FormulaTV Foros

Foro El secreto de Puente Viejo

En los ojos de un castañeda.

Anterior 1 2 3 Siguiente
#0
eiza
eiza
30/08/2011 16:07
enlosojosdeuncastaneda


"EN LOS OJOS DE UN CASTAÑEDA" es una historia alternativa pero siempre vista desde los ojos de un Castañeda. Aunque el gran protagonistas sera Ramiro, que ya iba siendo hora de que tuviera trama propia, y al no hacersela los guionistas, me he decidido ha hacersela yo.
#21
eiza
eiza
15/09/2011 15:24
Sin darse cuenta acabo en el río. Se apoyó en el tronco de un árbol maltrecho, al que habían hendido ha hachazos frustrados. Bien que lo recordaba. No era la primera vez que objetos pagaban la ira y la impotencia que le generaba el amor que sentía hacia Emilia.

¡Otra vez! Se dijo así mismo ahogado en lágrimas, otra vez exterminado por sus palabras sin que lo note. Otra vez no soy nadie.

Recordó la primera vez que Emilia había matado sus esperanzas. Cuando le dijo que era un hermano para ella. Como se desahogo con Ramiro y es esa ocasión, saco fuerzas para seguir adelante. Aunque le costo un mundo. Como se había atrevido a mostrarse ante ella con aquella cajita de música, y como ella le había dejado esa sensación agridulce en él. Soy el mejor hombre de Puente Viejo, pero he de ser el mejor hombre invisible de Puente Viejo, porque no me ve, y jamás lo hará.

Recordó sus borracheras en villalpanda y se maldijo, se maldijo no por ahogar sus penas en pajarete, si no por haber traído al catacaldos de Severiano consigo. Él solito había metido al zorro en el gallinero, y ahora venían las lamentaciones, que no servían para nada, mas que para hacerle trizas el corazón. Ni Victoria que era la mejor costurera que habían visto sus ojos seria capaz de remendar los harapos en los que se habían convertido su corazón maltratado. Recordó como se sintió bajar a los infiernos cuando los vio besarse en aquel callejón.

Recordó como se había sentido al pensar que no estaba a la altura de ella, que nunca lo había estado, que nunca seria suya y nunca lo había sido. Se volvió a ver al borde de un precipicio y volvió a sentir la necesidad de saltar. Si ella tenia que ser feliz con Severiano, que así sea, pero a él ya no le quedaba otra mas que admitir que jamás cruzarían el paraíso de la mano, y que mientras ella lo hiciera con Severiano, el acabaría en el infierno, con el diablo.

Recordó acariciando los surcos hechos por el hacha, como había desfogado su ira contra ese pobre árbol. Tranquilo amigo, dijo hablándole a un árbol sintiéndose un tanto estúpido. Hoy no traigo el hacha. Recordó como había sentido que no le quedaba NADA.

Y las lágrimas cayeron sin descanso por sus ojos.

Recordó como ella le agradecía que hubiera traído a Severiano a Puente Viejo, y como el se había preguntado de que le valía este sufrimiento, de que le valía amarla tanto si no lo vería, y como la maldijo por no verle, y como quiso odiarla y dejar de amarla, y como se dio cuenta de que con un simple abrazo, su corazón volvía a enamorarse nuevamente de ella.

¿Y ahora qué? Volvía a preguntarse, ahora se supone que tengo que verla feliz, que tengo que contentarme con no perderla como amiga, que tengo que alentarla y confiar en el que Severiano saque al gañan que lleva dentro y le haga daño.

¿Tengo que esperar a que el la deshaga como ella me deshace a mi para recoger los pedazos?

¿Acaso lo único que me merezco son los pedazos de un amor roto por un Don Juan?

Y lloro, lloro porque no podía hacer nada para que ella lo viera, y lloro porque no podía tenerla y a la vez no podía verla con Severiano, aunque eso implicara su felicidad, conllevaba a su muerte en vida, y eso no había humano que pudiera soportar.

Dio un respingo cuando la vio acercarse, quiso enjugarse las lágrimas mientras se preguntaba como habría sabido que estaba allí, aunque no le extrañaba, su empatía era su mayor virtud, y su peor castigo.

Victoria no dijo nada, se sentó a su lado apoyándose en ese viejo árbol maltrecho por el desamor, le paso un brazo por encima de los hombros y le beso la mejilla.

Alfonso apoyo su cabeza en el hombro de su “hermana” y lloro, lloro y dejo que fuera ella la que le acariciara el pelo a él e intentara reconfortarlo.
#22
eiza
eiza
26/09/2011 21:25

CONTINUACIÓN



Ninguno de los dos supo el tiempo que pasaron así, en silencio, un silencio que decía más que todas las palabras del mundo.

Él permaneció apoyado en su hombro hasta que de sus ojos no pudieron salir más lágrimas.

Sintió como ella le apretaba contra su pecho y después lo aflojo. Él se incorporó y la miró directamente a los ojos. Ella sonrió y a él esa sonrisa lo desarmó.

- Sabes Victoria, jamás en mi vida había llorado así con otra persona delante.

- Siempre hay una primera vez para todo – Le dijo ella secándole una última lágrima que rodaba por su mejilla – No es propio de ti, bien es cierto, pero algún día habrías de romperte. No es sano guardárselo todo para uno. Y tú tiras siempre con lo tuyo y con lo de los demás.

- Eso es cierto – Admitió él intentando sonreírle a Victoria - Pero por algo soy el hermano mayor.

- ¡Minucias! ¿Acaso eres también el hermano mayor de Sebastián? – Le espeto levantándole la barbilla para que la mirase - ¿De Raimundo? ¿De Emilia? Donde están ellos cuando te hace falta a ti una mano.

- Raimundo siempre ha ayudado a esta familia – Aclaró él – Y de todas formas mi mal no es algo en lo que deba meterse ningún Ulloa. Menos Emilia. Si ella es feliz, yo he de conformarme con ver de lejos su felicidad.

- ¡Acabáramos! Eso no te lo crees ni tu Alfonso Castañeda – Victoria se puso de pie algo irritada.

- Cierto es Victoria – Dijo Alfonso imitando a la chica y poniéndose en pie – ¿Acaso puedo yo obligarla a que me ame como yo a ella?

- No, no puedes – Respondió sin tapujos Victoria – Pero no me vengas con monsergas de que la verás feliz desde lejos. ¿¡De verdad crees qué el crápula de Severiano la podrá hacer feliz tan solo uno de sus días!?

- Ese es un malnacido, hijo de mala madre, que no merece el tesoro que tiene entre las manos – Reconoció Alfonso – Pero Emilia esta ciega, esta totalmente enamorada.

- ¡Pues ábrele los ojos! – Gritó Victoria

- ¡No me creería nunca! – Dijo él también levantando el tono de voz – ¡Ni aunque le dijera una y mil veces que él no la merece, que es un pendenciero, un patán, un bueno para nada, un bastardo, un mujeriego, un derrochador, un ganapanes, un cierrabares, un raposo, un putero, un gastacuartos...! – Alfonso hizo una pausa. Suspiro. Y escupió las palabras mientras le dolían en el alma - No te das cuenta de que por mucho que le diga, que alguien que dice quererla bien no podría traicionarla como él la traiciona. Qué el amor no funciona así. Qué no desarmarse cuando ella sonría ha de ser pecado. No me creería Victoria. Me acusaría de traicionarla, de no apoyar su amor. De no ayudarla. Me acusaría de envidioso, de celoso. ¿Te das cuenta de que si se entera de que bebo los vientos por ella y le digo todo esto de Severiano me odiara toda la vida? Creerá que me mueven los celos. Que no soy capaz de soportar su felicidad. La perderé Victoria. La perderé para siempre incluso como amiga

- Alfonso, hermano – Victoria se acercó más a el y puso ambas manos en sus hombros – No has de decirle nada. Has de hacer que lo vea con sus propios ojos. Es la única forma por la que Emilia pueda reaccionar.

- ¿Y cómo lo hago? – Dijo él acariciándole una mejilla.

- No se, déjame pensar en algo – Alfonso la abrazó, con todas sus fuerzas y esta vez fue a ella a la que se le escapó una lágrima, que se enjugo de inmediato.

- Gracias a al cielo que te puso en mi camino – Le dijo mirándose en sus ojos - Tengo dos hermanos y una hermana a los que quiero enormemente. Ramiro ha escuchado mis cuitas una y mil veces. Mariana nota mis penas aunque yo intente esconderlas. Y Juan a su manera intenta ayudarme, aunque me eche más tierra encima. Pero tu Victoria, aunque no hayas aliviado mi mal, has reconfortado mi alma y mis pensamientos.

- El mérito no es mío – Dijo ella revolviéndole el pelo – Es tuyo, toda la ponzoña que llevabas dentro…Tenias que sacarla fuera. Guardarte las cosas Alfonso te reprime y te maltrata. Todo lo que te haga daño tender dentro. Sácalo.

- Sigo pensando que este alivio que ahora siento es solo a causa tuya – Volvieron a abrazarse y Alfonso la apretó contra su pecho y cerró los ojos.

Echaron a andar hacia la casa después de lavarse la cara y los ojos en el agua helada del rio. Ella le había cogido de la mano y el no hacia más que chancearse de ella.
#23
eiza
eiza
26/09/2011 21:28
Alfonso pensaba en la conversación con Victoria. Era la primera vez en su vida que lloraba de esa manera. Acompañado. Siempre pensó que eso era imposible. Él tenía mucho orgullo y no era de los que necesitaba ir llorando por los rincones aireando sus penas para generar lástimas ni nada que se le pareciera. Él siempre era el que tiraba con todo, con los problemas de Juan, con las cosas de la casa, con los trabajos más duros, con las meteduras de pata de Sebastián. Él se lo cargaba todo en el hombro y seguía dando hazadas para conseguir cuartos que llevar a la casa. Y nunca necesito que nadie le diera las gracias o le diera una palmadita en el hombro. Siempre lo hizo por amor. Por amor a su familia que era lo más grande e importante que tenia. Por amor a Emilia, que era lo más grande que nunca había sentido.

