El Rincon de Alfonso y Emilia. No concibo mi vida sin ti.
#0
22/06/2011 18:43
“Si de tanto que te quiero me duele.”
Canales
Sandra Cervera y Fernando Coronado.
Mundo fan.
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#11781
14/10/2011 23:29
exprimen la gallina de los huevos de oro hasta el máximo, en las telenovelas sudamericánas pasa lo mismo, si ven que tienen éxito te hacen hasta doscientos capítulos y la mitad es paja, sacan tramas hasta de las piedras, pero así pierde la calidad de la telenovela.
Con ésta pasa lo mismo, se ha convertido en un plomazo, se ve por inercia, pero gracias a la trama de Emilia y Alfonso la veo, la pena es que salen poquísimo. juntos Ya podía haber más diálogos entre Emilia y Alfonso, sin darse cuenta han sacado una historia muy romántica y tierna, sin dramones como Tristán y Pepa, y no saben explotarla.
Yo creo que lo que pretenden es dosificarla a gotas, y nosotras con ganas de ver más, pensando que en el capítulo siguiente saldrán, PERO NO, y así la vemos todos los días. E imagino que en las últimas dos semanas de emisión pondrán más minutos de esta pareja. Pero ahora les interesa así para tenernos pendientes de la novela. Pero como no salgan más, veré todos los capítulos online una vez a la semana. Tonta no soy.
Con ésta pasa lo mismo, se ha convertido en un plomazo, se ve por inercia, pero gracias a la trama de Emilia y Alfonso la veo, la pena es que salen poquísimo. juntos Ya podía haber más diálogos entre Emilia y Alfonso, sin darse cuenta han sacado una historia muy romántica y tierna, sin dramones como Tristán y Pepa, y no saben explotarla.
Yo creo que lo que pretenden es dosificarla a gotas, y nosotras con ganas de ver más, pensando que en el capítulo siguiente saldrán, PERO NO, y así la vemos todos los días. E imagino que en las últimas dos semanas de emisión pondrán más minutos de esta pareja. Pero ahora les interesa así para tenernos pendientes de la novela. Pero como no salgan más, veré todos los capítulos online una vez a la semana. Tonta no soy.
#11782
14/10/2011 23:50
LA MANO DE UN AMIGO (PARTE IV)
Despertó en la camilla del consultorio, confusa, hasta que los recuerdos vinieron a su mente y comenzó a mirar a su alrededor. Su padre y Pepa aguardaban a su lado mientras Alfonso estaba en un rincón, cabizbajo, con rostro afligido.
-¿Qué ha pasado? –trató de incorporarse, pero su padre se lo impidió.
-Trata de no moverte –le pidió.
-Pero qué ha pasado –insistió. Sus caras hablaban con claridad pero quería escucharlo.
-Hemos hecho lo que hemos podido –le explicó Pepa con profunda tristeza en sus ojos.
Emilia no necesitó más. Cerró los ojos y la garganta reprimiendo el llanto por aquel niño que jamás iría de pesca ni aprendería a usar el tirachinas.
-¿Por qué no dijiste nada? –preguntó su padre, no reprochándole su falta sino el que no le hubiera permitido apoyarla.
-No supe cómo hacerlo –se lamentó. –Si yo me avergonzaba qué iban a ser los demás.
-Yo nunca me avergonzaría de ti –le acarició su padre la mejilla.
-Y yo siento no haber estado a la altura –se disculpó Pepa, tomando su mano. -De lo contrario habrías acudido a mí. Te habría escuchado y te habría cuidado.
-De todos modos lo habría perdido, ¿no? –quiso saber.
-Me… temo que sí –reconoció la partera. –Era cuestión de tiempo y más vale ahora porque no quedarán secuelas y podrás tener más hijos –le dijo a modo de esperanza.
Pero Emilia giró la cabeza tratando de tragarse las lágrimas. No lo habría dicho cuando se dio cuenta de que acabaría siendo una madre soltera, pero ahora, quería ese hijo, ése y no otro porque, tras días de imaginar, de soñar que ese niño era de Alfonso, ella misma había querido creerse su propia fantasía. Y su pérdida suponía también la pérdida del que iba a ser su nuevo destino, un futuro junto al hombre que amaba como nunca había amado antes, una vida feliz al lado de Alfonso y que ya no sería pues, lo que los unía, ya no existía.
-¿Puedo irme a casa? –preguntó.
-Es aconsejable que pases aquí la noche –le explicó su amiga. –La doctora Casas me ha permitido quedarme contigo.
-Yo podría quedarme también si…
-No es menester, padre –lo detuvo. –Usted vaya a descansar.
Su padre asintió y besó su frente.
-Verás como dentro de unos días vuelves a ser la Emilia de siempre –trató de animarla.
-Claro, padre –afirmó, mientras negaba con el alma. –Ahora, ¿podrían salir un momento? Necesito hablar con Alfonso.
-Pero no te agotes demasiado –le pidió Pepa.
-Está bien.
Ambos accedieron a su petición y salieron, dejándolos solos. Con el paso lento y quejumbroso, Alfonso se acercó hasta ella, sentándose cerca de la camilla.
-Lo siento mucho –susurró, llevando la pálida mano de la muchacha hasta sus labios.
-Tal vez sea mejor así –dijo Emilia con triste ironía.
-No digas eso –acarició su cabello. –Y ya has oído a Pepa, podrás tener hijos.
-No quiero pensar en eso ahora –le rebatió. –Y sí creo que es lo mejor, sobre todo para ti.
-Yo jamás hubiera querido que sucediera algo así –dijo entre confuso y dolido.
-Ya lo sé –respondió con suavidad, a modo de disculpa. –Es sólo que ya no tendrás que sacrificarte por mí, ya no es necesario que te cases conmigo.
Alfonso bajó la mirada y tragó saliva. Era lo que se había temido desde que la doctora le dijera que no había nada que hacer por el feto. Y aunque no quiso hacerse ilusiones por aquel beso, las muy traidoras se habían instalado sin permiso en su corazón, esfumándose ahora de un plumazo. Emilia no lo quería, sólo se casaba con él aceptando su propio ofrecimiento y no podía culparla, ni entonces ni ahora.
-De igual modo te estaré siempre agradecida –le sonrió ella con labios tristes.
-Ya… ya sabes que me tienes para lo que necesites –trató de recuperar la compostura.
-Sí lo sé –apretó su mano. –Gracias otra vez.
Alfonso asintió con la cabeza y se levantó. Ya no tenía nada más que hacer allí. Al salir, Pepa y Raimundo volvieron a agradecerle que la hubiera llevado al consultorio con tanta rapidez. Respondió con una ligera sonrisa y se marchó.
Llegó a su casa siendo noche cerrada. Trató de entrar haciendo el menor ruido posible pero Rosario salió a su encuentro, preocupada como cualquier madre cuando sus vástagos aún no llegan a la cama. Iba en camisón, con un chal grisáceo y medio desgastado a los hombros, vistiéndole la inquietud el rostro.
-Hijo, ¿de dónde vienes? –le preguntó, aunque bien sabía que no era de farra al ver su desazón.
Le hizo un gesto para que se sentara y le sirvió un vaso de agua, antes de sentarse ella a su lado. Y esperó a que él se decidiera a hablar.
-Emilia me ha dicho que sí -comenzó a decirle, con la mirada perdida. –Bueno, en realidad no me ha dicho nada –rectificó sacudiendo la cabeza, -simplemente me ha besado, allí, frente a todos –le relató atusándose el cabello y sonriendo. Rosario habría jurado que incluso se había sonrojado al recordarlo. –Y se la veía feliz, reía, parecía dichosa ante la idea de querer casarse conmigo.
Notó que su madre apretaba su mano.
-Era lo que querías –le dijo.
-Pero el destino parece que no –se lamentó. -Apenas me había aceptado cuando se descuajó frente a mí. Había dolor y sangre y yo creí que se me moría en los brazos –apoyó la frente sobre sus manos, reviviendo con angustia el momento.
-Hijo, me asustas…
-Ha perdido el niño, madre –le dijo como si aquella criaturita hubiera sido sangre de su sangre.
-¿Y ella? –preguntó intranquila.
-Ella está bien, pero… -Alfonso apretó las manos en un puño.
-No ha estado de Dios, hijo –acarició su pelo, consolándolo. –No te tortures. Lo único que puedes hacer ahora es apoyarla, ayudarla para que se recupere pronto.
