Rol | Aulas - Finalizado

Olivia sonríe ante la cámara un tanto nerviosa. Es la primera vez que sonríe ante una cámara y la primera vez que saldrá ante millones de tele-espectadores. Típicos nervios del novato.

Olivia: En este centro cada día nos proponemos retos que consisten en educar a todos y cada uno de nuestros alumnos. Nosotros no nos fijamos en como son por fuera, sino por dentro. E intentamos que de cara al futuro sean personas. (Pausa y toma aire. A Cristina) Pero entre usted y yo... La mayoría son un poco cabrones.

Olivia sonría feliz ante la cámara.

Cristina: ¿Pero aquí también hay alumnos buenorros como en la serie esta.. Física o Química?

Las dos ríen.

Olivia: Digamos que hay un poco de todo. Un cincuenta por cien de los alumnos afirman tener alguna pareja en las relaciones sentimentales y un diez por ciento tiene algunos problemas psicológicos. Aún así este centro educativo esta especializado en la ayuda de cual quier persona. Por supuesto que no discriminamos a nadie y os puedo asegurar que todo alumno que salga de este centro sera una persona correcta y bien formada de cara al futuro.

Las dos están hablando, cuando de repente un chico se coloca dentro de la cámara.

Chico: ¡Pin, pan, toma lacasitos!

Cristina: ¡Si te viera tu madre!

Ríe y se vuelve a dirigir a Olivia.

Cristina: Bueno, muchas gracias. Ahora haremos un recorrido por todo el instituto...

Cristina y el cámara siguieron adelante, dejando a Olivia detrás. Cristina mira todas las instalaciones junto a su cámara, David. Comentaba todo lo que veía, hasta que vio a.. ¡Sonsoles!

Sonsoles: ¡Anda mira, paparazzis!, ¡Yo soy Maria Sonsoles de la Concepción Cubero de las Rosas Santiago Rocher del Campo Sierra Reynolds Matamoros, soy muy famosa en este instituto, no hagáis caso a la directora, que tiene una hija drogadicta, son mala gente!. Venir, venir, que os cuento todo, ¡yo aquí lo se todo en este instituto!

Cristina: Eh.. no gracias, nos vamos ya. Corre David, vamonos (susurra)

Dice dándole codazos a su compañero.

Sonsoles: ¡No hombre, no os vayáis!

Cristina: Es que.. ¡ya tenemos suficiente!, gracias de todas formas.

Cristina y David echan a andar rápidamente.

Sonsoles: ¡PUES AQUÍ NO VOLVÁIS MÁS, GENTUZA!

