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Foro El secreto de Puente Viejo

Ojalá fuera cierto...

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#0
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 00:38
Bueno, pues aquí voy a ir colgando y recopilando mis guiones alternativos, espero que la inspiración me dure tiempo!
#1
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 00:38
La Doña entra al dormitorio de Ray a toda prisa, pero se lo encuentra en el suelo, al lado de la cama. Al creerle agonizante e inconsciente, le habla:

Paca: ¡Raimundo! ¡Raimundo, despierta, por favor! No puedes dejarme ahora. Te sigo amando a pesar de todo. A pesar de tu traición. Eres lo mejor y lo peor que me ha pasado en la vida... (es que la frase es de los Montenegro, va en el lote de la herencia xD) ¡Vive!

Ray: (consternado) Pe... pero Francisca... ¿qué haces aquí?

Paca: ¿Yo?... ¡Pero bueno! ¿Y a ti qué te importa? Yo voy donde me place que para eso soy una Montenegro.

Ray: Lo que hagas ahora mismo aquí, poco importa ya. Lo que importa es lo que me has dicho hace un momento, al creerme medio muerto. ¿Lo decías en serio?

Paca: (con el rostro encendido y desencajado) Habrás oído mal... te recuerdo que hace dos segundos estabas tirado en el suelo. Quizá el golpe de la caída te afectó al oído o a la cabeza.

Ray: ( a medida que va hablando, se va acercando cada vez más a la Doña) Francisca, no me he caído, estaba intentando recoger unos cacharros de madera que me ha encargado mi hija Emilia, que se me han caído debajo de la cama. Pero he estado consciente todo el tiempo, y lo he oído todo. Francisca, estoy ciego, y como sabes, a los ciegos se nos afinan el resto de los sentidos, y el oído, más todavía. Así que dime, ¿era cierto lo que me dijiste antes?

Paca: (con la cabeza baja y visiblemente avergonzada) A qué negarlo, Raimundo Ulloa. Te sigo amando. Perdóname todo el daño que te he hecho, pero creía que con cada puñalada que te daba, estaba matando el recuerdo y el amor que siento por ti. Pero ya ves, es imposible...

Ray y Paca se funden en un beso de película.



Hay otra escena que me gustaría ver, y es la de Mauricio sincerándose con la Doña


Mauri: Doña Francisca, ¿da su permiso?

Paca: Adelante Mauricio. Espero que sea importante lo que me tengas que decir. No me encuentro muy bien, y tu olor a... humanidad no ayuda a mi bienestar. ¿Qué es lo que quieres? ¿Tienes noticias de Soledad?

Mauri: No, señora. Lo siento...

Paca: ¿Cómo que no tienes noticias suyas? Te dije que te dedicaras en exclusiva a buscarla, hasta debajo de las piedras! Eres un inútil, Mauricio, un tarambana sin sesera que naciste porque Dios quiso que hubiera de todo en esta vida. ¡Sal de mi vista, mastuerzo!

Mauri: Lo siento, Doña Francisca, pero no pienso irme de aquí hasta que me escuche. No sé qué me pasó, pero me enamoré de usted como un chiquillo, por eso he sido su perro fiel, aguantando todos sus insultos y malas maneras. Pero eso no le da derecho a tratarme como si fuera una mala bestia. Me he deslomado por usted, incluso me he manchado las manos por usted, y así me lo paga. Pues sepa, señora, que hasta aquí podíamos llegar. Pídame perdón, o le juro que la hundo en la miseria.

Paca: ¿Pero tú quién te crees que eres para hablarme así, pedazo de carne bautizada? No te atreverás, te falta sangre en las venas.

Mauri: Soy el que sabe todos sus secretos, el que con solo un par de llamadas, hago que vengan los guardias a llevársela. Pídame perdón.

Paca: Perdón.

Mauri: Así no, Doña. Con sinceridad...

Paca: está bien, Mauricio, tienes razón. Perdóname, me he portado mal contigo. ¿Qué te parece si aceptas unos cuantos duros como parte de mis disculpas, y aquí no ha pasado nada?

Mauri: No, señora, hay cosas que el dinero no compra. Y sepa, que si la vuelvo a ver tratando mal a alguien inocente, cumpliré mi amenaza...
#2
thirdwatch
thirdwatch
29/06/2011 00:45
Teníamos que contrataros como guionsiats a las de aquí. Seríamos más felices
#3
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 00:46
En la cocina de la casona, están Rosario y Mariana.

Mariana (M): Madre, ¿por qué no me enseña usted a guisar? Ya sabe que yo sólo sé hacer cuatro cosas, y me gustaría sorprender a mi Sebas con un plato único.

Rosario (R): Ay, esta cría, desde que te ha dado por el hijo de Ulloa, no piensas en otra cosa... Anda, trae los cacharros que te voy a enseñar a cocinar Pollo Pera al ajillo.

M: ¿Pollo Pera al ajillo? No me suena ese plato.

R: Hija, eso es porque por estos lares también se le conoce como Galeno con ínfulas. Pero a lo que vamos. Echa un chorreoncito de aceite de oliva virgen en la olla, y mete el pollo pera, a fuego lento. Lo primero es echarle algún edulcorante, para que parezca más bueno. Puedes utilizar miel o azúcar, y vas mareando al pollo pera, para que se empape de dulce y entre mejor por los ojos. Un poco antes de que se queme de dar tantas vueltas, le añades un poco de vinagre, para que coja ese sabor tan particular a agrio. Si quieres, puedes sustituirlo por cáscara de naranja, para que le de ese sabor amargo tan propio del pollo pera. Ahora ha llegado el momento de subirle el fuego y echarle el ajo y lo normal es echarle algo de pimienta negra, ya que el pollo pera se pone de un picante últimamente que da gusto, oyes.
Finalmente, añades vino peleón en abundancia, lo que hará que el pollo pera tome un gusto totalmente distinto. Y durante la cocción, puedes echarle las hierbas aromáticas que gustes, eso ya es a gusto del comensal y del cocinero.