-No me quiere a su lado –susurró con infinita tristeza.
-¿Eso te lo ha dicho ella? –preguntó un tanto extrañada.
-No con esas palabras –le reconoció. –Pero piensa que lo que ha sucedido tal vez es lo mejor, que así no tendré que sacrificarme y casarme con ella…
-No puedes culparla por eso –le habló con ternura.
-No lo hago –le aseguró. -No puedo culparla ni por aceptarme antes ni por rechazarme ahora. Piensa que quería casarme con ella por el niño, y ese niño ya no existe.
-No lo digas así, Alfonso –le pidió con voz lastimera. –En realidad ella cree que te está haciendo un bien.
-Lo que Emilia no sabe es que ella es mi bien –recitó como en un lamento. –Buenas noches, madre –quiso dar por zanjada la conversación. Besó su frente y se marchó a la habitación arrastrando sus pasos con pesar.
Rosario lo vio alejarse con el corazón encogido y pensando que su hijo tenía razón en algo. Emilia no lo sabía, y ése era el problema.
{continuará}
Despertó en la camilla del consultorio, confusa, hasta que los recuerdos vinieron a su mente y comenzó a mirar a su alrededor. Su padre y Pepa aguardaban a su lado mientras Alfonso estaba en un rincón, cabizbajo, con rostro afligido.
-¿Qué ha pasado? –trató de incorporarse, pero su padre se lo impidió.
-Trata de no moverte –le pidió.
-Pero qué ha pasado –insistió. Sus caras hablaban con claridad pero quería escucharlo.
-Hemos hecho lo que hemos podido –le explicó Pepa con profunda tristeza en sus ojos.
Emilia no necesitó más. Cerró los ojos y la garganta reprimiendo el llanto por aquel niño que jamás iría de pesca ni aprendería a usar el tirachinas.
-¿Por qué no dijiste nada? –preguntó su padre, no reprochándole su falta sino el que no le hubiera permitido apoyarla.
-No supe cómo hacerlo –se lamentó. –Si yo me avergonzaba qué iban a ser los demás.
-Yo nunca me avergonzaría de ti –le acarició su padre la mejilla.
-Y yo siento no haber estado a la altura –se disculpó Pepa, tomando su mano. -De lo contrario habrías acudido a mí. Te habría escuchado y te habría cuidado.
-De todos modos lo habría perdido, ¿no? –quiso saber.
-Me… temo que sí –reconoció la partera. –Era cuestión de tiempo y más vale ahora porque no quedarán secuelas y podrás tener más hijos –le dijo a modo de esperanza.
Pero Emilia giró la cabeza tratando de tragarse las lágrimas. No lo habría dicho cuando se dio cuenta de que acabaría siendo una madre soltera, pero ahora, quería ese hijo, ése y no otro porque, tras días de imaginar, de soñar que ese niño era de Alfonso, ella misma había querido creerse su propia fantasía. Y su pérdida suponía también la pérdida del que iba a ser su nuevo destino, un futuro junto al hombre que amaba como nunca había amado antes, una vida feliz al lado de Alfonso y que ya no sería pues, lo que los unía, ya no existía.
-¿Puedo irme a casa? –preguntó.
-Es aconsejable que pases aquí la noche –le explicó su amiga. –La doctora Casas me ha permitido quedarme contigo.
-Yo podría quedarme también si…
-No es menester, padre –lo detuvo. –Usted vaya a descansar.
Su padre asintió y besó su frente.
-Verás como dentro de unos días vuelves a ser la Emilia de siempre –trató de animarla.
-Claro, padre –afirmó, mientras negaba con el alma. –Ahora, ¿podrían salir un momento? Necesito hablar con Alfonso.
-Pero no te agotes demasiado –le pidió Pepa.
-Está bien.
Ambos accedieron a su petición y salieron, dejándolos solos. Con el paso lento y quejumbroso, Alfonso se acercó hasta ella, sentándose cerca de la camilla.
-Lo siento mucho –susurró, llevando la pálida mano de la muchacha hasta sus labios.
-Tal vez sea mejor así –dijo Emilia con triste ironía.
-No digas eso –acarició su cabello. –Y ya has oído a Pepa, podrás tener hijos.
-No quiero pensar en eso ahora –le rebatió. –Y sí creo que es lo mejor, sobre todo para ti.
-Yo jamás hubiera querido que sucediera algo así –dijo entre confuso y dolido.
-Ya lo sé –respondió con suavidad, a modo de disculpa. –Es sólo que ya no tendrás que sacrificarte por mí, ya no es necesario que te cases conmigo.
Alfonso bajó la mirada y tragó saliva. Era lo que se había temido desde que la doctora le dijera que no había nada que hacer por el feto. Y aunque no quiso hacerse ilusiones por aquel beso, las muy traidoras se habían instalado sin permiso en su corazón, esfumándose ahora de un plumazo. Emilia no lo quería, sólo se casaba con él aceptando su propio ofrecimiento y no podía culparla, ni entonces ni ahora.
-De igual modo te estaré siempre agradecida –le sonrió ella con labios tristes.
-Ya… ya sabes que me tienes para lo que necesites –trató de recuperar la compostura.
-Sí lo sé –apretó su mano. –Gracias otra vez.
Alfonso asintió con la cabeza y se levantó. Ya no tenía nada más que hacer allí. Al salir, Pepa y Raimundo volvieron a agradecerle que la hubiera llevado al consultorio con tanta rapidez. Respondió con una ligera sonrisa y se marchó.
Llegó a su casa siendo noche cerrada. Trató de entrar haciendo el menor ruido posible pero Rosario salió a su encuentro, preocupada como cualquier madre cuando sus vástagos aún no llegan a la cama. Iba en camisón, con un chal grisáceo y medio desgastado a los hombros, vistiéndole la inquietud el rostro.
-Hijo, ¿de dónde vienes? –le preguntó, aunque bien sabía que no era de farra al ver su desazón.
Le hizo un gesto para que se sentara y le sirvió un vaso de agua, antes de sentarse ella a su lado. Y esperó a que él se decidiera a hablar.
-Emilia me ha dicho que sí -comenzó a decirle, con la mirada perdida. –Bueno, en realidad no me ha dicho nada –rectificó sacudiendo la cabeza, -simplemente me ha besado, allí, frente a todos –le relató atusándose el cabello y sonriendo. Rosario habría jurado que incluso se había sonrojado al recordarlo. –Y se la veía feliz, reía, parecía dichosa ante la idea de querer casarse conmigo.
Notó que su madre apretaba su mano.
-Era lo que querías –le dijo.
-Pero el destino parece que no –se lamentó. -Apenas me había aceptado cuando se descuajó frente a mí. Había dolor y sangre y yo creí que se me moría en los brazos –apoyó la frente sobre sus manos, reviviendo con angustia el momento.
-Hijo, me asustas…
-Ha perdido el niño, madre –le dijo como si aquella criaturita hubiera sido sangre de su sangre.
-¿Y ella? –preguntó intranquila.
-Ella está bien, pero… -Alfonso apretó las manos en un puño.
-No ha estado de Dios, hijo –acarició su pelo, consolándolo. –No te tortures. Lo único que puedes hacer ahora es apoyarla, ayudarla para que se recupere pronto.
-No me quiere a su lado –susurró con infinita tristeza.
-¿Eso te lo ha dicho ella? –preguntó un tanto extrañada.
-No con esas palabras –le reconoció. –Pero piensa que lo que ha sucedido tal vez es lo mejor, que así no tendré que sacrificarme y casarme con ella…
-No puedes culparla por eso –le habló con ternura.
-No lo hago –le aseguró. -No puedo culparla ni por aceptarme antes ni por rechazarme ahora. Piensa que quería casarme con ella por el niño, y ese niño ya no existe.
-No lo digas así, Alfonso –le pidió con voz lastimera. –En realidad ella cree que te está haciendo un bien.
-Lo que Emilia no sabe es que ella es mi bien –recitó como en un lamento. –Buenas noches, madre –quiso dar por zanjada la conversación. Besó su frente y se marchó a la habitación arrastrando sus pasos con pesar.
Rosario lo vio alejarse con el corazón encogido y pensando que su hijo tenía razón en algo. Emilia no lo sabía, y ése era el problema.