El aire descolocaba su corta cabellera negra y el tronco mojado bajo ella sujetaba sus grandes miedos. La playa parecía no acabar nunca, pero los sentimientos sí lo hacían. Momentos eternos de tristeza que aparentaban ser efímeros pasajes de la vida.
Un día que creía como los demás y que acababa desembocando en la más amarga de las pesadillas.
Y ese mes parecía haber sido el peor del año, miles de recuerdos arremolinaban su cabeza, recuerdos dulces y tristes del pasado, aunque ahora ese último adjetivo se contradecía en la densa niebla de su cabeza. Nadie dijo que los dieciseis fuesen fáciles.
La muerte de su tía la había azotado como el despertar de una tormenta en lo alto del cielo oscuro de su vida, la mentira de su madre fue la primera gota que ocasionó la tempestad que vino cuando Izan pronunció sus pensamientos, palabras que jamás imaginó juntas entre sus labios dirigiéndose a su persona. ¿A caso no bastaba un Te quiero?
En ese período descubrió que la magia no existía, que los cuentos de hadas sólo eran invencciones para acallar las voces que incitaban a los más desfavorecidos a visitar a la muerte. Y que los amores imposibles no eran como en la literatura clásica... Que la Cathy del presente jamás moriría en los brazos de su amado, ni que el señor Heathcliff se reuniría con ella en el otro lado. Tampoco creía que el señor Darcy del siglo XXI se plantaría alguna vez delante de Elizabeth Bennet y se le declararía sin miedos que los separasen, a pesar de la distintas posiciones sociales de sus familias. No existían Romeos y Julietas, todo era producto de las imaginaciones soñadoras de algunas personas como ella, atrapadas en un mundo que no merecían vivir.
¿Y dónde quedaba su historia? Cuando la edad y los prejuicios se interponen no hay amor que los supere. La valentía en los hombres era una leyenda olvidada en las tribus de la más lejana Asia. Y ese Siempre era una palabra inexistente en los tiempos que corrían.
Después estaba Javier... Tonterías que rompían amistades. No quería guardarle rencor, pero el gran enemigo de muchos la seguía desde su nacimiento, orgullo infinito y dañino que cerraba más puertas que la muerte.
Y ahora se juntaban todos los términos, ahora se daba cuenta de que su historia se parecía a las de los libros de romance, que el Orgullo y Prejuicio que emanaban sus personalidades acababan desembocando en unas inmensas Cumbres Borrascosas. Lo que le había tocado vivir era bello en sí, pero no acababa en final feliz.
Sara sujetaba su nuevo iPod entre los finos dedos de sus manos. Leía el título de la canción que le había recomendado Javier: Shattered. Sus grandes cascos tapaban sus orejas, subió el volumen hasta más no poder y pulsó el botón del play en el momento en el que una fina lágrima impactó contra la pantalla del pequeño aparato.

La música comenzó a sonar...

Dulce camina por la terminal, miles de recuerdos estallan en su cabeza. Aquí había nacido, había pasado su infancia, su adolescencia, se había divertido, había sufrido.. se había enamorado. Pero ahora tenía que empezar de cero, empezar una nueva vida lejos de todos los recuerdos, olvidar y mirar hacía el futuro. Maleta en mano, recorre el pasillo hasta llegar al mostrador para facturar los billetes.

Mujer: Buenos días, su billete y su DNI, por favor.

Dulce busca en el bolso y coge su cartera, de donde saca el DNI, pero... ¿y el billete?.

Dulce: Un momento, por favor.

Dulce deja el bolso sobre el suelo, se agacha y rebusca por el bolso, nerviosa. No se lo podía creer, juraría que lo había guardado antes de salir de casa, antes de despedirse de Ivan...

La respiración de Iván aumentaba a cuanta más velocidad añadía al correr. Sabía que se estaba adentrando a una gran locura, pero prefiere esto a cien años de arrepentimiento.
La gente del lugar, iba apartándose del camino a medida que iban viendo a este pasar. Iván lo tenía ya muy claro, tenía que marcharse de allí si quería vivir la vida sin tristezas del pasado y malos recuerdos por los que no había luchado. Ya pasó una vez por lo mismo, y no quiere volver a cometer la misma estupidez.
La voz de una mujer joven, anunciaba en todo el lugar la preparación de los clientes en tomar su vuelo en hora.
De repente para. Todo a su alrededor para. Mira hacia ambos lados. Ni rastro. Se temía lo peor, haber fallado, haber fracasado, tan solo es cuestión de volver a comprar el billete para destrozarle la vida a uno en un misero segundo del tiempo. Pero no, estaba ella allí, en el mostrador del aeropuerto. Detrás de ella, una larga cola retenía el paso de los viajeros.

* Lo sentimos mucho, pero por problemas técnicos todos los vuelos han sido retrasados. Gracias y disculpen las molestias.*

La voz de aquella mujer vuelve a sonar en toda la sala. Iván sonríe ante aquella nueva noticia y se dirige hacía aquella muchacha.

Iván: ¡Ey! ¿Buscabas esto?

Este, saca de su bolsillo dos billetes para el vuelo hacia Nueva York. Dos personas.
Iván sonríe cuando la cara de la chica encuentra la del él.

Dulce mira sorprendida a Iván, el le había quitado el billete.

Dulce: Iván.. ¿que haces con mi billete?.. ¿con dos?.

