Crítica 'Lo sabe, no lo sabe'

Lo sabe o no la sabe, este es el nombre del concurso que nos propone la cadena Cuatro para acompañar las sobremesas de nuestras cenas hace ya un tiempo. A pesar de contar con unas cifras de audiencia bastante discretas, es un programa que tiene en su haber grandes cualidades, que intentaré ahora explicar por si algún despistado se le hayan podido pasar o por si frecuenta otras cadenas. Recordemos, antes de ir al grano, que la mecánica del programa consiste en que alguien elegido por el concursante entre los transeúntes de la calle debe contestar por él una pregunta. A veces, tendrá que buscar a alguien que cree que puede saber la pregunta y otras a alguien que cree que no la sabe. Con anterioridad, el presentador ha elegido al azar al concursante, basándose en criterios de diversidad y en el potencial juego televisivo que pueda dar.En primer lugar, “Lo sabe o no lo sabe” nos ofrece cada noche un rato de diversión de lo más digno. Nadie tiene que hacer allí el ridículo; quizás el único, y como él mismo dice con mucha guasa, el presentador. Tampoco tienes que contar tus intimidades; basta con que encuentres a ese alguien que quiera contestar por ti. Por otra parte, afirmar que es un concurso para intelectuales sería la verdad mucho decir, ya que las preguntas que allí se formulan son normalmente de cultura general, de aquellas que si eres una persona curiosa, con las antenas conectadas al mundo, puedes saber; se trata en este caso de un entretenimiento del que sales sabiendo un poquito más. Además, te ofrece una estupenda radiografía de la sociedad española. Juanra Bonet, el presentador, sabe hacer a los tres o cuatro concursantes diarios, más las personas que son paradas para responder, las preguntas necesarias para que sin vulnerar su intimidad los conozcamos un poco, y por ende, el estado actual de la sociedad española, tanto de lo que piensan y les acontece como de lo que saben o no saben; asusta, por ejemplo, la cantidad de gente que contesta decir que están en paro o las lagunas de ignorancia que hay por ahí, aunque, precisamente, aprovecharse a veces de estas lagunas es una de sus peculiaridades. Por otra parte, las personas intervinientes tienen muy poco tiempo para hacerse una idea de lo que les está sucediendo, por lo que actúan casi sin máscaras, siendo ellas mismas en gran medida, y no actores de un personaje inventado a partir de ellas. Quizás, buena parte del éxito del concurso se deba a su presentador. Juanra sabe darle el toque de humor provocativo necesario y sin casi nunca pasarse. Es un gran y muy rápido improvisador. Otro punto a favor del programa es la corriente positiva que se genera cuando alguien gana el premio. Tanto en la calle como en casa la gente sonríe y se alegra de ver que a otros les va bien; lo sentimos como propio, tal vez porque lo hemos ido conociendo durante el concurso.Desde un punto de vista meramente televisivo, el programa tiene el acierto de no esclavizarte ante la pantalla. Puedes ver, durante los aproximadamente veinte minutos que dura, la participación de un determinado concursante, y si no tienes tiempo para más, pues a otra cosa, mariposa. Es sorprendente la capacidad que tienen los editores de hacer que el programa tenga una sensación de formato televisivo a pesar de grabarse en la calle, sin plató; por lo que imagino que debe ser un programa bastante barato, cosa nada despreciable hoy en día. Además, el premio, que suele ser entre mil y tres mil euros, no te sacará de pobre ni arruinará a la productora, pero puede ser una significativa ayuda para alguien necesitado, sobre todo en esta época, o un extra para un capricho para otros. El que todos seamos potenciales participantes democratiza mucho el concurso y lo hace único en este aspecto. Por último, y sin que sea una cuestión menor, resulta muy agradable reconocer las calles de una ciudad que ya has visitado o conocer otra a la que te gustaría ir, quizás a raíz de haberla visto en el programa.