entre sus brazos. Fue un beso corto. Ambos sabían que no podía ser de otra manera si querían separarse. De pronto, oyeron la voz de Rafalín que se acercaba.
- ¡ Ya he cenao ! Estaba todo riquisisisísimo- se relamió.
- Muy bien, Rafalín- dijo Sara- Ahora vas a irte con Miguel a nuestra casa y te quedarás a dormir allí con él.
- ¡ Ahhh, nooo ! Yo voy a dormir con mi Mantecao bonito.
- No, Rafalín- dijo Miguel- Mantecao dormirá en las caballerizas del cuartel.
- Pero, ¿ va usté a detener a mi pobre Mantecao, que no ha hecho nada ? Sólo es un burrito suave y esponjosillo.
- No lo voy a detener. Lo voy a llevar con los caballos del cuartel, para que haga amigos. Así mañana, cuando estés en la boda, él no estará solo.
- ¡ Amigos ! ¡ Ere, ere, ere ! Mi Mantecao va a tener amigos. Pos me parece mu bien, teniente capitán. Así ya no se quedará solo y triste cuando yo venga a comer aquí. La señora guapa m´ha dicho que podré comer aquí muchos días, siempre que venga limpio- se quedó pensativo- Lo que no sé si el chato va a querer volverme a enseñar a bañarme. Se lo tendré que preguntar.
- Claro que sí- Sara no podía aguantar la risa. Manuel no querría ni oír esa posibilidad, por el momento. Ya había tenido suficiente. Pero acabaría aceptando- Aunque tendrás que empezar a hacerlo tú solo. Podrías bañarte en el río, que tanto te gusta. Yo te regalaré jabón, del huele bien.
- ¿ Si ? ¿ Y oleré como las flores que le gustan a mi Mantecao ?
- Si- respondió Sara
- ¡ Ere, ere, ere !- Rafalín saltaba de alegría. Volvió a abrazar a Sara.
- Ahora, tienes que irte con Miguel. Y tenéis que ir también a la taberna para que Julieta te vea lo guapo que estás. Y a recoger a Manuel.
- ¡ Uy, qué tontisísimo estoy !- se llevó la mano a la frente- Que no me acordaba. ¡ Vamos, teniente capitán ! Adiós, sita Sara.
- Que descanses- Miguel le dio un breve beso a Sara y se fue con Rafalín.
#2914
Campanillanj
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10/10/2012 18:06
Cuando Manuel entró en la taberna, estaban a punto de cerrar. El último cliente ya se iba. El ex bandolero se quedó en la puerta, parado, sin saber qué hacer. Si entrar, que era lo que había estado esperando toda la tarde, o marcharse.
- Pasa, Manuel- dijo Pepe- Te serviré un vaso de vino.
- No te preocupes- dijo Manuel- Si estabas cerrando, no quiero molestar.
- Tú no molestas- dijo Pepe poniéndole una mano en la espalda y haciendo que entrara.
De pronto, apareció Julieta que, al oír que su padre llamaba a Manuel, se arregló el vestido y salió rápidamente.
- ¿ Cómo ha ido ?- preguntó Julieta. Estaba feliz de verlo, pero no quería que su padre se diera cuenta de nada.
- Al final, lo he conseguido- respondió Manuel- Ha sido un tanto difícil pero lo he hecho.
- ¿ Qué es lo que has hecho ?- preguntó Pepe con curiosidad.
- Manuel ha estado bañando a Rafalín- dijo Julieta con una amplia sonrisa.
- No iba a dejar que fuera a la boda todo sucio. Me pareció buena idea. Ahora, no estoy arrepentido de haberlo pensado- terminó con una sonrisa.
- Pues sí que ha tenido que ser difícil- dijo Pepe- ¿ Has cenado ?
- No he tenido ni tiempo- respondió- A eso venía. A picar algo.
- Anda, niña- el tabernero miró a su hija- Sácale a este muchacho algo de comer.
Y Julieta se metió en la cocina. Poco después salió con un gran plato de comida.
- Ahora enseguida lo podréis ver- dijo Manuel antes de empezar a comer- Estará a punto de venir con Miguel.
- Pues yo estoy muerto- dijo Pepe- Así que les saludas y les dices que les veré mañana. Julieta, hija. Ya sé que tú también estás cansada, pero tendrás que quedarte a cerrar tú.
- Pero padre…- Julieta intentó parecer contrariada. Le miró frunciendo el ceño.
- Ni peros ni peras- Pepe fue tajante- Hoy cierras tú. Y tú- dijo mirando a Manuel mientras se quitaba el mandil y lo dejaba sobre la barra- No le hagas caso si te dice que te des prisa. Cena despacio.
- Gracias, Pepe- Manuel sonrió. El alcalde no se hacía una idea de la poca prisa que se iba a dar. Lo vió subir las escaleras y al poco, oyeron que la puerta de su habitación se cerraba.
- Estaba temiendo que ya no vendrías- dijo Julieta melosa sentándose junto a él.
