FormulaTV Foros

Foro Polseres vermelles

Fanfics de Polseres Vermelles?

#0
aitor-carrasco
aitor-carrasco
17/07/2012 21:55
E mirado en fanfiction.net pero no hay alguien sabe de algun sitio? o alguien se anima a escribir uno por aqui?
#1
ajc66
ajc66
17/07/2012 22:15
tu no te preocupes que con el bombazo que esta siendo la serie van a salir fanfics de hasta debajo de las piedras
#2
Snowball
Snowball
05/09/2012 10:17
alguien se anima?
#3
Snowball
Snowball
14/09/2012 14:36
La meva polsera vermella (Mi pulsera roja) (R15)
Por Effie Trinket
POTTERFICS.COM

Prólogo



Limpiar Texto Capítulos

Prólogo
I
Comenta este capítulo


- Hola - me dijo alguien desde detrás mía - ¿Qué tal?



Supongo que intentaba ser simpático.



- Bien - murmuré y después me giré para mirarle a los ojos. Pero sin querer la vista se me desvió hacia un poco más abajo, hacia su pierna.

- No pasa nada - y falseó una sonrisa - No eres la primera persona que la mira así.

- Yo… lo siento - y bajé la mirada.

- ¿Qué te pasa? ¿Qué haces aquí? - preguntó e hizo una pirueta con la silla de ruedas, cosa que me indicó que ya hacía bastante tiempo que se encontraba entre esas frías paredes.

- Estoy enferma - dije secamente.

- Ya, lo suponía - su tono era tranquilizador y amigable, sin conocerlo daban ganas de hablar con él durante horas y horas - Soy Jordi - y me tendió una de sus manos.

- Jo Carme.



Empecé a andar lentamente pasillo abajo, dejando las enormes vidrieras tintadas detrás de mi. Era deprimente pensar que fuera de allí el mundo seguía igual que siempre.



- ¿Y te dolió? - me atreví a preguntar.

- No, que va - y se pasó una mano por encima del muñón - Duele más el miedo que la operación. ¿A ti te tienen que operar?



Supuse que hablar de estas cosas allí dentro estaba prermitido y no había ningún tipo de tabú, ya que no se cortó nada en preguntarlo.



- No, afortunadamente no.

- Anorexia, ¿verdad? - preguntó, aunque ya sabía la respuesta.



Agaché la mirada. Para mi aún no era cómodo hablar de eso, Pero creí que se merecía un simple sí, así que me limité a asentir.



Me siguió, en silencio, hasta que llegué hasta mi nuevo castillo de sueños, número 433.



- Esta es mi habitación - le indiqué.

- ¿Esta? - y levantó las cejas. Se veían mucho más oscuras y resaltaban bajo esa cabeza calva.

- Sí.

- Aquí está una amiga mía, Cristina.

- Aún no la he conocido.

- Seguro que te caerá bien - asintió el chico.

- Eso espero.

- Bueno, te dejo - y volvió a rodar encima de la silla - Ya nos veremos por aquí.

- Sí, tampoco podré irme muy lejos - suspiré.



Y entré en mi nueva cámara. Era acogedora, bueno, todo lo acogedora que puede llegar a ser una habitación de hospital.



Mi poco quipaje constaba de un par de pijamas y zapatillas, mi colección de libros y CD's, junto con el iPod y mi ordenador. Pocas cosas más.



Entré en el baño para dejar allí mi neceser, justo al lado de otro. Levanté la vista y me miré fijamente. De verdad que daba miedo. "La sobrina de Drácula" bromeaba mi padre, pero la broma había llegado demasiado lejos. Pero lo que más miedo me daba era como me veían los demás, cadavérica, y como me veía yo, como un auténtico pez globo. Me puse a llorar, de nuevo. Hacía ya más de un año que lloraba por casi todo, ya se había convertido en una pesada costumbre. De verdad que me daba miedo a mi misma.



Pasé mis blancos y temblorosos dedos por debajo de mis ojos para secarme las lágrimas. Esas malditas ojeras que ya ni con maquillaje se podían disimular. Suspiré. Sí, la bromita de "estoy gorda" se me había escapado de las manos, pero es indescriptible la sensación que me invade cuando me acerco a la comida, ese olor vomitivo que invade mis fosas nasales y me entran ganas de vomitar. No es que no tenga hambre. La tengo, pero cuando me ponen el plato delante se esfuman y me entran ganas de vomitar. Ya no es por mi aspecto físico, ahora ya es una manía.



