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Foro El secreto de Puente Viejo

Lo que tendría que ser y ...Un nuevo capítulo NUEVA TEMPORADA (desde la página 42)

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verrego
verrego
28/06/2011 22:49
Aquí colgaré mi historia pero...algunas cosas las colgaré en el hilo de diálogos para que siga vivito y coleando.
#1
verrego
verrego
28/06/2011 22:50
Cada noche llega con ruegos y suplicas para que pase más rápido. Alberto no ve la hora de meterse en cama con Pepa. Como cada noche ella le da la espalda y él suelta “buenas noches Pepa”. Al cabo de un rato, la respiración profunda del médico le da Pepa libertad para levantarse y salir. Sale a la plaza vacía del pueblo, no hay nadie, todos están recogidos en casa, lo que da luz son los farolillos encendidos de la plaza, lo único que se oye es el susurro del agua de la fuente caer. Allí, en la fuente, es donde la partera encuentra tranquilidad, una tranquilidad que hace tiempo que ha perdido. Al acercarse al pie de la fuente deja su capa en el pequeño muro, adelanta los brazos y sus manos notan el agua fresca caer en sus palmas. Así se refresca la cara. Pero algo interrumpe su tranquilidad.

Pepa? -Preguntó una voz masculina pero conocida para ella

Sebastián, eres tú?

Sí, quién sino, pero...qué haces tú sola aquí a estas horas?

No podía dormir y salí a tomar un poco el aire... -Dijo ella con voz poco convencida.

A tomar el aire? Dijo Sebastián con voz algo burlona. No volverías a discutir con Alberto? -Preguntó con voz temblorosa ante la pregunta que le hizo a Pepa.

Por qué piensas que discutimos? Quién te dijo? Sebastián, qué sabes? -Preguntó ella en tono desafiante

Emilia me dijo que desde que os casasteis estáis teniendo problemas...lo siento Pepa, fui indiscreto por mi parte no debería haber preguntado nada. No quería incomodarte...

Tranquilo, no me incomodan esas palabras cuando son verdad. Tu hermana no te ha mentido, cada día hay un problema nuevo sumado a los que ya hay.

Lo superareis, os queréis...

Sebastián que no dejes que tus ojos te mientan, no es así. Bueno...ya me dijo Emilia que te casas tú también. -Le dijo al hermano de su amiga

Bueno...

Ahora es a ti a quien le pasa algo. Dime, qué pasa? Te estás echando para atrás?

No, no es eso...es que...ya somos dos con problemas.

Sebastián, qué ha pasado?

Que no me caso Pepa, Virtudes se ha ido, otra vez.

Qué se ha ido? Pero por qué? -Preguntó Pepa consternada ante lo que estaba oyendo.

Sí, Gerardo su marido está vivo, se salvo de la masacre, vino a buscarla y...se fueron hoy a la tarde. -Dijo Sebastián bajando la mirada al suelo.

Lo siento Sebastián...Permíteme que te diga que no sabe lo que se pierde, porque eres un encanto y un hombre como tú encontrará a alguien mejor. -Dijo intentando animarlo.

Alguien mejor? Estás segura? - Dijo Sebastián mirando para la partera.

Ya verás como sí. -Le dijo.-Nadie sabe lo que nos tiene deparado el destino, Sebastián conocerás a un mujer que te llene de alegría cada día, ya lo verás.

Ojalá. Pepa...ya verás como tus problemas se solucionarán.

Eso si que no lo veo nada claro...-Dijo bajando el tono de voz.

Ya verás como sí...Pepa es tarde y voy para la casona, gracias.-Dijo Sebastián con un sonrisa melancólica.

Las gracias, por qué? -Dijo la partera asombrada

Por escucharme.- Dijo el mirando para ella y con una sonrisa.

No digas tontadas.-Dijo ella levantándose y devolviendo le la sonrisa.

Sebastián acompañó a Pepa hasta la puerta de la casa de comidas y allí se despidieron.

A la mañana siguiente en la casona, Sebastián se había levantado temprano para desayunar con Doña Francisca, pero ella había salido a solucionar unos asuntos en La Puebla. Así que le joven comenzó a desayunar pensando que estaba solo en la casona, pero interrumpió su lectura del periódico...

Continuará...
#2
verrego
verrego
28/06/2011 22:51
A la mañana siguiente en la casona, Sebastián se había levantado temprano para desayunar con Doña Francisca, pero ella había salido a solucionar unos asuntos en La Puebla. Así que le joven comenzó a desayunar pensando que estaba solo en la casona, pero interrumpió su lectura del periódico...

Sebastián amigo, qué haces desayunando tú solo? Te hacía contándole a mi madre las novedades e la conservera. -Dijo Tristán con tono sorprendido.

Pues ya ves que no. Parece que tu madre salió a arreglar unos asuntos en La Puebla...

En La Puebla? -Preguntó el joven Castro extrañado. -No me dijo nada de que tenía que ir a la Puebla, y sabes a qué?

No. -Dijo Sebastián mirando para su amigo.

Bueno, no será nada importante sino me lo diría. Me permites desayunar contigo? -Dijo Tristán sonriéndole a su amigo.