- Te prometí que lo haría y suelo cumplir mis promesas. Sobre todo si la recompensa es de mi agrado. Estás más hermosa aún que esta mañana y que esta tarde- Manuel puso su mano en la mejilla de Julieta- Eres la mujer más bonita que conozco.
- Y tú eres todo lo que yo deseo, Manuel. Me encanta estar contigo- Se fue acercando más a él, hasta que sus cuerpos estuvieron casi pegados- He estado todo el día pensando en ti. En tus besos- le acarició los labios mientras lo miraba a los ojos como si quisiera entregarle toda su vida en una mirada.
Manuel sintió estremecer su cuerpo entero. Esa mujer lo había vuelto loco. Le hacía perder el sentido y la cordura. Su padre estaba en el piso de arriba y él sólo pensaba en tomarla entre sus brazos y besarla hasta dejarla sin aliento, y volver a besarla para que lo recuperara. Sólo deseaba amarla siempre y que ella le amara a él. Sus labios se posaron suavemente sobre los de ella, que enredó sus dedos en el pelo masculino. En una rápida maniobra, Manuel la levantó de su asiento sin dejar de besarla y la sentó sobre él. Y abrumado por lo que la joven inocente que tenía en su regazo le hacía sentir, la estrechó contra su cuerpo. La sentía temblar bajo sus besos y esperaba que ella no le sintiera temblar a él. Porque Manuel temblaba. El amor era un sentimiento nuevo y desconcertante para él, pero hermoso. La más hermosa sensación que había experimentado nunca. Dejó de besarla en los labios y fue pasando sus labios cálidos por su rostro y su cuello.
- Julieta- murmuraba mientras la besaba- Te quiero.
En el mismo instante en el que oyó salir esas palabras de su boca, Manuel se quedó quieto. Julieta, al sentir que dejaba de besarla le miró en silencio. Se había dado cuenta, por su reacción, de que lo había dicho sin pensar, pero aún así, su pecho se llenó de júbilo al escucharlas. Siempre había deseado escuchar esas palabras del hombre al que amara y, desde que conoció a Manuel, sólo ansiaba escucharlas de su boca. Por su parte, Manuel, tras escucharse se dio cuenta de que esas palabras le habían salido del fondo de su corazón y de que le gustaba decirlas. Le gustaba decírselas a Julieta. Sólo a ella. Porque sólo ella le hacía sentir ganas de decirlas. La quería. Había estado demasiado tiempo amándola en silencio. Ahora sólo deseaba que ella supiera que sus sentimientos eran profundos y sinceros.
- Te quiero- repitió sin dejar de mirarla.
- Y yo a ti- dijo Julieta mientras una lágrima resbalaba por sus mejillas. Fue a limpiarlas con su mano, pero Manuel la frenó. Y las limpió con sus besos.
- No llores, mi niña- dijo- No me gusta verte llorar. No me gusta verte triste.
- No estoy triste, Manuel. Estoy feliz. Nunca lo he estado más. Estoy emocionada. Oírte decir que me quieres era el más grande de mis anhelos.
Y fue ella la que rodeó el cuello de Manuel con sus brazos y le besó con pasión. Disfrutando estaban de ese beso cuando oyeron que llamaban suavemente a la puerta. Turbada, Julieta intentó recomponerse y fue a abrir. Eran Miguel y Rafalín.
#2915
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 18:07
- Hola Miguel. ¡ Rafalín !- exclamó- Estás muy guapo. Más que nunca.
- ¿ A que sí ?- dijo el muchacho- El Chato m´ha obligao a bañarme y mira cómo huelo, Julieta. Huelo a las flores que le gustan a mi Mantecao- Se acercó para que la joven le oliera.
- Hueles muy bien- dijo Julieta.
- Hablando de Mantecao, vamos a ir a buscarlo- dijo Miguel- Lo llevaremos a las caballerizas del cuartel.
- Va a hacer amigos- dijo Rafalín contento- Así ya nunca más estará solo.
- Manuel, te esperamos en la puerta del cuartel- dijo Miguel- Tú termina de cenar. Rafalín ya ha cenado.
- Siiii. La señora guapa m´ha dao unas cosas riquisisisísimas.
- Bien- dijo Manuel- Acabo de cenar y voy para allá. Dadme cinco minutos.
- Te damos diez- dijo Miguel, consciente de cuánto costaba separarse de la persona amada- Hasta mañana. Julieta.
- Hasta mañana- dijo la joven- Que descanséis.
Y Miguel se fue, llevándose a Rafalín con él. Manuel y Julieta se quedaron allí, junto a la puerta de nuevo cerrada. Volvieron a besarse.
- Me vuelves loco, ¿ lo sabes ?- dijo enredando entre sus dedos un mechón del cabello negro azabache de la joven- Sé que tengo que irme, pero me cuesta dejarte.
- Pero tienes que irte, Manuel. Ojalá no tuvieras que hacerlo, pero es así. Mañana volveremos a vernos.
- Estaré contando las horas con impaciencia. Ahora, haré un esfuerzo y me iré- volvió a besarla- Te quiero- la besó de nuevo- Adiós, mi amor.
- Adiós, mi vida- dijo Julieta sonriendo.
