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Aprendiz de maestra en Arazana(mi particular historia de Bandolera)

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FanBandolera
FanBandolera
03/10/2011 11:35
Bueno que hace ya más de un mes que empecé a escribir esta historia tan particular de Bandolera.Ya la he puesto en facebook,por la página de Imprenta de Arazana y en el grupo Cuéntame Arazana.Pero la voy a poner aquí para quien no haya podido leerla porque no tenga facebook o por lo que sea... Aquí va el capítulo 1:

Capítulo 1: Preparando el viaje

Desde que me enteré que me habían aceptado para las prácticas en la escuela de Arazana,estaba radiante de felicidad. En cuanto me enteré de la noticia, escribí una carta al maestro o a la maestra de la escuela para avisarle mi llegada. Escribí una carta en la que me presentaba, le decía que iba a ser la alumna de prácticas y cuándo empezaba ese período para mí.
La respuesta me tardó unas 2 semanas en llegar pero recibí esa carta como agua de mayo:
Estimada Vanessa:
Me llamo Flor, soy la maestra de la escuela en Arazana y voy a ser tu tutora de prácticas.
Estoy encantada de que vengas porque siempre es bueno una ayuda. Además has sido la única interesada en este pequeño pueblo, así que no podía decir que no.
El día de tu llegada iremos mi marido y yo a buscarte para que no tengas que buscar el camino.
Un saludo,
Flor Sánchez, maestra de la escuela de Arazana

Cuando hube leído la carta, se lo comuniqué a mis padres:
-Aita, ama: me ha escrito Flor, la maestra de la escuela de Arazana. Me dice que está contenta de que vaya y que me va a ir a buscar.
-Ah, pues muy bien. ¿Y dónde te vas a quedar?-me preguntó mi madre.
-Pues no sé, ya veré cuando esté allí-le contesté.
Estaba que no cabía en mí de emoción. El año pasado pedí una beca Séneca para mis prácticas de último año de Magisterio en Arazana. Nunca pensé que me fuesen a aceptar. Eso supone que me tengo que ir de casa y que, durante 3 meses, estaré lejos de mis padres.
Al día siguiente de recibir la carta, fui al centro comercial a comprarme una maleta.
Los días pasaban muy lentamente, quería ir cuanto antes a Arazana. Arazana es un pequeño pueblo de la serranía situado entre Málaga y Cádiz. Iba a ser la primera vez que estuviese tanto tiempo en Andalucía y lejos de Bilbao, mi ciudad.
Había llegado julio y estaba en las vacaciones de verano.
Y después de haberos contado ,lo que viví con la noticia, os preguntaréis: ¿cómo me enteré del pueblo de Arazana, que había una escuela si estaba yo tan lejos? La razón es muy sencilla y algo absurda, según se mire. Todo comenzó cuando empecé a ver una nueva telenovela, en la que salía mi actriz favorita, Bandolera. En esa telenovela hablaban del pueblo de Arazana, del pueblo andaluz del que cogieron la idea. Todo lo que salía en la novela era réplica del verdadero pueblo con el mismo nombre. Por eso supe que había una escuela. También me empecé a interesar por la imprenta y escribiía algunas cartas a los habitantes de Arazana, al igual que ellos me mandaban cartas a mí.
Soy de mucho escribir, así que escribía cartas a mis amigas a menudo. Mis amigas eran 4 que conocí a la salida de una obra de teatro que fui a ver a Donosti (San Sebastián). Hablando, me enteré que una estudiaba Magisterio (como yo) en mi misma universidad; otra, Bellas Artes en Leioa; y las otras 2 eran gemelas y estudiaban Comunicación Audiovisual, también en Leioa.
De vez en cuando quedábamos por Bilbao o por Donosti. Todavía me quedaban unos 3 meses antes de que me fuera pero ellas empezaban el nuevo curso en septiembre. Así que yo aprovechaba al máximo para quedar, verlas y hablar con ellas. Nos habíamos hecho amigas íntimas, contábamos todo: tanto por carta como en persona.
Un nuevo mes, agosto, y fiestas de Bilbao a las que ir. Pero mala noticia: 2 de mis amigas (una, mi mejor amiga) se fueron de vacaciones y hasta finales de agosto o primeros de septiembre no volvían. Sólo podía quedar con las gemelas. Algún día quedamos para ir a las barracas.
Antes de empezar las clases y de marcharme, teníamos que quedar. En cuanto volviesen las que estaban de vacaciones, saldríamos por aquí.
Al final mis amigas llegaron el 1 de septiembre. No podíamos quedar hasta el día siguiente, el fin de semana o a partir de la semana siguiente.
Llamé por teléfono a mi mejor amiga:
-Hola guapa, ¿cuándo podemos quedar?
-Hola bonita. Hoy no puedo quedar y creo que mañana tampoco, ¿quedamos el sábado?
-El sábado y el domingo no puedo, ¿qué tal el lunes?
-Por mi perfecto pero a ver qué dicen las demás. Llamo a las gemes, ¿vale?
-Vale, yo llamo a Andrea.
-Buen, luego te llamo y te digo qué me dicen.
-Ok, luego te diré lo que me diga Andrea.
Colgué el teléfono y volví a levantar el auricular para llamar a mi otra amiga.
-¿Sí?
-Andrea, soy Vanessa.
-Dime.
-Que he pensado hacer una quedada antes de volver a la rutina. He hablado con Laura y a ella también le viene bien el lunes. ¿Tú puedes?
-Pues creo que sí, espera voy a preguntar.
Me mantuvo un rato a la espera mientras le preguntaba a su madre a ver si la dejaba quedar con nosotras el lunes.
-Vanessa...
-Sí, dime.
-Que sí puedo quedar. ¿A qué hora sería?
-Pues... no lo sé. Laura iba a llamar a las gemes y me va a llamar luego con lo que le digan.
-Vale. Bueno, agur.
-Agur.
Pasados 15 minutos de mi llamada a Andrea, llamó a casa Laura. Lo cogí yo.
-¡Vanessa!
-¡Hola Laura! ¿Qué te han dicho las gemes?
-Que sí, que pueden quedar.
-Por cierto, cuando quedemos os contaré algo.
-¿El qué?
-No te lo puedo decir...
-Jo, no me puedes dejar ahora así. Dímelo, porfa. Una pista, aunque sea...
-Algo relacionado con las prácticas pero el lunes os lo cuento, lo prometo.
-Vale... Pero que sepas que es mucho tiempo.
-¡Bua! 3 días, ¿eh? Cuidado que es muchísimo...
-Para mí sí pero, vale, tú ganas.
-Bueno niña, te dejo que tengo que hacer cosas.
- Vale... ¡Ah! ¿A qué hora quedamos? Que no me lo has dicho.
-Eh... no sé... ¿A las 12, por ejemplo?
-Vale, pues hasta el lunes.
-Adiós.
-Adiós.
Esperé pacientemente a que llegase el lunes para ver a mis amigas, de contarles a dónde me iba. Como me iba tan lejos y durante tanto tiempo, me quería despedir de ellas. Iba a ser muy duro pero lo primero era lo de mi carrera y en ese momengto me exigía irme a Andalucía mientras durasen las prácticas.
Llegó por fin el día de quedar. Iríamos a Vitoria, simplemente para variar. Teníamos que coger una diligencia a las 12:15, así que habíamos quedado a las 12.
Eran las 9 de la mañana, no podía dormir más por los nervios. Tan nerviosa estaba que empecé a guardar cosas, que me llevaría, en la maleta.
Como me desperté pronto, me preparé para ir a comprar el pan antes de irme con las amigas.
Pronto llegó la hora de marcharme, me despedí en casa y fui al encuentro con mis niñas (como las llamo yo).
Ibamos a ir al Festival de Radio y Televisión de Vitoria en la que se proyectan series de televisión y van los actores protagonistas.
El día salió bueno, lo pasamos genial y nos quedamos con ganas de repetir.
Cuando les dije que me iba a Andalucía, a Arazana, 3 meses les dio mucha pena. Pero yo no era la única que me iba porque las gemelas se iban a Madrid a hacer el tercer curso de la carrera.
Les prometí que antes de irme, volveríamos a vernos, para despedirme de ellas. Bueno de las gemelas me tuve que despedir ya porque se iban en el mes de septiembre.
Los días iban avanzando: rápido para que mis amigas empezaran el nuevo curso; y despacio para mí que ansiaba ir a Arazana. Pero para llegar a Arazana aún quedaba un mes, un mes que se me iba a hacer eterno.
#1
Silvania20
Silvania20
03/10/2011 12:55
Me gusta mucho!!! Sigue cuando puedas!! ^^
#2
FanBandolera
FanBandolera
04/10/2011 18:43
Capítulo 2:La llegada

