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ENTREVISTA

Juanma ('La isla'): "Ver un océano infinito de agua que no me podía beber era algo realmente frustrante"

El participante recuerda en esta entrevista cuando Chus le dijo: "Juanma, sigue llenando de alegría el campamento".

Por RedacciónPublicado: Jueves 8 Junio 2017 11:14 | Última actualización: Jueves 8 Junio 2017 11:19

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La isla

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España

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laSexta estrenó miércoles 7 de junio una nueva entrega de 'La isla', el programa de superación de la cadena en el que 14 hombres se enfrentan a retos vitales en un entorno extremo y hostil. Hablamos con, Juanma, uno de los protagonistas que han disfrutado de esta aventura presentada por Pedro García Aguado.

Juanma, participante de 'La isla'

Juanma, participante de 'La isla'

¿Cómo crees que te cambia una experiencia como 'La isla'?

Si te implicas y dejas que 'La isla' te enseñe cosas, realmente te cambia en un 110%. Es imposible no salir siendo, en parte, alguien diferente. El hecho de tener que buscar agua (por ejemplo) ya te hace darte cuenta de lo indispensable e importante que es. No tener comodidades, tener que moverte para buscar el alimento y, en definitiva, buscarte y asegurarte tu propia supervivencia día a día hace que eches en falta muchas cosas, realmente las más importantes de tu vida cotidiana creo yo, y, al mismo tiempo, que las valores muchísimo más. Es automático: basta con tener sed y no tener agua que beber para que te des cuenta de lo estúpido que resulta dejar el grifo abierto mientras no estás utilizando esa agua.

¿Qué te preocupó más, la sed o el hambre?

Es curioso porque, cuando me comunicaron que era uno de los 14 participantes, automáticamente pensé en el hambre que iba a pasar. Soy de buen comer y casi siempre tengo hambre. Apenas pensé en la sed y en el problema que iba a ser la falta de agua. Es como que la comida es más llamativa. Al agua estamos más acostumbrados, a beber siempre que tenemos el más mínimo indicio de sed y, como es algo tan "simple" que sale de un grifo, no nos damos cuenta de que es el "elemento líquido" y que sin agua... no hay fiesta.

Por eso, una vez en la isla, con las altas temperaturas y el sudor, mi única preocupación era beber y beber y beber. De hecho, pasé casi una semana sin sentir la necesidad de hambre. Comía para no desmayarme, pero sólo estaba preocupado de encontrar agua dulce para beberme una piscina entera. Sentarse frente al mar y ver un océano infinito de agua que no me podía beber, era algo realmente frustrante.

Como vemos en los primeros programas... tu función es la de armar el campamento... ¿Podrías explicarnos qué cosas 'construisteis' o 'adecuasteis' para sobrevivir (por ejemplo, a las noches)?

El trabajo en campamento, aunque parece menos llamativo y costoso que irse de expedición, era igual o más importante si cabe, puesto en el campamento pasábamos la mayor parte del día y había que adecentarlo para no encontrarnos bichos o no cortarnos con trozos de cristal. Una de las primeras creaciones (y una de las más importantes y que más guay nos quedó) fue el "balcón de las macetas", como lo llamaba yo. Me refiero al soporte donde colgaban los filtros de agua que se construyeron y que nos permitieron poder filtrar el agua y poder beberla. Fue algo importante que empleamos en hacer los primeros días antes de la llegada del agua.

Yo lo llamaba "el balcón de las macetas" porque, cada vez que rellenaba de agua los filtros decía que estaba regando mis plantas, y cada una representaba una flor. Y, con los cantes de Lolo, desde luego que aquello parecía un patio andaluz. En cuanto a adecuar, yo creo que la zona donde construimos las cabañas (yo pasé a llamarle la zona de la Urbanización Isleña) fue la principal área del campamento que adecuamos. Limpiamos, podamos algunas plantas y allanamos el terreno para construir las diferentes cabañas que nos sirvieron de refugio durante la experiencia.

Si tuvieras que repetir la experiencia... ¿a qué compañero te llevarías?

No puedo quedarme tan sólo con un compañero. Creo que he tenido la suerte de dar con un gran grupo, de gente muy diferente, pero a la vez muy igual. Todos teníamos algo que aportar y que ayudó a la convivencia. Pero, si tuviera que volver sin duda me llevaría a Lolo y a Iker. Los tres formamos un trío irrepetible. Lolo es esa persona que yo necesitaba tener para explotar mi locura. Ese punto de juventud, de vitalidad, muy diferente a mí, pero sin el que mi experiencia no hubiese sido la misma. E Iker es el corazón más puro que yo me encontré allí y, podría decirse, que una de las mejores personas que se han cruzado en mi vida. Bastaba ver su sonrisa en casi cualquier momento del día para tranquilizarme.

