El Rincón de Francisca y Raimundo:ESTE AMOR SE MERECE UN YACIMIENTO (TUNDA TUNDA) Gracias María y Ramon
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Dejo otras capturas (que os van a gustar,que sale el Rai guapete de traje xD) y me marcho a la cama que mañana ya veras no va a haber quien me levante jaja
Mirar que carita pone cuando le ve y cómo toca la mesa él, en esa mesa hubierón más que palabras
Edito: OMG pero que foto del Rai en la cabecera <3, Paca lanzate a por este pedazo de hombretón!!!!!!!!!!!!!!!!jajajaja
y a mi,para qué negarlo...
ay,cuándo toca esa mesa...hubo mesaencuentro
Samu, como pongas todo eso la cabecera va a ser toda la página ja ja ja
Esa foto de Rai me pone mala
Buenas noches guapas ^_^ que durmais bien!
Edito: Samu yo creo que si pones hasta la foto del Rai solo mejor,que sino se va hacer muy larga con todas las capturas :)
Esa miradita a la mesa... como dice Rai en ese capítulo, si las paredes hablasen... mesaencuentro clarísimo jajaja
A ver si nuestros "queridos" guionistas se dignan a darnos un beso o loquesetercie entre estos dos, mientras tanto, siempre tendremos los maravillosos relatos y videos de este foro.
Seguid así chicas, los relatos son geniales!!
Besos a todas! Beso de tornillo para Raimundo!
Alejandro tragó saliva cuando vio a Alicia sentada en el prado, al otro lado del muro que bordeaba la hacienda de los Ulloa. Estaba leyendo, con un gesto de absoluta concentración que se le antojó delicioso. Sus ojos se deslizaban por las líneas escritas mientras su ceño se fruncía imperceptible y se mordisqueaba levemente el labio inferior. Alejandro pensó en darse media vuelta ante el arrollador peligro que intuía. Pero era imposible. En cierto momento, ella pareció sentirse observada y alzó los ojos. Esa mirada de chocolate lo derritió, lo venció por completo. Sentía que le costaba hasta respirar. Alicia sonrió al verle y se puso en pie.
- Buenas tardes, Alejandro.- le saludó.
Se acercó y le dio un espontáneo y fugaz beso en los labios. Al separarse vio que Alejandro la miraba entre horrorizado y mortalmente serio. Ella advitió que tal vez había sido demasiado... osada. Es cierto que habían aclarado sus sentimientos, pero sabía que Alejandro era tremendamente... reservado y no estaba acostumbrado a esas muestras de cariño.
- Lo siento, Alejandro...- se disculpó ella.- No pretendía...
Alicia se quedó sin habla al mirarle. Alejandro la miraba echando fuego por sus preciosos ojos oscuros, un fuego que cada vez era más intenso y que la consumía. Alicia sentía la poderosa atracción que ejercía sobre ella, robándole las fuerzas. Nunca había sentido algo así. Intentó retroceder, turbada, sintiendo por primera vez en su vida que tenía temor a algo... pero también un anhelo desconocido. Pero cuando había dado el primer paso atrás, Alejandro la había cogido de la mano. La atrajo hacia él con una lentitud agónica, rodeando su cintura con su brazo derecho. Alicia no podía ni reaccionar. Era gelatina entre sus brazos. Él alzó su mano izquierda por su cuello hasta tomar su mentón. La acercó. Todo ello lo hizo tan despacio que Alicia creyó morir de impaciencia. Él la miró. Ella le miró.
- ¿Vas a seguir torturándome toda la tarde, excelencia?- le preguntó con un hilo de voz.
Alejandro sonrió seductor.
- Mira quién fue a hablar...- le dijo con la voz extremadamente ronca.