{continuará}
#11783
15/10/2011 00:17
¡Qué bonito riona! ^^
#11784
15/10/2011 00:50
Como también gusta esta pareja...os dejo la escena de Hipólito y Mariana de hoy.
Y el avance para la próxima semana.
Y el avance para la próxima semana.
#11785
15/10/2011 01:46
Grácias Cueva!!! la verdad es que Hipólito me encanta, y las reacciones de Mariana igual XD
Son la luz entre tantas tinieblas. ¡¡Viva las hipolocuras!!
Son la luz entre tantas tinieblas. ¡¡Viva las hipolocuras!!
#11786
15/10/2011 04:55
***Con todo el amor de mi corazón 2*****
Pasaron los dias.Poco a poco iba levantandose y dando unos pequeños paseos hasta la taberna sin que la dejaran hacer nada.Ninguno de sus hombres la dejaban.Cuando no era su padre era su hermano,o su marido,cuando no su suegra que se habia apoderado de la cocina y no la dejaba nada mas que mirar.Por otra parte lo agradecia ya que podia pasar mas tiempo con su pequeño que la tenia loca.
Se pasaba las horas mirandole dormir,que eran las menos veces ya que según la doctora los gases le estaban dando las noches a la pareja.Cuando no era el uno era el otro quien se paseaba niño en ristre por la taberna intentando calmarle.Dignos de chanza eran cuando a mitad de la noche Raimundo les veia pasear con el pequeño en brazos intentando calmarle sin éxito.Habia salido como su madre,cantarin.
Pero Emilia desesperaba.Ni los remedios de la doctora,ni los consejos de su suegra,ni los mimos del abuelo hacian que el pequeño callara.Solo habia alguien en el mundo que hacia ejercia tal efecto.Su padre.
La mano del hombre era providencial,le cogia en brazos le arropaba para que no pasara frio y paseaba plaza arriba,plaza abajo a cualquier hora de la noche hasta que conseguia dormirle ya que el fresco de la calle era lo que mas le calmaba.
-Ya esta el pequeño de los Castañeda llorando-decia Dolores-Pobre Emilia la tiene consumida.Y ese hombre paseando niño por la calle.
Aquella habia sido una noche toledana,no habia callado en toda la noche y ni los brazos de su padre le calmaban.Pepa le habia dicho a Emilia que era de puro gloton que era que tuviera tantos gases.Pero Emilia como madre primeriza estaba obsesionada con que al pequeño le pasara algo malo.
Alfonso aprovecho que se habia quedado dormido para sacarlo con la cuna de la habitación a la taberna metiendole en el patio mientras apoyado en la mesa daba una cabezada dejando a Emilia dormir un rato.
Raimundo entro al patio viendo como Alfonso daba una cabezada apoyado en la mesa con la otra mano metida en la cuna.
-Alfonso,despierta.Anda hombre metete en la cama con Emilia.Yo le cuido mientras echais una cabezada.Menuda noche os ha dado.
-No importa Raimundo dentro de un par de horas tengo que ir al tajo.
-¿Y vas a ir sin dormir ni siquiera una hora?.Anda dejame malcriar al nieto.La taberna esta cerrada y voy a ir arreglando los estantes mientras le echo un ojo.No te preocupes.No pasara nada.
Se dejo convencer y con sigilo se volvio a su cuarto entrando con sigilo en la cama con su mujer que dormia.Paso un rato y Emilia le desperto.
-¿Dónde esta el niño?-dijo alarmada.
-Con tu padre.Le saque para dejarte dormir y el me dijo que le cuidaria mientras daba una cabezada que por cierto me voy a retrasar para ir al tajo.
Se levanto presuroso mientras ella se levantaba tras de el y salia en camisón a la posada donde vio con estupor como su hijo miraba atentamente a su abuelo contarle una historia.
-Y entonces la bella Emilia,se dio cuenta de que amaba aquel hombre bueno que siempre la habia amado en silencio.Y entonces después de un tiempo no muy largo nacio un pequeño muy lloron que no dejaba dormir en todo Puente Viejo.Y colorin,colorado este cuento se ha acabado.
-Padre,¿Qué hace?-dijo riendo-Lo que le faltaba cuentos,menudo cuentista esta hecho.
-Toma hija.Creo que tiene hambre y creo que Pepa tiene razon.Es demasiado tragon y se traga todo el aire.Ya esta limpito.Pepa le ha cambiado los pañales.
-Pero ven hija que parlamentemos.Que todavía no he abierto la posada para disfrutar del nieto.¿Eres feliz?
-Padre,no soy feliz,soy la mujer mas dichosa del mundo.¿Como no podia serlo con el hombre mas maravilloso de Puente Viejo y este bebe tan bonito?.
-Hija,aunque te enfadaste con nosotros por abrirte los ojos con Severiano,luego recobraste la cordura volviendo los ojos al hombre correcto.
-Padre nunca se lo reconoci,pero creo que andaba medio enamorada de Alfonso antes de Severiano.Lo que pasa es que como este marido mio se calla todo…pues no sabia nada.Me entusiasme con ese impresentable pero padre,nosotros siempre hemos hablado claro.Y ahora que Alfonso ha marchado al tajo se lo puedo confiar.Nunca me he sentido mas mujer que entre sus brazos,no podia tener marido mas entregado y mas cariñoso.Con Severiano me basto una vez para saber que no habia sido lo correcto.Con Alfonso se que no me he equivocado,en todos los aspectos,en el catre y fuera de el.Me vuelve loca en todos los sentidos.Y por que estoy de cuarentena,que si no ibamos por la niña.
-Hija no se si quiero tantos detalles sobre tu vida marital.Pero me alegro que seais tan felices.Y que este pequeñito sea el culmen a vuestra felicidad.
-Y los que estan por venir padre,Alfonso quiere tener doce hijos,y lo peor que yo como siga volviendome asi de loca en el catre estoy por darle lo que me pida.
Emilia rio con la cara de estupor de su padre.El liberal Raimundo hizo oidos sordos a la confesion de su hija mientras le daba el niño y el metia la cuna para la habitación otra vez.
-Si Ramiro,papa me tiene loca.Y papa y mama se quieren mucho.Y espero que cuando tu seas mayor tengas una zagala que te quiera tanto como papa quiere a mama y que ninguna Severiana se te atraviese en el camino.Por que el amor nace,mi niño de dentro del corazon.Y ahora vamos a comer.
Continuara.
Pasaron los dias.Poco a poco iba levantandose y dando unos pequeños paseos hasta la taberna sin que la dejaran hacer nada.Ninguno de sus hombres la dejaban.Cuando no era su padre era su hermano,o su marido,cuando no su suegra que se habia apoderado de la cocina y no la dejaba nada mas que mirar.Por otra parte lo agradecia ya que podia pasar mas tiempo con su pequeño que la tenia loca.
Se pasaba las horas mirandole dormir,que eran las menos veces ya que según la doctora los gases le estaban dando las noches a la pareja.Cuando no era el uno era el otro quien se paseaba niño en ristre por la taberna intentando calmarle.Dignos de chanza eran cuando a mitad de la noche Raimundo les veia pasear con el pequeño en brazos intentando calmarle sin éxito.Habia salido como su madre,cantarin.
Pero Emilia desesperaba.Ni los remedios de la doctora,ni los consejos de su suegra,ni los mimos del abuelo hacian que el pequeño callara.Solo habia alguien en el mundo que hacia ejercia tal efecto.Su padre.
La mano del hombre era providencial,le cogia en brazos le arropaba para que no pasara frio y paseaba plaza arriba,plaza abajo a cualquier hora de la noche hasta que conseguia dormirle ya que el fresco de la calle era lo que mas le calmaba.
-Ya esta el pequeño de los Castañeda llorando-decia Dolores-Pobre Emilia la tiene consumida.Y ese hombre paseando niño por la calle.
Aquella habia sido una noche toledana,no habia callado en toda la noche y ni los brazos de su padre le calmaban.Pepa le habia dicho a Emilia que era de puro gloton que era que tuviera tantos gases.Pero Emilia como madre primeriza estaba obsesionada con que al pequeño le pasara algo malo.
Alfonso aprovecho que se habia quedado dormido para sacarlo con la cuna de la habitación a la taberna metiendole en el patio mientras apoyado en la mesa daba una cabezada dejando a Emilia dormir un rato.
Raimundo entro al patio viendo como Alfonso daba una cabezada apoyado en la mesa con la otra mano metida en la cuna.