Sería imposible dejar a uno fuera. Somos el Trío Calavera y no se nos puede separar. Y luego, por eso de llevar a alguien un poco más experimentado y con más conocimientos de supervivencia, a Cuco, medalla de oro a la supervivencia y a la hiperactividad. ¡Alguien tendría que construirnos las cabañas y las lanzas!

Juanma, durante su paso por 'La isla'

Juanma, durante su paso por 'La isla'

¿Cómo viviste la marcha de Chus? ¿y la de Miguel?

Fueron dos salidas muy diferentes, y creo que los espectadores han sabido captar perfectamente que así fue. Siempre te da pena el abandono de un compañero, te pones en su lugar y empatizas. La marcha de Chus fue para mí un duro golpe. Le vi muy tocado, muy desmejorado y realmente vi que su vida corría peligro de quedarse. La despedida fue muy dura. Me dijo: "sigue llenando de alegría el campamento" entre lágrimas y una parte de todos se fue en la lancha con Chus. Vimos su decepción, sus ganas de quedarse y no poder hacerlo y, aunque sabíamos que tenía que irse, nos dio rabia que así fuese. En cambio, con Miguel, todo fue más frío y falto de sentimiento. Al menos, por mi parte. No vi que le doliese dejar la isla, aunque él trataba de hacer ver que sí. Sus palabras me siguieron sonando falsas hasta el último momento y, a decir verdad, apenas noté su ausencia. Para mí, lo que aportaba a la convivencia estando presente y una vez que se marchó, fue lo mismo. Así que pensé en que al menos, iba a estar hinchándose a comer y, quizás, a beber agua que no fuese del mar.

Un momento en el que realmente sentiste que tu vida estaba en riesgo.

Hubo dos, pero creo que el más traumático, angustioso y violento para mí, fue el accidente de Juan que podréis ver esta noche en laSexta. Fue una locura de día, en el que todo pasó muy rápido, pero muy lento a la vez. Sabíamos que había muchas amenazas en la isla, pero fue a partir de ese momento en el que yo vi los peligros, e incluso, la muerte muy de cerca y sentí que no estábamos protegidos y que, aunque estuviésemos en un programa de televisión, nos podía pasar cualquier cosa y todo podría acabarse allí. Estar escuchando los gritos angustiosos de Juan, pudo conmigo. Pensé: vale, mañana me puede pasar a mí. O puedo ir caminando por la selva y que me muerda una serpiente, o caerme de las rocas y partirme el cuello. No somos inmunes a nada y ésta isla es más fuerte que nosotros.

Ya no bastaba con prestar atención al peligro que podía haber en manejar un machete o subir por una roca. El mar también se convirtió para nosotros en un verdadero campo de minas y le cogimos cierto miedo. Y ya no sólo encontrabas el peligro dentro del agua. La orilla solía estar repletas de peces globo muertos, o el fruto "La manzana de la muerte". Elementos que, con tan sólo pisarlos, nos habrían puesto en serio peligro. Desde aquel día, creo que empecé a ver la isla como un campo de batalla del que no saldría sano al 100% si no iba con mucho ojo. Y, el otro momento que asalta mi mente cada vez que pienso en momentos de peligro, fue uno que aún no se ha visto, pero que tengo grabado en la cabeza y en el que dije: "ahora estamos sanos y enteros, pero en una fracción de segundo, puede que me falte un brazo o una pierna".

¿Qué cualidad crees que es imprescindible para sobrevivir a 'La isla'?

Sin duda, la capacidad mental. La mente es mucho más poderosa que un par de músculos. Es algo que sabía antes de pisar la isla y de lo que me cercioré allí. Obviamente, tener conocimientos de supervivencia, ayuda. Pero todo, al final, va ligado a la mente. Si tienes una actitud positiva, y eres original, el tiempo hará que te las tengas que ingeniar para construir según qué cosa, aunque no tengas idea de cómo hacerlo. Pero el tiempo es el peor enemigo en muchas ocasiones, y ser capaz de tomarte las cosas con calma, sacar una sonrisa aunque estés cansado o de mal humor, sirve de mucho en esa isla. Son cualidades que se ven sobretodo en Lolo y en mí, y son cualidades que no todos los compañeros supieron valorar o entender y, por ende, quizás no nos quisieran allí.

¿Nos cuentas una anécdota?

