Programa relacionado
Como cada semana, Jorge Javier Vázquez ofrece su particular visión de la crónica social en 'El blog de vidas propias' que publica en Lecturas. En el último, el presentador ha aprovechado para hablar de Bigote Arrocet, que volvió al foco mediático tras sentarse en el plató de '¡De viernes!' para hablar del clan Campos, las protagonistas indiscutibles del momento tras anunciar el embarazo de Alejandra Rubio.
Vázquez comenzaba su blog recordando los inicios de la relación que Arrocet mantuvo con María Teresa Campos, poniendo en valor lo que esta consiguió con él. "Antes de ennoviarse con Teresa, Edmundo era Bigote Arrocet y pertenecía a ese grupo de humoristas chuscos que animaban el 'Un, dos, tres...'. Teresa Campos le quita la caspa y por sus bemoles malagueños consigue que la gente se olvide del 'Bigote' y le llame Edmundo. Una titánica proeza que no se ha alabado lo suficiente, creo yo", expresa.

-
'Traitors: El debate' Programa 2
-
Tu Cara Me Suena El Debate! Analizamos la gala 6
-
Nos colamos en la grabación de Cifras y Letras
-
Tu Cara Me Suena El Debate! Analizamos la gala 2
-
María Bernardeau y Biel Anton nos hablan de FoQ La nueva generación
-
Promo de La familia de la tele
-
La revuelta salta al prime time
-
Velvet: Yon González protagoniza el remake de Telemundo
El catalán continuaba el relato contando las luces de la relación entre ambos, pero también las sombras con la sonada ruptura. "Arrocet, como buen hombre de su tiempo, le hace un 'ghosting' a Teresa que la deja tiritando. Campos no llegó a recuperarse", opina el presentador. Según continuaba este, tras separarse de María Teresa Campos, "Arrocet pensó que seguiría siendo el que era junto a la estrella malagueña. Pero no. Volvió a ser aquel. El de antes".
Un dardo final
El presentador criticaba la aparición del humorista en el espacio de Telecinco, recordándole que "su tiempo ya fue" y recomendándole escoger "el camino del silencio". "En vez de optar por una discreta y elegante despedida prefiere ser ese grano en el culo que no termina nunca de desaparecer", cargaba contra él, no sin antes imaginar lo que hubiera pensado la matriarca de las Campos. "A Teresita –como él la llama– le hubiera sentado como una patada en el estómago su continuada presencia en los platós para lucrarse hablando de sus hijas y su nieta".