OPINIÓN

Hacer sangre del dragón caído: la interminable polémica de 'Juego de Tronos'

Con su desenlace a una distancia prudencial, nos preguntamos si el legado de la serie de HBO ha quedado marcado irreversiblemente.

Por Alejandro Rodera El 14 de Noviembre 2020 | 10:30

'Juego de Tronos' es el ejemplo perfecto de que la historia siempre se repite. En 2009, los showrunners David Benioff y Dan Weiss estuvieron a punto de tirar al traste años de trabajo por culpa de un piloto desastroso, fruto de su inexperiencia en una producción de tal magnitud. Afortunadamente, HBO no se arrepintió de haber invertido 10 millones de dólares en ese experimento fallido, y le dio una segunda oportunidad a lo que, con el paso de las temporadas, se convertiría en el mayor fenómeno de su historia. Corte a diez años más tarde. Llegamos a 2019 y el estreno de la octava temporada de 'Juego de Tronos' es uno de los eventos más esperados de la historia de la industria del entretenimiento; pero algo no termina de encajar a medida que se van emitiendo sus seis episodios.

Después de una séptima temporada que ya mostraba síntomas de desvío, la octava despertó aún más críticas por precipitar un desenlace que muchos espectadores, entre los que me incluyo, sentimos abrupto. La respuesta más sonada a ese controvertido final fue la petición de rehacer la tanda de episodios con otro equipo creativo. Más de millón y medio de fans indignados apoyaron la moción de censura a Benioff y Weiss, en un gesto que no se debía entender tanto como una exigencia literal, ya que 'Juego de Tronos' había dejado de ser un piloto de prueba con margen de error hace mucho tiempo, sino como la expresión definitiva de que la sobredosis de éxito puede derribar hasta al dragón más descomunal.

Peter Dinklage como Tyrion Lannister

Año y medio después, el cadáver de ese dragón sigue sin enterrarse. La autopsia masiva sigue en marcha y los fans no son los únicos que mantienen vivo el debate sobre qué falló en la temporada final. Nos hemos acostumbrado a que, cada cierto tiempo, algún miembro del equipo de la serie exprese su particular defensa o rechazo a su clausura. Lena Headey se mostró disgustada con la muerte de Cersei, Maisie Williams esperaba un desenlace más trágico para Arya y Kit Harington reconoció que habría preferido que Jon abatiera al Rey de la Noche.

Un cúmulo de decepciones comprensibles si tenemos en cuenta que proceden de actores que han pasado una década dando vida a sus personajes, por lo que sus apuntes críticos no deberían magnificarse; pero es que ahí reside el problema: en 'Juego de Tronos' todo se sobredimensiona. De esa exageración se aprovechó la propia serie, que, a pesar y gracias a la polémica, rompió todos los récords de audiencia de HBO. Sin embargo, ese abrumador seguimiento ha demostrado ser un arma de doble filo que, debido a una discusión que sigue sin acallarse, podría empañar el legado de 'Juego de Tronos'.

Maisie Williams, ensangrentada en 'Juego de Tronos'

¿Una mancha indeleble?

Cuando todos quedamos boquiabiertos ante la visceralidad de la Batalla de los Bastardos y el manejo magistral de la tensión en "Vientos de Invierno", resultaba imposible cuestionar el espacio reservado para 'Juego de Tronos' en el olimpo televisivo, pero a día de hoy ese privilegio se ha convertido en objeto de discusión. De hecho, no tiene nada de negativo que se abra un debate sano acerca de si el relato de Poniente está a la altura de 'Los Soprano', 'Breaking Bad' o 'Twin Peaks'. Lo verdaderamente preocupante es que ese juicio se nuble por un final divisivo, como sucedió en su momento con 'Perdidos'.

La resolución de 'Perdidos' sigue levantando ampollas por la percepción de que fue una huida hacia delante, la única manera de cerrar un misterio que se le había ido de las manos a sus creadores. Había que detener de alguna manera esa locomotora, y se hizo. Seguramente el frenazo no fue el más ortodoxo ni el más satisfactorio, pero la calidad del viaje previo debería quedar fuera de toda duda. En el caso de 'Juego de Tronos' está pasando algo similar, ya que su final apresurado le ha colocado un estigma del que va ser difícil desprenderse.

El Trono de Hierro, en llamas

El final no lo es todo

Es un hecho que la serie de HBO terminó demasiado pronto, ya que la propia cadena quería mantener viva durante más tiempo a su gallina de los huevos de oro. También es cierto que Benioff y Weiss vieron crecer su proyecto hasta una altura mastodóntica, desde la que era cada vez más complicado asomarse. Además, los showrunners tenían la responsabilidad añadida de expandir el universo de George R.R. Martin sin contar con los cimientos de las novelas, las cuales ya habían agotado. Y a todo eso hay que añadir que Benioff y Weiss probablemente querían aprovechar su apogeo creativo para desarrollar otros contenidos, como su propia trilogía de "Star Wars", que fue cancelada tras su fichaje por Netflix.

Por lo tanto, no es ningún misterio a qué se debe ese controvertido final. No hay manos negras ni conspiraciones mediáticas -como apuntó Conleth HillConleth Hill en esa Comic-Con a la que Benioff y Weiss no se atrevieron a ir- que buscaran desmerecer la despedida de un hito televisivo, tan solo un arrebato de prisa por zanjar un fenómeno que consumía muchos recursos creativos. Y si somos capaces de fijarnos en la totalidad del bosque y no ese inmenso árbol contra el que se estampó el dragón, nos deberíamos dar cuenta de que la 'Juego de Tronos' que tanto llegamos a amar sigue ahí, intacta, esperando a que la redescubramos sin tanto escepticismo ni polémicas eternas.