Y ahora llegaba Victoria, una niña a la que la vida había maltratado mucho pero que se enfrentaba a ella todos los días con una sonrisa. Y sin comerlo ni beberlo se veía arrojado en los suelos, abrazado a aquella niña a la que quería como si su sangre corriera por sus venas, llorando como un niño pequeño, desahogando todos sus sentimientos haciéndolos brotar en lágrimas. Sacando esa ponzoña que anidaba en su corazón, es rabia, ese coraje, ese amor… Y se rio para adentro de si mismo al recordarse llorando de esa manera y cayó en la cuenta de que, al fin y al cabo, Victoria llevaba razón, no habría de ser bueno tragárselo todo para adentro y seguir tirando pa’lante con todo ese lastre acuestas, pues ahora que se había desahogado sentía que aunque su mayor problema seguía estando ahí, apretándole el pecho, se sentía bastante más reconfortado y aliviado. Miró de reojo a Victoria que reía a carcajadas por algo que él no recordaba haber dicho. El viento le azotaba el pelo, que volaba libremente siguiendo el compás de los azotes. Su preciosa sonrisa se extendía en su cara iluminándosela y sus ojos…Sus ojos lo miraban como nunca antes nadie lo habían mirado. Daria tres duros por saber qué estaba pensando.

Llegaron a la casa cuando el sol empezaba a esconderse en el horizonte. Al entrar Ramiro y Mariana, sentados en la mesa de la cocina dieron un respingo y se incorporaron del asiento. Alfonso pensó que empezarían con preguntas del tipo ¿Dónde estabais? O ¡Nos teníais preocupados! Y sonrió. Debió ser una sonrisa reconfortante porque no dijeron nada. Ramiro se acercó a él. Sin hablar, lo miro a los ojos y le sonrió. Después le puso la mano en el hombro y ahí fue cuando Alfonso sintió el impulso de agarrarlo y darle un abrazo, al que su hermano pequeño respondió con gusto dándole unas palmadas en la espalda.
Mariana ya tenia cogida a Victoria de la mano y ambas miraban la escena sonriendo de oreja a oreja.
#24
eiza
eiza
26/09/2011 21:33
- Ummmmm ¡Huele que engorda! – Dijo de repente Alfonso al separarse de aquel abrazo, queriendo cambiar de tema – ¡¿Se puede saber que has cocinado hermanita?!

- Conejo al ajillo – Respondió Mariana orgullosa – Los ha cazado Ramiro

- Me aburría esta tarde aquí solo – Dijo mirando a Victoria – Así que después de recoger todo el desaguisado del almuerzo me eche al monte.

- Bueno pues vamos a comer ¿no? – Dijo Victoria cogiendo el mantel para la mesa – Me muero de hambre ¿Y Juan? ¿Y Rosario?

- Madre vendrá en un rato, aún había faena en la casona – Explicó Mariana – Pero comamos nosotros, luego le caliento la cena a ella.

- Espero que Juan este en la iglesia, con los retablos – Añadió Ramiro – Lo último que supimos de él fue que iba a disculparse con el cura.

- Pues no se hable más - dijo Alfonso sentándose en la mesa – Vamos a comer que me muero de ganas de hincarle el diente a ese manjar de reyes que ha preparado Mariana

Todos rieron y se dispusieron a comer. Que Alfonso tuviera apetito era algo que no veían desde hacía tiempo, Victoria pensó en que era la primera vez que lo veía tan animado y sonrió.

- ¡Hermana! Este manjar que has preparado ha de ser pecado – Dijo Ramiro chupándose los dedos – Esta de vicio.

- Será que cuando una esta alegre guisa mejor – Dijo Victoria mirando a Mariana con complicidad. Esta le dio un manotazo en el brazo.

- Y puede saberse a qué se debe esa alegría – Dijo Alfonso intentando ponerse serio

- Son tontás de Victoria, se esta chanceando de vosotros – Intento justificarse fallidamente la pequeña de los Castañeda

- ¿Pero porque no se lo cuentas tonta? – Dijo Victoria levantándose para coger la jarra del vino – Ahora quedo yo como mentirosa.

- Bueno un poco mentirosa si eres – Dijo Ramiro mirándola desafiante – Dijiste que me ganaste en la carrera.

- Y te gané – Se burlo Victoria

- Si, pero porque te deje ventaja – Aclaro Ramiro acercándole el vaso para que le sirviera más vino.

- Vale, pero te gane o no te gane – Dijo ella. Termino de servirle el vino y le dio un beso en la mejilla. - ¡Ay! ¡Qué mal perder tienes!

- No lo sabes tu bien, este no soporta ni perder a las chapas – Dijo Mariana que no podía evitar fijarse en la cara que se le había quedado a Ramiro después de ese beso cariñoso.

- Bueno y a santo de qué cambiamos de tema – Se indigno Ramiro – Estábamos hablando del motivo que te tiene tan alegre a ti, no de mi mal perder.

Todos rieron. Alfonso los miro uno a uno y agradeció estos momentos compartidos en los que le hacían sonreír de buena gana.

- ¿Y no tendrá nada que ver con las fiestas del pueblo verdad? – Quiso saber Alfonso – Ni con Hipólito Mirañar.

- ¡Se lo has contado! – Exclamó una alterada Mariana poniéndose en pie y dando una colleja a Victoria

- ¡Ay! ¡¡Qué no burra!! – Dijo Victoria acariciándose la sesera – Que desconfiada rediez ¡Si se te nota a leguas que culpa tengo yo!

- ¿Tanto se me nota? – Exclamó preocupada mientras volvía a sentarse al lado de su hermana postiza.

- Si – Dijeron Alfonso y Ramiro a la vez. Y todos volvieron a reír.

- Bueno, pues ya que lo sabéis necesito pediros un favor. Sobretodo a ti Alfonso – Dijo Mariana mirando a Alfonso que se sentaba justo enfrente de ella y después a Ramiro que estaba encabezando la mesa, entre Alfonso y Victoria – Madre no me dejará ir al baile sola con Victoria y con Hipólito, necesito que os comprometáis a venir con nosotras.

- Lo siento hermana, no cuentes conmigo – Dijo rápidamente Alfonso – Que os acompañe Ramiro, que es el más sensato y seguro que madre no pone inconveniente alguno.

- No seas así hermano – Le rogo Mariana – Ramiro es el más sensato, pero el más chico y madre no dejará que el solo este a cargo de Victoria y de mi. Sabes bien que si no nos acompañas no nos dejará ir.

- Pues yo la convenzo – insistió Alfonso – y si no llevaos a Juan

- Apañas vamos con Juan – Dijo Mariana enfurruñada. Levantándose de la mesa y dirigiéndose a su cuarto – No me esperaba esto de ti hermano.

- ¡Mariana! – Dijo Alfonso levantándose viendo a su hermana desaparecer por el pasillo que conducía a los dormitorios - ¡Mariana que no es para tanto!

- Alfonso – Dijo Victoria agarrándole de un brazo, pues ya se dirigía a la habitación – Si no vas a decirle que la acompañaras al baile no vallas. No lo estropees más

- ¿Pero por qué se pone así? – Exclamó Alfonso – Es solo un baile. No tiene importancia

- No la tendrá para ti – Aclaro Victoria – Pero para ella si que la tiene. Mariana adora bailar sobre todas las cosas. Para ella bailar es como para mi coser. Además Hipólito le ha invitado y métetelo en la sesera, eso ha ella le ilusiona.

- ¿Hipólito la ilusiona? – Se mofo Ramiro

- No se de que te mofas Ramiro – Le corto Victoria – Hipólito es un buen muchacho y se porta muy bien con tu hermana ¿Sabes que fue lo primero que hizo con el dinero que le dio su padre? – Ramiro negó con la cabeza – Pues le compro unos zapatos de baile a tu hermana.

- Valla con el Hipólito – Exclamó Alfonso – Entonces tu crees que Mariana esta enamorada de Hipólito

- Que se yo Alfonso – Dijo Victoria – Nunca he estado enamorada. Mariana tampoco. Pero habrá de vivirlo para conocer que significan los sentimientos que le provoca la cercanía de Hipólito. Y tu la estas privando de ello.

- Rediez como sois – Exclamó a Alfonso – Esta bien, iré a ese maldito baile para acompañaros.

Victoria brinco y se enganchó a su cuello, le beso la mejilla efusivamente.

- ¡Gracias! – Exclamó – Voy a contárselo a Mariana.

- No déjalo – Dijo Alfonso – Iré yo
#25
eiza
eiza
26/09/2011 21:37
Alfonso se encaminó al dormitorio de su hermana. Mientras Victoria se sentó al lado de Ramiro.

- Tu también vendrás ¿verdad Ramiro? – Le dijo acercándose a él poco a poco.

- Si así lo queréis, iré – Dijo el poniéndole el pelo detrás de la oreja.

- Claro, además me tienes que sacar a bailar – Dijo sonriéndole.

- No se bailar – Dijo el nervioso, aunque alguna clase ya había recibido.

- Yo tampoco – Admitió ella - Pero supongo que será como todo. Dejarse llevar

Ramiro sonrió. Como todo… Bajo la mirada porque se sentía ruborizarse. Se levanto para disimular y comenzó a recoger la mesa.

- Oye Victoria – Dijo pasados unos segundos – Qué es lo que hablaste con Alfonso que viene tan calmado

- Nada y todo – le respondió ella

- Te explicas igual que un libro cerrado – Le recrimino él acercándose a ella – Si no me lo quieres contar, no me lo cuentes

- No me seas cazurro Ramiro – Dijo ella tomándole una mano – Al principio no hablamos da nada, pues simplemente se desahogo, pero luego acabamos hablando de qué hay que abrirle los ojos a Emilia. Aún no se como. Pero quizás el baile nos ayude.

- ¿Qué estas tramando? – Ramiro la miro desconcertado. Algo le decía que Victoria no podía estar tramando nada bueno. Y también era cierto que le dolía que Alfonso se desahogara con ella y no con él, que había sido siempre su confidente.