-Alfonso,despierta.Anda hombre metete en la cama con Emilia.Yo le cuido mientras echais una cabezada.Menuda noche os ha dado.
-No importa Raimundo dentro de un par de horas tengo que ir al tajo.
-¿Y vas a ir sin dormir ni siquiera una hora?.Anda dejame malcriar al nieto.La taberna esta cerrada y voy a ir arreglando los estantes mientras le echo un ojo.No te preocupes.No pasara nada.
Se dejo convencer y con sigilo se volvio a su cuarto entrando con sigilo en la cama con su mujer que dormia.Paso un rato y Emilia le desperto.
-¿Dónde esta el niño?-dijo alarmada.
-Con tu padre.Le saque para dejarte dormir y el me dijo que le cuidaria mientras daba una cabezada que por cierto me voy a retrasar para ir al tajo.
Se levanto presuroso mientras ella se levantaba tras de el y salia en camisón a la posada donde vio con estupor como su hijo miraba atentamente a su abuelo contarle una historia.
-Y entonces la bella Emilia,se dio cuenta de que amaba aquel hombre bueno que siempre la habia amado en silencio.Y entonces después de un tiempo no muy largo nacio un pequeño muy lloron que no dejaba dormir en todo Puente Viejo.Y colorin,colorado este cuento se ha acabado.
-Padre,¿Qué hace?-dijo riendo-Lo que le faltaba cuentos,menudo cuentista esta hecho.
-Toma hija.Creo que tiene hambre y creo que Pepa tiene razon.Es demasiado tragon y se traga todo el aire.Ya esta limpito.Pepa le ha cambiado los pañales.
-Pero ven hija que parlamentemos.Que todavía no he abierto la posada para disfrutar del nieto.¿Eres feliz?
-Padre,no soy feliz,soy la mujer mas dichosa del mundo.¿Como no podia serlo con el hombre mas maravilloso de Puente Viejo y este bebe tan bonito?.
-Hija,aunque te enfadaste con nosotros por abrirte los ojos con Severiano,luego recobraste la cordura volviendo los ojos al hombre correcto.
-Padre nunca se lo reconoci,pero creo que andaba medio enamorada de Alfonso antes de Severiano.Lo que pasa es que como este marido mio se calla todo…pues no sabia nada.Me entusiasme con ese impresentable pero padre,nosotros siempre hemos hablado claro.Y ahora que Alfonso ha marchado al tajo se lo puedo confiar.Nunca me he sentido mas mujer que entre sus brazos,no podia tener marido mas entregado y mas cariñoso.Con Severiano me basto una vez para saber que no habia sido lo correcto.Con Alfonso se que no me he equivocado,en todos los aspectos,en el catre y fuera de el.Me vuelve loca en todos los sentidos.Y por que estoy de cuarentena,que si no ibamos por la niña.
-Hija no se si quiero tantos detalles sobre tu vida marital.Pero me alegro que seais tan felices.Y que este pequeñito sea el culmen a vuestra felicidad.
-Y los que estan por venir padre,Alfonso quiere tener doce hijos,y lo peor que yo como siga volviendome asi de loca en el catre estoy por darle lo que me pida.
Emilia rio con la cara de estupor de su padre.El liberal Raimundo hizo oidos sordos a la confesion de su hija mientras le daba el niño y el metia la cuna para la habitación otra vez.
-Si Ramiro,papa me tiene loca.Y papa y mama se quieren mucho.Y espero que cuando tu seas mayor tengas una zagala que te quiera tanto como papa quiere a mama y que ninguna Severiana se te atraviese en el camino.Por que el amor nace,mi niño de dentro del corazon.Y ahora vamos a comer.
Continuara.
#11787
15/10/2011 05:33
Bueno...estoy desvelada..pero esta vez no es culpa del perro,el esta dormido debajo de la cama o eso creo por los ronquidos que salen de debajo.Voy a intentar dormir otra vez.Juani,ojala sigas el fic.
#11788
15/10/2011 11:15
Otra vez se enfada con Alfonso...y por eso el va a hablar con Raimundo y toman las riendas.Aunque Emilia esta enfadada con Severiano,y las paga el pobre Alfonso,solo quiero que le traiga de las orejas de Villalpando y le haga decirle a Emilia que se esta cachondeando de ella y la otra se deje de milongas.
Emilia, por su parte, está a la defensiva, algo le pasa con Severiano. Y sale en busca de Alfonso para desahogarse, pero éste aprovecha el momento para contarle la verdad acerca de su novio. Pero Emilia se enfada y cree que éste quiere ensuciar su amor.
Emilia, por su parte, está a la defensiva, algo le pasa con Severiano. Y sale en busca de Alfonso para desahogarse, pero éste aprovecha el momento para contarle la verdad acerca de su novio. Pero Emilia se enfada y cree que éste quiere ensuciar su amor.
#11789
15/10/2011 11:35
Buenos Días :).
Madre mia que risa con las respuestas de Gespa a Colgada... las dos me matais xD.
A mi ya me da igual que Emilia se enfade con Alfonso, el fin del mascas está cerca, lo digo yo... ella ya pasa de él y que su madre se meta es lo que falta para que le abran los ojos. (ve hacia la luz Emilia xD)
Madre mia que risa con las respuestas de Gespa a Colgada... las dos me matais xD.
A mi ya me da igual que Emilia se enfade con Alfonso, el fin del mascas está cerca, lo digo yo... ella ya pasa de él y que su madre se meta es lo que falta para que le abran los ojos. (ve hacia la luz Emilia xD)
#11790
15/10/2011 11:58
Riona... me has hecho hasta llorar... es precioso!! sigue por favor!!!
Cuquina... me encanta... pero nos ha salido un poco fresca la Emilia eh?? con lo recatadica que parecía ajjajaja
Cuquina... me encanta... pero nos ha salido un poco fresca la Emilia eh?? con lo recatadica que parecía ajjajaja
#11791
15/10/2011 12:07
Buenos días...
Gracias Riona y Cuquina por los fics que nos alegran la sequía de los últimos capítulos-
Parece que la semana que viene promete... ¡pero que terca es Emilia! ,otra regañina con Alfonso:menos mal que por fín él se lo cuenta a Raimundo y se van aliar para poner orden en este asunto. Los guionistas han propiciado que Sebastian quede al margen, con los problemas de la conservera y esa conversación en la que Emi lo pone a raya y le dice que todo está bien con Severiano y que la deje en paz.
Y Sevedeloscojines , que pérfido, con tal de vengarse de Alfonso escribe a su novia una sarta de mentiras para separarla de él y de su padre... cuándo a Emi se le abran lo ojos...le parte la cara.
Espero que Alfonso lo traiga de las orejas y limpie el suelo de la tabrena con él. Y ¿que consecuencias va a tener todo esto? ¿ descubrirá Emilia que Alfonso está enamorado? , ¿se lo insinuará Seve para echar más veneno ( está celoso y bla ,bla,bla) ? ¿Raimundo , que algo sabe mediará en el asunto?
Lo que si me temo es una Emilia hecha un basilisco cantando las cuarenta a su padre y a Alfonso defendiendo lo indefendible hasta que las evidencias le quiten la razón-
¡Que emoción , chicas; por fín vamos a tener acontecimientos y escenas de estos dos!
¿Habeis enviado pregunta para el videoencuentro? Tampoco creo que adelanten mucho detalle , aunque alguna pistilla puede que sí... pero que estos acaban juntos ...seguro.
Gracias Riona y Cuquina por los fics que nos alegran la sequía de los últimos capítulos-
Parece que la semana que viene promete... ¡pero que terca es Emilia! ,otra regañina con Alfonso:menos mal que por fín él se lo cuenta a Raimundo y se van aliar para poner orden en este asunto. Los guionistas han propiciado que Sebastian quede al margen, con los problemas de la conservera y esa conversación en la que Emi lo pone a raya y le dice que todo está bien con Severiano y que la deje en paz.
Y Sevedeloscojines , que pérfido, con tal de vengarse de Alfonso escribe a su novia una sarta de mentiras para separarla de él y de su padre... cuándo a Emi se le abran lo ojos...le parte la cara.
Espero que Alfonso lo traiga de las orejas y limpie el suelo de la tabrena con él. Y ¿que consecuencias va a tener todo esto? ¿ descubrirá Emilia que Alfonso está enamorado? , ¿se lo insinuará Seve para echar más veneno ( está celoso y bla ,bla,bla) ? ¿Raimundo , que algo sabe mediará en el asunto?
