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Rafael Santandreu es psicólogo y escritor. La noche del 12 de enero su nombre empezó a circular por las redes sociales porque la entrevista que concedió a Andreu Buenafuente empezó con el pie torcido. "Nunca antes nadie me había mandado toda la entrevista hecha, con sus preguntas y sus respuestas. Estoy deseando que me digas por qué lo hiciste", le espetó Buenafuente a su invitado, y él, ni corto ni perezoso, respondió tajante: "Lo hacemos porque los periodistas hacen muy malas entrevistas. A veces hacen unas preguntas que uno no quiere responder".

Pues bien, una semana después, el psicólogo ha reactivado su historia explicándola en una carta publicada por El Mundo. "La cosa fue así: media hora antes de entrar a plató, los guionistas del programa me propusieron un 'gag': esto es, que Andreu Buenafuente rechazase hacerme la entrevista según el guión que le habíamos ofrecido desde la editorial, para hacer sus propias preguntas a la contra, en plan abogado del diablo. Así fue. Y todos nos felicitamos al final del programa. Hicimos broma y pudimos explicar en qué consiste la psicología cognitiva", ha desvelado Santandreu.
Hasta aquí todo perfecto -dice el escritor-, pero la historia se enturbia "con la reacción del público, cuando días más tarde, el vídeo se hizo viral bajo la idea del ridículo: ¡vergüenza, vergüenza y más vergüenza! Un fenómeno más de lo que Isaac Newton llamaba: 'La locura de la multitud'". Santandreu reconoce que la broma pudo ser "más o menos acertada" y que la crítica le parece "genial" si lo que pretende es defender "el prestigio del periodismo, sus fuentes y su independencia". "Pero hablémoslo tranquilamente", sugiere el escritor, que pide "perdón" y un poquito de "paz y amor".
"Nadie hace el ridículo"
Rafael Santandreu aprovecha su artículo para hacer algunas reflexiones filosóficas que vienen a explicar por qué a él le importa lo más mínimo lo que piensen los demás. Porque la gente puede fallar, puede equivocarse, pero "nadie sobre la tierra hace nunca el ridículo". Dice que las personas a veces nos volvemos agresivas pero que todas somos capaces de ser lo mejor: de amar, cooperar, ser generosas... Y es por esto que tenemos que dejar de buscar culpables, de ridiculizar a las personas, de encerrarlas en cárceles.
"¿Podríamos crear una sociedad en la que construir a partir del error, del amor y la soluciones inteligentes? ¿O nos empeñaremos indefinidamente en establecer una gruesa línea entre los buenos y los malos; los inteligentes y los lerdos; el éxito y el fracaso?", concluye Santandreu, no sin antes pedir a los periodistas que redacten las noticias "en clave constructiva y no destructiva". "No hay nada terrible en este mundo".
Quizá es toda esta filosofía la que le llevó a decir en un programa de La 2 que "Hitler era una persona a la que debemos tener aceptación incondicional y lanzarle amor" porque en política es "fundamental comprender y olvidar". "A lo mejor era tan peligroso en ese momento que era mejor apartarle, pero no guardemos rencor por nadie. Esto no significa que debamos apoyarle pero sí perdonarle, renunciar y aceptarle incondicionalmente", intentó suavizar sus palabras.