OTRO MÁS

Dustin Hoffman, acusado de haber acosado sexualmente a una menor en 1985

La víctima relató todos los hechos en unas cartas dirigidas a su hermana.

Por Covadonga Ballestero El 1 de Noviembre 2017 | 18:14

No es un alto cargo de las productoras, ni ejecutiva. Tampoco es una actriz de renombre. Solo es una trabajadora más que entró como ayudante en el rodaje de "Muerte de un viajante" en el año 1985 y escribió cómo Dustin Hoffman hizo de lo que podía ser un trabajo emocionante, un infierno. Se llama Anna Graham Hunter, tenía 17 años y ahora, entrados los cuarenta, cuenta su experiencia en una columna de The Hollywood Reporter.

Dustin Hoffman, acusado

Salpicado de reflexiones, Anna Graham ha aportado algo más que relevante. No se basa en el recuerdo, no son palabras flotando en el ambiente, susceptibles a ser tergiversadas o a no creerlas, directamente. Son hechos. Constatados. De una niña que aún estaba en el instituto. Un ejemplo cercano de todas las cosas por las que tenía que pasar cuando aún no había llegado siquiera a la madurez o como ella se describe a sí misma: cuando era "una niña virgen torpe con el pelo horrible, que solo había besado a alguien tres veces, riéndose con el hombre que tenía la edad de su padre, hablando de pechos y sexo".

"Cuando Elizabeth le pregunto qué quería para comer, le dijo: 'Tu pecho izquierdo'"

La mujer publica las cartas en las que le contaba a su hermana cómo accedía a recibir la atención de Dustin Hoffman, la mayoría de las veces, poco apropiada; cómo era objeto de bromas sexistas, de chistes sin gracia y cómo otros trabajadores la advertían. "Iré fuera, aun con nieve, a las diez de la mañana, para traerle a Kate Reid una pizza de anchoas y encargaré la comida de tres sitios distintos para que pueda entretener a sus amigos con champán y caviar, pero no voy a dejar que Dustin me ponga las manos encima y creo que es una mierda si Bob Colesberry (su jefe) espera que lo haga".

Entre confesiones y apreciaciones de una etapa más que lejana, Hunter expone a todas las estrellas de Hollywood, destapando los más ruines de los comportamientos hacia personas que creían que nunca tendrían la atención suficiente como para que pudiera suponer un problema. La suerte es que ahora sí.

Anna Graham con John Malchovick

"¡Anna! ¿Estás hablando mal de mí? ¡Anna! ¡Lárgate de ahí!". Anna Graham fue muy minuciosa la hora de explicar todo lo que le sucedía y le decían durante el rodaje. "¡Anna! ¿Así que crees que soy un cerdo sexista? ¡Anna!". Hoffman no dudó en avergonzar a la niña en medio del rodaje, sabiendo en qué posición se encontraba cada uno. Esto, lejos de provocar el enfado de la productora, lo único que consiguió fue que Anna se sintiera "poco apoyada" por sus compañeros de trabajo.

Su "yo" del pasado

No solo se puede encontrar el hecho constatado de a lo que estaban acostumbradas, y están, las estrellas de Hollywood. Hunter escribe, con una madurez pasmosa para tratarse de una niña de 17 años, muchos de los temas que aún en 2017 se siguen abordando, más de treinta años después. "Me río de la mayoría de las cosas, porque no quiero parecer amargada, pero a veces, simplemente no puedo, ¿sabes? La deferencia es directamente a causa de mi sexo. Encuentro muy difícil lidiar con eso".

Echando la vista atrás, Anna se siente orgullosa de haber sido una niña que tuvo el valor de darle un manotazo a Dustin Hoffman cuando la tocó, de haberle dicho que la dejara en paz a pesar de hacerlo "con la voz temblorosa". Mientras tanto, a la otra parte no le queda más remedio que pedir disculpas, ahora que el pasado sale a relucir y no pueden esconder más la clase de comportamientos que llevaron a cabo, tomándose la licencia de pensar que eran los dueños de todo, simplemente por su prestigio social y que eso era suficiente para pisar a las mujeres.

Dustin Hoffman en la película "El Graduado"

Una breve línea preparada para intentar escapar del aluvión de críticas no será suficiente para redimir toda una vida de acoso hacia las mujeres, pero no le queda más remedio que empezar por ahí, como muchos otros que no se han librado de rendir cuentas ante víctimas que han decidido dejar de guardar silencio, por mucho tiempo que pasaran sufriendo y curando heridas en la privacidad de sus casas.