- Nada, son cosas mías, cuando tenga un plan mas certero te lo contaré y espero contar contigo Ramiro, pero ahora son solo tontás mías – Victoria lo miro y pareció sentir ese dolor que le producía haberse visto en un segundo plano. – Ramiro. Cuando Alfonso vuelva haz el favor de acercarte a solas ha hablar con él, estoy segura de que necesita contarte lo ocurrido. Tú siempre has sido su confidente. Y además tengo la sensación de que la idea de ir al baile le molesta y a mi no me lo va a contar. A ti si.

- Si bueno… - Empezó el muchacho – Lo cierto es que yo también quería hablar con él

- Y además necesito que me hagas un favor – Dijo ella aún con su mano enlazada en la de él – Crees qué podrás acompañarme mañana a La Puebla esta tarde, necesito comprar unas telas, quiero coser algo para Mariana y darle una sorpresa.

- Si claro – Dijo el acariciando instintivamente su mano, suave y delicada en contraste con la suya áspera – Cuenta con ello ¿A las cinco te viene bien?

Victoria asintió. Se soltaron las manos y siguieron limpiando la mesa. Rosario entró en la vivienda y ambos se acercaron a darle un beso, cada uno en una mejilla. Ella sonrió y antes de poder hacer nada. Ramiro y Victoria la habían sentado a la mesa y le habían preparado todo para que comiera, se sentaron con ella ha hacerle compaña en lo que llego Juan que también beso fuertemente a su madre y después a Victoria, bajo la mirada celosa de su hermano, que recibió una palmada en la espalda de Juan mientras se sentaba a su lado para llevarse algo al buche y contar como le había ido con Don Anselmo.
#26
eiza
eiza
26/09/2011 21:44
Alfonso insistió en llamar tres veces a la puerta de Mariana, pero no obtuvo respuesta.

Castañeda pura, pensó el mayor de los hermanos, cabezota y orgullosa. Sin mas abrió la puerta de la habitación tapándose los ojos con las manos.

- Mariana me da igual que no me abras la puerta – Dijo alzando un poco el tono – Ya estoy dentro y me vas a escuchar quieras o no

La luz del candil, que hasta entonces estaba apagada se encendió. Pero Alfonso no lo noto al ir con los ojos cerrados. Mariana contempló a su hermano con los ojos cerrados y las manos cubriéndoselos y comenzó a reír

- Anda mendrugo, abre los ojos que estoy vestida – Le dijo entre risas.

- Te estas chanceando a gusto de mi hermanita – Dijo él descubriendo sus ojos, contemplando a su hermana completamente vestida. Cerró la puerta y se acercó a ella, se sentó en la silla del tocador y Mariana se sentó en la jergón – Sigues enfurruñá o qué

- Un poco – Admitió ella

- Y se puede saber a qué tanto empeño con ir a las dichosas fiestas – Le espetó él – Es solo por qué Hipólito te ha invitado.

- Si quiero ir y bailar con Hipólito, él me hace sentir bien, me saca una sonrisa, una carcajada, en estos tiempos que corren. Se suponía que no habría fiestas este año por todo lo de Martin, que sigue desaparecido. Pero Tristán ha pedido a Don Pedro que no las paralizará. – Mariana hizo una pausa – Yo rezo por ese niño todos los días. Rezo porque Juan se centre de una vez. Rezo porque tú dejes de penar. ¿crees de verdad que no noto todo lo que pasa frente a mis narices? Pero también me merezco un desahogo, un desasosiego, un momento para mi, un baile, unas risas, una mirada que no se que provoca en mi, pero me lo merezco, nos lo merecemos hermano. No todo puede ser penar. No me digas que no te gustaría ir a ese baile, bailar conmigo, bailar con madre, con victoria, chancearte de las caras de Ramiro cada vez que tú o Juan os acercáis a Victoria. Como en los viejos tiempos hermano.

- Si, si que me gustaría – Admitió el mirando a su hermana a los ojos.- Y claro que te lo mereces. Te lo mereces más que nadie. Perdóname por no querer ir. Admito que no quiero ver a Emilia con Severiano. Pero supongo que podré soportarlo a cambio de verte a ti feliz.

Mariana se echo a sus brazos. Lo apretó con fuerza le dio un fuerte beso en la mejilla.

- Gracias hermano – Le dijo volviéndolo a abrazar y sonriéndole inmensamente al separarse – Te prometo que me veras tan feliz esa noche, que no tendrás ni medio segundo para percatarte de la presencia de Emilia. Estaremos todos contigo hermano.

Alfonso le revolvió el pelo y le dio un beso en la mejilla.

- Lo se hermana – Dijo mientras le sonreía – Y ahora descansa. Buenas noches renacuaja

- Pero si soy tan alta como tu – Dijo ella riendo

- Si pero siempre serás mi renacuaja, mi hermana pequeña. – Dijo él apretándole la mano. Mariana se levantó y volvió a abrazarle y le dio las gracias susurrándole en el oído.


Alfonso salió de la habitación de su hermana. Se encontró a su madre que se disponía a irse a la cama y la beso en la mejilla deseándole dulces sueños. Rosario apretó a su hijo contra su pecho y se fue a su dormitorio. Alfonso echo un vistazo a la cocina y vio a Juan en el camastro ya medio dormido. ¿Donde diablos estaban Victoria y Ramiro? Se dirigió a su habitación, llamo a la puerta y al no obtener respuesta abrió. Tampoco había nadie. Salió sigilosamente por la puerta de la cocina, para no despertar a Juan, miró en el cobertizo, nada, ni rastro de esos dos. Y de repente escucho una risa. La risa inconfundible de Victoria. Se encamino en la noche y los vio. Vio a su hermano Ramiro tumbado en la hierba, bocarriba mirando las estrellas señalando al cielo, y a Victoria con la cabeza apoyada en su hombro, también sobre la hierba riendo y sonriendo por cualesquiera que fueran las palabras que estaba diciendo su hermano pequeño. Y como un flash le vino la frase de Mariana a la cabeza “chancearte de las caras de Ramiro cada vez que tú o Juan os acercáis a Victoria” y pensó en el momento ensaladera, pensó en el momento en el que se pusieron a jugar con el agua, pensó en la cara de Ramiro embobado cuando Victoria le dio un beso en la mejilla durante la cena y se rió. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Se fue a dormir sabiendo que tenía una conversación pendiente con su hermano pequeño. No le había dicho nada y eso se lo habría de pagar caro, aunque quizás la culpa fuera suya, estaba tan ensimismado en sus cosas que no había notado los pequeños detalles en los que solo había reparado Mariana.

CONTINUARÁ

#27
eiza
eiza
29/09/2011 15:02

CONTINUACIÓN



Habían salido a la calle a tomar el fresco mientras esperaban a que Alfonso y Mariana terminaran su conversación. Estaba cansado la verdad y se moría por pillar el jergón, pero solo el hecho de que Victoria le hiciera compañía le hacia olvidar lo molido que estaba.

La vio tumbarse en la hierba, bocarriba y se sentó a su lado. Sonrió.

- Qué haces Victoria – Le dijo perdiéndose en sus ojos

- Mirar al cielo – Le dijo ella sonriéndole – Ven túmbate conmigo.

Ramiro se tumbo a su lado y ella apoyó su cabeza en su hombro, usándolo de almohada. Él sintió como se le achicaba el corazón.

- Mira esas nubes de allí arriba – Dijo él cambiando de tema intentando pensar en otra cosa – Ha de estar cayendo una buena por la montaña.

- No vendría mal un poco de agua también por aquí – Dijo ella – Para los campos

- Si pero no tanta – Rió el – Si esas nubes vienen para acá echaran a perder todas las cosechas

- No me gustan pues – Determinó Victoria

- ¿El qué? – Se extraño el pequeño de los Castañeda

- Esas nubes – Aclaro Victoria – Vienen cargadas de desgracias. Prefiero mil veces esa de allí – Señaló una nube gris, grande solitaria, con una forma extraña – No es ni blanca, ni negra, es intermedia.

- ¡Qué rara eres! – Dijo él riéndose.

- Si venga tu ríete – Le dijo ella – Pero enserio que es bonita, mira hasta casi tiene forma de corazón.

- ¡Y dónde le ves tu la forma de corazón a eso Victoria! – Dijo el volviéndose a reír – Estaba equivocado, no eres rara, eres única.

Victoria soltó una carcajada. Que alguien en la penumbra escuchó.

- Menos mal – Dijo ella – No creo que el mundo pudiera soportar dos personas como yo

- El mundo debería estar lleno de personas como tu Victoria – Dijo Ramiro incorporándose haciendo que ella también lo hiciera. Se quedaron sentados mirándose a la cara y en ese momento Ramiro se dio cuenta de que su mano derecha llevaba todo el rato que habían permanecido tumbados enredada en su pelo, y que se negaba a quitarse de ahí. Con todo su esfuerzo la movió lentamente, pero no pudo evitar acariciarle la mejilla, lentamente. Victoria le sonrió. Y el se desarmo con esa sonrisa – Sabes yo creo que tu “nube” tiene forma de V y no de corazón.

- ¿De V? – Quiso saber la chica

- Si, de V. De VICTORIA – Ramiro miro al cielo y contemplo la nube

Si, pensó. Tiene forma de V ¿Sería una señal divina? No era persona él de creer en esas cosas.

Apoyó sus brazos en sus rodillas y se quedo mirando al frente, pensativo, contemplando la hermosura de la noche, espesa, con aquella tormenta lejana. El silencio inundaba el ambiente, donde solo podía oírse el ligero balanceo de las ramas de un viejo árbol movidas por el viento y sus respiraciones agitadas. ¿Era sensación suya o Victoria también respiraba agitadamente? Y entonces la sintió, sintió como Victoria apoyaba su cabeza en su hombro y comprobó que sus sensaciones no fallaban, Victoria respiraba agitadamente. Instintivamente paso su brazo por detrás de ella, volviendo a quedar recostada en su hombro, pegándose a su torso. Y notó los latidos de su corazón. La miro de reojo y notó como su corazón se aceleraba. Parecía que se le fuera a salir de su pequeño y precioso cuerpo. Y no se percató de que el suyo andaba tan apresurado como el de ella. La beso en el pelo y ella lo miro a los ojos y le sonrió.