M: Gracias madre, tiene buena pinta. ¿Y de postre, qué puedo poner?

R: Pues no sé hija, pero después de un pollo pera al ajillo, lo que pega de postre es (mala) leche frita.
#4
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 00:47
¿Verdad que sí, verrego? Nosotras con sueldo y el público feliz xD
#5
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 00:48
En la plaza, Doña Francisca, acompañada de su hijo, sufre un vahído, por lo que debido a la insistencia de éste, acaba yendo al consultorio. Allí, nada más entrar ambos quedan perplejos; Pepa está sentada en el suelo, con la mirada ida, lágrimas en el rostro, algún que otro corte en la cara y por debajo de su falda puede atisbarse un hilo de sangre, ya casi seca.

Tristán: ¡Por Dios, Pepa! ¿Qué ha pasado? - dice acercándose a su lado.

Pepa: (gritando) ¡No te acerques a mí, soldado, no te acerques!

Doña: ¿Qué te ha pasado, partera? ¡Tristán, llama ahora mismo al doctor Guerra!

Pepa: ¡No, doña Francisca, se lo suplico, no le llame! (en un hilo de voz) No le llame...

Doña: No me digas, partera, que esto es obra de tu marido. (A la doña se le cae una lágrima sólo de recordar lo que tuvo que pasar ella con su marido)

Pepa (asiente con la cabeza)

Tristán: ¿Dónde se encuentra el pollo pera ese, Pepa? Te juro que como le pille le mato con mis propias manos.

Pepa: Ni se te ocurra, soldado. Si lo haces, lo único que conseguirás es que te metan en la cárcel.

Doña: Hijo, hazle caso a la partera, sabias son sus palabras. Ve a la casa de comidas, a ver si el descastado de Ulloa te da algo de alcohol para curar estas heridas (dice agachándose al lado de Pepa, casi con gesto maternal)

Tristán: Está bien, en seguida vengo. Madre, ayúdela a levantarse ¡Haga algo, por Dios!

Pepa: Tristán, por favor, no le digas a nadie lo que ha pasado. Si te preguntan para qué es el alcohol, invéntate algo. Si llegase a oídos de Alberto que se lo he contado a alguien...

Tristán: No te apures.

Doña: Siento mucho lo que te ha pasado, partera. La rabia y crueldad de los hombres no tiene perdón. Pero aún así, no te imagino cediendo ante un hombre.

Pepa: Esto no tiene nada que ver con los hombres. Esto tiene que ver con el doctor, sus bajas pasiones y sus amenazas.

Doña: Te hacía con más arrestos, Pepa Aguirre. Jamás pensé que cedieras ante ninguna amenaza o chantaje.

Pepa: Tuve que hacerlo, señora. No me estaba amenazando a mí, sino a Martín y a su hijo. Y eso no podía soportarlo. Sería capaz de soportar esto, una y mil veces, con tal de ver a Martín y a Tristán a salvo.

Doña: ¿Por qué habría de amenazarte nadie con mi nieto, Pepa? ¿Y por qué cederías?

Tristán: (acaba de entrar por la puerta, con todo lo necesario para calmar a Pepa) Madre, si la amenaza con Martín, es porque ella es su verdadera madre.

Doña: (o_O) ¿Pero qué estás diciendo, hijo? ¿Has perdido la cabeza? (mira furibunda a quienes tiene delante)

Tristán: Madre, le prometo que esta noche se lo cuento todo, pero ahora ayúdeme con Pepa. (A Pepa) Vamos, amor mío, tienes que ponerte de pie...

Doña: (con cara de ira, estupor, vergüenza y asco)
#6
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 00:49
Tristán ha convencido a su madre de que Pepa se quede en la casona, mientras buscan alguna solución al tema de Alberto. Están cenando solos los tres, ya que Sebastián decidió cenar con su padre para intentar arreglar las cosas y Martín cenó en la cocina con Rosario, ya que la conversación que se estaba manteniendo arriba era cosa de adultos.

Doña: ¿Y bien? ¿Va a explicarme alguien la majadería esa de que mi nieto es hijo de la deslenguada de la partera?

(Tristán y Pepa se miran)

Tristán: Madre, no es ninguna majadería. Hace años... (es interrumpido por Pepa)

Pepa: Tristán, déjame que lo cuente yo. Es justo que sea yo la que le de una explicación a tu madre. Señora, hace años yo trabajaba como aprendiz de partera allá en Asturias, en la casa de Carlos Castro y su mujer, Elvira. El caso es que me enamoré como la chiquilla que era de su hijastro, y quedé embarazada. Dio la casualidad que el mismo día que Elvira se puso de parto, yo también lo hiciera, y por consejo de Teófila, la amiga de mi madre, fui al bosque a dar a luz a un precioso niño. Estaba rendida, así que sólo me pude fijar antes de caer dormida en los tres lunares que tenía mi bebé en la espalda. Los mismos que tengo yo. Cuando desperté al día siguiente comprobé horrorizada que Carlos Castros, por orden de su mujer, había cambiado nuestros hijos, quedándome yo con el hijo muerto y deforme de Elvira. Señora, era sangre de mi sangre, así que decidí ir a recuperarlo, pero cuando me descubrieron, Carlos mandó que me arrebataran a mi hijo y que me mataran a golpes, como si fuera una perra. Cuando me creyeron muerta, me dejaron tirada al fondo de un barranco. Meses después intenté recuperar nuevamente a mi hijo, pero me contaron lo del terrible incendio que Angustias aprovechó para coger a Martín y hacerlo pasar por hijo suyo.

