ENTREVISTA

Marta Hazas: "Vamos a ver que Amelia no es tan buena ni inocente como parecía"

Amelia es la profesora de primaria de La Laguna Negra. Voluntariosa y entusiasta, vive con ilusión su trabajo con los más pequeños pero, tras su relación con Marcos, veremos su cara más oscura.

Por Redacción El 11 de Noviembre 2008 | 10:46

Amelia es la profesora de primaria de La Laguna Negra. Voluntariosa y entusiasta, vive con ilusión su trabajo con los más pequeños pero, tras su relación con Marcos, veremos su cara más oscura. Marta Hazas nos cuenta sus impresiones sobre el nuevo rumbo que va a tomar su personaje.

Es la profesora de primaria de La Laguna Negra. Voluntariosa y entusiasta, vive con ilusión su trabajo con los más pequeños. Su dulzura y su calidez hacen que todos la adoren. Cree en la bondad de las personas y se entrega con ingenuidad a los que quiere. Por eso, no sospechaba que Pedro, con el que mantenía una relación, estuviera locamente enamorado de otra mujer; Elsa.

Amelia pronto se convierte en un referente para la pequeña Paula, que encontrará en ella muchas de las respuestas que ya nunca podrán darles sus papás.

En esta temporada, y tras su tormentosa relación con Marcos (personaje al que da vida el actor gallego Martín Rivas), la profesora regresa a 'El internado' desempeñando un nuevo papel, que no dejará indiferente a nadie.

Licenciada en Ciencias de la información, tiene además formación artística en danza española y arte dramático, Marta Hazas ha desarrollado su carrera profesional combinando el cine y el teatro con pequeñas incursiones televisivas. Tuvo un papel protagonista en algunas series españolas como 'Capital', 'El pasado es mañana' o 'El Comisario'.

¿En qué ha cambiado Amelia respecto a la temporada pasada?

Esta temporada vamos a descubrir un poco del pasado de Amelia, que hasta ahora era un personaje más blanco, más buenecita. Ahora vamos a ver que no es tan buena ni inocente como parecía.

¿Cómo ha ido evolucionando tu personaje estos años?

A medida que el personaje fue ganando presencia en la serie me fueron cambiando las secuencias. Al principio era la profe ideal de los niños pequeños y un poco víctima de las relaciones con lo hombres (le deja Pedro, el personaje de Eduardo Velasco). Luego, su relación prohibida con Marcos, el personaje de Martiño Rivas), mostró otra cara más de Amelia, mucho más lanzada.

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¿Qué es lo que más te está sorprendiendo de la cuarta temporada de 'El internado'?

Creo que se nota que ya somos todos viejos conocidos y que está el equipo muy hecho. Los giros del guión son sorprendentes, me parece que había muchos misterios abiertos, que poco a poco te van dando datos y que no es abrir puertas por abrir, van casándote piezas del puzzle. Siendo la cuarta temporada todavía hay flashback al pasado que arrojan mucha información de lo que esta pasando en El internado y del porqué estamos todos allí.

¿Esos flashback son del estilo de Lost (Perdidos)?

Sí, me encanta esa serie además, es de mis favoritas. Creo que sí se parecen un poco en la estructura más compleja de la serie, que no es todo lineal. No son escenas de la vida cotidiana, se juega a meter fantasía como que haya fantasmas, que eso también pasa en Lost, u otras cosas paranormales. Me parece una estructura muy rica para un guión porque te permite conocer cosas de los personajes, entender su presente en la serie, abrir nuevos campos de tramas y hacer que la serie sea muy coral para que esos personajes parezcan de carne y hueso.

¿Ya has compartido secuencia con alguno de los fichajes de esta temporada?

Con Toni (Alejandro Casaseca) todavía no he tenido ninguna secuencia, pero con Martín (Ismael Martínez) y con Lucas (Javier Zidoucha) sí, sobre todo con este último porque entra a formar parte de mis alumnos.

¿Te ha sorprendido el éxito de la serie?

La verdad es que, al principio, estábamos todos a la expectativa a ver que pasaba, pero yo confiaba mucho en el proyecto, me encantaba la idea y me parecía muy buena. También es verdad que luego ves que serie de gran calidad como Cazadores de hombres, que me encanta, que no cuajan en la gente y otras que no tienen tanta, que están hechas deprisa y corriendo, tienen audiencias desorbitadas. Esto te hace pensar que no sólo por hacer algo bueno sea una garantía de éxito.

¿Qué es lo más curioso que te ha pasado en la calle con algún fan de la serie?

Casi todo el mundo es muy cortés y amable conmigo, sobre todo los niños, que se piensan que soy profesora de verdad (risas). Un día estaba en una cafetería con mi madre y una niña de unos seis años que estaba en la mesa de al lado me regaló un dibujo que ponía "Para Amelia", me encantó.

En tres temporadas ¿recuerdas alguna anécdota?

Ataques de risa, muchos, pero las más duras son las escenas del comedor, en el que nos pasamos sentados para hacer una secuencia un montón de tiempo (unas cuatro horas más o menos). Recuerdo un día que estaba sentada al lado de Natalia Millán que acabamos contándonos chistes de las horas que nos pasamos rodando. A veces te desconcentras un montón porque, como es una serie tan coral, a lo mejor te llega el momento de tu frase y estás con la boca llena o riéndote. También me pasa muchas veces que llamo a las niñas pequeñas por su nombre real en vez del de su personaje, que la llame Carlota en vez de Paula o que ella me llame Marta en vez de Amelia.

¿Cómo eras en el colegio de pequeña?

Era de las que hablaban mucho en clase, de las que eran un poco trasto y revoltosas, pero que sacaba muy buenas notas. Eso sí, recuerdo que me echaron del coro del colegio con cinco añitos. Hice una prueba para ver que tal cantaba, yo le eché morro y canté una canción protesta que le gustaba a mis padres, les hice gracia y me aceptaron. Pero cuando tuve que cantar temas religiosos, muy altos en agudos, me dijeron que calladita estaba más mona (risas).

¿Cuál era tu asignatura favorita?

Literatura y Arte siempre han sido las que más me han gustado, también Plástica o Gimnasia. La que menos me ha gustado, desde siempre, ha sido Inglés, que ha día de hoy sigue siendo mi asignatura pendiente. Muy bien la gramática y escribir, pero hablar, me cuesta un poquito, tengo que perder la timidez.