Unos días después de la quedada fui con mi padre a la estación de tren. Es mejor comprar los billetes con antelación a que vayas a por ellos, y ya no queden.
El tren que debía coger era el de Málaga que salía a las 21:15 de Bilbao.
Después de coger los billetes, llamamos a mi madre para que fuese porque íbamos a tomar algo.
Mientras pasaban los días, me iba poniendo más nerviosa, pensaba en lo que me iba a deparar en Alazana. También se me pasaba por la cabeza que iba a ser la primera vez que fuese sola en tren.
A partir de septiembre, los días pasaron más rápido y enseguida llegó octubre. El 1 de octubre tuve que ir a la universidad para ver quién iba a ser mi tutor o tutora de prácticas. No sabía si iba a ir hasta Arazana para evaluarme o se conformaría con la evaluación que me hiciese Flor.
Tanto era mi desconocimiento del tema prácticas hacerlas fuera de Vizcaya, que fui al despacho de la que me había tocado ser mi tutora.
Llamé a la puerta y pasé al despacho.
- Hola, soy Vanessa. He visto que eres mi tutora de prácticas. Yo me voy a Arazana a hacerlas y era para saber cómo vas a hacer para evaluarme.
- Esperaré respuesta de tu tutor o tutora de prácticas allí. Está claro que yo no puedo ir hasta allí porque tengo más alumnos.
- Vale, gracias.
- ¿Alguna cosa más?-se ofreció amablemente.
- No, gracias.
- Pues entonces hasta la vuelta y que te vayan bien.
- Gracias. Adiós.
- Adiós.
Cerré la puerta tras de mí pero la sentí abrirse. Era mi profesora, estaba a mi espalda.
- Perdona, ¿cuándo te vas?
- El 7 o el 8.
- La reunión será el 4 a las 12:30. Tendrás que venir para que sepas el trabajo que tendrás que hacer mientras estés en el colegio y el que me tendrás que dar a tu vuelta.
- Vale.
Y me fui de la universidad, aunque sabía que pronto tendría que volver por aquél edificio. Pero todavía faltaban 3 días para tener que volver a Leioa y a la universidad para acudir a la reunión de prácticas.
Cuando volví a casa fui metiendo ropa, un cuaderno y un estuche en la maleta.
El día 3 por la noche llamé por teléfono a Laura para decirle que al día siguiente tenía que ir a la facultad y a ver si quedábamos. También le dije que avisase a Andrea.
Al día siguiente, al salir de la reunión me encontré con mis amigas en la cafetería. Ya estaban las 2 sentadas a la mesa. Fui a la mesa, las saludé y dejé la chamarra en la silla. Me acerqué a la barra y pedí una Coca-Cola. Regresé a la mesa y empecé a contarles lo que me habían dicho en la reunión y lo que iba a tener que hacer en la escuela de Arazana. Les pedí que fuesen a la estación el día que me fuese a despedirnos. Sólo podrían ir Laura y Andrea porque las gemelas estaban en Madrid estudiando. Pero tenía pensado llamarlas para preguntar cómo les iba y para decirles que me iba pronto para Andalucía.
Cada vez iba faltando menos para ese sueño que pronto se llevaría a cabo. En unos días estaría despidiéndome de mi gente en un tren camino a Andalucía.
La idea me asustaba porque nunca había ido tan lejos y menos sola. Siempre en compañía de mis padres cuando íbamos de vacaciones. El año anterior cogimos ese tren, que yo cogería en unos días, y bajamos en Córdoba para luego coger una diligencia al pueblo de mis padres en Extremadura.
Sentía un cúmulo de emociones y sensaciones: nerviosismo porque iba a un lugar nuevo y alejado, felicidad porque hacía lo que quería e iba a donde deseaba, pena por dejar a mis padres y a mis amigas. Pero ya me lo habían dicho muchas veces: “el que algo quiere, algo le cuesta”. Ese refrán tenía razón porque si quería ver mundo y cómo funcionaba la educación en otro lugar de España, me tendría que desplazar para observar cómo funciona el sistema educativo fuera de Vizcaya, del País Vasco donde había nacido y crecido.
Unos días antes de mi partida fui a la librería a comprarme algún libro y algún cuaderno más para mis interminables cartas que mandaría, las anécdotas que me ocurriesen y lo que mi imaginación me permitiese escribir en mis ratos libres. No presumo de ser una gran escritora pero de vez en cuando escribía alguna historia que imaginaba y daba vida a través de la palabra escrita. Podía escribir desde cuentos infantiles hasta novelas de ficción, pasando por poesía e historias de humor.
El talento no me venía de familia, al menos que supiese. Nadie de mi familia, ni siquiera la cercana (mis padres), escribía lo que se le venía a la mente para compartirlo con el resto de la humanidad. Yo no lo compartía con nadie, salvo con mis padres y una prima, pero lo dejaba plasmado en papel.