Doña: Vamos, que tu afición es encamarte con hombres casados, y si se apellidan Castro, mucho mejor, ¿no?

Pepa: Le juro que yo no sabía que eran hermanos hasta mucho más tarde. Y cuando lo descubrí yo ya me había enamorado de su hijo. Pero no tema, señora, entre nosotros ya no hay nada.

Tristán. (cogiendo de la mano a Pepa) No digas eso, amor mío. ¿Me vas a decir que estás enamorada de Alberto?

Pepa: Claro que no, pero estoy casada con él, y si se entera... si sospecha que entre tú y yo hay algo, os hará daño a Martín y a ti. El muy hijo de perra me ha amenazado y sabes que cumplirá su promesa. Por eso os pido que no le quitéis el ojo de encima a Martín en ningún momento.

Doña: Por supuesto que no, partera. No voy a permitir que el doctor Guerra le vea. Pero tú tampoco. No sé si creerme el desvarío ese que acabas de decir.

Tristán: Madre, no le consiento que le hable así a su futura nuera:

(A Doña Francisca y a Pepa se les atraganta el bocado y miran atónitas a Tristán)

Pepa: ¿Pero qué dices, soldado? ¿Acaso has olvidado que estoy casada con Alberto?

Doña: Hijo, tus desvaríos me preocupan, y muy seriamente. No me hagas llamar al Dr Mendivil.

Tristán: Madre, amo a Pepa. La amo como no he amado a nadie, y por si fuera poco es la madre de mi hijo. Voy a revolver Roma con Santiago para obtener la nulidad matrimonial y que podamos casarnos.

Pepa: Eso suena muy bonito, pero sabes que es un sueño. Así que lo mejor será que yo le guarde obediencia a mi marido y que tú sigas por tu camino.

Doña: Hijo, Pepa tiene razón. Pepa, siento de verdad que tu marido sea una mala bestia. Pero te casaste con él y a las mujeres eso es lo que nos toca. Pasarás esta noche aquí, pero mañana tendrás que volver a tu casa. El bienestar de los míos está en juego, y como comprenderás, antes son ellos que una simple partera, matrona o lo que seas.

Pepa: Como guste.

Tristán: No, Pepa. Voy a luchar por ti. No voy a permitir que ese malnacido te vuelva a poner una mano encima. Y por el niño, mañana mismo lo mando a casa de sus primos. Se lleva fenomenal con ellos y le alejaremos de cualquier problema. Si alguien pregunta, diremos que lo llevamos a Madrid con unos familiares. Sólo dime una cosa. ¿me amas?

Pepa: Más que a mi vida, pero eso ya no importa...

Fuera, unas voces alteran a los habitantes de la casona. Continuará...
#7
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 00:51
Continuación del anterior.

Pollopera: ¡Pepa! ¡Peeeeeeeeeeepaaaaaaaaaaaaa! ¡Sé que estás ahí, sal inmediatamente! ¡Peeeepaaa!

Pepa: (asustada) ¿Qué hago?

Doña: Lo que le faltaba al duro... Tristán, llévate al niño a tu alcoba. Yo me ocupo de esto. Pepa, a mi alcoba.

Pepa: Como guste.

Doña: ¿Se puede saber qué es este alboroto, doctor?

Pollo: (borracho y enfadado) He venido a por lo que es mío por ley. Mi mujer.

Doña: Tu mujer está trabajando, así que se irá de aquí cuando yo disponga, ¿estamos?

Pollo: ¿Es que acaso se ha puesto de parto alguna de sus sirvientas? No sabía que hubiera alguna en estado de buena esperanza. ¡Ah, no, que la que se ha puesto de parto es usted! (le entra la risa floja)Además, le tengo terminantemente prohibido a MI mujer que trabaje en la casona.

Doña: ¡Será descarado! Si, era yo la que precisaba de sus servicios, y la he obligado a venir hasta aquí, del mismo modo que puedo obligarle a usted a marcharse por donde ha venido, ¿estamos o no estamos?

Pollo: Entonces, deje que entre a ayudarla. No sé si lo sabe, pero soy médico.

Doña: Doctor, o se va ahora mismo, o llamo a Mauricio para que le recuerde cuál es su sitio.

Pollo: ¿Me está amenazando?

Doña: Tómeselo como quiera, pero no se lo pienso volver a repetir. Fuera de aquí.

Pollo: Está bien, yo me marcho. Pero dígale a mi mujer, que cuando salga de aquí, vaya directamente a buscarme. Se va a enterar de quién es su marido. (se marcha)

Doña: Mauricio. ¡Mauricio!

Mauri: Dígame, señora.

Doña: Mañana por la mañana, en cuanto la partera se vaya de aquí, síguela, pero sin que se note. Quiero que la vigiles muy de cerca. Y si al mendrugo del médico se le ocurriera ponerle una mano encima, evítalo. Pero sin violencia.

Mauri: ¿Sin violencia, señora?

Doña: Sí, Mauricio. Por raro que te parezca, no siempre es conveniente la violencia. Y si el doctor le pone la mano encima, me lo dices, que ese malnacido va a sufrir un accidente. ¿He sido clara, Mauricio?

