Foro Bones
Un relato
#0
19/02/2012 12:47
Nunca sabría concretar el momento determinado en que ese hecho ocurrió ni explicar el motivo que lo provocó.
Recuerdo, claramente, mi queja por tener alguien simepre pendiente de mí, pero sin darme cuenta, fui tolerando su preséncia, poco a poco, me acostumbré a sus arrumacos, achuchones y abrazos incluso me sorprendí cuando me dijo que apreciaba mi compañia: Éramos compañeros.
Era muy reconfortante tener alguien en quien confiar, alguien con quien compartir miedos, mis alegrias, mis dudas, mis temores, mis ilusiones, mis inseguridades. Aún así, me resistía a depender de nuevo, de nadie, ni siquiera de mi compañero. Pero él seguia a mi lado, ayudándome -sin yo saberlo- a dejar de ser una subtáncia inmune para convertirme en una persona fuerte y valiente. Una persona capaz de aforntar situaciones por las que antes pasaba de largo. A su lado aprendí a mirar a la gente a la cara y lo más importante a descubrir lo que sus palabras no decían.
A pesar de nuestras contradicciones intelectuales y económicas me sentía muy unida a él porque juntos habíamos pasado por buenos y malos momentos: suyos, mios y nuestros y también momentos muy duros en los que nuestras vidas corrian peligro. Éramos compañeros.
Juntos abrímos una puerta que ninguno de los dos quiso atravesar pero a pesar de eso, juntos decidimos que no queriamos seguir el uno lejos del otro: Queríamos seguir siendo compañeros.
Pero llegó un momento en que en que necesité algo de prespetiva para poder ver mi vida con cierta objetividad; así que juntos tomanos una decisión muy importante porqué no sólo nos afectava a nosotros dos. Éramos compañerosn, sí, pero además éramos el motor de un equipo. Un gran equipo que acabó por desarmarse después de una decisión meditada conjuntamente.
Juntos o separados, distanciados o unidos hasta la medula, escuchando las señales del universo y siempre a muerte por mi compañero aunque eso fuera novedosamente desconcertante y profundamente doloroso.
Después de tantos años al lado del mejor maestro, también aprendí, a estar a su lado cuando él me necesitó: volvíamos a ser compañeros.
Compañeros. Una palabra cargada con un nuevo significado, mucho más profundo de lo que jamás hubiera logrado imaginar.
Hasta que un fatal accidente me derrumbó por completo y una vez más, cerca de mi; a mi lado estaba él: mi compañero. Atento, paciente, expectante, esperando ofrecerse para cuanto pudiera necesitar; como tantas otras veces había hecho anteriormente.
Y, como tantas otras veces hicé con anterioridad, sin resistirme, sin dudarlo ni un solo instante me lancé a sus brazos.
No podía controlar mis pensamientos, mis sentimientos se desbordaron y unas pocas palabras bastaron para modificar para siempre nuestra relación de compañeros.
Estas cosas pasan y punto, sin que sea necesario darle demasiadas vueltas. No lo tenía previsto ni siquiera lo deseaba pero desdel mismo instante en que lo supe decidí asumir con ilusión la nueva situación.
Pero ¿cómo anunciarlo?¿Cómo comunicarlo?
No era la primera vez que nos hacíamos pasar por pareja pero esta vez algo era distinto; todo tomaba una nueva dimensión: cada palabra, cada mirada, cada beso. Hasta mi padre se dio cuenta de que algo había cambiado.
Durante todo el día hice un par de insinuaciones que nadie tomó, realmente, en serio.
Intuía su reacción, le conocía muy bien después de tantos años trabajando juntos. Sabía que se haría cargo de la situación pero eso no me preocupaba en absoluto, simplemente tenía una terribe curiosidad por saber como, juntos, mi compañero y yo ibamos a manejar este asunto.
(Es de noche. Brennan y Booth caminan por la calle. Se detienen.)
BOOTH: What???
(Pausa)
BRENNAN: I'm ... pregnant. You're the father.
Recuerdo, claramente, mi queja por tener alguien simepre pendiente de mí, pero sin darme cuenta, fui tolerando su preséncia, poco a poco, me acostumbré a sus arrumacos, achuchones y abrazos incluso me sorprendí cuando me dijo que apreciaba mi compañia: Éramos compañeros.