A Manuel le gustó escuchar esas palabras. Volvió a besarla y salió precipitadamente. Si no lo hacía así, sería incapaz de hacerlo y podría estar despidiéndose de ella hasta que volviera a hacerse de día.
Llegó hasta la puerta del cuartel. Allí le esperaban ya Miguel y Rafalín. Los tres fueron hacia la casa de Miguel y Sara. Manuel se quedó también a dormir allí. Tenía ganas de contarle al capitán lo feliz que se sentía, pero no quería hacerlo delante de Rafalín.
- ¿ Todo bien ?- le preguntó Miguel sonriendo. Ya conocía la respuesta. La cara del ex bandolero hablaba por sí misma.
- Todo perfecto, Miguel- respondió el joven.
- Me alegro- dijo el capitán- Entonces, me voy a dormir. Mañana será un día agotador. Que tengáis lindos sueños- sonrió con picardía.
- Hasta mañana, Miguel- dijo Manuel- Descansa.
- ¡ Hasta mañana, teniente capitán !- oyó decir a Rafalín que, tocaba admirado el colchón de la cama que Mary había preparado para él, al lado de otra para Manuel. El muchacho se echaba y se levantaba. Miguel se fue a su habitación y el Chato entró en la que compartiría con Rafalín.
Contra lo que pensaba, Miguel pensaba en Sara y en que ya Elvira le había entregado la sorpresa que tenía para ella. Con Sara sonriendo emocionada en su mente, no tardó en dormirse. También Rafalín se durmió pronto. Manuel, al contrario, Tardó en hacerlo. No podía apartar de su mente a Julieta y repasó con una sonrisa los maravillosos momentos que había vivido junto a ella ese día. Y en lo bien que le hacía sentirse amar y ser correspondido. Con la imagen de Julieta diciéndole “ Adiós, mi vida “, se durmió.
#2916
Campanillanj
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10/10/2012 18:08
En casa del matrimonio Hermida, Sara se despidió de su abuela, de su padre y de Elvira. Sabía que ésta subiría para asegurarse de que dormía. Sería entonces cuando Sara aprovecharía para hablar con ella y decirle lo importante que era en su vida.
- Ahora te subirán la tisana, Sara- dijo Elvira sonriendo. Iría ella. Se moría de ganas de entregarle a Sara el regalo que tenía para ella y de ver su cara al descubrir que era el vestido de sus sueños. Aquel vestido que no pudo comprar cuando quiso hacerlo porque ella, Elvira, tenía que encargarse de mantenerla lejos de Arazana. Ahora era el momento de dárselo.
- Muchas gracias, Elvira- Sara sabía que ella llevaría la tisana, pero si no era así, iría a buscarla a su habitación- Hasta mañana- dijo mirando a su padre y a su abuela. Y se fue a su habitación. Poco después, oyó que llamaban a la puerta.
- ¿ Se puede ?- oyó preguntar a Elvira.
- Adelante- dijo Sara sonriendo.
Aún sonreía cuando Elvira entró con la tisana.
- Me alegro de que hayas subido tú la tisana, Elvira. Me gustaría hablar contigo. Tengo algo que decirte.
- ¿ Ha ocurrido algo ? ¿ Hay algo que te haya molestado ?
- En absoluto. Todo está perfecto- dijo Sara- Quisiera hablar de ti y de mí. Pero te pido, por favor, que no digas nada hasta que termine de decir lo que tengo que decirte.
- No te interrumpiré- dijo Elvira sentándose en la cama, temerosa de lo que Sara pudiera decirle. No sabía qué sería, pero por la cara de la muchacha a la que quería como a una hija, le indicó que era algo serio.
- Bien- comenzó Sara- Ayer por la noche, estaba hablando con Miguel. Él me dijo que hoy no podríamos dormir juntos porque da mala suerte. Yo no lo sabía. Entonces, yo comencé a hacer planes de forma atropellada. Le dije a Miguel que dormiría en casa de mis padres- vio la cara de sorpresa de Elvira al oírle y prosiguió- Miguel me dijo que era una pena que no hubieras estado allí para escucharme. Yo no le entendía, pero repitió mis palabras. Entonces me di cuenta de que te siento así. Siento aquí- se llevó una mano al corazón- que tú eres la madre que yo tenía que encontrar. Te has ganado mi cariño, mi amor, de una forma que jamás pude imaginar que se lo ganaría nadie. Te quiero. Nunca imaginé que nadie pudiera ocupar en mi corazón un lugar como el que ocupa mi madre, a la que perdí siendo pequeña. Pero tú lo has hecho. A Victoria no la conocí y como te digo, a la que siempre consideré mi madre no la pude disfrutar durante mucho tiempo. A pesar de que mi tío Richard se desvivió para que tuviera una vida feliz, yo siempre eché de menos la figura de una madre. Y después murió y me quedé sola, sin familia. Sólo tenía a Miguel y unos buenos amigos. Y entonces aparecisteis vosotros en mi vida. Mi padre y tú. Y me sentí afortunada. Conocer a mi verdadero padre y saber que era un hombre bueno y noble y que no me abandonó, sino que sufrió buscándome desde que supo de mi existencia fue un regalo de la vida. Y comencé a quererlo y lo adoro. Haría cualquier cosa por él. Para mí fue un regalo, como te digo. Pero no era un regalo que venía solo. Venía con otro regalo tan valioso como él: Tu. Los dos sois un regalo para mí y me gusta el regalo que la vida puso en mi camino. Sé que no soy tu hija y que tú no eres mi madre, pero me gustaría que actuaras como tal. Me gustaría que me vieras como una hija, porque yo te veo como una madre. Sé que me quieres, pero…
- Te he dicho que no te interrumpiría, Sara- dijo emocionada Elvira- pero no hace falta que digas nada más. Ya lo has dicho todo. Me has hecho la mujer más feliz del mundo. Más de lo que te puedas llegar a imaginar. Yo no he tenido hijos pero la vida me ha dado uno: Tú. No imaginas cuántas veces he deseado que tú fueras mi hija de verdad. No imaginas cuántas veces he soñado que lo eras y que me llamabas madre con una sonrisa. El amor que siento por ti es muy grande, Sara. Sería capaz de hacer cualquier cosa por ti, por tu felicidad. Incluso alejarme de ti con todo el dolor de mi corazón si tú me lo pidieras.