Ella abrió la boca para responder. Alejandro aprovechó para atrapar sus labios en un beso infinitamente tierno y sediento. Alicia pensó que se desmayaría y se aferró de las elegantes solapas de su traje. Alejandro la rodeó con sus brazos. Sus manos se movieron con voluntad propia, acariciando la espalda y la nuca de ella, atrapándola para profundizar el beso. Alicia le acarició el rostro, atrayéndolo hacia sí. Cuando se separaron por la falta de oxígeno, se miraron jadeantes. Aquello era una locura. Una desquiciante locura. Ella le miraba con la boca abierta. ¿En qué momento le había juzgado demasiado reservado y algo frío? Le veía ahora y no se parecía en nada a ese impecablemente correcto Alejandro Montenegro. Él la miraba como un depredador, echando lava por sus ojos.
- Alicia...- su sensual jadeo la dejó sin aliento.- … es mejor que...
Alicia soltó un bufido. Sí, seguía siendo un caballero. De eso no cabía duda.
- Excelencia, cállate.- le espetó.
Sin más preámbulos, le tomó el rostro y le besó apasionadamente. Alejandro perdió sin remedio la poca cordura que conservaba. La levantó en brazos mientras atacaba su cuello. Ella le acarició el cabello, enloqueciéndolo. Sin ser consciente de ello, entraron en el cortijo de los Ulloa, mientras se besaban como si el mundo se fuera a terminar. La depositó en un pequeño montón de heno perfumado, sin dejar de besarla. Las manos de ambos buscaron involuntariamente los botones de sus prendas. Alicia logró desabrochar el chaleco y la camisa. Se quedó sin respiración al ver a Alejandro medio desnudo sobre ella. Era un auténtico príncipe. Él la atrapó en sus brazos, mordiendo su hombro con delicadeza, arrancándole un gemido, mientras deslizaba el cierre del vestido. Al fin, la tuvo desnuda ante sus ojos. Parecía una diosa, un sueño irreal.
- Eres tan... hermosa...- la adoró con la mirada.- Tan condenadamente... hermosa.
Ella le miró con amor infinito y a la vez con un deje de ironía.
- Tú tampoco estás mal.- susurró con una suave sonrisa.
Alejandro sentía que enloquecía por esa sonrisa. La besó avasallador, atacando su boca, su cuello, su pecho y cada rincón de su piel, arrancándole su nombre entre jadeos. La pasión era demasiado intensa. Alejandro no pudo soportarlo más y la hizo suya, fundiéndose en ella con infinito cuidado, besándola para acallar el gritó que escapó de sus labios. Alicia se sintió morir de placer cuando al fin él se introdujo por completo.
- Alejandro...- jadeó.
Él besó tierno su cuello mientras se retiraba un instante para embestirla suavemente después. Sus cuerpos se movieron al ritmo de la pasión, cada vez más delirante. El placer estalló finalmente tan cegador que no pudieron acallar el nombre del otro. Alejandro se derrumbó derrotado sobre ella, abrazándola y besándola en la frente. Ella se aferró a él.
- Te quiero...- dijo ella con la voz rota.
- Y yo a tí... - susurró él con los labios acariciando su sien.- Y yo a tí...
Q cambio de cabecera!!!! me gusta....una renovación y con las mejores escenas y capturas. Acabo de volver a ver la escena cuando Raimundo le da las cartas a Francisca y joer!!! es de las que más me emociona....esas miradas, ese hablar casi en susurro de Raimundo!!! Si eso no es amor qué es???? Guionistas por favor, tengan compasión de nosotras...ya nos habéis demostrado que sabéis "hacer" buenas escenas, seguid por favor...y se se os han acabado las ideas leer este foro y tendréis miiiiles (casi todas XXXX, jajajajaja.....es que tenemos unas mentes muyy calenturrientas, jajajaja)
Ina tia...uf, mañana comento
Hemos sentido el amor de Alejandro y Alicia.
Lo has descrito con tal dulzura y delicadeza,que me has emocionado.
Lourdes,me declaro tu fan número 1,bravo!
Tened buena mañana amores! Yo me marcho ya...bye!
aparece un hombre del pasado de raimundo. ¿quien puede ser? ay dios...tendra que ver con francisca?
en fin...a ver que pasa...