Miles de ideas se le pasan por la cabeza, hasta dar con una. El corazón le da un vuelco con una mezcla de ilusión y miedo.

Dulce: No.. Iván.. no puedes hacerlo..

Dice mirándole con ojos tristes.

Iván se acerca al mostrador y le da los billetes a la chica.

Iván: Lo siento... pero ya lo he echo.

Ríe.

Iván: No te quiero perder ¿Vale? Y si eso significa dar la vuelta al mundo contigo, lo haré. Me da igual donde vayamos mientras sea siempre contigo.

Dulce: Pe.. pero.. ¿y tu madre, tus amigos, el instituto?.

Pregunta nerviosa, mirándole fijamente.

Iván: Lo entenderán. A mi madre le he dejado una nota, se que si me despedía de ella en persona no podría irme. Y de mis amigos... mi madre ya se encargará de eso.

La mira y sonríe.

Iván: Ahora solo quiere irme contigo.

Dulce: Estas mal de la cabeza...

Ríe y le abraza fuertemente, aliviada.

Las clases ya han terminado. Las horas pasan y no quieren volver. El viento sopla un aire fresco de Febrero. Los árbol son mecidos por el viento. El reloj de la plaza principal marca las seis y media de la tarde. Olivia recorre un trayecto hacia su casa a pie. En sus manos lleva bolsas llenas de papeles y objetos que corresponden al centro educativo.

En el ambiente se palpita el estrépito formado por los chavales que juegan con la pelota en medio de la calle. Olivia crea el silencio. Una melodía un tanto alegre interrumpe su paz. Otra vez el teléfono móvil con el mismo número de teléfono de horas antes. No puede contestar. Sigue caminando hacia su casa con las bolsas en mano, con un aire cansado mientras el teléfono sigue sonando.

Unos minutos antes de llegar a su destino, para en frente de un parque infantil. Los recuerdos invaden su mente. Recuerdos de una vida mejor... De una historia que es agua pasada en compañía de su hija Sara.

Dulce e Ivan suben al avión, juntos. Ivan había decidido sacrificar su vida con su familia, por ella. Ahora a los dos les tocaba olvidar y caminar hacía el futuro, juntos. Vivir nuevas experiencias y ser felices, por fin, sin ataduras ni nada por el estilo. Tenían un gran futuro por delante para cumplir sus sueños.

Fin de la canción.

El recibidor en penumbra y la casa vacía. Se respira la soledad en el ambiente. Las horas que pasan y no regresan. Hay un profundo silencio. Olivia abre la puerta principal de la casa y entra sin hacer ruido. Busca con la mirada a su hija. No esta. Javier tampoco.

Empieza a recorrer el habitáculo observando hasta el más mínimo detalle. Encima de un mueble cerca de la habitación de su hija encuentra una fotografía dentro de un marco dorado. Lo coge con mucha delicadeza y empieza a observarla, a la vez que una lágrima recorre su rostro. Seguidamente la deja en la misma posición de antes y se dirige hacia su habitación cuando un pequeño sonido interrumpe en la paz del lugar.

Olivia se dirige hacia el recibidor con tristeza. La luz del atardecer ilumina el habitáculo, dándole un baño de luz fantasmagórico. Olivia se sitúa delante de la puerta y seguidamente la abre. Su rostro cambia en tan solo un instante. Estupefacción total. Se queda paralizada. Como un bloque de hielo. La respiración aumenta. No salen las palabras. Solo un suspiro...

Olivia: (Paralizada) ¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Como me has encontrado?!

La persona que se encuentra frente a Olivia, mira fijamente hacía la mujer. Mientras que el silencio inunda el lugar, se cruzan varias miradas de odio, miradas asesinas. Hasta que por fin, la persona, decide romper el hielo.

¿?: Vengo a recuperar a mi hija...

Olivia mira sorprendida a esa persona, no se lo podía creer después de años y años... había vuelto.

Sigueeeeeeeeeeeeeeeee