- Si que tiene forma de V – Le dijo – Esta vez, tú ganas.

- Y sin hacer trampas – Aclaro él dedicándole la mejor de sus sonrisas. De pronto en la lejanía de la tormenta se vio un relámpago – ¡Mira Vic!

Ambos echaron la vista al cielo, la tormenta se inundo de destellos provocados por los relámpagos. Vieron la lejanía de aquella tormenta juntos, con los cuerpos pegados, sintiéndola hermosa, pese a que otros la estuvieran padeciendo horrorosa. Victoria paso su brazo por la espalda de él y lo apretó contra su cuerpo.

Seguía mirando al cielo, pues aquella tormenta era hermosa de ver, sobretodo por la compañía. Lo miraba de reojo y no podía evitar estremecerse. Él también miraba al cielo. No decía nada. Simplemente se abrazaban y miraban la noche. Juntos. Cerró los ojos. La había llamado VIC, solo había una persona en el mundo que la llamaba así, la mas importante, su madre. Y ahora de la nada, el llamaba Vic ¿acaso era una señal del cielo, caída de la tormenta? Quizás fuera su madre desde aquella nube con forma de V la que le decía que se dejará llevar por los latidos de su corazón. O quizás eran las ganas que ella tenia de hacerle caso solo a su corazón. Abrió los ojos y la vio.

- Ramiro ¿la ves? – Dijo exaltada poniéndose en pie, señalando la estrella fugaz que recorría el cielo

- Si – Dijo él levantándose y uniendo sus manos fuertemente – Pide un deseo.

Ambos cerraron los ojos y se apretaron las manos con más fuerza. Y dentro de su cabeza, de su mente y de sus corazones, hicieron su deseo a la vez:

“Que sea amor”
#28
eiza
eiza
07/10/2011 00:00

CONTINUACIÓN



Ramiro acompañó sigilosamente a Victoria a la habitación que compartía con Mariana. La beso en la frente, le deseo sueños bonitos y se fue a su habitación.

Entro intentando no hacer ruido para no despertar a Alfonso, se le había ido el santo al cielo y mañana a la hora de levantarse para el tajo le pasaría factura ese trasnoche, pero había merecido la pena, así que poco le importaba.

Se desvistió con desgana y sin ganas de buscar nada con lo que cubrirse se metió en la cama solo con el calzón. Cerró los ojos y pensó en el aroma a vainilla que desprendía Victoria. Pensó en el momento en que ambos se aferraron de las manos y miraron la estrella fugaz. Pensó cual podría haber sido el deseo de Victoria. Sonrió.

- Duérmete ya… – Dijo Alfonso revolviéndose en la cama para mirarlo

- ¡Alfonso! – Ramiro se giro para ver a su hermano completamente despierto - ¿Qué haces despierto?

- ¿Yo? – Dijo su hermano mayor con una sonrisa en los labios – Qué haces despierto tu, de jarana por ahí con Victoria y esa sonrisa de pánfilo que traes.

- No digas tontás hermano – Se excusó Ramiro – Vic y yo solo estábamos tomando el fresco esperando a que Mariana y tu terminarais, a todo esto ¿En qué ha quedado la cosa?

- La cosa ha quedado en que iremos al baile, todos – Dijo Alfonso – Pero no me cambies de tema truhán, que te las sabes todas, he salido a buscaros y os he visto, y no estabais tomando el fresco, a mi no me la das hermano, que te conozco muy bien.

- Y según tu parecer, si no era tomar el fresco, entonces qué era – quiso saber Ramiro

- Una velada nocturna de enamorados – Le contestó su hermano sin tapujo ninguno – Que a mi no me engañas…

- Alfonso no te engaño - Ramiro, con el rubor en sus mejillas agachó la cabeza algo contrariado – Es solo que no se muy bien que son todos estos sentimientos que noto en mi.

- Cómo que no sabes muy bien – Alfonso se sentó en el jergón – A ver Ramiro, o se quiere o no se quiere.

- Ya hermano – Dijo Ramiro también sentándose – Y yo a Victoria la quiero. La quiero horrores. Más de lo que nunca pensé que podría querer…

- ¿Pero? – Alfonso se levantó de su jergón y se sentó en el de Ramiro.

- Pero no se si todo esto que siento, es cariño o es amor – Dijo Ramiro con las palabras atragantadas en la garganta – Alfonso, cuando estoy con ella el tiempo se me detiene. Verla cada mañana hace que la felicidad me invada, su sonrisa es un bálsamo para mi, que me reconforta y me hace sonreír a mi, sus risas me hacen olvidar las penas, los dolores, sus ojos hacen que me pierda en un mar de sentimientos que jamás había sentido. Me desarma y a la vez me reconforta ella sola. No veo la maldita hora de llegar del tajo y verla aquí, con el cucharón o la aguja en la mano, y simplemente por el hecho de verla, mi día ya ha merecido la pena. Victoria es lo más bonito que me ha pasado en la vida. Siento que me comprende, que somos uno cuando estamos juntos, que no importa nada ni nadie que no sea ella…Pero sigue siendo “una hermana” madre la cría como si fuera su hija, y ella ha repetido hasta la saciedad que somos su familia y ¡con qué derecho voy a sentir yo algo más que cariño por ella! No se si la quiero o la amo, no se si hago ambas cosas, y no se si tengo derecho ha quererla como una hermana, como una amiga y además amarla como mujer, como jamás ame ni amaré a nadie. Lo único que se es que cada vez que la veo, a cada día que la pasa, siento algo nuevo y diferente, y noto como crece dentro de mi la ilusión de que me vea, de que me ame. Pienso todos los dias si sus besos sabrán igual que huele. Me muero de celos cuando veo que Juan se acerca a ella, que hablan a solas. Pero lo peor hermano, no son los celos, si no el miedo, me muero de miedo a que para ella, solo sea un hermano más.

- ¿Y dices que no sabes si es amor? – Dijo Alfonso con una suave risilla – Ramiro, decir que estas enamorado de Victoria hasta los huesos se quedaría corto. ¡Y qué diantres! Claro que tienes derecho a quererla y amarla a la vez, no lo dudes hermano, no dejes que las dudas, la cobardía maten esto tan hermoso que sientes. Yo también me aparte de lo único que me hace levantarme por las mañanas por pensar que me veía como un hermano, y ya ves, de qué me sirve. Para sufrir yo y para que sufra ella, pues no tardará mucho el crápula de Severiano en hacerle alguna de la que no se pueda recomponer, ya sabes como se las gasta. Y todo este dolor que yo he sentido con cada uno de los besos que se han dado, y todo este sufrimiento de querer hacerla ver y que no vea, se vera potenciado cuando ella con lo frágil, bonita y delicá que es, se dé de bruces contra el suelo y yo no haya conseguido evitarlo. Hazme caso hermano, dile lo que sientes.

- Hoy te entiendo más que nunca hermano – Dijo Ramiro mirando con ojos vidriosos a su hermano mayor.

- Sabes, un día me dijiste, que no había nada perdido hasta que no sacara la voz del corazón y le dijera a Emilia con todas sus letras “TE QUIERO” y ella me rechazara, yo me recuerdo esas palabras cada día – Alfonso sonrió – Me aferro a ellas como si se me fuera la vida en ello. Aplícate el cuento.
#29
eiza
eiza
07/10/2011 00:03
Alfonso lo abrazó. Leyó en sus ojos vidriosos que necesitaba un abrazo y no lo pensó. Ramiro, el pequeño, el cabal, el que decía que iría de flor en flor, enamorado hasta la médula, y de Victoria nada menos. Otro amor “entre hermanos” por favor, pensó, que la historia no se repita, al menos que él sea feliz, y ese pensamiento le volvió a recordar el momento de esa misma tarde, cuando Emilia había venido a él pidiéndole ayuda para agasajar a Severiano y él se había vuelto a sentir morir.

- ¿Qué pasa? – Dijo Ramiro, mientras su hermano pensaba que a él tampoco se le escapaba nada – Te has acordado de Emilia.

- Si, hermano – Admitió – Pero no sufras, estoy bien, en la medida de lo posible. Esta “hermana” postiza que tenemos, de la que estas enamorado – Le dijo haciéndole chanza – Vale un Potosí.

- Pero – Espetó Ramiro – Qué ha pasado esta vez. Ya no me cuentas tus cuitas como antes.

- Y menos que debería hacerlo – Contesto irritado – Tú cuando pensabas sincerarte con respecto a Victoria ¿eh?

- Bastante tienes tú con lo tuyo – Se defendió Ramiro – Como para que yo te amargue con lo mío.

- Pues soy tu hermano mayor – Le dijo revolviéndole el pelo – Y has de contar conmigo para tus cuitas al igual que yo hago contigo

Ramiro sonrió. Y abrazó a su hermano dándole unas palmadas en la espalda

- Bueno dime de una vez que es lo que ha pasado – Dijo mientras lo miraba con cara de pocos amigos – O me voy a dormir.

- Emilia me pidió que la ayudara – Dijo con apenas un hilo de voz – Quiere hacerle regalos a Severiano y pretendía que yo la asesorase.

- Hermano – Ramiro le puso la mano en el hombro – Emilia no sabe lo que tu estas sufriendo. No puede llegar a entender el daño que te hace con estos favores que te pide. Ni el sufrimiento que te produce.

- Lo se hermano – Admitió Alfonso – No es eso lo que me hizo quererme morir, es… - Alfonso trago saliva – Es la impotencia de saberla enamorada de Severiano. La hará daño, la hará daño y será imposible recomponerla cuando la haga trizas. Y ella, esta encantada, haciéndole regalos y llenándole los bolsillos a ese malnacido. Me duele que no me vea, me duele que no me ame. Pero me duele más que sufra y la dañe, que lo que mi corazón y mi alma puedan sentir. Es imposible…

- No hermano – Cortó Ramiro sonriendo – En eso te equivocas, hoy tu mismo me has enseñado una cosa. Me has recordado mis propios consejos y me has demostrado que por difícil que parezca hay que aferrarse a un salvavidas, y mantener la esperanza. Y sabes eso lo único que demuestra, es que no existen los amores imposibles, solo amores difíciles, y a nosotros los Castañeda, parece que nos ha tocado vivirlos todos difíciles, como todo en la vida, pero no imposibles. Saca tu también la voz del corazón y dile de una vez por todas a Emilia toda la verdad.

