El Rincón de Raimundo y Francisca. 16 años después... ¡Queremos gozo en el otoño de la vida!

No se porque la gente se queja tanto, de verdad. Muchos todavia no han asimilado la marcha de Megan ni lo harán nunca visto lo visto. En fin xd, a la mayoria se le olvida que esto es solamente una serie, no entiendo porque llega a ser tan personal paa muchos.

A mi estos nuevos aire me gustan y mucho. Creo que eran necesarios, al final después de tantos capitulos, mismas tramas hacian mucha falta. Y todo el mundo de mi entorno que la ve opina lo msimo.

Estoy más que encantada con lo que estoy viendo y respecto a estos dos las cosas pintan muy pero que muy bien. ¿No os parece?Los veo más relajados a los dos y por la labor. Pero me da que para el encuentro se van a hacer de rogar ;)

Por cierto menudos vestidos bonitos le estan poniendo a Francisca, el pelo ya es otra cosa xddd menudo pelucón.

¡Otro hilo que está precioso! jajaja

Esto ha sido un cambio como el salto, un cambio a mejor (más nuestro). Esperemos que pronto la cabecera se llene de nuevos momentos Raipaquistas, con todas las letras, y que al fin, en estos lares podamos comentar nuestro ansiado muerdo o acercamiento.

La serie, por lo que estoy viendo, me gusta más que antes incluso. Raimundo hecho un chaval, con la Américas recorridas y dinero en el bolsillo... ¿Qué más puede pedir la Paca?

Y Francisca que parece que se ha puesto bien a la moda y eso de tener a la pequeña Ulloa en casa le ha hecho mucho bien. Sigue siendo la misma cacique de siempre, pero cuando está María se derrite de una forma que dan ganas de comérsela.

¡Espero que para el reencuentro no tarden mucho! Que un susto más como el de ayer y a Francisca le da algo. Pobrecilla mía, toda ilusionada y va, y es Olmo...

En fin. Yo dije hace tiempo que tenía ilusiones en el salto y ahí siguen, aun más cuando los tienen a los dos temblando como un flan por verse...

Os dejo unas gotillas, siento el retraso.

Hubo de secarse las lágrimas que empañaban su rostro. Haber entrado en la habitación dónde Tristán y Soledad, de pequeños, amenizaban sus tardes con juegos, no había sido una buena idea. No, pues le estaba haciendo recordar demasiados sentimientos. Se encaminó hacia la puerta. Tratando de calmarse antes de dejar pasar a Mauricio, quien esperaba su aprobación para cumplir con la orden de Salvador. Mas, antes, otro trozo de los años pasados volvió a su mente. Un encuentro con aquel con quién un día creyó que pasaría el resto de su existencia.


Tarde

-Cállate.- le exigió. Mirando de reojo a su hija. Respirando tranquila al verla perdida entre el aroma de las flores del puesto que había en mitad de la plaza. –Ya es demasiado tarde.- pronunció en un susurro. Audible en su totalidad para él. Dolorosa a partes iguales para ambos, que habían de resignarse a aquella realidad.

No se vio con fuerzas como para enfrentarse a la mirada de Raimundo, y agachó la suya sin saber bien dónde fijarla.

-¿Demasiado tarde?- se movieron los labios del Ulloa sin contar con la razón.

Francisca tembló ante tal interrogación. Titubeó un instante e irremediablemente dejó que sus ojos se clavasen en los castaños de Raimundo. ¡Y pensar que ella se hacía la misma pregunta! Que cada noche al acostarse soñaba con un día mejor de la mano de él. Que a cada instante imaginaba que un “te quiero” susurrado al oído lograría enriquecer su existencia.

No podía ser cierto que ellos que tanto se aman, hubiesen de resignarse a una vida el uno sin el otro. No podía ocurrir que por una triste y dolorosa decisión sus vidas se gangrenasen de esa forma. Que ambos, rebosantes de cariño y amor, tuviesen que guardarlo en el fondo de su alma para no entregarlo jamás. Porque a otro no podrían darlo. Sus corazones latían el uno por el otro, y no admitían cambio.