Era muy reconfortante tener alguien en quien confiar, alguien con quien compartir miedos, mis alegrias, mis dudas, mis temores, mis ilusiones, mis inseguridades. Aún así, me resistía a depender de nuevo, de nadie, ni siquiera de mi compañero. Pero él seguia a mi lado, ayudándome -sin yo saberlo- a dejar de ser una subtáncia inmune para convertirme en una persona fuerte y valiente. Una persona capaz de aforntar situaciones por las que antes pasaba de largo. A su lado aprendí a mirar a la gente a la cara y lo más importante a descubrir lo que sus palabras no decían.
A pesar de nuestras contradicciones intelectuales y económicas me sentía muy unida a él porque juntos habíamos pasado por buenos y malos momentos: suyos, mios y nuestros y también momentos muy duros en los que nuestras vidas corrian peligro. Éramos compañeros.
Juntos abrímos una puerta que ninguno de los dos quiso atravesar pero a pesar de eso, juntos decidimos que no queriamos seguir el uno lejos del otro: Queríamos seguir siendo compañeros.
Pero llegó un momento en que en que necesité algo de prespetiva para poder ver mi vida con cierta objetividad; así que juntos tomanos una decisión muy importante porqué no sólo nos afectava a nosotros dos. Éramos compañerosn, sí, pero además éramos el motor de un equipo. Un gran equipo que acabó por desarmarse después de una decisión meditada conjuntamente.
Juntos o separados, distanciados o unidos hasta la medula, escuchando las señales del universo y siempre a muerte por mi compañero aunque eso fuera novedosamente desconcertante y profundamente doloroso.
Después de tantos años al lado del mejor maestro, también aprendí, a estar a su lado cuando él me necesitó: volvíamos a ser compañeros.
Compañeros. Una palabra cargada con un nuevo significado, mucho más profundo de lo que jamás hubiera logrado imaginar.
Hasta que un fatal accidente me derrumbó por completo y una vez más, cerca de mi; a mi lado estaba él: mi compañero. Atento, paciente, expectante, esperando ofrecerse para cuanto pudiera necesitar; como tantas otras veces había hecho anteriormente.
Y, como tantas otras veces hicé con anterioridad, sin resistirme, sin dudarlo ni un solo instante me lancé a sus brazos.
No podía controlar mis pensamientos, mis sentimientos se desbordaron y unas pocas palabras bastaron para modificar para siempre nuestra relación de compañeros.
Estas cosas pasan y punto, sin que sea necesario darle demasiadas vueltas. No lo tenía previsto ni siquiera lo deseaba pero desdel mismo instante en que lo supe decidí asumir con ilusión la nueva situación.
Pero ¿cómo anunciarlo?¿Cómo comunicarlo?
No era la primera vez que nos hacíamos pasar por pareja pero esta vez algo era distinto; todo tomaba una nueva dimensión: cada palabra, cada mirada, cada beso. Hasta mi padre se dio cuenta de que algo había cambiado.
Durante todo el día hice un par de insinuaciones que nadie tomó, realmente, en serio.
Intuía su reacción, le conocía muy bien después de tantos años trabajando juntos. Sabía que se haría cargo de la situación pero eso no me preocupaba en absoluto, simplemente tenía una terribe curiosidad por saber como, juntos, mi compañero y yo ibamos a manejar este asunto.
(Es de noche. Brennan y Booth caminan por la calle. Se detienen.)
BOOTH: What???
(Pausa)
BRENNAN: I'm ... pregnant. You're the father.
#1
19/02/2012 19:30
Valla!! (caballo jiji)
Nunca lo ubiera descrito mejor!! Con yodo su detalle, amor, sensación, movimiento, pensamiento.
En arropes increíble!!!
Nunca lo ubiera descrito mejor!! Con yodo su detalle, amor, sensación, movimiento, pensamiento.
En arropes increíble!!!
#2
21/02/2012 19:22
Gracias Amaia por entretenerte a leer y comentar, me alegra que lo hayas hecho.
#3
23/02/2012 20:54
Pues yo lo acabo de leer ahora y la verdad me ha gustado mucho mucho, como bien ha dicho amaia yo tampoco lo hubiera descrito mejor que tu , me alegro que te hallas decidido a escribir aunque sea un pequeño relato, Te animo a que escriba alguna historia en declaracion ideal, se te da muy bien.