- Sigues sin entenderlo Ramiro – Alfonso negaba con la cabeza - Emilia esta obcecada con Severiano, y todo lo que yo le digo, la enemista mas conmigo – Agacho la cabeza pues sentía las lágrimas amenazando con salir, se contuvo y volvió a levantar la cabeza – En estos momentos solo creerá lo que le diga ese raposo, que solo le va ha hacer daño.

- Sea pues. Hermano, allá se las componga, si es necesario que se caiga, déjala que lo haga – Ramiro lo miro limpiamente a los ojos – Todo en esta vida se aprende a base de golpes y palos, y con Emilia no será menos. Si tan seguro estas de que Severiano le hará daño, quédate a su lado, aunque sea a una distancia prudente, pero has de estar ahí. Para ella. Como siempre. Serás el único capaz de ayudarla a levantarse sin un solo reproche de “Te lo advertí”

Alfonso sonrió. Su hermano tenía razón. Emilia no iba a abrir los ojos hasta que no cayera de bruces, y ya que no le dejaba protegerla del batacazo, al menos habría de estar ahí para ayudarla a levantarse y sacudirse el polvo.

Ambos hermanos se fueron a dormir con una frase en la cabeza. Recordando viejos y nuevos consejos. Mientras uno pensaba “Saca la voz del corazón” el otro se aferraba a “no hay amores imposibles, solo amores difíciles”. Y asi durmieron a duras penas unas horas antes de ir al tajo.
#30
eiza
eiza
07/10/2011 00:04
No había salido el sol cuando se despertó y empezó a prepararse para ir a la casona. Estaba contenta, feliz e ilusionada. Alfonso iría con ella al baile, también Ramiro y Victoria y quizás convencieran a Juan, demasiada carabina, pero de otra forma, no podría ir.

Vio a Victoria removerse en la cama, y levantarse.

- ¿Victoria a donde vas tan temprano? – Le dijo extrañada.

- Tengo que ir a la puebla esta tarde – Le respondió su amiga – Así que aprovecharé la mañana para ayudar a Raimundo y hacer el guiso.

- Pero Victoria – Mariana la miraba extrañada – Aún no ha salido el sol.

- Da igual – Dijo ella sonriendo – No he podido dormir apenas esta noche, no va a cambiar por más rato que permanezca en la cama.

- Y que te quita el sueño tunanta – Dijo mientras se sentaba en el jergón con Victoria.

- Mariana – Dijo Victoria tomando aire – Estoy enamorada. Enamorada hasta el alma.

- ¿Dónde ha quedado el creo? – Pregunto su hermana postiza – Haber explícate, qué te ha hecho tomar esa determinación.

- Anoche, mientras Alfonso y tú hablabais, nos dio tiempo de sobra a limpiar la mesa, volverla a poner para Rosario y Juan y volverla a limpiar. Aún así no habíais terminado, así que Ramiro y yo nos salimos al fresco mientras los demás se marchaban a dormir – Victoria Sonrió – Mariana fue tan hermoso, estuvimos abrazados viendo en la lejanía una hermosa tormenta, mirando las nubes y sentí como cada centímetro de mi piel ansiaba y necesitaba estar en contacto con la suya, sentí que si me separaban de ese abrazo moriría ahí mismo. Y por eso tomo esta decisión tan determinante, porque todas mis dudas se han ido con la tormenta. Lo que siento por tu hermano pequeño no es cariño, es amor, es el más puro amor que pueda sentir una persona. Y es lo único que necesito para ser feliz todos y cada uno de mis días. Se que si lo tengo a mi lado, podré con carros y carretas y que me amará y me cuidará como nadie.

- Y cómo diablos estas tan convencida – Quiso saber Marianita

- Por que lo sentí Mariana – Victoria había amanecido con la sonrisa puesta y autoconvencida totalmente – Porque anoche fueron todo señales del cielo. Y siento que mi madre quiere decirme desde ahí arriba que haga caso a mi corazón. Y mi corazón no había latido tan rápido en la vida. Así que habré de hacerle caso.

- Cómo me gustaría tenerlo tan claro como tú – Le dijo Mariana sonriéndole – “Cuñadita”
Rosario volvió a meter prisa, un día más, a Mariana, que pegó un brinco y aligeradamente cogió sus cosas, beso en la mejilla a su “hermana” y salio corriendo.

Victoria se vistió rápido y salio fuera con esperanzas de encontrárselo, pero desgraciadamente Ramiro y Alfonso y habían salido para el tajo. Juan tampoco estaba. Anoche ya había contado que había quedado con Don Anselmo en cuanto cantará el gallo, así que hoy estaría haciendo algo de provecho con su vida.

Así pues comenzó a preparar el guiso que comerían hoy y ha adecentar la casa. Tenia previsto también ir a ayudar a Raimundo a la casa de comidas. Debía cundirle, pues a la tarde iría a la puebla con la mejor compañía del mundo. Y no haría otra cosa mas que traerse mas trabajo. Esta vez de costura.

CONTINUARÁ

#31
eiza
eiza
02/11/2011 15:08

CONTINUACIÓN



La mañana en el tajo se hizo eterna.

La azada en la mano, el espinazo doblado, la gorra en la cabeza sin aliviar del todo la fuerza del sol al pegarle de lleno. Su hermano en el surco de al lado, en igual postura, un pelín adelantado, en silencio, sin bromas, sin chanzas. Mauricio unos metros más atrás con su sombrero de paja y su ridícula fusta. Y en su cabeza…En su cabeza: dos ojos, mil sensaciones, una sonrisa, una estrella fugaz, una cabeza apoyada en su hombro, la aceleración de dos corazones encogidos, la hermosura de una tormenta, una conversación con su hermano mayor, una carcajada, su respiración agitada, una cabellera oscura y empapada, unas manos que se entrelazan, una mirada que lo desarma, un pañuelo que le limpia la cara, una carrera que dejo ganar…Victoria.

Y por más que mira el sol siempre le parece en el mismo sitio, que no se mueve de lo alto del cielo, que no avanzan los minutos, que la hora de verla esta cada vez más lejana.

Hasta que por fin Mauricio llega boceándolos para que recojan las herramientas, recordándoles que al primer canto del gallo los quería nuevamente en el tajo.

Era la segunda tarde que tenían libre gracias a que Soledad había inundado una buena parte de las tierras, y aún no se podía trabajar en ellas. Él lo agradecía, porque así podía estar con ella, y porque a su cuerpo no le venía mal un descanso, pero lo cierto era que para el bolsillo estaba siendo un sinvivir, y que todos los trabajadores estaban deseando que solucionaran los problemas de la inundación.

Una vez recogidas las herramientas, su hermano y él emprendieron el camino de vuelta a casa. Mientras Alfonso le hacía chanza con la cara de alelao que llevaba y él aceleraba el paso.

- Hermano, tu recuerdas aquel día en la fuente…- Alfonso se interrumpió aposta, fijando la mirada en su hermano pequeño, esperando una respuesta - ¡bueno lo recuerdas o qué!

- Que día, a la fuente vamos todos los días – Dijo él haciéndose un poco el loco

- No te hagas el longui hermano, que sabes perfectamente que ese día dijiste un par de perlitas sobre el amor y las mujeres – Alfonso le quito la gorra y se la aireo sobre la cabeza – Te tengo que sacudir bocabajo para que vuelvan los recuerdos o qué.

- Qué más da que dije o deje de decir – Ramiro recuperó su gorra – Y deja de hacer el tonto que tengo ganas de llegar a casa.

- Si para ver a Victoria… - se burló Alfonso

- No para comer – dijo Ramiro en un intento de excusa – ¡me muero de hambre!

- No digas tontás zagal – Alfonso volvió a detenerse en el camino – Que a mí no me la das, por lo único por lo que tú mueres es por verla.

- Que si pesado – Ramiro se paro también, se giro y miró a su hermano mayor – Que me muero por verla…además hoy le prometí llevarla a la puebla a por unas telas ¡así que aligera el paso mendrugo!

- Yo seré un mendrugo – Le contestó mientras le propinaba una colleja – pero tú eres un mentiroso

- ¿Mentiroso? – Ramiro se acariciaba el cogote intentando aliviar el dolor de la colleja de su hermano, que no había reparado en fuerzas – Y a santo de qué me llamas tú mentiroso, si puede saberse.

- Pues por lo que dijiste en la fuente – Aclaro Alfonso ¬- ¿No te acuerdas?

- Y vuelta la mula al trigo – Se quejó Ramiro – estas pesado, a ver que dije en la fuente…

- Que serías un picaflor para los restos – Alfonso, que hasta ahora sonreía ampliamente mientras chanceaba a su hermano se giro y lo cogió por los hombros, cambiando completamente su semblante, poniéndose serio y con actitud autoritaria – Y más te vale zagal que tus intenciones para con mi hermana sean buenas, porque si no habré de partirte los huesos.

- ¡Serás malhermano! – Ramiro intento zafarse de los brazos de Alfonso, que le oprimían los hombros, pero no en vano él era el hermano mayor y sin ningún tipo de esfuerzo lo agarro con fuerza y lo derribo al suelo, mientras lo inmovilizo empezó a azorarle el pelo mientras reía a carcajadas – ¡Para animal que me vas a partir los huesos de verdad!

- ¿Te rindes? – Lo apretó con más fuerza hasta que finalmente Ramiro dio una palmada en el suelo. Lo soltó - ¿Y bien? Qué intenciones te traes para con mi hermana, espero que no sigas pensando en ser un picaflor. Por tu bien.

- Mira que llegas a ser tonto… - Ramiro intentaba en vano sacudirse el polvo del camino pegado a sus ropajes – Te recuerdo que yo también soy tu hermano, antes que ella además.