Claro, será un placer.

Amigo, cómo estás? -Preguntó Tristán a su amigo. -Y no me mientas.-Dijo riendo.

Lo voy superando gracias al trabajo que hay en la conservera que me mantiene la mente ocupada, sino no dejo de pensar y darle vueltas y más vueltas a todo. -Dijo Sebastián mientras doblaba el periódico y lo dejaba encima de la mesita.

Te comprendo, no hay cosa peor que el dolor que procede del corazón y sé bien lo que digo, no poder estar con la personas a la que amas, ni poder acercarte a ella y no saber como quitarla de tu mente. -Dijo Tristán mirando para su amigo.

Entonces ya no te tengo que explicar más...así estoy, Tristán. -Dijo Sebastián cogiendo la taza de café y aprovechando el silencio dijo: Tristán, te puedo fiar algo?

Sebastián claro, qué es? -Dijo Tristán algo sorprendido.

Ayer cuando te dejé en la cocina, salí a dar un paseo que me llevó hasta la Plaza de Puente Viejo. No me preguntes cómo pero hasta allí llegué. Las calles estaban vacías pero me encontré con alguien. -Sebastián paró un momento de hablar.

Viste a Virtudes? -Preguntó Tristán impaciente.

No. -Dijo Sebastián.

Entonces? -Volvió a preguntar Tristán.

A quién vi fui a Pepa- Dijo Sebastián mirando para su amigo.

A Pepa? -Preguntó Tristán con una expresión entre extrañado y sorprendido.

Sí, a ella en persona y estaba sola. -Dijo Sebastián mirando para su amigo.

Qué hacía ella sola a esas horas? -Preguntó Tristán.

Me dijo que no podía dormir.

Es qué hablaste con ella? -Preguntó con curiosidad Tristán e interrumpiendo a Sebastián.

Sí estuvimos hablando...

Bueno, ahora es la esposa del honorable doctor Guerra...

Tristán, amigo, no intentes ser irónico conmigo, te conozco desde que éramos niños, y ese tono que has utilizado no me hace otra cosa que pensar que no quieres saber...

Es qué tengo algo que saber? -Preguntó con tono serio.

Sí, lo tienes. Dijo Sebastián tajante.

Pues dime, te escucho. Dijo Tristán mientras dejaba la taza de café y se ponía cómo en la silla.

Pepa lo está pasando mal, su matrimonio no es lo que aparenta, Emilia me dijo que solo tiene problemas con el doctor, los ha oído discutir más de una vez, que ha visto al médico borracho, se dice que ya no atiende a sus pacientes como antes. Mi hermana me ha dicho que vigila cada paso que da Pepa...

Sebastián, qué quieres que haga yo? Qué mate al galeno? Qué la rapte? No amigo no es tan fácil... -dijo Tristán bajando la mirada- Fue ella quien decidió casarse con el doctor y ya no puedo hacer nada...

Sí que puedes! -Dijo Sebastián mirando a su amigo.- Me has dado muchos consejos, ahora permíteme que te dé uno, ve a junto de ella y habla, dile que lo sabes todo, no pierdas la oportunidad de decirle lo que sientes...Tristán su mirada desprende tristeza y si te lo digo es por que sé lo importante que es ella para ti.

Tristán quedó sorprendido y sin palabras ante lo que le estaba diciendo su gran amigo de la infancia. Él que hasta ahora le había dado consejos a Sebastián, está oyendo de la boca d su amigo lo que debe hacer.

Lo intentaré.- Dijo Tristán serio.

No me vale un lo intentaré, lo tienes que hacer. Amigo piénsalo, por favor. Ahora, si me disculpas, me tengo que acercar hasta la conservera, antes de que sea más tarde. Piénsalo Tristán. -Le dijo mientras ponía su mano en el hombro de su amigo.

Marcha tranquilo...lo haré.-Dijo Tristán con voz pensativa.

Tristán en todo el día no pudo dejar de pensar en lo que Sebastián le había dicho, podía ser que Pepa no fuera feliz? El galeno no es el hombre de su vida, puede que me siga queriendo? Pensó el joven Castro. Decidido cogió una pequeña hoja en la que escribió: “Te espero en el viejo camino del bosque”. La nota la dejó en la casa de comidas...

CONTINUARÁ...
#3
verrego
verrego
28/06/2011 22:52
Tristán en todo el día no pudo dejar de pensar en lo que Sebastián le había dicho, podía ser que Pepa no fuera feliz? El galeno no es el hombre de su vida, puede que me siga queriendo? Pensó el joven Castro. Decidido cogió una pequeña hoja en la que escribió: “Te espero en el viejo camino del bosque”. La nota la dejó en la casa de comidas...

Emilia, tienes un momento? -Dijo Tristán con prisa.

Señor Tristán, se encuentra bien? -Preguntó Emilia algo alarmada.

Sí, tranquila. Dalle esto a Pepa...no me mires así...sé que está casada, pero es importante. Se la darás? -Dijo Tristán mientras no paraba de mirar a la puerta.

Lo haré, no se preocupe pero...no le prometo nada...