Lo que si me temo es una Emilia hecha un basilisco cantando las cuarenta a su padre y a Alfonso defendiendo lo indefendible hasta que las evidencias le quiten la razón-
¡Que emoción , chicas; por fín vamos a tener acontecimientos y escenas de estos dos!
¿Habeis enviado pregunta para el videoencuentro? Tampoco creo que adelanten mucho detalle , aunque alguna pistilla puede que sí... pero que estos acaban juntos ...seguro.
#11792
15/10/2011 12:29
Gespaaaa!! He dormido del tirón, pero tengo un runrun.... A ver si me podéis ayudar con el problemón:
Una sábana S y un tendal T distan entre sí 2 metros. Al mismo tiempo dos sujetos R y S (no confundir con la sábana) mantienen una conversación a 5 metros del tendal T. Si sabemos que un tercer sujeto E tarda 1,5 minutos en llevar la sábana S del punto CC (cesta de la colada) al punto T (tendal) calcular:
1.- velocidad que desarrolla el sujeto E en la ejecución de las tareas del hogar.
2.- Si el objeto P (paño) colgado 20 segundos más tarde que el objeto S, tarda en secarse 5 minutos. ¿Cuánto tardará el alcalde Mirañar en declarar el estado de alerta por tifón?
Una sábana S y un tendal T distan entre sí 2 metros. Al mismo tiempo dos sujetos R y S (no confundir con la sábana) mantienen una conversación a 5 metros del tendal T. Si sabemos que un tercer sujeto E tarda 1,5 minutos en llevar la sábana S del punto CC (cesta de la colada) al punto T (tendal) calcular:
1.- velocidad que desarrolla el sujeto E en la ejecución de las tareas del hogar.
2.- Si el objeto P (paño) colgado 20 segundos más tarde que el objeto S, tarda en secarse 5 minutos. ¿Cuánto tardará el alcalde Mirañar en declarar el estado de alerta por tifón?
#11793
15/10/2011 12:42
jajajaja Colgadaaaaaaaaa me mataaaaassssssssss!!! jajajaja
Yo nunca he sido buena en mates, así que no te puedo ayudar.... ejejej
Os dejo un fic
..................................
ABRE LOS OJOS
La desfachatez de Severiano no conocía límites. Ahora no sólo quería hundirle a él, sino que también intentaba poner a Emilia en contra de Raimundo.
El día anterior, Alfonso le había contado al tabernero cómo se las gastaba “El guapo”, sus visitas al lupanar, sus escarceos amorosos con la viuda de Cosme y vete tú a saber con cuantas más, su vicio por la bebida y el juego, al que había arrastrado a su hermano Juan… Al principio lo culpó a él, por callar tanto tiempo sabiéndo todo como lo sabía, pero no podía culparlo, pues era su hija la que estaba a merced de aquel desgraciado y no tenía ni idea de las veces que Alfonso había intentado que ella entrara en razón, en las que siempre había quedado mal parado.
Todavía no sabía si había hecho bien en contarle toda la verdad sobre él a Raimundo, pero no se quedaría más tiempo de brazos cruzados viendo cómo el que alguna vez fue su amigo se burlaba de ella. Los tratos con Pardo fueron la gota que colmó el vaso y haría lo que fuera por abrirle los ojos a Emilia.
Ya había asumido que la había perdido como mujer y, aunque eso le destrozara el alma, no estaba dispuesto a permitir que ella malgastara su vida entera al lado de alguien que no la amaba, que ni tan siquiera la respetaba, aunque con ello la perdiera también como amiga. Antes que nada estaba su felicidad…
Caminaba furioso hacia Villalpanda, pues bien sabía que allí lo encontraría, si no en la taberna en el lupanar. Emilia les había culpado, tanto a Raimundo como a él, de su partida por una carta que recibió de Severiano… ¿Pero cómo se podía tener tan poca vergüenza? Bien sabía Alfonso del motivo de su marcha de Puente Viejo, y era la mezcla entre el miedo que le tenía a Pardo y que ya se habría cansado de Emilia, como se cansaba de todas las mujeres con las que había intentado mantener una relación. No era pájaro de estar enjaulado y, a las primeras de cambio, el pajarito voló.
Pero no se iría de rositas… no… Esta vez se había equivocado si pensaba que se saldría con la suya, dejando a Emilia desconfiando de su padre y de su amigo.
Después de haber preguntado en la taberna, se dirigió al lupanar, donde varios parroquianos lo habían visto entrar. Ni corto ni perezoso entró, buscando a un lado y a otro, con los nudillos blancos de apretar el puño y las mandíbulas marcadas por la rabia.
Al fondo de la casa de mancebía lo pudo ver, manoseando a una de las empleadas de vida alegre. Sin pensárselo dos veces, se plantó tras él, agarrándole del chaleco y empujándolo hacia la puerta.
- Pero… ¡¿Se puede saber qué demonios estás haciendo Alfonso!?
“El guapo” gritaba, pataleando intentándose desprender de él, pero era inútil. Alfonso había decidido plantarlo delante de Emilia para que le contara toda la verdad y tendría que pasar sobre su cadáver para impedirlo.
- Ahora le vas a decir a Emilia por qué te fuiste de Puente Viejo y cómo has jugado con ella todo este tiempo… No quiero que siga sufriendo por ti ¿me oyes? Y cómo se te ocurra volver a mentirle, juro que acabaré contigo…
Eso fue todo lo que dijo Alfonso. Lo condujo por el camino hacia Puente Viejo, a rastras y empujones, mientras Severiano pataleaba, gritaba, le insultaba… Pero Alfonso ni se inmutó… no entraría al trapo, no volvería a golpearle para que Severiano pudiera quedar nuevamente como la blanca palomita. Ahora se tendría que enfrentar a Emilia cara a cara y decirle toda la verdad…
Cuando estuvieron en la puerta de la casa de comidas, lo obligó a entrar de un empujón, para luego entrar él. Pudo ver cómo el rostro de Emilia se tornó pálido al verlos.
- Ahora sí Severiano, le vas a explicar a Emilia los motivos de tu marcha – dijo Alfonso sentándose en una mesa.
- ¿Pero de qué hablas Alfonso? – dijo titubeando.
Alfonso lo miró con los ojos encendidos en rabia. Sabía Dios que su paciencia se había agotado y como oyera salir una mentira más de sus labios ni el mismísmo Satanás impediría que le partiera el alma a aquel desgraciado que a lo único que había llegado a sus vidas era para destrozarlas.
Severiano sintió pánico de la mirada de Alfonso. Tendría que decir la verdad y... ¿qué más daba? Al fin y al cabo ya se había cansado de la mojigata de Emilia y no tenía ningún sentido seguir haciendo el papelón. Lo que quería era acabar de una vez y volver al lupanar, donde le esperaba aquella francesita que tan feliz le hacía…
- Está bien… - dijo Severiano – me he ido porque no aguanto más Emilia… No quiero seguir contigo.
- Alfonso… ¿puedes salir un momento, por favor? – dijo Emilia sin dejar de mirar a Severiano.
- Pero… Emilia… - intentó replicar Alfonso.
- Sal… por favor…
Alfonso salió al patio, donde lo esperaba Raimundo, no sin antes fulminar con la mirada a Severiano, haciéndole saber que si seguía con sus mentiras se las tendría que ver con él.
- Severiano – dijo Emilia dulcemente cuando ya hubo salido Alfonso – no estás hablando en serio ¿verdad?
- Estoy hablando muy en serio… no quiero nada contigo… me voy
- Pero si es por mis reprimendas por lo de Pardo, yo sólo estoy mirando por tu bien…
- ¡Ya basta Emilia! – gritó - ¡Esto se acabó! ¡¿me oyes?!
Sin poder articular palabra, observó como el hombre al que le había entregado todo cruzaba la puerta de la casa de comidas, dando un portazo al salir. Tenía la sensación de que no volvería a verlo y algo tendría que haber pasado para que cambiara de opinión de la noche a la mañana, pues no era normal que un día le trajera flores y al día siguiente le gritara como lo acababa de hacer.
(continúa)
Yo nunca he sido buena en mates, así que no te puedo ayudar.... ejejej
Os dejo un fic
..................................