- Yo no te pediría eso jamás- ahora fue Sara la que interrumpió a Elvira- Tú eres muy importante para mí. Te necesito a mi lado. Juntas tenemos que vivir muchas cosas.
- Aún así, lo haría si me lo pidieras. Haría cualquier cosa. Durante mi secuestro, pensé mucho en ti y en tu padre. Cuando escuché que era a ti a quien querían hacer daño, me di cuenta de que no quería que te ocurriera nada. Me di cuenta de que habías aparecido en nuestras vidas y que nos llenarías de felicidad. Porque por fin tu padre podía dejar de atormentarse. Ya te había encontrado y nada nos impediría ser felices. Eras un regalo y estaba decidida, si salía de allí con vida, a ganarme tu cariño. Cuando estuvimos de viaje y te pude conocer más, me di cuenta de que, de haber tenido una hija, me hubiera gustado que fuese como tú. Exactamente como tú. Estoy muy orgullosa de ti, de la gran mujer que eres, Sara. Y ahora que me has dicho que te gustaría que fuera una madre para ti, que te gustaría que te viera como una hija, tengo que decirte que hace mucho tiempo que te veo así. Para mí eres una hija, Sara. Eres mi hija y la del hombre que amo. Nuestra hija. Puedes llamarme madre si quieres o no hacerlo, pero el hecho de que lo sientas así, de que me sientas como una madre, llena mi corazón de felicidad- a estas alturas del discurso, Elvira no podía ni quería aguantar sus lágrimas. Bajó la cabeza para que Sara no la viera llorar.
- No llores, madre- dijo Sara también con las lágrimas surcando sus mejillas. Al oírla, Elvira la miro y la vio sonriéndole. Se levantó de la cama donde estaba sentada y la abrazó. Y lloraron juntas.
- Tú tampoco, hija- dijo Elvira entre sollozos- No llores- Oyeron que llamaban a la puerta.
- ¿ Se puede ?- Era Abel.
- Si- dijo Sara aún emocionada.
#2917
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 18:10
Cuando Abel entró, vio una estampa que le llenó de dicha el corazón.
- ¿ Pero qué hacen las dos mujeres de mi vida llorando ?
Al escucharle, ambas rieron entre lágrimas.
- Ha pasado una cosa muy bonita- dijo Elvira limpiándose las lágrimas.
- ¿ Qué ha pasado ?- preguntó Abel con curiosidad- Yo sólo venía a ver cómo había ido con la sorpresa.
- No se la he dado- dijo Elvira- Me la ha dado ella a mí.
- ¿ Qué sorpresa ?- preguntó Sara.
- Una sorpresa que tengo para ti- dijo Elvira- Esperadme aquí que regreso en un santiamén- salió de la habitación después de darle a Sara un beso en la frente.
Regresó unos minutos después con una enorme caja. Por lo visto, Sara ya le había contado a su padre lo que habían hablado y sintió en su esposo el orgullo y la emoción que le embargaban.
- ¿ Qué es eso ?- preguntó la joven al ver la enorme caja.
- Ábrelo y lo descubrirás- dijo Elvira extendiendo el paquete hacia ella.
Sara recibió el paquete y lo dejó sobre la cama. Cuando levantó la tapa y lo vio, lo sacó emocionada.
- ¡ No puede ser !- exclamó- ¡ Es mi vestido ! ¡ El vestido que yo deseaba ! ¡ El vestido con el que yo soñaba casarme desde que lo ví !- miró a Elvira- Gracias, madre- dejó el vestido cuidadosamente sobre la cama y fue a abrazar a Elvira con su rostro de nuevo surcado por lágrimas de emoción- Gracias, gracias- miró a su padre- Gracias a ti también, padre.
- Yo no tengo nada que ver. Fue cosa de Elvira.