Estaba una tarde, después de comer, tumbado en el campamento, tratando de dormir un poco, aunque entre el calor y los mosquitos, era imposible. De repente, inspiré y llegó hasta mí, un olor fuerte a comida. A chopped más concretamente. Pero no podía ser. Aun así, me puse en pie, agudicé el sentido del olfato y empecé a olisquear. Un compañero me preguntó que qué hacía y yo le dije: "tío, huelo a choped. Hay chopped por aquí, escondido". Pero creo que era uno de esos momentos en los que, de tanto deseas comer, al final incluso hueles algo que no hay y la gente lo tomábamos con naturalidad y nos reíamos. A los tres minutos dejé de oler a chopped, me resigné y me volví a tumbar. Obviamente no había chopped en la isla, pero mi mente jugó conmigo debido a la extrema necesidad de comer que tenía. A otro compañero otro día le pasó, pero con un plato de cocido. Era nuestro particular psiquiátrico isleño. Y así, al menos, pasábamos el rato.

Te apuntaste a 'La isla' para demostrar a tu familia que eres capaz de sobrevivir sin las facilidades del día a día... ¿crees que así ha sido?

Totalmente. La experiencia ha sido satisfactoria y grande por muchos aspectos, pero creo que si no hubiese cumplido la meta que me puse cuando aterricé, no la recordaría de un modo tan positivo. Yo partía de cero, con ningún conocimiento de supervivencia, con miedo a los insectos y rechazo al pescado. Y tuve que sobreponerme a todo ello.

Cuando estabas en 'La isla'... ¿te empezaste a plantear qué cosas cambiarías de tu día a día al volver?

Sí. De hecho, tuve una tarde en la playa una conversación al respecto con Cuco, en el que le conté como era mí día a día y por qué me apunté al programa. Me dijo que, ya que esto me había cambiado por dentro, lo reflejase al volver. Acostumbrarse al día a día es más fácil después de la isla. Ahora como mucho más sano, cosas que antes ni siquiera probaba por pura cabezonería, hago más deporte (a día de hoy, creo que soy el único de mis compañeros, que se ha mantenido en el peso que tenía al salir de la isla) y en septiembre comenzaré un Máster en Protocolo y Organización de Eventos, algo que tenía muchas ganas de hacer pero que no ha sido, hasta después de ésta aventura, cuando me he decidido por fin a comenzar.

¿Qué es lo más raro que has tenido que comer?

En la isla he probado muchas cosas raras. Cosas que por nada del mundo hubiese probado en un restaurante en Madrid si me las hubiesen puesto bien cocinadas, con especias, sal... Mi reparo era el pescado. Y ver la emoción y la alegría cuando comprobamos que había caído en la red y que tendríamos pescado, es la muestra más clara de hasta qué punto la isla puede cambiarte. Hemos comido todo tipo de animales, insectos y plantas. Y, contra todo pronóstico, he de decir que la mayoría de las cosas, no estaban tan malas como a simple vista pueden parecer.

¿Cuál es la percepción del tiempo allí? ¿Se te hizo larga la supervivencia?

Creo que, aunque vayas con las cosas más o menos planeadas, al final la isla te demuestra que de nada sirve todo eso y que cualquier cosa puede echar por tierra todos los planes que tengas. Digo esto porque, los primeros días, todos comentamos que las semanas más duras y largas serían las primeras, pues es cuando pasamos la fase de adaptación y todo nos parece más raro. Pero, que una vez nos hubiésemos habituado y hubiésemos establecido una rutina, el tiempo pasaría más rápido. Gran error. No sólo la primera semana fue la que más rápido se pasó sino que, en cuanto creas esa rutina y tienes menos cosas que hacer y menos sitios que explorar, el tiempo empieza a pesar sobre ti como una roca de cien toneladas. Llegó a ser insufrible. Para mí, una de las cosas más duras y desesperantes de la isla.

¿Si te dieran la oportunidad, volverías?

Sí. Volvería. He aprendido a echar de menos cosas de esa isla, momentos en esa isla... Y creo que es la esencia de todo. Echar de menos algo, un sitio donde lo has pasado mal. Echarlo de menos y querer volver (el síndrome 'Perdidos') es la verdadera muestra de que ha valido la pena. Es una sensación rara pero creo que, en algunos aspectos, la vida allí merece más la pena. Menos estrés, más tiempo para ti, más calma, sensaciones nuevas... Dejé parte de mi corazón allí, decidí tatuarme la isla cuando el programa se emitió por primera vez. Es una experiencia que me ha marcado, que me ha enseñado mucho, por la que siempre estaré muy agradecido, y volver allí y decir "qué asco tengo a esta isla", frase que me harté de decir durante la aventura, sería para mí, un sueño por cumplir.

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