Es que no me tienes que prometer nada, sólo tienes que dársela. Se la darás? -Volvió a insistir Tristán.

Sí Señor, no se preocupe, pero...

Emilia me tengo que ir. Muchas gracias. -Dijo Tristán mirando para ella mientras que su mirada (la de Tristán) se suavizó.

No hay de que. -Dijo la muchacha algo extrañada por el comportamiento de Tristán mientras cogía de nuevo el paño que había en la barra.

Con la cantidad de clientes Emilia no se dio cuenta que Pepa había llegado a su habitación. Cuando miró por la ventana, al ver luz en la habitación e su amiga, Emilia dejó un momento a su padre encargado de la taberna mientras ella le entregaba la nota a Pepa.
Mientras tanto en la habitación, Pepa estaba sentada a los pies de la cama, tenía la mente en blanco pero las lágrimas recorrían las mejillas de su cara. No podía dejar de llorar, nada la hacía sonreír, sólo la alegría dibujada en el rostro del pequeño Martín la hacían olvidarse de su día a día. Notaba como su alma iba dejando su cuerpo, un cuerpo que cada vez lo sentía más frío y muerto. En ese momento Emilia petó en la puerta y Pepa se limpió las lágrimas lo más rápido que pudo.

Emilia, qué haces aquí? Pasó algo?

Nada tranquila, solo me acerqué porque me dieron esto para ti. -Dijo la chica mientras sacaba la nota del bolsillo de su delantal.

Quién te la dio? -Pasó un tiempo mientras la leía.- Pepa miró a Emilia-. Es de Tristán, no voy a ir. -Dijo mientras doblaba la nota y se la devolvía a Emilia.

Pepa, ve a verlo. Nunca pensé que diría esto pero...piensa que puede ser importante...

Importante dices? Para qué quieres que vaya? -Dijo Pepa algo alterada.

Pepa, escúchame. Alberto no tiene porque enterarse, hasta mañana no llega. Vete a junto de Tristán...y si es por Martín?

La partera miró con cara de asustada a su amiga.

Mira Pepa, no sé la razón por la que quiere verte pero algo importante ha de ser cuando después de tanto tiempo te ha vuelto a escribir. Piénsalo Pepa.

Vino él a dártela? -Preguntó la partera.

Sí y... Emilia dejó de hablar

Qué? Habla muchacha. -Dijo Pepa algo nerviosa.

Lo noté como alterado, nervioso...Pepa estaba preocupado. -Dijo Emilia con voz temblorosa y algo titubeante.

Está bien iré... Dijo Pepa mirando para su amiga.

El rostro de Emilia se iluminó.

Haces bien, ve y sal de dudas, tienes que saber porque te cita...

Sí, sí...iré y le preguntaré que es lo que quiere.

Pepa no seas brusca con él, sabes lo que ha pasado y...

Emilia tranquila, no te preocupes por nada. -Dijo Pepa con voz firme.- Ahora ve y ayuda a tu padre.

Sí mejor será...y no te preocupes.-Dijo Emilia cogiéndola de la mano.

Venga sal ya, sino nunca te vas.-Dijo Pepa riendo. No vemos después.
Vale. -Dijo Emilia soltando la mano de su amiga.

Emilia salió y Pepa volvió a quedar en la soledad de su habitación. Cogió la nota doblada que Emilia había dejado en el escritorio de la habitación y la releyó varias veces. La preguntaba que más pasaba por su mente era “qué quiere ahora?”.
Pepa estaba en un mar de dudas, ver la chaqueta de Alberto le hacía pararse en su intento de ir al encuentro de Tristán, pero una voz en su interior le decía que fuera. Así lo hizo, cogió su capa marrón y salió de su habitación. Su mente y su corazón era como un puente sobre aguas turbulentas, las dudas la asaltaban a cada paso que daba pero iba decida a saber que era lo que él quería.
Llegó al lugar acordado, pero Tristán todavía no había llegado. Se sentó en un tronco que había en el suelo mientras esperaba. Pepa miró hacia atrás cuando oyó el paso ligero de un caballo. Era Tristán que ya había llegado. Pepa se levantó, Tristán se desmontó y se acercó a la partera.

Gracias por venir Pepa. -Dijo Tristán mirando para ella fijamente.

Qué quieres? -Dijo Pepa fríamente y manteniendo distancias.

Tenemos que hablar...

Tú dirás! Le ha pasado algo a Martín? -Le preguntó Pepa con tono de preocupación.

No, Pepa, tranquila, Martín está bien...

No lo habrás dejado con Carlos, verdad? Tristán...

Que no Pepa! Tranquila, ha quedado con Mariana y con Rosario. No te preocupes. -Dijo Tristán intentando calmar la preocupación de Pepa.

Entonces...qué es de lo que tenemos que hablar?

Se miraron fijamente...

Cómo estás? -Preguntó Tristán con voz entrecortada.

Me has mandado venir solo para preguntar como estoy?! Ea, ya lo ves con tus ojos, ahora si me permites marcho.

Espera! -Dijo Tristán mientras la cogía por el brazo. -Embustera, no estás bien Pepa, te conozco, tu rostro no demuestra alegría.