Mauri: Cristalina, señora. ¿Se le ofrece algo más, doña Francisca?

Doña: No, nada más. Puedes retirarte.
#8
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 00:52
Pepa: (entra al consultorio) Buenos días, Alberto. ¿Se puede?

Pollo: (duda) Claro, tu sitio es al lado de tu marido, y no por ahí.

Pepa: Doña Francisca me obligó a ir. Y ya sabes cómo se pone la Paca si no le haces caso.

Pollo: (levantándose de su sitio y levantando una mano) Y tú deberías saber cómo se pone tu marido cuando no le haces caso

Pepa: (llorando) ¡No por favor! Alberto, te juro que me obligaron

Pollo: ¿Por qué lloras, Pepa? ¿Pensabas que te iba a pegar?

Pepa: ...

Pollo: Pero mujer, ¿cómo te voy a hacer daño? ¿No ves cuánto te quiero? Lo que pasó el otro día fue un accidente. No volverá a pasar. Te lo juro mi vida.

(Alberto acaricia suavemente el rostro de Pepa y ésta disimula, pero ella siente que esa caricia abrasa como el fuego del mismísimo infierno)

Pepa: ¿necesitas que te ayude en algo?

Pollo: Me gustaría que ordenaras algunos expedientes de pacientes y que limpies el consultorio. Hace días que no se le da una pasada y el consultorio debe estar impoluto. ¿Por qué lo preguntabas?

Pepa: Me gustaría ir a ver a Emilia. Estoy segura de que no está siguiendo el tratamiento que le mandé. Quiero decir, que le mandaste tú. Además, a Raimundo le gusta como le afeito yo, y ya le va tocando. Así que si no te importa, lo hago luego, que no tardo mucho.

Pollo: Ni hablar (la coge del brazo con fuerza) Eres mi mujer y me debes obediencia. Primero haces lo que te ordene yo. Luego harás lo que te plazca.

Pepa: Alberto, me haces daño. Déjame ir, no tardo nada. Los expedientes se pueden ordenar esta noche, y ayer limpié el consultorio. Por que tarde una hora en volver no creo que se vaya a morir nadie.

Pollo: (gritando) ¡Ya está bien! ¡No me mientas! (le cruza la cara) Tú lo que quieres es encontrarte con Tristán, pero óyeme, Pepa, ¡Por encima de mi cadáver!

Mauricio: (entrando en el consultorio) Perdonen que interrumpa, pero traigo órdenes de Doña
Francisca; Pepa debe personarse inmediatamente en la casona.

Pepa: (mira a Alberto y después a Mauricio, sin saber qué decir)

Pollo: ¿Se puede saber para qué la requiere?

Mauricio: Lo desconozco, pero sé que es grave. La señora dice que debe ir.

Pollo: Está bien, os acompaño.

Mauricio: Como guste... pero le advierto que puede acabar mal si viene.

Pollo: Me da igual, es mi mujer y voy con ella.

Continuará...
#9
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 00:52
Entra en la casona Mauricio, Pepa y el pollo.

Mauricio: Aquí le traigo a la partera, señora. ¿Precisa de algo más?

Doña: Pero vamos a ver, Mauricio, cuando te dije que me trajeras a la partera, me refería sólo a ella.

Mauricio: Lo siento, Doña Francisca, es que el doctor alegando que es su marido, se empeñó en venir.

Doña: Doctor, he requerido los servicios de su mujer, así que si no le importa, vaya a su consultorio a atender a otros pacientes.

Pollo: De aquí no me muevo si no es con mi mujer.

Mauricio: Ya has escuchado a la señora, matasanos. O se va de buenas, o se va de malas, pero usted se va.

Pollo: Pepa, si atiendes a Doña Francisca y por tu falta de conocimientos médicos, le ocurre algo, las consecuencias las pagarás tú.

Doña: Adios, doctor.

(se cierra la puerta)

Doña: Pepa, ¿qué te ha pasado en la cara? ¿Tu marido ha vuelto a pegarte?

Pepa: (baja la vista, avergonzada) Sí, señora.

Doña: Pepa, vamos a mi despacho, tenemos que hablar. (Pepa marcha) Y tú, Mauricio, sigue al doctor y cuando nadie os vea, asegúrate de que el pollo pera sufra un accidente.

Mauricio: Como usted mande. ¿Qué tipo de accidente?

Doña: No quiero saberlo. Tu haz tu trabajo como mejor sepas, que para algo de lleno el buche.

(Doña Francisca entra en el despacho, donde le espera Pepa)

Doña: Pepa, ¿sabes por qué te he hecho venir?

Pepa: No, señora. Soy toda oídos.

Doña: Quiero proponerte un trato.

Continuará...
#10
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 00:53
Doña: ¿Quieres un brandy, Pepa?

Pepa: No, gracias señora. No estoy acostumbrada a beber y menos algo tan fuerte.

Doña: Está bien, como quieras. (Paca se sirve una copita) Pero yo sí me voy a servir una copita. Los tratos se cierran mejor con una copita.

Pepa: ¿De qué trato me está hablando? No entiendo...

Doña: Es muy sencillo, partera. Está claro que tu marido te veja y te humilla. Yo te ofrezco librarte de él legalmente a cambio de que te alejes de mi familia.

Pepa: (indignada) ¿Cómo? Ayer mismo le conté cuáles eran mis motivos para estar al lado de Martín y de Tristán. Al niño porque es mi hijo, y a Tristán porque le amo. Oígame bien, doña Francisca: si tengo que pasar el resto de mi vida padeciendo vejaciones sólo por poder estar un rato con mi hijo, tenga por seguro que lo haré. Y si me tengo que deshacer con mis propias manos de Alberto, también lo haré.

