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Contra el Viento [Relato Ricarjulista] {Capítulo 4}

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#0
Nuriasanchez
Nuriasanchez
10/11/2011 13:59
Me presento; Mi nombre es Nuria y soy una humilde aprendiz de escritaora a la que le encanta este arte. Así que he decidido comparatir esta historia Ricarjulista, espero que os guste, y si hay algo que queráis sugerir, o si quereis hacer alguna crítica, son más que bienvenidas. Siempre es bueno saber lo que la gente quiere leer y, sobre todo, saber lo que uno hace mal para poder corregirlo.

Bueno, espero que os guste :)


Capítulo 1

Julia

Miré al reloj que descansaba sobre la mesilla, que marcaba las 3:56. Suspiré, devolviendo mi vista al techo, donde había estado clavada durante horas. Me deshice de las sábanas que me cubrían y me levanté de la cama. Lentamente me acerqué a mi armario y lo abría, encontrando rápidamente unos pantalones, una camiseta y una sudadera. Me quité el camisón, remplazándolo inmediatamente por las prendas que había dejado sobre la cama.

Abrí la puerta y salí del camarote, cerrándola detrás de mí y teniendo cuidado de no hacer mucho ruido. Recorrí los pasillos del Barco, disfrutando del silencio y la calma que solo eran quebrantados por los lejanos crujidos que realizaba el casco de la embarcación.

Entonces llegué a mi destino: las bodegas. Entré dentro y me dirigí hacia una de las cajas del fondo. Abrí la tapa sin dificultad y saqué de ella una cuerda y una cinta de color amarillo. Busqué en la parte de atrás de la habitación en busca del saco de boxeo, también de color amarillo. En apenas un minuto el saco estaba colgado y mis manos protegidas por la cinta.

Lancé el primer golpe, y sin dejar que el saco volviese a su posición original, lo golpeé de nuevo, a este le siguió un tercero, y un cuarto… pronto perdí la cuenta, y tras unos minutos empezaba a notar como el cansancio hacía mella a cada golpe,

Pero no paré.

No sé cuánto tiempo pasó hasta que escuché el crujido de la puerta a l abrirse. Paré mi derechazo a medio camino, respirando pesadamente y me giré, encontrándome con la azul mirada de Ricardo Montero.

Le miré, temiendo haber hecho demasiado ruido.

-“Capitán…” tragué saliva “¿Estaba haciendo mucho ruido?” pregunté

-“Oh, no, no, no” levantó sus manos en el aire, y no pude evitar fijarme en que llevaba la pulsera que yo le regalé. No pude evitar que una pequeña sonrisa asomara en sus labios.

Y simplemente nos quedamos mirando el uno al otro, en un silencio que normalmente debería haber sido incómodo, pero que no lo era.

-“¿Está bien?” me preguntó de improviso. Pestañeé varias veces, intentando salir de aquel trance.

-“Sí” contesté

-“¿Seguro?” Sonreí, pensando en lo bien que me hacía sentir su presencia, y no era mentira, ahora estaba bien, pero sabía que dejaría de estarlo en cuanto él saliera de la habitación.

-“Sí. Es sólo que han sido unos días algo duros y necesitaba descargar” respondí, deteniendo el saco que aún seguía tambaleándose

-“¿A base de puñetazos?” sonreí

-“Sí, supongo que sí” respondí, rascándome la parte de atrás de la cabeza, encogiéndome de hombros.

-“¿Sabe lo que hago yo?” me preguntó, sentándose sobre una de las numerosas cajas e invitándome a sentarme con él. Acepté con gusto, dejándome caer a su lado.

-“¿El qué?”

-“Tomo sal de frutas” respondió de forma sencilla. Ambos nos echamos a reír, y me sentí tremendamente a gusto. Y me dí cuenta de que en realidad no tenía gracia, pero no me importaba lo más mínimo, porque simplemente me hacía sentir bien. Y me gustaba, porque con él todo era fácil, natural, verdadero.

-“¿Qué hora es?” pregunté, sintiendo como la falta de sueño y el cansancio físico empezaban a hacer mella en mi cuerpo. Llevó su mirada a su muñeca izquierda y después de nuevo a mí.

-“Las cinco y cuarto” respondió. Vale, eso no me lo esperaba ¿Las cinco y cuarto? ¿Tanto tiempo llevaba golpeando el saco? Él mi miró e inclinó la cabeza ligeramente hacia un lado.

-“Anda, vamos, la llevo a su camarote” Se levantó de su posición junto a mí y me tendió la mano. Yo la acepté, intentando ignorar las protestas de mis músculos. Me guió por los estrechos pasillos del Barco, aún agarrando mi mano.