Quién eres tú para decir si estoy o no bien? Cómo puedes decir que no estoy bien? -Preguntó ella levantando el tono de voz.

Pepa no he venido aquí para discutir. Sólo quería verte y...

La partera tuerce la mirada mientras espera que Tristán acabe la frase.

Pepa no te puedo quitar de mi mente te quiero...Pepa me atrevo a decir que no estás bien porque tu nunca antes he visto en tu rostro tan poca luz, dónde está la Pepa que he conocido? -Dijo Tristán acercándose a ella.

Está muerta Tristán. -Dijo mientras una lágrima recorría su mejilla.

No está muerta, sólo que no eres feliz...

Tú qué sabrás si soy feliz o no? Quién eres tú para decir semejante cosa?

Soy el hombre que más te quiere en esta vida. -Dijo mirando para ella mientras apoyaba su mano en su mejilla. -Pepa cometimos muchos errores, sobre todo yo, pero ahora estoy aquí, contigo, déjame demostrarte mi amor.

Te recuerdo que soy una mujer casada...

Lo sé y me da igual. Sé que no te fías, pero dame otra oportunidad, te lo suplico. Pepa sólo quiero hacerte feliz y demostrarte que eres lo más importante en mi vida.

Pepa no dice nada, bajó la mirada, él apoyó su mano la barbilla de ella para levantarle la cabeza...

Sé que todavía me quieres...

Cómo?

Me lo dicen tus ojos. -Dijo Tristán mientras acercaba su boca a la de Pepa.

Ninguno de los dos se separaba, sabían que sus bocas se juntarían y al final, al besarse, sus almas se sintieron libres. Al fin volvían a volar juntas como lo hicieron tiempo atrás. Por un momento el tiempo se detuvo, solo estaban ellos besándose. Era un beso de enamorados, pasional como ningún otro. Sabían que ese momento era solo de ellos, por ello se dejaron llevar. Pero lo que no sabía la pareja de enamorados era que alguien los estaba espiando, escuchándolo y viéndolo todo escondido entre los árboles.

CONTINUARÁ...
#4
verrego
verrego
28/06/2011 22:53
Ninguno de los dos se separaba, sabían que sus bocas se juntarían y al final, al besarse, sus almas se sintieron libres. Al fin volvían a volar juntas como lo hicieron tiempo atrás. Por un momento el tiempo se detuvo, solo estaban ellos besándose. Era un beso de enamorados, pasional como ningún otro. Sabían que ese momento era solo de ellos, por ello se dejaron llevar. Pero lo que no sabía la pareja de enamorados era que alguien los estaba espiando, escuchándolo y viéndolo todo escondido entre los árboles.

Pepa, hoy a la noche te espero en el lugar que tú y yo sabemos. -Dijo Tristán entre beso y beso.

Pero...

Pero nada! Te espero allí. No me falles.

Allí estaré. -Dijo Pepa entre risas.

Como me gusta verte reír. -Dijo él mientras le acariciaba las mejillas.

Se volvieron a besar. Él la subió en el caballo, no quería que fuera sola por el camino, aunque era de día. La dejó cerca del pueblo, allí se despidieron hasta la noche.
A ninguno de los dos se les pasaba el tiempo, cada hora se hacía más larga, cada minuto venía envuelto en monotonía y los segundos eran tediosos. El sol comenzó a ocultarse, así llegó la noche tan ansiada para los dos.
El primero en llegar fue Tristán. Estaba nervioso, aquel chozo le recordaba la primera vez que estuvieron juntos, pero ahora, aquellos recuerdos se volvían hacer realidad, estaba esperando la llegada de su amor. de repente, fuera del chozo, se oyeron unos pasos, se abrió la puerta y entre la oscuridad de a noche se dibujó la figura de Pepa. Al verse se sonrieron. Tristán caminó hacia ella, mientras acerca el cuerpo de ella hacia el suyo cerró la puerta de un golpe. Sus bocas se acercaron y se fueron en beso suave y pasional. Ella acariciaba su suave pelo y de vez en cuando sus mejillas. él la abraza fuerte y cuidadosamente como si fuera un figura hecha el cristal más fino que hubiera.

Como te deseaba. -Dijo mientras le daba otro beso.

Y yo. -Dijo Pepa mientras se abrazaba a él.

Me muero por ti...-Dijo con otro beso. -Y como me muero sin ti. -Dijo dándole otro beso.

Si? -Dijo Pepa haciéndose la sorprendida.

Acaso lo dudas. -Dijo mirando para ella.

No, -Dijo ella sonriendo.

Se volvieron a besar...

Te quiero Pepa Aguirre. -Dijo el sujetando su cara con las manos.

Y yo a ti soldado. -Dijo ella besándolo de nuevo.