ABRE LOS OJOS
La desfachatez de Severiano no conocía límites. Ahora no sólo quería hundirle a él, sino que también intentaba poner a Emilia en contra de Raimundo.
El día anterior, Alfonso le había contado al tabernero cómo se las gastaba “El guapo”, sus visitas al lupanar, sus escarceos amorosos con la viuda de Cosme y vete tú a saber con cuantas más, su vicio por la bebida y el juego, al que había arrastrado a su hermano Juan… Al principio lo culpó a él, por callar tanto tiempo sabiéndo todo como lo sabía, pero no podía culparlo, pues era su hija la que estaba a merced de aquel desgraciado y no tenía ni idea de las veces que Alfonso había intentado que ella entrara en razón, en las que siempre había quedado mal parado.
Todavía no sabía si había hecho bien en contarle toda la verdad sobre él a Raimundo, pero no se quedaría más tiempo de brazos cruzados viendo cómo el que alguna vez fue su amigo se burlaba de ella. Los tratos con Pardo fueron la gota que colmó el vaso y haría lo que fuera por abrirle los ojos a Emilia.
Ya había asumido que la había perdido como mujer y, aunque eso le destrozara el alma, no estaba dispuesto a permitir que ella malgastara su vida entera al lado de alguien que no la amaba, que ni tan siquiera la respetaba, aunque con ello la perdiera también como amiga. Antes que nada estaba su felicidad…
Caminaba furioso hacia Villalpanda, pues bien sabía que allí lo encontraría, si no en la taberna en el lupanar. Emilia les había culpado, tanto a Raimundo como a él, de su partida por una carta que recibió de Severiano… ¿Pero cómo se podía tener tan poca vergüenza? Bien sabía Alfonso del motivo de su marcha de Puente Viejo, y era la mezcla entre el miedo que le tenía a Pardo y que ya se habría cansado de Emilia, como se cansaba de todas las mujeres con las que había intentado mantener una relación. No era pájaro de estar enjaulado y, a las primeras de cambio, el pajarito voló.
Pero no se iría de rositas… no… Esta vez se había equivocado si pensaba que se saldría con la suya, dejando a Emilia desconfiando de su padre y de su amigo.
Después de haber preguntado en la taberna, se dirigió al lupanar, donde varios parroquianos lo habían visto entrar. Ni corto ni perezoso entró, buscando a un lado y a otro, con los nudillos blancos de apretar el puño y las mandíbulas marcadas por la rabia.
Al fondo de la casa de mancebía lo pudo ver, manoseando a una de las empleadas de vida alegre. Sin pensárselo dos veces, se plantó tras él, agarrándole del chaleco y empujándolo hacia la puerta.
- Pero… ¡¿Se puede saber qué demonios estás haciendo Alfonso!?
“El guapo” gritaba, pataleando intentándose desprender de él, pero era inútil. Alfonso había decidido plantarlo delante de Emilia para que le contara toda la verdad y tendría que pasar sobre su cadáver para impedirlo.
- Ahora le vas a decir a Emilia por qué te fuiste de Puente Viejo y cómo has jugado con ella todo este tiempo… No quiero que siga sufriendo por ti ¿me oyes? Y cómo se te ocurra volver a mentirle, juro que acabaré contigo…
Eso fue todo lo que dijo Alfonso. Lo condujo por el camino hacia Puente Viejo, a rastras y empujones, mientras Severiano pataleaba, gritaba, le insultaba… Pero Alfonso ni se inmutó… no entraría al trapo, no volvería a golpearle para que Severiano pudiera quedar nuevamente como la blanca palomita. Ahora se tendría que enfrentar a Emilia cara a cara y decirle toda la verdad…
Cuando estuvieron en la puerta de la casa de comidas, lo obligó a entrar de un empujón, para luego entrar él. Pudo ver cómo el rostro de Emilia se tornó pálido al verlos.
- Ahora sí Severiano, le vas a explicar a Emilia los motivos de tu marcha – dijo Alfonso sentándose en una mesa.
- ¿Pero de qué hablas Alfonso? – dijo titubeando.
Alfonso lo miró con los ojos encendidos en rabia. Sabía Dios que su paciencia se había agotado y como oyera salir una mentira más de sus labios ni el mismísmo Satanás impediría que le partiera el alma a aquel desgraciado que a lo único que había llegado a sus vidas era para destrozarlas.
Severiano sintió pánico de la mirada de Alfonso. Tendría que decir la verdad y... ¿qué más daba? Al fin y al cabo ya se había cansado de la mojigata de Emilia y no tenía ningún sentido seguir haciendo el papelón. Lo que quería era acabar de una vez y volver al lupanar, donde le esperaba aquella francesita que tan feliz le hacía…
- Está bien… - dijo Severiano – me he ido porque no aguanto más Emilia… No quiero seguir contigo.
- Alfonso… ¿puedes salir un momento, por favor? – dijo Emilia sin dejar de mirar a Severiano.
- Pero… Emilia… - intentó replicar Alfonso.
- Sal… por favor…
Alfonso salió al patio, donde lo esperaba Raimundo, no sin antes fulminar con la mirada a Severiano, haciéndole saber que si seguía con sus mentiras se las tendría que ver con él.
- Severiano – dijo Emilia dulcemente cuando ya hubo salido Alfonso – no estás hablando en serio ¿verdad?
- Estoy hablando muy en serio… no quiero nada contigo… me voy
- Pero si es por mis reprimendas por lo de Pardo, yo sólo estoy mirando por tu bien…
- ¡Ya basta Emilia! – gritó - ¡Esto se acabó! ¡¿me oyes?!
Sin poder articular palabra, observó como el hombre al que le había entregado todo cruzaba la puerta de la casa de comidas, dando un portazo al salir. Tenía la sensación de que no volvería a verlo y algo tendría que haber pasado para que cambiara de opinión de la noche a la mañana, pues no era normal que un día le trajera flores y al día siguiente le gritara como lo acababa de hacer.
(continúa)
#11794
15/10/2011 12:42
Encendida en rabia hacia todo el mundo, salió al patio, dirigiéndose a Alfonso con paso firme.
- ¡¿Qué demonios le has dicho para que se comporte así conmigo?! – dijo plantándose frente a Alfonso, con los ojos nublados en lágrimas - ¡¿eh?! ¡Dime!
- ¡Yo no le he dicho absolutamente nada! – dijo Alfonso poniéndose en pie.
- ¡Algo le habrás dicho para que me trate como lo ha hecho! ¡Severiano no es así!
- ¡Tú no tienes ni idea de cómo es Severiano! – Alfonso no podía más… ni siquiera entonces, cuando “El guapo” la había tratado a patadas, se daba cuenta del mal bicho que era.
- Sí que sé como es… - cada vez lloraba más – él me quiere…
- Él sólo se quiere a sí mismo… Intenté decírtelo, advertirte para que tu sufrimiento fuera menor, pero no me escuchaste… Si quieres seguir ciega, allá tú… Estoy cansado de luchar contracorriente…
Emilia lo miró sin decir una palabra… En el fondo de su corazón sabía que tenía razón, pues desde que conoció a Severiano, las decepciones habían sido continuas, pero su orgullo le impedía reconocer que se había equivocado, su corazón no estaba dispuesto a admitir que se había entregado en cuerpo y alma a un desgraciado que le mentía y se burlaba de ella…
- Estoy cansado Emilia… Cansado de velar por ti, de intentar protegerte… pero más cansado estoy aún de que a cambio sólo obtenga reproches y malas palabras…
Sin decir nada más, salió a paso ligero de la casa de comidas, dispuesto a alejarse de ella. La quería, la quería más que nunca, pero no soportaría más aquella situación. La había perdido también como amiga, pero al menos había conseguido que Severiano se apartara de su vida… Le quedaba el consuelo de saber que la mujer a la que sentía que amaría durante toda la vida, por mucho sufrimiento que pasara ahora, al final podría ser feliz, aunque fuera lejos de él…
- Has sido injusta con él… - dijo Raimundo.
- ¿Injusta? Padre… desde que empecé mi relación con Severiano no ha hecho más que interponerse e intentar separarnos.
