OPINIÓN

Crítica de 'La edad de la ira': Esta no es "otra serie de maricones" más

La serie de Atresplayer Premium presenta una historia imprescindible con un acabado que arriesga pero no es el esperado.

Atresmedia

Por Sergio Navarro El 27 de Febrero 2022 | 10:51

Tras el anuncio de la serie de 'La edad de la ira' escuché a una pareja (joven) que, hablando de ella, decía: "Últimamente solo se hacen series de maricones". Y sí, por si quedan dudas, lo hacían con un tono despectivo. Tiene tantas lecturas esa frase y tantas cosas que comentar que se podrían resumir en que queda clara la necesidad de series así y que ojalá hubiesen llegado mucho antes.

Manu Ríos, Daniel Ibáñez y Amaia Aberasturi, en 'La edad de la ira'

'Maricón perdido, 'Élite', '#Luimelia', 'Veneno' y 'Merlí' están aquí y, aunque molesten a algunos, están haciendo justicia regalando por fin referentes al colectivo que hasta entonces eran casi inexistentes. Y en un momento en que ciertos partidos políticos de extrema derecha tratan de silenciar impulsando una oleada de homofobia, centros educativos que tendrían que ser zonas seguras censuran ciertos libros e incluso medios intentan desprestigiar una serie como 'La edad de la ira' porque no les interesa el mensaje que da, es importante que cada vez el colectivo tenga más presencia en la ficción.

'La edad de la ira' se estrena el 27 de febrero en Atresplayer Premium y, a través de sus cuatro capítulos, nos introduce en un viaje que arranca con el brutal asesinato de un hombre, cuyo principal sospechoso es su hijo Marcos (Manu Ríos). Con ciertas inseguridades y con una profunda búsqueda de su identidad, este adolescente es uno de los más populares de su instituto, donde alumnos y profesores empiezan a verle con otros ojos dudando de su inocencia.

También conoceremos a su amiga Sandra (Amaia Aberasturi), una chica feminista y concienciada que se enamora de Marcos; a Raúl (Daniel Ibáñez), un nerd que llega nuevo al instituto y que rápidamente se hace amigo de los otros dos al ser unos incomprendidos; a Ignacio (Carlos Alcaide), el hermano de Marcos y que es todo lo contrario, pues es más aplicado y obediente con las normas que impone su padre; y a Álvaro (Eloy Azorín), el profesor del centro que hará a sus alumnos ver el mundo con otros ojos, implantando desde el primer momento la cero homofobia en las aulas.

Eloy Azorín, Daniel Ibáñez y Manu Ríos, en 'La edad de la ira'

Todos ellos interpretan a personajes reales, mostrándonos poco a poco sus mil capas, porque no son perfectos, algo que los haría poco creíbles. Además, nos presentan una imagen real de la adolescencia, enseñando sus inseguridades y sus problemas, pero también su ilusión y su luz. Los cuatro jóvenes son completamente distintos, algo que viene dado por muchas circunstancias, empezando, sin ir más lejos por el ambiente que puedan tener en casa y la libertad y educación que les den sus padres. El asesinato al padre de Marcos, aunque no convierte la serie en un thriller y es el tema principal, ayuda a descubrir muchas más capas de los personajes y a descubrirlos en situaciones límites.

Una serie para todos... y para reflexionar

Esta serie está protagonizada por adolescentes, está ambientada en un instituto y hay historias de amor, sí. Pero no nos confundamos. No es una historia únicamente para un público juvenil, sino que es para todo tipo de públicos, empezando también por padres, madres y docentes. Es una historia muy madura, necesaria, precisa, oportuna y que invita a la reflexión. La primera cosa que nos hace plantearnos es: ¿Tan poco han cambiado las cosas desde que se creó esta historia hace 11 años en términos de homofobia, machismo, violencia...? ¿Cómo cambiarán las cosas de hoy a otros 11 años?

Esta ficción tiene en todo momento la necesidad de ser realista en su crudo relato, pero hay ocasiones que en los diálogos se da la vuelta y encuentra el efecto contrario. Hay conversaciones muy poco naturales que llegan a sacar al espectador. Son frases que quizás leídas en el libro son potentes y creíbles, pero que escuchadas en la serie quedan bastante forzadas. Aun así, no dejan de ser frases que merecen ser escuchadas y que favorecen al coloquio posterior que requiere cada uno de sus capítulos.

Amaia Aberasturi, en 'La edad de la ira'

A esta serie se van a enfrentar infinidad de tipos de personas, y ojalá también los de extrema derecha, pero si tenemos que englobar a dos grandes grupos de espectadores que van a ver 'La edad de la ira', serían los que conocen la historia desde hace tiempo habiendo leído el libro y/o acudiendo al teatro y los que se asoman por primera vez al apasionante universo de esta historia. Los de la primera, tenderán a comparar y entenderán ciertas pistas que van mostrando los capítulos. Los de la segunda, quizás andan algo despistados con la estructura, sintiéndose perdidos en ciertos momentos.

Una estructura arriesgada

Evidentemente, tras haberse contado en otros dos lenguajes, ahora la serie tenía que innovar más allá de encontrando su propio lenguaje. La idea es buena: cada capítulo está contado desde los ojos de uno del cuarteto protagonista, lo que nos permite conocer la historia desde todos los puntos de vista y comprender también a los personajes, cómo se ven y cómo les ve el resto, mostrando cómo son en realidad. Además, conforme pasen los capítulos, iremos entendiendo más, completando piezas del puzzle y conformando la historia al 100%.

Sin embargo, este arriesgado y prometedor esquema se vuelve en su contra, pues al ver el primer capítulo te deja frío, sin saber qué quiere contar esta historia. Planta cimientos, claro que sí, pero se queda a medio gas. Por su puesto, como hemos dicho, la serie se va completando con el paso de los capítulos, y es muy recomendable verla al conjunto, pero lamentablemente puede que el primero no invite a más. Funcionará con los cuatro capítulos al completo y, sin entrar en cuestiones empresariales completamente comprensibles, (y siendo defensor del episodio semanal) en este caso Atresplayer Premium podría haber hecho una excepción y lanzar los cuatro capítulos de golpe.

En conclusión

Dicho todo esto, gracias a Nando López por crear historias como esta que nos ayudan a avanzar como sociedad; gracias al equipo de la serie, tanto al creativo como al actoral, por hacer que sea un proyecto tan especial y estar tan involucrados con la causa; gracias a Big Bang Media (The Mediapro Studio) y Masficción por colaborar con Atresplayer Premium y mostrar este tipo de historias por mucho que moleste a gente como la que decía la frase del inicio. De hecho, gracias a estas series que ayudan a normalizar y a evolucionar, habrá menos gente que piense así, que se dé cuenta de que el comentario es una estupidez y que lo de usar "maricones" como algo despectivo ya está muy pasado...