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Foro El secreto de Puente Viejo

Mi Puente Viejo.

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#0
Silvania20
Silvania20
27/02/2012 15:43
No suelo comentar mucho en este foro, pero más de una vez he leído vuestros comentarios y vuestras historias, por lo que un día me levanté y me puse a escribir. Escribí una pequeña historia sobre Puente Viejo, sobre todos los personajes, empezando por Tristan y Pepa. Me gustaría compartirla con vosotras, espero que os guste ^^
Si es así seguiré colgando capítulos :)
Besos!! :D

1.


No pudo olvidar esos ojos, esos ojos que la observaban en su primer encuentro, cuando la partera pretendía desviar la mirada del torso desnudo de ese apuesto soldado.
Pepa, ese era el nombre de la partera, andaba por los caminos mientras ponía rumbo a un pequeño y acogedor pueblo llamado “Puente Viejo”. Lo poco que sabía de ese pueblo la había cautivado. Desde que la echaron a base de golpes y pedradas de la propiedad de Carlos Castro y su esposa Elvira había estado buscando un lugar que la hiciera sentirse como en casa y tenía la sensación de que allí, en ese pueblo, lo encontraría.

Antes de llegar a Puente Viejo vio, en un descampado al lado del río, a unos soldados y a algún que otro caballo atado a un árbol. Ella, siendo tan curiosa, se paró a mirar para saber qué ocurría allí. Paseaba sus ojos por aquel descampado lleno de soldados recién allegados a esas tierras. Todos eran de muy buen ver, apuestos y galantes soldados. Eso la llevó a pensar en las oscuras y lluviosas noches que su madre, La Candelaria, pasaba junto a su cama contándole cuentos sobre los valientes soldados de los cuentos de hadas. Sus ojos se detuvieron al ver a un soldado que destacaba en hermosura y porte, este también posó sus ojos en Pepa y ante esto la partera no tuvo más remedio que apartar su mirada y seguir su camino hasta Puente Viejo. No sin antes, claro está, suspirar. ¿Quién será ese apuesto soldado? Esa fue la pregunta que resonaba en su cabeza hasta llegar al pueblo.

Ahora se encontraba en la casa de comidas, los propietarios eran una muchacha llamada Emilia y su padre, Raimundo Ulloa. Era una pequeña familia muy simpática y la posada era muy acogedora. Aunque en realidad no era una posada, tan solo había una habitación, la cual entregaron a Pepa para que allí descansar y se instalara el tiempo que hiciese falta. Habían acordado un buen precio que la partera podría pagar. Por lo que Emilia le había contado en ese pueblo había un médico pero las mujeres embarazadas lo pasaban muy mal cada vez que tenía que ir a una revisión, por lo que algunas esperaban a que pasara por aquí una partera, ya bastante mayor, que venía cada dos o tres meses, así que en ese sitio tenía el trabajo asegurado y con ello el alquiler que la habitación también.

Tras la comida, reposaba en su alcoba pensado en esos ojos marrones que la habían enamorado. Ella no era una mujer fácil de enamorar ni fácil de dominar, pero ese soldado, esos ojos, eran maravillosos y la habían conseguido encantar. La pregunta que hacía unas horas había rondado sus pensamientos volvió a su cabeza, ¿quién era ese soldado? Probablemente esa pregunta jamás encontraría respuesta, pero para ella si la tenía, el amor de su vida.

Unos suaves golpecitos en la puerta la sacaron de sus pensamientos, era Emilia, le pedía ayuda con la casa de comidas:

- Pepa, sé que no tengo por qué pedirte esto y tú no tienes por qué aceptar, pero necesitaría que me ayudaras a servir las mesas, mi padre se ha ido, debía de ir a la casona de la Montenegro, ha tenido un problema con algunos clientes y sabe que ella está tras todo esto…

- Tranquila, mujer, yo te ayudo, no te hagas problemas, pero ¿quién es esa Montenegro y por qué tu padre cree que está tras todo este problema?

- Francisca Montenegro es la dueña, por decirlo de alguna forma, de todo el pueblo, si necesitas trabajo ella te lo proporciona, pero debes de saber que es la peor persona que ha pisado este suelo, firmar un contrato de trabajo con ella es como hacer un pacto con el demonio…

- ¿Tan mala es?