- Sí, y lo hacía por tu bien… Te darás cuenta tarde o temprano, sólo espero que no sea demasiado tarde… Alfonso te quiere y no sabes cuánto…
Emilia corrió a su cuarto. Necesitaba estar sola, llorar, desfogarse, pensar en todo lo que había pasado… Las palabras de Severiano le habían dolido, pero no tanto como las de Alfonso. Tenía la sensación de haberlo perdido para siempre... Y aunque le hubiera dicho algo a Severiano, nadie había obligado a éste a tratarla como lo hizo y eso significaba que bien poco le importaba…
Empezó a pensar en todos los rumores acerca de “El guapo”… Como dice el dicho, “si el río suena, agua lleva”… Ella lo sabía, pero también era cierto que su dignidad se negaba a admitir que había sido tan tonta como para caer en sus engaños y mentiras una vez tras otra, habiendo dejado de ser pura a su lado…
También recordó las veces que Alfonso intentó prevenirla y ella se negó a escucharle… ¿Cómo había podido ser tan tonta? Sabía que Alfonso nunca hubiera querido su mal, sino más bien al contrario… toda la vida había estado cuidándola, protegiéndola, apoyándola… Pero la herida estaba demasiado reciente y su orgullo le impediría reconocerlo ante él…
- ¡¿Qué demonios le has dicho para que se comporte así conmigo?! – dijo plantándose frente a Alfonso, con los ojos nublados en lágrimas - ¡¿eh?! ¡Dime!
- ¡Yo no le he dicho absolutamente nada! – dijo Alfonso poniéndose en pie.
- ¡Algo le habrás dicho para que me trate como lo ha hecho! ¡Severiano no es así!
- ¡Tú no tienes ni idea de cómo es Severiano! – Alfonso no podía más… ni siquiera entonces, cuando “El guapo” la había tratado a patadas, se daba cuenta del mal bicho que era.
- Sí que sé como es… - cada vez lloraba más – él me quiere…
- Él sólo se quiere a sí mismo… Intenté decírtelo, advertirte para que tu sufrimiento fuera menor, pero no me escuchaste… Si quieres seguir ciega, allá tú… Estoy cansado de luchar contracorriente…
Emilia lo miró sin decir una palabra… En el fondo de su corazón sabía que tenía razón, pues desde que conoció a Severiano, las decepciones habían sido continuas, pero su orgullo le impedía reconocer que se había equivocado, su corazón no estaba dispuesto a admitir que se había entregado en cuerpo y alma a un desgraciado que le mentía y se burlaba de ella…
- Estoy cansado Emilia… Cansado de velar por ti, de intentar protegerte… pero más cansado estoy aún de que a cambio sólo obtenga reproches y malas palabras…
Sin decir nada más, salió a paso ligero de la casa de comidas, dispuesto a alejarse de ella. La quería, la quería más que nunca, pero no soportaría más aquella situación. La había perdido también como amiga, pero al menos había conseguido que Severiano se apartara de su vida… Le quedaba el consuelo de saber que la mujer a la que sentía que amaría durante toda la vida, por mucho sufrimiento que pasara ahora, al final podría ser feliz, aunque fuera lejos de él…
- Has sido injusta con él… - dijo Raimundo.
- ¿Injusta? Padre… desde que empecé mi relación con Severiano no ha hecho más que interponerse e intentar separarnos.
- Sí, y lo hacía por tu bien… Te darás cuenta tarde o temprano, sólo espero que no sea demasiado tarde… Alfonso te quiere y no sabes cuánto…
Emilia corrió a su cuarto. Necesitaba estar sola, llorar, desfogarse, pensar en todo lo que había pasado… Las palabras de Severiano le habían dolido, pero no tanto como las de Alfonso. Tenía la sensación de haberlo perdido para siempre... Y aunque le hubiera dicho algo a Severiano, nadie había obligado a éste a tratarla como lo hizo y eso significaba que bien poco le importaba…
Empezó a pensar en todos los rumores acerca de “El guapo”… Como dice el dicho, “si el río suena, agua lleva”… Ella lo sabía, pero también era cierto que su dignidad se negaba a admitir que había sido tan tonta como para caer en sus engaños y mentiras una vez tras otra, habiendo dejado de ser pura a su lado…
También recordó las veces que Alfonso intentó prevenirla y ella se negó a escucharle… ¿Cómo había podido ser tan tonta? Sabía que Alfonso nunca hubiera querido su mal, sino más bien al contrario… toda la vida había estado cuidándola, protegiéndola, apoyándola… Pero la herida estaba demasiado reciente y su orgullo le impediría reconocerlo ante él…
#11795
15/10/2011 12:48
Buenos dias chicasssss
Colgada, la respuesta es X, jajajajajaja (es una incognita)...
Colgada, la respuesta es X, jajajajajaja (es una incognita)...
#11796
15/10/2011 12:58
Colgada menudo problema te has montado para desarrollar lo de la sabana... me hago tu fan jajaja
#11797
15/10/2011 12:59
AYSS Olsi..como me gusta...sigue sigue...me encanta..yo creo que la cosa va a ir por ahi.
#11798
15/10/2011 13:15
Buenos dias a todas. Gracias a riona cuquina y olsi por los fics, pero no nos dejeis a medias por mucho tiempo please.
#11799
15/10/2011 13:21
COLGADA...soy malisima en Mates...tanto que las suspendia SIEMPRE...por lo que soy de cièncias sociales y de la salud.
Pero me aventuro a darte una Respuesta:
El tema es que se nota que no había TV,prq el sujeto E no tenia prisa para ir a ver el culebrón de la Tarde.Por ello se recrea tanto colgando la sabana y al trapo.
A la segunda parte del problema decir, que al final tendra razón Hipolito...esto que se sequen rapido las sabanas sera cosa del fin del Mundo...ya se sabe el calentamiento global empezo en Puenteviejo!!.
Espero ayudar a tus dudas,aunque no sea de una forma muy matematica.
Pero me aventuro a darte una Respuesta:
El tema es que se nota que no había TV,prq el sujeto E no tenia prisa para ir a ver el culebrón de la Tarde.Por ello se recrea tanto colgando la sabana y al trapo.
A la segunda parte del problema decir, que al final tendra razón Hipolito...esto que se sequen rapido las sabanas sera cosa del fin del Mundo...ya se sabe el calentamiento global empezo en Puenteviejo!!.
Espero ayudar a tus dudas,aunque no sea de una forma muy matematica.
#11800
15/10/2011 14:18
****LA VERDAD DEL AMOR*****
En anteriores capitulos
(continuación)
Mariana en efecto estaba embarazada,la doctora Casas se asombro de la ingente cantidad de embarazos que estaba diagnosticando últimamente.
Hipolito recibio la noticia con alegria al principio y con terror después.Se consideraba demasiado joven para ser padre pero tras una charla con Alfonso cambio de parecer,le tenia tanto pavor a su cuñado que no se atrevio a decir nunca mas que no queria ser padre. Momentáneamente,dejo la novela ligera para dedicarse un poco al colmado y a quitarle trabajo a su mujer ya que los Señores Alcaldes se habian tomado unos dias para visitar a la familia.
La doctora ,con el pretexto de vigilar el embarazo de Emilia que según sus cuentas deberia de haberse acabado ya hace quince dias ,se dejaba caer por la casa de comidas mas a menudo sobre todo desde la boda del hijo del alcalde y casualmente cuando Sebastián andaba por alli o barruntaba que podia estar.
Emilia sospechaba que no era su embarazo lo que de pronto la habia abierto el apetito por probar su cocina.Y siempre tenia una mesa apartada para que cuando la doctora apareciera Sebastián o estuviera por los alrededores o de pronto la entrara una fatiga tremenda y el tuviera que servirla.Regañando a Alfonso o su padre si se acercaban a servirla.
Con su marido lo tenia mas facil si pretendia acercarse a la mesa en vez de su hermano,si alguna vez lo intentaba ella fingia que le necesitaba para mover algo o llevar algun bulto.Con su padre era mas difícil y alguna vez se le escapo.Alfonso entendio pronto el interes de su mujer en que Sebastián la sirviera la comida.De paso se sentaba ha hacerla compañía mientras reian de anecdotas de la conservera o de los pacientes de ella.
Alfonso observo una tarde en que los dos hablaban animadamente a su mujer que escudrillaba a lo lejos que se cocia en la mesa apartada en que les habia puesto.
-No se por que sospecho-le dijo - que estas en plan casamentera.¿Por que no les dejas a ellos?.
-Por que Sebastián es igual de pavo que tu.Hay que forzarle a hacer las cosas.Es capaz de quedarse pasmado sin intentar nada.No he visto par de hombres mas parados que vosotros dos.-replico-Si le tengo que dar un empujon se lo dare.¿Tu le has visto lo tonto que se pone cuando viene la doctora?.