Y entonces un nuevo pensamiento invadió mi adormilada mente,

¿Por qué puñetas nos seguimos tratando de usted?

Casi no me percaté de que habíamos llegado a mi camarote, ni de cuando Ricardo me metió dentro de las sábanas y me arropó con suavidad. Se quedó mirándome unos segundos, como debatiéndose entre darme un beso de buenas noches o simplemente irse.

-“Buenas noches, doctora”

Nota mental: Haz que Ricardo te de las buenas noches más a menudo.

Y entonces me quedé dormida.
#1
Ashleigh
Ashleigh
10/11/2011 14:26
Me encanta! =D Me gusta lenguaje que usas, no es super-pesado tipico-literario que si eres extranjera te empieza doler la cabeza despues de leer 2 primeras frases *___*

El final simplemente... PRECIOSO
" Se quedó mirándome unos segundos, como debatiéndose entre darme un beso de buenas noches o simplemente irse. " Jum *___*
#2
Nuriasanchez
Nuriasanchez
10/11/2011 17:23
Muchas gracias Ash. La verdad es que intento usar un lenguaje más ligerito, porque a mí me pasa eso, que si el texto está demasiado sobrecargado se me hace muy pesado y pierdo el interés. Me alegro mucho de que te guste!! :)
#3
leo10
leo10
10/11/2011 18:00
Nuria (imagino que te llamas así), me ha gustado mucho!!! Usas un leguaje ligero, muy entendible por todo el mundo. Hay libros que aunque sean muy buenos, se hacen pesados a causa del estilo, pero el tuyo es muy chulo!! Y muy buena la trama ricarjulista!! Te has pasado ya por el post de ricardo y julia?
#4
blancanieves7
blancanieves7
11/11/2011 09:49
me a gustado mucho para cuando el segundo capi??
Desde luego cuanto arte hay por estos foros asi da gusto
#5
Nuriasanchez
Nuriasanchez
12/11/2011 13:30

Capítulo 2





Ricardo

Apoyé mis manos sobre la barandilla de protección de la cubierta, observando lo aterradoramente hermoso podía llegar a ser el mar abierto. Tomé aire profundamente, dejando que el olor a mar me llenara y la brisa marina de la mañana se estrellara contra mi rostro. Siempre me había encantado esa sensación, me hacía sentir…

Libre

-“Buenos días, Ricardo” sentí una mano en mi hombro y me giré para mirar a Julián, que me extendía una taza de café humeante. La acepté sonriendo y devolví mi mirada al horizonte. Julián se colocó junto a mí, tomando un pequeño sorbo de su propia taza.

-“¿Qué tal con la doctora?” me preguntó con una pequeña sonrisa, sin despegar su mirada del horizonte.

-“¿Qué tal va de qué, Julián?

-“No te hagas el tonto Ricardo que nos conocemos. Que he visto las miraditas furtivas que os lanzáis” Julián sonrió de oreja a oreja mientras me daba ligeros golpes con el codo.

-“¡Qué miraditas furtivas ni qué leches, Julián!” le grité, sonrojado.

Él solo se echó a reír, agarrándose a la barandilla para encontrar equilibrio. Pronto me contagié de su risa y estuvimos riendo hasta que ya no podíamos respirar. Entonces vi como Julián se llevaba las manos al abdomen con una expresión de dolor.

Una oleada de pánico me sobrevino y automáticamente me acerqué al hombre, apenas me dí cuenta de que había dejado caer al suelo la taza medio vacía, que se rompió al contactar con la cubierta del Estrella, desperdigando café y trozos de cerámica por todas partes.

Tuve que hacer un gran esfuerzo para mantener al primer oficial erguido y evitar que cayera al suelo, y cuando por fin encontré mi voz de nuevo, empecé a gritar por ayuda con tanta potencia que mi garganta se resintió, pero eso no me hizo parar.

-“¡¡Llamad a Julia!! ¡¡Ya!!” devolví mi mirada hacia el rostro contorsionado por el dolor de mi mejor amigo. Luché una batalla perdida contra las lágrimas, descendiendo hasta el suelo con suavidad, aún sosteniendo a Julián.

-“Salomé…” Me tuve que acercar más para poder escuchar lo que estaba susurrando.

-“Tranquilo, compañero. Todo saldrá bien, ya verás” Escuché le puerta de cubierta abrirse y la voz de Julia llegó a mis oídos de forma distante

-“¿Qué ha pasado?”

***

Julia

Salí de la enfermería y cerré la perta detrás de mí. Al instante, fui abordada por Salomé, que intentaba mantener los sollozos bajo control.