- Sí, mi padre y ella son enemigos desde que yo tengo memoria y ahora ella, supuestamente, le ha prohibido a sus trabajadores que vengas aquí a comer o a beber, quiere que la casa de comidas se derrumbe solo porque el propietario es mi padre…

- Vaya… anda vamos, pero si ella es tan poderosa más de la mitad del pueblo trabajará para ella y si les ha prohibido a sus trabajadores que vengan, ¿por qué necesitas ayuda en la casa de comidas? No debe de haber muchas personas ¿no?

- Sí, pero hoy acaban de llegar unos soldados – Cuando Pepa escuchó eso, una sonrisa invadió su rostro. Esos ojos en los que se había pasado pensando los últimos dos días volvieron a su mente. Emilia se percató de ello, de su sonrisa, y ella también rió – No sé en qué tendrás la cabeza ahora, pero me da en la nariz que tiene que ver con los clientes…

- Algo de razón llevas, mujer, pero no te retrases más, vamos…

Las dos amigas salieron de la habitación de la partera y cruzaron el patio para entrar en la casa de comidas. Una vez allí los ojos de Pepa no paraban de moverse, buscaba a su soldado, al soldado que la había enamorado con tan solo una mirada. No lo encontró y su sonrisa dejó de brillar. Agachó la cabeza, triste por no haberlo vuelto a ver, pero cuando giró la cabeza en dirección a la plaza lo vio. Allí estaba. Su soldado estaba en la plaza, parecía que la esperaba. En cuanto se dio cuenta de que su sonrisa volvía a aparecer y que sentía algo raro en el estomago se paró a pensar. - ¿Pero que me está pasando? – No se reconocía, nunca le había pasado esto, ni siquiera cuando se enamoró de Carlos Castro le había ocurrido esto. Estaba nerviosa, ansiosa por verle y saludarle. No sabía qué le estaba pasando, pero sabía que la mirada de ese soldado le había cambiado la vida y se la cambiaría mucho más.
#1
Ruthlovetristan
Ruthlovetristan
27/02/2012 15:51
Me encanta, continúa escribiendo por favor.
#2
madrilistaa99
madrilistaa99
27/02/2012 15:52
silvania me encanta tu version de punte viejo continua cuando puedas...
#3
lawanxa
lawanxa
27/02/2012 17:31
Silvania tu historia empieza muy bien, promete mucho y seguramente ayudará a mucha gente de este foro a volver a tener ilusión ya que esta serie nos la ha arrancado de cuajo.

Adelante pues y mucho ánimo.

Gracias bonica. Yo ya hace unas semanas que no escribo la mía, quiero continuarla, pero ahora mismo no tengo mucha ilusión que digamos.
#4
Silvania20
Silvania20
27/02/2012 22:46
Me alegra que os haya gustado el comienzo, espero que sigáis disfrutando de ella.
Aquí os dejo otro capitulo :)

2.


Embelesada miraba al soldado que desde esa primera mirada la había cautivado. Emilia, al salir de la cocina con algunos platos para repartir la vio y vio como miraba al soldado que, fuera de la casa de comidas, observaba las estrellas y suspiraba. Se acercó a Pepa y le dio un golpecito en el brazo que la sacó de sus pensamientos, asintió con la cabeza y Pepa lo entendió. Respiró hondo y se preparó para salir de la casa de comidas.

Llegó a la puerta y agarró el picaporte, se sentía insegura, jamás había sentido algo así… no sabía cómo reaccionar.

- Vamos, Pepa, nunca te has acobardado… ni siquiera con el más complicado de los partos que habías tenido que atender… no puedes dejar que el miedo te gane… vamos mujer, hacia adelante… - Ella misma intentaba convencerse con estas palabras, pero no había manera. Se giró y justo enfrente de ella vio a Emilia con el semblante serio. Le recordó a la cara que su madre le dedicaba cuando había hecho algo malo con las hierbas que utilizaba su madre con las parturientas. Sonrió y se volvió a girar, esta vez decidida.

Abrió la puerta de la entrada, intentando no hacer ruido sin éxito. Aún así el soldado no se giró, seguía pensativo, observando las estrellas. Pepa se acercó a él, no dijo nada, solo le miraba esperando que este se volviera. Pero este estaba con los ojos cerrados, moviendo los labios, como si estuviera hablando con alguien, y con el ceño fruncido, de modo que lo que estaba haciendo era importante ya que con este gesto que podía apreciar que estaba poniendo muchísimo empeño en ello.