Me iba el sábado, así que el viernes ya estaba metiendo en la maleta los últimos detalles, revisando lo que ya había guardado para que no se me olvidase nada. Y como algo de música no podía faltar, también guardé mi flauta y unas castañuelas (que me regaló mi padre porque se lo llevaba pidiendo mucho tiempo).
En total de equipaje llevaba una maleta y una mochila. Había guardado lo que me iba a hacer falta por allí, algo para no aburrirme cuando no estuviese haciendo nada y objetos para recordar mi vida de aquí: fotografías en su mayoría, pero también algún peluche, algún libro que me había regalado algún amigo y, por supuesto, me llevaba las pulseras y cartas de mis amigas para no olvidarlas y que estén presentes allí donde voy.
El día anterior había recibido un telegrama de Flor, la maestra de Alazana, que me comunicaba que había recibido mi telegrama y que irían a las 2 de la tarde del domingo a recibirme donde me dejaba la diligencia.
Cenamos viendo la televisión. Era la última cena hasta mi vuelta y se notaba. La cena se hizo silenciosa y lo normal es que yo no pare de hablar. Pero ese día no se me ocurría de qué hablar que ya no hubiese dicho. Y es que estaba todos los días hablando de cuando me fuese, qué lejana estaba la fecha. Sin embargo ahí estábamos, a un día de mi marcha.
El sábado 8 de octubre me desperté temprano, como siempre que estoy nerviosa por ir a algún sitio. Es esa sensación de cuando quedo con mis amigas.
A las 8:30 de la tarde llamé a Laura y a Andrea para que fuesen a la estación de tren a despedirnos. Me dijeron que allí estarían y salí de casa con la mochila a la espalda y con mis padres al lado. Mi padre cogió la maleta para llevármela hasta la estación.
Antes de salir comprobé si tenía los billetes y sí los tenía. En la estación me compré una botella de Coca-Cola y una de agua. Bocadillo para cenar ya compraría en el vagón-restaurante del tren.
Mis amigas llegaron a la estación a las 20:50. Estuvimos hablando hasta las 21:10 que entré a la zona de vías. Me despedí de mis padres y de mis amigas. Abracé a los 4 y les prometí que les escribiría contándoles todo aquello.
#3
FanBandolera
FanBandolera
04/10/2011 18:44
A las 21:15 llegó el tren con destino a Málaga. Busqué mi vagón, subí la maleta y me monté en él. Busqué el asiento y me senté con un libro en mis manos que leer. Dejé la maleta y la mochila en el portaequipajes y me puse cómoda en el asiento. Me aguardaban más de 12 horas de viaje hasta Málaga. Me daba tiempo a cenar, leer, dormir, mirar por la ventanilla el paisaje.
Cené un sándwich de jamón y queso bebiendo Coca-Cola. Iba mirando el paisaje que ya estaba teñido por la luz de la luna y la luz de las farolas por las que pasábamos. Mis ojos se fueron cerrando. Bajé la mochila y guardé el libro. Me puse cómoda y me quedé dormida.
Me desperté con la luz del sol a las 8 de la mañana, cuando llegábamos a Córdoba. A partir de ahí, el trayecto se me hizo más corto. Enseguida llegué a Málaga y bajé del tren. Cogí la diligencia que me llevaba a Alazana. Llegué a las 2 de la tarde. Bajé con todo el equipaje que llevaba. Estaba en medio del campo. A lo lejos distinguí a 2 personas, me acerqué a ellas. Eran un hombre y una mujer.
- Hola, debes de ser Vanessa ¿verdad?-me preguntó la mujer.
- Sí.
- Encantada. Yo soy Flor y éste es mi marido Marcial.
- Encantada-dije dándoles la mano para saludarles.
- Deja que te ayude-se ofreció Marcial a coger mi maleta.
- Gracias-le agradecí por el gesto. La verdad es que la maleta pesaba.
- Y ahora vamos al pueblo y te lo enseñamos-me dijo Flor.
- Vale.
Andamos un rato y llegamos a una plaza donde se concentraban los distintos mercados, la imprenta, el cuartel de la Guardia Civil.
- Ésta es la taberna de Pepe, que además es el alcalde; aquí está la imprenta, donde también trabajo; y el cuartel de la Guardia Civil. El dispensario del doctor Buendía está en la trastienda de la imprenta. El doctor Buendía es mi marido Marcial. Si alguna vez te encuentras mal, me lo dices y Marcial te reconocerá.
- Ah vale, gracias.
- Nada, es mi trabajo-dijo Marcial.
Andamos un poco y llegamos a un pequeño edificio.
- Y aquí está la escuela de Arazana, de la que soy responsable y me paso la mitad del día.
#4
FanBandolera
FanBandolera
04/10/2011 18:45
Lo he dividido en 2 mensajes porque si no no me dejaba publicarlo...
#5
sena97
sena97
04/10/2011 19:11
me gusta mucho sigue cuando puedas
#6
FanBandolera
FanBandolera
05/10/2011 13:00
Me alegro que guste sonriente
#7
Silvania20
Silvania20
05/10/2011 13:22
Ayer iba a leerlo pero con las clases de inglés y demás no pude =S pero lo acabo de leer ahora y como ya te dije me encanta!!! Sigue cuando puedas =)
#8
FanBandolera
FanBandolera
06/10/2011 19:15
Este es un tanto divertido,leedlo y sabréis por qué,jeje carcajada