¿Quién podría guardar caricias en sus manos? ¿Quién sería capaz de sellar sus labios escondiendo en ellos besos no entregados? ¿Quién buscaría entre sus palabras un “te odio” cuando el sentimiento es el contrario? ¿Quién se acostumbraría a que tales cosas fuesen para siempre?

Un suspiro. Dos. Ocultos entre orgullo y talante. Incansables y agotadores. Culpables en parte de aquella situación, pues eran ellos los que le habían negado al corazón una oportunidad. La oportunidad de descubrir si habrían sido felices el uno al lado del otro, si la convivencia y los hijos no hubiesen desgastado el matrimonio, si tanto Francisca como Raimundo hubiesen seguido alcanzando la plenitud cada nuevo día.

Ahora simplemente se resignaban a continuar con sus vidas tal y como estaban. Él haciendo acople de entereza, faenando jornada tras jornada y haciendo de sus hijos dos personas alegres y educadas. Y ella aguantando cada nuevo golpe, soportando la frialdad que la marcha de Tristán había aportada a la Casona y la convivencia con su esposo, viendo a cada día en su hija la tristeza y el dolor que ella misma sentía.

El destino les había hecho girar bruscamente ante un camino plagado de espinas. Un pesar tras otro habían vivido desde que sus rumbos tomaron rutas muy diferentes. Y en ese sendero que la vida les había impuesto duramente, la única gota de agua que les mantenía con vida era el recuerdo de aquel amor que un día disfrutaron. Ahora habían decidido odiarse, aparentarlo al menos, para poder tener una escusa para verse e intercambiar algunas palabras. Aunque, estas, siempre frías y vacías, cargadas de mentira. Pues el calor y la verdad, la plenitud, la dicha, se la arrebató cruelmente el sino.

-Madre.- se escuchó una dulce voz. Que aunque no interrumpió palabra, quebró la profundidad de sus miradas. Raimundo la apartó muy a su pesar, dirigiéndola hacia cualquier otro lado que no fuese ni Francisca, ni su hija Soledad.

La niña, de apenas 12 años, había quedado perpleja al verlos a ambos de aquella forma. Sin gritarse como siempre hacían. Sin hablar siquiera. Simplemente mirándose, y en sus mirada, vislumbró de todo menos odio. Soledad frunció el ceño sin entender. Y, sintiéndose fuera de lugar, fue a girar sobre sus propios talones para salir del patio de la Casa de Comidas y volver a la plaza sin romper lo que allí estuviese aconteciendo. Mas, Francisca pareció salir rápidamente de su ensimismamiento y sin mediar palabra con nadie abandonó la estancia, dirigiéndose hacia una de las calles que daban salida del pueblo.

Unos largos instantes titubeó entre si correr tras ella o dar alguna palabra de aliento al hombre que tenía frente a sí, pues realmente parecía afectado por lo que hubiese pasado con su madre.

Y sin comprender que el motivo de tanto desaliento no era sino una pregunta que ninguno de los dos se atrevía a responder, cruzó la plaza y se posicionó junto a su madre. Observando durante todo el camino restante el gesto abatido y melancólico que llevaba consigo.”

Se apoyó en la columna de mármol que tenía junto a ella, no supo si mareada o simplemente confundida, y al encontrar un poco de la estabilidad de la que su vida carecía: lloró.

1895. Las últimas horas del monstruo

Secó sus lágrimas antes de atreverse a releer.

”A mis dos amores.

Hermana, espero seas tú la primera en descubrir esta carta, eso significaría que no has cambiado nada y que sigues siendo la misma niña curiosa que dejé en mi última visita a la Casona. De aquello hace ya largo tiempo, y no sabes cuando te echo de menos, pequeña. Estos ambientes no son nada agradables y… si la sola compañía de alguien conocido nos hace bien, imagina que no haría tu presencia. Aunque, esto no es sitio para ti, en realidad para nadie, pero aquí decidí venir tras mi estancia en Asturias y he de acatar mi decisión.
Dejo de aburrirte con mis cuitas, y supongo que por allí las cosas irán bien. Tú supiste ganarte el afecto de nuestro padre, no habrás de soportar insultos ni humillaciones, hermana. Pero no te culpo por ello. Al contrario, espero y deseo que así, con el cariño que padre jamás me profesó, puedas ser lo feliz que yo nunca pude llegar a ser en la Casona.