-Emilia,te quiero,pero no tienes arreglo.Ahora eres consejera matrimonial,casamentera,detective…lo tienes todo.Te voy a quitar esos libros que te presta tu padre
-Querido Watson-dijo-Eso es que te has casado con una mujer muy completa.Doy abasto a todo.Cocino,atiendo la casa de comidas,soy consejera matrimonial,celestina y próximamente sere madre…Tienes mucha suerte conmigo.
-La verdad,Sherlock, es que me tienes muy entretenido-rio-No se por donde vas a salir.Anda casamentera sientate un poco llevas todo el rato de pie y no me gusta esa punzada que dices que te dio antes el niño.¿Te ha vuelto a dar otra vez?.
-No,no me ha dado mas…fue hace casi media hora.Seria una patada,por que este hijo nuestro me esta dejando molida con tanta patada y puñetazo.Vale refunfuñon-dijo mientras su marido la miraba enfadado-ya me siento,pero no vayas a servir nada a la mesa..deja a Sebastián.
-Mira,mira…que se besan..-exclamo feliz.
-Emilia te pareces a Dolores Mirañar.Dejales en paz.Raimundo me llevo a Emilia a casa para que descanse-bajando la voz-y para que dejes a tu hermano en paz.
-Alfonso,por dios.-dijo agarrandose el vientre-Que esto no es una patada.Que viene ya…crei que nuca iba a salir…llama a la doctora.O a Pepa…o a quien sea..que viene.Llevame dentro.No puedo andar.
En el episodio de hoy.
Llevaban dos horas y solo se oian los gritos de Emilia desde la taberna.Aunque dejaron a Alfonso estar con ella durante el parto le acabaron echando de la habitación por poner nerviosa a Emilia y el aterrorizado por lo que veia casi lo agradecio,el ver a su mujer gritando de dolor era superior a sus fuerzas.
Cuando salio estaba blanco como el papel y su suegro le dio un chato para ver si le volvia la color.Habian cerrado la taberna por que Emilia no se cortaba en gritar.Mariana temblaba de miedo al pensar que en pocos meses estaria igual que su cuñada y los gritos de Emilia no ayudaban a hacerse a la idea.
Pepa salio de la habitación por mas trapos limpios y todos se echaron encima para preguntarla como iba.
-Va bien el niño es un poco grande y la esta costando pero es que tambien es poco sufrida,grita antes de que la venga la contracción.Mariana,no te asustes.Es peor oirla en directo..Alfonso,no sabes lo que esta diciendo de ti..digamos que como minimo echale dos años para el proximo para que se la olvide y reza lo que sepas por que te quiere matar entre otras lindezas que esta soltando.Raimundo,las cosas que sabe soltar su hija por la boquita…
Raimundo rio con la gracia de Pepa que entro con Rosario que acababa de llegar y pretendia calmar a su nuera.Sabia muy bien lo que era tener hijos grandes y lo que le habia costado sacar a Alfonso y a poco que le estuviera costando sacar a este se hacia una idea.
En anteriores capitulos
(continuación)
Mariana en efecto estaba embarazada,la doctora Casas se asombro de la ingente cantidad de embarazos que estaba diagnosticando últimamente.
Hipolito recibio la noticia con alegria al principio y con terror después.Se consideraba demasiado joven para ser padre pero tras una charla con Alfonso cambio de parecer,le tenia tanto pavor a su cuñado que no se atrevio a decir nunca mas que no queria ser padre. Momentáneamente,dejo la novela ligera para dedicarse un poco al colmado y a quitarle trabajo a su mujer ya que los Señores Alcaldes se habian tomado unos dias para visitar a la familia.
La doctora ,con el pretexto de vigilar el embarazo de Emilia que según sus cuentas deberia de haberse acabado ya hace quince dias ,se dejaba caer por la casa de comidas mas a menudo sobre todo desde la boda del hijo del alcalde y casualmente cuando Sebastián andaba por alli o barruntaba que podia estar.
Emilia sospechaba que no era su embarazo lo que de pronto la habia abierto el apetito por probar su cocina.Y siempre tenia una mesa apartada para que cuando la doctora apareciera Sebastián o estuviera por los alrededores o de pronto la entrara una fatiga tremenda y el tuviera que servirla.Regañando a Alfonso o su padre si se acercaban a servirla.
Con su marido lo tenia mas facil si pretendia acercarse a la mesa en vez de su hermano,si alguna vez lo intentaba ella fingia que le necesitaba para mover algo o llevar algun bulto.Con su padre era mas difícil y alguna vez se le escapo.Alfonso entendio pronto el interes de su mujer en que Sebastián la sirviera la comida.De paso se sentaba ha hacerla compañía mientras reian de anecdotas de la conservera o de los pacientes de ella.
Alfonso observo una tarde en que los dos hablaban animadamente a su mujer que escudrillaba a lo lejos que se cocia en la mesa apartada en que les habia puesto.
-No se por que sospecho-le dijo - que estas en plan casamentera.¿Por que no les dejas a ellos?.
-Por que Sebastián es igual de pavo que tu.Hay que forzarle a hacer las cosas.Es capaz de quedarse pasmado sin intentar nada.No he visto par de hombres mas parados que vosotros dos.-replico-Si le tengo que dar un empujon se lo dare.¿Tu le has visto lo tonto que se pone cuando viene la doctora?.
-Emilia,te quiero,pero no tienes arreglo.Ahora eres consejera matrimonial,casamentera,detective…lo tienes todo.Te voy a quitar esos libros que te presta tu padre
-Querido Watson-dijo-Eso es que te has casado con una mujer muy completa.Doy abasto a todo.Cocino,atiendo la casa de comidas,soy consejera matrimonial,celestina y próximamente sere madre…Tienes mucha suerte conmigo.
-La verdad,Sherlock, es que me tienes muy entretenido-rio-No se por donde vas a salir.Anda casamentera sientate un poco llevas todo el rato de pie y no me gusta esa punzada que dices que te dio antes el niño.¿Te ha vuelto a dar otra vez?.
-No,no me ha dado mas…fue hace casi media hora.Seria una patada,por que este hijo nuestro me esta dejando molida con tanta patada y puñetazo.Vale refunfuñon-dijo mientras su marido la miraba enfadado-ya me siento,pero no vayas a servir nada a la mesa..deja a Sebastián.
-Mira,mira…que se besan..-exclamo feliz.
-Emilia te pareces a Dolores Mirañar.Dejales en paz.Raimundo me llevo a Emilia a casa para que descanse-bajando la voz-y para que dejes a tu hermano en paz.
-Alfonso,por dios.-dijo agarrandose el vientre-Que esto no es una patada.Que viene ya…crei que nuca iba a salir…llama a la doctora.O a Pepa…o a quien sea..que viene.Llevame dentro.No puedo andar.
En el episodio de hoy.
Llevaban dos horas y solo se oian los gritos de Emilia desde la taberna.Aunque dejaron a Alfonso estar con ella durante el parto le acabaron echando de la habitación por poner nerviosa a Emilia y el aterrorizado por lo que veia casi lo agradecio,el ver a su mujer gritando de dolor era superior a sus fuerzas.
Cuando salio estaba blanco como el papel y su suegro le dio un chato para ver si le volvia la color.Habian cerrado la taberna por que Emilia no se cortaba en gritar.Mariana temblaba de miedo al pensar que en pocos meses estaria igual que su cuñada y los gritos de Emilia no ayudaban a hacerse a la idea.
Pepa salio de la habitación por mas trapos limpios y todos se echaron encima para preguntarla como iba.
-Va bien el niño es un poco grande y la esta costando pero es que tambien es poco sufrida,grita antes de que la venga la contracción.Mariana,no te asustes.Es peor oirla en directo..Alfonso,no sabes lo que esta diciendo de ti..digamos que como minimo echale dos años para el proximo para que se la olvide y reza lo que sepas por que te quiere matar entre otras lindezas que esta soltando.Raimundo,las cosas que sabe soltar su hija por la boquita…
Raimundo rio con la gracia de Pepa que entro con Rosario que acababa de llegar y pretendia calmar a su nuera.Sabia muy bien lo que era tener hijos grandes y lo que le habia costado sacar a Alfonso y a poco que le estuviera costando sacar a este se hacia una idea.