Capítulo 3:Un encontronazo con la ley
Flor me deja instalarme en Arazana diciendome que está la posada de la Maña a las afueras del pueblo. Llevo 500 pesetas para todo el mes. Voy a un puesto y pregunto cuánto vales las manzanas. Me dice que 70 pesetas el kilo. Al final no compro nada porque me parecía caro. Pero antes de alejarme de la plaza, cojo una manzana disimuladamente.
-¿Qué hace, señorita?-pregunta una voz a mi espalda.
Me sobresalto y dejo caer la manzana al suelo.
-¿Yo? Nada...-le contesto como si no hubiese hecho nada, con mi mejor cara.
Me giro lentamente y me encuentro cara a cara con un señor de poco pelo y que viste de uniforme.
-¿Qué hacía con esa manzana? ¿La ha pagado?
-Iba a pagarla...
-Váyase de mi vista antes de que la detenga y la meta al calabozo.
-¿Por coger una manzana que estaba en el suelo?
-¿Se cree usted que soy tonto? Sé lo que he visto y esa manzana la ha robado del puesto. Quédese con quién ha hablado con usted: sargento Morales.
-¡Sí, señor!-le digo poniendo una mano en la frente como si de un militar se tratase.
-¿Se está burlando de míP?-me pregunta enfadándose.
-No-le digo bajando la cabeza y riéndome por lo bajini.
Por lo visto, Morales se ha dado cuenta que me estaba riendo y me dice:
-Anda, váyase de mi vista que me está poniendo de los nervios. Le doy 5 minutos para desaparecer de aquí o la meo al calabozo.
-Vale, tranqui-digo alejándome de su vista antes de que diga algo más.
Camino despacio, en silencio, escuchando mis pensamientos. En cuanto me instale, escribiré a mis padres y a mis amigas. Pero no les contaré nada de lo que ha ocurrido hace un momento en la plaza, con ese sargento de la Guardia Civil. Morales creo que me ha dicho que se llama.
Avanzo hasta salir de las inmediaciones del pueblo y hay un establecimiento. Cuando me acerco más, veo que pone posada.
Nunca he ido a una posada y mucho menos, quedarme en una. No sé cómo es el trato en esos lugares donde la gente paga una cantidad de dinero por cada noche que se aloja. No sé cuánto es lo normal que cobran las posaderas o los posaderos. Pero esta duda pronto va a resolverse, pues estoy a punto de entrar a la posada y preguntar cuánto cuesta pasar la noche. Bueno durante los 3 meses que voy a estar en Arazana.
Veo a una chica jóven detrás del mostrador. Es una chica de pelo moreno, rizado, sonrisa en la cara. Lo que se dice una chica guapa.
-Señorita, ¿quiere pasar un buen rato?-me pregunta un hombre que se me ha acercado.
-No-digo resistiéndome.
El hombre, que tiene muy mala pinta y me da mala espina, me atrae hacía sí. Yo no hago más que intentar librarme de él. Busco en los alrededores buscando algo con lo que atacarle.
Me doy cuenta que en la mesa de al lado hay un vaso de vino. Lo cojo y le tiro el vino a la cara. Salgo corriendo de entre sus brazos y cijo una botella de otra mesa por si se le ocurre acercarse.
Se acerca a mí, furioso por lo que le acabo de hacer. Estoy dipuesta a usar la fuerza si es necesario.
-No se acerque más o le abro la cabeza-le aviso desde mi posición.
Otro hombre que lleva el pelo desaliñado se levanta. Se acerca al hombre que me ha intentado atacar.
-Déjalo Navarro. Está visto que las chicas de esta posada son unas estrechas.
-Perdone señor, pero esta chica no trabaja aquí-responde la posadera.
-¿No me diga que es otra clienta como la señorita Reeves?
-Pues todavía no lo sé porque no han dejado a la muchacha ni llegar. Así que dejen a la chica tranquila.
Yo sigo con la botella levantada, en guardia por si me atacan.
El primer hombre se va acercando a donde estoy. Se pone a un palmo y me agarra de la cintura. Con la mano que tengo libre intento quitar su mano de mi cintura, me aprieta y me lleva hacia su cuerpo.
Es el momento, tengo que actuar. Le doy con la botella en la cabeza, rompiéndola en su cabeza. De su cabeza emana sangre a borbotones. Le he debido hacer una brecha. Pero se l.o merecía. Se estaba sobrepasando conmigo y eso no lo podía consentir.
Llega un Guardia Civil a la posada y ve la situación. No es el mismo Guardia Civil que ví en la plaza, no es Morales. Es un hombre jóven, apuesto, con bigote y patillas.
-¿Qué ha pasado?-pregunta.
-Es el teniente Romero-me explica la Maña, según se ha presentado ante mí hace un momento.
-Pues el chaval está de buen ver-le comento.-
-Lo está, pero está con la señorita Reeves.
Navarro y el hombre que le da órdenes están hablando con el teniente Romero. Puedo intuir qué le están contando. Mis sospechas no se hacen esperar más porque el teniente se dirige a mí.
-¿Es verdad lo que me cuentan, señorita?
-¿El qué?-le pregunto como si no supiese del tema.
-Que le ha golpeado con una botella en la cabeza.
-Sí, pero...
-Acompañéme, por favor.
-Déjeme que yo se lo explique, teniente-interrumpe la Maña.
-No, Rosa. Esta señorita ha atacado a un hombre y me la tengo que llevar.
-Se lo merecía. Es un asqueroso. No sabe toda la historia...protesto.
-Y me la va a contar... Claro que me la va a contar, pero en el cuartelillo.
-¡No es justo! Sólo hacéis caso a quien os conviene y no a una señorita de ciudad como yo.
-Como no se calle, además la acusaré de desacato a la autoridad. Y ahora, andando-me ordena.
Pero yo no me muevo ni un paso. Yo soy inocente y sólo le he atacado en defensa propia. Todos han visto lo que ha pasado. Pero callan. Tal vez por miedo, porque no quieren inmiscuirse o porque están tan enfrascados en sus vidas, que no quieren ver lo que pasa a su alrededor.
El teniente espera a que yo avance hasta el cuartel, pero no pienso hacerlo.
-Señorita... Haga el favor de moverse y acompañarme.
-No.
-¿Cómo ha dicho, señorita?
-Que no, no voy a ir con usted. Yo no he hecho nada malo para ir a un cuartel de la Guardia Civil.
-Por las buenas o por las malas, pero va a ir.
-No voy a ir y ¡ya está!-empiezo a enfadarme con el hombre que, hasta hace un momento, me parecía apuesto.
Saca de su uniforme unos grilletes y me pone los brazos a la espalda, poniéndome los grilletes en las manos.
-¡Suéltame!-grito.
-Cállese o le pongo un esperadrapo en la boca.
-Pues entonces pongámelo porque no me pienso callar. Se cree muy importante con ese uniforme y que puede llevarse a quien quiera al cuartel, ¿no? Y si no quiere, le pone unos grilletes como un vulgar perro, ¿verdad?
Mi enfado llega hasta tal punto que estoy diciendo todo lo que se me pasa por la cabeza en aquel momento. Sé con quién estoy hablando y enfrentándome, pero no puedo evitar decir todo lo que pienso. También sé que mi pena va a ser peor por resistirme a la autoridad y decirle todas esas barbaridades. Pero no puedo callarme ante las injusticias y esta es una de ellas.
Voy andando con la atenta mirada del teniente, dándome algunos empujones de vez en cuando.
Llegamos a la plaza y me guía hasta el cuartel. Entramos y me ordena que me siente. Hago caso omiso de su ordenanza.
-Tú verás lo que haces, te vas a agotar de estar de pie mientras hagas declaración.
Finalmente me siento en la silla enfrente del teniente.
#9
Silvania20
Silvania20
06/10/2011 22:33
Cuanto echo de menos a ese Miguel, el Miguel del principio =(