Doña: Nadie puede negar que tengas arrestos, partera. Y eso me gusta.

Pepa: Cuando se trata de mi hijo, sí. Además, no entiendo por qué no deja que me acerque a los suyos cuando son ellos mismos los que quieren estar conmigo. (se levanta echando humo)

Doña: Pepa, aguarda. Piénsatelo bien. ¿De verdad crees que vas a poder aguantar tanto tiempo al lado de un hombre como ese marido que te has echado?

Pepa: No hay mal que cien años dure, señora.

Doña: Ni cuerpo que lo aguante... Por cierto, Pepa. Si tu marido de pregunta, le dices que tienes prohibido hablar con él de mis dolencias, que son cosas de mujeres. Es un consejo que te doy, para evitarte males mayores.

Pepa: (la mira asombrada) Buenas noches, Doña Francisca.

(Pepa se encuentra con Mauricio al salir de la casona y justo en ese momento, Doña Francisca le hace llamar).

Doña: Mauricio, ¿has hecho lo que te encargué?

Mauricio: No, señora. Cuando logré darle alcance, se le unieron un grupo de labriegos. Al parecer el hijo de la Tomasa ha tenido un accidente y mandaron llamarle. Lo siento mucho, Doña Francisca.

Doña: Mira que eres inútil, Mauricio. A veces me pregunto por qué te lleno el buche. Bueno, sí que lo sé... y es que soy una mujer muy generosa.

Mauricio: Lo siento, señora... usted me pidió que pareciera un accidente, y con tantos testigos...

Doña: ¡Fuera de mi vista, desarrapado! ¡Fuera!
#11
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 00:54
Consultorio del macario:

Pollo: ¿Qué horas son estas de llegar?

Pepa: Las mías. Me dedico, igual que tú a atender pacientes. Y eso no tiene hora.

Pollo: Te prohibí terminantemente que atendieras pacientes, y mucho menos si se encontraban en la casona.

Pepa: Alberto, fui porque me obligaron, tú estabas delante.

Pollo: Aún así.

Pepa: ¿Aún así? Si contrariamos a la doña es muy capaz de hacer con sus influencias que te anulen el contrato de Madrid, y sin puesto de trabajo allí, no podré recuperar a mi hijo. Y me voy, que tengo muchas cosas que hacer. Si quieres algo de mí, le das recado a Emilia. Adiós.

Pollo: ¡Tú no te vas a ningún lado! ¡Te quedas aquí con tu marido, que soy yo!

Pepa: ¿Y cómo lo piensas impedir?

Pollo: (le da tal sopapo a Pepa que hasta le pica la mano)

Pepa: (le mira con odio) Esto no va a quedar así.

Pollo: Pepa, Pepa, perdóname por favor. No sé qué me ha pasado, pero mi mano ha ido más rápido que mi compostura y raciocinio. Por favor, tienes que perdonarme... Estoy muy nervioso y no sé cómo tranquilizarme. Pepa, tenemos que hablar.

Pepa: Sólo hablaré contigo si te tranquilizas.

Pollo: De acuerdo. Haré lo que me pidas.

Pepa: Está bien, le pediré a Emilia que prepare un par de tisanas. Una para calmarte a ti y otra para entonarme el cuerpo a mí.

(Al cabo de unos minutos vuelve con las tisanas)

Pepa: Está bien, tú me dirás.

Pollo: Te juro, Pepa que yo te quiero. Y si te he lastimado ha sido ha sido porque de tanto que te quiero he perdido la razón.

Pepa: Pues no me quieras tanto y quiéreme mejor. ¿Sabes, Alberto? Hace un par de semanas estuve pensando que empezaba a sentir cosas por ti. Aún no era amor, pero el cariño que sentía por ti iba en aumento. Pero después de lo que pasó la otra noche, y lo que acaba de pasar ahora, han tirado por tierra todo eso. Es más, ahora me cuesta mirarte a la cara sin sentir repulsa.

Pollo: Pepa, yo...

Pepa: Déjame terminar, Alberto. Si me vuelves a lastimar, te juro que me voy como ya me fui una vez de Asturias. Y te juro que serás incapaz de encontrarme.

(Pepa sale del consultorio con ira y lágrimas en el rostro)

(Han pasado unas dos horas, cuando Pepa vuelve hay un gran revuelo en la plaza)

Emilia: ¡Pepa! Ay, Pepa, menos mal que has llegado.

Pepa: ¿Qué pasa niña? Tranquilízate. ¿Le ha pasado algo a tu padre?

Emilia: No, Pepa. Es Alberto... Pepa... le han encontrado muerto en el consultorio...


Continuará...
#12
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 00:55
Pepa (está consternada) ¿Pero qué dices, Emilia? ¿Cómo que ha muerto?

Emilia: Sí, Pepa. Lo siento.

Pepa: ¿Qué le ha pasado? ¡Alberto! ¡Alberto! ¡Dejadme ver a mi marido! (Pepa se abre paso entre la gente y logra entrar al consultorio, donde reina un fuerte olor a alcohol y se encuentra con el cuerpo de Alberto tirado en el suelo, al lado de unas botellas de cazalla y las tazas de tisana. Pepa llora a su lado)

Emilia: (se dirige a los vecinos curiosos) ¡Por favor, os ruego que abandonéis el consultorio! Pepa quiere estar a solas con su marido.