Pero de Rai-Paca,nada de nada.Qué harta me tienen
no, si al final me tendré que hacer un twitter y ale! a dar la murga para el VE aunque tengo esperanzas de que me les lleven juntitos al hormiguero.No estaría mal...
Pediré también por facebook (que eso si tengo ) y donde sea menester.Si hay que ir se va,pero ir pa'na es tonteria
Voy a ver si escribo un rato...
Alejandro despertó cuando los últimos rayos de Sol de aquella tarde se colaron por la ventana del cortijo. Se removió soltando un leve suspiro de disgusto y al hacerlo, notó el calor de una suave piel acariciando la suya. Abrió los ojos, sintiendo que se quedaba sin aliento. El corazón se le paró al ver a Alicia durmiendo tiernamente a su lado, tan extraordinariamente hermosa que parecía irreal. Sus rizos dorados caían por su espalda y algunos mechones rozaban la piel de su pecho, causándole millones de escalofríos. No podía dejar de mirarla y grabar cada detalle de ella en su mente. La quería... Dios, la quería con locura, con desesperación. Podía morirse gustoso en sus brazos. Adoraba cada centímetro cuadrado de su bellísimo cuerpo y de su obstinada alma. Acarició los rizos dorados como un moribundo en agonía. Sabía que esa pasión había desencadenado sin remedio su condena. No podía renunciar a Alicia, y ello implicaba aquello que tanto temor le producía. ¿Hasta cuándo podrían ocultarse? ¿Cuánto tardaría aquello en llegar a los oídos de Elena? Se sintió morir. Preferiría que le arrancasen el alma a imaginar que Alicia pudiera sufrir algún tipo de represalia. No, ni siquiera podía pensarlo.
Besó torturado sus cabellos. Alicia se removió despertando suavemente. Sintió el latido del corazón en el poderoso pecho que utilizaba como almohada. Sintió de nuevo miles de escalofríos ante el calor que la envolvía. Alzó la cabeza y se quedó sin aliento al ver el hermoso rostro de Alejandro, que la contemplaba con adoración. Sonrió tierna y a la vez irónica.
- Buenos días.- dijo con una irresistible sonrisa.
- Alicia, está anocheciendo.- dijo Alejandro con un deje de cansancio y burla.
Ella enarcó una ceja y echó un vistazo a los rayos vespertinos del ocaso que se colaban por la ventana. Frunció graciosamente el entrecejo.
- Vaya, ahora entiendo por qué tengo hambre. No debe faltar mucho para la hora de la cena.- dijo burlona.
A Alejandro se le escapó una risa involuntaria. La miró arrebatador.
- ¿Así que tienes hambre?- le susurró entre tierno y malicioso.- Vaya apetito más voraz...
- No lo sabes tú bien.- dijo ella con una sonrisa provocadora.- Los Ulloa somos insaciables.- se burló divertida, mirándolo amorosa.
Él se perdió en aquellos ojos de chocolate derretido. La atrajo y adoró con su boca los deliciosos labios de ella. La separó suavemente.
- ¿Qué me has hecho, Alicia? ¿Qué veneno me has dado?- le preguntó en un susurro.
- Eso mismo podría preguntarte yo a tí.- le dijo ella, con los ojos velados por el amor.
Alejandro volvió a sentir la congoja en su pecho. Ella lo notó.
- ¿Qué te ocurre?
- Alicia...- cerró los ojos.- Dios sabe que... te amo hasta la locura. Pero sabes que... esto se descubrirá tarde o temprano.
- Lo sé y, francamente, me importa un comino.- dijo ella con soltura.
- Pues a mí no. Amor, no puedo permitir que... que nadie te haga daño. Y sabes que si Elena se entera, removerá cielo y tierra para perjudicarte.- meneó la cabeza, desesperado.- No puedo... No lo soportaría.... no..
- Alejandro.- ella le tomó el rostro, alineando sus ojos con los suyos.- Escúchame bien porque odio repetir las cosas. No le tengo ningún miedo a esa amargada que es tu señora esposa. Y punto. Así que no te preocupes.