- ¿ Cómo lo conseguiste ?- Sara aún no se lo podía creer.
Elvira le contó brevemente cómo había hecho para que ella no pudiera comprar ese vestido y para hacer que la dependienta les enviara a Sevilla. Era la única manera de mantener a Sara lejos de Arazana
- Es un vestido muy bonito- dijo Abel- Vas a estar preciosa con él.
- Sí que lo es- dijo Sara- No imagináis la pena que me daba no poder casarme con él, porque era este vestido, o ninguno más. No podría comprar otro que no fuera éste.
- Pues ahora ya no tienes que preocuparte de eso- dijo Elvira- Desde el momento que te vi con este vestido puesto, supe que no podría verte con ningún otro, y que tú no estarías tan feliz con ningún otro que no fuera éste. Por eso lo compré para ti. Este vestido está hecho para ti.
- Gracias de nuevo, Elvira- dijo Sara- ¿ Ves por qué te quiero ? Por esta y por otras muchas cosas más. Sería imposible no quererte y sería imposible no sentirte como una madre.
- Pues ahora, voy a comportarme como una madre mandona y te voy a decir que ya es hora de que te acuestes. Tienes que dormir. La tisana se habrá quedado fría. Te traeré otra.
- No hace falta, gracias- dijo Sara- Me tomaré esta misma.
- Bien- dijo Elvira- Entonces, colgaré tu vestido y tú te acuestas en cuanto nos vayamos. Te quiero- le dio un beso en la frente- Descansa
- Que descanses, hija- le dio otro beso en la frente- Yo también te quiero.
- Hasta mañana- dijo Sara- Que descanséis. Os quiero.
Y con una sonrisa, Abel y Elvira, de la mano, salieron de la habitación de Sara, que en cuanto salieron, se puso el camisón y se acostó. Mirando el vestido, pensando en Miguel y en la maravillosa vida que le esperaba junto a él, no tardó en dormirse.
#2918
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 18:11
Hacía rato que Sara se había despertado. A pesar de sentirse extraña al no despertar junto a Miguel, estaba feliz. Había llegado el gran día. Se iba a casar con Miguel Romero, su gran amor. El único hombre al que había amado, amaba y amaría el resto de su vida. Se levantó y volvió a mirar el vestido que estaba colgado frente a ella. ¡ Era realmente precioso! Estaba deseando que Miguel la viera con ese vestido, como deseaba también verlo a él, esperándole en el altar, guapo como siempre, ataviado con su traje de gala, sonriéndole y haciéndole sentir, con su sonrisa, la mujer más especial del mundo. Sumida en sus pensamientos, no oyó que llamaban a la puerta hasta que volvieron a llamar.
- ¡ Adelante !- dijo la joven.
- Buenos días, hija- era Elvira que venía seguida por una comitiva de empleados cargados con el desayuno, toallas y un montón de cubos de agua para llenar la bañera que había en la habitación. Sara también vio a una señora a la que no conocía que llevaba un maletín. La miró extrañada. Elvira se dio cuenta- Te presento a Araceli. Es peluquera. Ella se encargará de peinarnos a todas.
- Encantada- dijo Sara
- Igualmente, Sara. Es un placer estar aquí. Soy una gran admiradora tuya- a continuación, le examinó el cabello y sonrió con aprobación.
- Gracias- dijo Sara.
- Bien- dijo Elvira- Ahora, mientras desayunas y te das un baño, Araceli me peinará a mí y también a tu tía y a tu abuela. Después, cuando estés lista, te peinará a ti. No te preocupes, vamos bien de tiempo. Todo estará listo y tú, preciosa.
Sara sonrió. Elvira le dio un beso en la mejilla y salió con Araceli. Una vez que se quedó sola, se quitó el camisón y acercando la infusión y un plato con fruta a una silla que estaba al lado de la bañera, se metió en ella. Mientras disfrutaba del baño, pensó en Miguel. ¿ Qué estaría haciendo ? ¿ Se habría despertado ya ? ¿ Estaría tan emocionado como ella ? Seguro que sí. Ambos habían esperado y deseado ese día durante mucho tiempo. Demasiado.

- Pero, ¿ cómo que no está ?- preguntó Paca a Mary. Habían llegado a casa de Miguel y de Sara. Quedaban apenas dos horas para la boda y el capitán no estaba en casa.
- ¿ Dónde se habrá metido este muchacho ?- se preguntaba Morales a sí mismo, aunque en voz alta.
- No lo sé, señores- dijo Mary- Sólo sé que no está. Nadie lo ha visto. Sus amigos todavía duermen, pero de él no sabemos nada.
- ¿ Sus amigos ?- preguntó Morales.
- Si- dijo Mary- El señor Manuel y el señor… ¿ Rafaelín ?
- Rafalín- corrigió Morales- En ese momento, ambos, Manuel y Rafalín bajaban por las escaleras.
- Buenos días- dijo Manuel
- ¡ Señó Morales !- exclamó Morales- Buenos días. He dormido en una cama blandita y esponjosilla como mi Mantecao.
