OPINIÓN

Crítica de 'Avenue 5', el naufragio espacial de HBO y el creador de 'Veep'

Armando Iannucci salta de los pasillos de la Casa Blanca a los de un crucero interplanetario en su nueva comedia para HBO.

Por Alejandro Rodera El 20 de Enero 2020 | 09:11

La política se ha convertido en un espectáculo tan ridículo que las situaciones más absurdas de 'Veep' o 'The Thick of It' no le hacían justicia. Por eso, el guionista Armando Iannucci ha hecho las maletas y se ha mudado a la Avenue 5, la nave espacial que da nombre a la nueva comedia original de HBO, desde donde nos brinda la oportunidad de embarcarnos en un crucero a Saturno en el que todo lo que puede salir mal, sale mal. El desastre está servido en una serie que sufre por encontrar una comunión de tono y ritmo, con un caótico plantel de personajes, a cada cual más farsante o extravagante, que hacen de la experiencia del viajero/espectador una aventura tan anárquica como entretenida.

El capitán Clark (Hugh Laurie), Herman Judd (Josh Gad) y Iris Kimura (Suzy Nakamura)

Cuando despertamos en la embarcación, cuya forma fálica mantiene la dirección prevista desde el centro de control, nos encontramos con todo tipo de lujos: clases multitudinarias de yoga con vistas a la nada galáctica, talleres de astronomía para los más pequeños o visitas a la sala de mandos, donde el capitán Clark lidera con entusiasmo a su tripulación. Todo es tan idílico que cada vez que el personaje de Hugh Laurie se despide con un "Fly safe" ("Volad seguros"), su armónico equipo responde "Fly true" ("Volad sinceros"), como cuando el entrenador Taylor recitaba el inspirador "Clear eyes, full hearts, can't lose" en el vestuario de los Panthers y su pupilos proclamaban "¡Can't lose!" al unísono. Pero 'Avenue 5' no es 'Friday Night Lights', así que las cosas no tardan en dar un súbito giro hacia la comedia de supervivencia, que lleva al desquicio a clientes y trabajadores.

A través de esas fisuras empieza a brotar el humor característico de Iannucci, más interesado en la imperfección de los personajes que en sus virtudes. Y aunque aquí no esté tan inspirado como en sus anteriores trabajos televisivos o en las extraordinarias "In the Loop" y "La muerte de Stalin", sí que consigue poblar la nave de una fauna muy variopinta, alérgica al tedio, por lo que los episodios de media hora pasan volando. Los enredos e imprevistos se suceden sin dar tregua, pero adolecen de una falta de cohesión entre todos ellos, reflejo del desorden general de la serie, que impide que las sonrisas cómplices sean carcajadas a pleno pulmón más a menudo.

Billie (Lenora Crichlow) no está del todo convencida con el rumbo de la nave

Al son de los violines

El embaucador capitán encarnado por Laurie, que no tarda en verse superado por la nueva situación, está acompañado por Billie (Lenora Crichlow), ingeniera sin dotes sociales; Matt (Zach Woods), responsable de atención al cliente terriblemente sincero e insensible; y el altivo Herman Judd (Josh Gad con una hipnótica peluca rubia), dueño de la compañía que gestiona el crucero, y su hastiada asistente (Suzy Nakamura). De todos ellos, Clark y Judd son los que mejor sirven a Iannucci en su iconoclasta tarea de ridiculizar a los líderes: el primero es un "héroe" que no tarda en desvelar su auténtica personalidad y el segundo es un imbécil redomado desde el comienzo, que caricaturiza la imagen del visionario tecnológico -reconvertido en rapero más de Beverly Hills que de Compton- que se nos vende a diario como ejemplo de éxito, cuando la mayoría de esos triunfadores probablemente tengan más que ver con Russ Hanneman que con Bill Gates.

Los pasajeros ponen su vida en manos de esos dos fraudes, dando pie a situaciones de lo más berlanguianas, en las que la muchedumbre devora la ineptitud de los responsables de la embarcación, incapaces de aliviar el pánico generalizado de manera solvente. Hay un conflicto constante entre ambas partes, clientes y tripulantes, del que no se saca el máximo rendimiento al no aprovechar del todo la futurista ambientación en la que acontecen las sucesivas crisis. Como pretendía Iannucci, 'Avenue 5' no es un alarde de ciencia ficción, ya que está más apoyado en las miserias humanas y el humor que emana de ellas, pero se echa de menos un mayor cuidado del entorno, que podría haber albergado muchos más gags visuales, complementarios a los ingeniosos diálogos del equipo del guionista británico.

Matt (Zach Woods), superado por la vida espacial

Viaje de fondo

Los cuatro capítulos que hemos podido ver de 'Avenue 5' dejan con ganas de más, pero es imposible no notar un cierto regusto de decepción, ya que no exhiben la brillantez de la que el creador de 'Veep' ha hecho gala a lo largo de su carrera. Aun así, el resultado es lo suficientemente original como para no desentonar en la buena racha de HBO, y la premisa invita a pensar en una idea con bastante futuro, una misión espacial en la que seguiremos embarcados a pesar de las turbulencias de su arranque.