Me despido de ti, hermana mía, confió en recibir letra tuya pues hace tiempo que escasean tus misivas. Recibe un abrazo afectuoso de mi parte.”

Pasó la página.

“Y usted, madre, no sabe cuanto anhelo sus regañinas. Sé que a cada carta me repito, pero más cierto termina siendo a cada nuevo amanecer. Esto es hostil, madre, duro y cruel para quien ama la vida. Injusto para muchos y placentero para pocos. He visto cosas terribles, y, a cada noche, para acallar mi conciencia he de reconocerle que recito en mi cabeza aquellos cuentos que Rosario nos leía a Soledad y a mí antes de dormir. Con el nuevo día levanto a sabiendas de que nos espera una batalla peor a la antes librada, y más horrible resulta dormir cargando con las vidas que han sido arrebatadas.
Disculpe, discúlpeme, madre. No quiero incomodarla haciéndole leer lo que aquí me acontece. Sé que si esto me resulta frío y doloroso, más aun lo es la Casona y la convivencia con mi padre. Pero la conozco a usted más que de sobra para saber que es fuerte e inquebrantable como una roca. Usted mantiene la entereza a pesar de todo, cosa que en mi es más que reprochable. No aguanté, madre, no pude y lo sabe. No recibir el afecto de padre me hacía sentir un mal hijo y por ello marché. Quizás no debí hacerlo, pero ¿qué podía hacer? ¿Seguir soportando sus indiferencias? ¿Sus reproches incasables? No, madre… Apenas era un niño. He tardado años en comprender mis propios sentimientos, y al hacerlo apenas puedo describirlos. Es duro renegar de quien te dio la sangre, pero él lo hizo antes conmigo y créame que me resulta doloroso reconocerlo, pero… Ojalá mi padre hubiese sido otro, alguien capaz de darle a un niño el cariño y la ternura que necesita, alguien que hubiese estado ahí, que me hubiese llevado a montar, a cazar… Alguien paciente dispuesto a enseñar. Alguien afable. Alguien que la hubiese hecho feliz, madre, pues sé que no lo es en aquel gélido lugar.
Si le hablo ahora de esto es por que… Porque sintiendo la muerte de cerca no queda más remedio que sincerarse con quien uno ama y aprecia.
Con usted, mi madre, quien me dio la vida.

Le quiere, su hijo Tristán.”

No pudo doblar la carta para guardarla. Su mirada quedó clavada en las últimas palabras que se leían de aquellas estiradas y cursivas letras. Encerró un sollozo entre sus labios. Hacia demasiado que no veía a su hijo y aquella carta, aquellas letras suyas imaginando cuan distinto hubiese sido todo con un padre que no fuese el Castro, aquella descripción horrenda sobre los días allí en la guerra… Cerró los ojos. Repitiéndose una y otra vez que todas las decisiones tomadas en el pasado habían sido por el bien de él, aunque ahora la duda de si hubiese sido mejor hablar la acechaba.

Las puertas correderas se abrieron de par en par dando paso a un ofuscado Salvador Castro. Francisca escondió rápidamente la carta, ocultándola entre las demás recibidas.

-¿Y eso?-preguntó con un brusco tono de voz.

-¿El qué?- respondió ella con otra interrogación, mostrándose entera cuando lo único que precisaba era llorar sin interrupción, en soledad. La mirada de Salvador no dejó margen alguno para proseguir con la mentira. Francisca tomó aire y se levantó. Con paso firme y erguido se acercó a él, tomó la carta de Tristán y se la tendió. –Es de tu hijo, ha llegado hace unas horas.- pronunció con firmeza, incitándolo a que la cogiese.

