OPINIÓN

Crítica de 'Gigantes': Enrique Urbizu se adentra en los bajos fondos con un castizo y brutal melodrama

La nueva serie original de Movistar+ narra la historia de los hermanos Guerrero, en continuo conflicto por la traumática educación que les impuso su padre. 'Gigantes' se estrena el 5 de octubre.

Por Alejandro Rodera El 5 de Octubre 2018 | 10:36

En un momento en el que las series españolas se pueden dividir entre las que optan por una perspectiva más internacional y las que echan raíces en las peculiaridades de su país, Enrique Urbizu ha firmado con 'Gigantes' un drama universal tremendamente castizo. El cineasta ganador del Goya por "No habrá paz para los malvados" hace suya la máxima "Piensa global, actúa local" para ofrecernos una intensa y sangrienta ficción que aborda temáticas tan perennes como la corrupción moral y política y la xenofobia.

Isak Férriz, Carlos Librado y Daniel Grao, los hermanos Guerrero

Guerreros implacables

No obstante, por encima de todos esos temas está la familia Guerrero, que controla una de las principales vías del narcotráfico europeo desde el corazón de Madrid. Como resultado de la educación yerma de emociones impartida por el patriarca, Abraham (José Coronado), los tres hijos crecen con el odio y la sensación de impunidad como referentes morales. El primer episodio de la serie nos revela la implicación de los hermanos en el negocio familiar, cada uno desde una posición diferente: Daniel (Isak Férriz) es la mano derecha de su padre, Tomás (Daniel Grao) prefiere no exponerse ni mancharse las manos y Clemente (Carlos Librado) es el más bondadoso de todos, por lo que su participación es más colateral.

A partir del segundo capítulo, los hermanos tienen más margen para desarrollar sus explosivas personalidades, al igual que el resto de personajes que rodean a la infame familia. Las relaciones entre todos ellos suelen estar marcadas por el recelo y la sensación de que los propios familiares son susceptibles de ser traicionados por sus iguales. 'Gigantes' es ante todo un melodrama en el que, a diferencia de lo que suele albergar ese género, los sentimientos no emergen con efusividad dialéctica o sobreactuación, sino a base de golpes y tajantes diálogos. Urbizu captura esa intensidad con su característico estilo, siempre callejero y de una visceralidad extrema. A lo largo de la temporada, tanto el cineasta vasco como su homólogo Jorge Dorado (director de la segunda mitad de la serie), ahondan en la violencia que rodea a las altas y bajas esferas, a los payos y a los gitanos, a los adolescentes y a los adultos... desde el prisma de una familia en la que la brutalidad es un hábito.

Sofía Oria y Yolanda Torosio en 'Gigantes'

Mucho más que testosterona

La masculinidad tiene un gran peso en la serie, pero las mujeres no tienen nada que envidiarle a los hermanos protagonistas. Las principales representantes femeninas del elenco son Elisabet Gelabert, la policía que persigue a los Guerrero y a las corruptelas políticas en las que están envueltos; Yolanda Torosio, la mujer de Tomás, marcada por un vehemente carácter gitano; y Sofía Oria, la hija de Tomás y por tanto la nueva generación de los Guerrero. A pesar de las abrumadoras dosis de testosterona que ofrece el primer capítulo, a partir de los siguientes episodios la presencia femenina se incrementa y son precisamente los personajes que más se sumergen en las subtramas raciales y políticas de la serie.

Esos segmentos son una parte esencial de la temporada, ya que definen la actitud de los Guerrero ante la vida: son los amos de todo y quien se interponga en su camino queda sentenciado. Sin embargo, el omnímodo odio que define a los protagonistas no les aleja tanto de esos personajes de dudosa moral que son representados como fascistas y racistas, por lo que el calado de esa trama queda algo eclipsada. El componente de thriller emerge cuando se involucra a la clase política, a los medios de comunicación y a la justicia, cuya perversión justifica la existencia de una familia tan impune como la de los Guerrero. Urbizu demuestra una vez más que es un genio diseñando intrigas verticales, en las que las clases bajas y altas se ponen a la misma altura en el terreno de la devastación moral.

Isak Férriz y Carlos Librado, enfrentados en 'Gigantes'

Plan inconcluso

Los primeros episodios son una lección de narrativa televisiva, ya que corren un riesgo inusual. La violencia está integrada de una forma tan orgánica que termina resultando natural sumergirse en sórdidos entornos que pueden acabar bañados en sangre. Desgraciadamente, la serie acusa una excesiva vocación por anticipar su segunda temporada, cuyo rodaje ya ha finalizado. Los seis capítulos satisfacen al paladar tras devorarlos, pero dejan la sensación de ser la mitad de un menú más grande. Las últimas entregas incrementan el ritmo para solventar las tramas en la medida de la posible, solo que lejos de atar cabos todo se encarrila de cara al futuro. Algo que deja con ganas de más, pero al mismo tiempo genera dudas acerca de la brevedad de la temporada, ya que una tanda más numerosa de episodios probablemente habría permitido un desarrollo más idóneo.

En definitiva, 'Gigantes' es otra apuesta relativamente arriesgada de Movistar+, ya que su contenido no está hecho para todos los públicos, pero la confianza depositada en el abundante talento que se encuentra delante y detrás de las cámaras asegura un resultado original y efectivo. Es una serie con una dialéctica directa capaz de enganchar tanto como el realismo sucio de Bukowski, y al igual que hacía Chinaski, Urbizu retrata un país mucho más demacrado moralmente de lo que nos gustaría reconocer.