- Soldado, la noche empieza a enfriar – Le dijo la partera como la que no quiere la cosa - ¿no estaría mejor dentro con sus compañeros?

- Gracias por el ofrecimiento, señorita, pero prefiero quedarme aquí afuera, necesito pensar… - Aunque le hubiera hablado, el soldado seguía en su misma posición, tan solo le había contestado, pero nada más. Ni siquiera abrió los ojos para ver quién le hablaba.

- Como guste – Suspiró, debía de hacer que abriera los ojos necesitaba ver esos ojos que tanto le gustaban – ¿Puedo preguntarle en qué pensaba con tanto ímpetu?

- En una mujer…

- ¿Una mujer lo tiene así? ¿Muy especial debe de ser esa muchacha para que piense así en ella? – Pepa empezaba a ilusionarse, estaba pensando en una mujer, ¿podría ser ella?

- Sí, es muy especial… - El soldado rio – Le parecerá raro, pero no la conozco… la vi por primera vez hace unos días, mis compañeros y yo habíamos parado antes de llegar a Puente Viejo y la vi, vi como me contemplaba y me quedé embelesado mirándola, era tan hermosa… jamás había visto mujer así, se puede decir que me enamoré con tan solo una mirada…

- Es muy bonito eso que dice, ¿y por qué piensa en ella?

- No pienso en ella – La sonrisa de Pepa se apagó, pero pronto volvió a relucir tal y como había hecho segundos antes - Pido volver a verla, volver a ver sus ojos, volver a ver su rostro y poderle decir esto que le estoy diciendo a usted…

- Pues, como consejo le digo que deje que pedir volver a verla y tan solo abra los ojos, no le va a hacer falta seguir así durante más tiempo… - A Pepa le costó toda una vida decirle esas palabras a aquél soldado, ella siempre había sido de plantar cara y tener arrestos para decir lo que quería y lo que pesaba, pero decirle esto… no fue precisamente fácil.

El soldado le hizo caso, abrió los ojos y miró a las estrellas, para luego posar sus ojos en Pepa, la mujer que tanto había deseado volver a ver. Sus ojos se abrieron como platos, era ella y estaba allí delante de él, mirándole, esperando una respuesta por su parte. Una respuesta que pronto llegó por parte del Soldado. Cogió la mano derecha de la partera y la llevó a sus labios, la besó con dulzura, provocando en Pepa el sentimiento que momentos antes había sentido, ese hormigueo en el estómago que, en el fondo, le encantaba sentir.

- Mi nombre es Tristán, ¿el vuestro?

- Pepa – Se limitó a decir esa cuatro letras, no dijo nada más, ni siquiera si hubiera querido hubiera podido pronunciar palabra alguna. Las letras se le trababan en la garganta.

- Pepa... Encantado de volverte a ver – La sonrisa que le regaló la cegó, la dejó aturdida y con ganas de poder observar esa bella sonrisa durante más tiempo. Pero Raimundo, el propietario de la casa de comidas, llegó.

- Buenas noches, Tristán – Le dio dos golpecitos en el hombro al soldado, que se volvió y lo abrazó con cariño. Al parecer se conocían y se llevaban muy bien.

- Me alegro de verle, Raimundo, ¿qué tal le va?

- Pues mal, hijo… Francisca les ha prohibido a todos sus trabajadores que vengan a mi negocio, el que se acerque quedará despedido…

- No puedo creer que haya podido hacer semejante cosa, cada vez está peor… Hablaré con ella, le diré que deje de amenazar a los trabajadores y que deje de molestarle a usted. Discúlpela.

- No te preocupes, muchacho, ambos sabemos cómo es tu madre - ¿Su madre? ¿Francisca Montenegro era su madre? Pepa no daba crédito a lo que oía.

- Lo sé, Raimundo, pero no te preocupes, ahora estoy yo aquí y mi madre no volverá a molestaros, yo me haré cargo de todo.

- Gracias, Tristán – El hombre sonrió a Tristán y con un pequeño saludo hacia la partera entró en la casa de comidas y comenzó a ayudar a su hija.

Tristán se giró hacia Pepa y volvió a sonreírla, esta vez ella le devolvió la sonrisa.
#5
madrilistaa99
madrilistaa99
28/02/2012 14:57
me encanta sigue cuando puedas...
#6
Ruthlovetristan
Ruthlovetristan
29/02/2012 15:51
Precioso!!!
#7
teresag
teresag
29/02/2012 15:54
Me gusta mucho!! ;-)
#8
Silvania20
Silvania20
01/03/2012 17:41
Aquí os dejo un capitulo, disfrutadlo!! :D

3.