#4
23/02/2012 21:40
como puedes decir k no captas el interés de brenan x booth y ahora lo has descrito perfectamente????
#5
23/02/2012 22:10
Hola Siva...me gustó mucho tu relato...y te digo lo mismo que María...con esto que he leído estás contradiciendo todo lo que dijiste sobre tu percepción de Brennan en cuanto al amor que siente por Booth, es cierto que ella no es experta en exteriorizar sentimientos, pero una cosa es no sentir y otra es sentir y no saber demostrarlo y este es el caso de Brennan. De verdad, muy bien por tu pequeña historia, deberías escribir otra más larga o desarrollar esta misma un poco más, es muy buena...saludos.
#6
24/02/2012 19:24
Grácias chicas por vuestras palabras.
Tenía ganas de copilar el aproximamiento entre Brennan y Booth y he intentado aproximarme lo máximo a lo que hemos visto por televisión; sin "invertar" demasiado.
Lo empecé mucho antes de la aparición en escena de Rima y su trabajo y lo dejé, y lo volví a coger y lo volví a dejar y a la tercera fue la vencida.
Leí un par de frases en una novela que eran al 100% Brennan y no queria desaprvevharlas (por no decir: no-plagiarlas) y una de ellas es la primera.
Nunca sabría concretar el determinado momento en que este hecho ocurrió ni explicar el motivo que lo provocó.
Así entiendo yo su relación.
Respecto a escribir más Rima he de decirte que de todo lo que he escrito esto es lo más largo y hay un imprtante cambio de estilo.
Empecé un nuevo post porque esto no es una declaración al uso; para mí son los pensamientos de Brennan que jamás expresó.
No me va mucho eso de inventar asesinatos y demás...
Ahora bien, he de deciros que tengo otra cosa en mente. Espero no romper los papeles tres veces antes de escribirla, me doy de margen hasta el 5 de abril o como mucho hasta que yo haya visto Prisoner in the Pipe (7x07); después ya no valdrá.
Y después de tantas justificaciones y amenazas varias otra vez mi agradecimiento por leer mi relato y comentarlo, me ha hecho mucha ilusión.
Tenía ganas de copilar el aproximamiento entre Brennan y Booth y he intentado aproximarme lo máximo a lo que hemos visto por televisión; sin "invertar" demasiado.
Lo empecé mucho antes de la aparición en escena de Rima y su trabajo y lo dejé, y lo volví a coger y lo volví a dejar y a la tercera fue la vencida.
Leí un par de frases en una novela que eran al 100% Brennan y no queria desaprvevharlas (por no decir: no-plagiarlas) y una de ellas es la primera.
Nunca sabría concretar el determinado momento en que este hecho ocurrió ni explicar el motivo que lo provocó.
Así entiendo yo su relación.
Respecto a escribir más Rima he de decirte que de todo lo que he escrito esto es lo más largo y hay un imprtante cambio de estilo.
Empecé un nuevo post porque esto no es una declaración al uso; para mí son los pensamientos de Brennan que jamás expresó.
No me va mucho eso de inventar asesinatos y demás...
Ahora bien, he de deciros que tengo otra cosa en mente. Espero no romper los papeles tres veces antes de escribirla, me doy de margen hasta el 5 de abril o como mucho hasta que yo haya visto Prisoner in the Pipe (7x07); después ya no valdrá.
Y después de tantas justificaciones y amenazas varias otra vez mi agradecimiento por leer mi relato y comentarlo, me ha hecho mucha ilusión.
#7
14/04/2012 12:48
Booth me gusta mucho y deseé este hijo suyo que no había deseado hasta que no supe que existía.
Sin apenas darme cuenta fui adapándome a los cambios que la nueva situación conllevaba: las caderas se desplazan para ensanchar el canal del parto, los pechos aumentan considerablemente de volumen, el centro de gravedad se modifica, convietiéndome en alguien más pesado, más lento, más torpe y por supuesto la dichosas hormonas que no paran de desajustarse provocando insospechadas reacciones en mí.
Y eso no era más que el principio.
De repente, sin previo aviso: una patada... al tiempo otra, luego un movimiento inesperado que me recuerda que estoy las 24 horas del día acompañada.
Yo que había estado siempre sola.