-De seguro te ha escrito para llorar como una plañidera al verse en semejante.- apuntó Salvador sin mirar siquiera la misiva. La Montenegro se la acercó aun más y el Castro terminó por bajar la mirada hacia la mano de su esposa.

-¿Es que no quieres leer las palabras que te dedica?- formuló. Aquello era parte de un juego, o estrategia, si Salvador no veía problemas en tomar la carta no lo haría.

-Ninguna de todas sus letras irá dirigida a mi.- habló con rotundidad.

-Bien merecido lo tienes.- musitó Francisca, bajando la mano en la que tenía la carta y haciendo ademán de salir. Pero Salvador la tomó del brazo, impidiéndole aquella acción.

-Repite eso.- le exigió repentinamente encolerizado. Ella apretó sus dientes soportando a duras penas el intenso agarre, el cual fue sucedido por un fuerte zarandeo.

-Tristán se fue por tu culpa.- dijo enfadada. Soltando de una vez algo que no se había atrevido a decir en años. –Si no te manda nota suya en absoluto es recriminable.- continuó con el mismo tono impetuoso con el que comenzó. –Cosa la cual no se puede decir de tu actitud.- le reprochó. Bajando un poco el tono y logrando zafarse de él.

-¿Mi actitud?- rio el Castro con ironía.

-Sí, tu actitud.- no supo de donde sacaba la rabia, o mejor dicho la valentía para descubrirla tras años de silencio. –Durante años estuviste soltándole un improperio tras otro, ridiculizándolo, comparándolo con Carlos y diciéndole esto y lo otro…- respiró con fuerza, alterada.

-¿Y acaso no los merecía? ¿No era Tristán un…?

-¡No!- gritó.

-No te consiento que me levantes la voz, Francisca.- se acercó a ella y la volvió a agarrar.

-Si te levanto la voz es por que estoy harta.- apretaba los dientes y la ira se podía ver desde leguas en sus ojos. –Llevo años callada, soportándote. Aguantando en silencio tus malos modos, tus enfados innecesarios, tus nulas muestras de afecto hacia los niños…- continuó sin bajar el tono de voz a pesar de las palabras de Salvador pidiéndole silencio. –He callado todos los días que he pasado a tu lados, Salvador. Y ninguna queja has de tener de mi como esposa y madre.- se movía incansable en los brazos de él. Tratando de soltarse. –Para esto te sirvieron todas las flores y agasajos…- no la dejó terminar. La soltó de pronto y estrelló su mano contra la mejilla rosada de Francisca. Ésta soportó el golpe y respiró un par de veces antes de volver su rostro hacia él. –Ves, ¡eres un cobarde! ¡Un cobarde sin agallas!- chilló. –Para esto te ha servido tu “valentía”.- le preguntó irónica. – Para pegarle a una mujer y a unos niños indefensos.- continuó. Clavando su mirada en la de él. -¿Es que nada vas a decir? ¿Callas?

-No tengo interés en seguir hablando contigo.- le espetó. Apartándola a un lado y saliendo malhumorado de la Casona.

Francisca tembló de arriba abajo al escuchar el portazo que Salvador acababa de dar al salir. Respiró con fuerza. Dándose cuenta solo entonces que no debió de haberle gritado y mucho menos decir lo que había dicho. Se llevó una mano al pecho, calmando su respiración. Y sobre todo, temiendo la venganza del Castro a su llegada.

Por favor Ro esto en una agonía pobre Francisca, que se muera ya ese animal, es un asqueroso, ufff lo odio a muerte

Tranquila, Mariajo, que a éste le queda menos de un telediario

P.D. Que se me olvidó (para variar) comentarlo... ¡Que hemos tenido bodorrio, chicas!



Relato conjunto: Creemos nuestro propio Puente Viejo

Ni caso, que el ordenador me duplicó los mensajes -.-'

Francisca se entera de que puede que se cruce con Raimundo en la plaza. Decide bajar a hacerse la encontradiza, pero finalmente, Francisca no se encuentra con Raimundo. Aunque Alfonso percibe su interés…

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¡Aquí huele raro! ¿Francisca nerviosa, hormonada hasta la excitación por ver a su hombre, que no le importa bajar al pueblo para cruzarse con él, y encima a la tía le da igual que se perciba su interés? Porque no es por nada, compañeras mías, pero para que Alfonso se de cuenta de ese interés, es que éste ha de ser más que evidente...