- Si, pero yo tengo que defender el honor y la honra de mi hermana pequeña – Alfonso intentaba contenerse la risa – Y no puedo permitirle al primer botarate que quiera cortejarla que valla alardeando de querer ser un picaflor, por muy hermano mío que sea. ¿Y entonces?

- Entonces na’ – Dijo Ramiro haciendo una bola con su gorra y tirándosela a Alfonso – Lo que dijera en la fuente, en la fuente se quedo, me olvide de todo aquello el mismo día en que mire a Vic a los ojos.

- ¿Vic? – Alfonso, con la cara un poco enrojecida del gorrazo recibido, se coloco la gorra de Ramiro sobre su propia gorra – Valla, ya le has puesto hasta un diminutivo cariñoso, va a ser verdad que lo de picaflor cayó en saco roto.

- Pues claro que es verdad zoquete – Ramiro intentaba, en vano, recuperar su gorra – En el momento en el que la mire por primera vez a los ojos me olvide de la existencia de las demás mujeres de la tierra.

- Pues pienso decírselo a madre – Alfonso miró a su hermano desafiantemente – Verás que poca gracia le hace a madre y a Mariana que te hayas olvidado de que existen.
#32
eiza
eiza
02/11/2011 15:18
Alfonso echo a correr en dirección al a casa, estaban a escasos metros, llevaba las dos gorras sobre la cabeza y no dejaba de mirar a Ramiro, que se había quedado parado unos segundos sin saber muy bien que hacer, luego empezó a perseguirlo y Alfonso aceleró la carrera.

- ¡Alfonso! Deja de hacer el estúpido – Ramiro corría con todas sus fuerzas, vio a su hermano, ya en las puertas de su casa, retroceder a recoger su propia gorra que se le había caído, aceleró todo lo que puso hasta que finalmente lo alcanzo y se tiró encima suya. Lo primero que hizo, fue arrancarle de las manos su gorra – Deja de hacer el tonto ¿Quieres? Que ya estas mayorcito

- Mayorcitos estáis los dos me parece – sonó la voz de Victoria desde el umbral de la puerta – Se puede saber cómo sois tan cochinos, miraos que pintas.

- Anda renacuaja – Alfonso se levanto y sin sacudirse el polvo la beso en la mejilla e intento apartarla de la puerta para entrar en la casa – Solo estábamos jugando

- Muy bien, pero a casa no entráis así – corto autoritariamente – ya podéis estar yendo al rio a lavaros la ropa, porque yo no pienso limpiárosla.

- Anda Vic – Ramiro se acerco a ella, retorciendo su gorra – Que venimos con todo el solano y muertos de sed, como vamos a ir ahora hasta el rio, nos aseamos un poco y ya.

- Si muertos de sed, pero para correr y hacer el zángano no os habéis acordado ni del sol, ni de la sed – Victoria intentaba mantenerse seria y autoritaria, hasta que ambos hermanos dejaron caer los ojos al suelo, y sin aguantar más, explotó en una sonora carcajada – Anda zalameros, que os habéis salido con la vuestra, os buscaré algo limpio que poneros y os aseáis en la cocina, pero sacudiros todo ese polvo antes de entrar que me metéis toda la mugre dentro y he barrido toda la casa esta mañana.

Los dos hermanos hicieron ademán de ir a besar a Victoria, pero ella se alejo rápidamente llamándolos mugrientos, a lo cual ellos no pudieron más que responder con una carcajada.

Entro en la casa y lleno un barreño con agua, buscó una pastilla de jabón y unas mudas limpias para ambos hermanos. Cuando salió al patio se encontró con que ambos se habían descalzado y intentaban, no muy hábilmente sacudirse todo el polvo de los ropajes.

- ¿Cómo sois tan zoquetes? – Victoria coloco el barreño sobre el tronco para cortar leña - anda quitaos eso, ya lo llevaré luego al lavadero, aquí tenéis las mudas limpias.

Alfonso cogió las prendas, empezó a mirar buscando un lugar donde ponerlas y finalmente se dirigió hacia la leña cortada.

- Ni se te ocurra Alfonso Castañeda – Victoria le arrebato las mudas de la mano – osea que os adecento la ropa y a ti lo primero que se te ocurre es ponerla encima de la leña.

- ¿y dónde quieres que la ponga? Si nos dejaras entrar en casa – Le recriminó Alfonso - Dijiste que nos dejarías entrar a la cocina.

- Y podéis entrar, pero sin todo ese polvo – aclaro ella - ¿Qué culpa tengo yo de que seáis unos zoquetes que no saben ni sacudir el polvo de una camisa?

- Bueno pues sujeta la ropa en lo que nos cambiamos – Dijo Ramiro – Que se nos va ha hacer de noche, y nosotros aquí sin cambiarnos.

- Lo que me faltaba, encima de limpiadora, lavandera, cocinera y costurera ahora también ¡perchero!

Los tres se echaron a reír. Ambos hermanos se quitaron las camisas, desataron el pañuelo de sus cuellos y comenzaros a lavarse las manos, los brazos y la cara.

Alfonso acabó primero, se giro para buscar la ropa limpia y comenzó a reír a pierna suelta, Ramiro se dio la vuelta y también estalló en carcajadas.

- Pero Vic ¿qué haces? – Preguntaron a la vez mientras observaban como Victoria, con los brazos en cruz, había colocado la ropa encima de ella como si fuera un perchero viviente.

- Pues que voy ha hacer – dijo ella tan tranquila – De perchero humano ¿Queréis lavaros de una vez? estoy harta de sostener vuestra ropa con la cabeza.

- Esta bien señorita perchero humano – Dijo Alfonso cogiendo la camisa azul que cubría la cabeza de victoria – Ya la relevamos de su cargo.

- ¿Cómo eres tan marrano? – Dijo victoria quitándole la camiseta nuevamente y poniéndosela en la cabeza – Cámbiate esa camiseta interior que parece que hayas estado revolcándote en el fango con los gorrinos.

- Hombre un poco marrano si es – se mofó Ramiro quitándose la camiseta interior – Pero no se ha revolcado en el fango con los gorrinos, solo en el camino, conmigo.

- ¡Ala! ¡Otro gorrino! – Rió Victoria – Y puede saberse a santo de que os revolcáis en el camino.

- Solo estábamos peleando – Dijo Alfonso mientras se cambiaba el pantalón – Este zagal que nos ha salido un pi… - Ramiro propino un buen puntapié a Alfonso - ¡Ay so bruto!

- ¿Nos ha salido un ¡Ay! so bruto? – quiso saber Victoria, mientras por fin era liberada de la ropa que cubría su cabeza

- Tú no le hagas ni caso Vic – Dijo Ramiro con una camisa gris clara en las manos – Que está alelao.

- Posiblemente – admitió la chica – Pero tú no te quedas muy atrás, esa camisa no es tuya.

- Tampoco la mía – Dijo Alfonso mirando la camisa azul que tenia en las manos - ¿nos has traído camisas de Juan?

- ¡No so memo! – Se enfado Victoria – Os las he hecho yo…

- ¿¡Las has cosido tú!? – Dijeron ambos hermanos a la vez mientras la miraban atónitos.

- Si, pero las tenéis al revés – Se acerco a ellos, cogió las camisetas y le entrego la gris a Alfonso y la azul a Ramiro, al que no pudo evitar mirar en camiseta interior, sintiendo como se ruborizaba entera - ¿os gustan?

- Claro – Ramiro lucia en su cara su mejor sonrisa, mientras no podía dejar de mirarla – Entonces, toda esta regañina era solo tu particular manera de darnos el regalo.

- Si, ha de ser cosa de familia esto de no coger arranque para dar regalos, camisas, cajas de mú… - Victoria no termino de decir la frase pues se vio interrumpida por un grito de Ramiro…

- ¡Ahh! – Alfonso acababa de propinar otra buena colleja a Ramiro - ¡Pero bueno! ¡Y ahora qué he hecho!

- No esperarás que le de la colleja a Victoria – Se excuso Alfonso, Ramiro lo miro desafiante y después bajo la mirada sonriendo – Bueno Victoria, pese a no ser una Castañeda de sangre, has heredado la torpeza para dar regalos, ahora hay que admitir que esperarlo, no lo esperábamos, así que, gracias

- Y a que se debe este bonito regalo ¿Vic? – Quiso saber Ramiro.

- Te recuerdo, que prometiste acompañarme esta tarde a La Puebla, y no pensaba dejar que vinieras tan zarrapastroso como acostumbras – le contesto cínicamente Victoria.

- ¡Ah! Entonces era eso – Dijo él acercándose a ella – Solo lo has hecho para que sea un digno acompañante.

- Tu siempre eres un digno acompañante – Rectifico la chica – Solo que ahora eres un acompañante digno y con camisa nueva.

- Y limpio – Le dijo él sonriéndola y viendo como Alfonso se quitaba de en medio entrando en casa – Sobretodo limpio.

- Bueno… - Comenzó a decir Victoria acercándose más a él – Un acompañante digno, con camisa nueva, y limpio a retazos… - Le dedico una sonrisa mientras se acercaba lentamente a su mejilla - Has vuelto a dejarte una mancha en la mejilla

- Valla, seré un acompañante digno, pero bastante torpe, según se ve – Dijo él que empezaba a notar como se ruborizaba al sentir la cercanía de Victoria.

- Yo creo que es que te gusta que te limpie las mejillas – Victoria se llevo un dedo a su boca y tras humedecerlo, lo paso por encima de la mancha en la piel de Ramiro estremeciéndose por cada poro de su piel y sintiendo el suave respingo que dio Ramiro al sentir el contacto con su piel.

Ambos cerraron los ojos…
#33
eiza
eiza
02/11/2011 15:27
- ¡Ejem!

Victoria y Ramiro dieron un respingo al sentir aquella interrupción, abriendo los ojos al instante.

- ¿interrumpimos algo? – Soltó con un exceso de cinismo Juan.