-“¿C-Cómo está?” me preguntó colocando su mano sobre mi hombro con firmeza. Puse mi mano sobre la suya, cruzando la mirada fugazmente con la de Ricardo, que se encontraba unos pasos más atrás.

-“Estable” respondí. Me apretó la mano y pude notar que su cuerpo se relajaba debido al alivio que sentía. De repente, como si alguien hubiese pulsado un botón, volvió a apretar mi mano con fuerza, guiando su mano libre a para agarrar la solapa de la bata de laboratorio que llevaba.

-“¿Eso qué quiere decir? ¿Qué le pasa?” Cuando pasaron unos segundos y yo no contesté, mirando a la mujer que me rogaba respuestas desesperadamente.

-“Tiene… cáncer” el agarre que la cocinar tenía en mí se intensificó aún más, agarrándose a mí como si fuera su salvavidas.

-“¿Qué?” me preguntó con hilo de voz. Entonces me miró a los ojos y casi me vi obligada a retirar la mirada al encontrarme con su mirada. Estaba aterrorizada, mucha más que en cualquiera ocasión que hubiésemos estado a punto de morir, y eso me partió el corazón.

Poco a poco me fue soltando, y cuando lo hubo hecho del todo, se giró hacia Ricardo.

-“Las pastillas no eran tuyas” no era una pregunta, sino una afirmación.

Ricardo solo alcanzó a asentir, secándose con el dorso de la mano las lágrimas que intentaba contener, y en ese momento quise abrazarle y decirle que todo saldría bien.

-“Tu también lo sabías” de nuevo, era una afirmación.

-“Sí” mis ojos se inundaron de lágrimas pero yo las empujé hacia atrás. No me sentía con derecho a llorar.

Salomé salió corriendo y vi como Ricardo ya empezaba a ir tras ella. Toqué su brazo suavemente,

-“Yo me encargo” susurré mientras él alcanzaba a coger mi mano. Asintió, incapaz de hacer nada más. Me apresuré a seguir a Salomé, pero sentía un ligero tirón y me di cuanta de que nuestras manos seguían entrelazadas.

Por unos segundos sentí la tentación quedarme allí con él; pero ahora lo importante era Salomé. Me acerqué a él y pasé el pulgar de mi mano libre por sus mejillas, limpiando las lágrimas que parecían haber amainado.

Dejé mi mano sobre su mejilla y me incliné hacia él

-“Todo saldrá bien” susurré en su oído.

No lo dije porque lo creyera, sino porque era lo que él necesitaba escuchar. Y, en el fondo, sabía que yo también necesitaba oírlo. Me separé de él con suavidad, y cazando el último reflejo de su sonrisa, salí corriendo para alcanzar a Salomé.

***
Bueno, espero que os haya gustado (aunque sea un poco intenso XD)
#6
leo10
leo10
12/11/2011 13:52
Muy chulo!!! De verad, casi lloro yo también. Te ha quedado precioso sonriente
#7
blancanieves7
blancanieves7
12/11/2011 15:59
me a encantadooooo!!!!
#8
Ashleigh
Ashleigh
12/11/2011 18:11
Y a mi tambien me encanta :D Estoy esperando a mas partes <3
#9
Nuriasanchez
Nuriasanchez
18/11/2011 20:38
Ya sé que es muy cortito, pero ando mal de tiempo y esto es lo que he podido hacer. En cuanto pueda lo seguiré. Prometo intentar que sea más largo... XD

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Capítulo 3



Julia

Corrí por los pasillos del barco esquivando alumnos y marineros, mientras intentaba no perder de vista a Salomé. Giró hacia la izquierda, y yo aproveché un tentador hueco entre los chavales para avanzar, girando la esquina con una velocidad casi admirable.

Y justo antes de que la puerta de su camarote se cerrase, conseguí colar mi pierna izquierda en el hueco que aún quedaba.

-“Salomé” empujando con el brazo derecho abrí la puerta del todo, entrando en el camarote para encontrarme con la espalda de la cocinera. “Salomé” repetí, dando un ligero paso hacia delante.

-“Vete” Cuando no me moví, ella se giró con brusquedad “¡Qué te vayas!”

Y en vez de retroceder, tomé otro ligero paso hacia ella, algo que pareció enfurecerla aún más. Entonces supe que era más que el shock de descubrir que el amor de su vida estaba condenado a una muerte segura, sino que estaba furiosa conmigo.

-“Salomé…” repetí por tercera vez, como si mi vocabulario se hubiera reducido a su nombre.