Mis amigas siempre me preguntaban como era posible no tener hambre. Y yo, como respuesta, les decía que era algo psicológico y no del estómago. Si tu te repites muchas veces que no tienes hambre, de verdad que no la tienes, o al menos no la sientes. Al principio sufres, pero luego te acostumbras, aunque claro, eso último a ellas no se lo decía.



Me senté en mi cama a esperar, aunque no sabía que esperaba realmente, Un milagro. Que me dieran el alta, tal vez. Despertarme y descubrir que todo había sido una de mis pesadillas. Que al día siguiente me vendrían a buscar para llevarme al instituto de nuevo. Pero esperar no sirve de nada si no pones tu de tu parte, aunque eso yo aún no lo sabía. Eso lo descubrí con el tiempo.

No sabía cuánto tiempo había pasado allí sentada.

Carme, ¿verdad?

Levanté la cabeza al oír mi nombre en labios de una extraña. Asentí i la miré. Esa debía de ser Cristina. Delgada, blanca como el papel y ya sin mejillas, pero a pesar de eso no dejó de sonreír.

Soy Cristina - se presentó tendiéndome una mano amistosamente.

Lo sé - admití - Un amigo tuyo me lo ha contado. Iba en silla de ruedas - recordé.

O Jordi o Lleó - dijo cruzándose de brazos y sonriendo aún más.

Jordi, dijo que se llamaba.

Es buen chico - me explicó.

Sí, lo parecía.

¿Quieres que te presente a los demás? - me propuso - Cuánto antes te sientes como en casa mejor.

Supuse que dijo eso para animarme, para sacarme una sonrisa. Pero eso dolió aún más. Me recordó que pasaría muchas noches bajo ese horrible techo. Mi nuevo hogar.



Espera que me cambie - le pedí.

Sí, mejor - añadió - Seguro que si Lleó te ve así creerá que eres una visita. No soporta a las visitas - me contó y se dirigió hacia la ventana mientras y abría mi maleta y empezaba a desnudarme.



Por un momento pensé en meterme en el baño, pero luego pensé en el enorme espejo que había. No soportaría verme reflejada de nuevo en él. Y menos desnuda. A demás. Cristina no iba a ver nada que no hubiese visto antes: Un saco de huesos.



Exceptuando a su hermana Gavina - añadió girándose, como si contemplase las vistas, que no eran muchas, mientras me cambiaba.

¿Gavina? - dije, divertida - ¿Cómo gaviota?

Sí, eso mismo - asintió la chica - Lleó, Gavina,… A su madre le debían encantar los animales - y rió de su broma.

¿Y por qué está él aquí?

También tiene cáncer, como Jordi - dijo girándose de nuevo.



Un silencio incómodo invadió la habitación.



Bueno, veo que ya estás.

Sí, - dije saltando de la cama. El suelo estaba helado, así que metí mis pies en mis zapatillas - Lista.





¿Y quién más voy a conocer a parte de a Lleó? - pregunté de camino hacia los ascensores.

Todos son chicos: - explicó - Está Jordi, que ya lo conoces, y Lleó. Los dos tienen cáncer. Luego Roc, que está en coma, Toni, que tubo un accidente y se rompió todos los huesos posibles, y… Ignasi.

¿Y qué le pasa a él? - pregunté, con curiosidad.

Murió hace unos quince días - suspiró.

Lo… lo siento.

Pero aún está con nosotros, ¿sabes? - dijo - Cada uno tiene una parte de él en su interior, así que teóricamente sigue con nosotros - y sonrió, melancólicamente - También tenemos un grupo.

Ah, ¿si?

Ahá - asintió - Els Polseres Vermelles.

Suena interesante - admití.

Está el líder y el colíder: Lleó y Jordi, respectivamente. Luego el imprescindible, que es Roc, y Toni el listo - explicó ella contándolos con los dedos - Yo soy la chica y Ignasi era el guapo. Tu podrías substituirle.

De ninguna de las maneras - me negué - Para empezar, yo no soy "el" guapo. Y a demás, si teóricamente él sigue con vosotros, yo no puedo ocupar una plaza que no está bacante.

Tienes razón - admitió - ¿Pero entonces? ¿Qué puedes ser?

¿La acoplada? - propuse haciéndola reír.
#4
Lore2010
Lore2010
15/09/2012 21:05
Síguelo, que me ha encantado^^ ¡Es genial que por fin haya un fic de los Pulseras! guiño
#5
Snowball
Snowball
15/09/2012 22:12
no es mio! lo e sacado de potterfics.com seguro que debe de haber mas en esa pagina o en otro sitio si la autora continua lo ire poniendo aqui