GENIAL!!! Qué ganas de seguir leyendo, me ha recordado al comienzo de Sara y Miguel =D Muchas gracias ^^
#10
Xavier28
Xavier28
10/10/2011 00:08
fanbandolera van 4 dias sin tu capitulo.Esperamos el cuarto....jugosos capitulos,besitos
#11
FanBandolera
FanBandolera
10/10/2011 20:30
Ya siento el retraso,pero aquí está el capítulo 4.

Capítulo 4:Nuevos amigos

Al estar frente a frente al teniente y en el cuarto, me derrumbo y empiezan a brotar unas lágrimas de mis ojos. Cuando me he visto en el cuartel, comprendo la situación. Desde siempre me ha ocurrido esto: hacer alguna trastada o algo que estaba mal y después de echarme la bronca o castigarme, sentirme culpable por lo ya ocurrido. Y luego pedía perdón para sentirme bien conmigo misma y con la otra persona. En esta ocasión, el sentimiento de culpa era el mismo.
El teniente se levanta, coge una silla poniéndola a mi lado y me ofrece un pañuelo.
-Tranquilicese señorita y cuénteme qué le ha pasado.
Cojo el pañuelo que me ofrece y le empiezo a contar lo que ha ocurrido en la posada con ese hombre, cómo he llegado al extremo de atacarle. Cualquiera que lo haya visto o me escuche el relato, se puede dar cuenta que ha sido en defensa propia. Parece que cree mi historia porque cuando acabo mi explicación de los hechos, dice:
-No se preocupe usted por lo que ha hecho porque está visto que ha sido por su propia defensa. Pero no tengo más remedio que cobrarle una multa porque ha cometido un delito.
-¿Defenderse es un delito? No sabía yo eso...-le digo, incrédula.
-No, no es un delito defenderse pero le ha abierto la cabeza a una persona y la han denunciado.
-¿Y cuánto es la multa?
-5 pesetas y 2 reales.
-¡Ah! Pues no lo voy a pagar.
-Pues entonces tendría que pasar tiempo en el calabozo hasta que lo pague.
-Será si puedes...-digo levántandome de la silla.
Pero el teniente es más rápìdo que yo y me detiene haciéndome que me siente de nuevo en la silla. Este guardia va a ser duro de pelar y será difícil darle pena y que me deje marchar. No es como el otro, como Morales, que me deshice de él enseguida.
-¿Va a pagar ya o lo dejamos para el siglo que viene?-me pregunta, perdiendo la paciencia. Se levanta y empieza a pasear a mi alrededor.
Yo no digo nada, ya que puedo observar que está perdiendo la paciencia y eso no puede ser bueno para mí. Así que saco el monedero y pago la cantidad convenida.
En ese momento entra otro guardia civil y el teniente se cuadra diciéndole capitán. El capitán le dice que descanse y le pregunta que qué hago allí. El teniente le pone una excusa: que he ido a denunciar porque me han asaltado los bandoleros. No sé por qué lo hace, la verdad. Después de haber hecho que haya perdido su tiempo, me defiende ante el capitán.
Salgo del cuartel, al fin. Al fin soy libre de nuevo. Me sentía incómoda dentro, con esos ojos verdes que me miraban fijamente. Los he podido apreciar porque me he quedado prendada de ellos, mirándolos cuandos esos ojos se cruzaban con los mios.
En la plaza veo sentadas a la maestra y a una mujer rubia a su lado. Charlan animadamente, abanicándose.
Flor me ve y me llama. Me acerco a donde están ellas.
-Hola Vanessa. Mira, te presento a Sara Reeves; una amiga mia. Sara, te presento a Vanessa; la alumna de prácticas que ha venido de Bilbao.
-Encantada-digo ofreciéndole mi mano para saludarla.
-Un placer, Vanessa-me saluda dándome la mano.-¿Ésta es la famosa Vanessa de la que no parabas de hablar, Flor?-le pregunta a su amiga. Se vuelve a dirigir a mí y me dice-No veas el tiempo que ha estado hablando de ti: que si me va a venir bien una ayuda, cómo será, cómo hablará... Todas esas preguntas que te rondan la mente cuando va a venir alguien nuevo. Flor te tratará muy bien, es buena gente.
-Sara, por favor...-le empieza a decir la maestra, ruborizándose.-No es para tanto...
-Como ves, es muy humilde. Y muy vergonzosa también. Ya has visto qué roja se ha puesto.
Yo le sonrio porque no sé qué decir y apenas la conozco. Con la gente que no conozco, no suelo hablar. Soy muy tímida y me cuesta entablar conversación, a no ser que sea alguien de mi confianza. Pero preveo que esta mujer, Sara Reeves, lo es y además es muy cercana. Debe tener mi edad, 21 años, o algo mayor pero no mucho más que yo.
-Vamos a la taberna y os invito a algo-nos propone Sara a Flor y a mí.
-Sara, yo tengo trabajo en la imprenta. Pero id viosotras, si queréis-dice Flor.
-¿Y tú qué dices, Vanessa? ¿Vienes?
-Vale, pero yo no bebo.
-¿Cómo que no bebes? Pero, ¿cuántos años tienes?
-21.
-Pues entonces puedes beber. Yo tengo 22 y ya bebo. No pasa nada, no te preocupes-me tranquiliza Sara.
-Bueno...vale-accedo a la propuesta.
Vamos las 3 hacia la taberna. Flor se despide de nosotras porque está ocupada. Donde entramos es a la taberna de Pepe. En la barra hay una mujer morena que al ver a Sara, sonríe y la saluda. Sara me presenta y Julieta, así es como se llama la chica, sale de la barra y me da 2 besos espontáneamente para saludarme. Por lo que puedo apreciar, la chica es muy lanzada y vivaracha. Sara le pide 2 chatos y nos vamos a una mesa a sentarnos.