Yo que había vivido herméticamente encerrada en mí misma para evitar que el contacto con los demás pudiera herirme de nuevo; creyendo además que era la mejor opción y que había tardado años y años en darme cuenta que no era así.
Yo que me resistía obstinadamente a dejarme cuidar, a dejarme querer; finalmente comprendí que jamás volvería a estar sola en este mundo.
La primera vez que note los movimientos de ese feto en continuo crecimiento en el interior de mi vientre mientras estaba trabajando me estremecí.
Estaba clasificando unos restos humanos, como tantas y tantas veces había hecho durante toda mi vida profesional. Pero esta vez algo era distinto: una nueva vida se estaba formando en lo más profundo de mi ser mientras mis manos, mis ojos, mi cerebro estaban intentando averiguar la causa de la muerte de alguien de quien ni siquiera conicia su nombre; alguien que muchos años antes también había estado en el vientre de una ilusionada mujer.
Por unos momentos dejé lo que estaba haciendo, queria dejarme sentir esa nueva sensación; una nueva sensación que desconocia y que jamás hubiera imaginado. Una nueva vida estaba por llegar: mi hija. Froté la tripa. Una personita que me hacía sonreir cada vez que me recordava su preséncia. Sin darme cuenta había empezado a quererla.
Nada más verla recordé lo que había aprendido acerca de lo que significa querer a alguien.
Al tenerla conmigo: sucia, pringosa, pediza, viscosa, más arrugada que un viejo y menuda sorprendentemente menuda y extremadamente frágil empecé a anteponer su bienestar, su felicidad, su vida a la mia.
Su llanto parecía el maullido de un gatito asustado e inmediatamente empecé a hablarle. Le dije cuanto la queria y le prometí que jamás tendría que pasar por lo mismo que yo; jamás iba a abandonarla.
Al oír mi voz o los familiares latidos de mi corazón o tal vez por el calor que desprendia mi cuerpo poco a poco fue tranquilizándose.
El primer contacto de nuestros cuerpos originó dos reacciones aunque simultáneas, contrarias. Al mismo tiempo que mi hija dejaba de llorar yo no puede contener por más tiempo las lágrimas que empezaron a deslizarse por mis mejillas.
Tanto tiempo reprimiendo mis sentimientos y ahora el simple contacto con un diminuto cuerpo tembloroso me desató un torrente de emociones contenido durante los últimos meses.
Otro contacto, muy suave, esta vez sobre mi hombro izquierdo me hizo desviar, por primera vez, la mirada de mi hija.
Allí estaba él: sonriendo, llorando, sudando. Feliz. No llores, mi amor, lo has hecho muy bien y me dio un suave beso en la sien. Yo no pude evitar dibujar una sonrisa y busqué sus labios con los mios.
Al verle cortar el cordón comprendí, finalmente, como un ser humano puede estar unido a otro ser humano de la manera más fuerte posible; a través de otro ser humano.
A partir de ese momento nuestra relación dio un nuevo y definitivo giro. Ya no sentía una dependéncia práctica, emocional o sexual como hacía unos meses. No éramos simples compañeros o amigos intimos; éramos todo eso y mucho más. De ahora en adelante y mientras viviéramos siempre tendríamos algo en común porqué compartíamos una hija.
Nada ni nadie podría jamás cambiar ese hecho: Booth era el padre de mi hija.
Éramos una familia.
Sabía que había muchos tipos de familias pero yo no necesitaba saber a cual de ellas pertenecía la mia... la nuestra. Una nueva familia, algo que ni remotamente había llegado a imaginar. Una familia a la que pensaba cuidar, querer, mimar, proteger, defender mientras tubiera un aliento de vida para hacerlo.
Sin apenas darme cuenta fui adapándome a los cambios que la nueva situación conllevaba: las caderas se desplazan para ensanchar el canal del parto, los pechos aumentan considerablemente de volumen, el centro de gravedad se modifica, convietiéndome en alguien más pesado, más lento, más torpe y por supuesto la dichosas hormonas que no paran de desajustarse provocando insospechadas reacciones en mí.
Y eso no era más que el principio.
De repente, sin previo aviso: una patada... al tiempo otra, luego un movimiento inesperado que me recuerda que estoy las 24 horas del día acompañada.
Yo que había estado siempre sola.