-“Lo sabías y no me lo contaste… tú lo sabías” hacía tiempo que sabía que este momento llegaría, y aunque me dolía no habérselo contado, De La Cuadra me pidió que no se lo contase...

Y le debía al menos eso.

Alargué mi mano para tocar el hombro de la mujer, pero ella me apartó la mano como si esta quemase.

-“¡Todo esto es culpa tuya!” me gritó, empujándome hacia atrás. Sentí una punzada de dolor ante sus palabras, y no por que me doliera que me echara la culpa, sino porque sabía que tenía razón.

-“¡Es culpa tuya!” me empujó de nuevo hasta que choqué con la pared que tenía detrás. Era consciente de que debería haberme dolido, pero ni siquiera lo sentí.

Apretó las manos en puños y me golpeó en la parte superior del abdomen. Eso tampoco lo sentí, pero pude darme cuenta de que no me golpeó con la fuerza suficiente como para de verdad hacerme daño.

Siguió golpeándome durante unos segundos, la fuerza de cada golpe disminuyendo rápidamente. “…culpa tuya” la escuché susurrar,

…Es culpa mía
#10
leo10
leo10
19/11/2011 18:32
Es verdad que es muy corto, pero es muy chulo!! Ay, cuando Salomé empieza a echarle las culpas a Julia... muy emotivo.
#11
blancanieves7
blancanieves7
20/11/2011 01:23
me a gustado. Gracias por el esfuerzo!
la verdad esque me gusta mucho como escribes y tenia muchas de leer el capitulo y a sido como ya?? encima como no habia visto que avisabas que era corto me a pillado por sorpresa
tu tranquila no te agobies! que lo bueno se hace esperar
#12
miriamtc98
miriamtc98
20/11/2011 12:28
Porque no me habia pasado antes por esta pagina?
Escribes genial! Me encanta este relato! Ya me he leido los tres capitulos. Perfectos todos!
Siguelo prontisimo! :D
#13
Nuriasanchez
Nuriasanchez
23/11/2011 00:02
Uf, pues bueno, aquí está el cuarto capítulo (un poco más largo) espero que os guste y quería agradecer todos los comentarios. Es un honor poder compartir mi trabajo con vosotros :)

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Capítulo 4



Julia

Habían pasado unos días desde mi conversación con Salomé, y en estos días me había sentido tan sola como antes de subir al barco. El sentimiento de culpa no me dejaba respirar, y el ir a las bodegas a boxear se había convertido en una rutina para mí.

De La Cuadra está empeorando más rápidamente de lo que yo esperaba, y no puedo hacer nada para evitarlo.

Salomé camina por el barco como un alma en pena, y de vez en cuando, me lanza una mirada de arrepentimiento a la que no sé cómo responder, y eso, cuando me miraba. Me dolía aún más que se sintiese mal por lo que me dijo. Y es que tenía razón.

Y Ricardo… no he hablado con Ricardo estos días. Excepto, claro, para lo más esencial. Creo que la causante de esa distancia soy yo, y es que no puedo mirarle a la cara sabiendo que perderá a su mejor amigo por mi culpa. Apreté los dientes con fuerza y me recosté en la silla. Entonces me di cuenta,

Le echo de menos.

Pegué un respingo cuando noté una suave mano en mi hombro. Mi giré para encontrarme con Vilma, que me miraba con el ceño fruncido.

-“¿Estás bien?” me preguntó

-“Sí, claro” respondí, sonriendo. “¿Te encuentras mal?” me levanté de mi asiento con urgencia, observando a la chica en busca de algún signo de malestar.

-“No, no. Todo está bien” me respondió con una sonrisa tranquilizadora. Apoyó su mano en mi hombro. “¿Seguro que estás bien?”

Asentí. Vilma no pareció convencida, pero no presionó más.

-“Te quería preguntar si está bien que vaya luego a que me hagas la revisión.”

La revisión, lo había olvidado. Sonreí,

-“Claro, guapa. Ven a la enfermería cuando quieras” Vilma sonrió feliz, y me imaginé que querría estar con Piti. Me dio un beso en la mejilla y se marchó tatareando una nana mientras se acariciaba el vientre.

******

Ricardo

-“¿Dónde has dicho que te las dejaste?” le pregunté a Julián mientras entraba en la enfermería.

-“Encima de aquella mesa” me señaló Julián desde el marco de la puerta. Llevé mi mirada hacia el punto que había señalado y las vi. Pasé entre un par de mesas hasta llegar a la que buscaba. Agarré el bote de pastillas, tirando una pila de documentos en el proceso.