Sara me da la confianza que necesito para conocerla y hablar con ella. Esta ocasión es muy parecida a cuando fui al teatro y hablé con las chicas que ahora son mis amigas, muy buenas amigas. De pequeña era más tímida que ahora y me costaba más hacer amigas, jugar con niñas que no conocía, hablar con ellas. Recuerdo que le decía a mi madre que hablase ella porque a mí me daba vergüenza.
Sara me cuenta que es inglesa, de Oxford pero que fue adoptada. Ella es andaluza. Su madre era bailaora de flamenco y su padre, gobernador. Me explica que la gente de Arazana es muy servicial. Me dice que en el pueblo acaban de abrir un banco, la banca Velasco, cuyo dueño y director es Fernando del Caz.
Me pone al día de quién vive en el pueblo, quién ha vivido, el que ha estado una temporada de visita. En un rato estoy informada de todo lo que acontece en el pueblo.
Yo le cuento que soy de Bilbao pero no hablo el euskera como quisiera, ya que mis padres son extremeños y yo estudié en castellano con una asignatura de euskera. Le digo que ahora estoy en 3º de Magisterio de música y este año ya acabo. Me pregunta que cuánto tiempo voy a estar por allí y le digo que mis prácticas duran 3 meses. Luego tengo que ir a la universidad a clases, en mayo-junio tengo los exámenes y, si todo va bien, este año acabo los estudios. Son 3 años la carrera. He ido aprobando año por año aunque haya suspendido alguna. Si eso, luego la he recuperado.
Sólo llevo un rato en este pueblo pero me gusta y me gustaría trabajar aquí y así poder vivir en este pueblecito.
Sara ve que no he probado el vaso de vino y me anima a tomarlo. Cojo el vaso recelosa y, según su consejo, me lo bebo de un trago. No me gusta su sabor, yo nunca había bebido salvo algún vasito de licor en navidades. Y ahora ahí estaba, con un vaso de vino tinto.
Acabo el vaso y Sara me propone ir a la imprenta para darle una sorpresa a Flor y así ayudarla. Me parece bien y le digo que sí.
Nos levantamos, Sara va a la barra y paga la consumición a Julieta. Salimos de la taberna y nos dirigimos a la imprenta, que está muy cerca.
En la imprenta, Flor está colocando libros. Se lleva una sorpresa al vernos aparecer. Yo aún ando con la maleta y le pregunto que si la puedo dejar en algún sitio para poder ayudarla. Me dice que la puedo dejar en la trastienda y que no hace falta que la ayude, que ya está Sara. Yo puedo descansar.
Aprovecho para sacr el cuaderno de la mochila y escribir lo que me ha pasado hasta este momento. Va a ser como un diario mientras esté en Arazana y podré contar lo que me suceda, mis pensamientos y todo lo que pase en estos 3 meses. También tendré que escribir pronto a mis padres y a mis amigas.
Oigo llegar a alguien, me levanto y me asomo para ver quién es. Es Marcial, el marido de Flor y el médico de Arazana.
-¿Qué ocurre, Marcial?-pregunta Flor.
-La Maña ha muerto-dice Marcial muy serio.
Salgo de la trastienda.
#12
FanBandolera
FanBandolera
10/10/2011 20:31
-¿Cómo que la Maña ha muerto? Si me ha recibido esta mañana en la posada y estaba bien...-digo, sorprendida por la noticia.
-Estaba enferma y ya no había nada que hacer-me explica Marcial.
Marcial se va de la imprenta y Flor y Sara vuelven al trabajo. Eso sí, la cara les ha cambiado y ahora están tristes. Y yo aunque la haya conocido hoy, me ha parecido una buena mujer y se ha ganado mi cariño. Me ha defendido ante el teniente Romero y eso no lo hace cualquiera. Se la veía una mujer muy alegre y con un carácter maternal con las chicas que trabajan allí, en la posada.
Me meto a la trastiendo de nuevo con mi diario. Por mi cara resbalan unas lágrimas que caen al papel. No puedo evitar la tristeza ni las lágrimas. Alguien que te acoge, que te defiende como si fueras su hija no se olvida. Y eso que no me ha dado tiempo a decir que me quería hospedar en la posada. No he podido por lo que ha pasado con ese homnbre, que apenas había llegado y ya me estaba tratando como una prostituta.
Flor entra al dispensario, donde yo estoy. Intento ocultar mis lágrimas limpiándomelas con la mano pero Flor ya me ha visto que he llorado.
-¿Qué te pasa?-me pregunta.
-Nada.
-¿Es por la Maña?
-Sí, es que me trató muy bien y no me conocía de nada.
-Es que la Maña es así con la gente-me dice Sara, entrando. Ha escuchado lo último que he dicho.
-Además me defendió frente al teniente Romero por lo que me ha pasado con un hombre que estaba en la posada.
-¿Y qué te ha pasado?-me pregunta Sara preocupándose por mí. Coge una silla y se sienta a mi lado.
Me coge la mano para reconfortarme. Al sentir el cariño de la señorita Reeves no puedo contener las lágrimas y empiezan a brotar de nuevo por mis ojos.
#13
Silvania20
Silvania20
10/10/2011 21:19
GENIAL!!! Me encanta =) espero el próximo con muchas ganas!!! =)
#14
FanBandolera
FanBandolera
10/10/2011 21:35
Me alegro que guste tanto sonriente
#15
NoeLiia93
NoeLiia93
10/10/2011 22:43
Eso, cuentale del teniente Romero, jajajajaja!!