- Así que tu madre es Francisca Montenegro…

- Sí, ¿has oído hablar de ella?

- Sí, y no precisamente… bien…

- ¿Y eso? ¿qué te han contado? – Tristán le preguntó extrañad, ya que no comprendía qué le habían contado a la partera…

- Verás, me han dicho que tu madre es un poco… ¿cómo decirlo?... se cree demasiado poderosa y cree que puede hacer y deshacer a su antojo…

- ¿Solo eso te han contado? – Pepa se había sorprendido ante la reacción del soldado, acababa de decirle que le había dicho que su madre era una mala persona y que utilizaba su poder a su antojo y se estaba riendo y preguntaba si solo era eso…

- ¿Solo?

- Verás, mi madre no cae muy bien a los habitantes de Puente Viejo, pero no por el poder económico ni algo parecido, sino porque mi madre es muy cruel con los que ella llama “inferiores” a su posición.

- Vaya, toda una cacique… se podría decir así…

- Sí, cacique, es una buena palabra que define a mi madre a las mil maravillas… - Tristán suspiró…

- ¿Qué ocurre, soldado? – Pepa se percató de que el suspiro que salió desde lo más profundo de Tristán ocultaba algo, algo relacionado con Puente Viejo, su madre y a saber que de cosas más.

- No quería volver, puede que una guerra no sea el mejor lugar para estar, pero te puedo asegurar que de camino al pueblo escuchaba a los demás soldados hablar sobre sus casa, sus familias… y yo no paraba de pensar en la mía… y solo deseaba volver a la guerra, no quería volver a estar aquí para volver a ver todo lo que había dejado atrás para olvidarlo… Mi vida en Puente Viejo es más complicada de lo que crees, la vida de un señorito no es tan fácil como crees, no mientras se tiene una madre como Francisca Montenegro y un padre como… Salvador Castro…

- ¿Cas… Castro?

- Sí, ¿qué ocurre te has puesto pálida? ¿estás bien? ¿Pepa, puedes escucharme? – Tristán comenzó a preocuparse, Pepa no le contestaba, tan solo miraba a la nada. Lo último que había oído salir de su boca era la palabra Castro. ¿Qué ocurría?

Tristán golpeó suavemente el rostro de la muchacha, esperando a que reaccionara, pero el efecto fue el contrario. Pepa cayó de espaldas, si no hubiera sido por Tristán, su cuerpo hubiera caído sobre el suelo de la plaza. Asustado, el militar la cogió en brazos y la llevó al interior de la casa de comidas. Emilia, su padre y los demás presentes al ver la escena se preocuparon. Todos querían ayudar, pero solo Emilia y Raimundo fueron con Tristán a la habitación de Pepa para dejarla sobre la cama. Tristán les contó lo ocurrido a toda prisa y, luego, la posadera y su padre fueron en busca del doctor a la consulta, allí lo encontraron escondido y adormilado entre sus papeles. Rápidamente le contaron lo sucedido y los tres fueron a la casa de comidas.

Mientras tanto, Tristán se encontraba junto a la cama de Pepa, arrodillado, con una de las manos de la partera entre las suyas. La miraba fijamente. No sabía qué le había pasado para que cayera así justo delante de él. Vio como poco a poco los ojos de la partera se despegaban y fijaban su mirada en Tristán, que rápidamente se deshizo de una lágrima que había invadido su mejilla.

- ¿Pepa? – Pronunció su nombre y vio como sus ojos se abrían más - ¿Menos mal que están bien, ¿qué te ha pasado?

- No lo sé, solo me acuerdo de que me dijiste que tu padre era Salvador Castro…

- Sí, pero ¿qué tiene eso que ver con lo que te ha pasado?

- Entonces tu hermano es Carlos Castro, ¿no?

- Sí, ¿por qué? ¿Qué ocurre, Pepa? – Tristán no entendía nada, ¿de qué hablaba?

- Ese… ese hijo de mala madre me arrebató algo que era mío… me quitó…

Pepa adormilada aún por el desmayo estaba a punto de contar la verdad sobre lo que Carlos Castro le hizo, pero fue incapaz ya que Emilia, Raimundo y el Doctor entraron por la puerta de la habitación. Emilia señaló a Pepa y el doctor pasó para examinarla.

