Jaime Lorente ha ofrecido una entrevista a El Mundo en la que habló sin tapujos sobre su experiencia con la fama y cómo ha aprendido a gestionarla con el paso del tiempo. Tras el fenómeno mundial de 'La Casa de Papel' y su papel en 'Élite', Lorente reconoce que, para ese ascenso tan repentino a la fama "no te prepara ni Dios". El actor confesó también que la fama llegó a pasarle factura: "Yo me destrocé a mí mismo por dentro".
Lorente relató que la presión por mantener el nivel de éxito tras su primer papel fue devastadora. "La exigencia que me ponía a mí mismo para mantener todo el tiempo ese lugar de éxito exagerado me reventó", confesó el actor. Con apenas 21 años, pasó de ser un principiante a convertirse en una estrella. "Tenía toda una carrera por hacer, tenía que fallar, que hacer cosas que no ve ni Dios o que están fatal. Como todos. Necesitaba poder cagarla", relató.

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Según el actor, la consecuencia fue una época en la que dejó de ver a su familia y a sus amigos. "Fue la época en la que menos bajaba a casa para ver a mi familia, no quería salir de casa, veía poco a mis amigos... Pero el problema era todo interno, esas eran las consecuencias", confesó. Sin embargo, Lorente expresó que la terapia ha sido fundamental para recuperar el control de su vida: "Me encontraba en un lugar del que no sabía cómo salir ni por dónde atacarlo, así que me puse en manos de profesionales".
Sobre la fama, Jaime Lorente fue rotundo: "En sí misma, no compensa". Igualmente, aseguró que lo más complicado es ver coartada su privacidad y la de su familia. "Voy con mi hija o con mi hijo y me pide fotos muchísima gente desconocida para ellos y para mí. ¿Cómo les digo después que no hablen con desconocidos? Es una chorrada, pero son las pequeñas cosas que te das cuenta de que no son normales para educar a unos niños" aseguró el actor, a pesar de confesar sentirse a su vez privilegiado.

Director debutante
Ahora, a sus 32 años, Jaime Lorente se prepara para su debut como director, en un proyecto en el que lleva trabajando cinco años. Aseguró que esta nueva etapa en su carrera le ilusiona y le proporciona más tranquilidad que cualquier otro papel como actor: "Siempre he querido dirigir o, si no, dar clases de interpretación, lo que pasa es que me parecería un acto de vanidad absoluto ponerme a dar clases a nadie a estas alturas de mi trayectoria, pero el trabajo de laboratorio, colaborar con un actor para sacar algo, me fascina".