Yo que había vivido herméticamente encerrada en mí misma para evitar que el contacto con los demás pudiera herirme de nuevo; creyendo además que era la mejor opción y que había tardado años y años en darme cuenta que no era así.
Yo que me resistía obstinadamente a dejarme cuidar, a dejarme querer; finalmente comprendí que jamás volvería a estar sola en este mundo.
La primera vez que note los movimientos de ese feto en continuo crecimiento en el interior de mi vientre mientras estaba trabajando me estremecí.
Estaba clasificando unos restos humanos, como tantas y tantas veces había hecho durante toda mi vida profesional. Pero esta vez algo era distinto: una nueva vida se estaba formando en lo más profundo de mi ser mientras mis manos, mis ojos, mi cerebro estaban intentando averiguar la causa de la muerte de alguien de quien ni siquiera conicia su nombre; alguien que muchos años antes también había estado en el vientre de una ilusionada mujer.
Por unos momentos dejé lo que estaba haciendo, queria dejarme sentir esa nueva sensación; una nueva sensación que desconocia y que jamás hubiera imaginado. Una nueva vida estaba por llegar: mi hija. Froté la tripa. Una personita que me hacía sonreir cada vez que me recordava su preséncia. Sin darme cuenta había empezado a quererla.
Nada más verla recordé lo que había aprendido acerca de lo que significa querer a alguien.
Al tenerla conmigo: sucia, pringosa, pediza, viscosa, más arrugada que un viejo y menuda sorprendentemente menuda y extremadamente frágil empecé a anteponer su bienestar, su felicidad, su vida a la mia.
Su llanto parecía el maullido de un gatito asustado e inmediatamente empecé a hablarle. Le dije cuanto la queria y le prometí que jamás tendría que pasar por lo mismo que yo; jamás iba a abandonarla.
Al oír mi voz o los familiares latidos de mi corazón o tal vez por el calor que desprendia mi cuerpo poco a poco fue tranquilizándose.
El primer contacto de nuestros cuerpos originó dos reacciones aunque simultáneas, contrarias. Al mismo tiempo que mi hija dejaba de llorar yo no puede contener por más tiempo las lágrimas que empezaron a deslizarse por mis mejillas.
Tanto tiempo reprimiendo mis sentimientos y ahora el simple contacto con un diminuto cuerpo tembloroso me desató un torrente de emociones contenido durante los últimos meses.
Otro contacto, muy suave, esta vez sobre mi hombro izquierdo me hizo desviar, por primera vez, la mirada de mi hija.
Allí estaba él: sonriendo, llorando, sudando. Feliz. No llores, mi amor, lo has hecho muy bien y me dio un suave beso en la sien. Yo no pude evitar dibujar una sonrisa y busqué sus labios con los mios.
Al verle cortar el cordón comprendí, finalmente, como un ser humano puede estar unido a otro ser humano de la manera más fuerte posible; a través de otro ser humano.
A partir de ese momento nuestra relación dio un nuevo y definitivo giro. Ya no sentía una dependéncia práctica, emocional o sexual como hacía unos meses. No éramos simples compañeros o amigos intimos; éramos todo eso y mucho más. De ahora en adelante y mientras viviéramos siempre tendríamos algo en común porqué compartíamos una hija.
Nada ni nadie podría jamás cambiar ese hecho: Booth era el padre de mi hija.
Éramos una familia.
Sabía que había muchos tipos de familias pero yo no necesitaba saber a cual de ellas pertenecía la mia... la nuestra. Una nueva familia, algo que ni remotamente había llegado a imaginar. Una familia a la que pensaba cuidar, querer, mimar, proteger, defender mientras tubiera un aliento de vida para hacerlo.
#8
14/04/2012 14:02
kee bonito !!!! te ha kedado genial siva !!!
#9
14/04/2012 17:22
siiiip !!!
#10
15/04/2012 20:18
Excelente Siva...me parecieron muy lindos los pensamientos de Brennan que has plasmado...
#11
16/04/2012 22:53
Genial Siva, te digo lo mismo que la otra vezx, lo describes de maravilla!!
#12
17/04/2012 19:19
Gracias chicas!!!!
Me alegra que os haya gustado y sí Rima esa era la intención: los pensamientos de Brennan que nunca llegamos a conocer.
Me alegra que os haya gustado y sí Rima esa era la intención: los pensamientos de Brennan que nunca llegamos a conocer.