- Hola, muchacha, soy el doctor Julián…

- Buenas noches doctor, pero no hace falta que usted venga a revisarme… gracias por las molestias, pero no me gustan demasiado los galenos…

- Señorita por favor, vuelva a recostarse para que pueda examinarla…

- Le he dicho que no, estoy perfectamente bien, lo único que me ocurre es que no he comido bien, llevo unos días pateándome los caminos y desde que he llegado no he comido a penas, ¿verdad, Emilia?

- Sí, come, pero poco… - Contestó Emilia intentando averiguar qué le ocurría a Pepa.

- ¿Ve? A demás, soy partera y sé perfectamente si estoy bien o mal, me enfrento a parturientas con problemas de salud día sí y día también, gracias por su ayuda e interés, sin duda es un buen médico, pero yo estoy perfectamente… - Pepa se levantó de la cama y fue como si nada le hubiera ocurrido, se acomodó la falda y salió de la habitación, dejando la puerta abierta para que todos los demás salieran.

- De acuerdo, señorita…

- Pepa, me llamo Pepa, doctor.

- Pues no dude en hacerme saber si vuelve a ocurrirle algo como esto…

- Claro, pero no se preocupe, no volverá a pasar.

El doctor se fue, dejando allí a todos los presentes asombrados ante la repentina mejora de Pepa. Tristán se acercó a ella.

- ¿Seguro que estás bien?

- Sí, completamente, ¿por qué?

- No sé, cuando te dije el nombre de mi padre te pusiste blanca y después me has dicho que Carlos era un hijo de…

- Un hijo de mala madre, es cierto, no le tengo mucha estima a ti hermano…

- Hermanastro – Corrigió Tristán.

- Hermanastro…

- Pero, ¿por qué?

- Por nada, soldado o al menos nada interesante… - Pepa suspiró y miró a la nada, Tristán le cogió la barbilla y le levantó el rostro para que su mirada se cruzada con la de Pepa.

- ¿Enserio?

- Es una historia muy larga… no tengo tiempo ni ganas de narrarla, soldado, a demás, tengo sueño, ha sido un día muy largo… me voy a mi habitación…

- Yo me quedaré aquí esta noche, claro está si Don Raimundo me alquila una habitación, no quiero llegar ya a la casona, necesito un día más para hacerme a la idea.

- Claro, pues buenas noches, Tristán.

- Buenas noches, Pepa.

Pepa se dirigió bajo la atenta mirada de Tristán. Al llegar a la puerta de su habitación se giró y vio la forma en la que la miraba. Le dedicó una sonrisa y cerró la puerta, apagando el candil.
#9
madrilistaa99
madrilistaa99
01/03/2012 18:37
me encanta tu historia sigue cuando puedas....
#10
teresag
teresag
01/03/2012 20:24
Me gusta mucho sigue cuando puedas porfiii :-)
#11
Lupe07
Lupe07
01/03/2012 22:41
Precioso, me gusta.
#12
Silvania20
Silvania20
10/03/2012 10:18
He tardado un poquito, pero es que he tenido muchos exámenes. Os dejo un capitulo! Que os guste!!!

4.


La partera se despertó en mitad de la noche sobresaltada. Había soñado con lo que llevaba soñando desde que el monstruo de Carlos Castro entró en su vida. Soñaba con todo lo que este le había arrebatado. Su sueño habitual.

Vio en la casa de comidas un pequeño candil en una de las mesas. Salió de su cuarto, cruzó el patio y fue hacia la mesa en la que se encontraba el candil. Junto a este encontró a Raimundo con una botella de vino justamente enfrente. La miraba embobado, fijamente, como si estuviera esperando a que la botella le contestara.

Pepa se acercó y le colocó la mano sobre el hombro a modo de saludo.

– Buenas noches, Raimundo.

– Buenas noches, muchacha, por lo que veo no soy el único que no puede pegar ojo – Dijo Raimundo mientras seguía observando la botella.

Pepa se sentó frente a él y le miró fijamente. No tardó mucho en adivinar que algo le sucedía a Raimundo.

– ¿Qué mal te hizo el vino? - Raimundo se sorprendió

– No se te escapa ni una, muchacha – El hombre tragó saliva y miró a Pepay lugo su mirada se posó en la nada, se encontraba ausente en ese mismo instante – Perdí a mi esposa por culpa del alcohol...

