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'La promesa', en imágenes 42 fotos
Después de varios meses sin conocer quién fue la persona que disparó a Jana y que después la envenenó, 'La promesa' ya ha desentrañado este misterio. El pasado 4 de septiembre emitieron un episodio que cerraba en alto con el cara a cara entre Lorenzo y Leocadia en el que este la acusaba de ser la asesina de la mujer de Manuel.
Este lunes 8, el episodio 670 comenzaba justo en esa conversación, pero con Leocadia negándolo absolutamente todo y culpando a Cruz. "Esto no es un delirio de mi mente enferma y retorcida", insistía el capitán. Para convencerla, le entregaba una caja de la joyería Llop, lo que provocaba que Leocadia empezara a temblar, pues se daba cuenta de que Lorenzo sí sabía la verdad.

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Después de otras tramas, la recta final del capítulo volvía a mostrarnos a Leocadia y Lorenzo. En esta ocasión, la mujer le devolvía la caja bajo la excusa de que había sido un regalo y los regalos no se pueden devolver. Además, le confirmaba que había ganado el chantaje y que le daría la mano de Ángela: "Lo hago porque necesitó saber de Ángela y comprobar que está bien, no porque tenga absolutamente nada que ver con la muerte de Jana. Ni siquiera sé de dónde has sacado esa estupidez".
La noche fatídica de Jana
Una vez que el capitán le comunicaba que iba a proceder a que se realizara la liberación de Ángela, Leocadia se quedaba sola en la habitación, presa del pánico que sentía. En ese momento, 'La promesa' nos llevaba a un flashback en la noche decisiva de Jana, que, sin poder dormir en su habitación, veía cómo Leocadia entraba en ella.
Jana le decía que estaba esperando a que Manuel regresara para denunciar a Cruz por lo que hizo, a lo que Leocadia respondía con un abrazo de consuelo. Sin embargo, esta aseguraba que no creía en la justicia, sino en la venganza, y que por eso no podía dejarla ir a la guardia civil. Sin entender bien lo que estaba ocurriendo, la joven lamentaba que estuviera implicada en toda la situación, pero que ya habían hablado de que no había otra forma de solucionarlo.

"No he venido a convencerte, he venido a impedírtelo. Cruz Ezquerdo me debe una vida y mi único objetivo es cobrármela. Tú solo has sido un mero peón en una partida de reinas", soltaba Leocadia ante una Jana cuyo rostro estaba plagado de terror. Pero todavía tenía que escuchar las confesiones de la que iba a ser su asesina: "Yo maté a la primera mujer de Alonso, a doña Carmen. Lo hice porque Cruz me lo ordenó porque ella amaba con todas sus fuerzas al marqués y porque yo pensé que una vez que ella se hiciera marquesa yo también lo sería. Pero eso no pasó".
Leocadia explicaba que fue la sicaria de Cruz porque esta le prometió que la emparentaría con la aristocracia. "Cuando supe que Alonso iba a tener un hijo de Dolores, la maté. Lo volví a hacer por Cruz. Convencí al marqués de Linaja para que me ayudara y le di el bebé a Eugenia y entonces pensé que sí me daría el lugar que me merecía, pero la muy ramera intentó matarme".
Tras descubrir que estaba ante la asesina de su madre y que ella iba a correr el mismo destino, el miedo la paralizó, por lo que Jana no pudo hacer nada más que pedir que la dejara. "Tú eres el regalo más inesperado que me ha dado la vida. Tú eres mi venganza contra Cruz. Jamás pensé que tú me darías las llaves de este palacio. Me caes bien, Jana, quiero que lo sepas, pero lamentablemente tu muerte es necesaria, pues será Cruz quien pague por ella", confesaba Leocadia, quien colocaba un cojín entre la pistola y Jana y la disparaba. Ya tirada en el suelo, le introducía una piedra ensangrentada en la mano.

El veneno mortal
El disparo de Leocadia no le provocó la muerte inmediata a Jana como le hubiera gustado a la señora. Jana quedó en coma, debatiéndose entre la vida y la muerte mientras que Leocadia buscaba el modo de rematar su acto de venganza. La mujer encontró la forma cuando un día estaba reunida con Jacobo y Lorenzo y llegó María Fernández tarde para servirlos.
La doncella explicó que se había retrasado porque llevaba agua para Jana, ya que era importante que se mantuviera hidratada. Leocadia aprovechó la oportunidad y en un falso intento por ayudar a María Fernández provocó que la taza se le derramara a Lorenzo en su pantalón. Aprovechando que los allí presentes estaban a otra cosa, sacó el veneno del bolsillo y lo vertió en la jarra de agua destinada a Jana. De este modo, culminaba su plan de venganza contra Cruz y se aseguraba de que Jana no pudiera contar la verdad.