¿Qué "#&%@ ha pasado entre estos dos antes de que el Ulloa se fuera a las Américas?

Ella hormonada.
Él nervioso perdido por encontrársela.

Uy Uy Uy no digo nada y lo digo todo. Cada vez pienso con más claridad que algo ocurrió entre ellos. Luego me pegaré un batacazo como siempre, pero a mi esto me tiene de un mosqueado... Sea como sea, solo puedo decir que... ¡ME ENCANTA!

Cuando se vean ¡Arde Troya! Raimundo con su bronceado caribeño y ella en tonos pastel... lo que puede ser ese encuentro! Y eso que nos toca esperar ooooootra semana más. Y por primera vez en mucho tiempo, no estoy cabreada porque me los tengan separados tantos capítulos (¡Ojo! quiero ver ese encuentro YA, no estoy diciendo lo contrario). Pero ese nerviosismo que tienen el uno por el otro, saca de nuevo en mí a la quinceañera también

¡Un beso compañeras! ¡Feliz semana!

P.D. Ibarra, tu equipo ha ganado al mío ¬¬ ¡La vuelta nos la cobramos en casa! ¬¬

Ya perdonareis la pregunta pero como he visto muy poquito la serie tengo una duda...

los nervios de Francisca por ver a su chico se han visto claramente, casi le da un infarto cuando pensó que la venía a visitar pero... ¿cuándo le ha pasado lo mismo a Raimundo? por que hasta donde yo se lo más cerca de nombrar con un poco de cariño a la Paca ha sido cuando lo del no-odio, por lo demás siempre que la ha nombrado ha sido para algo negativo de hecho casi ni la ha llamado por su nombre sino que dice "la Montenegro"...ya me diréis

Mariajo, yo sí noto ese nerviosismo en Raimundo. Puse nerviosismo por no poner que está ACOJONADO, pero vamos, que me has obligado a ponerlo jajaja

Tiene miedo de verla. O al menos eso creo. Y eso es lo que me hace creer que pasó algo antes de que él se fuera.

Pero vamos, puede que todo esto sea nada más apreciación mía

Yo es que después de sufrir el final de 1903 en el que con cada maldad de la Paca se estaba dando un paso hacia atrás en el Raipaquismo, francamente.... estoy viendo algo de luz!!

Al menos vuelvo a estar ilusionada, tanto como la Paca buscando a Rai’..., pero sin disimularlo! Voy a adelantos cada dos por tres a ver si leo algo y, ahí va, las palabras Francisca y Raimundo salen en una frase!!! Y si miras el Premium resulta que la otra está loca por cruzarse con él y él intentando evitarla por algo! Será por miedo a lo que pueda volver a sentir al verla? Habrá pasado algo antes de irse?? tiene remordimientos por algo??

Puede que no se vean la semana que viene tampoco, y qué??? No os da la sensación que el encuentro va a ser para morirnos? Espero y deseo que ella lo vea en su traje blanco y él a ella en su vestido rosa palo con un moño hecho de su propio pelo. Que se crucen esas miradas y aunque no se hablen, llenen esa pantalla y nos hagan temblar!!! Y después a ser posible que tengan una trama, una escena al día, una escena sin discutir, un polvo....final feliz?

Vale, ok, cuando me lleve el hostión estaréis ahí, verdad????

Ro, cariño, no sé si vas a poner en tus dulces y amargas gotas, cómo muere Salvador Castro, pero si lo haces que sea lentamente y con mucho dolor.

EDITO: esa también es mi sensación Ruth! no deja de ser un cobarde!

Por mi parte estoy muy contenta por los derroteros que está tomando la relación entre Raimundo y Francisca. Me encanta verla a ella toda nerviosa por verle y a él hablando de que su odio está más aplacado.

Menos el pelucón de Francisca... el salto nos ha venido más que bien por lo que vemos de momento.