– ¿Qué ocurrió?

– Te lo contaré con todo lujo de detalles si tu me dice qué te ocurrió a ti...

– A usted si que no se le escapa ni una... está bien...

– Pues lo que pasó fue que disfrutaba demasiado con el vino y un día me dejé llevar, más de lo normal. Cuando llegué a casa y mi mujer me vio, discutimos y ella decidió marcharse, quería empezar de nuevo, me dejó solo con nuestros hijos...Unos días más tarde pensé que volvería, pero no fue así, ya que la guardia civil me informó de su muerte y desde entonces no he vuelto a beber.

– Vaya, una triste historia...

– Si no hubiera bebido esa noche, ahora estaría aquí... conmigo y con nuestros hijos... Todo fue culpa mía.

– Mi historia no es mucho más feliz, pero no se mortifique con lo que le pasó a su esposa, yo he conocido monstruos, pero monstruos de verdad y usted no se les parece ni de cerca...

– ¿Qué te sucedió? - Raimundo la veía triste y raro era ver así a la partera. Por lo que conocía de ella, había entendido que era una mujer fuerte y con arrestos más que suficientes... algo muy grave le debía de haber sucedido para que Pepa estuviera así.

– La fuente de mis problemas y mis malos sueños es Carlos Castro...

– ¿El hermanastro de Tristán?

– Sí, lo conocí cuando a penas tenía unos 19 años, Carlos era mi patrón y lo adoraba. Era un galán, muy guapo y yo era una simple niña enamorada. Me engatusó y me embarazó, me prometió buena vida cuando nuestro niño naciera, pero me traicionó. Su esposa, Elvira, también estaba embarazada. Cuando dio a luz, su hijo nació muerto tras eso, envió a Carlos a quitarme a mi hijo cosa que él hizo. Cuando fui a recuperarlo, la casona estaba vacía, la guardia civil me informó de que unas semanas atrás se cometió un robo y un asesinato en la casona y había acabado con todo ser viviente que allí se encontraba... - La partera se llevó las manos a la cara y se secó las lágrimas.

– Tú sí que has sufrido, muchacha... ¿Alguien más sabe...?

– No, y no quiero que lo sepan, le suplico que no lo cuente.

– Tranquila, ni una sola palabra saldrá de mi boca.

– Gracias, Raimundo.

– Ni darlas... y ahora a dormir, que presiento que mañana será un largo día...

– Claro, que descanses.

– Buenas noches.

Ambos fueron a sus alcobas algo más tranquilos. Raimundo tenía razón, el día siguiente iba a ser muy, muy largo.
#13
teresag
teresag
11/03/2012 21:26
Me gusta :-)
#14
Silvania20
Silvania20
29/06/2012 13:11
Después de tanto tiempo he decidido continuar, perdonadme por no haber seguido con esta historia antes, pero este año ha sido mi ultimo año de bachillerato y debía de volcarme en el, ahora que ya e acabad he decidido seguir, así a pesar de los 16 años que van a robarnos en PV los guionistas, por mi parte seguiréis teniendo PV hasta que os canséis ^^

DISFRUTADLO!!!


La partera se despertó más tranquila, al parecer el haber hablado con Raimundo la había relajado un poco, le había ayudado el tener a una persona de confianza a la que narrarle sus problemas. Salió de la habitación aún adormilada, en cuanto salió vio a Tristán aseándose en su habitación, le veía por la ventana, en cuanto lo vio se quedó sin habla. Pensaba que ahora que había descansado dejaría a un lado sus sentimientos como había hecho desde lo sucedido con Carlos Castro, pero no fue así. Ese soldado cada vez la dejaba más asombrada y esta vez la partera se quedó sin habla.

Tristán se giró, la partera se avergonzó de que la viera mirándole de esa forma, por lo que se giró e intentó seguir su camino, pero la voz del soldado la detuvo.

- Pepa, entra a mi habitación, por favor.

Pepa con la cabeza agachada entró en la habitación intentando no volver a ver el cuerpo de su deseado soldado. Pero este se acercó a ella y, tal y como hizo la noche anterior, posó su mano bajo la babilla de Pepa intentando hacer que sus miradas se cruzaran.

- ¿Por qué evitas mi mirada, Pepa?

- No la evito soldado.