Así, alargando ese beso fue como dieron rienda suelta a su pasión. Él se despojó de su larga chaqueta. La abrazó de nuevo, de tal forma que ella quedaba atrapada entre sus brazos. Ella le iba desabrochando el chaleco, después hizo lo mismo con los tirantes. Tristán deslizó su boca suavemente por la mejilla de Pepa, fue bajando hasta su cuello, ella se río por un momento “la barba” dijo ella con una mirada dulce. Él volvió a besarla en la boca, sus manos recorrieron la espalda ella en busca del nudo del vestido, lo deshizo, tiró un poco para desaflojar el vestido del cuerpo de Pepa, mientras sus manos iban despojando los hombros de ella para dejarlos al descubierto. Bajando por su cuello, con pequeños y suaves besos su encontró su hombro desnudo. Ella iba tirando de la camisa para dejar el torso de Tristán al descubierto. Por un momento se abrazaron parando por instante de besarse. Se miraron fijamente y sonrieron. Pepa le quitó la camisa a él, mientras que Tristán ya se había deshecho del vestido de Pepa. Agarrándola con un solo brazo y volviendo acerca su boca a la de ella, dirigió su cuerpo hasta el jergón, donde tantas veces estuvieron tumbados. Pero esta vez era diferente, esta vez era la primera de muchas en las que se liberaron de todas las ataduras que tenían y que tanto los ahogaban. Cuidadosamente Tristán fue acostando el cuerpo de Pepa sin separa sus bocas en ningún instante. Ella atraía l cuerpo de él con fuerza mientras sus manos recorrían la espalda larga del joven Montenegro. Un vez que sus cuerpos estuvieron tumbados en el jergón, se miraron, se dieron un beso y se volvieron a besar. Cada beso que se daban era único e irrepetible, sus caricias no dejaban lugar del cuerpo que no las sintiera. Estaban en perfecta armonía, en cada movimiento de uno el otro se acoplaba a la perfección. Sabían todo, ya no había lugar para los secretos, los reproches ni los recuerdos dolorosos de los últimos meses. Todo se tornó en una felicidad infinita que los llenaba de alegría, haciendo que todo y todos desaparecieran. Entre besos, caricias se unieron en un abrazo infinito que lo elevó al más alto cielo, perdiendo el mundo de su horizonte, ahora solo estaban ellos solos, él con ella y ella con él y el amor que se venían profesando desde aquel primer día que se vieron. Él se abrazó a ella dejando su cuerpo reposar encima del cuerpo ella. Separando ligeramente sus cuerpos, él la recogió para que no se alejara de su cuerpo. Ella se fue quedando dormida mientras escuchaba el latido del corazón de Tristán. Él volvió a sentir aquel intenso placer que en el pasado lo había echo tan feliz. Pero el pasado era el presente.
Así abrazados pasaron la noche, hasta que los primeros rayos del alba despertaron a Tristán. Él la fue despertando suavemente entre besos y caricias, cuando Pepa abrió los ojos sonrió. No había sido un sueño, se ha despertado al lado del único hombre que consiguió hacerla olvidar, por un instante, que era una mujer casada. Pero allí resguardados del mundo no sentía miedo. Él la miraba embelesado, no tenía ojos para otra que no fuera ella. La besó.
CONTINUARÁ...
#5
verrego
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28/06/2011 22:54
Así abrazados pasaron la noche, hasta que los primeros rayos del alba despertaron a Tristán. Él la fue despertando suavemente entre besos y caricias, cuando Pepa abrió los ojos sonrió. No había sido un sueño, se ha despertado al lado del único hombre que consiguió hacerla olvidar, por un instante, que era una mujer casada. Pero allí resguardados del mundo no sentía miedo. Él la miraba embelesado, no tenía ojos para otra que no fuera ella. La besó.

Pepa, tenemos que irnos...quiero dejarte en el pueblo antes de que comience la jornada. -Dijo acariciándola.

De acuerdo. -Dijo ella dibujando una sonrisa mientras le acariciaba la cara.
Entre palabras, entre risas, se vistieron, la intimidad personal se convirtió en una intimidad mutua. Ella le ayudó a ponerse el corbatín y le colocó la aguja, mientras él le dio un tierno beso en la frente. Salieron y se montaron en el caballo. Se despidieron con un tierno beso en los labios, mientras que ella cogía camino al pueblo y él dirección a la casona.
Nadie había comenzado su jornada, de momento la plaza estaba desierta cuando Pepa llegó a su habitación. Tristán al llegar a la casona tampoco escuchó ningún ruido, subió a su habitación y cerró la puerta.
El reloj dio la hora y Tristán ya se había cambiado de ropa y decidido salió de su cuarto para desayunar tranquilo en el jardín, así lo hizo.

Mariana, dónde está Tristán? -Preguntó Sebastián a la joven Castañeda.

En jardín tomando el desayuno, señor. -Dijo Mariana mirando al joven Ulloa.

Me puedes llevar también el desayuno al jardín? -Dijo Sebastián mirando a la puerta de la casona.

Claro señor. -Dijo la joven.

Gracias Mariana. -Dijo Sebastián mirando a la joven.

Sebastián salió y se dirigió al jardín. La mañana era soleada y tranquila. El cielo era azul con unas nubes blancas cuyo tacto se asemejaba al del algodón. En jardín Sebastián encontró a su amigo sentado. Se dirigió hacia él.

Me puedo sentar? -Preguntó Sebastián con una sonrisa.

Como no, claro amigo. -Dijo Tristán con gesto para que tomara asiento.

