En concreto, Tony Aguilar y Julia Varela, que son los comentaristas de TVE un año más, informaron durante la postal de Israel que RTVE había pedido a la UER debatir sobre la participación del país en el Festival. Aguilar recordó que "las víctimas de los ataques israelíes en Gaza superan ya las 50.000 y, entre ellas, más de 15.000 niños y niñas". Posteriormente, Varela añadió que "esta no es una petición contra ningún país, es un llamamiento por la paz, la justicia y el respeto a los derechos humanos".
Por el momento, la UER no ha hecho pública ninguna respuesta a la petición de la televisión israelí, ni se espera que lo haga durante el desarrollo del Festival, que se extiende hasta este sábado con la retransmisión de la Gran Final, en la que tanto España como Israel actúan.
La UER, nada suiza en su apoyo a Israel
A lo que sí respondió la UER fue a la carta que RTVE trasladó en abril y a la que hacían referencia Aguilar y Varela durante sus comentarios en la semifinal. En aquella ocasión, se limitó a difundir un comunicado de apenas dos frases en el que destacaba que "todos los miembros de la EBU son elegibles a participar en el Festival de Eurovisión". Una postura que contrasta con la que la propia UER mantuvo solo unos años antes, cuando en 2022 prohibió la participación de Rusia en el Festival de Eurovisión tras la invasión de Ucrania.

La cantante de Israel, Yuval Rapahel, en la alfombra turquesa del Festival de Eurovisión
Hay que recordar que, cuando se produjo esa prohibición, los tres medios públicos rusos, entre ellos Channel One Russia y VGTRK, formaban parte de la UER como ahora lo hace la televisión KAN de Israel. Fue a raíz de su expulsión del Festival cuando estos medios decidieron retirarse de la UER.
No es la única contradicción en la que cae la UER para demostrar su apoyo a Israel. Tras un Eurovisión 2024 muy tenso en Malmö, con protestas y críticas de una parte del público que la UER intentó silenciar, las protestas se han sucedido este año en Basilea, aunque la situación ha estado mucho más controlada y, sobre todo, preparada por parte de la UER y las autoridades suizas. Martin Österdahl, responsable del Festival, ha reducido mucho más la labor de los medios de comunicación este año, que han tenido más restringida que nunca el acceso a los ensayos.
Además, la UER ha suprimido este año las ruedas de prensa posteriores a las semifinales en las que los periodistas podían preguntar a los clasificados y que el año pasado estuvieron cargadas de contenido político. En su lugar, se han sustituido por unas declaraciones oficiales de cada finalista difundidas y controladas por la propia UER. Por último, y como ya sucedió el año pasado, la realización oficial del evento oculta los abucheos que recibe la cantante israelí durante su actuación, que sólo se pueden ver en las retransmisiones que los aficionados presentes en el estadio graban con sus teléfonos.

La delegación israelí, durante la segunda semifinal del Festival de Eurovisión
Lo cierto es que pese a celebrarse en Suiza, un país que tradicionalmente lleva la neutralidad por bandera, tanto la televisión organizadora como las autoridades locales se han plegado a las exigencias a las UER. Ya en el evento de inauguración del Festival, que tuvo lugar el pasado sábado, las autoridades suizas detuvieron a algunos manifestantes que acudieron con banderas palestinas al evento. La televisión KAN, por cierto, también formuló otra queja ante la UER por la actitud de alguno de estos manifestantes que, según KAN, profirieron amenazas contra el país y su representante.