- Sí, sí lo hacer… pero bueno, eso no es por lo que te he hecho entrar, quería preguntarte como estabas, llevo toda la noche preocupado, te vi habla con Raimundo… Tu tampoco has podido dormir bien ¿no?

- No, no he dormido muy bien la verdad, pero llevo sin dormir bien desde que conocí a tu hermano, Carlos Castro…

- ¿Puedo preguntar qué te hizo mi hermastro?

- Me quitó algo que era mío para luego acabar con él…

- ¿Qué te quitó?

- Tristán, es algo que me hace mucho daño y no quiero pasar un mal día solo por hablar de esto a estas horas de la mañana…

- Claro, quería preguntarte algo más…

- Pues dispara soldado.

- ¿Te apetecería acompañarme a una comida en el campo? Solo seríamos tu, yo y una buena cesta con comida, ¿qué te parece?

- Me parece una gran idea, pero no sé si deberíamos, tu familia te estará esperando y no creo que sea una buena idea hacer esperar a Francisca Montenegro.

- Sí, es cierto, pero por una vez voy a hacer algo que me gustaría hacer a mi aunque a mi madre no le agrade la idea, y no acepto un no por respuesta.

- De acuerdo, ante esto no tengo nada de decir, acepto tu invitación para comer en el campo.

El rostro del soldado se iluminó gracias a una gran y blanca sonrisa que dejó a Pepa más aturdida de lo que ya estaba.

Pepa no era de del tipo de mujer que cuando veía que un hombre la rondaba, caía a los pies de dicho hombre esperando a que este la cortejase. La partera era más bien de las mujeres que cuando un hombre la rondaba le hacía caso omiso y seguía su camino, pero con este Soldado era diferente, todo era diferente, incluido sus sentimientos… De ahí que hubiera aceptado la invitación de la comida sin dudarlo, ya que si hubiera sido otro hombre su respuesta hubiera sido un tajante no.

Pepa le pidió que la acompañara en el desayuno, claro está que la respuesta de su apuesto Soldado fue un sí y una hermosa sonrisa. Por lo que ambos cruzaron el patio para entrar en la casa de comidas y disponerse a desayunar.

Mientras desayunaban entre miles de intercambios de miradas llenas de pasión y cariño, la partera se dedicó a pensar en lo afortunada que era por haberle encontrado, cierto es que aún no eran nada, pero en su cabeza comenzó a formarse una imagen de ellos dos y unos anillos. Pero como siempre el miedo de la partera y su mente pesimista, en lo que se refiere a los hombres, la traicionó y sus pensamientos comenzaron a cambiar, algo tan perfecto debe de esconder algún problema a sus espaldas. Así que por más hermoso que todo esto fuese debía de mantener distancias ya que no quería volver a sufrir como una vez ya hizo.


Más tarde más ^^
#15
martape
martape
29/06/2012 13:48
maravilloso!!! continua cuando puedas
#16
Basoa19
Basoa19
29/06/2012 14:44
Sigue cuando puedas lo haces genial
#17
Silvania20
Silvania20
30/06/2012 11:41
Me alegra que os guste, aquí os dejo otro más =)


La mañana pasó rápido para la partera ya que estaba deseando que llegara la hora del almuerzo para encontrarse con Tristán e ir a comer al campo. Para el soldado no fue diferente. En su habitación se encontraba Tristán que cada cinco minutos echaba un vistazo al reloj que su abuelo le dio antes de morir.

El abuelo de Tristán era especial para él, cuando murió Tristán se quedó muy solo. Su madre quería comportarse como una buena madre, pero lo cierto era que las palabras “buena madre” y “Francisca Montenegro” no casaban muy bien que digamos, y su padre era un enfermo y una muy mala persona, odiaba a todo el mundo y utilizaba a todas las personas a su antojo incluso fue capaz de abusar de Soledad, la hermana de Tristán. Por eso su abuelo era lo que Tristán conocía como familia, ya que sus padres no eran para él más que malas personas con las que tenía que convivir, por desgracia. El soldado recordó todo el amor que sentía por su abuelo cuando miró el reloj y su rostro pasó de deseo por ir a su encuentro con Pepa a una tristeza que lo abrumaba cada vez que estos mismos pensamientos se abrían paso por su cabeza.