Esta muy biien!!! :D
#16
ameliamarcos
ameliamarcos
11/10/2011 00:00
Fanbandolera tus dialogos son rápidos,precisos es divertido leerte
#17
FanBandolera
FanBandolera
11/10/2011 20:49
Que bien que os esté gustando,me inspiré como empezaba las prácticas(que las empecé ayer) y cuando dijeron Sara y Miguel de irse a Inglaterra a empezar su vida allí.Es que para lo que nos están ofreciendo en Bandolera de Antena 3...prefiero vivir en mi historia.
Os dejo el capítulo 5,que a mí es el que más me gusta hasta el momento sonriente

Capítulo 5:Mi primer amor

Le cuento, entre lágrimas, mi mala experiencia en la posada con un hombre llamado Navarro que estaba a las órdenes de un tal Mendoza. Después ha llegado el teniente Romero a poner orden. El tal Mendoza y ese Navarro le han dicho que yo le había golpeado con una botella en la cabeza. Entonces el teniente me ha detenido y llevado al cuartel.
-Lo que sí me he fijado en lo guapo que es el teniente.
-¡Ah Miguel! Sí, es muy guapo y educado.
Había abandonado en enamorarme de Miguel porque estaba con Sara y Sara es amiga, y los novios de las amigas no se tocan. Yo lo sabía muy bien y siempre respetaba esa norma.
Sara me pregunta que si tengo alojamiento y yo le respondo que todavía no, no me ha dado tiempo a decir algo en la posada. Sara me propone que me instale en su casa. Es muy amable de su parte pero no quiero molestar. Sara insiste en que no le molesta para nada. Su casa es grande y yo sería su invitada.
Sara se ofrece a llevarme la maleta, yo cojo el cuaderno y el estuche y lo guardo en la mochila y me la pongo a la espalda. Emprendemos la marcha a su casa, despidiéndonos de Flor al irnos. La casa de la señorita Reeves está a las afueras del pueblo. Veo, cuando llegamos, que es una casa enorme. Entramos y me guía hasta la que será mi habitación. Según Sara, es la habitación de invitados y yo soy una invitada en su casa.
Deja que me instale en el cuaro y ella se va a sus tierras a trabajar. Abro la maleta y empiezo a sacar ropa que voy guardando en el armario. Esto me mantendrá ocupada un rato. Además, si me sobra tiempo, puedo escribir alguna carta que otra. Sé que acabo de llegar pero ya me han sucedido cosas que contar a mi gente para mantenerles informados.
La tarde llega a su fin. Sara vuelve a casa para cenar y acostarse. Chelo, la sirvienta de Sara, pregunta que qué queremos para la cena. Sara pide una ensalada y me pregunta a mí que qué quiero. A mí me apetece una tortilla de patatas y mi anfitriona se la pide a su sirvienta. Chelo se retira y nos quedamos Sara y yo en el salón. después de cenar viene Flor, me dice que quedamos a las nueve menos diez en la puertaa de la imprenta. Mañana es el primer día de prácticas y la maestra me va a acompañar a la escuela.
La mañana siguiente llega enseguida. Me levanto a las 8 de la mañana y Sara ya está desayunando. Desayuno con la compañía de la señorita Reeves. Cuando terminamos, salimos juntas de casa y cada una toma su camino: ella a sus viñedos y yo a la plaza del pueblo, al encuentro con la profesora.
Flor me explica que ella, como maestra, debe estar una hora antes de que empiecen las clases. Las clases empiezan a las 10 de la mañana y suelen acabar a las 12:30 ó 13:00, según las posibilidades de los alumnos. Los niños, desde muy temprana edad, trabajan en el campo para ayudar a su familia con el jornal que ganan. Las clases de la tarde se han suspendido porque es cuando los alumnos van a trabajar. Muchos de ellos no acaban los estudios primarios ni se sacan ninguna titulación.
Flor se ocupa de todos los cursos de la EGB, desde primero hasta octavo. Todos los alumnos son chicos porque las chicas no pueden estudiar. Las niñas se quedan en casa para aprender a ser unas buenas amas de casa en el futuro.
Hoy sólo observo y apunto lo que hacen en clase. Voy con Flor a donde vaya pero no hay mucho a donde ir, sólo hay 2 clases. Se organizan en turnos y en ciclos. están de 2 en 2 cursos: 1º y 2º, 3º y 4º, 5º y 6º y, 7º y 8º.
Hoy acaban las clases a la una del mediodía. Por ser el primer día en la escuela, Flor me invita a comer a su casa. Flor cocina unas lentejas que me las como con gusto, le han salido buenas. Aquí no hay televisión como en Bilbao, así que no hay entretenimiento posible. A no ser que vayas a pasear, escribir o fantasear. después de comer le digo a Flor que voy a ir a dar una vuelta y que nos vemos al día siguiente en clase.
Camino en dirección a la posada. Paso por la plaza y veo que la taberna está cerrada. Sigo andando por el camino que sale del pueblo para la posada de la Maña. Quiero darles el pésame a las chicas y preguntarles que cómo están. Para ellas, la Maña debía ser como una madre. Lo fue para mí y sólo fue un momento en el día de ayer, defendiéndome. Veo que no hay ni un sólo cliente, está vacía. Voy a la barra, donde está Lupe.
-Lo siento. Ya me he enterado de lo de la Maña, ¿cómo estáis?
-Pues llevandolo como podemos. Ramona es la más afectada, pues estaba trabajando con ella desde hace tiempo.
Entra a la posada un hombre vestido muy elegantemente. Le pide un jerez a Lupe y se interesa por las chicas, dándole además el pésame por la muerte de la Maña. Cuando se acerca, le veo mejor. Lleva bigote, unas gafas sobre su nariz, muy bien peinado y de carácter amable. Es un hombre muy educado y cortés, que trata muy bien a la gente. Me ve al lado de Lupe y saluda dándome un beso en el dorso de la mano y presentándose como el marqués de Benamazahara. Me quedo sin palabras ante tanta belleza y caballerosidad. Nunca he conocido un hombre tan galante como él. Me presento, diciéndole mi nombre tartamudeando.
-Encantado Vanessa. Espero verla más a menudo por aquí.-me dice dándome la mano. Noto algo en mi mano que me ha entregado el marqués.
Sonrío, nerviosa, al marqués y me devuelve la sonrisa. Tiene una sonrisa preciosa, con todos los dientes enfilados y blanquitos. Impecables. Y los ojos que tiene...¡madre mia! Me derriten esos ojos. Ni los del teniente, y esos que eran unos bonitos ojos pero los del marqués son mucho más.
Entra otro hombre a la posada. Lupe sube las escaleras con un cesto de ropa y el marqués se ofrece a ayudarla. Pero el hombre quiere hablar con el marqués. El marqués baja a hablar con él. Yo subo a ayudar a Lupe. O esa es mi intención. Me quedo escondida arriba escuchando. Me entero que el marqués se llama Juan. Ya no escucho nada más. Ya tengo lo que quería saber: su nombre. Abro la mano y veo que lo que me ha dado ha sido un broche. Es un regalo digno de lo que representa. Pero no es el regalo en sí lo que me encanta, sino el gesto que ha tenido conmigo. Espero a que se vayan antes de bajar. Lupe sale de la habitación y me ve allí escondida, con el broche en la mano y mirando hacia abajo.
-¿Qué haces, Vanessa?-me pregunta al verme allí. Pero enseguida se da cuenta de lo que me pasa, mi sonrisa me delata-A ti te gusta el marqués.
-No...¿Qué cosas dices?-Pero no lo puedo disimular.
-Sí, sí...Tú estás enamorada, se te nota en el brillo de los ojos y en esa sonrisilla que tienes ahora mismo viéndole.
-Bueno sí...No lo puedo evitar. Es que...
-No tienes que dar ninguna explicación, son cosas del amor y cuando llega, llega.
-¿Y tú estás enamorada?
Se ruboriza al instante y entre mujeres eso se nos nota enseguida.
-Sí, de un chico que conocí en el río. Se llama Gaspar.
-Gaspar, ¿eh? ¿Y es guapo?
-Pues como para ti el marqués...
Y así me quedo: observando a Juan, el marqués, hablando con el otro hombre que ha entrado. Lupe está a mi lado para no molestar en la conversación de los 2 hombres y haciéndome compañía.
#18
NoeLiia93
NoeLiia93
11/10/2011 21:30
¿Y quien no se va a enamorar del Marques.??????? jajajaja
#19
FanBandolera
FanBandolera
12/10/2011 13:05
Es que el marqués enamora a cualquiera,esa forma que tiene de tratar a la gente...y además que es guapo,jeje sonriente carcajada
#20
FanBandolera
FanBandolera
12/10/2011 13:10
Os dejo el capítulo 6,en el que la marcha de Sara y Miguel cada vez está más cerca.

Capítulo 6:Despedidas

Cuando acaban de hablar los hombres,salen de la posada y nosotras bajamos. Me despido de Lupe y me voy a casa. Ha ido Roberto Montoro, según me informa Chelo, y está hablando con la señorita Sara. Capto que Sara le dice que puede confiar en él, Roberto dice que la finca de los Montoro le viene muy grande y no sabe si podrá hacerse cargo de los viñedos de Sara. Pero Sara se limita a decir que puede hacer todo lo que se proponga. Entro al salón y les saludo. Además me presento ante Roberto y él también se presenta. Por lo que veo todos o casi todos los muchachos de Arazana están de muy buen ver. Pero yo ya tengo en alguien en quien pensar.
-Bueno si no me necesitáis, me voy a la habitación-les digo a los presentes.
-Vete tranquila, luego te avisará Chelo para la cena-me dice Sara.
Y sin dilación, me retiro a mi habitación. Es hora de escribir algo. Tal vez mi diario, una carta o, a lo mejor, un poema. Aún no he decidido que escribir. Espero que cuando esté delante del papel, me decida.
Estoy un rato pensando frente a mi cuaderno. Al final, decido escribir algunas cartas.