- Muy bien, Rafalín. Después me lo cuentas. - dijo Morales- ¿ Vosotros sabéis dónde está Miguel ?
- ¿ No está en su habitación ?- preguntó Manuel extrañado
- No está en ningún sitio- respondió Paca- Nadie sabe nada de él
Manuel miró a Mary, que hizo un gesto negativo con la cabeza.
- El señor no está. Y falta comida y fruta en la cocina.
- ¿ Que falta comida ?- Morales estaba preocupándose por momentos. Una idea descabellada pasó por su mente- ¡ No se habrá fugado !
- ¿ Fugarse ?- dijo Paca mirando a su marido como si, de repente, se hubiera vuelto loco- ¿ Miguel ? ¿ El día de su boda con la mujer que ama y con la que ha deseado casarse desde el mismo momento en que la conoció ? Debes de tener fiebre, Alfonso.
- Sí- se defendió Morales- Ya sé que es imposible, pero ya me dirás dónde está. No faltan ni dos horas para la boda y no aparece.
En ese momento, Miguel apareció en la sala. Venia sonriendo, satisfecho y feliz.
- ¡ Buenos días !- exclamó- Hace un día maravilloso. Qué guapa estás, Paca.
- ¡ Capitán !- exclamó Morales- ¡ Por el amor de Dios ! Nos ha dado un buen susto.
- ¿ Susto ?- Miguel los miraba extrañado.
- Si. Estábamos preocupados porque nadie te había visto y no sabíamos nada de ti. Alfonso ha llegado a pensar que te habías fugado- dijo Paca divertida.
- ¿ Fugarme ?- dijo Miguel sorprendido- Estaría loco si lo hiciera. Hoy es el día más soñado de mi vida. Parece mentira, Morales, que hayas pensado eso. Tú más que nadie sabe cuánto he esperado que llegara el día de mi boda con Sara.
- Yo…- Morales no sabía qué decir- ¿ Dónde ha estado ? Ha desaparecido comida y usted no estaba por ningún sitio. A mí mismo me parecía increíble pero, ¿ qué quería que pensara ? También he pensado que lo habían secuestrado, pero no he querido asustar a mi Paca y a la muchacha- miró el reloj- Ahora, si no se da prisa, capitán, llegará tarde a su boda.
- Ahora mismo le subirán agua caliente para que se dé un baño, señor- dijo Mary- Su traje está preparado sobre la cama. Listo para que se lo ponga.
- Gracias, Mary- dijo Miguel.
- Nosotros nos vamos- dijo Manuel- Tenemos que ir a la posada a prepararnos. Espero que no le cueste tanto vestirse como bañarse. Vamos, Rafalín. Hasta luego
- Adiós a todos- dijo Rafalín despidiéndose también con la mano- Voy a ponerme más guapisisísimo aún.
Su comentario hizo reír a todos.
- Bien- dijo Miguel- yo voy a prepararme. No tardaré mucho. Tomaos algo mientras bajo.
- Tómate tu tiempo, Miguel- dijo Paca- Aún vamos bien. Y sobre todo, no te pongas nervioso.
- Gracias, Paca- Miguel la abrazó- Me alegro de que estés aquí. Me da que Morales está más nervioso que yo.
- Y tanto- dijo Paca- Me alegro de haber venido. Si no llego a hacerlo, Alfonso ya habría organizado una patrulla para buscarte.
- ¡ Exagerada !- dijo Morales con cariño. Todos rieron. Después, Miguel subió a su habitación. Necesitaba un baño caliente, aunque tuviera poco tiempo para disfrutarlo.
#2919
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 18:12
Sara salió de la bañera. Se puso una toalla en el pelo y con otra cubriendo su cuerpo, terminó de desayunar. Tenía que estar preparada para cuando Araceli fuera a peinarla. Buscó en la caja del vestido la ropa interior que, en su día, había elegido en Málaga para su boda. Elvira, siempre en todo, la había comprado también. Era muy bonito. Las cintas que ataban el blanco corsé eran azul claro, de manera que ya tenía algo nuevo, el vestido, y algo azul. Le faltaba algo prestado y algo viejo. Oyó que llamaban a la puerta.
- Adelante- dijo
Mercedes y Catalina, con una cajita en las manos, entraron en la habitación. Araceli ya les había peinado. Sólo les faltaba vestirse.
- Ya veo que lo tienes todo preparado- dijo Mercedes
- Si- dijo Sara- No quiero ponerme nerviosa buscando nada. Tengo a mano todo lo que voy a necesitar. Estaba haciendo recuento. Ya tengo algo nuevo- señaló el vestido
- ¡ Es precioso ¡ - exclamó Mercedes acercándose a él- Es maravilloso. Vas a parecer una princesa, Sara.
- Sí que lo es- dijo Sara- cuanto más lo miro, más bonito me parece.
- Bien- dijo Mercedes- Tienes algo nuevo. ¿ Qué más ?
- Algo azul- Sara levantó la ropa interior para que su tía viera las cintas del corsé.
- ¡ Santo Dios !- exclamó Catalina escandalizada al ver la ropa interior que Sara estaba mostrando.