Disculpen, Señor su desayuno. -Dijo Mariana colocando la taza de Sebastián sobre la pequeña mesita redonda.

Gracias Mariana. -Dijo Sebastián mirando para ella.

Se les ofrece algo más a los Señores. -Preguntó la joven.

No, Gracias. -Dijo Tristán.

Cuando Mariana se retiró...

Qué buen semblante tienes hoy. -Dijo Sebastián con cierto tono de chanza.

Sí amigo, al fin he podido dormir bien. -Contestó Tristán imitando el tono de su amigo.

Me alegro, nada como pasar una buena noche. -Dijo Sebastián soltando una sonrisa.

Sí, la verdad que sí, pero dime...que nuevas buenas hay en la conservera? -Preguntó Tristán para desviar la atención de su amigo.

Pues sí tengo nuevas y muy buenas por cierto. He hablado con tu madre y vamos a comprar una nueva máquina...

Mientras que su amigo le contaba entusiasmado la compra de la nueva maquinaria Tristán se había evadido de la realidad recordando lo que había sucedido la noche anterior. No lo podía evitar que de vez en cuando le dibujara una sonrisa en los labios. Cuando Sebastián se dio cuenta de que su amigo no le estaba prestando atención paró de hablar, Tristán ni cuenta se dio. Estaba tan embelesado y tan sumergido en sus pensamientos que nada ni nadie lo volvían a la realidad. Mientras tanto, Sebastián miraba a su amigo y le era imposible no soltar ninguna sonrisa, para despertarlo y saber que era lo que le tenía tan absorto golpeó la cucharilla del café en la taza.

Perdona...qué decías? -Preguntó Tristán volviendo en sí.

Nada, llevo un rato sin decir nada y observando tu cara de felicidad. -Dijo Sebastián entre risas.

De felicidad? -Dijo Tristán como si aquel comentario no fuera con él.

No intentes disimular amigo, esta mañana estás más contento de lo normal. Algo ha ocurrido si no me equivoco. -Dijo Sebastián intentándose poner serio.

Sí Sebastián, vuelvo a saborear la felicidad y...qué voy a decir?
Intuyo que has hablado con Pepa. -Dijo Sebastián.

Sí, intuyes bien. La verdad es que tenías razón amigo y estaba equivocado, otra vez.

Disculpa Tristán, pero...razón en qué?

Pues en que no es feliz, ayer lo he visto con mis propios ojos. No siente nada por su esposo, sabes qué significa eso?

Sebastián hizo un gesto con la cabeza

Pues que me ama, Sebastián, sus sentimientos están ahí...gracias amigo, sin ti no hubiese dado el paso que di y hoy estaría lamentándome.

Tristán o me des las gracias, solo hice lo creí que era justo, para los dos. -Dijo el joven Ulloa a su amigo.
Así continuaron la conversación hasta que los dos se levantaron uno para ir a finca y el otro para su trabajo en la conservera.

CONTINUARÁ...
#6
verrego
verrego
28/06/2011 22:55
La jornada de Pepa se mostraba más tranquila de lo normal. Abrió la consulta de su esposo, aunque él se había ausentado, como todas la mañanas. Pocos pacientes se presentaron, un hombre con dolor de estómago, las heridas de otro en un brazo, una mujer que creía que estaba enferma pero...no era así estaba embarazada.
En los ratos que no tenía que atender a nadie Pepa preparaba sus hierbas entre recuerdo y recuerdo de la noche anterior. Sin darse cuenta sonreía como muchacha que se había enamorado por primera vez. Hacía tiempo que había perdido las ganas de sonreír. Algunas mujeres le decían que había sido afortuna de casarse con el galeno del pueblo, lo que no sabían es que ese matrimonio desde el principio fue pactado y con un fin, lo que no sabían es que ese hombre solo le producía dolor, rabia y asco, cada día soportaba menos la presencia de su marido, eso era lo que nadie sabía. Al ver que no había que atender a nadie y cuando acabó con sus hierbas, Pepa decidió ir hasta la casa de comidas.

Hola Raimundo, qué tal se siente hoy? -Preguntó la partera con una sonrisa.

Bien Pepa, a ti quería verte. -Dijo el tabernero señalándola.
A mí, para qué? -Preguntó. -Acaso es que no se encuentra bien?

No muchacha, no es eso, Emilia me dijo que cuando te viera y si ella no estaba te diera ésto. -Dijo mientras de la estantería de los licores cogía un sobre y se lo daba a Pepa.

Qué es? -Dijo Pepa entre asustada y asombrada.

Pues por lo que parece una carta chiquilla.- Dijo con un tono de chanza.

Sí, pero...

Pepa, ábrela, así sales de dudas. -Le dijo entre risas.

Se retiró a una de las mesas. Estuvo mirando la carta, le dio varias vueltas antes de abrirla. Cuando se decidió empezó a romper el sobre. La carta procedía de la Capital. Algo importante tenía que ser pero, el qué? Se preguntaba la partera. Empezó a leerla. Era de Alberto, le comunicaba que hasta el día siguiente no llegaría a Puente Viejo, porque tenía que solucionar unos asuntos hasta de volver. El cuerpo de Pepa respiraba tranquilidad.

