Bon appétit

Tras la terrible muerte de Encarna, la madre de Macarena, todos están consternados. Desde Leopoldo, su marido, a Castillo. El inspector ordenó disparar erróneamente y ahora está desbordado por la situación; su cúmulo de errores lo ha dejado hundido. Es Macarena quien parece asumirlo peor, ya que no acaba de asimilar lo ocurrido. Se trata de un duro golpe que los Ferreiro tendrán que afrontar en familia. Por su parte, Karim continúa con su plan de venganza y aprovechará el funeral de Encarna para vengarse de aquellos que asesinaron a su sobrino, el Egipcio. Pese al gran operativo de seguridad, será inevitable que no haya nuevas víctimas. En la prisión, Rizos se va recuperando del trauma de su violación, aunque eso supone nuevas tensiones entre Saray y Macarena. Fabio, por su parte, se encuentra en mitad de una relación lésbica y no sabe muy bien cómo actuar. Valbuena se reincorpora al trabajo después de su complicada recuperación tras la paliza que le dio Saray al enterarse de que había violado a Rizos. Las bromas con las secuelas que le ha dejado a Valvuena la paliza de Saray será lo único que provoque las risas en la prisión: las condiciones en Cruz del Sur siguen siendo duras para las presas que no están dispuestas a seguir así. Miranda se niega a que la situación de rebeldía generalizada en su prisión sea lo normal y aplicará mano dura, de nuevo, asesorada por Sandoval y con Valbuena como ejecutor de sus órdenes. Helena, una de las nuevas presas, ha resultado ser una policía que se ha infiltrado en la prisión para ganarse la confianza de Susana. Ésta, aparentemente inofensiva, tiene una información vital: el paradero de una adolescente secuestrada cuya vida corre peligro. Helena tendrá que recorrer el laberinto que es la mente de Susana, lleno de enigmas y de obstáculos, en una cuenta atrás inminente. A esta difícil misión se une el marcaje de Zulema, que enseguida se da cuenta de por qué Susana está en prisión y no dudará en aprovecharse de la situación.