- Pero...
- Pero nada.- le cortó ella.- He soportado demasiadas cosas en toda mi vida. Amenazas muy reales, como la de mi tío Severo y mi primo Fernando, como para que ahora me atemorice una mosquita muerta.- sus ojos brillaron con un desafío muy parecido al que veía en los ojos de Esteban o de Raimundo cuando algo les enfadaba de verdad.- Así que déjate de preocupaciones y zarandajas. Sé defenderme mucho mejor de lo que crees.
Alejandro la contempló admirado. Sabía que el valor estaba tan presente en la sangre Ulloa como lo estaba en la sangre Montenegro. Su admiración y amor por ella le estaba robando la respiración. La tomó tierno por el mentón.
- Te amo, mi obstinado y valiente ángel.- susurró antes de robarle el aliento con un beso.
- Mi pequeña, deja eso. Deberías irte a casa antes de que anochezca.
Francisca soltó un tocón de madera en la carretilla y puso cara de pena.
- Vale... ya me voy.- dijo haciendo un cómico puchero.- Si tanto te molesto...
Raimundo creyó derretirse al ver esa deliciosa boca haciendo ese irresistible mohín. Soltó el trozo de madera que tenía en las manos y la acorraló entre sus brazos.
- Te voy a demostrar lo mucho que me molestas.- susurró apasionado.
Francisca sonrió traviesa. Él se inclinó sobre ella, dispuesto a besarla, pero en el último momento, Francisca le esquivó hábilmente, torturándole con una risita maliciosa. Se zafó de él, echando a correr. Raimundo sintió que le llevaban todos los demonios al quedarse con la miel en los labios. Apretó los puños y echó a correr tras ella.
- Como te coja, Francisca Montenegro, no te salvará ni tu dios.- la amenazó.
Francisca sólo contestó con una carcajada. Corrió sin resuello hasta la puerta de salida que se encontraba cerca del cortijo, pero antes de que lograra escapar, Raimundo saltó sobre ella y la atrapó, haciéndole perder el equilibrio. Antes de que ella pudiera tocar el suelo, él había invertido sus posiciones para amortiguar su caída. Francisca aterrizó en el pecho de Raimundo, quien la abrazó. Sujetó su nuca, abrasándola con la mirada.
- Mi pequeño diablo travieso...- susurró.
Francisca creyó morir cuando la boca de Raimundo se adueñó de la suya en un beso asfixiante. Se besaron como dos locos condenados a muerte. Pero a pesar de la locura que les dominaba, Raimundo pudo encontrar algo de sentido común.
- Francisca.- jadeó rompiendo el beso.- Tus... padres se preguntarán dónde estás a estas horas.- su voz sonó extremadamente ronca.
Ella le ignoró. Había encontrado un magnífico entretenimiento en el cuello de Raimundo. Deslizó sus labios, sintiendo el pulso desbocado de él en su carótida.
- Dios... Francisca...- Raimundo creyó morir. La aferró por sus hombros separándola.- ¿Quieres matarme?- susurró apasionado.
- Más o menos.- ella le sonrió, dispuesta a besarle de nuevo. Raimundo la sujetó apelando a toda su fuerza de voluntad.
- Mi pequeña... no debemos... Es demasiado tarde.- susurró.
Francisca hizo un mohín. Sabía que él tenía razón y odiaba dársela.
- Bueno... tampoco creo que tardásemos tanto.- dijo ella como si tal cosa.
Raimundo soltó el aire en un jadeo costoso.
- Sí que tardaríamos.- él la abrasó con los ojos.- La próxima vez que te tenga en mis brazos... te aseguro que necesitaremos unas cuantas horas.
Francisca sintió que explotaban un millón de escalofríos ante semejantes palabras y ante la mirada de deseo puro que le estaba dedicando él. ¡Maldita sea! ¿Por qué diablos tenía que ponerse el Sol tan temprano? Sin saber por qué, también sintió una peculiar turbación al verle. Santo Dios, aquello les mandaría de cabeza al infierno, sin ninguna duda. A Raimundo poco le importaba, desde luego. Tragó saliva. A decir verdad, a ella tampoco le inquietaba demasiado.