D. Anselmo: ¡Emilia! ¿Qué ha pasado? Acabo de llegar de la puebla y cuando me lo han contado no daba crédito.

Emilia: (llorando) Se ha muerto, Don Anselmo... Alberto se ha muerto. (se abraza al párroco)

D. Anselmo: ¿Y Pepa? ¿Se ha enterado ya? ¿Cómo se lo ha tomado?

Emilia: Acaba de enterarse. No llevará ni diez minutos con Alb... bueno, con los restos de Alberto.

(Don Anselmo entra en el consultorio y ve a Pepa agachada al lado de Alberto, llorando y visiblemente afectada)

Pepa: ¡Don Anselmo! (Corre a abrazarle) ¿Qué ha pasado? No lo entiendo... cuando me fui estaba perfectamente... y ahora...

D. Anselmo: Hija, entiendo que estés afectada porque eras su mujer, pero debes sosegarte.

Pepa: Padre, no se equivoque. Yo era su esposa, pero no su mujer. Si estoy así es porque la muerte de alguien joven siempre me afecta, y más si es mi esposo. (anda nerviosa por la habitación) Ay, padre, no sé qué tengo que hacer ahora. Tengo que organizar el funeral y no sé ni por dónde empezar.

D. Anselmo: Bueno, por lo referente a la misa y al entierro, ya me ocupo yo. ¿Te parece bien mañana a las 6 de la tarde en la parroquia?

Pepa: Sí, me parece bien.

D. Anselmo: Ahora que alguien lleve a Alberto a vuestra habitación. Alguien tiene que ocuparse de adecentarle. ¿Qué prefieres, una mortaja, su traje de los domingos...?

Pepa: Me gustaría que lo enterraran con el mismo traje con el que contrajimos nupcias.

D. Anselmo: Sea. Hija... igual me meto donde no me llaman, pero deberías buscar algo de ropa negra, para el entierro de mañana y para los días posteriores... ya sabes, para evitar habladurías.

Pepa: Ni hablar, padre. Si le hubiese amado, no llevaría luto, porque el dolor se lleva por dentro. Y como no le amé, tampoco lo voy a llevar, ya que me parecería una hipocresía. Además, cuando mi hijo me vea quiero que vea a su madre alegre, contenta y siempre dispuesta a jugar con él, no a un espectro.

D. Anselmo: Como quieras, pues.

Pepa: Gracias, padre. Tenerle a mi lado es muy importante para mí.

D. Anselmo: No sabes cuánto me alegra oírte decir eso. Estaré en la parroquia, organizándolo todo, así que si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme.

Continuará...
#13
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 00:56
Apenas han pasado unas horas desde el entierro de Alberto, y Pepa está cansada y destrozada. Lo único que le ha hecho sonreír ha sido estar un rato con Martín, que fue con su familia a la iglesia a darle el pésame. Pepa sonríe al recordar las palabras de si hijo: "Soldado Martín le da el pésame, Pepa" El niño está aprendiendo junto a Hipólito algunas nociones básicas de instrucción militar, y siempre que puede suelta un término marcial.

Llaman a la puerta:

Guardia: ¡Guardia! ¡Pepa Aguirre, abra la puerta!

Pepa: (abre la puerta aturdida, no sabe lo que está pasando) ¿Qué pasa?

Guardia: Pepa Aguirre, queda usted detenida por el asesinato de Alberto Guerra. galeno de Puente Viejo.

Pepa: ¿Qué majadería es esa? ¡Eso es mentira! ¡Emilia!

Guardia: (le pone las esposas) Vamos, partera. O vas por las buenas o vas por las malas.

Pepa: ¡Suéltame! ¡Ni te atrevas a ponerme una mano encima o...!

Guardia: ¿O qué? ¿Nos vas a matar como al galeno?

Emilia: ¿Pero se puede saber qué pasa aquí? (mira a los guardias y a su amiga, buscando una explicación)

Pepa: Emilia, me acusan de matar a Alberto, pero es mentira, avisa a D. Anselmo, por favor.

Emilia: (al borde del llanto) Pepa, tranquila, ahora mismo le aviso yo en persona. No apures, Pepa, que todo se aclarará.

Unas horas después, entra Tristán al cuartelillo donde está retenida Pepa.

Tris: ¡Pepa! ¿Qué ha pasado, mi amor?

Pepa: ¡Mi vida! ¿Qué haces aquí?

Tris: Acabo de enterarme. (se toman las manos entre las rejas) Bueno, cuéntame, ¿Cómo pueden acusarte de semejante aberración?

Doña: Vaya, hijo, qué sorpresa encontrarte aquí...

Tris: ¡Madre! Lo mismo digo... ¿qué hace usted aquí?

Doña: Y si acusan a la partera es porque hay muchas cosas en su contra. ¿No es así, Pepa?

Tris: ¿de qué habla?

Doña: Bueno, ella misma me aseguró el otro día que si el doctor volvía a ponerle una mano encima, acabaría con él. Y hoy la tenemos con hematomas y viuda. Y por lo que tengo entendido en el consultorio había una taza de tisana de vaya Dios a saber qué... porque ¿tu entiendes de venenos, verdad, partera?

Tristán: Madre, no le consiento que hable así de Pepa. Usted sabe que la amo y cuando todo esto acabe la haré mi esposa. Así que trate con más respeto a su futura nuera.

Doña: Hijo, a veces creo que eres más ingenuo que el hijo del alcalde. Y ya es decir. Dudo mucho que tu amada salga de esta. ¿Sabes lo que le hacen a los asesinos, partera? Los ajustician en la plaza del pueblo. Y tú no serás una excepción. Bueno, yo sólo pasaba a despedirme y a pedirte un favor, partera.