Aita,ama:
Soy Vanessa. Llegué s Arazana ayer a las 2 de la tarde. Me recibió Flor con su marido Marcial. ¡Ah! Marcial es el médico del pueblo y es buena gente. Al igual que la maestra que me ha tratado muy bien. Hoy, después de clase, me ha invitado a comer a su casa.
Me estoy quedando en la casa de Sara, la amiga de Flor y que se ha convertido en mi amiga. Me iba a alojar en la posada de la Maña pero la Maña, la dueña, murió ayer por la tarde. Hoy ha sido el funeral en la iglesia pero yo no he ido. No he podido ir porque me ha afectado. Pero he ido a dar el pésame a las chicas que trabajaban con ella en la posada.
Las prácticas han empezado bien. Hoy, por ser el primer día, he observado y apuntado en el cuaderno para el diario de prácticas.
Os estoy escribiendo esta carta desde mi habitación, esperando a que llegue la hora de la cena.
Lo dejo por hoy y ya os escribiré otra carta pronto.
Os quiero mucho y os echo de menos.
Besos,
Vanessa


Ya he escrito a mis padres, ahora una a Juan (el hombre misterioso) y, luego, a cada una de mis amigas.

Estimado Juan:
Me llamo Vanessa, soy la chica que conoció en la posada. Estaba con Lupe hablando y de repente apareció usted por la puerta para preguntar cómo estaban las chicas tras la muerte deb la Maña.
Apenas le conozco pero en cuanto apareció y se acercó a la barra, se me paró el mundo. Apenas podía pronunciar palabra y de mi boca sólo salía una risa nerviosa junto a palabras entrecortadas. Y eso lo ha logrado usted con su presencia y galantería.
Me gustaría conocerle un poco más pero si no quiere no pasa nada, no le voy a obligar.
No sé cómo hacerle llegar esta carta, no sé dónde vive. Así que a lo mejor se la da Lupe o alguna chica de la posada, a la que se la daré. Me da mucha vergüenza pero quiero que le llegue y la lea. Y si me responde, eso sería magnífico.
Un saludo,
Vanessa


Releo la carta que va dirigida a Juan. Creo que eso es todo lo que le tenía que poner o lo que mi vergüenza me permite. Ahora tengo que comprar sobres para las dos cartas. Creo que podré comprar los sobres en la imprenta. Bueno antes de acabar con lo de Juan (sólo una carta me parecía poca cosa), cojo la pluma de nuevo y me devano los sesos. Quiero escribirle un poema al marqués. Para que vea que el romanticismo no ha muerto y que hay poetisas por el mundo.

Al hombre que entró en la posada,
me miró y me dejó anonadada.
En todo me fije de su persona
y ahora no puedo pensar en otra cosa.

Sólo venía por tema de estudios
pero ahora estoy por otro motivo, un motivo nuevo.
de usted me fui a fijar
y al final me acabé por enamorar.

Ya sé su nombre, Juan
y me gustaría repetirlo hasta en el altar.
De momento quiero una cita algún día
para conocerle mejor y ver cómo sería.

Aunque no tendré demasiadas esperanzas,
usted es marqués y yo una simple muchacha.
Usted del sur y yo del norte
pero podría ser bonito mientrás durase.


Justo cuando termino y lo he repasado unas dos veces, viene Chelo a avisarme que la cena está lista.
Voy al cuarto de estar y me siento a la mesa junto a Sara.
Empezamos a charlar mientras cenamos. Sale el tema de que estaba hablando con Roberto, que le dejaba las cuentas a su cargo porque se va. Pronto se va de Arazana.
-Pero, ¿te vas a ir ahora?-le pregunto.
-Sí. Me voy a ir pronto con Miguel a Inglaterra. Pero será por poco tiempo. Y tú te puedes quedar en la casa, si quieres. Chelo se seguirá haciendo cargo de la casa y tú podrás seguir siendo la invitada.
-Pero no te puedes ir, te voy a echar de menos. Ya te has convertido en una amiga y tienes mi confianza.
-Si lo sé, Vanessa pero así lo hemos decidido Miguel y yo. Pero no te pongas triste,-me dice Sara al ver mi expresión-que va a ser por poco tiempo y volveremos. Vamos a cambiar de tema, ¿qué tal las prácticas?
Sara quiere distraerme para que no piense en su marcha y hasta, creo, que a ella le apena irse. Según me he enterado, ella lleva más tiempo que yo; desde enero, según mis fuentes. A mí las despedidas no me gustan. Cuando se va alguien querido, aunque diga que volverá pronto, no puedo evitar que se me cambie la cara y tenga un nudo en la garganta que intentas sostener las lágrimas para que no aparezcan. Porque lo último que quiero es que la persona que se, se ponga triste también. Pero parece que no se puede evitar esa sensación de desconsuelo, de abandono (aunque no sea así) y de tristeza. Cuando se coge o tienes cariño a una persona, te sale el echarle de menos, en falta cuando no está cerca.
Sara me sigue mirando, esperando una respuesta a su pregunta.
-Bien.
-¿Y qué tal con Flor?, ¿qué has hecho hoy en clase?
-Con Flor muy bien, es muy maja. Me ha enseñado la escuela y me ha contado que van pocos niños. también me ha dicho que salen a las 12:30 o a la 1, dependiendo de si tienen que ir a trabajar o no. Y que por la tarde no hay clase porque los niños trabajan en el campo.
-¿Y en clase? ¿Hoy qué has hecho?
-Nada, he observado a Flor mientras daba la clase y lo he apuntado en mi cuaderno porque luego tengo que hacer un diario de prácticas.
-¡Ah! Pues me alegro que hayas empezado bien. Y con Flor, como te dije, no vas a tener problemas; te va a tratar muy bien.
Tiene razón Sara y por lo que le oigo, la conoce muy bien y habla maravillas de la maestra.
Cuando termina la cena, llega alguien. Es Miguel, el teniente Romero.
-Teniente, ¿cómo usted por aquí?-le pregunto sobresaltada.
-No se preocupe Vanessa, no vengo a detenerla si es lo que teme. Además ya no soy Guardia Civil, he dimitido-me explica.
-Miguel se va a quedar esta noche aquí, en casa. No te importa, ¿no?-me pregunta Sara.
-No. Además ésta es tu casa. No me tienes que preguntar nada.
-Pero estás viviendo aquí, te tendré que preguntar.
-Bueno os dejo solos y me voy a mi alcoba.
-Vanessa, no te vayas. Quédate a charlar con nosotros-me pide Sara.
Yo lo que no quería era molestar a la feliz pareja, dejarles solos para que hablen de sus cosas y yo no sea una molestia. Pero la inglesa me pide que me quede con ellos en el salón y les acompañe en la conversación.
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