- Está... bien.- terminó con esfuerzo.- Me iré a casa.- refunfuñó.
Se levantaron. Francisca rodeó el cuello de él con sus brazos.
- Hasta mañana, amor...
Le besó con infinita ternura. Raimundo le devolvió el beso. Pero la ternura duró sólo cinco segundos. Tras ese tiempo, las manos de Francisca atrajeron su rostro, profundizando el beso. Raimundo la atrapó en sus brazos, deslizando sus peligrosas manos por su espalda. De nuevo estaban casi sin control. Raimundo jadeó desesperado, rompiendo el beso para no morir sin oxígeno.
- Francisca... recuerda que... te... estabas... despidiendo.- dijo con enorme esfuerzo.
Ella gruñó desquiciada.
- Está bien, vale, adiós.
Se marchó furiosa, no con Raimundo, evidentemente, sino con todo el planeta en general. Raimundo sonrió al ver la mala leche con la que se iba y meneó la cabeza.
- Mi pequeña.- la llamó.
Ella se giró. Raimundo la adoró con la mirada.
- Te amo.- susurró.
Francisca sintió otra vez esa burbuja de felicidad que le hacía vivir. Sonrió borrando el enfado de su rostro.
- Y yo a tí, Raimundo.
El joven vio cómo Francisca desaparecía en el camino hacia la Casona. Suspiró dolorosamente sólo por pensar que no la vería hasta mañana. Miró la carretilla y terminó de cargar la leña. Condujo la carretilla hasta la puerta del cortijo y la abrió. Se dispuso a vaciar la carga de leña cuando de pronto, se quedó sin respiración.
Los relatos pues como siempre FANTASTICOS.
Ruth precioso el momento confesión. Muy emotivo. Me he imaginado el sufrimiento de Francisca y… me has emocionado muchísimo.
Lna que te voy a decir, como siempre Genial, tu relato derrocha amor y pasión por todos lados. Sigue así.
Sobre los avances y la serie en si pues sigo odiando a los guionistas con todo mi ser. Disfrutan haciéndonos sufrir, se pasan por aquí y se ríen de nosotras estoy segura. El día que los pille se van a enterar.`
SPOILER (puntero encima para mostrar)“ Los fantasmas de Raimundo” me perdí sinceramente, será su problema con el alcohol, Natalia tal vez, quizás sea un hermano de ella o algo parecido aunque no lo creo porque se supone que Emilia no sabe lo que le ocurre a su padre y si fuera su tío o alguien relacionado con su madre lo sabría. Quiero creer y ahora me cuesta escribir porque tengo los dedos cruzados, que se trate de alguien que nos aclare el pasado de Francisca y Raimundo, no sé si los “magníficos” guionistas se han dado cuenta de que no nos han aclarado demasiado esa trama y nosotras seguimos haciendo conjeturas e inventándonos los trozos que nos faltan. No lo sé a lo mejor es solo un secreto de Raimundo y nada tiene que ver con esto. Aunque a este tema le podrían sacar partido. Os imagináis que sea alguien conocido por Francisca y Raimundo, un amigo en común, como el tal Santamaría y Francisca lo descubriera viendo peligrar el secreto que mantiene con Raimundo, así los dos se unirían para sacar a este hombre de Puente Viejo y por lo menos tendríamos escenas juntos… nada de eso pasara porque los guionistas no tienen sesera para tanto.
Lo del VE pues estoy haciendo lo que puedo en la página de antena3 no tengo Facebook ni tampoco Twiter así que tendré que seguir soportando los malditos null de antena3.
No sabéis cuanto me alegro de que os haya gustado el relato :D si queréis continúo que un par de ideas me rondan la cabeza.
Un beso a todas.
EDITO: que se me había olvidado ponerlo en spoiler