- Que vas a interrumpir – Dijo Victoria mirando alternativamente a Juan y a Mariana, que se encontraban enfrente de ellos – Estaba viendo que tal le queda a Ramiro el regalo que le he hecho, que por cierto hay otra para ti.

Victoria entró dentro, se cruzó con Alfonso que parecía entenderla con la mirada, se fijó en que había puesto él solo la mesa. Cogió la camisa de Juan y volvió a salir fuera.

Cuando lo hizo se fijo en Ramiro inevitablemente. Se había puesto la camisa, le quedaba perfecta, estaba tan guapo, con la camisa a medio abotonar dejando ver su camiseta interior, intento disimular mirando para otro lado y se encontró con la mirada de Mariana, que se reía para adentro. Instintivamente salió del paso alargando el brazo y dándole a Juan una camisa en un tono amarillo muy pálido.

- Pruébatela – Le pidió con una sonrisa - No estaba muy segura del color, pero creo que te quedará bien.

- Es muy bonita, gracias – Dijo Juan mirando a Victoria – Y el color esta bien.

- Bueno pensé que el tono claro te quedaría bien – admitió Victoria – eres el mas moreno de todos.

- Si pero no es por las horas que pasa al sol – Dijo Alfonso desde el umbral de la puerta - ¿Dónde esta madre?

- Aquí me tienes hijo – Dijo Rosario adentrándose al pequeño patio que daba la entrada a su casa – Desde luego siempre tengo que venir a poner orden ¿Cuándo pensabais comer?

- Ahora mismo madre, la esperábamos – Dijo Mariana dando un beso en la mejilla de su madre.

- Hijos… ¿Y esas camisas? – Rosario miro a sus tres hijos varones, extrañada de verlos lucir ropa nueva.

- Que buen ojo tiene Rosario – rió Victoria – Hasta ellos han tardado más que usted en notar que eran nuevas.

- Las ha cosido Victoria madre – explicó Mariana – Ya sabe que no puede estar sin ocupación.

- Esta Victoria es un ángel caído del cielo – Dijo mientras le besaba la mejilla.

- Anda Rosario, no exageré – Victoria puso sus manos sobre las de Rosario – Vallamos a comer que esta tarde he de hacer unos recados y al final me cojera la noche.

- Cómo te vas a ir ha hacer recados sola – Se exaltó Juan mientras se sentaban a la mesa.

- Tranquilo hermano – Ramiro se sentó al lado de Alfonso, Victoria se sentó al otro lado – que yo me comprometí a acompañarla, y pienso hacerlo.

- Pues voy con vosotros – sentenció Juan

- No es menester Juan – Victoria noto algo raro en la actitud de Juan – Con la compañía de Ramiro es suficiente, son cuatro recados sin demasiada importancia, y te recuerdo que aún tienes compromisos que atender con Don Anselmo.

- Si, pero no me gusta que valláis solos por el camino… - Juan se levantó y trajo consigo una jarra con vino.

- Juan no seas necio – Le corto de lleno Alfonso mientras le acercaba su vaso – No hace falta que vallas con ellos y faltes a tu palabra a Don Anselmo, si te quedas más tranquilo, iré yo, y así nadie desocupa sus atenciones.

- Sea pues – Juan dio por terminado el asunto.

El resto de la comida transcurrió entre risas, como siempre. Las primeras en marchar fueron Rosario y Mariana. Alfonso fue a por algo de agua para fregar, mientras que Juan, Ramiro y Victoria recogieron y adecentaron la mesa en silenció.

Juan atisbó a Alfonso por la ventana, salió a ayudarle con el agua, entre los dos dejaron el cubo sobre la mesa, y luego discretamente Juan saco a Alfonso de la casa.

- Puede saberse que tripa se te ha roto ahora Juan – Quiso saber Alfonso.

- No me han dado buena espina estos dos hermano – reconoció el muchacho – Yo creo que están enamorados.

- ¿Y eso qué importancia tiene? – quiso saber su hermano mayor.

- Claro que la tiene, como no habría de tenerla – Juan se sentó sobre el tronco de cortar leña
– No podemos dejar que se enamoren, hermano. Victoria es casi una hermana para todos, incluido Ramiro.

- No seas zoquete Juan – Alfonso se agacho delante de él – todos sabemos que por sus venas no corre la misma sangre, así que eso de que son casi hermanos es solo un prejuicio tuyo, bastante estúpido la verdad.

- No me estas entendiendo Alfonso – intentó explicarse el mediano de los Castañeda – No se trata de que a ojos de Dios sean hermanos, que bien sabemos todos que no es así, se trata de que cuando falle su amor, de lado de quien nos depositaremos.

- ¿Y por qué habría de fallar? – Alfonso estaba perplejo.

- Siempre falla hermano – Juan se levanto del viejo tronco y miró a su hermano – Soledad y yo, Emilia y tu…

- ¡No digas sandeces Juan! – Alfonso puso sus manos en los hombros de Juan – El amor es lo más bonito que puede darnos la vida, ni podemos cerrarnos a él. ni podemos provocar que otros se cierren, o rechacen el amor que sienten…

- Pues no se como puedes hablar así del amor – Juan negaba con la cabeza – No te ha tratado muy bien.

- A ti tampoco – Corto Alfonso – Siempre tuviste barreras, pero cuando conseguiste derribarlas, el amor ganó la partida y viviste los momentos más felices… Si acabaste perdiéndolo todo, no le eches la culpa al amor, que no la tiene.

- Llevas razón – Aceptó Juan bajando la mirada al suelo – Yo tuve la culpa de extinguir el amor que Soledad sentía hacia mi…

- Pero acaso no fuiste feliz en los momentos que el amor llenaba de plenitud tu vida – Alfonso miró a Juan, lo vio asentir bajando la mirada – Entonces con que cara quieres intentar evitar que Ramiro pueda sentir la dicha del amor.

- No quiero que ninguno de los dos sufra… - Juan intento reprimir las lágrimas y sintió como su hermano mayor lo abrazaba, lo apretó con fuerza. Maldito amor que hace débil al más fuerte, pensó.

- El amor puede ser lo más hermoso que te ocurra en la vida, o lo más doloroso – Juan levanto la vista y miro el semblante de su hermano al hacer esa confesión, verdaderamente estaba sufriendo tanto como él por amor, solo que él se lo merecía y Alfonso no – Pero sea de un modo o de otro, hay que vivirlo. – Alfonso trago saliva - No te entrometas Juan, yo estoy seguro de que el amor de Ramiro y Victoria no fallará, es de ley que algún Castañeda pueda ser feliz en el amor.
#34
eiza
eiza
02/11/2011 15:27
Juan se tiro a los brazos de su hermano, volviéndolo a abrazar con fuerza, se secó una escuálida lágrima que se había escapado y lo miró a los ojos. No hicieron falta palabras, ni gestos, simplemente con esa mirada bastó. Juan agradecía ese abrazo de su hermano, que tanto lo reconfortaba, Alfonso sentía el apoyo de Juan y la conformidad de no entremeterse entre Ramiro y Vic.

Se despidieron sin articular palabra, Juan se marchó a la iglesia a terminar el trabajo para Don Anselmo.

Alfonso traspaso el umbral de la puerta y se quedo un momento contemplando a Ramiro, estaba secando un vaso, embobado mirando a Victoria mientras ella enjuagaba otro, de vez en cuando una mirada de reojo, una media sonrisa, ella que lo salpica con un poco de agua, él que la revuelve el pelo…

Alfonso sonrió, que bonito es el amor cuando es correspondido, pensó, y sintió un pinchazo en el pecho.

- Ramiro – Llamó a su hermano – No puedo acompañaros a La Puebla, me ha surgido algo importante. Cuida de Victoria.

- Tranquilo – respondió Ramiro sabiendo que su hermano no tenía nada en particular que hacer, simplemente dejarle el camino libre – La cuidaré bien.

Alfonso sonrió y miro primero a Ramiro, que parecía darle las gracias con la mirada por no hacer de “carabina” y luego a Victoria, descubriendo en sus ojos la intriga de aquello importante que habría de hacer, esta noche intentaría interrogarlo, que inocente era.

Se acercó a Ramiro y le dio una palmada en el hombro, que bien lo conocía este zagal que parecía haberlo entendido todo sin explicación. Luego beso en la mejilla a Victoria que le devolvió el beso mientras le acariciaba la mejilla con la mano aún mojada, se seco la cara y ella sonrió. Antes de salir por la puerta volvió a mirarlos y los contemplo de espaldas volviendo a reír. Sintió una inmensa alegría al pensar la felicidad que Ramiro y Victoria llegarían a alcanzar, pero a su vez volvió a notar aquel pinchazo en el pecho.

CONTINUARÁ
#35
eiza
eiza
24/11/2011 15:26

CONTINUACIÓN



Ramiro y Victoria compartieron una de las mejores tardes de su vida juntos, conversando camino a La Puebla.

Hablaban de Alfonso, de Juan, de Inés, de Mariana, de Rosario, hablaban de si mismos, chanceaban, reían y sonreían.

Hablaban de José, el patriarca de la familia, que marchó a Galicia hace mucho tiempo y aún no había vuelto pues se había afincado a trabajar allí. A Ramiro se le iluminaba la cara al hablar de su padre y se le entristecía el alma al pensar lo mucho que lo añoraba y necesitaba.

Hablaban de cómo era la vida en Puente Viejo, de los lugares del mundo que les gustaría conocer. O simplemente pasaban los minutos anonadados, contemplándose, sintiendo como se estremecían los poros de su piel, como se cruzaban sus miradas y como no eran capaz, ninguno de los dos, de aguantarse la mirada.

Al llegar a los telares Ramiro contempló extasiado la felicidad que embargo a Victoria, parecía haber encontrado todo lo que anhelaba. Iba como loca de un lado para otro del local cogiendo unas telas, unos hilos, pidiendo dos metros de esta tela, aquellas puntillas de allá, un poco de hilo azul, aquella pedrería de allí, esos encajes…. Él se acerco a ella chanceándola, seguro que todas esas cosas no serían suficientes para saciar su voraz apetito de diseñar y coser modelitos, ella le dio un manotazo y él volvió a chancearle con que habrían de quedarse a fregar cristales porque no les iba a llegar el dinero.