Por tu cara entiendo que son buenas noticias. -Dijo Raimundo acercándose a ella

Sí, es de Alberto. -Dijo doblando la carta y dejándola a un lado de la mesa.

Y qué dice?

Retrasa su vuelta hasta mañana. Dice que tiene que solucionar unos asuntos en la Capital. -Dijo mirando para el tabernero.

Ves, al final eran noticias de tu marido, nada de lo que preocuparse. -Dijo Raimundo apoyando su mano en el hombro de la muchacha y volviendo para la barra.

Pepa se quedó pensativa, qué serían esos asuntos de su marido? Que sería lo que le entretendría hasta el día siguiente? Pero una sonrisa se le escapó, porque Alberto le estaba regalando otro día de tranquilidad, sin gritos ni discusiones. Además, que Alberto no estuviera significaba que podía ir a jugar con hijo, sin tener que mentir a nadie. Así con esas ideas felices, Pepa se despidió de Raimundo fue hasta la casona a ver a su niño, a ver al Pequeño Martín.

CONTINUARÁ...
#7
verrego
verrego
28/06/2011 22:56
Pepa entró, como lo hacía siempre, por la puerta de la cocina...

Hola Rosario...

Arre diez muchacha, que susto me has dado. -Dijo mirando para la partera.

Lo siento, no pretendía asustarte. -Dijo Pepa sonriendo. -Está Martín en la casona?

Está con su padre en el jardín.

Gracias Rosario. -Dijo cogiéndole una mano.

No hay de que niña. -Dijo mirándola sonriente.

Pepa salió con cuidado para escapar de la vista de Doña Francisca. Cuando llegó al jardín se encontró a Tristán jugando con Martín.

Padre necesitábamos a otra persona...

Por? -Dijo Tristán sorprendido.

Porque así tendríamos a un rehén.

Sirvo yo? -Preguntó Pepa acercándose.

¡¡Pepa!! -Dijo el niño corriendo hacia ella.

¡Hola mi niño! -Dijo cogiéndolo en brazos.

Pepa, ¿Quieres jugar con nosotros? -Dijo dándole un beso.

¡Claro! -Dijo ella sonriendo

Así comenzó el juego. Pepa cogió de a mesa un de los sombreritos de papel, se lo puso y empezó la lucha. Pero como en toda batalla tiene que haber un perdedor.

Padre!! Padre!! Sujétela!! -Dijo Martín apuntando a Pepa con su fusil de manera.

Oh, no, no!!! Tenga piedad de mi!!! -Decía Pepa antes de que Martín la disparara.

Sujétala padre!!

¡¡Dispara soldado!! -Dijo Tristán sujetando por los bazos a Pepa. -¿Ha llegado tu esposo? -Dijo susurrándole al oído.

Viene mañana. -Dijo en bajo.

¡¡A sus órdenes!! -Dijo el pequeño soldado. -¡¡¡Pum-pum!!!

El cuerpo de Pepa se desplomó entre los brazos de Tristán. Él fue colocando con suavidad en el suelo.

Padre, ¿qué le pasa a Pepa? ¿por qué no despierta? -Dijo el niño poniéndose de cuclillas al lado de la partera.

Porque el enemigo ha muerto. -Dijo al pequeño continuando con el juego.

Pero...

¡¡Buh!! -Hizo Pepa para pegarle un sus al niño

Entre juegos y risas pasaron la tarde. Quien se acercara por allí vería la estampa de una familia feliz, de unos padres jugando con su retoño. El niño desprendía felicidad e ilusión, como cualquier niño de su edad. Mientras, ellos, Tristán y Pepa tenían miradas cómplices, de vez en cuando un ligero roce entre sus manos, cualquier cosa valía para estar cerca del uno del otro. El cielo de la tarde se fue apagando.

Pepa, mañana vienes a jugar con nosotros? -Preguntó Martín abrazando a Pepa.

Si puedo vendré, claro. -Dijo mientras le devolvía el abrazo.

Martín, hijo, recoge los juguetes que tengo que hablar un momento con Pepa. -Dijo mirando para ella. -Entonces Alberto...

No está pero...¿qué pretendes? .Dijo Pepa sospechando.

Nada, curiosidad -Dijo él intentando disimular.

¿Curiosidad? -Dijo Pepa con chanza.

Sí...acaso, ¿no me crees? -Dijo él poniéndose serio.

No me fío. -Le dijo con una sonrisa.

Padre, ya está. -Dijo el niño acercándose a ellos.

¡Hasta mañana Martincillo! -Dijo Pepa dándole un beso.

¡Hasta mañana Pepa! -Dijo Martín.

Tristán solo la miró. No se dijeron nada.pero Pepa vio algo diferente en los ojos de Tristán. Se sonrieron y cada uno volvió a coger su camino.