La hora del encuentro llegó por fin, y ambos salieron puntuales y a la vez de sus alcobas. Al ver su compenetración sonrieron. Tristán le ofreció a Pepa su brazo, el cual la partera aceptó gustosa. Esta se fijó en que el soldado ya tenía preparada una cesta con el almuerzo colgada del brazo y no pudo pensar en lo atento que era. Una vez más cruzaron el patio de la casa de comidas, pero esta vez para emprender el camino hacia el lugar donde la partera y el soldado compartirían una agradable comida.



Al llegar al sitio, Tristán sacó de la cesta una manta que colocó en el suelo, acto seguido invitó a Pepa a sentarse sobre ella. Al sacar la comida de la cesta, más de una vez sus manos se rozaron en el interior de esta, provocando que la partera se sonrojase y que a su vez Tristán sonriera al ver el efecto que producía en Pepa esos pequeños roces. Al acabar de colocar las cosas sobre la manta, Tristán cogió las manos de la Partera y las llevó a sus labios los cuales utilizó para depositar un leve beso sobre estas. Pero tras esto, Tristán decidió ir más allá.

Pepa enmudeció a ver el rostro de su soldado cada vez más cerca, hasta que pudo sentir la respiración de este sobre su boca y su propia respiración entrecortarse. Sintió una de las manos de Tristán recorrer centímetro a centímetro su rostro sonrojado que a cada segundo tornaba más y más rojo. Cuando pensó que sus labios se encontrarían en un único beso que le demostraría a la partera que no tenía nada que temer y que todo iba a salir bien, alguien apareció detrás de ellos. Tristán se asustó y se giró tan rápido que golpeó al muchacho haciéndolo caer sobre la hierba. Durante todo esto tan solo escucharon un único ruido – ¡Ay!- que fue pronunciado por el muchacho ya en el suelo.

- ¿Hipólito? – Tristán se quedó asombrado al ver que el muchacho era ese tal Hipólito - ¿Qué haces tú por aquí, muchacho?

El muchacho quiso responderle, pero puso toda su atención en levantarse del suelo para no volver a caer de espaldas. - Desde luego Tristán le dio un buen golpe, cosas de soldados – Supuso Pepa, la cual después sonrió.

- Espera que te ayudo, Hipólito – Tristán le extendió la mano para ayudarlo a ponerse en pie.

- Estoy por aquí, porque… porque su señora madre me mandó llamar para unos… asuntos que tenían que ver con mi padre…

- ¿Y por qué te ha llamado a ti y no a tu padre? – Tristán se quedó extrañado.

- Porque mi padre no se encuentra ahora mismo en Puente Viejo, ha tenido… que ir a la Puebla a arreglar unos asuntos con el alcalde.

- Está bien, cualquier cosa que necesitéis contad conmigo, pero la próxima vez ten más cuidado y no seas tan sigiloso que ya has visto que te puede salir mal…

- Rediez, Don Tristán que mano tiene, debía de ser el mejor en el ejercito…

- El mejor no, pero sí bastante bueno, uno de los mejores… - Esto último lo hizo mirando a Pepa que se quedó asombrada con la intención de Tristán.

- No pierdas tiempo, soldado, que a mi estas cosas no me impresionan… - Pepa intentó hacerse la dura, pero lo cierto era que los ojos que Tristán había puesto cuando se lo había dicho la había dejado atontada.

- Señorita, yo me llamo Hipólito Mirañar, mis padres son Pedro y Dolores Mirañar, que son los propietarios del colmado.

- Vaya… Encantada, yo soy Pepa y… soy partera…

- Encantado, Pepa… Don Tristán, estoy seguro que su señora esposa y su hijo Martín estarán deseando volver a verle… Hasta más ver.

Hipólito se alejó de Tristán y Pepa, mientras la partera aún estaba intentando asumir las palabras de Hipólito “su esposa y su hijo”. Tristán no sabía que decirle, pero Pepa sí sabía qué hacer. Recogió su chaqueta y echó a andar. Tristán la intentó seguir, pero Pepa se lo prohibió con un NO que resonó por toda la comarca.
#18
Basoa19
Basoa19
30/06/2012 22:45
Sigue cuando puedas, me encanta si
#19
luxin15
luxin15
30/06/2012 23:44
Silvania fantastica la historia sigue porfa !
#20
Silvania20
Silvania20
03/07/2012 14:26
Chicas hoy prometo poner un capitulo nuevo!!! Cuando llegue a casa os lo pongo!!! Besos!!
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