Y dejo aquí una captura que hice de Olmo el miércoles, con ese sombrero que le queda taaaaan bien (no es de Raimundo y Francisca, pero sé de buena tinta que a muchas de por aquí, como a mi misma, nos encanta este gallego tan guapo)

Hola chicas:

Francisca esta hecha un flan por ver a su hombre y yo creo que Raimundo tambien , vamos y yo ni oscuento las ganas que tengo de que se encuentren ya XD que estoy sufriendo lo e no esta escrito vamos creo que como todas vosotras .

Ahora cuando he visto a Francisca en los avances con ese vestido nuevo bueno bueno yo creo que se apicado de Raimundo ha venido hecho un pinel y ella a dicho yo no voy a ser menos jajaja como megusta verle asi , chicas esto parece que de momento pinta bien aunque como bien dice Ruth no me emocionare demasiado por que luego( zas) pero bueno que nos quiten lo bailao jejee

UN BESITO

ROCIO: que artista eres , ya era hora que francsca sacara su genio ante salvador aunque tuvo su consecuencia pero por lo menos que se entere que ya no se calla porfavor haver si tiene un acidente y lo perdemos de vista a este ser tan despreciable .

bravo Rocio .

PDT: perdona si no lo comemte antes pero ya sabes como me va esto.

UN BESITO GUAPA

¡Buenas!

No creo que haya nadie en este momento que esté más emocionada que yo con el salto temporal. Si lo llego a saber...¡lo pido antes! ¡Qué maravilla!

Francisca indagando... Raimundo acojonado por ver a Francisca (miedo a lo que pueda sentir? miedo a la reacción de ella por algo que pasó antes de irse? NADA, y yo me estoy montando una película? jajaja) Sea cual sea la opción, a mí me tiene encantada.

Francisca está guapa a rabiar, y la veo mucho más suave. Raimundo está de un potentorro que quita el sentido. Ella no deja de preguntar por él. Además se entera por María que Rai ha ido a la casona. ¡Por Dios! Cuántas veces ha estado el Ulloa por la casona y no se ha enterado nadie?

Me están haciendo desear este reencuentro entre ellos. Y el que se mencionen tanto a lo largo de los capítulos me emociona. De verdad, hacía tiempo que no estaba tan agoniosa...

Para terminar: María de mi corazón. Voy a pedirte un favor: El reencuentro entre Francisca y Raimundo ya estará grabado así que nada. Pero para la próxima escena que grabes con Ramón, POR FAVOR dedícanos una mirada a ese culo culito enfundado en pantalones blancos. ¿Lo harás por nosotras?

Aquí os dejo las dos escenas de hoy que más me han gustado. Disfrutadlas!

Rai acojonado


Paca preguntando como quien no quiere la cosa


¡Besos!

¡Hola amoreeeees!
Bueno, aquí estamos todas eufóricas con el salto, tanto Francisca como Raimundo salen cada dos por tres y en las escenas de uno siempre sale el nombre del otro... ¡Vamos bien!
Yo también estoy muy emocionada con la "adolescente enamorada" que nos está mostrando Francisca, pero eso de Raimundo rehuyéndola me da miedito... ¡Ojalá sea para bien y pasara algo entre ellos antes de que él se fuera a América! Sea como fuere debe de acercarse ya un momento RaiPaquista fijo.

Además la relación de Emilia y Francisca que se ve en el hilo de avances es curiosa. Me gusta porque parece que se aprecian de veras, yo pienso que nuestra Montenegro a ella la apreciado desde que empezó a trabajar en la Casona, pero esta escena lo corrobora. Aunque a saber lo que ocurrió para que María tuviera que vivir con ella.

Y Mariana como era de esperar ya tiene calada a su jefa, empieza a contarle lo que ha oído de Raimundo, que viene vestido de blanco, con un bronceado caribeño, que ha mejorado como el buen vino... ¡Lo raro es que Francisca no se halla levantado a dar un "paseo nocturno" por el pueblo! Pero que quede claro que a ella el Ulloa no le importa lo más mínimo ¿eh? Que siempre le ha traído jaquecas... Claro claro .