-“Mierda” susurré, apresurándome a recoger el desastre

-“Joder, Ricardo, eres igual de torpe que hace veinte años” rió el Primer Oficial. No pude evitar que una pequeña sonrisa asomara en mis labios.

-“Oye, Julián, si fuera tú me iría yendo al camarote que como Salomé no te vea ahí te te perseguirá por todo el barco con el cuchillo jamonero.” Julián abrió mucho los ojos, aterrorizado.

-“Eh… yo creo que… me voy yendo…” antes de que pudiese decir nada, él había volado de la habitación. Quise decirle que no debía correr, pero deseché el pensamiento cuando me di cuenta de que a lo mejor estas eran sus últimas oportunidades de hacerlo.

Sacudí la cabeza, deshaciéndome de esos pensamientos. Me agaché para recoger los papeles y carpetas. Cargué con un par de carpetas en mi mano izquierda, y otros tantos documentos en la derecha. Los coloqué sobre la mesa y traté de ordenarlos lo mejor posible, haciendo un trabajo más o menos aceptable.

Me giré para marcharme, y si me hubiera fijado un poco mejor habría reparado en la inusual carpeta de color azul con las letras estampadas citando “Proyecto Alejandría”, y si me hubiese fijado aún mejor, hubiera distinguido una gran lista de nombres entre los que aparecían la mayor parte de los tripulantes de este barco.

Pero no lo hice.

******

Julia

Entré en la enfermería y miré reloj, Vilma debería estar al caer, así que me senté en la camilla para esperarla. Entonces, a través de los cristales de la enfermería pude distinguir la inconfundible figura de Gamboa.

Me levanté rápidamente y corrí hasta la entrada de la enfermería, por donde ahora mismo estaba pasando Gamboa.

-“Ernesto” le llamé. Él se paró y me miró, entendiendo al instante que quería hablar con él. Entró, mirando hacia ambos lados y cerrando la puerta tras de sí.

-“Dime” se cruzó de brazos, lanzándome esa mirada amenazante a la que nunca me acostumbraría.

Me erguí y le miré a los ojos sin parpadear, desafiante. Y durante una milésima de segundo me pareció apreciar una mirada algo intimidada.

-“¿Dónde están?

-“¿Dónde está quién, Julia?” Apreté los puños con fuerza, cansada de que jugara conmigo.

-“Sabes perfectamente de quién te estoy hablando” contesté, tratando de no elevar mi voz más de lo prudencial. Se cruzó de brazos, sin pronunciar una sola palabra, sin ninguna intención de contestarme.

Le agarré por el cuello de la camisa, empujándole hasta la pared más cercana con fuerza.

-“Sé que tú sabes dónde están, y De La Cuadra necesita tratamiento así qu-” me vi interrumpida por la risa de Gamboa.

-“Así que es eso…”

-“¿Qué es lo que te hace tanta gracia, Ernesto?” De repente dejó de sonreír, agarró mis manos, que aún estaban aferradas con fuerza a la tela de su camisa y dio un giro de 180º de modo que cambiamos las posiciones.

-“Te estás columpiando, Julia. ¿Recuerdas lo que te comenté sobre las escaleras? Estoy perdiendo la paciencia, así que más te vale estarte quietecita antes de que tengas un… ‘accidente’” Un escalofrío recorrió mi cuerpo ante la idea, sabía que era capaz de eso y de más,

De mucho más.

Le empujé hacia atrás, despegándome de la pared, desafiante. Y antes de que ninguno de nosotros pudiera hacer nada más, escuchamos el sonido de un objeto cayendo al suelo. Ambos miramos hacia la ventana, donde Vilma trataba de recoger algo que no alcancé a ver.

La chica abrió la puerta tímidamente.

-“Si es un mal momento… yo-”

-“No, para nada. Pasa guapa” sonreí, observando como Gamboa salía discretamente de la enfermería.
#14
leo10
leo10
23/11/2011 14:38
Muy chulo!!!bravobravobravo Me has dejado con la intriga hum Terminalo pronto, plis!
#15
Noguich
Noguich
23/11/2011 19:10
Me encanta! Continualo pronto!
#16
Ashleigh
Ashleigh
24/11/2011 13:59
Genial!!! *__* Pobre Julia se siente culpable y todo :S
#17
Martastu
Martastu
25/11/2011 19:22
Me encanta :) sigue tu historia
#18
miriamtc98
miriamtc98
27/11/2011 00:00
Perfecto! Siguelo pronto, me encanta!:D
#19
EresBeatles
EresBeatles
08/12/2011 22:28
Continua por favor. Me encanta =)
#20
noelia18
noelia18
18/06/2012 16:05
continua por favor ;DD
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