- Una piedra, madre- dijo Mercedes divertida- Es ropa interior. Y muy apropiada, por cierto, para una noche de bodas. Cuando Miguel te vea con sólo eso cubriendo tu cuerpo, se caerá de espaldas- miraba de reojo a su madre. Disfrutaba escandalizándola- Tuviste dos hijas, madre. Eso significa que, por lo menos dos veces…
- ¡ Mercedes !- Catalina no dejó terminar a su hija- Entonces eran otros tiempos y desde luego, estas modernidades eran impensables.
- Tranquilízate, madre. Afortunadamente, los tiempos van cambiando y los camisones con agujeros son historia. La ropa interior cada vez es más pequeña, a la vez que más cómoda. No imagino al apuesto capitán Romero con un largo camisón y a Sara tampoco.
- ¡ Oh Dios !- exclamó Sara- ¡ Qué horror !
Sara y Mercedes rompieron a reír. Al final, Catalina acabó riendo con ellas.
- Bien- dijo la Marquesa- No hemos venido aquí para hablar de ropa interior. Verás, Sara. Quería hacerte un regalo- extendió la caja hacia Sara. Cuando la joven la abrió, vio una hermosa peineta de plata y pequeños diamantes incrustados y unas horquillas a juego- Eran de mi abuela, que las llevó en su boda. De ella, pasó a mi madre, que también las llevó en su boda. Y ambas tuvieron un matrimonio lleno de felicidad. No os asustéis- dijo al ver que Mercedes y Sara la miraban- Yo no me las puse el día de mi boda. Ojalá lo hubiera hecho. Esta joya de familia siempre ha traído amor y felicidad a la novia. Sé que en tu caso no hará falta. Miguel y tú os amáis profundamente y seréis felices con o sin esta peineta, pero me hace ilusión que la lleves, si quieres.
- La llevaré con orgullo- dijo Sara abrazando a su abuela- Gracias. Ahora ya tengo algo nuevo, algo azul y algo viejo.
- Te falta algo prestado- Mercedes sacó de un bolsito que llevaba una caja también de terciopelo. Se lo entregó a Sara. La joven la abrió y de él sacó una preciosa gargantilla y una pulsera, ambas de plata y diamantes.
- Es muy bonito, tía- dijo Sara tomando ambas joyas entre sus dedos con cuidado- Pero no puedo aceptar que me prestes esto. Imagínate que lo pierdo.
- Necesitas algo prestado, Sara y eso es muy apropiado. Me pareció que quedaría bien con la peineta y las horquillas de bodas de la familia. Por eso lo traje de Cádiz. Tienes que ponértelo. Si tiene que perderse, da igual quién lo lleve. Se perderá. Pero sé que eso no va a pasar. Sería importante para mí que lleves algo prestado mío. Esas joyas tienen mucho valor para mí. Me gustaría que las usaras. Sin miedo.
- Gracias- Sara abrazó a Mercedes- Muchas gracias
- Ahora, ya lo tienes todo- dijo la tía de Sara- Algo nuevo, algo azul, algo viejo y algo prestado. Lo que te va a faltar al final es tiempo. Nos vamos para que puedas prepararte. Araceli vendrá enseguida a peinarte.
#2920
Campanillanj
Campanillanj
10/10/2012 18:14
Miguel salió de la bañera. Con una toalla alrededor de su cintura, paseaba descalzo. El suelo frío le hacía sentir que no era un sueño. Estaba preparándose para casarse con Sara. Había llegado por fin el día. Un sonido en la puerta le sacó de sus pensamientos.
- Adelante- dijo mientras se echaba un perfume de los varios que había comprado en Oxford.
- Capitán- era Morales- El barbero está aquí.
- Bien, pasad- Miguel fue hasta la cama y se puso los calzoncillos que ya había preparado antes del baño. Después, se sentó y dejó que el barbero le afeitara y le arreglara el bigote y las patillas. Agradecía a Elvira que hubiera enviado al barbero. Él se habría cortado más de una vez. Cuando el barbero terminó, se retiró, dejando a Morales y a Miguel solos.
- ¿ Tienes los anillos, Morales ?- preguntó el capitán.
- Si, capitán- respondió el teniente mostrándole la pequeña caja que contenía las alianzas y que el día anterior Miguel le había encomendado- No se preocupe. Todo saldrá perfecto.
- Morales- dijo Miguel- No me trates de usted. Somos amigos y vas a ser mi padrino de bodas. Vas a estar a mi lado en el altar mientras espero que llegue mi futura esposa. ¿ No te parece que es hora de que me tutees ?
- Usted es mi superior, Capitán.
- Bien, Morales, pero no estamos en el cuartel. En el cuartel haz lo que quieras, pero fuera prefiero que me tutees. Eres mi mejor amigo.
- Tú eres más que un amigo para mí, Miguel. Eres parte de mi familia y te lo digo con orgullo. Y estoy muy contento por ti y por Sara. Os merecéis toda la felicidad del mundo.
Miguel y Morales se dieron un fuerte abrazo.