Y ahora Rocío guapa, que sabes que con las gotas me tienes ganada . La carta ha sido espectacular cuando la he leído toda de un tirón, y te confesaré que he llorado un poquito. También me ha encantado la contestación de la Paca a Salvador, aunque luego ha sufrido ese "percance" . Todo lo que le ha dicho es cierto y espero que ese monstruo muera entre terribles sufrimientos. En resumen, has estado fabulosa como siempre .

Un beso muy grande y un abrazo muy fuerte a toooodaaas. Os quiero niñas, y ahora más que nunca, RESISTIREMOS .

Edito: ¡Ruth, acabo de ver tu petición mirada culo-culito y la secundo! ¡María haznos ese favor!

Buenoooooooooooooo, pero que debió pasar entre ellos para que Raimundo se ponga así de nervioso solo en pensar en saludar a la Paca y la otra que no puedA con su vida por verlo.

Mmmmm, me gusta, me gusta muuuuuuuucho.

¡Buenas noches! La verdad es que no puedo estar más ilusionada de nuevo con esta historia. Por fin. Por fin parece que arrancamos. ¿Desde cuándo se mencionan mutuamente dos capítulos seguidos? Mejor aún ¿Desde cuándo se mencionan mutuamente dos capítulos seguidos... tres veces? ¡increíble! Vamos, es que antes del salto, Raimundo acompaña a su nieta a la Casona y no se entera ni una sola doncella de que ha estado ahí, no digamos encima Francisca.

Quiero ver ese reencuentro... ¡YA! Aunque al parecer tendremos que esperar por lo menos hasta la semana del 10 para verlo. Pero, sinceramente, la espera ya no es como antes. Ahora se nombran el uno al otro, están nerviosos por verse... ¡hay algo!

En fin. Que me encanta como están llevando la historia ahora. Que quiero seguir viéndolos nerviosos y sobretodo, quiero verlos juntos. El otro día comentaba con Ruth que tal como están llevando las cosas... empezamos a ver creíbles cosas que nunca antes habíamos pensado veríamos. Veo un declaración, un muerdo o incluso... ¿Un taberning? Pues la verdad, jamás pondría la mano en el fuego porque siempre me he llevado batacazos con esta pareja. Pero hay que decirlo. Pinta bien.

En otro orden de cosas... me encanta Mariana en la Casona. Lo siento pero para mi desde que empezó en la taberna el personaje perdió muchísimo y sin embargo... ahora me rió un montón con las caras que le pone a la Montenegro y está interesante ver esa relación con su sobrina o con Soledad... ¡Me encanta!

Otra cosa a comentar y que siempre se me olvida es lo de Mario Zorrilla. Sigo sin entender como si, Andrea Duro sin ir más lejos, salió en la cabecera, él, que lleva desde el principio, no sale. Con lo genial que es, y el tiempo que lleva... ¡espero que a la siguiente salga!

Pues esto es todo por hoy. ¡A descansar todas!
(Yo también apoyo un culo-culito )

EDITO: Se me olvidaba. El personaje de María y la actriz que la interpreta. Al principio no me gustaban nada ni la una ni la otra pero tengo que reconocer que la verdad, me ha ido ganando poco a poco. Esas ansias por agradar, por ayudar que tiene (me refiero no a lo de Gonzalo y los enfermos, sino por ejemplo al otro día, con Soledad) esa ternura que inspira en Francisca y ese buen hacer con todos los que se cruza... cada día mejor.

TÚ CON GORRA Y YO CON ESTOS PELOS (PARTE III)

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- Pero, ¿se encuentra bien Raimundo? -. Alfonso le hablaba a través de la puerta cerrada de su habitación. Extrañado de que su suegro no se hubiera presentado a desayunar esa mañana a la hora habitual.

- Estoy bien Alfonso, no te inquietes. Tan solo es un ligero… malestar -. Mintió. En realidad, se encontraba frente al espejo, con una pequeña palangana llena de agua, y la barba completamente enjabonada. Se quedó con una mano suspendida en el aire, esperando que su inocente patraña hubiera calado en su yerno.