Pepa: No sé qué favor le puedo hacer yo desde aquí.

Doña: Pepa, sólo quería pedirte que si te cruzas con el desalmado de mi marido en el infierno, le digas que su muerte ha sido el mejor de los regalos que el Cielo me ha hecho. Ya te llevaré algunas flores. Adios.

Tristán: Pepa, mi amor, no le hagas caso. Sé que eres inocente y voy a demostrarlo. Te lo juro mi amor. Ahora tengo que irme, que cuanto antes marche, antes vendré a rescatarte. Te amo mi vida.

Pepa: Te amo Tristán. Si no llegaras a tiempo, prométeme que le hablarás a Martín de mí.

Tris: No. Si quieres decirle algo, se lo dices tú cuando salgas de aquí.

Los dos amantes se besan a través de los barrotes y él sale del cuartelillo dispuesto a hacer cualquier cosa por Pepa, pero... ¿Lo conseguirá?

Continuará...
#14
verrego
verrego
29/06/2011 00:57
Arte no dudes!!!!!!!!

Hasta las cortinillas y los avances serían más interesantes.

Oye, muy buena tu historia, en serio, me encanta, al menos no eres tan cursi como yo.

:D

Somos unas cracks.
#15
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 00:57
Guardia: Tienes suerte, Pepa Aguirre, quedas en libertad (dice al tiempo que abre la puerta de la celda)

Pepa: (se le ilumina la cara) ¡Gracias al Cielo! ¿Puedo preguntar cómo han sabido que era inocente?

Tristán: Te dije que encontraría la forma de probar tu inocencia. Pepa, una vez dudé de tu inocencia, y fue el mayor error que cometí. Estaba ciego por el dolor de la pérdida de mi hijo, pero ahora creo al cien por cien en ti, con pruebas o sin ellas, con veredicto o sin él. Te amo, Pepa. Te amo hasta el punto de hacer cosas que jamás pensé hacer.

(Pepa ríe y llora al mismo tiempo. Tiene tantos sentimientos y emociones acumuladas que quieren salir todas al mismo tiempo. Le besa. Le besa como si fuese la primera vez. Se besan como si fuese la última vez, hasta que el guardia carraspea haciéndoles ver que tanto arrumaco sobra en aquellas dependencias. Salen de allí)

Pepa: ¿Ah, sí? Y qué has hecho, soldado? -dice una risueña Pepa.

Tristán: Pepa... tengo que contarte algo... He demostrado tu inocencia, pero eso me ha llevado a descubrir al verdadero asesino. Y no es plato de gusto mandar a la mujer que te dio la vida al calabozo.

Pepa: (se para en seco) ¿Qué dices, Tristán? Déjate de chanzas...

Tristán: Pepa, es cierto. Ella misma me lo ha confesado. Al parecer, Hipólito, se casualidad, vio como al poco de tú marcharte del consultorio, entró Mauricio con una caja de botellas y un embudo. El infeliz creía que el doctor le había comprado a mi madre una caja de nuestra bodega, y que por eso venía Mauricio, a traérsela, y que el embudo sería para rellenar algún barril. Lo que no sabía es que Mauricio se disponía a asesinar a Alberto.

Pepa: ¿Y por qué querría tu madre asesinar a Alberto?

Tristán: Al parecer, ella te dijo que te alejaras de Martín y de mí, y tú no obedeciste. Y ella te quiso alejar haciendo que te ajusticiaran.

Pepa: (blanca como la cera y sin apenas habla) Eso no... no puede ser... Mi amor, yo sabía que tu madre veía en mí un estorbo, pero no supuse que llegaría a tanto.

Tristán: Pues sí, mi amor. Ahí tienes a la verdadera Francisca Montenegro: cruel, despiadada e hipócrita. A mi madre le encantaba decir lo infeliz que había sido con mi padre, pero ella también es un monstruo. En el fondo eran tal para cual.

Pepa: (abraza a Tristán y le besa en el cuello) Lo siento mucho, mi amor. De veras. Pero dime, ¿cómo has podido probarlo?

Tris: No quiero entrar en detalles, Pepa. Sólo diré que Emilia, que fue la que preparó las tisanas, declaró que esas hierbas que tú le habías dado no eran venenosas. Es más, esas eran las mismas tisanas que tú le preparabas cuando su padre se puso enfermo. Y admite haberse preparado ella otra tisana. Así que si ella está viva, ¿por qué Alberto no? Además, al principio nadie se dio cuenta con el revuelo, pero había unas botellas escondidas y ordenadas detrás de una mesa. En teoría Alberto murió borracho. ¿Has visto a alguien que en plena borrachera se dedique a ordenar y esconder las botellas vacías?

Pepa: No, no es lo habitual, pero Alberto era muy ordenado y meticuloso, quizá...

Tris: Hipólito declaró que Mauricio estuvo al menos hora y media en el consultorio, y cuando le preguntaron a éste si había estado allí, dijo que no, lo que hizo sospechar a los civiles. Finalmente acabó confesando, y se excusó diciendo que él era un mandado. Y no hay que ser muy avispado para saber de quién es el perro fiel.

Pepa: ¿Y qué va a pasar ahora con tu madre?

Tris: Gracias a mis influencias he conseguido conmutarle la pena capital por el destierro. Luego iré a verla a la prisión donde sigue y lo arreglaré todo para su partida.