- Ahora- dijo Morales- Es hora de que te prepares o serás el primer novio al que la novia tiene que esperar. Voy abajo.
- No tardaré- dijo Miguel.
En cuanto Morales salió, Miguel comenzó a vestirse. Poco después, ataviado con su traje de gala pulcramente limpio y planchado, con el sable y la hebilla del cinturón reluciente y los guantes inmaculadamente blancos, bajaba por las escaleras y llegaba a la sala.
- Estás guapísimo, Miguel- dijo Paca emocionada.
- El coche ya está listo- dijo Morales también emocionado. Miró su reloj.- Las doce menos cuarto. Es la hora.


En casa del matrimonio Hermida, Araceli ya había terminado de peinar a Sara. Sólo faltaba ponerle la mantilla una vez que se hubiera puesto el vestido.
- Estás muy guapa, Sara- dijo la peluquera
- Gracias, Araceli. Has hecho un buen trabajo. Me gusta- dijo Sara mirándose al espejo. En ese momento, entró Elvira.
- ¡ Estás preciosa, Sara !- exclamó Elvira al verla. Vengo a decirte que faltan veinte minutos. Tienes que ir poniéndote el vestido. Araceli te colocará la mantilla
- Tú también estás muy guapa, Elvira- dijo Sara. Y era cierto. Llevaba un vestido muy elegante azul con pequeños brillantes incrustados y distribuidos estratégicamente. Un elegante tocado del mismo color adornaba su cabeza.
- Gracias, hija- dijo Elvira- ahora, es hora de que te pongas el vestido.
Con la ayuda de Elvira y de Araceli, Sara se puso el vestido.
- Te queda perfecto, Sara. Te queda incluso mejor que la primera vez que te lo pusiste. Este vestido está hecho para ti.
Sara se miró en el gran espejo y le gustó mucho lo que vió.
- Ahora- dijo Araceli- Déjame que te ponga la mantilla, Sara. Te verás mucho mejor.
Y así fue. Una vez estuvo completamente vestida de novia, se volvió a mirar. Se veía hermosa.
- Hagamos recuento- dijo Elvira- ¿ Llevas todo ? Algo nuevo, algo prestado, algo viejo y algo azul ?
- Si- respondió Sara, que después de peinarse se había puesto ya la gargantilla y la pulsera.
- Pues ya estás lista, hija- sentenció Elvira. Miró el reloj- Ya podemos irnos. Es la hora.
Antes de salir, Sara respiró hondo. Bajó las escaleras. Abajo, Mercedes, Juan, Catalina y Abel esperaban para ver a Sara. Una exclamación inundó la sala cuando la vieron.
- ¡ Estás preciosa, Sara !- dijo Catalina emocionada. Abrazó con cuidado a su nieta.
- No puedo estar más de acuerdo, sobrina- dijo Mercedes- Eres la novia más hermosa del mundo.
- Jefa- dijo Juan sonriendo orgulloso- Pareces una reina. Estoy deseando ver la cara de tu capitán cuando te vea.
- Para eso, debemos irnos ya- dijo Elvira- Nos vemos en la iglesia.
Y Juan, Catalina, Mercedes y Elvira salieron de la casa. Irían en el coche de Juan, que estaba adornado con flores y tul blancos.
Sara y Abel se quedaron solos. El Gobernador entregó a Sara el ramo, compuesto íntegramente con rosas rojas. Sara lo miró emocionada. Las rosas rojas tenían un importante significado para ella y para Miguel.
- Hija- comenzó a decir Abel- No sé qué decirte. Bueno, sí. Quiero decirte tantas cosas que posiblemente acabarían viniendo a buscarnos para llevarnos a la iglesia. Antes que nada quiero decirte que estás hermosísima. Estoy muy feliz. Te voy a acompañar al altar y te voy a entregar, gustoso, a un hombre noble y bueno. Y que te ama profundamente y te hará muy feliz. Tanto como tú a él. Estoy orgulloso de ser tu padre y feliz y agradecido de que me permitieras formar parte de tu vida. Te quiero, hija.
- Yo también te quiero, padre. Te adoro. Y me alegro mucho de haberte encontrado. Me alegro mucho de que aparecieras en mi vida. Y para mí, es un regalo y un privilegio que me acompañes al altar.
- Ven aquí, hija. Déjame que te abrace- dijo Abel emocionado.
Sara se refugió en los brazos de su padre, tan emocionada como él.
- Tenemos que irnos- dijo después de un rato- Todos estarán esperándote.
- Vamos, padre- dijo Sara asiendo con su mano libre el brazo que su padre le ofrecía. Salieron de la casa.
Hacía un día espléndido. Un coche descubierto, arrastrado por cuatro blancos y elegantes caballos y adornado también con hermosos ramos de flores blancas rodeadas en un fino tul, les esperaba con un cochero elegantemente ataviado, en la entrada.
- ¡ Qué bonito !- exclamó Sara- Esto es como un sueño, padre.
- Te lo mereces- dijo Abel. Y ayudó a subir a Sara. Después subió él y emprendieron el camino hacia la iglesia.
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