Silencio. No escuchaba nada. - ¿Alfonso? -.

- Eh… sí, disculpe -. Le resultaba raro ya que antes de llamar a su puerta, había escuchado ruidos extraños en el interior de la habitación. - ¿Quiere que llame al médico de La Puebla? Si salgo ahora podemos estar aquí en… -.

- ¡¡NO!! -. Gritó Raimundo logrando que al otro lado, Alfonso se apartara de la puerta algo sobresaltado. - Quiero decir… -. Se maldijo mentalmente por su ímpetu al responder. - No es más que un dolor en las tripas, creo que la cena de anoche no me sentó demasiado bien -.

Le molestaba tener que mentir a Alfonso, pero lo prefería, a pasar la vergüenza de tener que explicar la situación en la que se encontraba. - De veras, solo necesito descansar y que… nadie me moleste en lo que queda de mañana -.

Alfonso exhaló un suspiro. - Como desee Raimundo, no se le molestará pues. Si necesita algo, o se encuentra peor, no dude en avisarnos -.

Raimundo escuchó los pasos de Alfonso alejándose al fin de su puerta. Se había propuesto dejarse caer por la Casona esa misma mañana. Miró hacia la cama, donde había dejado su mejor traje. Veríamos si después de esa visita, Francisca seguía pensando que era un zarrapastroso.

…………………………………….

Esperaba en la biblioteca después de que una asombrada Rosario le acompañase hasta el interior. La mujer no se había atrevido a preguntarle por la razón de su aspecto ni mucho menos el motivo de su visita a la Señora, aunque era más que evidente que el resultado era más que imponente.

Después de ofrecerle un refrigerio que negó de manera educada, Rosario abandonó la estancia para avisar a Francisca. Raimundo dejó escapar el aire lentamente mientras enlazaba sus manos tras la espalda. Estaba nervioso. No entendía muy bien porqué, pero lo estaba. Deseaba fervientemente que su mejorado aspecto causara una gran impresión en ella, por más que se lo intentara negar a sí mismo. Caminó por la biblioteca intentando parecer despreocupado, sin conseguirlo. Atusó su barba con cuidado. Sentía una leve picazón a la que no prestó demasiada atención.

Pero al cabo de unos minutos, en los que Francisca no había aparecido todavía por allí, aquel leve picor, se convirtió en una terrible picazón por todo el rostro. ¿Qué demonios estaba pasando? No podía dejar de pasar su mano por la barba, intentando aliviar ese malestar. ¡Maldita sea! ¿Tenía que ser precisamente en ese momento? Si no fuera porque Francisca ya estaba avisada, habría escapado de allí como alma que lleva el diablo. Tendría que disimular frente a ella.

………………………………………….

- ¿Que Raimundo está aquí? -.

Francisca se había levantado como un resorte en cuanto Rosario le avisó de la presencia de Ulloa en la Casona. Había salido al jardín para disfrutar del aire limpio y fresco de la mañana. Y esperaba que ésta hubiera transcurrido tranquila, pero estaba claro que sus planes se habían trastocado por completo.

Bajó la mirada hasta su ropa. La misma falda oscura y triste de siempre. La misma que Raimundo había criticado la tarde que se encontraron junto al río.

Bufó furiosa. Ese desarrapado no iba a descubrirla de aquella guisa. Aunque tuviera que estar esperando un buen rato, subiría a su cuarto y se pondría el vestido azul.

- Rosario -, se dirigió a ella. - Acompáñame hasta mi alcoba. Necesito que me ayudes a ponerme el vestido azul -.

- Pero Señora, ¡está a medio arreglar! -. Le informó preocupada. - Aún no me dio tiempo a terminarlo… -. Le recorrió con la mirada. - Además, está perfecta así, no es necesario… -.

- Rosario -. Interrumpió Francisca. - Vamos a subir a mi habitación y me vas a ayudar a poner el vestido azul. ¿He hablado con claridad? -.

La mujer suspiró. - Meridiana, Señora -.

…………………………