Pepa: Mi vida, admiro tu valor y tu entereza, pero creo que deberías estar ahora con tu madre. Piensa que ella ha hecho lo que ha hecho por tu bien, para evitar que yo me acercara a ti y a nuestro hijo. Ella te dio la vida.

Tris: No Pepa. Yo ya no tengo madre. Francisca Montenegro ha cruzado la delgada línea que separa lo moral de lo inmoral. Y ha estado a punto de arrebatarme lo mejor que tengo en esta vida junto a Martín: a ti. Y eso no lo podía consentir. Pepa, ven esta noche a nuestro escondite, quiero que todo vuelva a ser como antes.

Pepa: Allí estaré.

*****

En el calabozo donde está Francisca.

Tristán: ¿Cómo se encuentra?

Doña: ¿Cómo quieres que me encuentre? Has traído a tu madre al patíbulo, jamás me esperé eso de ti.

Tris: No desespere, que no le van a ajusticiar. He movido hilos y al final he conseguido que la destierren. Pasado mañana viajará hasta Cádiz y de allí cogerá un barco que la llevará a La Gomera. Pero aunque no la ajusticien en la plaza del pueblo, usted para mí ha muerto. Pero quería darle las gracias. Gracias a sus artimañas para separarme del amor de mi vida, nos ha dejado vía libre para consolidar nuestro amor ante los ojos de Dios y de los hombres.

Doña: Hijo.

Tris: No me llame hijo. Yo no tengo ni padre ni madre desde este momento.

Doña: Hi... Tristán, ¿serviría de algo si te digo que lo siento?

Tris: Sinceramente, no. (se da media vuelta y se dispone a irse)

Doña: Tristán, espera. Posiblemente esta sea la última vez que nos veamos, así que quiero decirte algo.
En realidad sí que tienes padre. Al menos natural.

Tris: ¿De qué habla? ¿No será otra treta de las suyas, verdad?

Doña: No, hijo. ¿No te parece que tienes cierto parecido con Raimundo Ulloa? ¿Nunca te has preguntado por qué tanto odio hacia Ulloa? Hijo, el odio más profundo suele ser heredero del amor más profundo.

Tris: (anodadado) ¿Y él lo sabe?

Doña: No lo creo. Pero debes decírselo. Dile también, que a pesar de todo, nunca llegué a olvidarle y que nunca le olvidaré...
#16
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 00:58
Pepa entra en el chozo y no puede evitar un gesto de asombro al descubrir sobre la mesa un banquete especial, con carne asada, verduras y fresas de postre. Las servilletas, cuidadosamente dobladas descansan sobre unos platos humildes, pero bonitos.

Pepa: ¿Y este despliegue?

Tristán: (Se acerca a ella y la abraza, recreándose durante unos segundos en su aroma) Ay, Pepa, no sabes cuánto he deseado este momento. He anhelado tus caricias, tus besos, tus palabras, tu cuerpo cada segundo.

Pepa: Pues basta de anhelar. Estoy aquí, mi amor, estoy a tu lado, ya para siempre. Te amo, soldado, y voy a pelear con uñas y dientes por ti.

Tris: Pues eso hay que celebrarlo, así que siéntate a la mesa, que se enfría.

(Pepa levanta la servilleta y se encuentra bajo ella un pequeño estuche. Mira a Tristán con gesto de interrogación, pero sabe lo que hay en esa caja. La abre y encuentra un precioso anillo)

Pepa: ¿Y esto? -pregunta sin poder borrar una sonrisa de su cara.

Tristán: (hinca la rodilla en el suelo) Pepa Balmes, puede que no sea el mejor momento, pero no quería esperar ni un segundo más. ¿Quieres casarte conmigo? ¿Me harías el inmenso honor de ser Pepa Balmes, señora de Ulloa?

Pepa: ¡Sí, sí, y mil veces sí! (de pronto se para en seco) ¿Has dicho de Ulloa? ¿Es que me quieres casar con Sebastián? (ríe)

Tristán: Bueno, al final Martín va a poder llamar a Emilia y a Sebastían "titos". Al parecer mi verdadero padre es Raimundo, lo cual es motivo de alegría. Saber que por mis venas no corre la sangre de Salvador Castro es un alivio infinito. Pero ahora no hablemos de eso, ya habrá tiempo. Ahora sólo bésame.

Tristán y Pepa se besan con locura, como si esa fuese su última noche en este mundo. Los ropajes no tardan en caer al suelo, testigos de las prisas de los amantes, porque el amor es prisa, pasión, respeto, inconsciencia, locura e impaciencia.

Aquella noche hicieron el amor como nunca antes lo habían hecho. Ahora, por primera vez desde que se conocían, eran totalmente libres y conscientes de su libertad. Por primera vez en años, Pepa Balmes y Tristán Ulloa conocieron de primera mano la felicidad.
#17
verrego
verrego
29/06/2011 01:12
Arte, sigue escribiendo, que no me gusta leer lo que escribo y yo también necesito una historia alternativa.
A parte cuantas más historias alternativas mejor.


:D
#18
Artemisilla
Artemisilla
29/06/2011 01:14
En cuanto pueda me pongo a ello!

Y vosotras seguid escribiendo, que PV necesita guionistas!
#19
laurarl92
laurarl92
29/06/2011 01:15
Arte me encanta!!!
te cargaste al pollobambi*muahahahha*
sigue escribiendo que aquí tienes una fan:)
#20
thirdwatch
thirdwatch
29/06/2011 01:15
Artemilla ¿Te puedo acortar el nick en Arte? Sigue escribiendo. Aquí una adicta a series alternativas a la que vemos
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