CONTINUARÁ...
#8
verrego
verrego
28/06/2011 22:56
Me podeis dar ideas, así les doy forma.
#9
thirdwatch
thirdwatch
28/06/2011 22:59
Gracias Vero. Escribes ocn una naturalidad, haces que nos imaginemos la escena como si la estuviéramos viendo
#10
laurarl92
laurarl92
28/06/2011 23:10
vero me parece bien....
me estaba liando entre tu historia, la de miri y la de arte!

te leeré, no lo dudes artista;)
#11
barbareta87
barbareta87
28/06/2011 23:10
Gracias por el hilo y los relatos! Podrías hacer de que esta embarazada, diciendole a sole que martín es su hijo, alguna que otra riña con la doña....
#12
verrego
verrego
28/06/2011 23:18
Tomo nota, seguir con las ideas...

Ahora mismo quiero acabar una parte para colgarla ya.
#13
inesgonzalomargarita
inesgonzalomargarita
28/06/2011 23:38
vero que bonitoooo...ains que le pasa a tristan que vio pepa en sus ojos tan diferente?..siguee
que pepa le diga en el chozo con cena romantica que esta embarazada....
#14
verrego
verrego
28/06/2011 23:41
Lo haré...y no lo queda nada para que se quede embarazada.
#15
barbareta87
barbareta87
28/06/2011 23:47
Asi me gusta!! Ya as terminado la escena! es que quiero saber más! Que interesante leñe!
#16
verrego
verrego
28/06/2011 23:51
Cuando Pepa llegó a la casa de comidas se encontró con gran cantidad de gente. Tomó la iniciativa de ayudar a Emilia, ya que Raimundo se había retirado a descansar. Parecía que no iban a terminar nunca. Cuando se quedaron solas en la taberna se sentaron en la última mesa sin recoger que tenían.

Pepa, mi padre te ha dado la carta? -Le preguntó Emilia.

Sí, tranquila, fue lo primero que hizo cuando me vio por la mañana.

¿Y para qué era? Cartas así se ven pocas veces. -Dijo Emilia con curiosidad.

Era de Alberto. -Dijo Pepa de forma seca.


¿De Alberto? Es verdad, ¿no llegaba hoy? -Volvió a preguntar Emilia.

Sí, tenía que llegar hoy pero le surgieron unos asuntos en la Capital y era preciso que los arreglara sin falta. -Dijo Pepa mientras miraba para la mesa. -Llega mañana por la mañana.

Pepa, aunque estás seria, a ti te pasa algo...hay algo diferente en tu mirada. -dijo Emilia con curiosidad.

¿Diferente? Pero que dices Emilia. -Dijo Pepa mirando la y riendo.

Sí hay...no sé a lo mejor veo cosas donde no hay. -Dijo mirando para Pepa.

tranquila Emilia, te entiendo...espero que me entiendas en lo que te voy a decir...

¿Pero tan malo es Pepa? -Preguntó Emilia.

Para mi no...-Tomó aire. Emilia, sabes que el matrimonio no va bien, estar con Alberto lo único que me produce es estar más alejada de él, no hay noche que no discutamos, para él lo hago todo mal, sabes que me controla cada paso doy...me ahogo Emilia, me ahoga estar con él. -Dijo Pepa mientras que iba perdiendo la voz y su cara iba perdiendo la alegría.

Lo sé Pepa, no hace falta que me cuentes más. -Dijo mientras le cogía las manos. -Se nota, estos días que Alberto no está volví a ver a la chica que un día entró por esa puerta pidiendo una habitación. -dijo sonriendo. -Pepa sabes que yo sentí algo por Alberto pro no me gusta lo que te está pasando...

Pero soy su esposa y...de momento nada se puede hacer. -Dijo bajando la mirada.

Sí Pepa, algo se podrá hacer y lo encontraremos. -Dijo Pepa con firmeza.

Las dos muchachas siguieron hablando un rato más. Recogieron sus vasos y cerraron la casa de comidas. Emilia y Pepa se despidieron con una sonrisa hasta el día siguiente.
Pepa entró en su habitación, se quitó la blusa, la falda y las colocó en una silla. En la habitación todo le recordaba a Alberto, con la sola idea de verlo al día siguiente la felicidad que vivió estos últimos días desaparecía. Se sentó en la silla del escritorio, abrió el libro que había encima de la mesa para no seguir pensando, pero no se podía concentrar, los recuerdos de esa tarde en el jardín, la noche anterior, todas esas imágenes llenaban su mente y hacían, por un momento, que volviera a ser feliz. Tan absorta estaba en sus pensamientos que no se había dado cuenta que alguien había entrado en su habitación. Esa persona poco a poco se iba acercando a ella lenta y sigilosamente, cuando estaba a la altura de la partera...

CONTINUARÁ...
#17
inesgonzalomargarita
inesgonzalomargarita
28/06/2011 23:52
que ganas de leer la escena yaaa...la tienes lista?
#18
verrego
verrego
28/06/2011 23:55
Inés mira encima arriba de tu comentario


:D


Ya está lista y también la colgué en el hilo de los diálogos.
#19
inesgonzalomargarita
inesgonzalomargarita
29/06/2011 00:02
ains veroo que intriga siguee sigue jajjaa
edito: esta a sido muy corta se a echo a poco jajaja
#20
verrego
verrego
29/06/2011 00:05
Ya estoy en ello. Haber como os digo que ella se quedará...
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