Con toda la altanería de la que fue capaz de cargarse, Victoria se acercó al dependiente para efectuar el pago, mirando a Ramiro de reojo y haciéndole un gesto como de limpiar cristales. Ramiro rió. El dependiente los miro extrañado, tomo el dinero que le tendía Victoria, lo contó y se dirigió a la caja registradora, deposito el dinero asegurándose de que estuviera correcto. Después se acerco a una vitrina y saco un paquete, se lo tendió a Victoria.

- Tenga muchacha, un regalo de la casa, por buena clienta – Le dijo sonriéndole – Estoy seguro de que le sacará usted muy buen provecho.

- Ya lo creo que lo hará – Dijo Ramiro aún sin saber que contenía el paquete – Es la mejor costurera del mundo.

- Gracias – Victoria, algo ruborizada miro al dependiente y cogió el paquete que le tendía – Es un gesto muy amable por su parte.

- A los buenos clientes hay que cuidarlos – Aseguro el dependiente.
De vuelta al pueblo, Ramiro intentaba una y otra vez convencer a Victoria para que le enseñara lo que había en el paquete, pero ella se aferraba a él y se hacia la sueca para no tener que mostrárselo, aún. No estaba segura del contenido, pues ella tampoco lo había visto, pero tenía una ligera idea de que era lo que había en el paquete.

Finalmente se dio por vencido, al igual que ella tuvo que ceder ante él cuando se empecino en que debía llevar la carga, dejándole a ella solo una pequeña caja con hilos y botones y el misterioso paquete.

Cuando llegaron a casa, los esperaban para la cena, Victoria, tuvo que pedirle a Ramiro que escondieran las telas en el pajar, pues no quería que Mariana la descubriera.

- Muchas gracias – Le dijo mientras lo ayudaba a guardar la carga en el pajar – Me has ayudado mucho.

- Ha sido un placer señorita – Dijo el quitándose la gorra y haciéndole una reverencia.
Ella lo abrazó. Y él se dejo fundir en ese abrazó. Cerró los ojos e inspiro su aroma y se creyó en el cielo. Al soltarse de aquel abrazo, se contemplaron una vez más a los ojos, y esta vez aguantaron la mirada, pues se habían perdido el uno en los ojos del otro, se acercaron poco a poco sintiendo la respiración del otro en su cara

- Has odio eso – Ramiro se separo un poco de ella

- No – Admitió Victoria, estaba concentrada en otros menesteres

- Será mejor que entremos en casa – Le dijo mientras la cogía de la mano

Victoria asintió y se dejo arrastrar fuera del pajar. Entrando en la vivienda de los Castañeda, donde la familia intentaba calentarse al calor del fuego.
#36
eiza
eiza
24/11/2011 15:27
Alfonso había despertado el primero. Llevaba desde unos días sintiendo constantes pinchazos en el alma y ello le había llevado a no conciliar el sueño. El motivo, una vez más. Emilia Ulloa…

Emilia, la pequeña Emilia, la fuerte Emilia, la bella Emilia…Mi Emilia…Cierro los ojos y noto otra vez esa fuerte punzada de dolor en el alma que viene a recordarme que Emilia nunca ha sido mía, y que quizás nunca lo sea…

Un suspiro se me escapa de la boca.

Noto los primeros rayos del alba acariciarme la cara y abro los ojos. Un bello amanecer, nacimiento de un nuevo día en el que vivir, trabajar, luchar, reír, amar… Un nuevo día en el que el motivo porque el que mis piernas se levantan del jergón sigue siendo el mismo de todos los días anteriores a la par que el mismo que me roba el sueño. Un nuevo día en el que lo mejor de él será verla, contemplarla, embriagarme con su aroma, su esencia, su belleza, un nuevo día en el que creeré morir cuando vea al baboso de Severiano rondarla. Un nuevo día en el que existir nuevamente por y para Emilia Ulloa.

Veo a Ramiro a través de la ventana mientras come algo antes de salir a faenar y eso me saca de mis pensamientos. Siento entrar la alegría en mi cuerpo de pensar que mi hermano pequeño, mi tete, se ha enamorado.

Y se me vuelve a escapar un suspiro por la boca, aunque en realidad, sale de mis mas mismas entrañas, lo sé, lo siento, lo noto, lo sufro…Recuerdo la primera vez que sentí que mi cuerpo se henchía de amor, la confusión, el éxtasis, los sentimientos encontrados que todo ese amor que aún me embarga me provoca, y mientras una escuálida sonrisa esboza en mis labios furtivamente, sin que yo le haya dado permiso para hacerlo, siento como me embriaga el deseo y el anhelo de que mi hermano descubra todos esos sentimientos sin tener que sentir en sus carnes toda la parte amarga del amor, no lo merece.
#37
eiza
eiza
24/11/2011 15:28
“Solo quedan dos días para el baile”

Es lo primero en lo que piensa la pequeña de los Castañeda al levantarse del jergón.

No se que diablos me pondré, pero tampoco importa demasiado ¿no? Lo importante ha de ser el acompañante…

Hipólito, Hipólito me ha pedido que valla con él, pero porqué diablos me pongo tan nerviosa, porqué me hará tanta ilusión un simple baile en una plaza…

Es la primera vez que me invitan a un baile ¡Diantre! Debería buscar algo decente que llevar, como que no es importante ¡Ay dios! Y yo preocupada de que mis hermanos me acompañen, si no tengo una falda en condiciones para un baile…Solo tengo los zapatos…los zapatos que me regalo Hipólito.

¿Pero por qué sonrío?
#38
eiza
eiza
24/11/2011 15:28
Por fin es hora de cenar…¡No veía la hora!

Aunque en realidad no tengo hambre, solo tengo ganas de verla, se me hacen tan largos los minutos cuando no está…Y que se habrá puesto hoy…Espero que se haya puesto esa camisa amarilla suya que tanto resalta el color de sus ojos y su pelo…Esos ojos negros que me tienen atolondrao…Si es que ahora entiendo a Alfonso, Así andaba siempre de atolondrao, perdido todos los días en la sonrisa de Emilia, incapaz de echarle redaños para decirle que la quiere…Y yo consejitos vendo pero para mi no tengo…Bien que le decía que sacará la voz del corazón y le dijera simplemente que la quiere, pero ayer en el pajar me temblaron las piernas, a mi, a Ramiro Castañeda le temblaron las piernas cosa mala cuando vio los labios de Victoria tan cerca de los míos, y ya van dos…Seré cobarde…¡Ay Dios! ¡Qué difícil es esto! Si yo la quiero tanto, y me muero por besarla, me muero por confesarle todo mi amor, por abrazarla y no separarme de ella, porqué no lo hago, porqué me cuesta tanto dar el paso…Mañana es el baile…Ya esta decidido, de mañana no pasa. Mañana le digo que la quiero. Mañana la beso. Mañana compruebo si sabe igual que huele. Mañana compruebo si me quiere. Mañana es el gran día. No me voy a amedrentar.
#39
eiza
eiza
24/11/2011 15:29
Siento cerrarse la puerta, aunque lo ha hecho con cuidado para no despertarme.

Me asomo a la ventana y es la última persona que me esperaba ¿A dónde diablos va Victoria?

Me levanto rápido, yo prometí no entrometerme pero esto me da mala espina.

Antes de salir de casa me acerco a la habitación de Ramiro y Alfonso. Pego la oreja a la puerta y escucho sus voces. Los dos están despiertos. Los dos están en la habitación… ¿Los dos? Y con quién se ha citado entonces Victoria.

Salgo a correr en la dirección en la que partió. Ni si quiera ha salido el sol. Maldita muchacha descerebrada. Cómo se le ocurre salir sola por los caminos ve tú a saber a qué.

¡Ay dios! Y si me equivoque al pensar que Victoria correspondía al obvio enamoramiento de Ramiro hacía ella. Y si realmente esta enamorada pero es de otro mozo…Pobre Ramiro…

No me puedo creer donde ha entrado….no puedo creérmelo, no puede ser…Acaba de entrar en el viejo chozo abandonado, aquel que sirve de cobijo a los desamparados, y de picadero a los enamorados…No puede ser. Victoria no.

No se si debería atreverme a mirar en su interior y ver a qué ha venido, no se si debería dejarla vivir su vida, no se si realmente no debería desconfiar de ella…

Y sigo parado en medio del monte cuando el primer rayo de la mañana me da en los ojos. De perdidos al rió Juan Castañeda, si has llegado hasta aquí poco importa ya la confianza…Me asomo con miedo por una rendija de la puerta, la oigo canturrear sentada enfrente de la única ventanilla que deja pasar algo de luz. Miro por todas partes pero no veo a nadie que la acompañe. Y entonces me doy cuenta. Soy estúpido. Por qué diablos habré sido tan desconfiado. Y se me escapa una sonrisa sin que apenas me de cuenta. Veo las telas depositadas con cuidado sobre una manta, para no mancharlas, veo todo el suelo lleno de tarros con botones y piedras, veo a Victoria cosiendo lo que parece una falda de color amarillo, veo colgadas unas chaquetas, tres para ser exacto. Efectivamente Juan Castañeda, eres un estúpido.

Emprendo el camino de vuelta a casa, y me ha costado decidir si entrar y decirle que no vuelva a salir de casa sola a esas horas, que verdaderamente en ello tenia razón en preocuparme, pero pienso en que la pobre lo único que intenta es darnos una sorpresa y no me he sentido nadie para destrozársela. Me toca hacerme el sorprendido esta noche para el baile.

CONTINUARÁ

#40
AngelaGiadelli
AngelaGiadelli
22/01/2012 16:12
Hola Eiza!!! Me he registrado sólo para poder darte la brasa por aki tb... esto... no era eso lo que... bueno! que me sigue encantando tu fic, que me lo he releido tanto que te lo voy a desgastar, que me encanta tu Ramiro... y que si no tienes club de fans me hago presidenta!!! XD (Si lo tienes avisa y ya ingreso directamente) Por cierto, soy Angie XDD
Anterior 1 2 3 Siguiente